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miércoles, 29 de octubre de 2008

En Gambia

Serekunda 7 octubre 2008
. Despues de cinco días de estar enfamiliados antes de irnos la furgo nos dio otra sorpresa. Sin batería ¿pero por qué? Tuvieron que empujarnos para arrancarla. Nos dirigimos a Bakau y localizamos Shalom, un chalet tranquilo con vistas al mar. Para nuestra disuerte octubre es su mes de vacaciones y no alojan a nadie. La llamada del domingo anterior del priest Antoine en nuestro nombre para confirmar nuestra llegada y la posibilidad de alojamiento no sirvió para reactualizar la información del calendario de la casa. Pudimos dejar la furgo estacionada y pasar la noche en el patio. Las cruces blancas, una en cada árbol (ojo al dato: las macetas no las llevaban puestas) a excepción de los grandes árboles cortados junto a la ladera que da al mar, seguramente nos protegieron de maleantes. Esta zona de Bakau es muy tranquila algo así como el Pedralbes de Barcelona. Compartimos la paillote con el perro y con el guarda, con el ajedrez y la luz de las velas. Por el camino nos habíamos detenido en una Total para renivelar la presión de los neumáticos. Desconecté el motor por automatismo pero con los pocos quilómetros hechos desde Lamin fueron suficientes para recuperar su intensidad. Los alrededores de Banjul nos dieron cuenta de la pujanza económica del país. Muchos nuevos edificios y bancos aunque al dia siguiente advertiríamos problemas para que nuestras tarjetas fueran admitidas por el principal de los bancos: Standard charterest House. Otros clientes, un filipino, un inglés, un gambiano que venían a lo mismo tampoco pudieron operar con las suyas
Fuimos a un sitio cercano a buscar alojamiento el GPI, Gambia Pastoral institute, menos tranquilo que Shalom pero al igual que éste un establecimiento floreciente con su clientela buscando reposo, comunicación en hilo directo con la divinidad o escapar del mundanal ruido. En GPI eso último no tanto, está junto a una vía fluida de tráfico.
Inmediatamente tomamos las coordenadas de nuestra nueva posición: la ducha no funcionaba por falta de presión de agua en todo el sistema de distribución desde el exterior y la corriente eléctrica estaba cortada. Bueno, tocaba sufrir. Eso se subsanó a partir del segundo día. Las secuencias de los días pasados con Anne, family y vecindario nos estuvo acompañando. Joseph, el administrador, padre Joseph dijo al presentarse. ¿Por qué los curas insisten en decir su condición sacerdotal? Eso recuerda a esos países latinoamericanos en que la gente para decir el nombre lo anteceden del titulo. En España también pasaba en la época del licenciado Vidriera. También hay gente que remarca su condición de míster, como dos de los visitantes de Baffour en su ausencia que al preguntar por sus nombre lo antecedieron con el enmarcamiento de mr.
Antes de irnos, Francis nos dijo algo así como que sus problemas domésticos no tenían porque salir de puertas para afuera. Baffour nos habló del cuadro familiar de aquél, mucho mas extenso del que pudimos advertir. Francis tiene mas hijos con mas mujeres y los reúne a todos una vez al año o para efemérides importantes. En cuanto a su trato privilegiado con Fada Bruno se explica, como si eso pudiera ser una explicación, porque este es su hijo, lo mismo que el bebé, el resto de la troupe de Anne son los hijastros de él. De Bruno saldrá un sujeto insolente y despótico, atributos sin duda para el mando pero insoportables en la vida cotidiana, a fuerza de mimarlo a él y solo a él. A favor del niñato hay que decir que compartía los arashids nada mas recibir la bolsita diaria entregada por su padre. Con Francis al despedirme le pregunté cual era su nombre si Francis o Napoleón. Necesita ayuda. Todos los alcohólicos la necesitan. Estar en familia también presupone acceder a sus cuitas y cocciones. Dijimos de volverlos a visitar unos días después. Baffour insistió en que nos quedáramos con la llave del candado de la puerta de su casa por si cuando volviéramos de visita él no estuviera.
En Shalom, en Bakau, no pudimos alojarnos por cierre vacacional. En el GPI los días empezaron a desgranarse como en cualquier otra ciudad metropolitana. Estábamos en la avenida Karaba, una calle emergente con edificios nuevos de todo tipo (por cierto, ningún cartel de alguna ong a la vista, en esa calle al menos según una primera apreciación las ongs no encontraron pretexto para clavar sus enseñas), establecimientos montados por hindúes, o empresas de otros países. Hablamos con el filipino que trabajaba para una empresa holandesa, ante el primer cajero del único banco, se nos dijo, el standard Chartered que acepta tarjeta visa pero que no funcionaba, que expresaba el nuevo potencial de la zona, de la ciudad y del país. La nueva habitación que tomamos de una sola cama era cómoda pero el pabellón tuvo la electricidad cortada todo el primer dia. Lamin el guardés –los guardeses suelen ser mas enrollados que los anfitriones o los managers de los establecimientos- nos proporcionó la llave de la biblioteca en otro pabellón que sí tenía electricidad. Era la misma biblioteca por la que preguntamos como posible espacio de uso de trabajo y que en un principio el administrador dijo que no se podía usar porque estaba por arreglar. No era cierto, simplemente no le apeteció molestarse en abrirla. Sobrevivimos en medio de sus estanterías sobrecargadas de literatura teológica, cristología, moralismo, novelas pías, catequesis, biblias, espiritualidad y una enorme cantidad de títulos píos de eclesiástica. A pesar de todo, en esas toneladas de papel impreso encontré el pequeño texto de George Steiner sobre Heidegger y algunos de Theilard de Chardin.
Ocupamos los bajos de un pabellón de habitaciones como únicos usuarios. La hoja de instrucciones de detrás de la puerta daba las pautas de uso pensadas para grupos indisciplinados (habitaciones, que todas tienen baño, cerradas durante el dia y uso de los cuartos de baño al fondo de los pasillos, no comida en el interior, no lugar de reunión, etc).Uno cuando va de hotelerías y lee éstas cosas no sabe muy buena que atribuirlo si a vestigios educativos de los tiempos ideológicamente más que discutibles o al olvido del mánager de sus predicados más radicales (si pones la mano donde no debes te la cortaré, si hablas lo inapropiado te amputaré la lengua, si ves lo que no tienes que ver te cegaré los ojos). Evidentemente no les hacíamos el menor caso. En una ocasión que estábamos durmiendo en uno de estos establecimientos tan chics y detallistas en sus prescripciones –era el youth hostel de la Amsterdam Av de New York-cuando ya estábamos acostados, abrieron la puerta desde el exterior porque los de la administración se habían equivocado dándonos una habitación distinta a la que nos correspondía. No llevábamos el pijama puesto para atender visitas imprevistas e inmediatamente pudimos reanudar nuestro encuentro con Morfeo. Aunque raramente pongo una silla bloqueando la empuñadura de una puerta, entre otras razones porque muchas puertas ya no tienen empuñadura o es demasiado alta, recomiendo vivamente esa medida de precaución cuando no sabes donde te has metido ni con quien te juegas los cuartos. Si, como digo, no hay empuñadura y no has hecho tu tabla de gimnástica diaria, puedes optar por correr el armario hasta la puerta. Si no hay armario siempre te queda la autodefensa de la cama como mueble de bloqueo. Esa ultima opción tuve que utilizarla en algunos hoteles en Centroamérica que ni siquiera te proporcionaban la llave de la puerta o ésta no tenia cerradura. El de New York, en su cartel tras la puerta creo recordar que a excepción de dormir y respirar estaba prohibido todo lo demás. No es que el permiso a respirar fuera una gentileza de la casa, solo que los del negocio no estaban dispuestos a retirar cadáveres cada mañana.
Volvamos a Karaba Avenue. Otros detalles como un cartel en un campo deportivo busness before pleasure daba la talla de la influencia anglosajona. No, no, that’ s not correct, the correct is pleasure before busness. Ni flowers, no disponíamos de megáfono, tampoco de oratoria para la prédica. No deja de ser un tostonazo que el cartelito colgando de la puerta de una cancha deportiva haga volver a casa a los deportistas que hayan olvidado hacer sus deberes o no hayan acudido al trabajo ese día.
Decidimos ir de paseo hasta el final de ella con la silla de ruedas, una calle con zonas por arreglar con baches enfangados. Hacia el final, ya casi en el cruce con la carretera principal que cruza el país de norte a sur por su lado occidental, hay otra sucursal del Standard Chartered. El cajero, para variar, también estaba fuera de servicio. Al preguntarle al guarda por si conocía a alguien para cambiar fue a buscar a un cambista que resultó ser Abdalluh Salam, un tendero de la cercana que vendía plátanos de importación holandesa (mas de dos dólares el kilo), manzanas y otras cosas. Nos cambió 100 euros por 3200 Dalasi. Los 27 que los había cambiado en la frontera con la Casamance fueron una estafa que calculé mal creyendo que el euro estaba a 25. El cambio lo hicimos en un patio posterior, el lugar ideal para asaltos a turistas confiados. Yo hasta hice mi gag simulando esa posibilidad.
Con dinero del país en el bolsillo despues de varios días de no tenerlo, nos ubicamos en un sitio para tomar una Guiness negra de 33cl que inexplicablemente Vic no prefiere a la negra portuguesa. Jugamos nuestra partida de ajedrez (la tenacidad de Vic en seguir aceptando partidas aunque nunca gana incita a un monumento de subscripción popular que ensalce la perseverancia) con uno de los frontales puestos. A nadie le extraña que dos guiris auto iluminen su mesa de esa manera o anden por la calle así para ser vistos por los conductores. Al salir cruzamos -siempre a pie- por un parking asfaltado al parecer custodiado por policías, en lugar de hacerlo por la calle de baches y que no se veía nada por no estar iluminada. Alguien nos interceptó sin que le hiciéramos caso hasta que al final ya de ese parking bloqueó nuestro paso diciendo algo así que no teníamos derecho a pasar por ahí. Who are you? Le grité ya enfadado, ¿pero quien coño eres tú para molestarnos?, era la frase entera. Era un policía claro. Nadie se inviste de tanta autoridad si no es un policía que le han hecho creer que está por encima de los demás o si es un criminal. La semejanza entre ambos es absoluta una vez más. Otro policía convenció al primero para que nos dejara continuar. Los policías salen debajo de las piedras, osease, debajo de los coches o detrás, son lapas de la oscuridad, espectros para películas de terror. Seguramente todo el mundo en la ciudad sabe que aquel parking no puede ser pisado pero para nosotros no había ninguna señal que lo indicara. Los códigos existen a pesar de no ser explicados. Siempre hay una calle prohibida que los lugareños saben que lo es pero que la señal se cayó y nadie la repuso o agujeros que todo el vecindario conoce menos tú. Nunca entenderé ese perfil de control a la africana. La mentalidad africana es la menos dada a la planificación, al proyecto, a la auto organización pero cuando los africanos tienen una norma, aunque solo la entiendan ellos y no la manifiesten claramente, la aplican a rajatabla. Siempre te viene alguien a decirte que tal como tienes el coche aparcado no es correcto porque no guarda el paralelismo adecuado con el edificio o porque la proximidad no es la razonable. Explíquemelo en suahili por favor a ver si lo entiendo más. Hay toda una ciencia de la proxemia difícil de evaluar para un europeo y menos aún para nosotros, cuyos códigos de la interdistancialidad escapan de toda cultura conocida.
Como siempre, la mayoría, por no decir la absoluta totalidad, de problemas, contratiempos, adversidades o contactos desagradables que tienes con los demás son por cuestiones territoriales. Lo peor que recibe cualquiera, sea quien sea, y lleve al lomo la chapa de marca que sea, es que lo ningunees no haciéndole el menor caso. Estamos habituados a que gente que nos ve y se nos acerca para decirnos tonterías o hacernos perder el tiempo: cómo te llamas o de donde vienes, o si te puedo ayudar (como el tipo que nos vino la noche que tuvimos la captura de la credit card, con cadenas de oro al cuello y no parando de mirar mi monedero). Nuestra profilaxis instintual pasa por tomar decisiones rápidas sobre quien parece razonablemente aceptable y quien no. No acertamos siempre. Un tipo que dice que es policía que viene con los humos subidos y que encima no lleva ningún distintivo que lo atestigüe no es precisamente alguien para hacerle caso. ¿Si a los uniformados no se le hago cómo hacérselo a uno de estos que no lo está?
Un rato después ya de vuelta por la misma calle sin iluminar en una zona completamente embarrada tomé el camino equivocado. Nada mas meternos patiné con mi pierna izquierda gracias a la contribución de la zapatería regional con mi suela de goma de sandalia inapropiada para tchekking y para ciudades como esta y tantas otras africanas. Faltaba poner en alto mi cuota de accidentabilidad: aquí está. Se deslizó toda la pierna izquierda mientras me caía hacia atrás y arrastraba conmigo la silla con Vic a bordo. Yo me quede con la pierna derecha debajo de ella sin dejar de sujetar las empuñaduras. Vic se quedo de espaldas sin dejar de amarrar la sandia que acabábamos de comprar. No había sospechado que era una autentica jugadora de rugby. El tirón de mi nervio que experimente fue brutal. Pensé que de haberme dedicado a la acrobacia mi pierna no se hubiera lastimado pero uno no puede estar en todo. Tras un minuto largo en esta posición durante el cual un grupo de niños que también pasaban por el lugar no pararon de decir a coro: i’m sorry, i’ m sorry muy preocupados por nuestra escena, recuperé a duras penas la verticalidad. Hicimos el resto de la caminata con un dolor impresionante. A Vic, menos mal, no le pasó nada. Al sherpa había que llevarlo a reparaciones de la manera más inmediata. Eso consistió en una crema reconfortante que produjo un alivio considerable. La caída sería un pretexto para aprovechar esas cremas mentoladas y alcanforadas curalotodo que envejecen en los bolsos por falta de uso. Después de dormir unas horas me desperté e madrugada y retomé el ordenador para consolarme con las curiosidades por las que nos tocaba pasar. Por la noche había vuelto la electricidad. Me tocaría guardar reposo los siguientes días. No era el primer accidente que me tocaba sufrir en este viaje. En Sokodé, en Togo, tropecé con uno de esos salientes circulares de unos 20 cms de alto que están en suelo yacen de tapas de fosas sépticas. Esas tapas las he visto por todas partes, también en los patios de los hospitales, deben hacer de 1,5 a 2 metros de diámetro. En un patio oscuro cuando iba a la toilette, me di tal golpe en una uña de un dedo gordo que su ralla negra me estaría acompañando durante 8 meses hasta renovar la uña por completo. El peligro es continuo. Para mi, que soy mas bien confiado, aún lo es mas. Por ahora no me ha engullido ningún agujero de la calle pero no descarto que eso entre dentro de los posibles. La filosofía tiene sus riesgos: cambias de mundo sin apenas dar cuenta o pasar del overground al underground en cuestión de segundos si no te fijas por donde caminas.

Joseph, el mánager, resultó ser uno de tantos otros tipos disfrazados de cura que había equivocado el oficio. El catolicismo proporciona espacios agradables, un empleo con garantías de futuro (que incluyen la de la eternidad) y espacios tipo chalet más o menos confortables, pero no todos sus acólitos tienen fe y no ya caridad sino ni siquiera deferencia en el trato personal o profesional. Cuando un tipo va ignorándote olvidando que estuvieras ahí y no dice nada, ni siquiera el saludo matutino, es mejor tratarlo como lo que es: un fósil. No es que en english los saludos sean demasiado grandilocuentes (del good morning se le amputó el good para dejarlo solo en morning. Esto en castellano austero nos permitiría tomar al que nos saludara con un día o días, en lugar de decir buen dia o buenos días como un agramático por no decir un vago de vocabulario) pero al menos dan noticia de la voz del otro. El guardés por su lado decidió limpiar las llantas de nuestras ruedas sin consultarnos. Vale. Una cocinera, o algo así, no supo decirnos el nombre del distrito en el que estábamos. La verdad es que a partir del segundo día nos sentimos como en casa. El perro nos cogió cariño y venia a acompañarnos en nuestras horas de biblioteca. El guardés de día nos trajo papayas y el guardés de noche, Moussa, un burkinabé, se presentó nada más vernos. Es habitual que el catolicismo contrate a trabajadores de la fe islámica aunque equivoque los cargos: muchos de los guardeses que hemos conocido deberían ocupar la dirección de los centros en los que hemos estado y muchos de sus directores reemplazarlos como encargados de puertas, pero la vida es injusta ya lo dijeron millones de personas antes.
En el primer fin de semana aparecieron más caras en el GPI. Una compañera de pasillo fue otra autista mas que apuntamos a una larga lita de ellas, Lamin, que inexplicablemente tiene el mismo nombre que la ciudad del saint Peters school, me presentó a su hermano que se graduó como ingeniero en el technologic institute de Cambridge. Yo hacia vida de biblioteca con el ordenador trasladándome hasta ella al otro lado del patio y Vic se quedaba en la habitación o en la cocina de bloque. La pomada del doctor Lakazza me alivio de sobremanera y el impacto de la caída fue menor de lo que en un primer momento había estimado aunque la mancha del hematoma que apareció unos días después me dio aspecto de ser un marido maltratado.
Sobrevivimos a todas las inconveniencias de las suspensiones de luz eléctrica, en alguna ocasión un dia y una noche enteros y también a la extrema lentitud del cyber cuando al fin nos metimos en uno. Nuestra calle en Serekunda bastaría para pasar toda una vida en ella y conocer en profundidad su vecino. ¿para qué recorrer el mundo si el mundo entero viene hasta tu calle con todas sus variopintas manifestaciones, gente procedente de varios países, comercios de todo tipo, vendedores de sandías, taxistas de taxis amarillos, microbuses? Tengo en memoria historias estadounidenses que cuentan las biografías a partir de un barrio en la llitle Italy. El mundo es también un barrio, un dédalo de calles o incluso una sola calle, un recinto, una casa. Puestos a extremar la definición el mundo eres tu y tus consideraciones. En el GPI estuvimos considerados con mas deferencia por los empleados que por los profesionales de la religión. Invitamos a los dos guardeses a comer tras abastecernos con nuevos productos de despensa. La que trajimos de España prácticamente ya se había agotado salvo un poco de aceite y frutos secos que nos quedaban. Moussa vino puntual, pero Lamin dijo que ya había comido. La propuesta de unos espaghettis más amor en su preparación no siempre encuentra la acogida deseada. El espíritu italiano no es universalmente comprendido. Vic los dejó a punto de impecabilidad. Moussa se sirvió 3 platos, buena señal. Era el guardés de noche que de dia iba de monitor de francés a una escuela. Sus 1500 dalasi mensuales (el salario que suelen cobrar los guardeses en todo el oeste africano) le permitía un cierto ahorro para saltara otro país. Antes estuvo en Liberia. Es un compositor mental de música en partituras sin instrumento concreto. La conversación surgió a partir de escuchar uno de mis solos furibundos a la armónica: un diálogo apasionado con las notas sopladas para emular una llamada a las musas que sin duda no escuchan. Por mi hubiera invitado a Moussa a compartir nuestro viaje para cruzar el desierto ya de regreso a España ya que viajar a Europa es uno de sus propósitos. Cuanto mas nos surge la conversación acerca de este deseo menos consistente nos parece. Muchos africanos han llegado a Europa sin conocer o recorrer África salvo sus países de origen y tampoco a fondo. No nos hemos encontrado con viajeros africanos ávidos de conocer su continente. Los transfronterizos lo son por razones inmigratorias o comerciales. El fenómeno de la juventud viajando en autostop por Europa o por América del norte que caracterizó una realidad hace algunas décadas es una imagen absolutamente inexistente en el continente africano. Las prisas por vivir en Europa son totalmente inconsistentes. Los africanos que alcanzan vivir el reino del capital suelen cambiar su registro del ocio por otro de la esclavitud cobrando los peores salarios y viviendo en los peores agujeros, al menos durante etapas no precisamente cortas. La mejor ayuda a un africano no es haciéndole de puente para que alcance lo antes posible el falso paraíso europeo del consumo sino para que pueda desarrollarse en la zona en la que está.
Tras una semana en la zona la experiencia con el primer cyber gambiano fue una tortura por su lentitud. Una hora para poder insertar un articulo y consultar la mitad de la bandeja de correo sin ni siquiera poderla contestar a todo representaba un servicio fraudulento. Luego descubrimos un local moderno con wireless.
Mientras me contaba todo eso y planeaba los siguientes pasos a dar para volver a cambiar de ubicación, una monja del reciento, soeur Calixta, de origen hindú, me preguntó si podía hacer algo por su ordenador. Vino dejándome un ordenador de torre con todo por conectar sobre la mesa del escritorio con el encargo de recuperar más velocidad para el suyo. Vale. Se quedó ahí mientras terminaba con mi trabajo.
A 85 capítulos después, contando éste, los de mi parte, desde que nos planteamos este viaje y este libro y a 12 de finalizarlo, también de la mía, más los de Vic, si no hay ningún contratiempo severo, empezábamos a inspirarnos ya por los recuerdos del mediterráneo. Como los monjes de Keur Mossa no nos habían contestado con respecto a nuestra solicitud de volver a pasar unos días alojados en su establecimiento mientras les comprábamos la korá no teníamos una idea clara del tiempo que permaneceríamos en Gambia y cuando regresaríamos a Senegal. La cuenta atrás de los últimos tres meses de este año en África había ya empezado y el deseo de recuperar otros registros de nuestras vidas también. La frecuencia con que comentábamos cosas de España y los planes que hacíamos con respecto al 2009 indicaban un deseo de retorno.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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