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PSICONEWS

lunes, 1 de diciembre de 2008

En La Soledad creativa

Puerta de la discordia con su bolsa para las cervezas
Korás, el de la dercha es el nuestro
Pared de la habitación en K.Moussa

Visitante de nuestra casita en K.Moussa
Keur Moussa 23 noviembre2008
Recomendación táctica: venir a África con fotocopias a color del permiso de conducir, en caso de urgencia siempre se puede huir del policía extorsionador a cuya exigencia de dárselo te hayas doblegado para quitarte pasta o regalos. Segunda recomendación reforzar el parabrisas por si no hay otro remedio que atropellarlo. ¿Apología de la violencia? No, ninguna, libertad de movimiento, Todo este comentario queda en un jeje para dejarlo con la mayor dote de ironía posible. Que cada cual elija el pedal correspondiente ante el asaltante armado de diligencias, el de freno o el del acelerador. Ter una compañera de Mesinia[1], que sigue un poco el blog me dijo en uno de esos ratos de cobertura de wifi y que me saludó con sus saludos variados que habría que ver lo que decían los africanos de lo que decíamos. No entendí a que se refería. Decimos muchas cosas y no existe un ellos unitario haciendo un congreso para ponerse de acuerdo en un dictamen sobre lo que decimos. Unos meses antes ya me dijo que si quería ligar debía deshacerme de mi barba porque con ella no me jamaría un rosco. No me consta que los europeos vengan a África a ligar tanto, ni las titis africanas que buscan toubabs para casarse (deseo del que nos han informado bastantes) se corresponda a una táctica plan de flirt o disposición amorosa. Es una propuesta tan fría como preguntar qué hora es. ¿Buscas un blanco para casarte? Luego entonces no te interesa en absoluto la persona que encierra este blanco. Es lo mismo que desear que te toque el número de la lotería o algo parecido.
En Keur Moussa nos sentimos a salvo. A falta de sociedad recreativa nos queda la soledad creativa. Pasamos una noche en el callejón de chez Mimí. Sentimiento de seguridad absoluto. Por la mañana a una chica del vecindario, Anastasia, 26 años y 6 críos, le pedí usar su ducha, es decir, un reservado de cañas, sin ningún sumidero y con un balde de agua. Ningún problema. Pura ducha africana. Las localidades más pequeñas son más seguras. Nos reconoció gente y saludamos a quienes conocíamos: A Benoit, a Maxime, a Raymond, a una de las empleadas de Chez Mimí, a Marie André, e incluso a Jean Paul, el encargado de puertas, de la tienda y de la venta de korás del monasterio. En los monasterios la división de trabajo es estricta y no parece que sea rotatoria con fluidez. No hizo falta llegar a la revolución industrial y al boom de las manufacturas para comprobar la eficacia de la división del trabajo. La especialidad o el especialismo lleva siglos instalado en los haceres humanos. El caso es que los monjes la tienen muy consolidada. Compramos el Korá que habíamos apalabrado desde verano. Por aquel entonces habíamos acordado 850e. Despues de una sesión de regateo inflexible en uno de los paillotes de les parloir. Jean Paul nos había dicho que nos mantendría el precio a nuestro regreso pero al llegar ahora dijo que el precio había variado por exigencias del mercado. Me enfadé. (Últimamente me dejo enfadar más fácilmente). El incremento no era poca cosa: unos 150euros más. Si los 850 ya nos parecían mucho los casi 1000 nos supo a puñalada con cuchillo embadurnado de sal alquitranada. Le dije que no era honesto de su parte no mantener el precio y que solo Teníamos ese capital para la compra. La denominación de no honesto lo recolocó en su lugar. Aceptó la venta al precio pre acordado.
Fuimos al refectoire a compartir la comida para visitantes. Máxime, alguien especial, enseguida punteó en las cuerdas el sonido de Bienvenida Lola. Conocimos en un rato a Emmanuel Desiré Zeng Nzeng, un monje congolés que esa misma semana abandonaba, para regresar a su país, su vida de hombre sagrado por un antagonismo entre su preciosa voz de soprano, a pesar de ser hombre, y la no aceptación de la comunidad por su amor a la música. Increíble e inexplicable. Ese Emmanuel, en el video auto promocional de la abadía, ya se hacía eco de las dificultades convivenciales por sus distintas procedencias de varios países. El caso es que el hombre renunciaba a la vida monacal para dedicarse a la vida musical Nos dio a escuchar una composición de voz suya grabada en la memoria de su móvil: una voz aguda, altísima, perfectamente confundible con la de una voz femenina. Nos habría encantado conocerlo más y tratar de grabársela, pero eso quedó en un tal vez. Raymond nos ubicó en un emplazamiento de le bois des Manguiers para pasar el resto de la semana y trabajar. Nos abrió una de las habitaciones para usar la ducha y la toma eléctrica, Estuvimos de residentes solitarios y la puerta exterior del recinto cerrada y sin que nos diera la llave. Como que con Máxime convinimos en que nos ayudara a hacer el afinamiento de la Korá y este pidió una segunda kora para trabajar juntos, eso creo una discusión con Raymond el cual decía que teníamos la autorización de tocar la kora en el lugar donde nos alojábamos y que el permiso de eso tenia que pasar por el abad. La jerarquía monacal no tiene nada que envidiar a la de un ejército armado ¡Quién lo diría con la beatitud de sus cantos gregorianos y la dulzura de sus músicas cantadas! Les dejamos en su discusión no precisamente bajada de tono. Después Maxime dijo que a los senegaleses –él es de Benin- había que tratarles con dureza para que se mantuvieran dentro de su rol y no se inmiscuyeran en el de los demás.
Una vez ubicados y con la perspectiva de estar 6 días encerrados en el recinto, Raymond me facilitó el contacto a través de la linde de su terreno con Marie Helene, la mujer de una buvette más cercana. Convine con ella que nos trajera cada dia dos flags frías al anochecer hasta nuestro autoencierro voluntario.
A media tarde Vic y yo retomábamos nuestro quehacer con nuestro pequeño estudio de grabación ambulante. Por mi parte no paraba de asombrarme de su proverbial capacidad para musicar mis letras, casi nunca rimadas y con combinaciones de palabras no fáciles. Muy lentamente íbamos introduciendo formas expresivas: rap o declamaciones airadas, incluso empecé a confiar tímidamente en mi voz. Yo creí que nuestro proyecto en marcha de grabación había quitado a Vic de su afición a los solitarios pero descubrí que seguía jugando a esa cosa. El tiempo dedicado para la elaboración escrita nunca lo remontó a pesar de insistirle durante todo el año. Una nueva temporada de reclusión iría bien para ponernos al dia de nuestros trabajos pendientes. No tener la conexión a internet también tenía sus ventajas adicionales: poderte concentrar todo el día en lo tuyo sin tener que compartir tu tiempo de creatividad con saludos y conversaciones por el Messenger. Quedaba Baffour sin concretar. Mathilde se había puesto enferma y no pudo venir el findesemana que le propusimos. Tal como pintaban las cosas y las dificultades burocráticas para los permisos de entrada en España para los africanos, cruzaríamos el desierto el mes próximo sin él a bordo.
Al amohecer, una curiosa fauna venia a alojarse a nuestra habitación: amantis, orugas voladoras, otros bichos con alados. Esas orugas, mas que torpes y estrenando cuerpo no paraban de chocar conmigo. Para mi sorpresa, de los mosquitos missing. En Kaolack ya había llegado a una entente con ellos. Ni tela mosquitera ni repelentes, el ventilador giratorio de mesa a todo trapo los mantenía a raya. Si ellos no me pinchaban yo no hablaría mal de ellos en nuestro blog. Parece que aceptaron la propuesta. De todos modos Kaolack es una ciudad insalubre, Keur Moussa era más limpia y el clima ya parecía incompatible como moscas y mosquitas. Una amantis vino a morir a nuestra habitación. Las observé un rato, me pareció que esta clase de animales tienen algún tipo de lenguaje. No solo eso, no tienen el menor miedo ante monstruos de tamaño humano. Me pareció que se hizo la toilette al estilo de los gatos mojando con la boca sus patas delanteras y pasándoselas por la cara. También se ocupó de sus antenas. No se si lo invento pero pienso que fue lo ultimo que dejó de mover. Si fuera un financiero al que le sobrara el dinero pagaría una investigación hasta donde fuera necesario para avanzar en la investigación de los insectos. Se algo de las abejas y de las hormigas. ¿Qué discurso deben tener las amantis al respecto de las comilonas de sus partners? No me extrañaría que dijeran que eso sí es un acto de amor y no lo que hacemos los humanos los unos con los otros mintiéndonos constantemente. El problema de uan investigación de este tipo es que podria demostrar (intrigante hipótesis) que la inteligencia de los insectos podria ser mayor de la hasta ahora considerada y si no la han desarrollado en forma de ciencia aplicada es para no complicarse tanto la vida.
Me acosté tarde, un par de horas despues de que Vic estuviera empiltrada. La tranquilidad en les bois des manguiers, en medio de la extrema oscuridad, era absoluta. Por la mañana vino Máxime a despertarnos. Había dado un mensaje a Raymond para que fuéramos a una clase de korá con él al monasterio, mensaje que no recibimos (las pequeñas trifurcas entre los monjes se traducen en pequeños sabotajes mutuos. Ni me creeré que eso no deje secuelas en sus relaciones posteriores.) Quedamos para hacer esa práctica por la tarde. La complicación del traslado, con las dos korás, la lentitud de nuestros movimientos por subir y bajar de la furgo, tener que cambiar un autobús atravesado bloqueando el camino, con las llaves puestas, ningún conductor a la vista sin modo de poner la marcha atrás. Luego el cambio del refectoire a una de las paillotes del jardin des parloirs, el cambio de la furgo de un parking a otro fuera del recinto por orden de Jean Paul, nos dio la medida de la organización monacal, bastante más complicada de lo que a primera vista parecía. (No tengo la menor duda de que tanto exceso de oración disfunciona las sinapsis. Tampoco que esos espacios de oración sirven para congregar a los freres ante su máxima: dios, pero no ante sus contradicciones concretas para discutirlas y arreglarlas). A pesar de perder más de dos horas en los traslados conseguimos una útil en la que Máxime nos enseñó como afinar las cuerdas con la ayuda de un afinador electrónico. Vic está mas puesta en esto por las clases recibidas, yo tuve que hacer un sobre esfuerzo por hacer la traducción de las 7 notas de la escala diatónica a las 7 letras de abecedario dela forma internacional –en realidad anglosajona- de interpretarlas. (La regla mnemotécnica para acordarse de la equivalencia es muy sencilla. Las siete notas van de la A a la G empezando por La. Eso significa que un Do es un C. por tanto Do Re Mi Fa Sol la Si, se representan respectiva y correlativamente por C D E F G A B). Aprendimos que en la época de calor las cuerdas se tensan mas elevándose hasta un semitono y en las de frío ocurre al revés. Pusimos las cuerdas del nuestro a un semitono por debajo del que venía. Luego, en nuestra habitación, mientras yo estaba enganchado al ordenador, Vic acompañaba a la noche punteando acordes.
Íbamos a pasar el resto del mes en Keur Moussá, eso nos permitiría recuperar lo que sabíamos, lo poco que sabíamos del instrumento, y seguir con nuestro exuberante programa de creatividad. Teníamos los pies puestos en Senegal pero el ojo puesto en nuestro retorno. Escribimos una carta para Montse Castellví, la amiga de Vic y nuestra inquilina de casa, para conocer sus planes para el año próximo y poder ajustar así los nuestros a nuestro retorno. No teníamos una prisa especial para volver a nuestra localidad en Barnápolis. Podíamos quedarnos en Barcelona (Ramón nos había ofrecido su apartamento cerca de la calle Mandri), en Blanes (Paco Balcells, capitán náutico y amigo de Vic nos había ofrecido uno suyo en Blanes) o buscar otro sitio. Además, Vic y yo íbamos a pasar una temporada separados para descansar mutuamente de nuestra omnipresencialidad. Quizás temíamos que de volver inmediatamente a casa se nos pasaran otros varios años sin retomar nuestro proyecto de buscar un espacio más grande, que desde luego necesitábamos.
A la hora acordada para el día siguiente con Marie Helena, no vino con las cervezas ni nadie vino con ninguna noticia de porque. O al menos no vino hasta nuestro alojamiento No nos sorprendió, cualquier acuerdo con un africano, la muchas veces, es la hipótesis de la hipótesis de la hipótesis. Lo más normal es que no se cumpla nada según lo previsto. Eso es peligroso porque la informalidad puede ser contagiosa. Mientras los africanos no aprendan el valor de un acuerdo por simple que sea, África no saldrá jamás de su infradesarrollo. Bueno, menos cerveza, menos gasto y menos alcohol en el cuerpo. En última instancia, un incumplimiento de algo o de alguien siempre puede ser reciclado positivamente. De todos modos, al otro día dando una vuelta por el interior del recinto sí vi a la mujer al otro lado de la candela haciendo ruido para llamar mi atención. El día anterior sí había venido para cumplir con su encargo pero no pudo entrar por esa obsesión de los monjes de someterlo todo bajo llave. Me había precipitado en mi juicio de ella. Convine una manera para que no tuviera que esperar dejando las botellas dentro de uan bolsa colgada de la cuerda, la misma en la que yo dejaría los cascos vacíos. Le di 5000 cefas por adelantado.
Los días en el recinto discurrieron tranquilos. Por las mañanas los obreros asalariados de la abadía nos saludaban eufóricos. Nosotros trabajábamos en lo nuestro productivamente. ¿Vida rutinaria? Nada de eso, el aislamiento está lleno de acontecimientos: te permite observar al vida de las hormigas y de los insectos en general, (si alguien quiere hacer un curso de cooperativismo que empiece la primera clase observando la vida de las hormigas), la transformación de las imágenes con las distintas intensidades de luz a lo largo del día, el cambio de los olores desprendidos de la naturaleza. Por la noche los solos de algún chiflado voceando a Alá por megafonía nos proporcionaba algunas notas curiosas que bien podríamos trasladar a nuestra poética. Nos lamentamos de no haber registrado sonidos de folclores étnicos.
Nos quedamos instalados con las dos korás en la habitación pero una mañana vino Raymond a decirnos que Jean Paul no quería que se tocaran en el bois des manguiers. ¿Alguna explicación? Ninguna. Allá ellos con sus complicaciones y poca claridad. Probablemente la razón criptoesotérica de tal actitud es la de pensar que un instrumento tan diaconizado creado para la loanza de dios, dejarlo en manos de apóstatas puede molestar a la seigneuer y hacer que este se venga diluviando la zona con azufre ardiente. (¡No, azufre no!, ¿no lo podríamos dejar con un caldero de agua hirviendo?) Me acuerdo de Agustín Cabral, uno de lo compañeros de curso de la semana corta que hicimos de korá en el mismo lugar por verano, cuando decía que ellos se reunían para tocarlo para loar al señor, y eso lo decía con absoluta convicción, un hombre hecho y derecho. En cuantos a los cds de la casa que hemos escuchado su música bonita y sosegante no quita el contenido irracional de sus textos. Todo pasa por la obediencia incondicional a ese señor de la totalidad y a su único hijo, Jesús el crucificado, algo que ya puso en duda la misericordia de un padre todo poderoso que permitiera la atrocidad de tal sacrificio, punto de vista adelantado, por cierto, de MicheleAngelo, en una época en que los distintos papas al cargo del sillón de Pedro que le encargaran sus trabajos artísticos, censurarían.
Por la noche acompañados por una fauna de insectos que no molestaban tanto, nos dejábamos llevar por los planes como si fuéramos aún adolescentes ensoñados pensando en futuros estupendos. No sé como combiné unas cuantas notas con el clarinete que a ratos me parecía original y a ratos evocaba alguna otra canción conocida. Luego le añadí letras. Estrofas cortas de versos cortos, cinco o seis sílabas. La experiencia de acompañar a la música con letras creadas ad hoc para ella no tiene nada que ver con la poesía pre-escrita y cantada o musicada después. En aquella el texto se mete con calzador para qué encaje y el texto resultante es poco brillante. El caso es que al día siguiente Vic puso su voz a las estrofitas de Soy tú hombre (¿eso es un título? Pues sí). Habla de un hombre alejado de su mujer, entre solitario y posesivo reclamándole volverse a reunir. Fue un dia laborioso, Vic intentó un tango, que quedó en semitango para otro poema. Escuchamos a José Cano, a Martirio, a Rosario Flores y hasta Tomasa la Macanita (¡quién me lo iba a decir! yo que no fui mas allá de Gerena y de Loles y Manuel ¡olé, gitana!,…) –este último cd, regalado por Nani- para afinar el oído ante maestrías ajenas y rememorizar entonaciones. De Tomasa hay que decir, supongo que de todo el flamenco, el valor de sus poderosas voces con apenas acompañamiento musical y con la espontaneidad de introducir frases no cantadas, secas, cortas, directas a ventrículo derecho dando una vuelta por el centro del esternón. El flamenco es un lamento y el lamento de por sí ya es una música.
Nuestros compañeros de recinto, los empleados de los monjes dedicados a la agricultura estaban contentos con nuestra presencia, a pesar de aguantar una y otra vez las tentativas con el clarinete para librar la música de falsos pitidos. Uno de ellos nos trajo espontáneamente pepinos del huerto que nos regaló. Gesto que repetiría. El encargo a Raymond de los microquesos a 1000 cefas, excelentes, tardaría en llegar pero cuando lo hizo a pesar de la patina enmohecida, pura penicilina, todo fue para deslizarse por el paladar cuya finura aumenta considerable cuando sumas días eremíticos. La bolsa con las dos birras frías, casi heladas, de Marie Helene en la puerta de la verja las recogí según lo convenido. El pito de plástico que colgué para que nos avisara al dejarlas o no sonó o no lo oíamos. Ese ritual no duró mucho pero lo suficiente como para integrarlo en nuestra memoria. (definición de felicidad: dos flags frías tomadas al anochecer despues de un día cumplido y completo sin que el ordenador te haya saboteado y haya guardado de forma recuperable todo lo que le hayas confiado),
Llegó el frío. Los mosquitos desaparecieron o disminuyeron considerablemente no por el farol del pacto antedicho sino por razones de clima. Ya no dejábamos las dos ventanas correderas de la suite-furgo abiertas, por la noche nos empezamos a tapar con la sabana o con la colcha y a dormir con camiseta, era cuestión de ya sacar el edredón de uno de los bidones. No puedo decir que notara frio, antes lo advertí en las piernas de Vic y en el candado de cable acerado que usamos para la puerta que a menor temperatura se hace rígido, también, claro está, en el agua de la ducha.
Los días en el bois des manguiers pasaron apacibles. Al atardecer el monje encargado de los obreros agrícolas venía a supervisar lo que habían hecho durante la jornada. El domingo por la mañana tras la misa, cuatro beatas vinieron 4 minutos mal contados a decirle o pedirle algo a la virgen, es decir a la estatua de madera con oratorio junto a nuestro bungalow. El mejor espectáculo del recinto lo proporcionaban las hormigas con sus largas autopistas de varias docenas de metros con una actividad acompasada (aybo, aybó, al campo a trabajar, aybó, aybó, nana, naná, nana, naná, nana, naná…). Me encantaría estudiar su modo de comunicarse, tal vez aprendiera más que lo que llevo aprendiendo hasta ahora con el lenguaje humano.
Como que tuvimos bastantes horas libres y durante el fin de semana no vino –afortunadamente- un grupo de juvenilescos tal como estaba anunciado (los golpes de pito y los sucedáneos de ar de los scout del week end anterior en Kaolack todavía nos resonaban) me entretuve en inventar una letra tonta para una composición musical a armónica que Vic tildó de cursi y estúpida y que no era propia de mi poesía. Me defendí diciendo que la dramatización poética de la que hago gala bien puede ser compensada con letras tontas. El caso es que inventé La Primera Vez/Picardía Púber. El siguiente paso sería que Vic quisiera cantarla al día siguiente. Aceptó a regañadientes, al final nos repartimos las estrofas y debuté como cantante amuñecado ante la pantalla del ordenador.

Cuando estoy en un monasterio pienso en Umberto Eco y en su fértil imaginación. También pienso en Sean Connery. No puedo evitar imaginar a minutos perdidos las trifurcas internas que tienen. A fuerza de taparlo todo con la oración deben arrastrar las mismas contradicciones desde siglos, pero ¿quién es un viajero, además un viajero fatigado, para cuestionar las contradicciones ajenas? Bastante tiene con las propias. Dejar les bois des Manguiers y volver a la hotellerie sainte scholastique, donde ya estuvimos en la anterior ocasión, es como dejar una barriada pobre aunque tranquila para ascender a la clase media aún más tranquila. En la hotellerie dispusimos de un salón comedor y de una cocina y ocupamos una sola habitación, como la otra vez. Marie André nos dio las llaves sin acompañarnos. Política completamente diferente de este frere hotelliere, con respecto a las puertas del exterior cerradas o abiertas dejándolo a la responsabilidad de los usuarios. Saltamos de una ubicación a otra, de una habitación a otra, de una mesa a otra, de un ordenador al mismo ordenador. Por el camino me detuve en el dispensario contiguo, fundado por uno de los monjes benedictino fallecido hace pocas semanas y gestionado por las monjas de otra orden. Consulté a una por mis tres manchas en la parte baja de las piernas que Vic me había descubierto en Kaolack hacía semana y media y que me auto diagnostiqué como hongos. Desde entonces el auto tratamiento que había seguido primero con Clotrimazol (el famoso Canestén) y después con: Ketoconazole (Micozal) no minimizó su superficie. Soeur Marie Vincenne, no me aclaró si se trataba realmente de hongos. Me dio un par de pomadas de su propia fabricación: una de ellas con un compuesto de cortisona. Puesto que cruzo las piernas para dormir eso explicaría que la zona afectada de una pierna hubiera contaminado a la otra. Fue mi conjetura. Como siempre, el personal sanitario que no sabe de lo que le hablas, sonríe.
Durante todo el viaje no bajamos la guardia por lo que hacía a prevención sanitaria pero desde Lamin bebíamos el agua corriente del grifo sin filtrar, algo que combinábamos con la compra de bidones de agua de 10litros, mas barata que una botella de litro y medio tomada en un restaurant, pero que no siempre era fácil conseguir. Al establecimiento que íbamos a Kaolack a suministrarnos, el guardés le explicó su condición de viudo a Vic y le propuso sin más rodeos casarse con ella.(¡qué mono!). A pesar de nuestras precauciones higiénicas los dormitorios que venimos usando no siempre son excelentes. Toda clase de residentes de la naturaleza toman posesión de ellos con más derecho que nosotros. En el bois des Manguiers, una enorme araña, una sprinter, nos asustó a los dos. No tan grande como una tarántula pero con aspecto de más feroz. El mismo día una abeja chocó conmigo y antes de que advirtiera que lo era la chafé entre mis dos manos. A menudo se me ve, -como si se me estuviera mirando- dando palmas sonoras mientras escribo, generalmente con mala suerte: las moscas y los mosquitos son los seres alados más ágiles que existen. La abeja iba curioseando con las defensas bajadas. Ante su agonía tumbada en el suelo me sentí un estúpido. Pura ley de la selva. De hecho una abeja no ataca si no le haces daño, además todas las abejas son como la Abeja Maya y me caen simpáticas. Otro punto más en el temario de reflexión. ¿Por qué hay unos insectos de los que instintivamente te proteges y emocionalmente odias y otros te caen simpáticos? Jamás mataría intencionalmente a una amantis, a pesar de saber que es una maltratadora de cónyuge y una fratricida y en cambio no tengo el menor remordimiento en aplastar una araña con cara de pocos amigos, no digamos a los mosquis y a las moscas. No todas las arañas producen esa inquietud en su contra, las que están en su rincón de techo, en su telaraña, zampándose otros insectos, esas que tienen un microabdomen y unas largas partas, esas son sagradas y con ellas se puede coexistir pacíficamente. No creo ni siquiera que la aracnofobia sea considerada una patología pero en cambio la fobia a mascotas como perros o gatos sí. Lo dejo aquí. Que cada cual se pregunte y se responda por que hay animales que te caen tan mal de entrada y otros no. Lo mismo, si hace o no hace, que los seres humanos.
En la hotellerie Scholastique sospechamos que durante la semana que estuvimos en les bois, no había sido usado. El agua corriente en la cocina seguía sin funcionar tal como ya pasaba unos meses atrás. De los monjes no sacábamos las cosas muy en claro aunque creímos que no les apetecía tener huéspedes como nosotros, inequívocamente no practicantes religiosos y dedicados a su programa separado de quehaceres. Solo que esa presunción no fue confirmada ni nos fue declarada. No dudamos que pudieran sentirse utilizados por nuestra presencia o la de gente como nosotros que valoraba sus espacios como espacios de tranquilidad y de trabajo, no como puertas o encuentros con ningún misterio ni revelación.
Bien marido recorrer tantos miles de kilómetros para recluirse en sitios de los que salir poco y trabajar en lo nuestro carecía de toda lógica, aunque no me extrañaría que lo volviéramos a repetir. La lectura no era que habíamos venido a África para encontrar una vocación creativa sino que esa no la dejábamos de lado, fuera cual fueran las coordenadas en las que estuviéramos. No dudo que Vic y yo, como náufragos en el mar de las Antillas, en una balsa esperando un rescate hipotético, lo primero que haríamos al despertar sería dedicarnos a la poesía, recitarla o memorizarla, mientras con el dedo gordo de un pie y un hilo de pescar tratáramos de conseguir el desayuno. Pero eso sería una hipótesis más remota porque ella no dejaría de ser vegetariana aunque le fuera la vida al no renunciar a sus principios. Siempre nos quedaría la oportunidad de las huevas de esturión ¿alguien sabe si hay esturiones en aquella zona? Sospecho que no si son los rusos y las iraníes que se ocupan de su comercialización.
[1] El país de Msn, Messenger de mensajería isntantanea que se obtiene desde una cuenta de Hotmail o msn, y permite mantener conversaciones por escrito, verse envideo imagen y escuchar la voz.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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