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PSICONEWS

miércoles, 29 de octubre de 2008

Al mundo exterior ¿por dónde?

El domingo, a misa bien arregladitos con Confort,peter y Francis
Bruno en su primer día de cole
Toubacouta 24 octubre 2008
Tuvimos que tomar medidas con la criaturada de Francis-Anne que se acostumbraba a venir a nuestra aula con sus ruidos e incluso con balón, trasladando sus juegos de patio a su interior. No paraban de importunar golpeando la puerta y por las ventanas hasta que les abríamos. Hacer un trato con ella del tipo: hasta tal hora trabajamos luego entráis y estamos juntos, no terminaron de entenderlo. En condiciones habituales el aula no está abierta para nadie salvo para las reuniones de estudiantes del Saint Peters, si lo estuvo durante nuestra estancia fue para poderla utilizar como nuestro lugar de trabajo dándose la paradoja de que nosotros, los extranjeros, les poníamos límites dentro de su propio barrio. Nadie sabía muy bien lo que hacíamos pero se nos veía cada dia cumplir no pocas horas con una dinámica de oficina que aumentó en matices al decidir hacer cograbaciones. Lo más destacado es el enorme respeto por nosotros. En nuestro continente esto sería poco menos que imposible. Un europeo necesita tener explicaciones para todo, a un africano le sobran las impresiones. Eso de las grabaciones es algo que ya habíamos iniciado años atrás grabando un par de contenidos de un boletín de poemas desde el que hacíamos propaganda a favor de la inversión en poesía (otra prédica en el desierto de una no corta colección de prédicas en ellos), y lo interrumpimos, entre otras razones por la parquedad de nuestros medios y los resultados poco satisfactorios. Ahora seguíamos con los medios precarios pero al menos nos satisficieron más los resultados. Para las próximas navidades, época en la que cada año Vic se esmera en su pequeño cargamento de regalos para la sobrinada, ya sabíamos lo que les íbamos a regalar: un álbum de poesía de nuestra propia factoría. Independientemente del valor artístico o documental que quede, hacer algo juntos como esto nos gusta y nos une. Con el movie maker del Windows, que justo acabábamos de descubrir que teníamos en nuestros ordenadores (si al microondas no le sacamos todo el partido que tiene no se puede esperar de nosotros que lo hagamos con computadoras) también intentamos preparar series fotográficas y videos. Hemos pensado en dejar fotomontajes animados y acompañados de música en los lugares donde estemos algunos días. Vic que demuestra tener más paciencia que yo puso las fotos en el soporte de los fotogramas y acompañada la serie de música, pasamos el movie a la familia. También estaba Francis cuya contribución verbal a la historia que vimos además de a la historia semántica no iba mucho más allá de decir okay. A Fada Bruno, Anne convino en inscribirle a la escuela Metodista, junto a la carretera, no muy lejos de su recinto. La acompañé con el niño el primer día que no se pudo quedar porque la hora de entrada es a las 8:30 y tuvo que hacer las formalidades de la inscripción. Nosotros colaboramos pagándole el primer trimestre. Al parecer Anne tiene una economía independiente de su marido y es la que se ocupa de los gastos de sus hijos. Antes de la salida de la estudiantada del recinto de Saint Peters, se pone con otras mujeres cerca de la puerta para vender bolsitas refrescantes que ella misma preparada y que traslada con su nevera de plástico. Esas bolsitas deben contener 1/20 parte de litro de líquido y tienen agua, alguna clase de fruta y dulcificante. No sabemos si el salario o parte de él, el de su marido, si es para los gastos domésticos. La forma de funcionar una familia africana no tiene nada que ver con nuestras costumbres. En realidad sabemos que no sabemos nada de su idiosincrasia. Es completamente diferente juzgar situaciones a vista de pájaro –o desde la cabina de un automóvil- por las que planeas a la velocidad de tu vuelo o de tu máquina, a estar a su lado una semana y otra. Estas semanas de convivencia a su lado nos llenaron de recuerdos que nunca olvidaríamos. Anne me recuerda a Domitila, título de libro que trata de un personaje andino, una mujer, el relato de cuya vida leí novelada, un canto a la dignidad de la pobreza, en un tiempo que colaboré con Cristianismo y Justicia.
Anne me presentó a su hermana que por las mañanas se pone en una esquina de la carretera (arteria principal de Lamin) a vender comida a la que no le compra el pan porque lo vende a un precio mas alto que el de la tienda fija de al lado. También entramos en el recinto donde Nichola aprende carpintería. El me mostró orgulloso el primer armario que hizo pidiendo que le hiciera la foto correspondiente para atestiguarlo. La carretera por la mañana cobra un aspecto completamente distinto al del atardecer. Las semanas en Lamin, como en tantos otros sitios de paradas prolongadas, hicimos vida casera saliendo al atardecer a por una cerveza y no siempre. Cada vez que salgo a la calle por la mañana me encuentro con un mundo La realidad es también ciclotímica y no solo los humanos lo somos. Basta observar una calle de ajetreos 24 horas seguidas para advertir que la realidad es multicolora, múltiple, dispar, variopinta, multiforme, pluriandante. La realidad es un dinosauro y un conejo. ¿Quien va a negarme que haya dinosaurios por la Gran Vía de cualquier ciudad? Desgraciadamente las ardillas quedan en los parques de muy pocas. En resumen la realidad es/son muchas realidades que pasan por el falso formato de ser expresadas en singular. La realidad africana sigue teniendo más lecturas de la que somos capaces de hacerle. Nuestra vida aular es nuestra particular torre de marfil: tal vez distanciándonos de lo malo pero también nos perdemos lo bueno.
Cuando nos pregunten que hemos visitado de Gambia, diremos: nada, no hemos visitado nada. Por no hacerlo nos hemos perdido el complejo Senegambia, un hito de modernidad donde van los turistas. Suficiente acreditación como para no ir. Podremos hablar de nuestra aventura para cruzar el rio por Soma y la siguiente que nos queda para volver a cruzarlo para volver al norte. Referiremos los autobuses Blue Bird company, algunos de verde destellante, con los que tanto trato tuve como pasajero cuando estuve en Centroamérica. Cuando el tráfico nos ralentiza y nos cruzamos muy lentamente con alguno de ellos, el conductor siempre nos sonríe. Se diría que es el mismo autobús y es el mismo conductor pero no es así, hay unos cuantos y se notan. Ponen una nota de mansedumbre en medio del caos y hasta puedes soñar que estás en Estados unidos y que el transporte devuelve la criaturada de la escuela a sus casas. Esos autobuses son los utilizados para transporte escolar y tienen una forma que me encanta. Tienen algo que recuerdan la apacibilidad. La dedicación de los medios por caros que sean al supremo servicio de la educación. Es un cuento chino claro –bueno, en este caso yanquee- pero de momento enternece.
En Baffour’s home terminamos por ser los usuarios mas reglamentados. El nos acostumbró a sus visitas repentinas entre clase y clase y a no comer apenas nunca. Llegamos a sospechar que era un robot exento de las escatológicas necesidades humanas cargando un sistema digestivo que termina por cascarse. Si antes nos hubieran dicho que pasaríamos dos semanas usando un pasillo por cocina habríamos desautorizado al vidente que nos lo hubiera asegurado y henos aquí haciendo malabarismos de lo imposible. Si alguien me dice, consultando su bola visionaria, que en el futuro uno de nuestros paseos con silla de ruedas pasará por la cuerda floja de un funámbulo, previa invitación a comer una ensalada con aceitunas marroquíes suspendidos en ella, conociendo los placeres del balanceo de la inseguridad, no se me ocurrirá para nada discutirlo. En cuanto a nuestra aula compartida con la niñada, pues eso, tuvimos que poner límites. A ratos nos sentíamos estar con muñecos que buscaban ahuecarse en nosotros y a ratos con una marabunta insoportable con sus gritos y agobios. Louis David ya no lloraba y se nos dormía en nuestro regazo. Cuando entre ellos tenían problemas, los más pequeños venían a pedirnos protección.
Tener una familia amiga africana es algo distinto a tener referencias de una familia africana con problemas. Anne, discretamente no nos pedía nada pero aceptaba toda iniciativa de ayuda que le diéramos. Por su parte colaboraba con nosotros lavándonos la ropa o compartiendo su paillote cuando la usábamos para nuestros tés de la mañana. Inicialmente Vic propuso encargarle que se ocupara de nuestra ropa a cambio de pagarle algo. A mí no me gusta esta clase de tratos tan occidentales pero que marcan tanto la relación del pagador y el pagado dejando fuera otra posible relación. La verdad es que no nos sentimos en ningún momento los señores del lugar y –lo más importante- tampoco nos sentimos blancos. En las fotos, las muchas fotos, que nos tomamos sí advertíamos una ligera diferencia de color entre nuestras pieles respectivas.
En el sofá de Baffour, recuperamos el tono de la vida doméstica del confort. Lo cuatro sillones de Baffour y el sofá para un salón tan pequeño es demasiado para nuestro sentido de la estética pero eso no quitaba su confort. Un rato de sofá despues de la comida o la cena es la justa y apropiada alternativa a la butaca de escritorio y el lugar de las carantoñas diurnas, con el/la partner. El canal de la TV5 Monde Arique nos daba cuenta de todo ese otro mundo de los espacios ordenados, de las ciudades limpias, de la gente peinada, de las formas de nuestra cultura de origen, del superávit, de los veleros impecables, de los coches relucientes; también, claro, de las caídas de la bolsa, de una nueva guerra en Asia, de los partes de violencia de la inseguridad ciudadana. El canal de Ghana, nos la daba, de un mundo en pleno progreso; el camerunés, de cientos de videoclips de solo música africana con negras anatomías voluptuosas y canciones tirando a repetidas. En nuestra acústica de interiores, el clarinete de Vic nos acompañaba como una constante de conservatorio y la música de mi armónica por primera vez en mi vida me complacía. La armónica era algo que siempre llevaba en mis viajes pero que raramente utilizaba. Terminaba por regalarlas. En este viaje africano la he redescubierto. He saltado directamente de querer aprenderá tocar la armónica para interpretar melodías a simplemente tocarla interpretando lo que me sale, algo que espantará al oído musical sensible pero de momento complace al mío, lo cual no deja en muy buen lugar su nivel de sensibilidad. Me gusta mas Vic clarinetista como autodidacta y yo mismo como armónico-virtual ídem (la harmonía ya vendrá cuando toque) como tal, que no a de estudiante de escuela de música, que significa tenerla dos veladas por semana fuera de casa. Sé que muchos cursos son pretextos para mantener entretenidos a sus estudiantes auto convenciéndose que adelantan mucho porque cambian de nivel y no se dedican a lo prioritario: hacer mas de una hora real de práctica diaria del instrumento que elijan. Supongo que cuando volvamos a recuperar nuestros instrumentos musicales: guitarras, teclado, flautas, el violín, nos relacionaremos de otra forma con ellos, no digamos ya la Korá, de la que en principio contamos con una unidad para nosotros en Keur Moussa. En fin, con todo ello podríamos crear una troupe estrambótica.

Dado nuestro ritmo de vida y nuestras necesidades mínimas cubiertas para un máximo de felicidad tal vez podríamos pasarnos más tiempo en un lugar como el Saint Peters school, quizás el año que dijo que Baffour podríamos compartir en su guarida, solo que en el fondo somos más pequeñoburgueses de lo que confesamos y tras unos días de vivir en la falta (la de una cocina por ejemplo), echamos a faltar algo mejor (que al menos se le parezca). Luego, a nuestro retorno, más que intuimos, sabemos que nos acordaremos mucho de lo que estamos viviendo en África y tendremos nostalgia que solo se zanjaría con un segundo viaje.
Bruno, el director de la institución, vino a saludarnos al aula. No llegó en el mejor momento: nosotros en la mesa de ordenadores y la criaturada en plan revoltoso, Peter y otro amigo tirando los dardos a la diana magnética contra el armario con el consiguiente ruido, un papel de avión por el suelo, una baba roso-rojiza de un rotulador pasado por una boca que acababa de manchar la pared y el suelo. En fin, un desastre. Terminamos por dosificar las visitas, dejando entrar a cuenta gotas a los niños siempre y cuando, como se dice, se portaran bien. Bien mirado, si alguien se porta mal en toda esta historia somos nosotros. No tenemos ni la mitad de historia de estos críos: hijos de un padre que ya murió y nacidos en otros países con biografías duras a pesar de su corta edad. Sinopsis: un dia de septiembre entramos en el recinto de Saint Peters school para solicitar pasar una noche en ruta hacia Banjul y nos quedamos una tanda de cinco días para luego volver y quedarnos otras dos semanas. Podriamos quedarnos meses, de acuerdo con nuestra inercia a mimetizarnos con el espacio y siguiendo el criterio de no imponernos nunca dejando que las energías fluyeran. Podríamos desarrollar nuestro estudio de grabación y de compaginaciones audio fotográficas, tomando JulBrew en el minimarket mas cercano y llevando a Fada Bruno a la escuela por las mañanas, pero hay un mundo, supuestamente, que nos espera. Al mundo ¿por donde se va? Sabíamos que había varios mundos. Desde que estamos visitando el tercero sabemos que hay muchos más de tres (o cuatro, según la sociología avispada). Hay tantos mundos como barrios, como casas, como personas. En cualquiera de ellos se puede vivir bien si estás bien contigo mismo. En cuanto a volver al nuestro (¿nuestro?) no lo haremos como si solo nos hubiéramos tomado un año sabático para ojear el continente vecino del sur y cumplir simplemente con la cita de agenda pendiente. Volveremos distintos. Además, tenemos proyectos de futuro. Cuantos más viejos, más emprendedores. (Sí, sí, lo que rima, es lo de pellejos). ¿Alguien dijo algo acerca de que la juventud era un divino tesoro? ¡Venga ya! El tesoro es una construcción mental que no tiene nada que ver con la energia corporal. ¿Qué más da si los cien metros lisos los haces con 10 segundos o con 10 minutos? Queremos dedicarnos en serio a buscar una casa para vivir mejor, que la que tenemos y eso lleva tiempo y dinero. Uno de nuestros sueños es que sea lo suficientemente grande para que puedan venir visitantes de todas partes, para estadías más o menos largas y con suficiente independencia y respeto mutuos para distintos estilos de convivencia. Hay algo de la fantasía social que no nos abandonará nunca, mejor dicho, que nosotros no abandonaremos nunca. Esa debe ser una de las razones por las cuales todavía sonreímos.
Cuanto más tiempo llevábamos en África más aprendía a vivir en ella. Los mosquitos dejaron de picarme. La terrible perspectiva de su aumento en época lluviosa fue totalmente desmentida. No es el agua de lluvia lo que trae su fauna sino las aguas estancadas y putrefactas. Al fin nuestra tela mosquitera en la suite permaneció estable y las crestas de calor eran mas soportadas por mi epidermis aunque otras sesiones de bourbouilles me recordaron la fragilidad de la carne, la mía. La humedad ambiental afectaba el interior de nuestro útero de adopción, poniendo a perder la ropa guardada en bolsas de plástico o viendo como el enmohecimiento dejaba una patina en los cinturones de cuero. En los días que tomaba exceso de te, pasaba la noche en blanco, el canto de oración de la primera oración musulmana me devolvía a la cama para descansar algo. Vic amenazó seriamente en esconderme el té. Tenia razón: un insomne puede hacer el simulacro de ser un búdico meditador a través de la nocturnidad pero no deja de ser un plasta si hace ruidos o enciende velas e inoportuna el sueño del cónyuge. Durante todo este año no han sido pocas las noches que las he dedicado, digo mintiéndome, a la meditación. En realidad, no han sido otra cosa que sesiones de planning, sin agenda en la mano, dejándome hipnotizar por el tintineo de las llamas de las velas y pensando en cosas pro hacer o pro escribir, memorizándolas para a la mañana siguiente pergeñarlas como ítemes o notas en un papel. Mi pasión por las velas puedo jurar que no viene de mi devoción a Fátima sino de un amigo de adolescencia, se llamaba Juan Ramón, Món para abreviar, que se pasaba interminables ratos fascinado con ellas encendiéndolas y apagándolas mientras hablábamos en aquellos años –tal vez solo fuera un año- de descubrimientos del mundo tomados como excelsos. Si él se lo pasaba tan bien, inferí, contemplando las oscilaciones de una simple llama, yo no podía ser menos y, efectivamente, con muchos años de relación posterior mantenida con las velas, no las de ningún santuario por cierto, he ido descubriendo que todo lo que necesita(ría) un/a meditador/a es o sería concentrarse en una simple y pequeña llama para escudriñar los problemas del universo. Las variables que intervienen en ella son tantas que su inestabilidad es una constante, a pesar de estar dentro de una habitación cerrada sin corrientes de aire su movimiento es continuo. La complejidad de sus formas requeriría un cálculo matemático prodigioso para saber su cantidad total en la vida de una vela. Reconozco que hay otras llamas que superan la del cirio vulgar de altar, puedo citar a voz de pronto la del quinqué, la del carburero, la de aceite, la de la antorcha, la de la bengala, la de bujía de laboratorio alimentada por alcohol, la del petrolero, la del mechero Zippo, lista que un inventario posterior enriquecería sin duda, pero la de la vela tiene algo especial; vela de cera, que no de parafina, que ésta ya influiría negativamente en la meditación adelantada de estilo tibetano de autoencierro claustral entre muros. El meditador descubriría lo efímero de la vida, la imperfección de la forma, la condena de formar parte de ella y por supuesto el valor de la iluminación a partir del detalle de una sencilla luz. ¿A fin de cuentas cual es la diferencia entre la luz y la iluminación? Un iluminado es un sujeto que rescata su careto de las sombras. Mis lecturas de Teresa de Avila y Juan de la Cruz siguen pendientes. No puedo decir mucho pero hay una imagen que me posee: la de inspirados como Cervantes que escribieron obras magistrales iluminados por velas.
En mis ratos de insomne no `progreso mucho en el camino de la trascendencia y con chorradas de esta clase como las que digo, no parece que vaya de candidato convencido para vencer la ley de la gravedad o alcanzar otras virtudes de ese estilo. Me conformaré manteniendo mi mente despierta y descansando lo suficiente cada noche para enfrentar el dia siguiente con energía suficiente para seguir con una vida, donde la mas exquisita elaboración pasa `por una irrefutable teoría del ocio.(Pleasure before busness.).
Nos encontrábamos bien con Anne y sus hijos y con Bafour. Demoramos nuestra partida en un dia. Vic quiso hacer una entrevista a Anne tras la vuelta con Bruno de su primer dia de escuela, de la nursey school orgulloso con su uniforme puesto. Tras la misma vino con una decisión tomada al aula preguntándome la traducción de 50mil dalasi en euros para costearles la escuela a los críos. Como otras veces que Vic viene con decisiones tomadas que nos afectan a los dos sin consultarme, antes de que me contara nada ya estaba en guardia y enfadado. Por la tarde fue a entrevistarse con Bruno, el director para pedirle el número de cuenta bancaria para hacer un ingreso anual por dos de los críos, Peter y Confort. Todo eso sin hablar con Francis padre el cual discrimina a sus hijos e hijastros por lo que hace a pagos. Tuvimos otro episodio de desavenencia pero en el que ya me di por rendido por explicar nada. No creo que las cosas se deban hacer así y no me parece bien que la solidaridad se concrete por la casualidad de una coincidencia convivencial. Vic quería hacer de blanca todopoderosa para ayudar económicamente a unos críos en sus estudios, eso son unos 8 o 10 años por delante. Eso sí, siempre que se la informara puntualmente de los éxitos en sus programas escolares. Me quedé descolocado y con mi ego culpable a punto de crucifijo. Mis sentidos y cálculos me decían que no, pero el dinero es dinero y siempre ayuda. ¿Por qué a dos de los niños y no a todos? ¿Por qué a esa familia y no a otras que hemos encontrado durante nuestro viaje en muchas peores condiciones? En Koubri estuvimos con los handicapés incomparablemente más necesitados de lo más elemental, (un forrage para obtener agua por ejemplo) y ahí salvo el mercadillo de prendas de ropa no nos comprometimos a ningún pago. ¿por qué ahora, en Gambia, un país económicamente con mayor desarrollado en toda la zona, en un recinto escolarizado católico, con profesores que utilizan el maltrato físico como herramienta de presión, íbamos a hacer eso? La respuesta está porque aquí Vic tuvo su dosis de cariños, su contacto convivencial más estrecho. Luego entonces Vic, la lotería-Vic, tocaba a quien tocaba.
Mis sentidos y razones me decían que no, que eso no se hace así. Nunca hemos apadrinado a nadie estando en España salvo recibir como anfitriones a un par de niñas saharauis durante un verano, experiencia de la cual tuve motivos para arrepentirme y donde ya quedó muy claro la manera distinta aquí teníamos ella y yo de tratar a nuestros acogidos. Al fin y al cabo solo es dinero. En su cuenta tiene domiciliados pagos que desconoce y por servicios que no usa. Añadir uno mas para asegurar el futuro educativo de unos niños africanos nos lo podemos permitir y además es algo que acredita mucho. Dejé el asunto a su total decisión. Me recordó al tipo en Keur Guilaye que dejó una silla de ruedas mencionándola a ella por si la necesitaba sin preguntar nada a priori. Por un lado yo me zambullo en mi discurso sobre lo de blancos y negros juntos, we shall overcome, y mis abstracciones acuarelistas en las que no distingo tonos de piel, de otra no tengo que ir muy lejos para que se me recuerde que somos blancos y que somos quienes nos tenemos que poner en la tesitura de dar. Vic necesita su dosis periódica de altruista, eso sí siempre y cuando eso no le obligue a compartir la cabina con los cientos de autostopistas (es decir levantadores de mano confundiéndonos con un microbús) que nos han pedido que les llevemos. No sé en que acabara eso. Me pongo en lugar de los niños. Sí, nuestros estudios nos los pagaron una pareja de blancos que estacionaron una vez al lado de casa su furgo y durmieron ahí un par o tres de semanas.
Baffour, fue uno de los pocos africanos que no nos ha pedido nada y que ha compartido su espacio haciéndonos sentir cómodos (a pesar del estallido cromático de cortinas y sillones). La cifra exacta de años trabajando en Saint Peters ha sido de quince dando cuatro tipos de clases: electricidad, física, automóvil y matemáticas. Cuando nos dijo de no renovar el siguiente contrato para enero e interesarse por hacer un doctorado o un máster en España, le ofrecimos que compartiera el viaje con nosotros además de avalarlo personalmente en la embajada para que le concedieran el visado. Algún compañero suyo al saber de nuestro uso de su apartamento pronto le aconsejó, según nos dijo, que nos sacara dinero. Baffour ayuda a todo el mundo con pequeños préstamos. El significado etimológico de su apellido tiene que ver con lo de ayudar.
Llegó el dia de la despedida. Abracé a Anne y le di besos en la cara. También a Cadi, esa cenicienta que tan pronto era una sobrina huérfana como una empleada contratada según las distintas versiones que oímos. Vic también se deshizo profusamente en besos. Anne se quedó llorando mientras nos íbamos con la furgo acompañados de Vero hasta la Primary school donde estaban los críos: Pedimos que salieran Comfort, Francis y Peter. Más fotos. Las lágrimas acocodriladas de Vic repusieron el índice de humedad de nuestra cabina. Retomamos la carretera despues de calcular que en el Saint Peters recinto había sido el lugar donde habíamos pasado más tiempo durante este año, casi 3 semanas. Antes de irnos hicimos, según nuestro criterio, un último uso del aula. El recuerdo nuestro dejado en el lugar irá acompañado de nuestra devoción militante a horas de despacho, a grabaciones y textos en el ordenador.
En Banjul dimos dos vueltas y estuvimos el tiempo justo para recorrerla con la furgo y localizar el lugar de embarque del ferry. Volvimos a tomar el pulso a la odisea africana. Nuestro vehículo, de unos 6 metros de largo fue tasado al mismo precio que un camión de 12. 6500cefas que pagables en dalasi el taquillero hizo la conversión en 400, 75 más de la cifra real. Tengo una frase favorita para esas situaciones: le paradis ne serait pas pour toi. Tu bruleràs dans le feu eternel. Es lo menos que se puede decir para crédulos religiosos que siguen esquilmando al cliente todo lo que pueden y especialmente si es blanco. Mi sadismo goza viendo como su molestia crece y crece. Las diligencias para pagar el billete y ponernos en la cola de espera para embarcar tendrían los placeres del relato minucioso si no fuera porque ese relato está más que desbordado en otras situaciones parecidas. Hay tres constantes que no fallan: la de 8 personas hablando al mismo tiempo al recién llegado es proverbial. Cada una ofreciendo lo mismo o algo parecido y que generalmente no necesitas. Tratando de ayudarte pero en realidad de confundirte. Segunda constante: informaciones distintas para las mismas preguntas. La escena de preguntando lo mismo a un grupo de personas y unos señalando en uan dirección contraria a los otros forma parte de la fotogenia africana. Tercera constante: indicaciones absolutamente locas tratándote como un bebé para ubicarte en el sitio más inapropiado. Despues de meternos con la furgo dentro del recinto el acomodador de vehículos en espera en lugar de ponernos detrás del último en espera nos puso a su lado. Cuando el ferry de llegada descargo todos sus pasajes, bastantes cientos se encontraron con que nuestro vehículo les impedía el paso. A pesar de todo esto el pseudoasalariado incompetente en tales haberes siempre espera el cadeau, la dádiva, la propina o el beso en el culo. Hay algo de magistral en la cultura africana: la total ausencia de complejos y de ridículo. Su primitivismo es tal que no se puede tratar ningún tema desde la racionalidad. Hay que tener en cuenta que lo que sigue predominando es la tradición oral. Todo el mundo sabe o parece saber las cosas menos tú que eres el forastero. Ningún cartel y si hay alguno es equívoco. Preguntas en un lugar que pone ticket office pero no es ahí donde venden los títulos de embarque. Cantidad de gente que no es empleada del puerto trata de interceder por ti. Un policía te para y te propone a un amigo para que te acompañe hasta la taquilla. Y así sucesivamente. Cuando ya teníamos el ticket otro tipo de personaje con un identificativo en la camisa nos dijo que teníamos que pagar por nuestros bultos. Pudimos sacárnoslo de encima. Todo es así. Nunca nadie te da la información por completo la primera vez y de una vez por todas, la vas averiguando sobre la marcha y nunca, nunca la averiguas del todo. África es una sorpresa contigo Una vez embarcados, alguna gente ocupando nuestras ventanas para ofrecernos por repetido lo que ya le habíamos dicho no o para pedirnos la dirección o preguntarnos nuestros nombres y el de nuestros parientes. Aunque nos solemos pasar en amabilidad cuando estamos presos del síndrome de saturación nos sale del chacra más resentido toda una polifonía de noes.
Mientras tanto uno de los embellecedores laterales de la furgo fue rozado por alguien y quedo a punto de caerse pero al menos el barco no se hundió. Cuando desembarcamos pudimos decir a los del coche de al lado: seguimos vivos. Al rato olvidamos todas las majaderías con dos peones camineros bajo un paraguas para el sol aceptando una foto Pasamos por nuestra dosis de castigo de controles. En uno de ellos nos retuvieron un buen rato por no identificar el carnet de passage. En Gambia el carnet international de passage solo lo reconocen en los puestos fronterizos, el resto de la policía no sabe lo que es. Antes de cruzar a Karahg, primera población senegalesa, completamos el depósito y un par de garrafas de gasoil para deshacernos de la mayor parte de dalasi que nos quedaban. En la douane de salida un cartel de pizarra: our slogan is the transparency. Vale. Al menos aquí no nos extorsionaron aunque como siempre fui de monigote de un mostrador a otro para los tamponazos varios y tener nuestro por de líneas honor en sus libracos. En el lado senegalés coincidimos con algunos blancos de caras no radiantes pero al menos las diligencias fueron más ágiles.
En Daga Babou nos detuvimos interesados por las placas solares de farolas de calle, la iglesia también con un equipo de ellas. Rodeados de niños con los que hicimos de blancos tontos repartiendo nuestro cartucho de galletas. Coqueteé con una exuberante chica de 18 años que estaba para llevársela envuelta (en una sábana). Vic me advirtió que viniera solo en un próximo viaje. No pasamos de hablar de sensualidades sin llegar nunca al salto del tigre con nadie ni parte alguna. Literalmente: no nos comemos un rosco. El mismo viaje hecho en solitario hubiera sido otra cosa, pero ¿acaso cada viaje no es distinto a los otros lo hagas como lo hagas y con quien sea que te acompañe o acompañes?
En Toubacouta nos detuvimos. Nuestro día de gestiones necesitaba compensaciones. En le campament du centre nos detuvimos a tomar cervezas y a pedir por triplicado el mismo plato (omelette con frittes). ¡Por fin una tortilla a la francesa auténtica! 3 gazelles (nos hemos acostumbrado a la gazelle y le hemos perdonado su baja graduación), una hamburguer tipo suela de zapato y una cocacola. Los cortes de luz nos aconsejaron llevar nuestras velas y frontal a la mesa. Como de costumbre, nuestra condición romántico-astronáutica no levantó ninguna sospecha. Puesto que nuestras velas ya hacían la función quitaron la lámpara de butano del centro de la sala. Volvió la luz eléctrica y las mesas se llenaron de otros blancos. Una mujer de edad atractiva con un chico negro rasta, otro par de mesas con otros dos blancos solitarios no dados a los aspavientos ni a los grandes actos de comunicación, otra mesa con otra pareja cabizbaja, otra mesa más con un blanco rodeado de negros mostrándoles un video de música en su cámara (nos dijeron que él era músico y trataba de promocionar la música joven en el lugar), otra pareja a la que invitamos a compartir nuestra mesa y nosotros que una vez alimentados y calmados por la vía del estomago saciado estábamos de recién llegados.
Nuestros invitados de mesa, Abdoullay y Ami, su sobrina, nos invitaron a su casa para pasar la noche asegurándonos que nuestro vehículo podía entrar. Abdoullay, un tipo alto, con facciones y rastas contundentes, toca la guitarra y vende artesanía por encargo de artesanos cerca del hotel, pronto nos cayó bien. Se interesó por mi armónica que se me ocurrió tocarla en nuestra mesa despues de la cena haciéndome crear que yo era un buen intérprete. Me preguntó cosas por las que no tengo ni idea. Le dije todo lo que sé de la armónica, que el hecho de poderla soplar en expiraciones e inspiraciones te permite ganar tiempo y las posibilidades de error quedan reducidas considerablemente. Toques lo que toques termina por sonar bien aunque puede terminar por ser monótono. En todo caso no la considero un instrumento solista sino algo para acompañar a otro como la guitarra (Bob Dylan o Eric Clapton) o la voz.
Los dos caminos que intentamos de llegada a su casa eran impracticables uno por hendiduras considerables de barro y el otro porque ni siquiera era un camino sino que era un campo con la tierra muy mojada y un cañaveral. Nos costó bastante rato convencerlos de que no había vía posible y quedamos para el día siguiente. Se quedaron muy afectados. A cien metros de nuestra separación y cita para el día siguiente descubrimos un recinto que resultó ser otro campamento (luego supimos que en el lugar hay muchos montados por extranjeros, especialmente por belgas). Nos metimos con la furgo, pregunté por el patrón y le solicité pasar la noche. Nos autorizó. Luego hablamos con él y con su mujer: Thierry, belga, y Anabel, de Burundi. Dormimos como reyes en la suite. A la mañana siguiente ocupamos una paillote: grabaciones, texto escrito, comunicación con otra gente. Compartimos la mesa con Thiaka y Anís, dos colegas, uno musulmán y el otro católico. Vic, una apasionada de la teología, entró en la eterna discusión de las deidades con Thiaka, hasta que la llamé al compromiso con nuestra agenda. La música francesa por los altavoces de la década prodigiosa nos llenó de romanticismo. Por no diré que razón Moustaki puso un par de lágrimas en mis ojos.
Nuestra gran mesa circular para quince comensales nos hizo de mesa de comida y de despacho. Retomábamos el capitulo de lujos que de vez en cuando son necesarios para recordar nuestros orígenes de clase y nuestros derechos a las liras, el espacio limpio y una cohorte de personal tratando de mimarnos. Esto se tradujo por dos tés y dos quesitos por 5000 cefas batiendo el récord de pago por un desayuno en nuestras correrías mundanas. Algo asumible para nuestra aritmética ya que no pagábamos nada por la ubicación de la suite en el patio con el suelo recubierto de conchas, una alternativa a la grava o a la greda.
En uno de los hoteles que da el rio con vistas formidables al preguntar por estacionar la furgo en su recinto nos pidió una pequeña contribución: 10mil cefas noche y además la preferencia de que no estuviéramos dos determinados días que tenía su instalación a rebosar. Siguen habiendo clases y nosotros no damos la pinta d pertenecer ni a la más alta ni a la más elegante. En la próxima ocasión propondré nuestro estacionamiento a cambio de un concierto de clarinete con el consentimiento de Vic. A pesar de los precios, la primera ensalada magnifica y carbonara impecable lo comimos en el mismo local de Keur Thierry por unos 5400, precios mas proporcionados a lo ofrecido, que por los 2 quesitos y el té de bolsitas antes referidos.
Durante la claridad diurna fui hasta la casa de Abdoulay recorriendo el camino del cañaveral, es decir su sendero peatonal, para ver las posibilidades de trasladarnos hasta ahí. Efectivamente era del todo imposible. De habernos metido la noche anterior nos hubiéramos quedado clavados y ahora estaría relatando la historia de dos estúpidos que embarrancaron su vehículo en medio de un cañaveral. En un momento del sendero hay dos arboles por entre los que no pasa un vehículo pequeño, mucho menos el acho de una camioneta. La información no acababa ahí, una vez localizada la casa, tampoco llegaba hasta ella el primer camino lleno de barro que nos sugirió en primer lugar. Su parentela afirmó la imposibilidad de llegar en auto. Otra cosa más, tampoco había manera de acceder hasta el interior del recinto de la casa. En fin, si quieres que alguien te lleve al huerto no tienes más que buscarte a un africano bien intencionado, cuya distorsión de sentidos es tal que no reconoce las evidencias de los límites. Establecimos una conexión entre esa clase de detalles y toda una mentalidad ancestral del continente. También con sus formas de credulidad religiosa poniéndolo todo en función de la voluntad del creador. En una discusión posterior con Abdoullay sobre lo personal, hijos tenidos con una compañera que ya falleció a la espera de encontrar otra para tener todos los que quieran (sus medios financieros no son claros y no puede costear los estudios o las medicinas de sus hijos los cuales viven con su abuela materna), derivó inevitablemente con Vic, en sus prácticas teologales, sobre la voluntad de dios. Si quieres perder el tiempo miserablemente habla con alguien que afirma con la absoluta convicción que todo es dios, incluidos los objetos que están encima de la mesa y que su voluntad está detrás de todas las cosas, o que tienen hijos por dictado del Corán y para incrementar la descendencia de Mohamed, el profeta. Ese tema, combinado con el despliegue de los muchos problemas de la realidad africana, ideológicamente, nos abruma. En particular cuando el fiel musulmán suele ser incapaz en reconocer la relación de causa-efecto entre sus creencias y prácticas religiosas y su infradesarrollo. Bastaría que los billones de horas perdidas en rezos que repiten siempre la misma cantinela de millones de hombres que se desplazan hasta las mezquitas fueran recicladas como horas de trabajo reparando las carreteras para que la red viaria africana fuera la más excelente de todo el planeta. ¿Queréis rezar? Adelante, pero luego no pidáis ayuda. ¿Todo depende de la voluntad de Alá? Pues bien seguid instalados en la miseria, en la muerte y en la estupidez porque ésta es su decisión. Los nacidos en países católicos y crédulos tenemos una dilatada experiencia de anécdotas en colocar los males sociales bajo el imperio de la voluntad divina, pero al menos los católicos decían aquel otro gerundio de trabajando que rimaba con rogando.
Saltamos al Campement du centre donde tenía una cita para jugar al ajedrez con Thierno Sow, un arquitecto que trabajó para la Unesco en París y regresó a Kaolack para ocuparse de los asuntos familiares. También le di la primera lección de ajedrez a Thiaka, el cual tenia mal pronóstico como estudiante ajedrecista después de repetirle 14 veces que los peones no adelantan lateralmente, avanzan de frente y solo matan en diagonal. Si quieres hacer un test de inteligencia a alguien olvídate de los tests de evaluación profesional del campo de la psicología y de Binet, propón directamente una partida de ajedrez.
Al segundo día en Touba couta, lugar descubierto por los blancos y cuyo significado etimológico de su nombre es esto: los nuevos blancos, teníamos nuestra nueva dinámica instalada. Una paillote confortable a la sombra, un rincón de patio donde dormir, toilettes y ducha y una calle de artesanos en la que encargar, tal vez, una djambee, trofeo parece que obligado para llevarse a Europa y que es muy representativo de lo africano. Teníamos por delante 7 semanas senegalesas más para vivir la calma y la vida tal como venía dada. Pronto nos tocaría preguntar como volver al mundo exterior, despues de todo este ensimismamiento con lo africano y con nosotros mismos como espectadores mezclados con una realidad que no dejaba de sorprendernos y que nos retaba a nuevas radicalidades no sin pasar por nuestras tandas de incertidumbres y contradicciones.
Thierry me pidió que le ayudara con aspectos del outlook exprés del que solo tuve una muy corta experiencia al principio de ser internauta y me desentendí por la descarga de toda clase de correo incluido el indeseado. Me decidí explicarle un sistema práctico de tener toda la agenda de contactos independientemente de las que procuran los programas de correo y que son susceptibles de ser espiadas o manipuladas para la extensión involuntaria de virus. Despues de un rato de enseñarlo el sistema de hipervincular un sumario con el resto de un documento y al revés regresé a la mesa. El nos acompañó para explicarnos su experiencia africana y biográfica: nacido en el Congo un año antes de la independencia y toda la vida dedicada a la restauración.
En Toubacouta volvimos a encontrar otra cantera anecdotaria, otro espacio de relaciones simpáticas y de personajes múltiples. Ahí donde vayas hay una cantera literaria. En el Campement du Centre, A.Shengor (en Senegal el apellido Shengor está en todas partes) al segundo día ya nos repetimos con los mismos clientes que el día anterior. Otra localidad más en la que podríamos quedarnos tantos días como decidiéramos y a tantas páginas por día como nos apeteciera.

La Psicología Africana

Cocinando en el pasillo de la casa de Baffour
La clase-oficina que utilizábamos en St.P.School
Lamin 15 octubre 2008
Después de una semana en el GPI regresamos al recinto Saint Peters school, al pequeño barrio de profesores. Habíamos avisado de volver y los continuos cortes de luz en el alojamiento pastoral precipitaron la vuelta. Nos recibieron encantados. Iniciamos nuestra segunda historia con la familia Gomez-Llopy y vecinos. Mas o menos nos repartimos asi: usábamos la ducha de la habitación de Francis-Ana, el salón de Baffour para el canal francés de 24 horas, también el canal5 Monde África, y para las comidas, las cuales guisábamos en su cocina, es decir en un estante en el pasillo. En tercer lugar usamos un aula aislada del resto de pabellones de clases para trabajar donde nos pasábamos la mayor parte del día. Teníamos las llaves de la casa de Baffour, el cual nos dio absoluta libertad y al que veíamos a ratos entre sus 14 clases de matemáticas por dia, 14 horas como mínimo. También disponíamos de las del aula.
Esa aula se convirtió en el epicentro de la familia debiendo por nuestra parte regular horarios de visita para que el colectivo de críos nos dejara trabajar. Nuestra suite continuó dentro de la furgo cuya temperatura ambiente y su estacionamiento en la parte del patio que tenía sombra todo el día eran las ideales para esa época del año. La temperatura en esta época del año es ya resistible y el sentimiento de seguridad en la noche cerrada era absoluto. Los críos más pequeños de Anne pasaron la malaria. Medicados con un intensivo de pastillas tres días seguidos los dejó como nuevos. Louis David ya dejó de llorar por el color blanco de nuestra piel y Mary, la hija de Vero, también Grace, la hija de Baffour y Mathilda, aquella de unos 18 meses y esta de 6, tras la primera sorpresa visual con nuestra piel más clara nos aceptaron cómodamente dentro de sus parámetros panorámicos. Sin plantearnos nada volvimos a quedar sumergidos en la vida familiar. Tuve la sensación que esta experiencia es la que nos había estado esperando durante todo el año. Habíamos hecho stages monacales, vidas de barrio, hacer vida de familia con una familia africana nos hizo revisar algunos puntos de vista. Vic está mas entrenada para las multitudes domésticas que yo por ser hermana de una troupe de 14, yo con un solo hermano y a una distancia sideral de un lustro llevándome la delantera no tuve mucha vida infantil mezclada con iguales y contadas guerras de almohadas, el griterío materno no obstante substituyó el de un batallón entero al grito de banzai con bayoneta calada. En resumen, Vic soporta más los cuadros familiares, del tipo que sean y en cualquier país, idioma, temperatura, color y performance, que yo. Por mi parte me inicié en algunas prácticas de abuelidad. Ningún mérito. Anne es abuela desde los 39 o 40. Al principio estuvimos confundidos con respecto a la edad por sus dificultades aritméticas y la información inexacta que nos había dado. Hecha la resta entre su año de nacimiento y el actual el resultado fue fácil. Anne confunde algunos números y no se acuerda de la fecha de nacimiento de todos sus hijos.
Detalles que podrían ser una calamidad en las latitudes de nuestros cuarteles al norte de Tánger, por aquí pasan con toda la naturalidad mundana. Vero se deshizo de un cabello artificial para pasar por una sesión de caza de piojos en la que intervino Cadi. (A Cadi la llamamos la cenicienta del grupo porque es la que la vemos trabajar más sin rechistar nunca, es la hija es una sobrina de Anne adoptada por ésta). Luego se cubrió el pelo previamente alcanforado con un pañuelo. El olor le duraría una semana pero los animales saltarían a otras cabezas donde buscar cobijo. Una de ellos bien podria ser la de Vic que es muy aprehensiva con esa clase de noticias y la sugestionan para que le pique todo. Vero no tiene 17 años sino 20 y así la aritmética familiar nos cuadró un poco más. Eso no significa nada, hay niñas con 12 años que han sido madres. Baffour nos refirió el caso de una alumna del Saint Peters. Suenan las alarmas, las abuelas se ocupan de los bebés de sus hijas. Sin duda la irresponsabilidad total pero eso no queda zanjado así. Los africanos crecen más rápido. Lo que para el parámetro europeo es una salvajada para la ley natural de vida es eso, una ley. Vivir con una familia africana, vivirla por dentro, hasta donde la condición de visitante o huésped se puede hacer, cambia un tanto la perspectiva. Los niños no tienen juguetes y ninguno va con chupete, por supuesto no se ven cochecitos a los que mantener a distancia del calor paterno materno. De tarde en tarde vemos a algunas jóvenes madres que en lugar de llevar a los bebés atados con el tradicional pañuelo a sus espaldas los llevan delante.
Las comidas en la paillote de Anne y sus vástagos con las manos directamente de la misma jofaina se convirtieron en una escena natural. Ver a Fada-Bruno, o al otro criajo, Louis David, con toda la cara llena de restos de comida y los mocos colgando en un cuadro nada naíf, tras las primeras horcajadas de asco nos pautó para posibles propuestas fotogénicas. Que Francis comiera por su lado con un grupo de hombres, a los que llamaba company, en las escaleras junto a la habitación de Mr.Cofee en el mismo edificio del aula, también pasó a parecernos normal. Por nuestra parte, sujetos de otra generación antecedente a la de nuestros anfitriones y vecinos, apalancados y sin demasiada motivación para recorrer las curiosidades del país dejamos pasar los días. Llegó otro domingo y convertimos ya en ritual ir con la furgo hasta la iglesia dentro del mismo recinto. Vic se dio otra sesión de martillazos, que incluía además del ritual del sacerdote mitineros de alguna asociación católica que proponían compras de objetos o lo que fuera; los niños un primor, todos vestidos de domingo, yo me quedé embutacado en la weel chair en las tramoyas de los encargados de la misa, los que preparan el incienso más los que siguen los sucesivos actos del rito. A mí me reconforta la sonoridad de las corales religiosas. Lo de menos es la religión y puestos a preferir me apuntaría a las guturales voces de los maestros tibetanos, en canto meditacional al menos y a sus longuíneas trompetas, pero eso queda demasiado lejos para tener nostalgia de ello. Por el momento me conformaba con lo que me encontraba: en alguna parte de mi inconsciente los canticos a Jesús, el crucificado, deberían congratular a mi narcisismo o a mi suerte por no haber pasado por esa tesitura. Nadie baja vivo de una cruz, le leí a Cortázar. Aceptado. No creo que él hiciera un estudio exhaustivo de los crucificados ni creo que llegara a conocer a ninguno pero por lo que sabemos de ellos como frase es genial.
Enseguida quedó claro nuestro ritmo que a pesar de no salir o salir poco dl recinto, fue apreciado como de muy activo: ordenadores, flauta, armónica y ahora con la tele de Baffour, reincorporados a nuestros puestos de un sofá como telespectadores. El cine francés suele dejarme en la perplejidad pero al menos parte del que pasaban estaba subtitulado en el mismo idioma y no había la posibilidad de la excusa de haberse perdido matices en la audiofonía. Seguimos resignadamente el alarmismo internacional sobra la caída de las bolsas de los mercados. Nos reímos un rato con eso de “la crisis de confianza” y estimamos que nuestra pasta depositada a un 5% no sufriría descalabros.
A Baffour, invariablemente, le proponíamos compartir nuestras comidas pero su firme criterio de una sola comida por día, para rebajar el volumen de su abdomen, lo mantenía al margen de los platos. Además esa comida la hacia con sandwichs en alguna parte de Serekunda, donde casi cada dia iba haciéndose llevar y traer con taxis una o dos veces. El tercer plato en la mesa, el suyo, casi siempre se quedaba in situ sobre la mesa sin ser usado.
Llegó el dia del aniversario de Vic- cincuenta y seis años bien puestos y una cabeza unida al resto del cuerpo- y le preparamos una fiesta no tan sorpresa. No hubo manera de organizar una coral para lo del happy birth day to you pero yo repetí hasta la saciedad con el clarinete los acordes, a ver si los consolidaba de una vez por todas sin hacer pitos. Luego Vero cogió uno de esos bidones amarillos de aceite de palma y lo utilizó como tam tam, los demás bailaron. Yo hice pruebas de video con nuestra cámara de pockett que supera las videocámaras anteriores que hemos tenido. A ver si un dia de estos dábamos el salto tecnológico definitivo al estrellato de las webs incorporando videoimágnes.
Anne siguió teniendo toda nuestra admiración. Debe ser el prototipo de la mujer africana, fuerte, dura a rabiar, segura de lo que dice y hace, sin ningún asomo de desfallecimiento en ningún momento, insistiendo en esa preferencia por una de esas tetas para dar de mamar al baby, con desparpajo y con una voz de dirigente nata. Ninguno de sus hijos le replica lo más mínimo. A la hora de comer todos se reúnen, todos menos el padre, junto a la jofaina y el horario escolar lo cumplen a rajatabla. Lo más sorprendente de todo es la falta de ansiedad ambiental. Todo sucede porque es seguro que va a suceder. La tensión paterna no se notaba por ninguna parte, tampoco entre los adultos del vecindario. Esas mismas condiciones en cualquier lugar de Europa, con las culturas de allá, antes de una semana habrían producido alguna clase de roce. En casa de Baffour nos convertimos un poco en sus secretarios. Continuamente llegaban alumnos preguntando por él. Algunas noches nos acercábamos hasta el minimarket para beber cerveza, a falta de la Carlsberg probamos la JulBrew, gambiana y bebible. Nos pasamos una semana entera sin salir de Lamin antes de intentar. Para los críos fuimos el centro de esa temporada. Seguramente se acordarían de nosotros toda su vida, nosotros desde luego de ellos sí lo haríamos. A mi me resultaba excesivo ser sobado a la menor oportunidad por todos los críos que se ponían a mi alrededor y me tocaban los brazos, el ombligo o los pezones (en el sentido literal). Todo el tribalismo familiar no tenía resuelto el tema del contacto físico. Tampoco se lo planteaba como problema. Aunque todos están muy educados con dar la mano al visitante los besos de mejilla no es una imagen frecuente. Introducirlo por nuestras propias costumbres les sorprendía. Las manifestaciones de cariño entre lso cónyuges seguían sin darse, tampoco los contactos verbales. Lo más probable es que nos fuéramos del lugar sin enterarnos de sus razones en hacer las cosas, en como las hacían. Hay algo de la psicología africana que sigue resultándonos inalcanzable. La nuestra debe serlo aún más. Nos veían cumplir cada dia con nuestras dedicaciones de oficina que, por cierto, empezaron a ser algo más extensas al decidir empezar a trabajar con el PowerPoint, ese programa que conocemos desde hace años y que su manejo es muy sencillo e ideal para hacer exposiciones, pero que nunca antes habíamos usado. También empezamos a probar la grabadora de sonidos para poner voz, la de Vic, a mis antiguos poemas acompañándolos de la música que yo improvisaba con mi armónica. Aunque no tenemos necesidad de hacer todo esto y podríamos balancearnos en nuestras hamacas de árboles cambiándolos a discreción (la hospitalidad de los árboles no tiene parangón) uno quiere creerse que tiene grandes cosas que ofrecer a sus semejantes y que su corazoncito late bañado en puro arte sentimental.
Esa presunción era difícil llevarla para adelante cuando cada atardecer (en Gambia, anochece muy temprano) el aula era tomada por la niñada y Anne que reposaba del cansancio del dia sin perderse detalle de su prole. Simplemente para estar a nuestro lado. . Francis aparecía un rato con su Bruno preferido.
Puse una cierta distancia para no ser tan sobado y para que las inquietas manos de los juveniles no sometieran nuestros equipos a posiciones de peligro. En Lamin estuvimos bien pero aislados de las experiencias viajeras. A Baffour le aseguramos que no queríamos ser molestos. Por su parte estaba encantado que estuviéramos en su casa y que no pondría ninguna objeción si decidíamos quedarnos un año. Nosotros todavía no teníamos decidido cuanto tiempo quedarnos. En algún momento de ese viaje habíamos perdido el furor viajero, la pulsión de explorarlo todo, visitarlo todo. Nuestra vida era totalmente rutinaria, lo era con una curiosidad: podríamos estar haciendo exactamente lo mismo en cualquier otra parte del planeta rodeados de cualquier otra clase de gente. Debe ser la edad, hemos encontrado el centro poliédrico equidistante de todos los ángulos y aspectos de la vida. Pase lo que pase más allá de las ventanas asistimos a la vida ajena como observadores tranquilos y a la propia como protagonistas convencidos de que nos pegamos una vida padre.
Hace un par de años Vic me propuso ir sola a un país anglosajón para practicar el (maldito) inglés. Una estudiante veterana como ella de cursos de academias, centros y clases de toda clase aprendiéndolo necesitaba el prácticum de la convivencia con nativos del idioma, más del que ya había hecho tempranamente en la época de mochila, 23tacos, por supuesto un sujeto del todo sospechoso, ¿sería por no llevar muletas de recambio y en cambio venir devuelta con un paraguas saliente por detrás de su nuca (un británico sin paraguas no es nadie y un visitante extranjero de UK aprecia el valor de las meditaciones bajo uno cuando llueve intensamente, con lo cual compra al menos uno de regalo como hizo ella para su mamá)? . Aquella idea, la de irse 4 o 6 meses a practicar anglo-british o anglo yanquee, fue dejada de lado, por el momento, y ahora en Gambia, país en el que los británicos han dejado sus estragos (los enchufes complicadísimos), podria cumplirse su deseo. El inglés gambiano sin embargo no es tan fácil de entender, cuando hablan de Dalasi entiendes dolars y cuando dicen thank you, oyes chanquiu. Hasta ahora las mayores dificultades idiomáticas no han sido por falta de idiomas europeos sino por falta de idiomas locales, a los cuales seguimos sin dedicarnos aunque Vic, una cazadora intuitiva de significados al vuelo no necesita mucho rato para saber de lo que está hablando la gente.
Con nuestra nueva dosis de enfamiliados, los ratos de autogestión de nuestro tiempo del anterior alojamiento quedaron para la nostalgia. Ahí pudimos pasarnos buena parte de una de las tardes escuchando música de nuestra selección de cds. Con un mensaje de Rosa Leon “en la noche viajeros y del tiempo los amos” nos identificábamos como credo y con otro de José Cano “todo el mundo es mío teniéndote a ti” recordábamos que del mundo lo más cierto es a quien tienes a tu lado y está dispuesto a jugarse su vida por la tuya. Cada lugar tiene su historia y nosotros que vamos de pasada por muchos sitios nos integramos humildemente en la suya por unos días. Los ratos de familia en el aula (ventiladores y fluorescentes con más luz) nos los llevaríamos como recuerdo de un grupo bien avenido. Cuando Anne daba la señal de irse a la cama todo el mundo la seguía, nosotros nos podíamos quedar un rato más para recuperar la tranquilidad. Vic dominaba cada vez a su máquina siguiendo con los solitarios a los cuales encontraba matices insospechados para mí. Llegué a la conclusión que era su forma de vengarse con los ratos de ajedrez que compartíamos.
Con Francis los ratos de convivencia fueron los menos. Para nosotros era la permanente figura ausente aunque invariablemente correcta y discreta. Con Anne no volvimos a sacar el tema del amor doméstico de pareja, no había suficiente lenguaje para hacerlo, solo nos sonreía cuando veía que yo hacia alguna caricia a Vic en presencia de los demás. A Francis le recomendamos que leyera le Petit Prince, que debe ser uno de los libros más vendidos y leídos de toda la historia de la literatura, por lo que hace a uno de sus relatos sobre el bebedor que bebe para olvidar (declaración de él sobre su propio alcoholismo) y al preguntarle el principito que es lo que quiere olvidar le responde, que lo que quiere olvidar es que es un bebedor empedernido. El cuento es muy conocido.
Nuestra vida de vecinos y amigos nos gustaba. Nuestro inglés siendo insuficiente bastaba para la comunicación básica y Baffour no daba señales de estar molesto con nuestra presencia ni con nuestros pequeños detalles de colonización de su espacio. Todo lo contrario nos invitaba a que lo visitáramos en Ghana, donde su casa tiene 6 dormitorios y hay espacio para sobrado, nada a ver con el que tiene en el recinto del Saint Peters.
En Lamin teníamos todo lo que necesitábamos para nuestras ocupaciones y aunque no quedaba muy claro en calidad de qué estábamos allí en principio no vino nadie a cuestionarnos nuestro derecho al uso del aula, la cual de vez en cuando venían a usar para alguna conferencia. Ese solo detalle sería impensable en Europa. Nos sentíamos como profesores invitados sin tener que hacer la contraprestación de dar clases (la conferencia que le propusimos a Bruno, el director, quedó como gesto de cortesía que no se concretó en nada).Un mediodía una avalancha de estudiantes tomaron el espacio y yo me retiré con mis cosas al salón de Baffour, a la vuelta el esquema a tiza de la pizarra eras una exposición sobre tuberculosis. Me llamó la atención que no borraran un texto que llevaba un par de días pintado con trazos gruesos y ocupando el centro del encerado. Otro detalle de deferencia, en este caso, excesiva.
La vida doméstica nos proporcionaba la beatitud y una considerable reducción de variables. Joyce me llevó de paseo por el jardín del que se ocupa (una enorme extensión de plataneros) y de la que se siente orgulloso, también por el campo de maíz y entramos un momento en la granja de las gallinas, las cuales se acercaron a la puerta esperando comida. Probé un plátano maduro adelantado y me llenó con una bolsa de mazorcas de maíz que di a Anne para que las guisara para sus hijos. El plátano había formado un tubo interior con sus paredes endurecidas, algo con lo que nunca me había encontrado antes, por lo demás estaba maduro y bueno.
Posiblemente de África nos acordaremos más de las escenas cotidianas como las que vivimos relacionadas con la amabilidad de nuestros no pocos anfitriones que de los reveses en las carreteras y con las burocracias. Hay una forma de vivir y una manera de ser de la que se puede aprender mucho a pesar de su subdesarrollo tan publicitado, el cual no impide priorizar el goce en algunas ocasiones (de pronto, el presidente del país decretó fiesta nacional un lunes porque la selección futbolística ganó a Senegal. Increíble pero cierto). La vida puede ser más o menos feliz según los parámetros con los que se viva. A una mayor envergadura de necesidades más complicaciones para gestionarlas. Vivir con mínimos no significa vivir bajo mínimos, por otra parte ¿qué caramba quiere decir eso? Quien se acostumbra o nos hemos acostumbrado a vivir en el superávit nos cuesta entender como otras personas viven con lo más elemental sin comerse el coco para garantizar el futuro (la definición del cual también es algo bastante oscuro).
Nos abastecimos en Serekunda, tanto de Dalasi (que conseguimos a una unidad mas, es decir 33 por euro) como de algo más de comida. Más problemas con el recurso de internet. Volvimos a Le Palais ese pequeño local donde se reúnen libaneses y anglos y tienen wire less y donde ya fuimos en otra ocasión a perder toda una tarde sin apenas conseguir con mi ordenador ,mucho peor que el de Vic, poder navegar. Despues de muchas penalidades y conseguir la conexión tampoco conseguir navegar con fluidez. Algunas webs me piden el java que misteriosamente se ha deshabilitado y otras sin pedirme nada se mantienen bloqueadas. Mientras nosotros tratábamos de ser universales a través de nuestras pantallitas y yo me desesperaba viendo cantidades de facturas y cargos de tarjeta de crédito no controlados, una impresionante tromba de agua daba a la calle el aspecto del último día del mundo. Despues de media noche volvimos a la carretera completamente despejada. El inevitable control policial me pidió los documentos, también al coche anterior al nuestro, eso si parándolo en medio del asfalto e interrumpiendo la circulación. La anécdota policíaca sigue sin faltarnos a pesar de que en Gambia por primera vez nos hemos encontrado policías de tráfico que hacen de policías de tráfico, es decir que dan señalas explicitas, con gimnasia gestualística homogeneizada, de stops o vía libre, sin esperar a que tu infieras lo que quieren decir con muecas o guiños o gestos ambiguos. No fue advertido mi permiso caducado y un policía más del reino de los policías esa noche creería haber cumplido con su deber por interrumpir el tráfico, pedir documentos que no sabe interpretar y molestar a ciudadanos tranquilos y propuestos para santos, como nosotros. En Serekunda descubrimos el Youth Monument como uno de sus centros neurálgicos donde me acogí a la oferta de 3 botellines de Heineken por 50 Dalasi. Un comentario inevitable de la Heineken, todo lo que tiene de nombre famoso no lo tiene de calidad. ¿No era la marca qué proponía en su publicidad el slogan de piensa en verde, jugando al doble sentido de la propuesta ecológica cuando en realidad solo se refiere al color verde del cristal de los envases? Un caso patético que demuestra como lo malo puede ser encumbrado con la técnica persuasiva adecuada.
Entramos un rato en un hall donde los evangelistas practicaban su música a toda marcha con batería (a los evangelistas se les distingue por las baterías y las músicas mas envolventes que a los católicos, también por que el baile-balanceo de la feligresía extiende los brazos y muestra las palmas de manos a lo que sea). El nombre de Jesús (Jesus loves you, Jesus help you, Jesus wait you,etc) es usado con profusión. Por fin se me reveló la verdad: cada vez que tenga una pérdida de autoestima o un déficit en la mención de mi nombre ante el de Vic por ejemplo, como tantas veces sucede, no tengo más que ir a un acto de los evangelistas y recargar mis pilas. Yes I’ m Jesus, soy la verdad, soy el camino. (A estas alturas del año es cuando me toca saltar de la excentricidad al delirio neto.)
Los problemas de conexión a internet se convirtieron en una razón poderosa para decidir anticipar la vuelta a Senegal reduciendo nuestra estancia en Gambia.
En el aula de meetings seguimos haciendo vida prácticamente todo el día salvo los ratos de la comida y del desayuno en casa de Baffour y las noches en la suite. Tan pronto la criaturada terminaba la escuela venia a querer estar con nosotros. También Anne. A ratos pasábamos tiernos momentos de familia unida y a ratos yo acusaba la densidad humana haciendo de glomérulo pegadizo a mi alrededor. Hasta Cadi, la cenicienta, empezó a dar señales de vida y muestras de interés por las fotos y videos que habíamos tomado del grupo y que paseábamos por las pantallas de nuestros ordenadores. Anne descubría sus tetas y alimentaba al pequeño baby, siempre con la derecha. De ser yo escultor a Anne le propondría como modelo para hacer una escultura para la plaza Catalunya para darle el relevo a algunas de las veteranas que están allá.
Apenas hicimos convivencia con los otros profesores del Saint Peters, aunque alguno vino a visitarnos a nuestro puesto de trabajo que nunca quedaba muy claro en calidad de que era.

En Gambia

Serekunda 7 octubre 2008
. Despues de cinco días de estar enfamiliados antes de irnos la furgo nos dio otra sorpresa. Sin batería ¿pero por qué? Tuvieron que empujarnos para arrancarla. Nos dirigimos a Bakau y localizamos Shalom, un chalet tranquilo con vistas al mar. Para nuestra disuerte octubre es su mes de vacaciones y no alojan a nadie. La llamada del domingo anterior del priest Antoine en nuestro nombre para confirmar nuestra llegada y la posibilidad de alojamiento no sirvió para reactualizar la información del calendario de la casa. Pudimos dejar la furgo estacionada y pasar la noche en el patio. Las cruces blancas, una en cada árbol (ojo al dato: las macetas no las llevaban puestas) a excepción de los grandes árboles cortados junto a la ladera que da al mar, seguramente nos protegieron de maleantes. Esta zona de Bakau es muy tranquila algo así como el Pedralbes de Barcelona. Compartimos la paillote con el perro y con el guarda, con el ajedrez y la luz de las velas. Por el camino nos habíamos detenido en una Total para renivelar la presión de los neumáticos. Desconecté el motor por automatismo pero con los pocos quilómetros hechos desde Lamin fueron suficientes para recuperar su intensidad. Los alrededores de Banjul nos dieron cuenta de la pujanza económica del país. Muchos nuevos edificios y bancos aunque al dia siguiente advertiríamos problemas para que nuestras tarjetas fueran admitidas por el principal de los bancos: Standard charterest House. Otros clientes, un filipino, un inglés, un gambiano que venían a lo mismo tampoco pudieron operar con las suyas
Fuimos a un sitio cercano a buscar alojamiento el GPI, Gambia Pastoral institute, menos tranquilo que Shalom pero al igual que éste un establecimiento floreciente con su clientela buscando reposo, comunicación en hilo directo con la divinidad o escapar del mundanal ruido. En GPI eso último no tanto, está junto a una vía fluida de tráfico.
Inmediatamente tomamos las coordenadas de nuestra nueva posición: la ducha no funcionaba por falta de presión de agua en todo el sistema de distribución desde el exterior y la corriente eléctrica estaba cortada. Bueno, tocaba sufrir. Eso se subsanó a partir del segundo día. Las secuencias de los días pasados con Anne, family y vecindario nos estuvo acompañando. Joseph, el administrador, padre Joseph dijo al presentarse. ¿Por qué los curas insisten en decir su condición sacerdotal? Eso recuerda a esos países latinoamericanos en que la gente para decir el nombre lo anteceden del titulo. En España también pasaba en la época del licenciado Vidriera. También hay gente que remarca su condición de míster, como dos de los visitantes de Baffour en su ausencia que al preguntar por sus nombre lo antecedieron con el enmarcamiento de mr.
Antes de irnos, Francis nos dijo algo así como que sus problemas domésticos no tenían porque salir de puertas para afuera. Baffour nos habló del cuadro familiar de aquél, mucho mas extenso del que pudimos advertir. Francis tiene mas hijos con mas mujeres y los reúne a todos una vez al año o para efemérides importantes. En cuanto a su trato privilegiado con Fada Bruno se explica, como si eso pudiera ser una explicación, porque este es su hijo, lo mismo que el bebé, el resto de la troupe de Anne son los hijastros de él. De Bruno saldrá un sujeto insolente y despótico, atributos sin duda para el mando pero insoportables en la vida cotidiana, a fuerza de mimarlo a él y solo a él. A favor del niñato hay que decir que compartía los arashids nada mas recibir la bolsita diaria entregada por su padre. Con Francis al despedirme le pregunté cual era su nombre si Francis o Napoleón. Necesita ayuda. Todos los alcohólicos la necesitan. Estar en familia también presupone acceder a sus cuitas y cocciones. Dijimos de volverlos a visitar unos días después. Baffour insistió en que nos quedáramos con la llave del candado de la puerta de su casa por si cuando volviéramos de visita él no estuviera.
En Shalom, en Bakau, no pudimos alojarnos por cierre vacacional. En el GPI los días empezaron a desgranarse como en cualquier otra ciudad metropolitana. Estábamos en la avenida Karaba, una calle emergente con edificios nuevos de todo tipo (por cierto, ningún cartel de alguna ong a la vista, en esa calle al menos según una primera apreciación las ongs no encontraron pretexto para clavar sus enseñas), establecimientos montados por hindúes, o empresas de otros países. Hablamos con el filipino que trabajaba para una empresa holandesa, ante el primer cajero del único banco, se nos dijo, el standard Chartered que acepta tarjeta visa pero que no funcionaba, que expresaba el nuevo potencial de la zona, de la ciudad y del país. La nueva habitación que tomamos de una sola cama era cómoda pero el pabellón tuvo la electricidad cortada todo el primer dia. Lamin el guardés –los guardeses suelen ser mas enrollados que los anfitriones o los managers de los establecimientos- nos proporcionó la llave de la biblioteca en otro pabellón que sí tenía electricidad. Era la misma biblioteca por la que preguntamos como posible espacio de uso de trabajo y que en un principio el administrador dijo que no se podía usar porque estaba por arreglar. No era cierto, simplemente no le apeteció molestarse en abrirla. Sobrevivimos en medio de sus estanterías sobrecargadas de literatura teológica, cristología, moralismo, novelas pías, catequesis, biblias, espiritualidad y una enorme cantidad de títulos píos de eclesiástica. A pesar de todo, en esas toneladas de papel impreso encontré el pequeño texto de George Steiner sobre Heidegger y algunos de Theilard de Chardin.
Ocupamos los bajos de un pabellón de habitaciones como únicos usuarios. La hoja de instrucciones de detrás de la puerta daba las pautas de uso pensadas para grupos indisciplinados (habitaciones, que todas tienen baño, cerradas durante el dia y uso de los cuartos de baño al fondo de los pasillos, no comida en el interior, no lugar de reunión, etc).Uno cuando va de hotelerías y lee éstas cosas no sabe muy buena que atribuirlo si a vestigios educativos de los tiempos ideológicamente más que discutibles o al olvido del mánager de sus predicados más radicales (si pones la mano donde no debes te la cortaré, si hablas lo inapropiado te amputaré la lengua, si ves lo que no tienes que ver te cegaré los ojos). Evidentemente no les hacíamos el menor caso. En una ocasión que estábamos durmiendo en uno de estos establecimientos tan chics y detallistas en sus prescripciones –era el youth hostel de la Amsterdam Av de New York-cuando ya estábamos acostados, abrieron la puerta desde el exterior porque los de la administración se habían equivocado dándonos una habitación distinta a la que nos correspondía. No llevábamos el pijama puesto para atender visitas imprevistas e inmediatamente pudimos reanudar nuestro encuentro con Morfeo. Aunque raramente pongo una silla bloqueando la empuñadura de una puerta, entre otras razones porque muchas puertas ya no tienen empuñadura o es demasiado alta, recomiendo vivamente esa medida de precaución cuando no sabes donde te has metido ni con quien te juegas los cuartos. Si, como digo, no hay empuñadura y no has hecho tu tabla de gimnástica diaria, puedes optar por correr el armario hasta la puerta. Si no hay armario siempre te queda la autodefensa de la cama como mueble de bloqueo. Esa ultima opción tuve que utilizarla en algunos hoteles en Centroamérica que ni siquiera te proporcionaban la llave de la puerta o ésta no tenia cerradura. El de New York, en su cartel tras la puerta creo recordar que a excepción de dormir y respirar estaba prohibido todo lo demás. No es que el permiso a respirar fuera una gentileza de la casa, solo que los del negocio no estaban dispuestos a retirar cadáveres cada mañana.
Volvamos a Karaba Avenue. Otros detalles como un cartel en un campo deportivo busness before pleasure daba la talla de la influencia anglosajona. No, no, that’ s not correct, the correct is pleasure before busness. Ni flowers, no disponíamos de megáfono, tampoco de oratoria para la prédica. No deja de ser un tostonazo que el cartelito colgando de la puerta de una cancha deportiva haga volver a casa a los deportistas que hayan olvidado hacer sus deberes o no hayan acudido al trabajo ese día.
Decidimos ir de paseo hasta el final de ella con la silla de ruedas, una calle con zonas por arreglar con baches enfangados. Hacia el final, ya casi en el cruce con la carretera principal que cruza el país de norte a sur por su lado occidental, hay otra sucursal del Standard Chartered. El cajero, para variar, también estaba fuera de servicio. Al preguntarle al guarda por si conocía a alguien para cambiar fue a buscar a un cambista que resultó ser Abdalluh Salam, un tendero de la cercana que vendía plátanos de importación holandesa (mas de dos dólares el kilo), manzanas y otras cosas. Nos cambió 100 euros por 3200 Dalasi. Los 27 que los había cambiado en la frontera con la Casamance fueron una estafa que calculé mal creyendo que el euro estaba a 25. El cambio lo hicimos en un patio posterior, el lugar ideal para asaltos a turistas confiados. Yo hasta hice mi gag simulando esa posibilidad.
Con dinero del país en el bolsillo despues de varios días de no tenerlo, nos ubicamos en un sitio para tomar una Guiness negra de 33cl que inexplicablemente Vic no prefiere a la negra portuguesa. Jugamos nuestra partida de ajedrez (la tenacidad de Vic en seguir aceptando partidas aunque nunca gana incita a un monumento de subscripción popular que ensalce la perseverancia) con uno de los frontales puestos. A nadie le extraña que dos guiris auto iluminen su mesa de esa manera o anden por la calle así para ser vistos por los conductores. Al salir cruzamos -siempre a pie- por un parking asfaltado al parecer custodiado por policías, en lugar de hacerlo por la calle de baches y que no se veía nada por no estar iluminada. Alguien nos interceptó sin que le hiciéramos caso hasta que al final ya de ese parking bloqueó nuestro paso diciendo algo así que no teníamos derecho a pasar por ahí. Who are you? Le grité ya enfadado, ¿pero quien coño eres tú para molestarnos?, era la frase entera. Era un policía claro. Nadie se inviste de tanta autoridad si no es un policía que le han hecho creer que está por encima de los demás o si es un criminal. La semejanza entre ambos es absoluta una vez más. Otro policía convenció al primero para que nos dejara continuar. Los policías salen debajo de las piedras, osease, debajo de los coches o detrás, son lapas de la oscuridad, espectros para películas de terror. Seguramente todo el mundo en la ciudad sabe que aquel parking no puede ser pisado pero para nosotros no había ninguna señal que lo indicara. Los códigos existen a pesar de no ser explicados. Siempre hay una calle prohibida que los lugareños saben que lo es pero que la señal se cayó y nadie la repuso o agujeros que todo el vecindario conoce menos tú. Nunca entenderé ese perfil de control a la africana. La mentalidad africana es la menos dada a la planificación, al proyecto, a la auto organización pero cuando los africanos tienen una norma, aunque solo la entiendan ellos y no la manifiesten claramente, la aplican a rajatabla. Siempre te viene alguien a decirte que tal como tienes el coche aparcado no es correcto porque no guarda el paralelismo adecuado con el edificio o porque la proximidad no es la razonable. Explíquemelo en suahili por favor a ver si lo entiendo más. Hay toda una ciencia de la proxemia difícil de evaluar para un europeo y menos aún para nosotros, cuyos códigos de la interdistancialidad escapan de toda cultura conocida.
Como siempre, la mayoría, por no decir la absoluta totalidad, de problemas, contratiempos, adversidades o contactos desagradables que tienes con los demás son por cuestiones territoriales. Lo peor que recibe cualquiera, sea quien sea, y lleve al lomo la chapa de marca que sea, es que lo ningunees no haciéndole el menor caso. Estamos habituados a que gente que nos ve y se nos acerca para decirnos tonterías o hacernos perder el tiempo: cómo te llamas o de donde vienes, o si te puedo ayudar (como el tipo que nos vino la noche que tuvimos la captura de la credit card, con cadenas de oro al cuello y no parando de mirar mi monedero). Nuestra profilaxis instintual pasa por tomar decisiones rápidas sobre quien parece razonablemente aceptable y quien no. No acertamos siempre. Un tipo que dice que es policía que viene con los humos subidos y que encima no lleva ningún distintivo que lo atestigüe no es precisamente alguien para hacerle caso. ¿Si a los uniformados no se le hago cómo hacérselo a uno de estos que no lo está?
Un rato después ya de vuelta por la misma calle sin iluminar en una zona completamente embarrada tomé el camino equivocado. Nada mas meternos patiné con mi pierna izquierda gracias a la contribución de la zapatería regional con mi suela de goma de sandalia inapropiada para tchekking y para ciudades como esta y tantas otras africanas. Faltaba poner en alto mi cuota de accidentabilidad: aquí está. Se deslizó toda la pierna izquierda mientras me caía hacia atrás y arrastraba conmigo la silla con Vic a bordo. Yo me quede con la pierna derecha debajo de ella sin dejar de sujetar las empuñaduras. Vic se quedo de espaldas sin dejar de amarrar la sandia que acabábamos de comprar. No había sospechado que era una autentica jugadora de rugby. El tirón de mi nervio que experimente fue brutal. Pensé que de haberme dedicado a la acrobacia mi pierna no se hubiera lastimado pero uno no puede estar en todo. Tras un minuto largo en esta posición durante el cual un grupo de niños que también pasaban por el lugar no pararon de decir a coro: i’m sorry, i’ m sorry muy preocupados por nuestra escena, recuperé a duras penas la verticalidad. Hicimos el resto de la caminata con un dolor impresionante. A Vic, menos mal, no le pasó nada. Al sherpa había que llevarlo a reparaciones de la manera más inmediata. Eso consistió en una crema reconfortante que produjo un alivio considerable. La caída sería un pretexto para aprovechar esas cremas mentoladas y alcanforadas curalotodo que envejecen en los bolsos por falta de uso. Después de dormir unas horas me desperté e madrugada y retomé el ordenador para consolarme con las curiosidades por las que nos tocaba pasar. Por la noche había vuelto la electricidad. Me tocaría guardar reposo los siguientes días. No era el primer accidente que me tocaba sufrir en este viaje. En Sokodé, en Togo, tropecé con uno de esos salientes circulares de unos 20 cms de alto que están en suelo yacen de tapas de fosas sépticas. Esas tapas las he visto por todas partes, también en los patios de los hospitales, deben hacer de 1,5 a 2 metros de diámetro. En un patio oscuro cuando iba a la toilette, me di tal golpe en una uña de un dedo gordo que su ralla negra me estaría acompañando durante 8 meses hasta renovar la uña por completo. El peligro es continuo. Para mi, que soy mas bien confiado, aún lo es mas. Por ahora no me ha engullido ningún agujero de la calle pero no descarto que eso entre dentro de los posibles. La filosofía tiene sus riesgos: cambias de mundo sin apenas dar cuenta o pasar del overground al underground en cuestión de segundos si no te fijas por donde caminas.

Joseph, el mánager, resultó ser uno de tantos otros tipos disfrazados de cura que había equivocado el oficio. El catolicismo proporciona espacios agradables, un empleo con garantías de futuro (que incluyen la de la eternidad) y espacios tipo chalet más o menos confortables, pero no todos sus acólitos tienen fe y no ya caridad sino ni siquiera deferencia en el trato personal o profesional. Cuando un tipo va ignorándote olvidando que estuvieras ahí y no dice nada, ni siquiera el saludo matutino, es mejor tratarlo como lo que es: un fósil. No es que en english los saludos sean demasiado grandilocuentes (del good morning se le amputó el good para dejarlo solo en morning. Esto en castellano austero nos permitiría tomar al que nos saludara con un día o días, en lugar de decir buen dia o buenos días como un agramático por no decir un vago de vocabulario) pero al menos dan noticia de la voz del otro. El guardés por su lado decidió limpiar las llantas de nuestras ruedas sin consultarnos. Vale. Una cocinera, o algo así, no supo decirnos el nombre del distrito en el que estábamos. La verdad es que a partir del segundo día nos sentimos como en casa. El perro nos cogió cariño y venia a acompañarnos en nuestras horas de biblioteca. El guardés de día nos trajo papayas y el guardés de noche, Moussa, un burkinabé, se presentó nada más vernos. Es habitual que el catolicismo contrate a trabajadores de la fe islámica aunque equivoque los cargos: muchos de los guardeses que hemos conocido deberían ocupar la dirección de los centros en los que hemos estado y muchos de sus directores reemplazarlos como encargados de puertas, pero la vida es injusta ya lo dijeron millones de personas antes.
En el primer fin de semana aparecieron más caras en el GPI. Una compañera de pasillo fue otra autista mas que apuntamos a una larga lita de ellas, Lamin, que inexplicablemente tiene el mismo nombre que la ciudad del saint Peters school, me presentó a su hermano que se graduó como ingeniero en el technologic institute de Cambridge. Yo hacia vida de biblioteca con el ordenador trasladándome hasta ella al otro lado del patio y Vic se quedaba en la habitación o en la cocina de bloque. La pomada del doctor Lakazza me alivio de sobremanera y el impacto de la caída fue menor de lo que en un primer momento había estimado aunque la mancha del hematoma que apareció unos días después me dio aspecto de ser un marido maltratado.
Sobrevivimos a todas las inconveniencias de las suspensiones de luz eléctrica, en alguna ocasión un dia y una noche enteros y también a la extrema lentitud del cyber cuando al fin nos metimos en uno. Nuestra calle en Serekunda bastaría para pasar toda una vida en ella y conocer en profundidad su vecino. ¿para qué recorrer el mundo si el mundo entero viene hasta tu calle con todas sus variopintas manifestaciones, gente procedente de varios países, comercios de todo tipo, vendedores de sandías, taxistas de taxis amarillos, microbuses? Tengo en memoria historias estadounidenses que cuentan las biografías a partir de un barrio en la llitle Italy. El mundo es también un barrio, un dédalo de calles o incluso una sola calle, un recinto, una casa. Puestos a extremar la definición el mundo eres tu y tus consideraciones. En el GPI estuvimos considerados con mas deferencia por los empleados que por los profesionales de la religión. Invitamos a los dos guardeses a comer tras abastecernos con nuevos productos de despensa. La que trajimos de España prácticamente ya se había agotado salvo un poco de aceite y frutos secos que nos quedaban. Moussa vino puntual, pero Lamin dijo que ya había comido. La propuesta de unos espaghettis más amor en su preparación no siempre encuentra la acogida deseada. El espíritu italiano no es universalmente comprendido. Vic los dejó a punto de impecabilidad. Moussa se sirvió 3 platos, buena señal. Era el guardés de noche que de dia iba de monitor de francés a una escuela. Sus 1500 dalasi mensuales (el salario que suelen cobrar los guardeses en todo el oeste africano) le permitía un cierto ahorro para saltara otro país. Antes estuvo en Liberia. Es un compositor mental de música en partituras sin instrumento concreto. La conversación surgió a partir de escuchar uno de mis solos furibundos a la armónica: un diálogo apasionado con las notas sopladas para emular una llamada a las musas que sin duda no escuchan. Por mi hubiera invitado a Moussa a compartir nuestro viaje para cruzar el desierto ya de regreso a España ya que viajar a Europa es uno de sus propósitos. Cuanto mas nos surge la conversación acerca de este deseo menos consistente nos parece. Muchos africanos han llegado a Europa sin conocer o recorrer África salvo sus países de origen y tampoco a fondo. No nos hemos encontrado con viajeros africanos ávidos de conocer su continente. Los transfronterizos lo son por razones inmigratorias o comerciales. El fenómeno de la juventud viajando en autostop por Europa o por América del norte que caracterizó una realidad hace algunas décadas es una imagen absolutamente inexistente en el continente africano. Las prisas por vivir en Europa son totalmente inconsistentes. Los africanos que alcanzan vivir el reino del capital suelen cambiar su registro del ocio por otro de la esclavitud cobrando los peores salarios y viviendo en los peores agujeros, al menos durante etapas no precisamente cortas. La mejor ayuda a un africano no es haciéndole de puente para que alcance lo antes posible el falso paraíso europeo del consumo sino para que pueda desarrollarse en la zona en la que está.
Tras una semana en la zona la experiencia con el primer cyber gambiano fue una tortura por su lentitud. Una hora para poder insertar un articulo y consultar la mitad de la bandeja de correo sin ni siquiera poderla contestar a todo representaba un servicio fraudulento. Luego descubrimos un local moderno con wireless.
Mientras me contaba todo eso y planeaba los siguientes pasos a dar para volver a cambiar de ubicación, una monja del reciento, soeur Calixta, de origen hindú, me preguntó si podía hacer algo por su ordenador. Vino dejándome un ordenador de torre con todo por conectar sobre la mesa del escritorio con el encargo de recuperar más velocidad para el suyo. Vale. Se quedó ahí mientras terminaba con mi trabajo.
A 85 capítulos después, contando éste, los de mi parte, desde que nos planteamos este viaje y este libro y a 12 de finalizarlo, también de la mía, más los de Vic, si no hay ningún contratiempo severo, empezábamos a inspirarnos ya por los recuerdos del mediterráneo. Como los monjes de Keur Mossa no nos habían contestado con respecto a nuestra solicitud de volver a pasar unos días alojados en su establecimiento mientras les comprábamos la korá no teníamos una idea clara del tiempo que permaneceríamos en Gambia y cuando regresaríamos a Senegal. La cuenta atrás de los últimos tres meses de este año en África había ya empezado y el deseo de recuperar otros registros de nuestras vidas también. La frecuencia con que comentábamos cosas de España y los planes que hacíamos con respecto al 2009 indicaban un deseo de retorno.

jueves, 16 de octubre de 2008

Mi cumpleaños

Lamín, Gambia. 14 de octubre de 2008

Estos cuatro últimos días de octubre han sido muy emotivos para mí. El día 10 aconteció otro aniversario póstumo de mi hermano Jorge. Recuerdo que cuando murió, hace tres años, en la península, especialmente en Catalaunya, se desató un temporal de nieve, viento y lluvia que colapsó trenes y aviones. No pude estar presente en Cádiz con él, su familia y mis hermanos, y eso me entristeció mucho. Por otra parte, no haberle visto sin vida recrea en mí la ilusión de volverle a ver como cuando venía a Barcelona cada quince días. Recuerdo mi infancia con los cinco últimos hermanos de la saga de 14: en tres años y medio nacimos cinco con dos gemelas entre el grupo, yo era la pequeña y él el mayor (siete años más tarde nació Ignacio quien clausuró definitivamente el número de nacimientos de mi madre), siempre hemos estado muy unidos a pesar de que cada uno buscó su propio camino. Entrañable y tímido, sus palabras fluían más cuando se sentía escuchado y estaba entusiasmado por el tema. ¿Qué cosas le interesaban?: la música pop, era casi un experto en grupos y canciones de los años 60, 70 y 80; el fútbol: se sabía de memoria los nombres de los jugadores que componían los equipos más memorables; de la mar, como marino mercante me enseñó muchos trucos del puente de mando en los actuales barcos; de la prensa, leía una media de dos rotativos al día. Tenía una vida interior muy intensa, podías estar horas con él sin decir palabra porque estaba enfrascado en sus pensamientos. Lo que más me entristece es que no me pareció que hubiera disfrutado demasiado en su vida privada, con su mujer y sus hijos. Sus continuas ausencias por el trabajo le apartaban de la cotidianidad, de ver crecer día a día a los hijos. Ya de mayor, cuando decidió pedir la jubilación por su estado delicado de salud y recuperar así sus ausencias familiares, la muerte por negligencia médica truncó lo que podía haber sido la recuperación de su felicidad perdida.


Ayer, día trece,- fiesta excepcional por decreto del presidente de Gambia debido a su triunfo sobre Senegal en un partido de fútbol histórico para ellos - fue uno de los cumpleaños más bonitos que he celebrado en mi vida. Jes me había preparado un montaje audiovisual con improvisaciones propias de: armónica, fotos nuestras y textos muy poéticos. Me emocionó mucho el detalle pues es la primera vez que se atreve con semejantes montajes y le dedicó muchas horas. Empezó el día interpretando con el clarinete el “cumpleaños feliz”. Como yo deseaba participar a esta familia de mi aniversario les invitamos a ingredientes especiales ( tres pescados, para ellos muy caros) que acompañaron con el consabido arroz y a grandes botellas de naranjada preparada con polvos que también compramos. Nosotros, lo celebramos con cerveza y comimos de lo nuestro, pues ambas culturas culinarias somos totalmente incompatibles. Después de nuestro trabajo de oficina diario, toda la familia vino a nuestra sala de trabajo y montó una gran fiesta. Con una gran garrafa improvisaron la percusión y danzaron con verdadero arrebato, desde la madre hasta el último de los pequeños. Después, con Jes y el clarinete, me cantaron “cumpleaños feliz”. Me encantó esa espontaneidad, parecíamos una gran trouppe en plena catarsis de desinhibición, Jes filmó en vídeo su expresividad y, realmente, el documento no tiene desperdicio. Al final, cuando todos se habían ido a cenar, apareció Francis, el padre, disculpándose porque había estado todo el día con su padre que está enfermo, para dedicarme un entrañable solo de “cumpleaños feliz”. Fue realmente encantador ver a un individuo casi de dos metros y muy corpulento, de pie ante mí, cantando “happy birthday to you” muy serio y amoroso.
Estamos de nuevo con la familia de Francis desde el día 8 de octubre. Nuestra cotidianidad se reparte entre:
- La furgoneta para dormir.
- La casa familiar para ducharnos.
- La clase-oficina para trabajar
- La casa de Bafort para comer y ver la TV.
- El mini-market para tomar cerveza y alternar con la gente y con Francis.

Tenemos casi todas las ventajas de vivir en comunidad e igual de desventajas. Aquí, en este pequeño barrio dentro del St.Peter School, vivimos cuatro vecinos de lo más variopinto y ninguno se pelea o tiene celos; por ejemplo, nosotros fuimos invitados por Francis a instalarnos aquí, sin embargo, con quien hacemos más vida es con Bafort, y a Francis no le molesta en absoluto. Es increíble, para nosotros, comprobar que estos vecinos sin niños no les produzca ninguna molestia la presencia de esta gran trouppe que compone los seis hijos de Anna y Francis. Las relaciones son de armónica convivencia a pesar de que el espacio exterior está prácticamente tomado por esta familia.

Para poder trabajar en lo nuestro, a los niños les permitimos que nos invadan a partir de media tarde, cuando vuelven del colegio, y ellos lo cumplen a rajatabla. Pintamos, jugamos, les hacemos fotos que luego ven en la pantalla del ordenador, hablamos con todos y disfrutamos de nuestra mutua compañía. Aunque para Jes, que no está acostumbrado a tanto niño, a veces le agobia y quiere desaparecer. Nuestra relación cada vez es más de intercambio: nos lavan la ropa y nosotros les regalamos prendas de vestir que tenemos reservadas para la ocasión.

¿Por qué están tan mal de dinero si el padre es un profesor y además director de primaria? Pues porque tiene otros dos hijos con otras mujeres que tiene que alimentar además de los cuatro que aportó su mujer Anna y los dos que tienen de su matrimonio, más una sobrina de catorce años, KADI (ella es hija del hermano de Anna, nació en G.Bissau, nunca fue a la escuela, sólo sabe hablar Wolof y está perdiendo el Crioll portugués, su madre la abandonó y su padre la entregó a Anna) que vive con ellos y la nietecita hija de la mayor de 20 años, Verónica que tuvo que dejar el colegio por este motivo y ahora lleva el timón de la casa junto a su madre que tiene un bebé casi de la misma edad que la hija de Vero. Para sobrevivir mejor a tanta carga económica, Anna se pone a vender bolsitas de agua o de refresco congeladas en su nevera portátil delante del colegio, con el pequeño a su espalda y su sobrina de catorce años que parece una auténtica Cenicienta. A Francis, al contrario que Bafort, le gusta charlar con los amigos y beber hasta emborracharse casi cada noche; a Bafort le encanta trabajar: cuando termina su jornada en la escuela, va a dar clases a adultos y los días de fiesta arregla cualquier aparato eléctrico o electrónico que su fama les permite. Ni bebe alcohol ni fuma, tiene una preciosa niña y novia licenciada en Prevención Sanitaria, y piensa casarse cuando tenga su nueva casa y termine el master de matemáticas que quiere hacer en el extranjero europeo. A Bafort todo el mundo acude, los alumnos para preguntarle cuestiones o para que les arregle algún cacharro, y los colegas profesores, como Francis, para que le “preste” dinero que nunca devuelve. Y es que Bafort dice lo que muchos africanos comentan: en mi país las cosas son diferentes, aquí, a la gente no le gusta trabajar, quiere el dinero rápido y sin esfuerzo. Bafort es de Ghana; nunca he estado en este país y no puedo opinar, pero lo que sí es cierto es que entre los ciudadanos africanos existe una especie de antipatía contra el país vecino, todavía no sé a qué es debido.

Y yo me pregunto ¿por qué algunas personas se complican tanto la vida sin pensar en las consecuencias de un minuto de placer, y otras dosifican sus dosis de placer para disfrutar de la vida Por lo que he visto hasta ahora, la responsabilidad forma parte de la educación, el problema es asumirla, su carga es demasiado pesada y muchos prefieren evadirse de ella. Hay personas que han decidido tomar las riendas de su vida y otras dejarse llevar por la vida. Bafort sería el primer caso y Francis el segundo. En este caso se trata de dos personas universitarias y con formación semejante que reaccionan diferente ante la vida que les ha tocado en suerte. Aquí África no tiene la culpa, por su pobreza o su “falta de medios,” de que Francis sea pobre y Bafort tenga más poder adquisitivo que Francis.

martes, 7 de octubre de 2008

La danza del cisne.





Serekunda (Gambia), primeros días de octubre.

Es la próspera ciudad cerca del convento de monjas de SALOM, SEREKUNDA (me encanta como suena), nos instalamos en el centro cristiano de acogida:”Gambia Pastoral Institut” porque dichas monjas cerraban todo este mes de octubre. La habitación es espléndida, muy limpia y soleada, a pesar de tener la ducha y el WC dentro no huele a humedad como en otros sitios donde hemos estado. Estamos solos en el pabellón de invitados donde hay una cocina y comedor comunitarios. Después de organizar nuestras cosas, comer, ducharnos, lavar ropa y teclear, decidimos salir a dar un paseo en silla y buscar bancos. Eran, aproximadamente las 18h cuando nos aventuramos a tal paseo. El sol todavía iluminaba el día. Las calles estaban llenas de jovencitas y jovencitos luciendo sus mejores galas. Ellas con vistosos trajes siempre de falda larga y la mínima expresión en su tronco, todo ello bien ajustado y los tacones casi de aguja en zapatitos transparentes o brillantes como el del cuento de la Cenicienta, complementan el atuendo; las niñas de unos seis o 10 años también imitaban a las más grandes pareciendo pequeñas señoras o enanitas. Ellos, con trajes completos: casaca larga y pantalón haciendo juego en colores pastel predominantemente. Se celebra el fin del Ramadam y en todos los países donde el Islam es mayoritario, es fiesta. En casi todos los puestos callejeros venden cosas especialmente para estas inmensas pandillas de jóvenes y niños musulmanes que recorren las calles infatigablemente, luciéndose y comprando despilfarradoramente. Efectivamente es un día especial para el islamismo, es como si los ciudadanos de otras religiones se los hubiera tragado la tierra. La calle está prácticamente tomada por la felicidad y la alegría musulmana. Jes, como Indiana Jons, empujaba rauda e infatigablemente la silla y a su ocupante (yo). Aceras llenas de barro o con charcos-piscina nos obligaban al salir al asfalto estrecho o roto en grandes muescas debido a los efectos de la lluvia. El tráfico es una locura y no hay suficiente espacio para la silla y los coches: mi brazo intenta relajar a los conductores y recordarles que somos más vulnerables que ellos. Insospechadamente, un gran vehículo se para con el fin de dejarnos atravesar para llegar al banco con expendedor de tarjetas de crédito, le dijimos mil veces gracias con nerviosos gestos y expresiones de agradecimiento en nuestras caras. Nada, sólo acepta tarjetas locales y de su titularidad. El guardián del banco nos informa de un amigo que nos puede cambiar dinero. Viene el tal cambista, a Jes le parece justa su propuesta y cambiamos 100€ por 800 dalasi que ellos denominan “dala”, así cuando hablan deprisa piensas que te dicen “dolars” en americano; el joven se le ve serio y formal (32 dalasi=1€), después del negocio nos presenta supuesto de plátanos y naranjas de importación, carísimos y nos despedimos contentos por ambas partes. Vamos a tomar una cerveza en un agradable local de una señora con aspecto de ser muy lista e inteligente. Hablamos un poco con ella y esto nos confirma nuestra intuición. Ya es de noche y decidimos volver a deshacer los casi 2 kms de accidentado y caótico camino. Nos ponemos nuestros frontales para ser vistos y, como siempre, Jes coge la directa como si estuviéramos en pleno día. Yo me aferré a la silla para no salir despedida a causa de un traspié o de una frenada brusca debido una piedra u obstáculo invisible en la negra noche; mi conductor sigue teniendo mucha prisa y el asfalto por donde vamos no ofrece garantías de seguridad, a pesar de nuestras luces y de mis gestos; nos adentramos casi a ciegas en el mar de fango de la acera. Y...¿qué pasa? ¿Dónde estás Jes, qué hago yo clavada y acostada en el barro con los pies para arriba como una tortuga boca arriba y aferrada a la gran sandía que acabamos de comprar? Jes también está en el suelo con su pierna derecha oculta por mi respaldo y peso y su pierna izquierda tiesa y desobediente en posición de deslizamiento como si fuera un bailarín de danza clásica que hubiera caído expresamente en esa postura después de un precioso salto en el aire. No, en la oscuridad las pistas deslizantes que proporciona el barro son imposibles de ver y Jes pisó una de ellas en su carrera contra la noche. El fuerte y bello cisne quebró su elasticidad forzando las posibilidades de sus piernas, en medio de la oscuridad y desafiando a su naturaleza ya no tan joven.
Depués de reposicionarme y él ponerse de pie, le pedí que nos acercáramos a una especie de banco donde pudiera descansar; dejar la maldita sandía para tener las manos libres y poder darle algún pequeño masaje de urgencia. No le pude ni tocar, parece que un nervio trasero de la pantorrilla izquierda ha sido afectado; así que, con su pierna muy dolorida, decidimos continuar antes de que lo que parece una distensión muscular se enfriase y le doliera todavía más. Pero como Jes es “genio y figura hasta la sepultura”, aún tenía ganas de pararse en un super de filipinos en busca de cervezas: rampa vertiginosa, más sobreesfuerzo, y rechazo de las birras por tener el mismo precio que en el bar; lo único positivo de esta última incursión fue que compramos un multiconenctor de enchufes que necesitábamos. Todavía un kilómetro de caminata dolorosa. Por fin llegamos a casa y le puse una milagrosa crema que actuó de anestésico. La noche fue un poco toledana, pero durante le día de hoy parece que se mueve aunque cojeando.

La naturaleza de Jes parece de hierro, ha sufrido en sus piernas y en su cuerpo accidentes gravísimos, autodiagnosticados y curados por él mismo: una vez saltó una portería de fútbol de dos metros jugando a ser funanbulista, cayendo de talones sin romperse nada, pero con dolores que le duraron muchos meses. Otra vez estuvo cogiendo fruta todo el día sobre una escalera y, cuando quiso moverse, las pernas no le repondieron y se le paralizaron durante días. En otra ocasión se estrelló con una furgoneta rajándose el antebrazo: le cosieron y él continuó el tratamiento poniéndose emplastes de arcilla hasta conseguir cicatrizarla. Así con casi todas las cosas que le pasan. Él escucha a su cuerpo y sabe lo que ha de hacer con él. Pero su intrepidez y gusto por el límite de sus posibilidades no han mermado a pesar de que, cada vez más, los años, a todos, nos hacen más volubles y menos ágiles.

El bello cisne ahora tiene que empezar a releer su cuerpo porque está cambiando y acumula más de una cincuentena de años: es el resultado de una vida muy intensa y empieza a estar cansado. Los paseos empujando mi peso por lugares casi impracticables requieren de la gran habilidad en el manejo de la silla que Jes tiene, pero de unas condiciones físicas excepcionales, como las que hasta ahora ha tenido. En nuestras conversaciones sobre este viaje y los futuros, yo insisto en que se requerirá de una infraestructura diferente para que los dos seamos y nos sintamos útiles. Cualquier vehículo que yo no pueda manejar será una carga para ambos. Todavía estamos en la etapa de priorizar el coste económico sobre el coste del desgaste físico y psicológico de ambos en estas aventuras. Yo espero que algún día consigamos viajar en igualdad de condiciones, llevándonos mutuamente y no uno “paseando” al otro.

Domingo 5 de octubre, parece que, estos días de reposo y sin paseos le han sentado muy bien a la pierna de Jes. Sólo le molesta cuando le toco el nervio afectado, pero no al caminar. ¡Qué suerte! ¡Qué naturaleza la suya!

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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