Etiquetas

PSICONEWS

lunes, 24 de marzo de 2008

Tras los Recursos

Aldea camino del parque Pendjari
Pista hacia el parque nacional Pendjari

Tanougou 22 marzo 2008
El campamento de cazadores al que llamamos auberge y que se llama en realidad Chasse Pendjari hace de teatro particular para nosotros durante unos días. Vic y yo, pareja astronáutica sin escafandra donde las haya, hacemos records de permanencia en lugares sin salir cuando todo lo que necesitamos es tranquilidad. Tianguetá vuelve a ser otro lugar donde la pista señalada de blanco en el mapa no nos permite continuar mucho más allá de Tanougou en la ruta de Batia y del parque. Aquí dejamos pasar los días. Los empleados son distantes y correctos y desde el tercer día compartimos el escenario con otros clientes que resultan ser españoles: Iñigo Vélez y su suegro José Luis, de Alicante. Nos cuentan su peripecia con el hombre que contrataron antes de tomar los vuelos vía Paris para llegar a Cotonou. Por el camino desde la capital beninoise se les averió su vehículo y la búsqueda de uno alternativo los metió en medio de una discusión de intereses contrarios entre un taxista y los otros. Después de una hora de discusión llegaron a los golpes. El suegro es cazador y ha venido a por trofeos que llevarse a España. Por la mañana temprano ya habían traído el cadáver de un antílope majestuoso con una cornamenta negra brillante. Los entendidos han dicho que era viejo y ya se había retirado de la manada porque estaba en las últimas. Los pisteros dicen a que presas se puede disparar. Tienen que cumplir el requisito de ser machos y viejos. La bala humana acelera lo que la naturaleza está a punto de concluir. Lo que tiene la caza deportiva de salvajada no nos impide reconocer que tiene unos valores añadidos. La caza supone una entrada de dinero que se revierte en la conservación de los mismos parques y por tanto en la protección de los animales salvajes viviendo en libertad. Hay un control de estado para acabar con la furtiva (cuyos infractores pueden pagar con años de cárcel).
No puedo entender como alguien coge un avión en Europa o en los USA, se planta en África, se cobra unas presas y luego las embala para colgarlas en las paredes como sus máximos trofeos. El protocolo exige no preguntar esto a la primera de cambio al cazador que conoces. José Luis es un ginecólogo que va por su octavo viaje a África. Ha facturado sus rifles y ha apalabrado todo antes de venir. Viene a tiro hecho. Su yerno ha venido con la consigna de la hija de este: la de no pegar ningún tiro o no lo dejará entrar en casa. Bien hecho. Ellas siempre los tienen bien puestos. Iñigo viene a ayudar un poco como intérprete. Tampoco tiene la vocación de matar. Lo invitamos a te y hablamos una parte de la mañana. Recuerdo un par de anécdotas en mi vida disparando contra seres inocentes. Una con mi escopeta de balines que probé apuntando a un pájaro y le di. Me sentí absolutamente estúpido. Otra, más justificada por las circunstancias, acompañando al cazador con una escopeta de 12 para abatir un papagayo en un momento aciago y de hambre en medio de la selva amazónica. No me sentí menos estúpido, mucho más cuando sus pocos cientos de gramos de carne nos los tuvimos que repartir entre seis. Matar intencionalmente nunca ha sido mi fuerte. Aunque ese verbo también incluye acabar con insectos que vienen a molestar y en eso hago una excepción: no tengo el menor reparo en sacármelos de encima con un manotazo o aplastándolos. Eso no me convierte en un cazador. Espero. El tamaño importa. Las dos siguientes incursiones que han hecho José Luis y su troupe de oteadores buscando otra lista de presas han vuelto con las manos vacías. (nuestras oraciones han sido escuchadas). Durante la cena compartiendo mesa pero no los pinchos de carne del antílope, a José Luis le sentó mal alguna cosa y no pudo continuar ingiriendo la cena. (¿castigo kármico del hades de los espíritus de los antílopes?).
En la paillote de la mesa comunitaria trato de conseguir electricidad para mi ordenador. El grupo electrógeno funciona discontinuamente y los refrigeradores también. Incluso aquí, lugar de una cierta categoría, hay que implorar las bebidas frescas.
Nos acercamos hasta la cascada donde está el campement Relais. Le pido a Guillaume, el biólogo del parque que viene a controlar los resultados de la caza, que lleve con su moto a Vic. Yo recorro la distancia de poco más de medio quilómetro a pie. Hablamos con la colección de comerciantes que como arañas con su tela a la expectativa están más aburridos que una ostra. Solo nos gastamos 2000 cefas pero los reunimos entorno a una conversación sobre las diferencias entre precio y valor.
De regreso al campamento de cazadores podemos instalar nuestros ordenadores en la única mesa de comedor aprovechando que el grupo electrógeno ya está en marcha. Pseudosaciamos la sed con las minúsculas bebidas de 30cl.le presto un rato el mío a Viviane, una de las camareras.
La vida sigue el ritmo apacible de los paraísos. Nadie viene a fustigarnos, ningún sentimiento de inseguridad, ningún ajetreo de vehículos. El todo terreno color camuflaje en sus idas y venidas frecuentas de la zona de muertes es un dato pintoresco. Un asiento principal en la parte de atrás para los cazadores, los rifles colocados delante de ellos en un porta rifles sin olvidar el trípode de apoyo, los conductores y los de atrás como parte del séquito de apoyo. Despues de la visita al campamento Relais, mucho mas concurrido que el nuestro safari Pendjari nos damos cuenta de haber elegido el mejor a pesar de tener menos sombras. Tiene unos cuantos arboles dispersos y jóvenes, son tecas con hojas grandes pero poco abundantes. Puesto que ha habido nubes y viento el calor no ha sido tanto, la temperatura soportable., los mosquitos missing. Teníamos planes de quedarnos hasta cinco noches y días completos pero tras las cuarta nos fuimos. Kikí, la mánager en ausencia de Willy, su marido, se reveló como una amanzonas de las finanzas y guardia pretoriana de protección del grupo electrógeno. Tras vernos ocupando la mesa con nuestros ordenadores poco antes de la cena, con la más inadecuada de las frases para tratar clientes, nos dijo que los desconectáramos, cosa que ya estábamos haciendo con el despliegue de platos y vasos. Inmediatamente la cena que le habíamos encargado a René, el cocinero, en ese momento la anulamos y le pedimos la cuenta. No nos gusto su forma y reaccionamos en consecuencia. Toda la amabilidad de la chica de la primera noche balbuceando algo de español le desapareció. Atención dentro de un mánager de un gran negocio acostumbrado agrandes cifras (se le supone) Hicimos un cotejo de las cifras nuestras y suyas. Solo hubo una diferencia de 1000. Pagamos un totales de 17mil cefas por ocupar el espacio. Claro que nuestro modo de ocuparlo: despliegue de hamaca para la siesta y nuestra mesita de aluminio para las comidas además de usar el ordenador en el comedor, le dio pio para dudar de nuestra moralidad. inmoralité? Pregunte para que me confirmara la palabra. Pues sí, confirmado Jes y Vic son unos amorales incluso para Kikí no solo por ser usuarios de explanadas de iglesias también por usar las de los auberges. Ha sido la primera no-onda en toda regla con un nativo africano por no sabemos muy bien qué. De haber estado Willi, con más visión de mercado, posiblemente eso no habría pasado. El estaba interesado en hacernos un buen precio para hacerle propaganda del sitio. En lugar de eso no lo vamos a recomendar encarecidamente aunque sí tienes todas las ventajas dichas y las duchas funcionales Los espaguetis de René al punto y las ponme sautés, también. René por cierto le ha pedido correspondencia personal a Vic, siempre que yo no me enfade. A Vic siguen saliendo admiradores ahí donde va. René nos contó un poco de su vida. Tiene dos esposas en Cotonou que viven por separado cuando él esta desplazado por razones de trabajo, aunque joven sufrió un ictus que le dejo una cojera bastante disimulada por estrés profesional.
Como siempre todo hay que hablarlo al detall, incluidos los imprevistos. A partir de ahora las próximas veces que usemos próximos lugares, desde el bar más misérrimo al local más majestuoso pediremos a priori que nos concedan la conexión eléctrica a cambio del consumo. Inexplicablemente creen que la energia necesaria para accionar un ordenador portátil debe ser la misma que la que se necesita para toda la iluminación del lugar con algunos cientos de watios repartidos por decenas de lámparas, una lavadora en centrifugado permanente o que ´se yo. A Kikí le explique hasta donde pude un par de cuestiones de electricidad y traté de hacerle entender que gracias a su actitud perdía además de unos clientes el beneficio de las cenas que habíamos encargado un rato antes y anulábamos por su actitud y los siguientes días que íbamos a estar y no lo haríamos. No me importa en absoluto, nos contestó. No era cierto, sí le importaba y mucho. Si se enfadó por el consumo de unos céntimos de franco, en realidad por nada, ya que el grupo electrógeno consumo lo mismo con una parte o con todo su potencial de watios de salida agotado. Si alguien va por sus instalaciones con ordenador portátil que recuerde nuestro precedente. En cuanto a apuntarlo todo a una lista de pago demorada para satisfacerla al final resulta más complicado repasar las cuentas el último día que pagar consumición a consumición. No fue asi en Chez Alice, pero ella es una suiza con métodos suizos. El lugar de todos modos tiene su valor micro climático a pesar de Kikí. Por las mañanas sopla el viento salvo tras una noche de lluvia y un aerogenerador acabaría con las suspicacias de una lince en electricidad como ella. Lo admitimos: nuestros hábitos de vida no tienen porque complacer a todo el mundo. Más bien complacen a pocos. Montar nuestra mesita para desayunos y comidas y montar una hamaca entre árboles le debe haber parecido un exceso de recursos para la cuota de 1000 diarios por estacionar el vehículo. En efecto lo son.

Neo Viajando

Rio, banistas y lavanderos/as
Frondosidad de Benin

Tanguieta 19 marzo 2008-Tanougou 21 marzo 2008
Desde que el mono desnudo sintió frio y necesitó descender de los árboles, erguirse y usar algo más sus manos para buscarse la vida, su radio de exploración no ha parado de crecer. Desmond Morris lo describe convincentemente. Su primer viaje bien pudo ser el que va de la rama al suelo. La necesidad determinaba el movimiento. Antes que un homínido, una ameba también podría haber elaborado esa teoría si hubiera tenido cerebro para ello. Necesitar algo que no se tiene cerca te lleva lejos. Esa es la esencia del desplazamiento. Los trasiegos del ir y del venir responden a la lógica aplastante de la supervivencia. Desde los pequeños desplazamientos urbanos a las grandes odiseas, éxodos y diásporas que recoge la historia, un bípedo andante (eso incluye cuando va en autobús, metro, taxi, bici, patinete, monopatín, tren, carrilete, silla de ruedas, funicular, trenecito minúsculo para niños en parques, triciclo, moto, quak, coche, tractor, o la espalda humana cuando eres bebé africano a bordo de tu mamá)no para de moverse tras sus deseos y los objetos que necesita, esto implica ir tras las geografías y las personas que se los puedan proporcionar. No hay mayor lógica que la de ir hasta el pozo a suministrarte agua si su conducción no te llega hasta tu cocina o ir a una zona fértil a cultivar si la tuya está esterilizada con sal porque un tipo llamado rey te castigara así o ir al encuentro de experiencias y trato humano a países distantes que no puedes encontrar en el tuyo.
El viaje no lo ha inventado el viajero moderno ni viene así categorizado a partir de una determinada suma de lugares y países visitados. Desde que hay movimiento hay viajes. En la loca sociedad urbana hay taxistas, camioneros, autobuseros y ambulancieros con cuentaquilómetros que rondan el millón , lo cual dividido por unos 40mil, a ver, a ver, da para unas 25 vueltas al planeta y que sin embargo no se han movido de su zona o de unas pocas zonas en las que han desarrollado sus actividades profesionales . De todos los viajes clasificables el que se repite cada día, así toda una vida de trabajo, para ir del punto A al punto B y del punto B al punto A, siendo A el domicilio y B el trabajo, constituyéndose en el recorrido más estable a parte de otros trayectos menos usados, en la mayor de sus rutinas, la coherencia no es precisamente lo que más brille en su ritmo. El dios dinero detrás de ese calendario rutinario amordaza la mente para pensar en algo más. Puesto que el concatenado de la premisa de trabajo-dinero-satisfacción es incuestionable pensar en otro prisma es imposible para una mente con las neuronas contadas.
Pasarse horas en los metros, trenes y buses a parte de dar tiempo para practicar caras de gusarapos no da para mucho más. Despues de siglos de haber sido inventada la imprenta sigue siendo una minoría la que utiliza estos tiempos muertos para leer o para entablar conversaciones interesantes o si ha tenido la llamada búdica hacer de santón transfigurado y practicar la levitación en loto postural sobre el asiento compartido. Durante mi vida de viajero de cercanías tomando cada día el tren, no recuerdo demasiadas conversaciones de interés que entraran por casualidad en mi campo acústico procedentes de compañeros desconocidos de trayecto.
Tenemos pues el concepto Viaje: corto o largo, rutinario u original, cotidiano o episódico, compartido o solitario, que busca satisfacer unas necesidades y luego tenemos el concepto Viajero cuya variabilidad de perfiles va desde el que solo necesita unos pantalones cortos, zapatillas y tshirt deportivos y una tarjeta de crédito en el bolsillo para asi correr de Kiev a Faro, porque eso es lo que le mola; al mochilero de autostop que se convirtió en una icona del asfalto europeo y norteamericano. Se puede viajar de cualquier manera y prácticamente a cualquier parte. Si no llegas un día llegas otro. Contarle al no viajero el significado del viaje fuera de rutinas es muy complicado. Resulta más económico desistir y abandonarlo a sus 13 obsesiones. En general, el prurito del por qué racionalista del que interroga, con las picanas de descargas eléctricas en una mano y la cachiporra en la otra, acerca del sentido de un viaje, no hay respuesta que lo satisfaga, ni libro de aventuras que lo colme. A ese interrogador le podrán más sus interrogantes que no recibir la fluidez de una experiencia distinta a las que ha conocido. Probablemente de niño no tuvo la suerte de leer cuentos o de tener una abuela barra abuelo en la familia que le excitara la imaginación. Quien pasó la etapa infantil sin dedicarse al mundo imaginario difícilmente podrá tener una vida adulta en la que recoger sus réditos.
Viajar sin un plan trazado, como el de los itinerarios propuestos por una agencia de viajes, es una manera distinta de viajar. No saber donde dormirás a la noche siguiente no solo en cuanto a recinto sino tampoco en cuanto a población o levantarte muchas mañanas y tener que recordar por un instante si estás en una población u en otra, o incluso en un país u otro, tiene sus regustos recónditos. Forma parte de la lógica de la improvisación, algo que para quien quiere tenerlo absolutamente todo asegurado y previsto, incluida la vida eterna, no le puede entrar en la sesera.
Si el viajero del punto A al punto B, que bien puede ser el que va de casa al templo y el del templo a casa, se pregunta por el viajero de larga duración que no tiene suficiente con las letras de su abecedario para describir sus itinerarios, declara en ese otro su incoherencia pega bastante con aquel de la viga en el ojo propio y la paja en el ajeno. De la leyenda jesúcristiana nos ha quedado esa poderosa evocación plástica. Ya entonces, pero cabe especular que desde mucho antes, siempre hubo gente entregada a hacer picadillo a los demás sin ponerse a pensar que su body no serbia ni como carne enlatada para mascotas. El único modo decente de practicar la crítica es con la autocrítica. Me continuaré riendo de los demás y de sus barbaridades cuando toque porque yo soy el primer objeto de análisis y autopsia crítica en mis observaciones. ¿Vale? El viajero, al tomar distancia de sus orígenes, sus compromisos cotidianos, su casa, su barrio, su familia, y de la sociedad ordinaria de pertenencia de la que conoce sus controles experimenta un éxtasis cuasi teresiano, una especie de libertad sinfónica que lo saca de toda postración y le da alas de avioneta de papel para flotar por encima de la mundanalidad. Es asi que viajar significa reexperimentar la libertad perdida y esa libertad te lleva a vivir experiencias que en la vida de ubicado permanente no haces o no te planteas. Es así que en nuestra localidad no somos visitantes de iglesias y en alguna no hemos entrado nunca ni entraremos y en cambio de viajeros seguimos con la formula de visiteurs des temples (desde las catedrales a los corrales pero cuya lista nos gustaría que fuera extensiva a cualquier otra con un buen patio) que no significa absolutamente nada pero que sigue sonando bien. Expresión verbal ante la cual los pasteurs o freres o quienes sean ponen cara de ¿lo cualo? pero que nuestra persuasión les cierra los labios. Ahí donde el catolicismo internacional tiene una pica en Flandes, un edificio congregacional (el vaticano es la primera empresa del mundo en cuanto poder económico estimando solo el valor patrimonial, artístico e inmobiliario de sus establecimientos) nosotros vemos una instalación, una explanada, un sosiego, una sombra frondosa, sin quitarle un cierto valor espiritual, ¿por qué no? a partir de devotos convencidos que hacen sus ritos sin 0olvidar que llenan las arcas de la iglesia. Mi respeto a su devoción es tal que no tengo ninguna objeción que se arrodillen, se tiren prácticamente al suelo, oren en voz alta cantinelas incomprensibles de contenido mientras yo trabajo en mis relatos con el ordenador sobre el pequeño arrodillador a modo de confesionario que los prêtes de la iglesia de la cueva Ave María en Dassa me proporcionaron dentro de la misma iglesia para hacer uso de la toma de corriente. Ningún inconveniente por mi parte que unos recen al lado mientras otros imaginen lo que sea a unos pocos metros. Esa es la verdad de la vida: lo que se hace en una habitación puede ser lo opuesto de lo que s hace en la contigua. ¿Irrespetuosidad? Ninguna. Tan solo una tácita demostración escénica de la riqueza plural de conductas del ser humano. No es una manera de tirar piedras al tejado que te cobija simplemente de señalar todo lo que puede albergar el cobijo. De todos modos ahora en África nuestro tejado es el de una chapa de milímetro escaso que nos separa de los cielos y que viene en el lote de la carrocería de nuestra furgo. El viajero que callejea termina por utilizar los recursos disponibles según cada lugar. Estacionar en una calle, como también lo hacemos o en un albergue como también lo hemos hecho, no nos impide criticar la política urbanística de la zona o la gestión hotelera del lugar que vamos como clientes. ¿Por qué deberíamos hacer una excepción con católicos, protestantes, testigos de Jehová, islámicos y el resto de peñas que administran fes y credos a distintas dosis, incluidos los animistas? El común denominador es que siguen metiendo en el engaño permanente a la población crédula lo que no quita la bondad humana, cuando la tienen, de sus sumisos creyentes. Nos ha tocado vivir en un mundo religioso en el que hemos atestiguado como en las culturas y zonas más depauperadas la iglesia más estúpida tiene clientela. En la pista de tierra hasta Kerou una mujer de una de esas iglesitas con un nombre ostentoso, algo así como paraísos de adoración de dios salió a nuestro encuentro para que descendiéramos y la visitáramos. Tener blancos en su recinto aunque fuera por unos minutos lo hubiera prestigiado. Nos excusamos para no prestarnos al cromo. Hay tantas iglesias que pone en entredicho el concepto de virtud de todas. Puesto que eso significa millones de feligreses y decenas de miles de centros de oración y culto no podemos hacer como si no estuvieran ahí. Nos los encontramos en la calle. Pasamos por delante de ellos. Incluso en el último, en la católica de Tiangueta, el portero nos abrió la cancela al pasar con la furgo lentamente por delante sin que estuviera pedido pernoctar una segunda noche. Reconocer la cortesía por un lado no nos impide objetar críticamente el potencial psíquicamente perverso que afecta a todo clientelismo religioso. Los viajeros de l futuro, diosmediante dentro de un par de milenios si el planeta no se ha roto antes, que sigan encontrándose templos pero ya reciclados no como centros de rito sino como arquitecturas de visita o recursos culturales, no tendrán que perder el tiempo como lo estoy haciendo ahora con esa digresión de ateísmo militante en el que vengo abundando desde la adolescencia y que mi espiritualidad posterior no ha conseguido devolverme a ningún dios en el que creer aunque su citación como personaje de leyenda tenga un interés narrativo.

En Tanguieta los cybers no funcionan. Parece que es un problema de todo el país. Despues de una hora y pagar religiosamente en otro, el del centro de dirección del parque, sin que tampoco funcionara nuestro billete de diez mil desapareció con Celestin, el encargado del lugar. Reapareció una hora después, sí, una hora, con la vuelta. Mientras tanto Cecile, una voluntaria del mismo lugar, veinteañera y sexy, se sentó prácticamente encima de mí en la butaca del ordenador central. Mientras progresaban los minutos y el cuerpo inocente de la chica con la que hablamos de sexo y virginidad con Vic, se nos planteó la cuestión de tener experiencias sexuales con nativos. Mi mano no fue mas allá de su nalga para no crear una situación que luego no pudiera resolver.
-de viajar solo, yo las tendría o trataría de tenerlas –le dije a Vic- Si no lo hago es porque sé que no te gusta y lo pasarías mal.
-A mi también me gustaría tener una relación con un negro –me dijo-
Parece que andamos empatados. Supuestamente nos hemos dado permiso para ambas experiencias, ella la suya, yo la mía. Los hombres africanos, más que las mujeres, son esbeltos y musculosos. Encontrar una chica con los pechos firmes y la suficiente seguridad genital no es fácil. Cecile, que con 20 años sigue siendo virgen, podría ser la ocasión esperada. La invitamos al lugar del que nos hemos hecho clientes, el bar Sowetto, con un jardín agradable y música de clips africanista de estilo Reggae. Tiene una especie de chapa gigante iluminada en la puerta que pone Gulder. 3 conocidas suyas se sentaron a la mesa apuntándose a la invitación. La limitamos a ella que es a quien se lo habíamos dicho. Las otras parecieron entenderlo y se fueron sin molestarse. Compartimos el arroz integral que había preparado durante la hora de espera de la devolución del cambio comiéndolo en la misma mesa del bar que aunque se anuncia como restaurant no prepara ninguna clase de comida. Esa es una recurrencia: muchos lugares llamados restaurant no tienen comida y otros que anuncian el famoso cartel romboide de Flag tampoco tienen flag. Cada vez que sucumbo a una cerveza alternativa, la beninoise, la nigeriana Star, tengo motivos de queja. Incluso la Guiness, la sopa guiness, es para determinadas ocasiones extras.
Cecile nos invitó a su casa y pasamos una agradable velada con su familia en su patio: lugar eje donde se hacen las conversaciones, donde están los fuegos de suelo y donde se come. Probamos el choucoutou, una bebida fermentada a base de mijo. Uno de sus hermanos, Ibrahim, que ha estudiado español y es profesor de lengua en una Primaria, nos puso al corriente de salarios y tasas. Una casa como la suya, que tiene categoría de choza en cualquier ciudad europea, sin prácticamente muebles, paga 25mil cefas a laño de contribución municipal por una ayuntamiento que no ha hecho nada por su calle y su salario mensual como becario es de 45mil francos. Las mujeres de la familia preparando distintas clases de mejunjes a oscuras con fuegos de suelo y las típicas cacerolas ovaladas de aluminio fundido pueden obtener 500cefas por día como dinero complementario. El nivel de miseria: total y absoluto. El rato que pasamos corroboramos que su paz fue radiante y extraordinaria. Su energia de tranquilidad era total. En silencio me sentí avergonzado por las tensiones que como occidentales no dejamos de arrastrar. Vic y yo llevando un reguero de discusiones por cuestiones administrativas del viaje y de nuestro espacio dentro de nuestro habitáculo. Intuí que las discusiones de esta familia en todo un año no deben alcanzar ni siquiera la intensidad de una de nuestras broncas domésticas cuya puesta en escena es más frecuente de lo que nos gustaría.

Hemos descubierto un Clac. Estaba equivocado, en Benín también hay un proyecto para extenderlos, pero es en el nordeste el lugar donde están más implantados. Nos hemos puesto a usar uno. El bibliotecario, Jean Marie, nos ha permitido que traigamos nuestra bandeja con el desayuno para que lo tomemos dentro. Le sugerimos que organice una conferencia a nuestro cargo para hablar de Europa y la solidaridad.
Nos abastecemos de agua de bolsas de medio litro que resulta ser bastante mala y también de botellas de plástico de litro y medio, marca Fifa, mucho más cara, pero más aceptable a nuestros paladares. Compramos un fornó de alambre que venimos viendo desde Mauritania. El que compramos viene de Burkina. Es la alternativa al fuego de picnic que usan los turcos y que compramos en Turquía el verano pasado y usan para el kebab con fuego de astillas. Algo que necesita una devoción turca que nosotros no conseguimos igualar la vez que lo probamos. El fornó de alambre funciona con carbón y es para las teteras. Debe ser uno de los objetos más logrados para la supervivencia de mínimos.

Más noticias de Rafa de Difisa. El envío de la pieza es de unos 60e y la pieza, el cubre polvos, unos 35. Eso, traducido a cefas, puede dar para despanzurrar otras 8 veces la furgo tal como lo hemos visto las dos anteriores con mecánicos abnegados aunque algo cazurros. Desde las dudas de Lomé hasta ahora hemos hecho casi 1000kms y parece que no hay problemas. De otra parte nos hemos metidos en una zona de pista dirección Batia, que en necesidad de rescate o reparaciones la cosa se complicaría más. Nuevas resonancias de origen desconocido de la furgo aumentan nuestra alarma.
Estamos neo-viajando, en una fase ya completamente distinta de este viaje africano, que por incoherente que pueda parecerle a un ente anónimo que nos ha puesto a caldo (tampoco exigiremos que toda pedrada tenga que llevar la firma de la mano escondida que la ha tirado), nos está dando una visión multicolorida de esta parte de África en la que nos sentimos muy cómodos. Nos estamos divirtiendo. ¿Alguna objeción? No hay día sin contacto humano que por muchos motivos es gratificante. Acéptese una primera formulación para encerados con déficit de fórmulas atrevidas. En la Europa chic una menor cantidad de contactos humanos producen más fricciones y broncas de intereses que en el África, donde el ritmo y la pausa crean una especie de beatitud permanente. Siempre, claro, que no les des a un africano un volante y un coche o un artefacto que conducir, lo cual lo
frankesteiza radicalmente. No confirmamos nuestra condición de neo-fenicios, tampoco la de neo-fariseos ni neo-filisteos, por el hecho de haber cambiado unas cuantas gafas de sol baratas por unos cuantos litros de gasoil en Dakhla o haberle regalado unas al soldado de las fuerzas militares descontrolados del norte de Costa de Marfil (cuanto más daño le hagan a los ojos mejor, más errará sus disparos contra inocentes). A los fenicios que no se les toque. Quizás para la visión no panorámica del cliente de altares de la actualidad, un viajero transmediterráneo de aquella época que cambiara a los de Gadis palurdos del momento su oro por los espejitos de aquellos, pueden parecer un intercambio abusivo. No estamos al corriente de las bolsas de valores actuales ni de los precios de los espejos de metal de aquel tiempo, tampoco del oro, lo que sí sabemos es que el valor de una cosa es relativo y mientras al que a unos les sobraba el oro pero las faltaba la imagen biplana de si mismos; a los otros, magos del comercio, no desaprovecharon la ocasión, El comercio internacional y nacional sigue haciendo algo parecido. Vender a alguien lo que necesita para obtener a cambio un beneficio ventajoso, Desde que somos neonatos nos dedicamos a buscar el mejor partido a cada situación. Cambiamos de teta empujados por esta idea. Esto es tan cierto como la ley de la gravedad: todo termina por dar con los morros en el suelo por muy arriba, atmosféricamente hablando, que se eleve. En nuestra aventura geográfico-literaria de neo-hippies, neo-místicos, neo-fantaseados y neo-logísticos no hemos tenido que pasar por ninguna oficina para que se nos coherentice el viaje. Alguien nos ha soplado que el certificado de coherencia lo administra una secta neo-evolucionada de antiguos moralistas que conscientes de que hablar de bueno/malo ya no se lleva porque se les veía el plumero de píos en una mano pero la antorcha de la pira incineraría de brujas en la otra, han decidido sofisticar el lenguaje poniendo palabras más doctas como coherencia e incoherencia de las cuales la mismísima comunidad científica tiene serias reservas en utilizar. Ahora resulta que hay tocados escapados de confesionarios a los que les encargaron cien auto latigazos a la carrera antes de devolverse a sus oscuras casas con rendijas en las ventanas, como la de Bernarda Alba, que montan su oficina para los tales certificados. Mientras la ley no obligue a pasar por ellas nos las saltaremos sin brindarles la menor atención salvo para entresacar el material literario posible con el que pasar por otra vuelta de rosca más a perdonavidas de los que estamos hasta los mismísimos. Señalarle a Cyrano de Bergerac la longitud de su narizota dio la oportunidad a uno de los más bellos pasajes literarios en los que el atacado convirtió a su insultante en un estúpido en letras al proporcionarle un amplio repertorio de adjetivos y vocabulario de los que carecía, evidenciándolo en su ignorancia. Sí, inspirados por Cyrano, nos reconocemos neo-plásticos, neo-cósmicos, neo-imperfectos, neo-espaciales, neo cilíndricos, neolíticos y neo-viajeros, siempre que al cajón de certificados timbrados de nuestro moralista secreto no le suponga ningún estropicio.
En cuanto a regalías, desde que hemos iniciado la fase de sosiego en nuestro trayecto, ni nos piden tantos regalos ni nos quedan tantas cosas para dar. Llevar unas docenas de gafas de sol no fue tan buena idea. Las gafas de sol cumplen la función metonímica de representar a la ONG que nos las dio y por extensión al mapa oenegero. De acuerdo estropean los ojos. Para eso hace falta una condición: ponérselas. De adolescente recuerdo haber pasado por las capulladas de usar unas cuantas de baratillo. ¿Recordáis aquellas que eran de espejito y te daban un aire misterioso de pijo con alpargatas? No creo que todas ellas sumadas las usara más de 7 días en total. Tuve que aprender por mi mismo que la alternativa al sol para ojos claros no era usar gafas de quiosco. A África las gafas de sol llegaron mucho antes que nosotros y a menudo vemos muchachos con escaparates móviles llevándolas en la cabeza. Se venden. Las traídas por nosotros son de lo peor que he visto en mi vida, no por ser plásticos de color, (no más terribles que el papel de color de algunos envoltorios para ver eclipses solares) si no por lo mal hechas que estaban, algunas simplemente se rompían al desenvolverlas. No creo que hayan aguantado encima de ningún puente de nariz más de una tarde. El impacto contra la raza humana habrá sido imperceptible. No somos tan malos pero sí hemos aceptado ya que no se puede aceptar donativos de empresas de materiales que les sobran por no tener la calidad suficiente para la venta y llevarlos a África en lugar de tirarlos al basurero para reciclar, que debería ser su primer y único destino.

Antes de dejar Tanguieta concretamos una conferencia para el martes con el bibliotecario en una interesante sala adjunta y tomamos una cerveza en el bar del stop de Confort bus. Allí jugamos con los niños, hablamos de escobas con una de las chicas (prefiere la sin palo que la de palo porque con aquella va más rápida en la tarea) y le propongo un intercambio de camisetas a la dueña. La de ella una amarilla con el logo de Flag (sospechaba que terminaría por ostentar una bandera en mi vida despues de haber repudiado las dos rojigualdas, la blaugrana y la de los boinas verdes) y la mía, una rojo con un logo de garabato que los genios del fórum 2004 de Barna decidieron elegir. Nos sacamos las camisetas ahí mismo y nos las ponemos usadas. Foto para el memorándum.
Damos un paseo por el mercado, compramos carbón (la teca del fornó) a 100 cefas la palangana y una botella de granadina para mezclarla con el agua mala y hacerla más bebible. Luego compramos en otra tienda otros 18 litros de agua en 12 botellas de plástico, al menos bebibles, para lo cual hemos esperado dos horas a que abran. Es una tienda que tiene productos de importación, también el agua Evian a 1200 cefas la botella, Venimos confirmando que el agua bebible es más cara que el combustible para hacer andar vehículos a motor.
Con suficiente agua, carbón, fuego de alambre y entusiasmo aventurero nos metemos por una pista de baches hasta Tanougo, 35 kms despues. El problema de la pista de tierra no es que no esté asfaltado sino que tengan líneas paralelas elevadas dejadas por las marcas de los 4x4 cuando el suelo esta blando, esto te mete en un ta-ta-ta-ta continuo con una vibración de la que se resiente todo el chasis y que hace desagradable el recorrido por lento que conduzcas y te encalla la conversación en la silaba más cacofónica: quequequequé me decías? Llevamos a un autoestopista, un joven estudiante, con nosotros. Hoy empiezan sus vacaciones de pascua, que son de dos semanas. Antes de proseguir nos detenemos en la zona de la cascada y pactamos el precio en uno de los auberges que en realidad es un campamento para cazadores. Durante la cena de la primera noche un grupo de hombres con uniformes militares que hacen la guardia del dueño del establecimiento que tiene casi 700 hectáreas en el perímetro del parking que tiene una cuota permisible de caza de boeufs y leones por año vienen a informar de la muerte de un elefante, tal vez por viejo o enfermo. Hablamos un poco de todo. Es Willi. Su esposa Kikí habla algo de español. Hablamos de polio y de tejido con un amigo visitante que es médico o profesional sanitario Michael. Pasamos un día entero sin salir de reposo y otro más. La altitud del lugar y el riachuelo permite pasar noches agradables en las que podemos dormir de una tirada. Me permito el lujo de una ducha por la mañana y otra por la noche antes de acostarme, también alguna otra extra durante el día. Willi nos ha ofrecido una de las habitaciones, que en principio nos alquilaba por 8mil francos por nada, ya que no tiene más clientes que nosotros. Preferimos continuar durmiendo dentro de la furgo.

martes, 18 de marzo de 2008


Venta de aceite para motos Anunciando la peluqueria, furgo al fondo

TANGUIETA, 17 de marzo de 2008
OFICIOS

Es una ciudad muy grande con amplias avenidas de tierra y de asfalto. Parece preparada para el turismo que viene a visitar el Parque Nacional de la Pendjari y las cascadas que se encuentran alrededor. Al mismo tiempo, conserva el sabor de aldea con las casitas circulares y rectangulares de arcilla y paja, fundidas en las anchas calles de arena salpicadas de sólidas casas de notables, el ayuntamiento, edificios oficiales o colegios.

Llegamos a esta villa a las 14h, el calor era tan sofocante que incluso la brisa intermitente sólo traía más fuego al ambiente. Después de un agradecido refrigerio de coca cola y cerveza en un paiot circular. Nos adentramos en la pequeñita y deliciosa biblioteca de enfrente donde unos niños hacían que leían cuando la bibliotecaria los vigilaba. Finalmente, los juegos se han pasado de la raya y han tenido que salir del edificio. Sólo estamos nosotros enchufados a nuestros ordenadores respectivos con la empleada que vigila detrás nuestro, con cierta envidia y admiración todo lo que hacen nuestros veloces dedos; cuando he sacado mi memory steak me ha preguntado si lo vendía, ella no sabía para qué sirve, pero por si acaso, lo pide, el tic africano...

Jes no se encuentra muy bien, esta mareado y con ganas de vomitar, parece que la última Gines le ha fastidiado el estómago; como también compartimos inicio de diarrea, nos suministramos dos bolitas de “Antimonium Crudum” con el fin de evitar males mayores.

Fuera, la gente y los autobuses de todos los tamaños atestados de bultos y de gente no se amedrentan por el ardiente ambiente callejero. Bajo los más frondosos árboles, las mujeres-cocineras venden sus producciones de espaguetis o arroz, con picantes salsas a parte, en neveras portátiles que colocan en mesitas ocupadas por grandes palanganas de acero brillante y cubiertas con inmaculados paños: una para el agua limpia, otra para lavar los platos y otra para los platos y cubiertos limpios; en un banco alargado comparte charla con quien quiera, esperando que pique un cliente. Cuando termine de venderlo todo (que puede ser en noche cerrada a la luz de un minúsculo candil de gasolina), transporta todas sus palanganas en la cabeza y la nevera en la mano.

En diminutos locales, tanto hombres como mujeres, anuncian sus confecciones, son costureros/as que exhiben sus prendas y están infinitas horas sentados delante de sus clásicas Singer de pedaleo mecánico. Parecen las casitas de las antiguas porteras urbanas que, desde la oscuridad de su habitáculo, vigilan sin ser vistas casi 12 horas diarias. Después están las peluqueras ambulantes que se acercan a cualquier local abierto para atender a sus clientas que, pacientemente, soportan la manipulación de sus encrespados y duros cabellos: unas cubriendo todo su cráneo con trencitas, otras, implantándose pelucas de pelo liso con algún color, o con trenzas artísticamente historiadas; en cuanto a las niñas, es admirable su abnegación en las horas que sus madres o las profesionales emplean en domesticar sus cabellos con diminutas trencitas separadas por innumerables rayas y cuernecitos envueltos en serpenteante plástico que le dan rigidez, pareciendo graciosos demonios; a las más pequeñas les hacen moñitos por toda la cabeza adornados por cintas multicolores. Así, tomándote una cerveza te puedes entretener observando el arte y la paciencia de este oficio. Pero también puedes acudir a las innumerables peluquerías de hombres o de mujeres que se anuncian ostensiblemente en cualquier punto de la ciudad.

Después están las innumerables vendedoras que transportan en sus cabezas todo tipo de productos de la tierra: mandiocas, mangos, aguacates, cocos, piñas, plátanos (hembras y machos que son para freír), tomates, huevos duros, agua en bolsitas dentro de neveras portátiles, en una gran calabaza hueca, un líquido fermentado muy fresco que nunca nos atrevimos a probar. Después los chavalines que también venden agua en neveritas y helados de leche en bonitos carritos en bici, uniformados y con una bocinita anunciándose.

Los hombres, entre reposo y reposo, también trabajan y duro: niños limpiabotas, herreros, carpinteros mostrando sus camas y puertas en plena calle, mecánicos de martillo en ristre como los que desarreglaron nuestra furgo, los que fabrican el carbón vegetal, los leñadores... Y por último, las y los regentadotes de bares compuestos por decenas de personas (generalmente parientes entre ellos) que tertulean o dormitan en sus sillas desvencijadas rodeados de paredes desconchadas y mobiliario con necesidad de atenciones, o toilette exenta de agua cristalina y jabón; eso sí, las bebidas son abiertas delante del cliente según la más estricta de las reglas de higiene.

En África todavía podemos encontrar todos los oficios que algún día tuvimos en Europa. Ahora no nos acordamos de lo duro que fue para nuestros antepasados sobrevivir a cada uno de estos oficios sin los medios que actualmente tenemos. Pienso que darse una vuelta por estos parajes nos puede ayudar a valorar lo que hemos evolucionado tecnológicamente a costa de perder parte de nuestra capacidad de comunicación afectiva, que es lo que todavía existe en este continente.

África nos puede enseñar muchas cosas todavía, el problema es que los africanos no están muy convencidos de ello.

Yovo: el blanco discriminado




Bohicón 14 marzo 2008
Después de hacer unos 30 kms entre pista y asfalto con agujeros (lo cual siempre es peor) llegamos a Bohicón tras pasar por Ketou y Cové, y antes por Pobé y un poco antes, por Ita-Djebou, donde habíamos pernoctado en el recinto de la misión católica, no ya para sentirnos protegidos sino para aprovecharnos de la explanada, la arboleda y la tranquilidad. En Ketou, a unos 18kms de Nigeria, hemos desestimado acercarnos hasta la frontera del lado de Nigeria para conocer las posibilidades de obtener la visa en la misma frontera. De ser posible tampoco hubiéramos cruzado por aquí. Seguiremos probablemente hasta Kandi y despues volveremos a entrar en Níger. En Bohicón antes de buscar un sitio para darle a los teclados pedimos pernoctar en el recinto de la iglesia franciscana. Loren, un sacerdote de mano fofa, acepta despues de consultarlo durante un buen rato consigo mismo. El rato que dura nuestro contacto las chicas y mujeres que pasan cerca hacen ese acto de adelantamiento de pseudo-reverencia y saludo sumiso al cual él apenas responde con un vocablo.
Nos refugiamos en un bar del que somos la única clientela que nos permite conectar el ordenador al enchufe. La corriente eléctrica no es nunca del todo segura. La cortan a menudo. Encontrar un sitio que nos permita trabajar no resulta siempre fácil. A estas alturas ya no contamos con la potencia de la batería auxiliar que se descarga pronto al conectar el ordenador. Solo la estamos usando como luz de lectura. No siempre. A veces nos complace acompañarnos de la luz de las velas como anoche que Vic y yo pasamos bastante rato, sumidos en la absoluta oscuridad del entorno, hablando de la parentela y la gente conocida y amiga, los que están o encontramos en nuestros mensajes de correo y los que no están, que no por eso dejamos de recordar. En el bar donde hemos estrado más de dos horas pretenden cobrarnos por el consumo eléctrico como si hubiéramos ido a conectar un frigorífico. Tras un intercambio de pareceres admite que la cosa no va así y retira lo 200cfas de más para no perdernos como clientes. En todo caso hemos aprendido la lección. Las siguientes veces que pidamos para conectar el ordenador tendremos que añadir a cambio de las consumiciones de bebidas en el lugar. Por otra parte pactar el pago del consumo eléctrico a priori también nos lo podemos permitir.
Estacionamos la furgo dentro del recinto de la paroise de St. Francisco de Asís, una figura admirable le decimos a uno que nos viene a dar conversación. Por la noche asistimos a la avalancha de feligresía que ocupa una buena parte del patio ya que el interior de la iglesia está abarrotado. El catolicismo arrasa.
A la mañana siguiente una troupe de feligresas con la escoba sin palo barre el suelo. Hay un acontecimiento excepcional: la concentración de miles de jóvenes para hacer un estudio de la carta pastoral del ultimo papa: talleres, cánticos y todo lo demás. Un gran camión viene a primera hora con cientos de butacas de plástico que descarga para la efemérides. Nosotros hemos pasado una noche fatal por el ajetreo de varios mosquitos en nuestros oídos. Visito la capilla y la gran iglesia. Asisto a un espectáculo que se repite: mujeres que no solo se arrodillan ante el altar sino que se inclinan completamente y besan el suelo o están en la posición de inclinadas durante un buen rato con la cara a un palmo del mismo. Habría que hacer un estudio comparativo de grados de inclinación del torso y relacionarlos con la intensidad de la fe (no soy experto en eso) pero a primera vista parece que las mujeres se lo creen mas que los hombres y su devoción está a prueba de fuego. Supongo que habría que controlar los estragos que hacen toda clase de religiones en la salud social y de alguna manera intervenir preventivamente. Históricamente los estados que han proscrito las religiones no han conseguido gran cosa. Finalmente el creyente siempre tiene la coartada perfecta ante sus innumerables situaciones de no-respuesta en la vida: el señor omnisciente sabrá lo que yo no alcanzo a saber.
Seguimos rodando tranquilamente, por la arteria principal del país, hasta Dassa. Otra sombra de mango, otra explanada soberbia, otra apropiación de terreno de la iglesia católica. Aquí hay una gruta, una leyenda. Pronto alguien se nos pega como una lapa para hacernos de guía a cambio de cadeau. Visito la iglesia y me enseña un estanque donde las mujeres van a lavar la ropa en agua turbia. Como dato curioso un cartel en francés que prohíbe el acceso a las mujeres en periodo de menstruación y con vestidos de color rojo. El chico barre con la escoba sin palo lo mismo que la troupe de las mujeres de Bohicón, donde, por cierto, el único avistamiento que pude constatar de pere Loren por la mañana fue a bordo de una atrotinada mobylette que para ponerla en marcha necesitó ser empujado por una de sus fieles. El hombre lanzado a la carrera no hizo ningún ademán de darle las gracias. Al menos este no ostenta el tipo de cochazos con los que suelen navegar lso curas por sus diócesis. No siempre. Los 4 popes de negro que vimos nada más entrar en Georgia el verano anterior a bordo de un jeep militar de color verde reciclado daba otra nota al tema de la espiritualidad eclesial. No en vano, en castellano simple se dice: vives como un cura. Hay que venir a África para ver la completa envergadura profética de tal afirmación. En Dassa, en la Total, el gasoil no llegará hasta despues de mediodía procedente de Cotonou. Entre qué decidimos lo que hacer y ponernos al día con los deberes elaborativos, estrenamos el bote de mermelada de fresa que compré en el supermercado en Portonovo. Sucumbí a la memoria de las exquisiteces que dejamos antes del estrecho de Gibraltar. Tampoco es cierto, todavía nos duran dulces con yemas de huevo de Aurora.
Ahora estamos rodeando muy pocos quilómetros por día. Menos de cien. Hacer el quíntuple o más tampoco significa viajar más. El viaje es algo relativo. El suelo geográfico es solo una excusa para cambiar de ambientes y encontrar lugares lo más agradables posible donde seguir practicando nuestra clase de vida.
Todavía no sabemos con exactitud lo que vamos a hacer. Además de la auto observación mecánica del vehículo toca considerar el tema de las lluvias. Desde antes de mediados de marzo el clima ha empezado a cambiar. Muchos días están cubiertos de nubes y puntualmente hay descargas de agua. Toca considerar también el buen número de países que hemos dejado de ver del lado oeste y las dificultades del lado este. Seguimos viajando pues sin plan de ruta, una intolerable falta de su denominación en tiempos en que todo el mundo habla de sus hojas de ruta. Viajar también es esto: saber donde empieza tu recorrido pero no por donde sigue, aunque esperamos, sí, poder seguir cumpliendo con el calendario en cuanto a terminarlo.
En la explanada de la iglesia de Dassa hay unos cuantos supervivientes que viven del cuento. El que quiere hacernos de guía lo neutralizamos con un bolígrafo, una mujer muda, no sabemos si sorda, se lleva como regalo la blusa del traje que encargamos en Lomé. Mme. Blanche a pesar de tomar las medidas con cinta métrica se quedó corta en la confección de la blusa y se pasó de la ralla con los super-pantalones que me hizo. Espero controlar mejor la situación la próxima vez que encargue otro traje. Vic solo ha podido ponerse la blusa una sola vez y sigue usando los pantalones. Decide regalárselos a la muda. Ella y el del bolígrafo insisten en que le regale el traje entero. Despues de una hora, ubicados en otra parte, todavía viene a insistir pidiendo los pantalones. Vic no le hace caso y ella le echa una especie de maldición. Los católicos practicantes de la zona no dejan de ser sincretistas entre el cristianismo y el animismo. La mujer proporciona el ejemplo ideal de los resultados nefastos colaterales del hecho de hacer regalos.
Aunque si bien es cierto que el grito pidiéndonos cadeau (por cierto cadó es una palabra incorporada a sus lenguajes nativos ya que no deben tener una equivalente para el objeto regalado que describe) ha ido declinando según van pasando las semanas, no lo es menos que nunca se extingue del todo y siempre hay quien te ve con los ojos de conseguir algo de ti no de estar interesado por ti, por tu procedencia, tu cultura o tu persona. La marca del hombre blanco discriminado es una constante incluso por lo que hace a dar la señal de alarma de su presencia cuando llega a un sitio. Instintivamente hay algo que les mueve a la autodefensa en su presencia mezclada de curiosidad y oportunismo.
En ruta, cuando veo un lugar con agua me detengo para tratar de conseguir una ducha de cubos. Ayer lo hice en una pequeña aglomeración de tres o cuatro casas pero que sin embargo tenía varios grifos de agua traída por tubería. Nadie hablaba francés. Nuestra parada llenó de sorpresa pero también de prevención. Algún gesto de algún adulto fue autodefensivo con un punzón en la mano. En el recorrido desde Pobé la imagen de jóvenes, también mujeres, con machetes en la mano por sus tareas agrícolas, es continuo. Un hombre me lleno un cubo grande y me indicó un receptáculo hecho de cañas donde podía asearme. Nadie vino a importunarme. Vic desestimó tomarse una ducha por las complicaciones que supone. Todavía no hemos estrenado la cortina de tubo en torno a una llanta como modo discreto de darse duchas en lugares públicos. Dejamos el lugar ante la expectación de niños y mayores y tras una ronda de caramelos y recogida de los papelitos. Estoy pensando que ahí donde hacemos eso los africanos deben pensar que traficamos con los envoltorios de papel plastificado. ¡qué super-raros son esos blancos! No son pocas las veces que gritan: blancos, blancos, ¡yovo!, ¡yovo!, al vernos. Es una palabra a medias entre el grito de alarma, un signo de admiración y una llamada ante la presa. Aunque muchas veces, y eso sirve también para Marruecos, nos hemos sentido discriminados por pagar los precios inflados especialmente para nosotros, no lo es menos que en la mayoría de situaciones por lo que hace a consumos ordinarios de bebidas y comidas pagamos lo que paga todo el mundo sin que nos traten de sisear.

Por el suelo geografico


Clase de tortilla espanola

Cotonou barrio Donateh 11 marzo 2008-Portonovo 13 mar 2008
Cada ciudad, cada país, cada lugar tiene sus códigos específicos que lo distinguen. Cruzas una ralla y todo es distinto. Parece un absurdo. Es un absurdo. Cambias de geografía y te encuentras con los resultados de convenciones implícitas que regulan conductas y detalles. En Togo las campanitas en las mesas de los bares para avisar a los camareros nos llamaron la atención. Las hacen con hierros soldados de los que se usan para armar el hormigón en las construcciones, al menos con respecto al mango. Nos resistimos a usarlas aunque tienen su lógica: a veces el camarero desaparece en su trastienda y llamarlo con la voz lo hace menos localizable. El europeo no está habituado al grito llano, algo más practicado en África. Tenemos una teoría: una cultura es tanto más primitiva cuantas más onomatopeyas usa y mas evolucionada cuanto menos necesidad tiene de gritar. Es así que los españoles o los alemanes tienen más fama de brutos frente a los franceses o suizos por lo que hace a su cuota decibélica. En Cotonou un detalle clave son las scooter taxi. Una infinidad de motos de pequeña cilindradas con conductores que se ponen una camisola amarilla hacen de taxistas. Es la mejor manera de moverse por la ciudad aunque contribuyen enormemente a la contaminación. Cotonou es más ciudad que Lomé y nada más llegar divisamos talleres mecánicos. Es lunes y no podemos acogernos a los beneficios infraestructurales de la Casa cultural china o del Centre Culturale Français. Nos instalamos en un buvette donde pasamos pro el ritual de cocacolas-cerveza despues de beber leche de coco recién cortado y comer la pulpa. Hemos elegido el bar justo al lado de un monumento a las mujeres que cargan en sus jofainas los cocos. Hay dos mujeres muy jóvenes, la una carga con los cocos por partir, la otra con los restos de los ya partidos. Antes de que esta se vaya el tipo del bar la bronquea por haber dejado algún resto de corteza. Le tira al suelo despectivamente el barredor de mano. Ella limpia todo y mucho más que lo ensuciado. El barredor de mano (unas cuantas ramas finas atadas en un extremo) sigue siendo el más usado a pesar de que la escoba es conocida y de haber al menos un monumento con una mujer con escoba de palo en Bobo BF. Luego vuelve a cargar su jofaina y se va. Es admirable la destreza de esas mujeres con el machete agujereando primero el coco para vaciarle el líquido y despues troceándolo para poder arrancar su pulpa a medio crecer. Con un par de cocos a 100 cefas unidad incorporas suficiente energia hasta la próxima comida. El trabajo para recogerlos, cargarlos, abrirlos y trocearlos es mucho para esa cifra insignificante.
Por un momento el gesto soberbio del hombre del bar lo quiero tomar como excusa para no hacer la consumición en su establecimiento y buscar otro modo de protesta, pero para ese momento ya he contraído un acuerdo con la brodeuse de al lado para que nos haga costuras y bolsas de telas con el resto de tejido que ha sobrado de nuestros trajes. Además nos hemos aprovechado de la mesa del bar para comer cinco cocos entre tres. Lo cierto es que los hombres a escala genérica son los que mandan y los que más ociosos demuestran ser y la mujeres las que más trabajan. Esa es una recurrencia de todos los países visitados. En Cotonou vemos por primera vez mujeres vestidas de escaqueo que hacen de policía o pertenecen al ejército.
La brodeur sigue más o menos las instrucciones dadas pero abandono mi puesto de control y confío con ella. Eso significa que en lugar de hacer una primera costura en el borde de todo el tejido antes de confeccionar la bolsa la cose directamente sin aquella con lo cual queda menos reforzada. Creo que tal simplificación es un indicativo del síndrome de la costurera. Vic recuerda las muchas escenas a las que ha asistido dando explicaciones semejantes a mi madre, costurera de toda la vida, para reciclar telas para nuestros edredones y cosas semejantes. Aunque tengo menor experiencia con costureras que con mecánicos africanos y he de decir que sus trabajos son más predecibles la impecabilidad es solo una hipótesis. De los trajes encargados el otro día a Mme. Blanche, la camisola de Vic le va tan estrecha que ya tiene decidido darla y mis pantalones son tan anchos de cintura y algo cortos de piernas que me dan un aspecto de payaso. La mujer tomó medidas de mi cintura y del largo demás piernas pero aun así el resultado fue otro muy superior al de las cifras apuntadas. De momento voy con el traje entero puesto. Es lo habitual en África: los hombres utilizan pantalón y camisa del mismo tejido
Acompañé a Eric hasta el establecimiento de Migración para prolongar su visado de estancia, está en la misma calle que los centros culturales. En la frontera tan solo lo dan para dos días escasos y aquí le dicen que necesitan otros tres para prolongarlo. En los semáforos céntricos hay una avalancha de vendedores de todo; son muchas secciones del corte inglés sobre piernas: radios, planchas eléctricas, tablas de planchar, de todo. Mientras el semáforo no cambia de color tenemos rato para conversar. ¿pero qué queréis que hagamos con todo esto? No tenemos casa para usarlo. En los postes de los semáforos vemos carteles. Son eslóganes o citas religiosas escritas sobre cartones que son respetados. En nuestras andanzas mundanas solemos tomar nota de los eslóganes que nos encontramos escritos por los sitios. Es uno de los indicativos de los pensamientos mascados en el país. En Cotonou hay publicidades ideológicas tanto de tipo religioso como civil al cargo del ayuntamiento enseñando hábitos.
Tras un protocolo extraño conseguimos usar la biblioteca del Centre Cultural Français, en la misma calle que la embajada para tener un rato de sala con aire acondicionado, tranquilidad y electricidad. El encargado de sala me dice que le pregunte al del garito de admisiones y este me chuta por segunda vez a un responsable del establecimiento que esta hablando con una blanca en la sala de exposiciones. Le pido autorización para usar la sala. Lo concede no sin hacer varias preguntas de las veces que necesitaremos usar la sala. Nuestra condición de transeúntes le convence. La cuestión es que no son pocos los establecimientos públicos en todo el mundo que aun no contemplan tal fenómeno in crescendo: el de viajeros de paso por las ciudades que necesitan leer o usar las bibliotecas para seguir con sus ritmos intelectuales o sus ensoñaciones meditacionales abundantísimas. Nos pasamos el resto de la tarde en el local donde coincidimos con Eric que retoma el libro de la cultura du pays du Fons para sacar notas. Durante la hora de la comida hemos llevado nuestros boles con nuestra propia comida al mismo bar de anoche donde tomamos colas y flag y tertuliamos. El hombre del bar nos ha sorprendido interpretando “cielito lindo”. Vic lo ha acompañado como contralto. Hemos probado los paté, una especie de bollos fritos salados de harina acompañados de una picada de tomate y cebolla. Exquisitos. Se lo hemos comprado a una vendedora ambulante que pasa por delante. Las mujeres con las jofainas o las pequeñas cajas-vitrina a la cabeza son el espectáculo continuo de las calles. Su habilidad en el equilibrio es circense. Hemos llegado a ver como al final de la jornada el equilibro de la bandeja sobre las cabezas sigue manteniéndose cuando dos terceras partes o una cuarta parte de todo el contenido ya se ha vaciado y la que queda sigue concentrada en el mismo lugar de partid, por tanto excéntricamente. Amo la estética de esas mujeres en su forma pausada de andar que se corresponde c0on su forma pausada de hablar .África: el tiempo no existe, al menos no existe como concepto. Todo termina por suceder hagas lo que hagas. La convicción popular africana de este teorema es lo que hace andar las cosas o tal vez lo que no hace andar ninguna del todo. Visito la sala de exposiciones del centro y luego el patio donde hay mesas de bar y pantalla para proyecciones. Los centros franceses suelen ofrecer cine gratis. No nos quedamos a la proyección del día. Hablamos un rato con unos chicos, uno de ellos hizo su licenciatura en Lagos, los tres nos hablan de la cantidad de asaltantes nigerianos que hay. Uno de ellos, muy nervioso, ve peligros por todas partes y se espanta al decirle nuestro modo operandi en nuestro viaje. Cada vez es mayor el numero de gente de una o dos generaciones despues de la nuestra que no tiene vergüenza en expresar sus miedos a viajar por libre y pernoctar por los distintos lugares. Otro nos pide ir a España y que no tiene prisa, puede esperarnos hasta nuestro regreso. Ante esas demandas ya no nos molestamos en explicar su incoherencia. Damos nuestra palabra-password para que nos lean y punto, ni siquiera el email.
A la salida asistimos a una bronca descomunal entre un conductor de un 4x4 que ha sido pillado in fraganti mientras conducía hablando por el móvil y los dos policías que tratan de multarlo frente a su griterío efervescente y agresividad (en algún momento ataca a uno de los policías). Estos llevan unos chalecos refractarios con lucecitas intermitentes que les dan un aire de cómicos. Aguantan la avalancha argumental del que ha cometido la infracción frente a un grupo de espectadores. Nos vamos antes de asistir al acto final. Uno de los policías monta guardia en la puerta del vehículo para que el otro no entre y se lo lleve. Seguramente este esquetch representa el África real en aquellos países en que la ley trata de ser regularizada. Otro ejemplo en el que hay que dar la razón a los malos que obviamente no lo son siempre.
Tomamos la autovía de salida que en un momento dado se convierte en peage sin preaviso. Cotonou es la ciudad más organizada de todas las visitadas hasta ahora. Hasta que no ruedas por ella no te enteras que el carril de la derecha esta enteramente reservado a las motitos, que con toda seguridad superan las de Ouaga. Es una constante africana que las motos te adelanten por la derecha y se acerquen peligrosamente a tu vehículo. No tocar o chocar con alguien no depende de la probabilística sino de las posibilidades milagrosas de cada momento. A pesar de eso decidimos cambiar de ciudad al anochecer y en hora punta, circunstancias ambas y cada una por separado de suficiente peso como para no meterse por rutas desconocidas en esa clase de países. A mitad de la autovía elegimos el carril de los camiones para poder salir ya que el máximo de altura de los otros es de 2,5 m y dudo que con nuestros bidones y cofres podamos pasar por debajo. Pagamos el triple por punibles. Unos kilómetros despues nos equivocamos tomando la carretera hacia Lagos. Damos media vuelta teniéndonos que detener dos veces en el puesto de duana en el doble sentido. Para cuando llegamos a Portonovo enseguida localizamos un establecimiento católico. Pido por pasar la noche en el patio. N’hi ha pas de probleme. Salimos a cenar al restaurant cercano. Les pommes sautés tiran mas a fritas y el espaghetti sencillo excelente. Con el dueño quedamos sin concretar en que le enseñaré dos de mis especialidades: la tortilla española de patatas, y la tortilla de harina a la catalana (una tortilla que ha evolucionado a partir de mis investigaciones aunque no me consta que Arguiñano y otros afamados cocineros la hayan incorporado a su recetario). En ocasiones nos hemos encontrado con que ofrecen la tortilla española pero que es de Ambas tortillas harían furor en el África pobre aunque ambas necesitarían la importación del aceite de oliva.
A la mañana siguiente nos enteramos que estamos junto a un colegio. Cientos de niños pasan a ambos lados de la furgo. Una voz juvenil nos despierta al leer nuestra pizarra. Un rato despues, Eric que ha dormido dentro de su mosquitera en el suelo junto a nosotros, viene a decirnos que son las 7:30. Antes de salir de la cama Vic y yo participamos de nuestro rito diario de caricias. Tras un rato de búsqueda de la llave de la toilette que se nos proporcionó a la llegada (Eric, a su cargo, la busca por todas partes hasta encontrarla en el suelo de la cabina) el agua está cortada y la ducha no es posible.
Preparamos té y café de nescafé en la misma ubicación. Invitamos a te al contable del colegio. Le pido por recargar mi ordenador. Me ofrece un enchufe pero no una mesa. Estoy unos minutos para recuperar un último texto y guardarlo debidamente en cuanto la batería de mi ordenador no ha dado para más.
Visitamos la ciudad y el museo etnográfico. Pasamos el día entre varios establecimientos: bares y cyber, también un rato en la paroise François Javier donde hay sacerdotes españoles pero con lso que no conseguimos hablar por estar en su ronda confesional. Uno de los trabajos de campaña de los curas es ir a confesar a distintos puntos. Cae una tromba de agua que soportamos sobre el suelo enlosado de esta parroquia. Aprovecho para estrenar el paraguas de colores de parchís que compramos y también para limpiar un poco los cristales y algunas partes de la carrocería. Tras la lluvia todo vuelve a relucir. Nos dejamos llevar tranquilamente por la ciudad. En el hotel de Ville preguntamos para pasar la noche en su recinto custodiado. El hombre encargado acepta tras un si destilado con una cierta lentitud. Despues de una conversación sobre animismo del que es un firme defensor (los muertos vuelven para vengarse) nos vamos al Restaurant Prsident, donde ya cenamos la noche anterior y con quienes convinimos la clase práctica de tortillas.
A la hora indicada una troupe de unos 8 esperan. Para nuestra supresa, todos los preparativos que hemos pedidos que tuvieran en una visita expresa por la mañana están a la espera de nuestra intervención. La cocina sucia pero grande, un par de paellas con mangos de tubo metálico soldados al resto. Hago dos tortillas de una docena de huevos cada uno. La de harina con unos 35cl de cerveza flag, el resto la engulle el cocinero visitante. Vic, que no puede abstenerse de constituirse en ama y señora ahí donde ve una cocina se desmarca de su inicial de condición de pinche y se ocupa de una de las tortillas mientras yo hago la otra. A final hacemos dos tortillas de harina, que presento como tortilla de pobre a la catalana, y una de patatas, la verdadera tortilla española. No han salido tan mal. Tratamos de montar algo parecido a una celebración en dos mesas alargadas para el equipo. Unos vienen, otros no. Ningún acompañamiento a las tortillas, ninguna iniciativa. Ferdinand, el cocinero, togolais, y otro ayudante toman nota. Willy, el barman vive encantado la experiencia. La tortilla española triunfa en los paladares africanos, la de harina. Algunos la prueban y la devuelven s la bandeja, sin duda la tortilla de harina necesita más investigaciones. En realidad se mejora con queso de derretir pero entonces ya deja de ser tortilla de pobre.
Willy no quiere cobrarnos las consumiciones y tras la experiencia y una conversación con el único que se queda en la mesa con nosotros, Ferdinand, para completar instrucciones técnicas y las posibilidades que tiene un local como el suyo para tenerlo lleno cada día en lugar de lo vacio que suele estar nos vamos a nuestro alojamiento por una noche.
Los guardas del recinto del hotel de Ville nos esperan como si fuéramos de la casa. Pasamos una noche con toda la seguridad. A la mañana siguiente desayunamos en la pequeña cantina del lugar. Luego nos acercamos al hotel Detente para ver las posibilidades de dar un paseo por la laguna con una piragua vontratada y alguien que nos lleve. Lo desestimamos.
Cargamos algo de combustible. En Benin el gasoil está a 430 cefas. Aprovecho una fosa de mecánico con rampa para subir la furgo y echar una ojeada a sus bajos. No advierto ningún problema en la transmisión. Nos separamos de Eric ahí mismo. El se queda en la Gare Routiere y nosotros tomamos la carretera secundaria para Pobé. Objetivo: recorrer Benín hasta el norte. Vamos pasito a pasito por el suelo geográfico.

Africanizandonos

Ouidah Benin 10 marzo 2008.
Antes de dejar Avepozo me detengo en la misma tienda de ayer para comprar otras dos abrazaderas metálicas. El chico ha rebuscado en sus suministros para presentarme otro souflet que tampoco es el ideal. Continuamos la ruta hasta Anêho en la frontera. Un embotellamiento de camiones no nos deja pasar. Nos autoexcluimos de la cola y vamos a pasar unas horas bajo una paillote. Comemos de nuestra comida, invitamos a aceitunas sevillanas a la concurrencia, alguna de las manos se lleva la mitad de lo que contiene el bol y damos explicaciones sobre como germinar los huesos para convertir el platteaux de Togo en un olivar. Yo nunca he conseguido germinar un hueso de aceituna, si alguien lo ha hecho que me cuente como. Sin embargo en nuestro pequeño patio, una de nuestras macetas hay, sigue habiendo suponemos, un plantel de olivero esplendoroso.
Por la tarde llegamos sin dificultad hasta el doble puesto fronterizo. Es la primera frontera africana que vemos con tanta actividad. Mucho trasiego de personal y vehículos. Me salto la oficina donde dejar el laissez passer togolais (en Níger tampoco lo exigen a la salida) porque todavía es vigente y sigo como un autómata con la lección aprendida el periplo de cinco gestiones en total. A saber: control de personas, el de pasaportes; control de vehículos, a la salida de un país e ídem a la entrada del otro con el añadido del documentito del laissez passer, la excusa perfecta para el atraco correspondiente. Aquí 5800 cfas. Al menos el recibo tiene impresa la cantidad cosa que no sucede a la entrada de Togo. Todo eso supone oficinas distintas y empleados aburridos que se sumergen en los libros más gruesos manuscritos que se puedan imaginar. Seguramente las generaciones de aduaneros llenando las líneas, una a una de estos libros alargados deben sospechar que tanta caligrafía aplicada no debe servir de mucho. En las paredes retratos del presidente en funciones cuyo nombre no es lo más importante pero su preludio anunciándolo como excelentísimo y doctor parece que es lo más relevante, la cinta cruzándole el tórax también tiene su encanto y su moustache con un cierto aire cantinfliano lo remata como el perfecto líder de una nación.
Entre tanta bajada y subida del coche en otra coincidencia entre nuestro pasajero y Vic abriendo simultáneamente la puerta lateral se vuelve a estropear aunque en esta ocasión es inmediatamente reparada no sé como. Nadie propondrá a los ingenieros de la Fiat para un nobel en tecnología, ¿verdad? En el paso de la frontera no ha faltado quien con un exceso de servilismo al blanco ha corrido y se ha esmerado a fondo para indicarnos donde estaba el tercer garito donde dejar la pasta y donde aparcar. No me he podido contener una bravata: j’ ai traversé plus des frontieres ce que vous traversairai jamais dans toute votre vie, je connais le protocole.Merci par votre atención, mais nous n’ avons pas besoin de votre aide. El hombrecito se ha esfumado. Todo hay que decirlo cualquier frontera del mundo es mejor que la marroquí desde Sebta, una verdadera escuela para introducir a los nómadas viajeros al mundo que les espera. Turquía, con la que sufrimos lo nuestro en verano pasado, es gloria en comparación a las que nos estamos encontrando cuyo colorido da para mucho entretenimiento. Si alguien anda escaso de imaginación le propongo que venga a vivir una temporada entre dos fronteras como la de Togo-Benin que comparten explanada y sol y movidas. Cualquier negocio puede triunfar aquí: echadores de cartas, vendedores de bolígrafos y rellena impresos. El encargado de pasaportes me ha pasado directamente los impresos para que los rellene en lugar de hacerlo él. Cada vez que presento el pasaporte de Vic añado su condición de handicapé por su no presencia. Ella vive el espectáculo desde la cabina mientras me ve a mi ir saltando de mesita en mesita de los panoli como el saltimbanqui que soy. Me he hecho acompañar en toda la gestión por Eric cuyas pintas de hippy alocado (cabellos largos pero flojos y con coronilla prominente: la edad no perdona) he estimado que podían poner una nota de color al sufrimiento del nómada en plena encrucijada burocrática.
Entramos en Benín y nos dejamos atrapar por un cambio total de paisaje. Palmerales, otro tipo de casas con tejados de paja o hierbas, pescadores… De entrada la gente nos parece bastante semejante a la togolesa. Nos sentimos desde el primer momento con total comodidad. Seguimos hasta Ouidah, a unos 40 kms antes de Cotonou, yo con los dedos cruzados por los apaños de la transmisión. Aparentemente todo suena igual aunque el coche presenta novedades : un nuevo ruido relacionado con la puerta lateral que no sabemos exactamente de donde procede y uno de los cristales laterales de los que se abre en forma corredera que no cierra bien. Eso es sumamente peligroso para nuestras pertenencias.
En Ouidah aparcamos en la plaza del baobab (cuya existencia se remonta a 4 siglos atrás) frente al llamado temple des pythons. Coincidimos con una fiesta de vudú, donde un par de demonios o males vestidos de rojo persiguen con una vara a los presentes para darles caña. Nada especialmente diferente que no se practique en otras geografías europeas que juegan a persecutores y perseguidos. Aquí el animismo y la percusión lo ensalzan de otro modo, pero básicamente es lo mismo. Nos instalamos en el bar Restaurant le Vatican, el nombre justo para un establecimiento ubicado frente a la basílica que fue una iglesia terminada de construir en el 1909. Un niño espabilado se ocupa de explicarme cosas de las pythones. Tiene madera de futuro guía. Se auto propone para cuidarnos la furgo y aunque estamos sentados a 10 metros de ella monta guardia apoyado en ella. Mientras esperamos la cena que encargamos no picante, pero que finalmente viene picante (espaghettis con huevos duros) Vic va al establecimiento católico para pedirles pasar la noche dentro de su perímetro. El pere André nos recibe encantados y a Eric le da una habitación que supera a la de cualquier hotel, con cuarto de ducha privado, ventilador, mosquitera y sábana limpia. Tiene además un despacho al lado del que tomo posición con mi ordenador para pelearme a rabiar con este hache pé maldito. Y es que la batalla continua con las máquinas ni empieza ni termina con nuestra furgo, sigue con la nikon fotográfico y no es la primera vez que el ordenata me da sustos. Supongo que es su modo de quejarse por meterle mano cada día a todas sus teclas. El caso es que el documento unitario que utilizo de tránsito guardando artículos o emails para colocarlos en el blog o en blogs o enviarlos en cuanto tengo oportunidad de un cyber, al cerrarlo esta mañana con el capitulo anterior de esta crónica algo ha sucedido que a la hora de abrirlo que Microsoft se ha negado a hacerlo. Al abrirlo con Word pad para recuperarlo la mayor parte de los demás documentos se han convertido a este primitivo programa. Debo haber dado una orden que no he controlado. El caso es que para recuperarlos debo re-guardarlos uno a uno en la versión mas moderna de Word. No sé hacerlo de otro modo. En fin otra, espero que pequeña, calamidad. Afortunadamente Vic viaja con su propio ordenata. Otro hp más sofisticado, con pantalla giratoria y táctil. Lo usa menos que yo y se hace por consiugiente menos el loco. En última instancia cuando se escacharre el mío (450e en andorra ¿qué se puede esperar?) siempre podre compartir el suyo (si me deja). Al principio me pareció un exceso pequeñoburgués viajar con dos ordenadores portátiles, ahora me parece un seguro. Si falla (o roban) uno siempre puede quedar el otro. Algún otro europeo sea extrañado que nos arriesguemos a viajar con ellos. No hay nada más vulnerable que un extranjero con su ordenador sumido en sus atascos literarios en el crepúsculo en un buvette de barrio expuesto al primer asaltante codicioso con un machete rompe cocos o un martillo de mecánico.
Tras mil kms dedicados a Togo y quince días, la llamada de la parada calma esta sonando en nuestras puertas neuronales. Benín puede ser tan bueno como cualquier otro lugar para pasar una temporada. El plan por ahora es recorrerlo hacia el norte antes de decidir por donde seguir. Nos hemos cruzado, o mejor dicho nos han pasado varios vehículos matricula de Lagos con un rótulo universitario. No hemos visto a ninguno cortando cabezas a los transeúntes desde las ventanas (quizás lo habían hecho en el kilómetro anterior y ahora se estaban enjugando la sangre de las manos). Como siempre los avisos del cuidado nos llegan de distintos lados, también en referencia a Angola donde parece que el tramite de visado es complicado. La primera libertad, la del movimiento y en consecuencia la de la circulación de personas, no está nada puesta al día por estas latitudes. Mientras tanto vamos africanizándonos, metiéndonos en la piel de la gente con la que hablamos y tratamos.
Visitamos el fort portugués en Ouidah en una visita guiada que se explica todo el proceso del esclavaje en la zona Dahomey Aunque en la ultima sala la conclusión admite que los reyes locales se prestaron a ella beneficiándose, no los responsabiliza como principal causa. Luego con Eric recorremos a pie la ruta de los esclavos hasta la playa donde eran embarcados en lo que la historia ha dejado como testimonio la porte du no reotur. Regresamos a la ciudad cuando ya es completamente de noche. Algunos motoristas nos ofrecen subirnos pero no aceptamos. Es algo acostumbrado compartir viaje y luego el pasajero compartir gastos. Eric paga una especie de deuda simbólica con ese camino que lo recorre descalzo por la arena. Algunos viandantes que lo ven sin zapatos lo bronquean o ponen mala cara.
Luego cenamos en Le Vatican que al fin conseguimos que sirvan espaguetis no picantes. Las bebidas están también superfrías. Vamos mejorando. Además nos han guardado un contenedor con la ensalada que nos ha sobrado a mediodía y que hemos preparado en nuestro cuenco de calabaza.
Mientras estamos de caminata Vic ha sido abordado por dos chavales muy agresivos pidiéndole dinero. Ha necesitado pedir ayuda a las del bar para deshacerse de ellos. En un libro sobre au pays des Fons el blanco es descrito como un tipo astuto, lleno de perfidia e insaciable. En nuestro viaje africano la etiqueta de diablo blanco nos sigue ahí donde vayamos. (…y si el niño no se duerme viene el diablo blanco y ¡zas! se come la patita chiquitita, chiquitita. Duerme negriiitooooo,).
En la basílica de la Inmaculada concepción, al lado del patio en el que nos hemos instalado por dos noches, entro a una de las celebraciones del domingo. Colorido impresionante. Lección congregacional de convivencia tranquila y de higiene. Todo el mundo asiste con sus mejores galas. Los niños guardan silencio. Después de un rato permaneciendo de pie junto a la puerta de entrada abandono la observación. A favor de los ritos habrá que reconocer el fenómeno adjunto que ocasionan en cuanto a ejercicio de relajamiento, convivencia, belleza y limpieza.
Ha caído otra tromba de agua considerable. Aunque la época de lluvias está anunciada para abril empezamos a tener alguna muestra de lo que puede suponer viajar con el agua cayéndonos encima.
Apenas tenemos contacto con televisión o radio. A ratos sintonizamos alguna local. En Lomé, Nana FM me sorprendió dando noticias de objetos extraviados, robados, encontrados o devueltos que llevaban directamente a la radio para que los anunciaran y sus dueños pudieran irlos a recoger.
Lentamente vamos africanizándonos. Vic se ha comprado un segundo traje de colores y viene usando el que le hizo la modista. Yo también llevo puesta la camisa que me hizo a la medida.

Impasse

Lome 8 marzo 2008
Las noches de los miércoles en chez Alice hay una performance de música autónoma. Al menos 20 personas nos extasiaron con sus contorsiones, percusión, cánticos y sudores, jambees y ritmos. Danzas representativas de trabajos y oficios, en una de barrenderos, en otras de pescadores. Por fin vi el lugar donde se mete la energia de los africanos. África inventó el movimiento corporal, la gestualística, la expresión total. Compartimos la mesa con los franceses: Sandrine. Patrick, Phillipe, Stephan, también alguien mas que se añade, Eric. Compartimos nuestro cava con ellos que nos aguardaba en el frigo de la cocina dejado dos días atrás. Canals y Nubiola nos trajo sabor catalano-mediterráneo a nuestros paladares polvorientos.
Jessy se ha interesado por los problemas de nuestra furgo y luego Dominique, con quien comparte viaje para la venta de una vieja furgoneta mercedes traída por este. Jessy, un quebequois, me cuenta su aventura con un antiguo Crhisler con el que viajo hasta Mexico. Ahí se le averió y tuvo que cambiar una determinada pieza relacionada con la transmisión de propulsión para la que no consiguió la sustitución original, rompiéndose poco después. Fue un niño de no más de 11 años quien le dio la solución para meter una sustitoria en una chatarrería cogiendo pequeñas piezas lo más parecidas a los trozos rotos. Consiguió regresar a su país pensando que se le rompería a cada kilómetro. Finalmente compró la pieza original, pero la tenia en reserva a la espera de que se le rompiera el apaño provisional. Unos 20 o 30 mil kms después vendió el vehículo sin haberla tenido que cambiar. Jessy dio al clavo cuando nos dijo que nosotros tenemos problemas de ricos, que en África es más fácil hacer reparaciones con coches viejos, cuyos modelos han tenido la oportunidad de conocer y de encontrar piezas de recambios que con nuevos como el nuestro. Sí, no sé de donde saco los argumentos para tanta preocupación. Un coche es solo un coche. Como curiosidad aritmética he calculado por cuantos cefas deberíamos vender la furgo en caso de que tuviéramos que desprendernos de ella. No menos de 13millones. ¿Quien tiene esa cantidad aquí? Las pizarras de la carretera de agencias inmobiliarias que anuncian alojamientos y propiedades en venta ofrecen por menos de esta cantidad villas (con la misma palabra que se usaba en español para lo mismo). Con Dominique, que esta relacionado con mecánicos nativos del puerto, quedamos para el día siguiente para consultarles acerca de nuestras piezas provisionales. Recoge la nota de ellas y quedamos para el día siguiente para irlos a ver. A la hora convenida no aparece. Una hora después tampoco. Jessy nos dice que la noche anterior bebió más de la cuenta y que probablemente no aparecerá. En efecto, no volvemos a verle el pelo ni da señales de vida. ¿Alguien tenia dudas de por qué se dice despedida a la francesa?

Conversación con Eric Duchier, otro francés incorporado a la clientela flotante, brocanter, que se ha tomado tres meses de vacaciones. Hablamos sobre africanidad y violencia. Coincidimos en las ideas del movimiento que en Francia se llama de la Descroissance con el cual se identifica. Durante las vacaciones o los viajes la gente toma distancia de sus hábitos anteriores y se permite la crítica no exenta de autocrítica.
Más de una semana seguida en Lomé, 9 días, convierte a esta ciudad en la que hemos estado más tiempo de todo nuestro recorrido. Los días se han explicado tanto por la necesidad de descanso como por las atenciones a la furgo, pero también por el impasse en el que estamos metidos. Hemos barajado varias veces las posibilidades de Ghana , hacia el oeste, o Benín, hacia el Este. Finalmente decidimos ir a Cotonou y poner a prueba la furgo. Nos esperan sorpresas. Los pequeños detalles de las reparaciones mal hechas o provisorias piden una lista para no olvidarnos de lo que nos tocará resolver en la primera oportunidad competente que encontremos: sacar el aceite de la transmisión y colocar el que le toca, sustituir los dos souflet por los originales, reponer el quinto tornillo de la rueda…Bueno tampoco son tantas cosas expuesto así.
En chez Alice basta alojarse y dejar pasar la gente. Cada mes un escritor metódico podría tener una novela terminada con los distintos personajes que pasan. Nadie desmerece en importancia. Ni siquiera el francés envejecido y alcoholizado que anda bajo una gorra de visera, unos bermudas y una camisa de colores y anda pasos pausados con los brazos extendidos y las palmas de las manos vueltas hacia atrás semejando un primate. Estamos en una encrucijada endogámica pero nos merecíamos el descanso. Todos nos convertimos en personajes de paso. Tal vez no sea lo más heroico, pero convertirse en personajes secundarios de los demás es lo más razonable. Alice es una suiza que lleva unos 30 años en este lugar. Conocida por los viajeros de toda Europa que vienen a África. Sus books caligráficos de cientos de huéspedes lo atestiguan. Cuando le pido que prepare nuestra factura me da uno de los libros para dejar nuestro testimonio de huéspedes.
Hemos pasado 9 noches seguras en el patio del establecimiento con absoluta seguridad, Un par de guardias nocturnos que se la pasan durmiendo sobre tumbonas han puesto supuestamente la seguridad. No creemos que ese tipo de guardias desarmados fueran una solución en caso de robo organizado -probablemente serian los primeros en huir- pero son pintorescos. Podíamos haber elegido alguna de los sititos cercanos al mar pero hemos preferido estar dentro de un recinto. Todas las noches hemos dormido con las dos ventanas abiertas completamente y las de más calor nos hemos bañado literalmente en nuestro propio sudor. Las almohadas y las sábanas empapadas, las yemas de mis dedos completamente arrugadas como si hubiera pasado la noche en remojo dentro de una bañera. El mosquito de las cinco de la mañana con sus mmiiiiíííízzz que nos despierta. Vengo estudiando el comportamiento de los mosquitos. Confirmo que se trata de una raza superior de una perversión sutil. No sólo te ataca en el momento en que estás más indefenso sino que además se ríe de ti permitiendo que la oigas. Elige los codos y las partes de tus antebrazos para alimentarse de ti. Sabe que el menor movimiento de brazos o manos para defenderte lo detectaría enseguida. También te mete su mordedura entre los dedos de las manos y en el cuello. Dormir con una camiseta de mangas largas se hace imposible y la mosquitera todavía no la tenemos resuelta. El calor insoportable lleva a moverme y a que la mosquitera se despegue del velcro. La alternativa es pinzarla por cuatro puntos en el techo con cuatro salientes que todavía no he instalado. Las recomendaciones desde Europa de cómo andar vestido (exponer la menor cantidad de superficie del cuerpo a esos insectos) resultan impracticables. En otras ocasiones que he estado en zonas palúdicas ya pasé por el mismo dilema: morir de calor o morir de picotazos. Por ahora las picadas y el volumen de mosquitos tampoco son tanto como para asustarse. De hecho, recuerdo más mosquitos en Bamako unas semanas atrás que no en Lomé. Pero siempre hay que contar con este mosquito ruidoso en lo más profundo de tu sueño que te arranca de los brazos de alguna hada nocturna para enfrentar el principio de realidad. El bicho molesta igual fuera de la mosquitera. En ocasiones encendemos la potente bombilla de 20w para dedicarnos a su caza. Cada mosquito aplastado nos da el balance de daños, a veces dejan una mancha negra, nos preocupamos cuando la mancha es roja de nuestra sangre, Alguien debería escribir un manual sobre la psicología del mosquito y como combatirlo. No me importaría ser su representante para ventas comerciales. La experiencia con el malarone durante una semana me dejo los antebrazos con una erupción cutánea que atribuí a mi alergia a los laboratorios. También se extendió por parte del tórax. No hay ninguna alternativa realmente, sólo posicionarse ante un daño u otro.
Las últimas noches han dado muestras de cambio climático. Nubes y viento. La tormenta ha dejado charcos en la ciudad. Lomé es una ciudad con todos los síntomas urbanos que le corresponden a las grandes ciudades. Los socavones del asfalto y los piííí-piííí de los coches y mec-mec de las motos te tocan los bajo fondos pero lo soportas como estoico que toca ser.
La división de numero de países entre numero de semanas que hice al principio, unos cuantos capítulos después de nuestro recorrido africano me resulta idiota. Cameroun está con problemas. Nigeria era otro nombre maldito, aunque en el libro de Guest de Alice veo que Charly informa que se van para allá siguiendo su plan inicial. Por email Wariebi Poberi, nuestro amigo nigeriano de Barnápolis, nos dice que en caso de que tengamos problemas ya nos dará el contacto con su familia, pero por de pronto se reserva de hacerlo.
Durante todos los días en Lomé vivo en la sensación de impasse. Hasta no ver como reacciona la Ducato en marcha no volveré a estar completamente conmigo y averiguar por donde sigue esta historia. La diferencia entre una crónica y una novela es que la segunda depende casi exclusivamente de la imaginación de autor mientras que en la primera no eres más que el escribano de un dictado que te va marcando el día a día. Sólo tenemos un gran factor a nuestro favor: tiempo por delante. Si hemos de quedarnos en África-Oeste lo único que puede pasar es que pospongamos el recorrido del resto del continente para otra ocasión. Entretanto, la vida cotidiana de los detalles nos llena de mezclas y combinaciones curiosas. Claude Ries me dice que en el puerto de Cotonou hay un gran tráfico de coches usados que vienen de Europa en cargos y que eso ha generado una flota de mecánicos para hacerles la puesta a punto. A favor de los mecánicos africanos hay que decir junto a las críticas anteriores de las que no muevo ni una coma, que son los más atrevidos. Ahí donde un mecánico europeo te dice: tíralo y cómprate otro, el africano no se puede permitir este lujo y enfrentar la situación con lo que tiene. Son situaciones donde un europeo se negaría a intentarlo. Ya comprobé algo de eso en Brazil cruzando la selva con un camión-bus que ante un problema todos los pasajeros se convertían en ayudantes de la reparación. Viejas carcasas volvían a recobrar el movimiento ante la insistencia de sus tripulantes. Probablemente existe un comercio basado en este hecho. Chatarras europeas son llevadas a África para que los mecánicos de aquí hagan lo que los de allá no harían o sólo harían con facturas inasumibles. El último salto que ha dado la tecnología hacia el campo informático todavía ha refinado más la profesión de los reparadores, los cuales se han convertido en cambiadores de piezas más que en solucionar averías. Hay dos frases que caracterizan a un técnico de informática; una es: apágalo y enciéndelo- para ver si el problema se resuelve solo o persiste-, la otra es tíralo y cómprate otra pieza sustituta porque el coste del tiempo de mano de obra es superior al cosste de la pieza sustituta. En África las piezas de recambio pueden ser tan caras o más que en Europa (no hay más que ver los precios que maneja Bruno) pero la hora de trabajo (unos 2000cfas) se puede considerar como mal pagada. Es posible que las troupes de mecánicos no sean tales. En el taller de Romeo hay unos 5 muchachos. A cambio de aprender el oficio (es un decir) es posible que acepte tenerlos pagándoles muy poco. Por cierto, cuando este me vio metido bajo la `panza de nuestra furgo le preguntó a Vic. –¿pero es mecánico también? Y luego le preguntó – ¿qué te gusta de él? (pregunta basada seguramente en la idea de que me metía en todo). Vic, en el mejor piropo de campaña que me ha dedicado en estos meses contestó: tout. No merezco tantos honores. Las ultimas circunstancias nos han puestos en situaciones nerviosas y hemos considerado un montón de posibilidades, una de ellas, la de no dedicar el tiempo inicialmente previsto al continente. La verdad es que el recorrido de toda África se me hace cada vez menos calculable. Llegar al Sur y volver por el índico exige como condición una seguridad, me refiero a la seguridad técnica con nuestro medio de transporte, que ahora no tengo. La cena con Pere, Anna y Misse una noche en la casa de Pere de Argentona brindando por un siguiente encuentro en Maputo con el presupuesto de que a él le aceptaran un contrato por cinco años de trabajo para instalaciones de placas solares y el nuestro de rodar al ritmo de 200kms día, me sabe ahora a brindis idealista. Dentro de las posibilidades pensadas es la de volver a la península ibérica volviendo por los países que hemos cruzado al bajar. Esto sólo ya significaría otros dos meses de vuelta teniendo en cuenta nuestro ritmo, las carreteras, los controles y otras incógnitas.
Entretanto las escenas del África cotidiana nos acompañan. Las camareras sirven las bebidas con cestitas en lugar de bandejas; lo venimos viendo desde Niamey. La costumbre de abrir la chapa de las botellas frente al cliente dejando la chapa puesta llama la atención. Junto a los vasos, que seguimos sin usar en la mayoría de sitios, sirven una tapa para que moscas y otros indeseables no se suiciden en sus líquidos. En chez Alice los camareros son eficientes. Richart muy atento. Avero por las mañanas el encargado de sacar el agua de uno de los pozos llenar uno de los baldes y llevarlo hasta el cuartito de la ducha. Operación que yo hice una sola vez debiendo recordar la estrategia para que el balde echado al pozo no flote y se llene rápidamente, algo que no hacia desde hacia mucho. Las demás veces he dejado que lo hiciera él. Alguno de los muchachos también ayuda a Vic con la butaca y el taburete de plástico, complementos que necesita para sus duchas. A Avero le dimos a lavar unas cuantas prendas de ropa sobrepagadas. Un poco hace de chico para todo. El y los demás forman la parte silenciosa del establecimiento pero son los currantes que realmente hacen que las cosas estén a punto. Los empleados sólo tienen un día a la semana de descanso y trabajan desde primera hora hasta última hora. Antes de dejar el establecimiento nos hacemos fotos con Alice. Eric nos pide que lo llevemos a Cotonou. Aceptamos.

En ascuas

Lomé 5 de marzo del 2008
Tras varios días de sosiego en Chez Alice cuyos rincones bajo la paillotte dan la categoría de hotel de primera con precios de tercera tenemos la cita con el mecánico acordada desde la semana anterior. Nos ponemos en funcionamiento al amanecer. Llegamos al taller de Romeo una hora antes de lo previsto para evitar que pueda no estar a pesar de tener acordado el encuentro por la mediación de Bruno. Fue él quien descubrió la pérdida de grasa en la transmisión. Al llegar, en principio todavía tengo la esperanza que la perdida de grasa de la transmisión sea por un olvido de los mecánicos de Sokodé en ajustar la goma del brazo de metal, el souflet. Una vez desmontada la pieza los dos receptáculos de goma a ambos extremos de la barra de hierra están rotos. Evidentement, e por la incompetente forma de trabajar de la troupe de inútiles del otro día en Sokodé. Me apresuré a felicitar dándole la mano al maestro de taller que subí tras la intervención que me tuvo en vilo durante más de 5 horas. Arregló –toca decirlo con la boca pequeña por si acaso- la rótula para desarreglar lo otro. Sin grasa en el mecanismo de transmisión el futuro de nuestro viaje está en suspenso. Peor aún, el mismo vehículo está en entredicho. Los 70mil kms que tiene son demasiado pocos como para pensar en deshacernos de este y comprar otro aunque tampoco sería la primera vez que nos deshacemos de uno con una cuota tan ínfima (el Peugeot 106 de Vic con el que colisiono hace unos años en el cruce para Aiguadolç tenia esa cantidad. Quedó para el desguace), De este todavía estamos pagando el crédito que tuvimos que solicitar para enfrentar los 18mil euros que costó.
Estamos sobre las brasas de la tensión. Trato de aplicar filosofía de alta intensidad para enfrentar la situación: toda adversidad –me digo- sirve para el reciclaje y ayuda a la experiencia. Finalmente se puede escribir de todo y de cada cosa y transformarlo en anécdota y entretenimiento. Un criterio maestro que anda falto de flema en el momento en que te encuentras metido en un pozo y te quedas sin uñas en sus resbaladizas paredes. Resulta difícil de operativizar el criterio mientras estas escuchando los martillazos sobre una de las piezas para separar una abrazadera metida a presión que sostiene uno de los vasos de goma en uno de los extremos del medio árbol de transmisión, que en francés tiene ese cómico nombre que a mi me suena igual que soufflé. Nosotros sí que estamos empastelados ¿Qué puede pasarnos en última instancia? ¿tener que abandonar nuestra querida furgo en el país y tener que regresar en avión? ¡No tan aprisa, boy! Ni el vehículo se ha caído por un terraplén al fondo de un barranco ni está tan cascado que no pueda andar. Tan sólo tiene un par de gomas de nada cascadas y la reparación es provisional, lo mismo que la de la rotula amartillada. (El martillo en lugar de ser la media icono de las banderas rojas del este europeo debería haberse usado como dibujo de las banderas africanas). De las peores pesadillas en las que un viajero no quiere encontrarse mientras viaja en coche es la de encontrarse con el coche despanzurrado con mecánicos faltos de herramientas. Es la segunda vez que nos enfrentamos a la misma escena. En el taller de Romeo tampoco hay foso ni hidráulico para levantar el carro. En cuanto a las piezas de recambio, es difícil encontrar las mismas. Tras la reparación, si consiguen repararlo, antes de viajar más hacia el sur deberíamos poner a prueba el vehículo durante al menos mil kms para ver el comportamiento que tiene. No puedo evitar estar preocupado por todo el asunto. De regreso a nuestro alojamiento pensaremoss i nos toca barajar las distintas posibilidades que tenemos. Me encuentro pesado, falto de movimiento. ¿soy tan adicto al coche? Pues, eso parece. Tengo una sensación parecida a la que experimentamos hace unos años en Netwark en New Jersey cuando Vic y yo estábamos de solilindos teniendo que utilizar transportes públicos hasta Rochester, algunos cientos de millas de New York. Hasta que no alquilamos un coche no recuperé mi sentimiento de la seguridad. Con Vic necesitamos un coche para los desplazamientos más mínimos. Sin vehículo estamos perdidos. Por otra, parte tengo nostalgia de otros viajes viajando con lo puesto, o casi, con un equipaje portátil ligero. Desde luego tiene sus limitaciones pero esta libre de la responsabilidad de llevar una casa a cuestas. La mayoría de nuestros compañeros de alojamiento de estos días viajan con el transporte público. Tal vez se priven de poder acumular souvenirs en sus mochilas, pero seguro que no cargan con las tensiones por las que nosotros -especialmente yo que me lo tomo demasiado a pecho - estamos pasando estos días.
En el taller de Romeo, con el descubrimiento de los dos souflets rotos me acordé varias veces de Djatoz Benoit, el maestro de la primera explanada taller. También de su hijo Djatoz Raul que fue el primero que le pregunté si el tema del desajuste de paralelismo lo podrían arreglar allí. Debía haber esperado llegar a una ciudad importante antes de admitir que tocaran nuestro coche nada más ver las condiciones limitadas de su explanada. Eso lo he aprendido luego. Estaba avisado de que la lógica del trabajo africana reclama ser revisada en cada punto del proceso, pero no estoy aprendiendo hasta ahora el significa real de eso. Sin embargo, por mucho que controles una situación para verificar cada pieza puesta, cada tornillo atornillado, tienes que meterte debajo de la panza del auto y verificarlo con tus propias manos. De no hacerlo así supones que los mecánicos han aplicado la lógica a la situación concreta. Divinas palabras ¿lógica aplicada? ¿¡Qué es eso!?
Tuvimos que volver al taller de Romeo (nos fuimos ya con este trato y él dijo que su reparación estaba garantizada para 6 meses) ya que le dije que si encontraba abrazaderas metálicas (que el no encontró o no se ocupó en buscar suficientemente por la ciudad) para los dos souflet volvería para qué las sustituyera. Además hubo que poner uno de los 7 tornillos de la tapa de cartón duro de los bajos. Eso solo llevó un rato. Fotos con los mecánicos y promesa de meterlos en nuestro blog. Nos quedamos a pasar la tarde en el barrio Cluví, (calles de arena más que de tierra) donde ya somos conocidos después de tantas visitas. El pequeño taller de Marcel está a un par de calles del de Romeo y el magazine de Bruno no muy lejos. Aprovechando nuestras visitas hemos encargado a una coutoure que nos haga trajes típicos (pantas y camisa conjuntados con la misma tela) a Vic y a mi. La Madame Blanche se ocupa de ello. A ver… ¿Cuándo fui por ultima vez a un sastre? Creo que fue por la boda de mi hermano. Eso era a mis 18. Aquí puedes vestirte a la medida, por menos de 3mill cfas te puedes hacer un traje, precio del tejido a parte que puedes conseguir por otros 7mil. Si nos quedárarnos a vivir en Lomé pronto tendríamos un par de docenas de sitios que nos abastecieran para todas nuestras necesidades. Al fin y al cabo es lo que se hace en una ciudad, tener unos cuantos sitios seleccionados a los que vas, de los que te provees y que son tu red de recursos.
En la embajada de Ghana nos han confirmado la necesidad del permiso internacional para entrar con un vehículo en su territorio. De otra parte, la representación diplomática española en África es escasa. En Lomé hay un consulado cuyo contacto telefónico sólo ha conseguido dar con empleados francófonos afirmando la ausencia del cónsul que esta en España y proporcionando el numero de móvil de su colaborador, el cual nos remite a la embajada en Accra para hacer o informarnos sobre la obtención del documento, también el de la prolongación del permiso nacional.
Veníamos hablando desde hacia semanas de ralentizar el viaje y que debíamos integrarnos bastantes días seguidos en alguna parte para saber de qué van las cosas. Estar en ascuas por lo del coche nos ha obligado a eso. La mañana del recorrido por la ciudad en moto, Romeo, conduciendo con los tics de todo loco al volante, yo de paquete jugándome la existencia y encomendado a ese ángel que está missing últimamente con unos de los cabezales del árbol de transmisión en una mano para buscar los souflets de marras, fue una experiencia indescriptible. Ni siquiera los de la Camel superan eso. Tras ir a unos cuantos establecimientos de suministros aprendí algo más del país: en los más chic comprar un objeto, una abrazadera metálica por ejemplo que cuesta 500 cfas, pasas primero por la cajera que recibe la pasta, te da dos copias de la factura y se queda una, luego vas con estas a quien te entrega la pieza que ha sido una persona distinta a quien te la ha vendido. Además de la pieza te llevas un papel por el mismo precio con dos tamponazos. Todo un objeto de la ritualística del control que puedes enmarcar si eres muy critico del naif, posteres y otros pintajos para tus paredes.
De haber sabido lo que sé, una semana después no habría confiado el vehículo tal como lo hice a la primera troupe de mecánicos, ahora que lo sé no tengo la seguridad de no volver a caer en otra trampa similar. Hasta que no pasen unos cuantos kilómetros de rodamiento no sabremos el comportamiento de la transmisión y el futuro de nuestro viaje. Espero que no estemos reportando nuestra visita al desguace o algo similar. Entre tanto, he enviado un email a la casa Difisa (nuestro concesionario Fiat en BCN) con un sos. Si están al corriente de las objeciones expresadas en el capitulo anterior (Rafa dijo que nos seguiría. Rafa: mutis a la dirección del concesionario) a lo mejor no nos atienden debidamente. Parte de la culpa la tiene la misma marca. Fiat no es conocida en esta zona de África. Las marcas francesas están por todas partes. Por otra parte, cuanto más nuevo es un vehículo, menos piezas de recambio encuentras. Es lógico. Debíamos haber venido con una mercedes de los 80 en lugar de arriesgarnos con un vehículo tan nuevo.
Mientras han ido pasando los días hemos ido descubriendo mas detalles y haciendo vida ordinaria. La gente nos conoce y reconoce. El cadeau-cadeau ha desaparecido como grito de coro. Incluso los ensuciaparabrisas y los vendedores de paños (100cfas la unidad) de los semáforos nos saludan. Nuestro paseo con la silla de ruedas por el margen del asfalto (ir por la cuneta es imposible dada la arena) generaba saludos. Cualquier día nos aplauden como héroes nacionales o locos de remate. Habrá que preguntar la diferencia al tribunal de los honoríficos.

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

Flash en el Grafito

Flash en el Grafito
GrafitoEnmarcado