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PSICONEWS

miércoles, 29 de octubre de 2008

Al mundo exterior ¿por dónde?

El domingo, a misa bien arregladitos con Confort,peter y Francis
Bruno en su primer día de cole
Toubacouta 24 octubre 2008
Tuvimos que tomar medidas con la criaturada de Francis-Anne que se acostumbraba a venir a nuestra aula con sus ruidos e incluso con balón, trasladando sus juegos de patio a su interior. No paraban de importunar golpeando la puerta y por las ventanas hasta que les abríamos. Hacer un trato con ella del tipo: hasta tal hora trabajamos luego entráis y estamos juntos, no terminaron de entenderlo. En condiciones habituales el aula no está abierta para nadie salvo para las reuniones de estudiantes del Saint Peters, si lo estuvo durante nuestra estancia fue para poderla utilizar como nuestro lugar de trabajo dándose la paradoja de que nosotros, los extranjeros, les poníamos límites dentro de su propio barrio. Nadie sabía muy bien lo que hacíamos pero se nos veía cada dia cumplir no pocas horas con una dinámica de oficina que aumentó en matices al decidir hacer cograbaciones. Lo más destacado es el enorme respeto por nosotros. En nuestro continente esto sería poco menos que imposible. Un europeo necesita tener explicaciones para todo, a un africano le sobran las impresiones. Eso de las grabaciones es algo que ya habíamos iniciado años atrás grabando un par de contenidos de un boletín de poemas desde el que hacíamos propaganda a favor de la inversión en poesía (otra prédica en el desierto de una no corta colección de prédicas en ellos), y lo interrumpimos, entre otras razones por la parquedad de nuestros medios y los resultados poco satisfactorios. Ahora seguíamos con los medios precarios pero al menos nos satisficieron más los resultados. Para las próximas navidades, época en la que cada año Vic se esmera en su pequeño cargamento de regalos para la sobrinada, ya sabíamos lo que les íbamos a regalar: un álbum de poesía de nuestra propia factoría. Independientemente del valor artístico o documental que quede, hacer algo juntos como esto nos gusta y nos une. Con el movie maker del Windows, que justo acabábamos de descubrir que teníamos en nuestros ordenadores (si al microondas no le sacamos todo el partido que tiene no se puede esperar de nosotros que lo hagamos con computadoras) también intentamos preparar series fotográficas y videos. Hemos pensado en dejar fotomontajes animados y acompañados de música en los lugares donde estemos algunos días. Vic que demuestra tener más paciencia que yo puso las fotos en el soporte de los fotogramas y acompañada la serie de música, pasamos el movie a la familia. También estaba Francis cuya contribución verbal a la historia que vimos además de a la historia semántica no iba mucho más allá de decir okay. A Fada Bruno, Anne convino en inscribirle a la escuela Metodista, junto a la carretera, no muy lejos de su recinto. La acompañé con el niño el primer día que no se pudo quedar porque la hora de entrada es a las 8:30 y tuvo que hacer las formalidades de la inscripción. Nosotros colaboramos pagándole el primer trimestre. Al parecer Anne tiene una economía independiente de su marido y es la que se ocupa de los gastos de sus hijos. Antes de la salida de la estudiantada del recinto de Saint Peters, se pone con otras mujeres cerca de la puerta para vender bolsitas refrescantes que ella misma preparada y que traslada con su nevera de plástico. Esas bolsitas deben contener 1/20 parte de litro de líquido y tienen agua, alguna clase de fruta y dulcificante. No sabemos si el salario o parte de él, el de su marido, si es para los gastos domésticos. La forma de funcionar una familia africana no tiene nada que ver con nuestras costumbres. En realidad sabemos que no sabemos nada de su idiosincrasia. Es completamente diferente juzgar situaciones a vista de pájaro –o desde la cabina de un automóvil- por las que planeas a la velocidad de tu vuelo o de tu máquina, a estar a su lado una semana y otra. Estas semanas de convivencia a su lado nos llenaron de recuerdos que nunca olvidaríamos. Anne me recuerda a Domitila, título de libro que trata de un personaje andino, una mujer, el relato de cuya vida leí novelada, un canto a la dignidad de la pobreza, en un tiempo que colaboré con Cristianismo y Justicia.
Anne me presentó a su hermana que por las mañanas se pone en una esquina de la carretera (arteria principal de Lamin) a vender comida a la que no le compra el pan porque lo vende a un precio mas alto que el de la tienda fija de al lado. También entramos en el recinto donde Nichola aprende carpintería. El me mostró orgulloso el primer armario que hizo pidiendo que le hiciera la foto correspondiente para atestiguarlo. La carretera por la mañana cobra un aspecto completamente distinto al del atardecer. Las semanas en Lamin, como en tantos otros sitios de paradas prolongadas, hicimos vida casera saliendo al atardecer a por una cerveza y no siempre. Cada vez que salgo a la calle por la mañana me encuentro con un mundo La realidad es también ciclotímica y no solo los humanos lo somos. Basta observar una calle de ajetreos 24 horas seguidas para advertir que la realidad es multicolora, múltiple, dispar, variopinta, multiforme, pluriandante. La realidad es un dinosauro y un conejo. ¿Quien va a negarme que haya dinosaurios por la Gran Vía de cualquier ciudad? Desgraciadamente las ardillas quedan en los parques de muy pocas. En resumen la realidad es/son muchas realidades que pasan por el falso formato de ser expresadas en singular. La realidad africana sigue teniendo más lecturas de la que somos capaces de hacerle. Nuestra vida aular es nuestra particular torre de marfil: tal vez distanciándonos de lo malo pero también nos perdemos lo bueno.
Cuando nos pregunten que hemos visitado de Gambia, diremos: nada, no hemos visitado nada. Por no hacerlo nos hemos perdido el complejo Senegambia, un hito de modernidad donde van los turistas. Suficiente acreditación como para no ir. Podremos hablar de nuestra aventura para cruzar el rio por Soma y la siguiente que nos queda para volver a cruzarlo para volver al norte. Referiremos los autobuses Blue Bird company, algunos de verde destellante, con los que tanto trato tuve como pasajero cuando estuve en Centroamérica. Cuando el tráfico nos ralentiza y nos cruzamos muy lentamente con alguno de ellos, el conductor siempre nos sonríe. Se diría que es el mismo autobús y es el mismo conductor pero no es así, hay unos cuantos y se notan. Ponen una nota de mansedumbre en medio del caos y hasta puedes soñar que estás en Estados unidos y que el transporte devuelve la criaturada de la escuela a sus casas. Esos autobuses son los utilizados para transporte escolar y tienen una forma que me encanta. Tienen algo que recuerdan la apacibilidad. La dedicación de los medios por caros que sean al supremo servicio de la educación. Es un cuento chino claro –bueno, en este caso yanquee- pero de momento enternece.
En Baffour’s home terminamos por ser los usuarios mas reglamentados. El nos acostumbró a sus visitas repentinas entre clase y clase y a no comer apenas nunca. Llegamos a sospechar que era un robot exento de las escatológicas necesidades humanas cargando un sistema digestivo que termina por cascarse. Si antes nos hubieran dicho que pasaríamos dos semanas usando un pasillo por cocina habríamos desautorizado al vidente que nos lo hubiera asegurado y henos aquí haciendo malabarismos de lo imposible. Si alguien me dice, consultando su bola visionaria, que en el futuro uno de nuestros paseos con silla de ruedas pasará por la cuerda floja de un funámbulo, previa invitación a comer una ensalada con aceitunas marroquíes suspendidos en ella, conociendo los placeres del balanceo de la inseguridad, no se me ocurrirá para nada discutirlo. En cuanto a nuestra aula compartida con la niñada, pues eso, tuvimos que poner límites. A ratos nos sentíamos estar con muñecos que buscaban ahuecarse en nosotros y a ratos con una marabunta insoportable con sus gritos y agobios. Louis David ya no lloraba y se nos dormía en nuestro regazo. Cuando entre ellos tenían problemas, los más pequeños venían a pedirnos protección.
Tener una familia amiga africana es algo distinto a tener referencias de una familia africana con problemas. Anne, discretamente no nos pedía nada pero aceptaba toda iniciativa de ayuda que le diéramos. Por su parte colaboraba con nosotros lavándonos la ropa o compartiendo su paillote cuando la usábamos para nuestros tés de la mañana. Inicialmente Vic propuso encargarle que se ocupara de nuestra ropa a cambio de pagarle algo. A mí no me gusta esta clase de tratos tan occidentales pero que marcan tanto la relación del pagador y el pagado dejando fuera otra posible relación. La verdad es que no nos sentimos en ningún momento los señores del lugar y –lo más importante- tampoco nos sentimos blancos. En las fotos, las muchas fotos, que nos tomamos sí advertíamos una ligera diferencia de color entre nuestras pieles respectivas.
En el sofá de Baffour, recuperamos el tono de la vida doméstica del confort. Lo cuatro sillones de Baffour y el sofá para un salón tan pequeño es demasiado para nuestro sentido de la estética pero eso no quitaba su confort. Un rato de sofá despues de la comida o la cena es la justa y apropiada alternativa a la butaca de escritorio y el lugar de las carantoñas diurnas, con el/la partner. El canal de la TV5 Monde Arique nos daba cuenta de todo ese otro mundo de los espacios ordenados, de las ciudades limpias, de la gente peinada, de las formas de nuestra cultura de origen, del superávit, de los veleros impecables, de los coches relucientes; también, claro, de las caídas de la bolsa, de una nueva guerra en Asia, de los partes de violencia de la inseguridad ciudadana. El canal de Ghana, nos la daba, de un mundo en pleno progreso; el camerunés, de cientos de videoclips de solo música africana con negras anatomías voluptuosas y canciones tirando a repetidas. En nuestra acústica de interiores, el clarinete de Vic nos acompañaba como una constante de conservatorio y la música de mi armónica por primera vez en mi vida me complacía. La armónica era algo que siempre llevaba en mis viajes pero que raramente utilizaba. Terminaba por regalarlas. En este viaje africano la he redescubierto. He saltado directamente de querer aprenderá tocar la armónica para interpretar melodías a simplemente tocarla interpretando lo que me sale, algo que espantará al oído musical sensible pero de momento complace al mío, lo cual no deja en muy buen lugar su nivel de sensibilidad. Me gusta mas Vic clarinetista como autodidacta y yo mismo como armónico-virtual ídem (la harmonía ya vendrá cuando toque) como tal, que no a de estudiante de escuela de música, que significa tenerla dos veladas por semana fuera de casa. Sé que muchos cursos son pretextos para mantener entretenidos a sus estudiantes auto convenciéndose que adelantan mucho porque cambian de nivel y no se dedican a lo prioritario: hacer mas de una hora real de práctica diaria del instrumento que elijan. Supongo que cuando volvamos a recuperar nuestros instrumentos musicales: guitarras, teclado, flautas, el violín, nos relacionaremos de otra forma con ellos, no digamos ya la Korá, de la que en principio contamos con una unidad para nosotros en Keur Moussa. En fin, con todo ello podríamos crear una troupe estrambótica.

Dado nuestro ritmo de vida y nuestras necesidades mínimas cubiertas para un máximo de felicidad tal vez podríamos pasarnos más tiempo en un lugar como el Saint Peters school, quizás el año que dijo que Baffour podríamos compartir en su guarida, solo que en el fondo somos más pequeñoburgueses de lo que confesamos y tras unos días de vivir en la falta (la de una cocina por ejemplo), echamos a faltar algo mejor (que al menos se le parezca). Luego, a nuestro retorno, más que intuimos, sabemos que nos acordaremos mucho de lo que estamos viviendo en África y tendremos nostalgia que solo se zanjaría con un segundo viaje.
Bruno, el director de la institución, vino a saludarnos al aula. No llegó en el mejor momento: nosotros en la mesa de ordenadores y la criaturada en plan revoltoso, Peter y otro amigo tirando los dardos a la diana magnética contra el armario con el consiguiente ruido, un papel de avión por el suelo, una baba roso-rojiza de un rotulador pasado por una boca que acababa de manchar la pared y el suelo. En fin, un desastre. Terminamos por dosificar las visitas, dejando entrar a cuenta gotas a los niños siempre y cuando, como se dice, se portaran bien. Bien mirado, si alguien se porta mal en toda esta historia somos nosotros. No tenemos ni la mitad de historia de estos críos: hijos de un padre que ya murió y nacidos en otros países con biografías duras a pesar de su corta edad. Sinopsis: un dia de septiembre entramos en el recinto de Saint Peters school para solicitar pasar una noche en ruta hacia Banjul y nos quedamos una tanda de cinco días para luego volver y quedarnos otras dos semanas. Podriamos quedarnos meses, de acuerdo con nuestra inercia a mimetizarnos con el espacio y siguiendo el criterio de no imponernos nunca dejando que las energías fluyeran. Podríamos desarrollar nuestro estudio de grabación y de compaginaciones audio fotográficas, tomando JulBrew en el minimarket mas cercano y llevando a Fada Bruno a la escuela por las mañanas, pero hay un mundo, supuestamente, que nos espera. Al mundo ¿por donde se va? Sabíamos que había varios mundos. Desde que estamos visitando el tercero sabemos que hay muchos más de tres (o cuatro, según la sociología avispada). Hay tantos mundos como barrios, como casas, como personas. En cualquiera de ellos se puede vivir bien si estás bien contigo mismo. En cuanto a volver al nuestro (¿nuestro?) no lo haremos como si solo nos hubiéramos tomado un año sabático para ojear el continente vecino del sur y cumplir simplemente con la cita de agenda pendiente. Volveremos distintos. Además, tenemos proyectos de futuro. Cuantos más viejos, más emprendedores. (Sí, sí, lo que rima, es lo de pellejos). ¿Alguien dijo algo acerca de que la juventud era un divino tesoro? ¡Venga ya! El tesoro es una construcción mental que no tiene nada que ver con la energia corporal. ¿Qué más da si los cien metros lisos los haces con 10 segundos o con 10 minutos? Queremos dedicarnos en serio a buscar una casa para vivir mejor, que la que tenemos y eso lleva tiempo y dinero. Uno de nuestros sueños es que sea lo suficientemente grande para que puedan venir visitantes de todas partes, para estadías más o menos largas y con suficiente independencia y respeto mutuos para distintos estilos de convivencia. Hay algo de la fantasía social que no nos abandonará nunca, mejor dicho, que nosotros no abandonaremos nunca. Esa debe ser una de las razones por las cuales todavía sonreímos.
Cuanto más tiempo llevábamos en África más aprendía a vivir en ella. Los mosquitos dejaron de picarme. La terrible perspectiva de su aumento en época lluviosa fue totalmente desmentida. No es el agua de lluvia lo que trae su fauna sino las aguas estancadas y putrefactas. Al fin nuestra tela mosquitera en la suite permaneció estable y las crestas de calor eran mas soportadas por mi epidermis aunque otras sesiones de bourbouilles me recordaron la fragilidad de la carne, la mía. La humedad ambiental afectaba el interior de nuestro útero de adopción, poniendo a perder la ropa guardada en bolsas de plástico o viendo como el enmohecimiento dejaba una patina en los cinturones de cuero. En los días que tomaba exceso de te, pasaba la noche en blanco, el canto de oración de la primera oración musulmana me devolvía a la cama para descansar algo. Vic amenazó seriamente en esconderme el té. Tenia razón: un insomne puede hacer el simulacro de ser un búdico meditador a través de la nocturnidad pero no deja de ser un plasta si hace ruidos o enciende velas e inoportuna el sueño del cónyuge. Durante todo este año no han sido pocas las noches que las he dedicado, digo mintiéndome, a la meditación. En realidad, no han sido otra cosa que sesiones de planning, sin agenda en la mano, dejándome hipnotizar por el tintineo de las llamas de las velas y pensando en cosas pro hacer o pro escribir, memorizándolas para a la mañana siguiente pergeñarlas como ítemes o notas en un papel. Mi pasión por las velas puedo jurar que no viene de mi devoción a Fátima sino de un amigo de adolescencia, se llamaba Juan Ramón, Món para abreviar, que se pasaba interminables ratos fascinado con ellas encendiéndolas y apagándolas mientras hablábamos en aquellos años –tal vez solo fuera un año- de descubrimientos del mundo tomados como excelsos. Si él se lo pasaba tan bien, inferí, contemplando las oscilaciones de una simple llama, yo no podía ser menos y, efectivamente, con muchos años de relación posterior mantenida con las velas, no las de ningún santuario por cierto, he ido descubriendo que todo lo que necesita(ría) un/a meditador/a es o sería concentrarse en una simple y pequeña llama para escudriñar los problemas del universo. Las variables que intervienen en ella son tantas que su inestabilidad es una constante, a pesar de estar dentro de una habitación cerrada sin corrientes de aire su movimiento es continuo. La complejidad de sus formas requeriría un cálculo matemático prodigioso para saber su cantidad total en la vida de una vela. Reconozco que hay otras llamas que superan la del cirio vulgar de altar, puedo citar a voz de pronto la del quinqué, la del carburero, la de aceite, la de la antorcha, la de la bengala, la de bujía de laboratorio alimentada por alcohol, la del petrolero, la del mechero Zippo, lista que un inventario posterior enriquecería sin duda, pero la de la vela tiene algo especial; vela de cera, que no de parafina, que ésta ya influiría negativamente en la meditación adelantada de estilo tibetano de autoencierro claustral entre muros. El meditador descubriría lo efímero de la vida, la imperfección de la forma, la condena de formar parte de ella y por supuesto el valor de la iluminación a partir del detalle de una sencilla luz. ¿A fin de cuentas cual es la diferencia entre la luz y la iluminación? Un iluminado es un sujeto que rescata su careto de las sombras. Mis lecturas de Teresa de Avila y Juan de la Cruz siguen pendientes. No puedo decir mucho pero hay una imagen que me posee: la de inspirados como Cervantes que escribieron obras magistrales iluminados por velas.
En mis ratos de insomne no `progreso mucho en el camino de la trascendencia y con chorradas de esta clase como las que digo, no parece que vaya de candidato convencido para vencer la ley de la gravedad o alcanzar otras virtudes de ese estilo. Me conformaré manteniendo mi mente despierta y descansando lo suficiente cada noche para enfrentar el dia siguiente con energía suficiente para seguir con una vida, donde la mas exquisita elaboración pasa `por una irrefutable teoría del ocio.(Pleasure before busness.).
Nos encontrábamos bien con Anne y sus hijos y con Bafour. Demoramos nuestra partida en un dia. Vic quiso hacer una entrevista a Anne tras la vuelta con Bruno de su primer dia de escuela, de la nursey school orgulloso con su uniforme puesto. Tras la misma vino con una decisión tomada al aula preguntándome la traducción de 50mil dalasi en euros para costearles la escuela a los críos. Como otras veces que Vic viene con decisiones tomadas que nos afectan a los dos sin consultarme, antes de que me contara nada ya estaba en guardia y enfadado. Por la tarde fue a entrevistarse con Bruno, el director para pedirle el número de cuenta bancaria para hacer un ingreso anual por dos de los críos, Peter y Confort. Todo eso sin hablar con Francis padre el cual discrimina a sus hijos e hijastros por lo que hace a pagos. Tuvimos otro episodio de desavenencia pero en el que ya me di por rendido por explicar nada. No creo que las cosas se deban hacer así y no me parece bien que la solidaridad se concrete por la casualidad de una coincidencia convivencial. Vic quería hacer de blanca todopoderosa para ayudar económicamente a unos críos en sus estudios, eso son unos 8 o 10 años por delante. Eso sí, siempre que se la informara puntualmente de los éxitos en sus programas escolares. Me quedé descolocado y con mi ego culpable a punto de crucifijo. Mis sentidos y cálculos me decían que no, pero el dinero es dinero y siempre ayuda. ¿Por qué a dos de los niños y no a todos? ¿Por qué a esa familia y no a otras que hemos encontrado durante nuestro viaje en muchas peores condiciones? En Koubri estuvimos con los handicapés incomparablemente más necesitados de lo más elemental, (un forrage para obtener agua por ejemplo) y ahí salvo el mercadillo de prendas de ropa no nos comprometimos a ningún pago. ¿por qué ahora, en Gambia, un país económicamente con mayor desarrollado en toda la zona, en un recinto escolarizado católico, con profesores que utilizan el maltrato físico como herramienta de presión, íbamos a hacer eso? La respuesta está porque aquí Vic tuvo su dosis de cariños, su contacto convivencial más estrecho. Luego entonces Vic, la lotería-Vic, tocaba a quien tocaba.
Mis sentidos y razones me decían que no, que eso no se hace así. Nunca hemos apadrinado a nadie estando en España salvo recibir como anfitriones a un par de niñas saharauis durante un verano, experiencia de la cual tuve motivos para arrepentirme y donde ya quedó muy claro la manera distinta aquí teníamos ella y yo de tratar a nuestros acogidos. Al fin y al cabo solo es dinero. En su cuenta tiene domiciliados pagos que desconoce y por servicios que no usa. Añadir uno mas para asegurar el futuro educativo de unos niños africanos nos lo podemos permitir y además es algo que acredita mucho. Dejé el asunto a su total decisión. Me recordó al tipo en Keur Guilaye que dejó una silla de ruedas mencionándola a ella por si la necesitaba sin preguntar nada a priori. Por un lado yo me zambullo en mi discurso sobre lo de blancos y negros juntos, we shall overcome, y mis abstracciones acuarelistas en las que no distingo tonos de piel, de otra no tengo que ir muy lejos para que se me recuerde que somos blancos y que somos quienes nos tenemos que poner en la tesitura de dar. Vic necesita su dosis periódica de altruista, eso sí siempre y cuando eso no le obligue a compartir la cabina con los cientos de autostopistas (es decir levantadores de mano confundiéndonos con un microbús) que nos han pedido que les llevemos. No sé en que acabara eso. Me pongo en lugar de los niños. Sí, nuestros estudios nos los pagaron una pareja de blancos que estacionaron una vez al lado de casa su furgo y durmieron ahí un par o tres de semanas.
Baffour, fue uno de los pocos africanos que no nos ha pedido nada y que ha compartido su espacio haciéndonos sentir cómodos (a pesar del estallido cromático de cortinas y sillones). La cifra exacta de años trabajando en Saint Peters ha sido de quince dando cuatro tipos de clases: electricidad, física, automóvil y matemáticas. Cuando nos dijo de no renovar el siguiente contrato para enero e interesarse por hacer un doctorado o un máster en España, le ofrecimos que compartiera el viaje con nosotros además de avalarlo personalmente en la embajada para que le concedieran el visado. Algún compañero suyo al saber de nuestro uso de su apartamento pronto le aconsejó, según nos dijo, que nos sacara dinero. Baffour ayuda a todo el mundo con pequeños préstamos. El significado etimológico de su apellido tiene que ver con lo de ayudar.
Llegó el dia de la despedida. Abracé a Anne y le di besos en la cara. También a Cadi, esa cenicienta que tan pronto era una sobrina huérfana como una empleada contratada según las distintas versiones que oímos. Vic también se deshizo profusamente en besos. Anne se quedó llorando mientras nos íbamos con la furgo acompañados de Vero hasta la Primary school donde estaban los críos: Pedimos que salieran Comfort, Francis y Peter. Más fotos. Las lágrimas acocodriladas de Vic repusieron el índice de humedad de nuestra cabina. Retomamos la carretera despues de calcular que en el Saint Peters recinto había sido el lugar donde habíamos pasado más tiempo durante este año, casi 3 semanas. Antes de irnos hicimos, según nuestro criterio, un último uso del aula. El recuerdo nuestro dejado en el lugar irá acompañado de nuestra devoción militante a horas de despacho, a grabaciones y textos en el ordenador.
En Banjul dimos dos vueltas y estuvimos el tiempo justo para recorrerla con la furgo y localizar el lugar de embarque del ferry. Volvimos a tomar el pulso a la odisea africana. Nuestro vehículo, de unos 6 metros de largo fue tasado al mismo precio que un camión de 12. 6500cefas que pagables en dalasi el taquillero hizo la conversión en 400, 75 más de la cifra real. Tengo una frase favorita para esas situaciones: le paradis ne serait pas pour toi. Tu bruleràs dans le feu eternel. Es lo menos que se puede decir para crédulos religiosos que siguen esquilmando al cliente todo lo que pueden y especialmente si es blanco. Mi sadismo goza viendo como su molestia crece y crece. Las diligencias para pagar el billete y ponernos en la cola de espera para embarcar tendrían los placeres del relato minucioso si no fuera porque ese relato está más que desbordado en otras situaciones parecidas. Hay tres constantes que no fallan: la de 8 personas hablando al mismo tiempo al recién llegado es proverbial. Cada una ofreciendo lo mismo o algo parecido y que generalmente no necesitas. Tratando de ayudarte pero en realidad de confundirte. Segunda constante: informaciones distintas para las mismas preguntas. La escena de preguntando lo mismo a un grupo de personas y unos señalando en uan dirección contraria a los otros forma parte de la fotogenia africana. Tercera constante: indicaciones absolutamente locas tratándote como un bebé para ubicarte en el sitio más inapropiado. Despues de meternos con la furgo dentro del recinto el acomodador de vehículos en espera en lugar de ponernos detrás del último en espera nos puso a su lado. Cuando el ferry de llegada descargo todos sus pasajes, bastantes cientos se encontraron con que nuestro vehículo les impedía el paso. A pesar de todo esto el pseudoasalariado incompetente en tales haberes siempre espera el cadeau, la dádiva, la propina o el beso en el culo. Hay algo de magistral en la cultura africana: la total ausencia de complejos y de ridículo. Su primitivismo es tal que no se puede tratar ningún tema desde la racionalidad. Hay que tener en cuenta que lo que sigue predominando es la tradición oral. Todo el mundo sabe o parece saber las cosas menos tú que eres el forastero. Ningún cartel y si hay alguno es equívoco. Preguntas en un lugar que pone ticket office pero no es ahí donde venden los títulos de embarque. Cantidad de gente que no es empleada del puerto trata de interceder por ti. Un policía te para y te propone a un amigo para que te acompañe hasta la taquilla. Y así sucesivamente. Cuando ya teníamos el ticket otro tipo de personaje con un identificativo en la camisa nos dijo que teníamos que pagar por nuestros bultos. Pudimos sacárnoslo de encima. Todo es así. Nunca nadie te da la información por completo la primera vez y de una vez por todas, la vas averiguando sobre la marcha y nunca, nunca la averiguas del todo. África es una sorpresa contigo Una vez embarcados, alguna gente ocupando nuestras ventanas para ofrecernos por repetido lo que ya le habíamos dicho no o para pedirnos la dirección o preguntarnos nuestros nombres y el de nuestros parientes. Aunque nos solemos pasar en amabilidad cuando estamos presos del síndrome de saturación nos sale del chacra más resentido toda una polifonía de noes.
Mientras tanto uno de los embellecedores laterales de la furgo fue rozado por alguien y quedo a punto de caerse pero al menos el barco no se hundió. Cuando desembarcamos pudimos decir a los del coche de al lado: seguimos vivos. Al rato olvidamos todas las majaderías con dos peones camineros bajo un paraguas para el sol aceptando una foto Pasamos por nuestra dosis de castigo de controles. En uno de ellos nos retuvieron un buen rato por no identificar el carnet de passage. En Gambia el carnet international de passage solo lo reconocen en los puestos fronterizos, el resto de la policía no sabe lo que es. Antes de cruzar a Karahg, primera población senegalesa, completamos el depósito y un par de garrafas de gasoil para deshacernos de la mayor parte de dalasi que nos quedaban. En la douane de salida un cartel de pizarra: our slogan is the transparency. Vale. Al menos aquí no nos extorsionaron aunque como siempre fui de monigote de un mostrador a otro para los tamponazos varios y tener nuestro por de líneas honor en sus libracos. En el lado senegalés coincidimos con algunos blancos de caras no radiantes pero al menos las diligencias fueron más ágiles.
En Daga Babou nos detuvimos interesados por las placas solares de farolas de calle, la iglesia también con un equipo de ellas. Rodeados de niños con los que hicimos de blancos tontos repartiendo nuestro cartucho de galletas. Coqueteé con una exuberante chica de 18 años que estaba para llevársela envuelta (en una sábana). Vic me advirtió que viniera solo en un próximo viaje. No pasamos de hablar de sensualidades sin llegar nunca al salto del tigre con nadie ni parte alguna. Literalmente: no nos comemos un rosco. El mismo viaje hecho en solitario hubiera sido otra cosa, pero ¿acaso cada viaje no es distinto a los otros lo hagas como lo hagas y con quien sea que te acompañe o acompañes?
En Toubacouta nos detuvimos. Nuestro día de gestiones necesitaba compensaciones. En le campament du centre nos detuvimos a tomar cervezas y a pedir por triplicado el mismo plato (omelette con frittes). ¡Por fin una tortilla a la francesa auténtica! 3 gazelles (nos hemos acostumbrado a la gazelle y le hemos perdonado su baja graduación), una hamburguer tipo suela de zapato y una cocacola. Los cortes de luz nos aconsejaron llevar nuestras velas y frontal a la mesa. Como de costumbre, nuestra condición romántico-astronáutica no levantó ninguna sospecha. Puesto que nuestras velas ya hacían la función quitaron la lámpara de butano del centro de la sala. Volvió la luz eléctrica y las mesas se llenaron de otros blancos. Una mujer de edad atractiva con un chico negro rasta, otro par de mesas con otros dos blancos solitarios no dados a los aspavientos ni a los grandes actos de comunicación, otra mesa con otra pareja cabizbaja, otra mesa más con un blanco rodeado de negros mostrándoles un video de música en su cámara (nos dijeron que él era músico y trataba de promocionar la música joven en el lugar), otra pareja a la que invitamos a compartir nuestra mesa y nosotros que una vez alimentados y calmados por la vía del estomago saciado estábamos de recién llegados.
Nuestros invitados de mesa, Abdoullay y Ami, su sobrina, nos invitaron a su casa para pasar la noche asegurándonos que nuestro vehículo podía entrar. Abdoullay, un tipo alto, con facciones y rastas contundentes, toca la guitarra y vende artesanía por encargo de artesanos cerca del hotel, pronto nos cayó bien. Se interesó por mi armónica que se me ocurrió tocarla en nuestra mesa despues de la cena haciéndome crear que yo era un buen intérprete. Me preguntó cosas por las que no tengo ni idea. Le dije todo lo que sé de la armónica, que el hecho de poderla soplar en expiraciones e inspiraciones te permite ganar tiempo y las posibilidades de error quedan reducidas considerablemente. Toques lo que toques termina por sonar bien aunque puede terminar por ser monótono. En todo caso no la considero un instrumento solista sino algo para acompañar a otro como la guitarra (Bob Dylan o Eric Clapton) o la voz.
Los dos caminos que intentamos de llegada a su casa eran impracticables uno por hendiduras considerables de barro y el otro porque ni siquiera era un camino sino que era un campo con la tierra muy mojada y un cañaveral. Nos costó bastante rato convencerlos de que no había vía posible y quedamos para el día siguiente. Se quedaron muy afectados. A cien metros de nuestra separación y cita para el día siguiente descubrimos un recinto que resultó ser otro campamento (luego supimos que en el lugar hay muchos montados por extranjeros, especialmente por belgas). Nos metimos con la furgo, pregunté por el patrón y le solicité pasar la noche. Nos autorizó. Luego hablamos con él y con su mujer: Thierry, belga, y Anabel, de Burundi. Dormimos como reyes en la suite. A la mañana siguiente ocupamos una paillote: grabaciones, texto escrito, comunicación con otra gente. Compartimos la mesa con Thiaka y Anís, dos colegas, uno musulmán y el otro católico. Vic, una apasionada de la teología, entró en la eterna discusión de las deidades con Thiaka, hasta que la llamé al compromiso con nuestra agenda. La música francesa por los altavoces de la década prodigiosa nos llenó de romanticismo. Por no diré que razón Moustaki puso un par de lágrimas en mis ojos.
Nuestra gran mesa circular para quince comensales nos hizo de mesa de comida y de despacho. Retomábamos el capitulo de lujos que de vez en cuando son necesarios para recordar nuestros orígenes de clase y nuestros derechos a las liras, el espacio limpio y una cohorte de personal tratando de mimarnos. Esto se tradujo por dos tés y dos quesitos por 5000 cefas batiendo el récord de pago por un desayuno en nuestras correrías mundanas. Algo asumible para nuestra aritmética ya que no pagábamos nada por la ubicación de la suite en el patio con el suelo recubierto de conchas, una alternativa a la grava o a la greda.
En uno de los hoteles que da el rio con vistas formidables al preguntar por estacionar la furgo en su recinto nos pidió una pequeña contribución: 10mil cefas noche y además la preferencia de que no estuviéramos dos determinados días que tenía su instalación a rebosar. Siguen habiendo clases y nosotros no damos la pinta d pertenecer ni a la más alta ni a la más elegante. En la próxima ocasión propondré nuestro estacionamiento a cambio de un concierto de clarinete con el consentimiento de Vic. A pesar de los precios, la primera ensalada magnifica y carbonara impecable lo comimos en el mismo local de Keur Thierry por unos 5400, precios mas proporcionados a lo ofrecido, que por los 2 quesitos y el té de bolsitas antes referidos.
Durante la claridad diurna fui hasta la casa de Abdoulay recorriendo el camino del cañaveral, es decir su sendero peatonal, para ver las posibilidades de trasladarnos hasta ahí. Efectivamente era del todo imposible. De habernos metido la noche anterior nos hubiéramos quedado clavados y ahora estaría relatando la historia de dos estúpidos que embarrancaron su vehículo en medio de un cañaveral. En un momento del sendero hay dos arboles por entre los que no pasa un vehículo pequeño, mucho menos el acho de una camioneta. La información no acababa ahí, una vez localizada la casa, tampoco llegaba hasta ella el primer camino lleno de barro que nos sugirió en primer lugar. Su parentela afirmó la imposibilidad de llegar en auto. Otra cosa más, tampoco había manera de acceder hasta el interior del recinto de la casa. En fin, si quieres que alguien te lleve al huerto no tienes más que buscarte a un africano bien intencionado, cuya distorsión de sentidos es tal que no reconoce las evidencias de los límites. Establecimos una conexión entre esa clase de detalles y toda una mentalidad ancestral del continente. También con sus formas de credulidad religiosa poniéndolo todo en función de la voluntad del creador. En una discusión posterior con Abdoullay sobre lo personal, hijos tenidos con una compañera que ya falleció a la espera de encontrar otra para tener todos los que quieran (sus medios financieros no son claros y no puede costear los estudios o las medicinas de sus hijos los cuales viven con su abuela materna), derivó inevitablemente con Vic, en sus prácticas teologales, sobre la voluntad de dios. Si quieres perder el tiempo miserablemente habla con alguien que afirma con la absoluta convicción que todo es dios, incluidos los objetos que están encima de la mesa y que su voluntad está detrás de todas las cosas, o que tienen hijos por dictado del Corán y para incrementar la descendencia de Mohamed, el profeta. Ese tema, combinado con el despliegue de los muchos problemas de la realidad africana, ideológicamente, nos abruma. En particular cuando el fiel musulmán suele ser incapaz en reconocer la relación de causa-efecto entre sus creencias y prácticas religiosas y su infradesarrollo. Bastaría que los billones de horas perdidas en rezos que repiten siempre la misma cantinela de millones de hombres que se desplazan hasta las mezquitas fueran recicladas como horas de trabajo reparando las carreteras para que la red viaria africana fuera la más excelente de todo el planeta. ¿Queréis rezar? Adelante, pero luego no pidáis ayuda. ¿Todo depende de la voluntad de Alá? Pues bien seguid instalados en la miseria, en la muerte y en la estupidez porque ésta es su decisión. Los nacidos en países católicos y crédulos tenemos una dilatada experiencia de anécdotas en colocar los males sociales bajo el imperio de la voluntad divina, pero al menos los católicos decían aquel otro gerundio de trabajando que rimaba con rogando.
Saltamos al Campement du centre donde tenía una cita para jugar al ajedrez con Thierno Sow, un arquitecto que trabajó para la Unesco en París y regresó a Kaolack para ocuparse de los asuntos familiares. También le di la primera lección de ajedrez a Thiaka, el cual tenia mal pronóstico como estudiante ajedrecista después de repetirle 14 veces que los peones no adelantan lateralmente, avanzan de frente y solo matan en diagonal. Si quieres hacer un test de inteligencia a alguien olvídate de los tests de evaluación profesional del campo de la psicología y de Binet, propón directamente una partida de ajedrez.
Al segundo día en Touba couta, lugar descubierto por los blancos y cuyo significado etimológico de su nombre es esto: los nuevos blancos, teníamos nuestra nueva dinámica instalada. Una paillote confortable a la sombra, un rincón de patio donde dormir, toilettes y ducha y una calle de artesanos en la que encargar, tal vez, una djambee, trofeo parece que obligado para llevarse a Europa y que es muy representativo de lo africano. Teníamos por delante 7 semanas senegalesas más para vivir la calma y la vida tal como venía dada. Pronto nos tocaría preguntar como volver al mundo exterior, despues de todo este ensimismamiento con lo africano y con nosotros mismos como espectadores mezclados con una realidad que no dejaba de sorprendernos y que nos retaba a nuevas radicalidades no sin pasar por nuestras tandas de incertidumbres y contradicciones.
Thierry me pidió que le ayudara con aspectos del outlook exprés del que solo tuve una muy corta experiencia al principio de ser internauta y me desentendí por la descarga de toda clase de correo incluido el indeseado. Me decidí explicarle un sistema práctico de tener toda la agenda de contactos independientemente de las que procuran los programas de correo y que son susceptibles de ser espiadas o manipuladas para la extensión involuntaria de virus. Despues de un rato de enseñarlo el sistema de hipervincular un sumario con el resto de un documento y al revés regresé a la mesa. El nos acompañó para explicarnos su experiencia africana y biográfica: nacido en el Congo un año antes de la independencia y toda la vida dedicada a la restauración.
En Toubacouta volvimos a encontrar otra cantera anecdotaria, otro espacio de relaciones simpáticas y de personajes múltiples. Ahí donde vayas hay una cantera literaria. En el Campement du Centre, A.Shengor (en Senegal el apellido Shengor está en todas partes) al segundo día ya nos repetimos con los mismos clientes que el día anterior. Otra localidad más en la que podríamos quedarnos tantos días como decidiéramos y a tantas páginas por día como nos apeteciera.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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