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domingo, 27 de abril de 2008

Sin Infos

Vic en el salón del apartamnto del monasterio de las benedictinas
En nuestra nevera nuestras provisiones

Nuestro chalet con nuestra rampa portátil






Koubri 23 abril 2008
Un proverbio italiano recomienda pensar mucho, hablar poco y escribir menos. Desde antes de conocerlo ya venia aplicándolo en los dos primeros consejos, en la tercera lo desobedezco rotundamente, pero reconozco la razón por la que se dijo: todo lo que uno escribe se le puede volver en contra. Escribir es atreverse a exhibir las propias contradicciones, en particular cuando una crónica de ti mismo te lleva por lugares que no tenías previsto y a vivir experiencias que no habías programado, también a manifestar conductas para las que no estás habituado.

Nuestra casita en territorio de benedictinas tiene un patio y unos cuantos árboles pequeños y deshojados que no dan sombra. La furgo se achicharra ahí con resignación. Hay una pequeña cancela y un cencerro a modo de campana para avisar si llega alguien. Recibimos algunas visitas. Soeur Marie, después de reclamarla varias veces, viene a ver lo que puede hacer por nosotros. Le muestro los presentes: los dos planteles y la acompaño hasta su zona de huerta de regadío donde tienen varias clases de arboles frutales. Me dice que en realidad no es la monja encargada de los vergeles sino su substituta. La otra está fuera. Como en todas las comunidades religiosas en ésta hay una parte de miembros que están de viaje (para nosotros es un misterio como consiguen autofinanciarse tan bien y pagar tantos vuelos). En la huerta obtienen el agua con unas motobombas que rescatan desde un estanque natural. La zona de los mangos plantados hace 35 años es frondosa. Hace que nos acompañe uno de los muchachos con un azadón atrotinado. Es uno de los varios chicos y chicas que trabajan para ellos a cambio de ayudas que les han pedido o pequeños salarios. Los establecimientos monacales generan bastantes puestos de trabajo. Sor María busca cuidadosamente el emplazamiento primero para el pomme acajou, un árbol que da un tipo de fruto muy curioso que no se conoce en Europa que recuerda un poco a la forma del pimiento con un peciolo que lo borda como sombrero y después, en otra zona, para el pomelo. Ambos han sido plantados junto a compañeros de especie. En uno añado por iniciativa propia estiércol seco aunque mi acompañante me previene del peligro de las termitas. Las termitas construyen esas enormes arquitecturas de barro junto a los árboles, a veces rodeando su tronco completamente. Están por todas partes aunque siempre guardando distancia ecológica entre ellas. Para un entomólogo enterrarse dentro de una y estudiar su vida como visitante científico debe de ser uno de los placeres más apasionantes. El grueso de sus paredes debe proteger de las duras radiaciones solares. Quedamos con que a nuestro regreso si volviéramos otra vez visitaremos los árboles para ver como han crecido los niñitos.
Soeur Marie me cuenta un proyecto que tienen a medio terminar que empezó una pareja europea ya de edad consistente en un criadero de un alga beneficiosa para la salud, la espirouline. Una mañana él, de unos 75 años, se levantó con media cara paralizada por una hemorragia que tuvo durante la noche durmiendo. Tuvieron que regresar a Francia (no valemos nada, especialmente los hombres). La idea de proponer proyectos concretos en espacios que puedan garantizar su mantenimiento o continuidad viene a mi mente. Vic y yo siempre protestamos por no tener una casa de verdad con territorio suficiente para realizar alguno de nuestros sueños de archivo como autosuficiencia con energia alternativa, un jardín para trofoterapia o una espaciosa biblioteca. Llevamos años ahorrando para comprarla pero todavía no hemos decidido donde ni para cuando. Tenemos el dinero para adquirirla en algunos países y solo una parte para otros, dadas las abismales diferencias de precios. Siempre que vemos un posible lugar para esto en nuestros viajes por Europa nos toca valorarlo todo: infraestructuras urbanas cercanas, especialmente hospitales, accesibilidad en el terreno, suministros,…El viaje africano nos hace pensar que hay muchos sitios donde se puede residir aunque sin duda alguna tenemos nostalgia del Mediterráneo o al menos de algún mar o gran lago. Vic y yo tenemos ideas distintas sobre lo mucho o lo menos que ofrece España. Ninguno de los dos tiene mucho de patriota pero los lazos de sangre aprietan y la estabilidad hispana en comparación a los cromos mundanos es envidiable.
Vivir en un apartamento de no mas de 100 m2 contando la superficie del patio que es lo que tenemos en Barnápolis nos tiene (o mejor dicho, tenía) en un cierto agobio. No es una cuestión de dinero si no de decisión aunque todo influye. Jean Paul Getty dijo que si puedes contar tu dinero es que no eres un hombre verdaderamente rico. La decisión es más mía, Vic es la que presiona más. Yo preferiría seguir dedicando los últimos 5 años antes de que toquen las campanadas de los 60 de edad como viajeros y luego instalarnos en algún lugar apacible, espacioso, con internet y sin mosquitos y con un aeropuerto no muy lejos pero para eso hay que ponerse las pilas y buscarlo antes. Lord Byron hablaba de que había peregrinos de la eternidad cuya nave errante se zarandeaba de aquí para allá sin echar nunca anclas. Bueno tampoco hay que tomarlo mucho en serio. El ser humano no es tan nómada como parece. Es tan territorialista que toma posiciones seguras ahí donde va. Nosotros no somos una excepción.

Estamos viviendo estos meses prácticamente sin informaciones. Algún email de Europa, uno de Ignacio, nos refiere un terremoto cerca de donde estuvimos, en Tanguieta, que no nos ha afectado. Desde nuestra perspectiva vivimos en la total tranquilidad, solo nos faltaría hacer un trío con Eva, o con Adán, para estar en el paraíso terrenal. Hablando de ellos por cierto, Sor Verónica los refirió el otro día como los principales responsables del sufrimiento moderno del ser humano para encajar el revés de la caída de Vic. Nos explicó que el origen de todo sufrimiento es la desobediencia de nuestros primeros padres terrenales y su orden ruega a dios para pedir el perdón de todos los pecados. Su inocencia nos cautivó. Deberíamos rebobinar nuestras biografías, empezar de nuevo para vivir vidas completamente ingenuas. Si los localizamos (a los protagonistas de la manzana prohibida) les pasaremos la factura de nuestros males. Si alguien tiene contacto con ellos que nos avise.
Despues de unas cuantas comidas juntos en un refectorio de interior sin ventanas y con un altavoz que conecta con la lectura de las hermanas en la misma hora de comida en refectorio aparte, pedimos usar el de el lado que esa más aireado y que tiene luz natural y no hay que levantarse para pasar las cosas de un lado al oro de una mesa cuadrada enorme. El altavoz me ha recordado los cinco años que fui a un colegio de frailes en el que las aulas tenían aparatitos parecidos por los cuales el director daba órdenes y trataba de controlar a los alumnos aunque no nos viera. Era a finales de la década de los 50 cuando el espionaje todavía carecía de la sofisticación que ha alcanzado posteriormente.
Vicenzo se ha ido tras ser la alegría de la mesa y desplegar sus conocimientos de por donde anda su orden, (por cierto tienen un hospital en St Pere de Ribes en el que fue atendida Vic en su accidente de coche al salir disparada por su ventana por la colisión en el cruce de Aiguamolls) y contarnos algunas de sus barbaridades: estuvo a punto de perder el pie por gangrena por zambullirlo con una herida abierta en un charco inmundo. Su experiencia como enfermero no le evitó dar, literalmente, ese mal paso. Finalmente averiguo que la túnica de los Camilos, su orden, es la que lleva y no tiene nada que ver con la reencarnación de un cruzado medieval.
El refectorio de las monjas está no muy lejos del nuestro. Hay un pequeño patio por medio. Las vemos comiendo en silencio centradas en la lectura o ensimismadas en no sabemos qué. Por la noche el mismo espacio tiene una televisión y por la pantalla hay seres que también llevan sus mismos hábitos. No sabemos si miran un video o es un canal especial para religiosas. Su imagen tranquila a ratos me mueve a un extraño sentimiento entre pena y admiración. Nos gusten o no, las comunidades religiosas demuestran una estabilidad y continuidad a lo largo de los siglos de la que quedan muy lejos otras asociaciones seglares con las boquitas llenas de fantasiosas ideas alternativas y con los proyectos reales bastante encallados.
Una de las soeurs, sor Cristine Kondo, que está de paso y procede de otra congregación saint Gildas, fundado por Pere Gabriel Deshaye de la Bretagne, que se ocupa de la revisión de nuevas solicitantes de monjas viene a nuestra sala de estar en la casa que ocupamos a ver videoclips que no conoce y a tomar un sirope con agua. Agua fría con sirope es uno de los lujos que se permite la gente más austera que conocemos. Hemos probado el de tamarindo pero el de limón lo supera.
No paramos de recibir visitas. Nos visita alguna chica que le damos algo de ropa. Luego vendrá en otra ocasión acompañada. Le damos agua y asiento, no dicen nada. Su francés es escaso.
Nos visita otra soeur, Marie Inmaculade Dick, de Palamu, Togo, que está de paso durante un periodo de reposo enfrentando su crisis pastoral. Es habitual que la extensa red organizativa de establecimientos religiosos se apoye mutuamente, aun siendo de órdenes distintos, prestándose sus logísticas. Su congregación está dedicada a la difusión de textos religiosos y ante su tienda de libros empezó a concentrarse niños de la calle, abandonados, de todas las edades, a partir de mostrar su interés por ellos. Se plantea trabajar a favor de ellos pero eso está en contradicción con su continuidad dentro de la congregación.
Ante personalidades entregadas como la suya a causas tan altruistas no podemos por menos que compararnos y declarar que nuestra energia en esa dirección está bastante agotada. Desde hace tiempo somos seres eshaustos con todas las coartadas teóricas indispensables para, en la práctica, no hacer nada por los demás, salvo defender criterios que no se traducen en ninguna acción movilizante. Tenemos bien aprendida la tesis de que combatir los efectos sin hacerlo con las causas termina por no arreglar nada. Lao Tsé tambien dijo lo de dar el pescado para calmar el hambre de un dia y enseñar a pescar paracalmar el de toda una vida. Al parecer en el pasado no andaban muy provistos de parábolas y unas religiones se nutrian de los decires de otras.
Estamos al corriente de la negligencia e irresponsabilidad de chicos y chicas jóvenes cuyas biologías les empujan a la paternidad/maternidad sin constituirse en familia, los unos porque solo pretendían el goce de un polvo y las otras porque se encontraran con la realidad de un bombo sin ser conscientes del significado de eso y de sus futuros personales marcados por esa procreación no planificada. Niñas-madre que nunca podrán ser mujeres libres. Hay centros auspiciados por religiosas que se ocupan de ellas, se ocupan de paliar la malnutrición infantil, como uno en Diabo. Por ninguna parte hay campañas a favor del aborto o de la maternidad elegida conscientemente. En todas las ciudades africanas faltan centros de planning, lugares donde ir a consultar en caso de embarazo y desamparo. En Europa las duras luchas por el derecho al aborto costaron mucho y tuvieron (siguen teniendo) muchos detractores. El derecho a disponer del propio cuerpo es la primera condición de la libertad personal. Todos los países tienen población sobrante. Engendrar hijos ya no es una cuestión de supervivencia de las familias o de las etnias tal como se ha estimado antropológicamente durante mucho tiempo. Parir terminará por convertirse en un acto criminal. Un día u otro los estados intervendrán de una manera punitiva ante la procreación irresponsable. Ya empezó a hacerlo China de alguna manera con la política del hijo único.
En el refectoire para visitantes de las benedictinas van llegando caras nuevas. Como suele ser lo habitual la gente pone cara de tímida y de silencio. Estamos algo confundidos sobre el hecho silencioso, si es vocacional o simplemente el resultado de la inhibición. Apoyamos la segunda explicación. Soeur Lea Belemsaga es la excepción. Habla. Trabaja para los handicapés. Hablamos con ella sobre Lilianne, una holandesa de la que nos han hablado en distintas partes, y su fundación para minus. Le disgusta también la actitud cabizbaja de los nativos que hablan en voz que por timidez que es inaudible y que no se atreven a cruzar el umbral de la puerta si vienen a decir algo. La pose de los esclavos. A una pareja que se incorpora a la mesa les preguntamos si son pareja al llevar ambos el mismo tipo de alianza de oro, contestan que sí entre risitas nerviosas y suponemos que sonrojados aunque no les notamos el cambio de color en la piel.
Vic sigue siendo en todas partes la estrella. Ahora, con sus movimientos más cadenciados por ir en el trono de ruedas, su cabellera larga y suelta con las puntas ya encanecidas por no utilizar tinte, le dan un aspecto venerable. Le basta su sonrisa y un par de frases para dominar cada situación. Es el personaje ideal para la gente alicaída, triste o hueca. Con su chasquido de dedos los saca de la tristeza o de su mal momento. Ella por su parte disimula perfectamente su dolor. Su sonrisa radiante jamás permite sospechar que sigue en plena convalecencia. Su ayuda de cámara, yo, la lleva cada día por tres veces desde el chalecito a unos cientos de metros en donde esta el comedor.
La clase de comida preparada tiene bastante de incomible e inapetente. Eso nos hace pensar volver a las redentoristas en otro monasterio que tienen en Kiri para devolvernos a los placeres del paladar. La lujuria de la carne nunca está muy lejos del pensamiento que nos traemos entre manos.
Vic también me hace de auxiliar de a bordo. Tomo con mis labios de la palma de su mano las dos bolitas de ledum palustre 7ch para ahuyentar los mosquis que siguen prefiriéndome como su plato elegido. Los actuales ni siquiera los veo pero hacen de mis codos un colador de marcas dolorosas, (nunca podre decir que soy rechazado totalmente. Algunos predadores me prefieren).
A las tres semanas de silla de ruedas diaria Vic da unos pasitos con el mecano puesto. Todavía le duele mucho la pierna pero ha empezado a hacer un poco de ejercicio cada día de pie para no quedarse clavada en el asiento.
Soeur Cristine, viene a despedirse a nuestra sala de trabajo en la casita. Foto y sonrisas.

A estas alturas sabemos que en África se pude vivir con una cierta calidad y sobre todo calidez humana. Con el alquiler de nuestros dos apartamentos en Barnápolis podemos pagar de sobra los consumos aquí y disponer de tiempo libre. África tiene la mayor y más importante de las materias primas: el tiempo libre de los africanos. Los europeos ya no saben lo que es eso. La cuestión es encontrar lugares bonitos de estancia. Las relaciones no hay que buscarlas, vienen espontáneamente, otro asunto es nuestras ocupaciones creativas: el clarinete y los ratos de ordenador nos llenan pero tal vez no lo suficiente. Yo aprovecho los after de las clases autodidactas de Vic al montarlo para soplarle algunas notas. Llevo más de un año que no salgo de una melodía que compuse. No tengo su disciplina musical y ella no se atreve con solos creativos.

Boukaré kinoré y Amado su hermano vienen a visitarnos a la casa. Los hemos visto antes de salir del refectoire, nos han saludado pero no nos hemos detenido a hablar con ellos. Tal vez nos estaban esperando o han venido expresamente para conocernos porque alguien les ha dicho que una pareja de europeos esta instalada aquí. Estamos a unos 7 kms del asfalto, es decir del verdadero Koubrí. Como otros visitantes antes de entrar nos han avisado dando palmadas secas a modo de anunciar su presencia. Despues de un tortuoso prolegómeno nos han pedido consejo para financiar su asociación dedicada a los minus. Durante la conversación nos ha referido a un amigo suyo que vive en Bindé de koubri dirección Ghana, un hombre de 55 años que tiene 35 mujeres y mas de 200 hijos en una misma concentración. Algún detalle nos ha hecho considerar la poligamia a gran escala como esta como una forma empresarial de las relaciones humanas donde las mujeres tienen garantizada la supervivencia. A fin de cuentas el más fuerte de la manada puede enfrenar más eficazmente otros peligros externos. La referencia nos llama la atención lo suficiente como para incluso introducir la visita del hombre en nuestros planes. Quizás es el estudio en directo de una forma de vida que estábamos esperando. Los africanos abordan los temas indirectamente. Antes de las preguntas o respuestas directas hay una danza con las palabras. Cuando unos días despues los visitamos en su centro hablo por teléfono con Nava Shanam el semental antes referido.
Cada vez que decimos “los africanos” cometemos un acto de injusticia lingüística, lo mismo al decir “los europeos” o “los americanos”. –si lo hacemos es porque nos falta suficiente conocimiento y detallismo para distinguir diferentes conductas entre etnias y pueblos. La visita al centro de handicapé nos sumerge en una especie de dialogo sin salida. De una parte la demanda de ellos es de padrinos y de tipo general. Su cantinela mas repetida es la de que no tienen medios, pero mientras nos están contando esto lo hacen en un patio que es una verdadera pocilga con varias personas ociosas sin hacer nada, con la mitad de las instalaciones sin arreglar, con un par de maquinas Singer sin usar. Pedro Calderón de la Barca decía de no dar nunca consejo a quien te pida dinero pero tampoco aconsejo, que yo sepa, dárselo. En este caso sugiero de comprarles arboles para su patio si están dispuestos a regarlos y ocuparse de ellos.
Por doquier asistimos a dos tipos de estampas: los que se pasan el día sin trabajar y los que trabajan. No muy lejos de nuestra reunión a laque se va añadiendo la muchachada, se sienta, escucha aunque no entiende (mucha gente desescolrizada solo habla moré y no entiende francés) hay un chico que trabaja horadando pedazos de tronco de karité con lso que hace los mortiers (teogos) y los djambe (gongongo).Flipo con su tenacidad y eficacia. Le digo que ahora no puedo comprarle pero que antes de regresar a España me gustaría hacerlo.
Nos despedimos de los gestores de la asociación Tinon quedando para otro día a cambio de que ellos arreglen su espacio, al menos lo limpien y garanticen reunir gente para tener otra reunión. De alguna manera nuestro discurso les puede defraudar porque esperan cheques firmados en blanco pero si es así no lo manifiestan. Cuando dejamos la reunión vemos a tres chicos despedazando un árbol. No les gusta que les fotografiemos. Nuestra furgo en silencio sigue opinando que los trees are life. Y nuestra contradicción nos hace apreciar la maravilla artesanal sacada de un tronco de árbol de Tessare el artesano con el que he hablado antes. Aprovechamos la visita para devolveré la caja de los 12 envases de flag. No compramos más. Nuestra economía no está para superfluos. Tenemos el dinero justo para pagar una semana más en el monasterio vecino, el de los benedictinos. En el de ellas hemos pagado 52500 cefas por 7 días.
Prácticamente llevamos meses desconectados del cruel mundo exterior. Nuestro receptor de radio no siempre sintoniza programas informativos y desde que hacemos vida monacal la mayor parte del tiempo no entramos dentro de la furgo. Por las visitas que recibimos (daría para poner una oficina de consejeros) nos enteramos de alguna cosa. Marie Immaculade nos trae la noticia de la muerte d ‘ Aimé Cesaire escritor de Martinica, nonagenario. Escribió un discours sur le colonialisme
Vivimos sin noticias. Un ejemplar de Le monde de enero pasado, traído posiblemente por los anteriores inquilinos, lo hemos repasado varias veces. Nos enteramos de la muerte de Boby Fischer.
Por las noches ponemos nuestra mesita de aluminio, saco otra silla a la que se pasa Vic para su comodidad y ante el porche jugamos una partida de ajedrez mientras la luna ha estado creciendo estos días y en la que mis fichas atosigan las de mi contrincante. J. Benet sentencia que los peones solo tienen una dirección de avance mientras que las piezas mayores pueden retroceder o cambiar de sentido. Bueno, es una máxima con trampa. No hay una afrenta peor para un rey que intervenga un peón en su jaque mate. Le han tenido que ir muy mal las cosas para llegar a esta encrucijada.
Las mesas de los refectorios cambian prácticamente cada día. Un hombre vestido de blanco, alto, impertérrito, que se deja servir por las monjas. La Hildagaard, la hotelera, le trae dos botellas de vino a elegir, toma la bandeja de l segundo plato se la lleve y la devuelve recargad. El hombre, un arzobispo, lleva un sello de oro cuya traducción en dinero permitiría vivir a toda la población rural de la zona durante algún tiempo. Lea introduce el tema de que no me ha visto en misa. Las monjas tienen una forma curiosa de decirte que vas a un servicio, anunciándote a que hora es. A Vic la he acompañado a otra, está interesada en los cánticos y los instrumentos musicales, a la hora de comulgar le toca decir varias veces que no cuando le ofrecen el cuerpo de Cristo. Lea me pregunta porque no he ido, le decimos que no somos practicantes que ya lo fuimos durante unos 10 años de nuestra vida. La verdad es que de tarde en tarde nos colamos en algún ritual. Todavía recordamos el de una iglesia católica en la Grand ave o Main ave de Rochester, donde el cura hacia salir a distintos feligreses para contar distintas cosas, una verdadera asamblea popular, o al menos un festín de la palabra, que continuo luego con un ágape.
Miramos alguna posibilidad como la casa de hermitage hasta la que nos acompaña Lea. A los 7 días la hotelera no esconde una cierta prisa para que nos vayamos. 7 días despues de llegar al monastere benedictine cambiamos de alojamiento. Hemos estado de un lunes tarde al siguiente lunes tarde.
Tras una semana de estancia le pagamos 7mil por la habitación (que no tiene gasto alguno de mantenimiento salvo la luz) mas 500cefas diarios de luz, total 52.500. La comida no es nada valorable. A diferencia de la de Diabo no es recomendable (salsas de tomate con pedacitos de astillas de huesos de carne, arroz pegado. Lo único mencionable han sido los desayunos y las confituras de limón y el yogurt que ellas mismas fabrican y comercializan. Olor de fondo de pescado para gatos). La variedad de personal en la mesa, la segunda mesa término también por ser cuadrangular para 4 asientos por lado de tal manera que para alcanzar las fuentes había que hacer importantes gestos gimnásticos. Hemos pagado con gusto la estancia. A la hora de lavar, la vajilla se hace entre todos según una costumbre que hemos visto que se practica en otros establecimientos similares. En varias ocasiones cuando yo he llegado el primero me he puesto a lavar, en seguida una soeur ha dicho de sustituirme dando por seguro que iba a cederle el puesto. Lo hice en una ocasión pero no en las siguientes. Les debe sorprender que un hombre enjabone la vajilla, tal vez porque su fama de inútil –algo que puedo subscribir- solo permite relegarlo a una categoría inferior: la de enjuagar y secar u ordenarla.

Enganchandonos

Koubri 15 abril 2008
Preveía una despedida especial pero no tan encantadora. Todas las soeurs con las que hemos tratado los cinco días que hemos estado compartiendo parte de su espacio han venido a despedirnos mientras nos organizábamos en la furgo para salir. Nos damos varias veces las manos. También estaba con todas las demás Marie Pelarie, la más joven, la que nos ha traído las bandejas de comida a la cabeza, con la sonrisa permanente, como todas las demás. Nos han dado regalos para la partida: cacahuetes que preparan como almendras garrapiñadas y mermelada artesana. Unas joyas de mujeres. ¿sólo Hermanas? Más que eso: madres ancestrales. Nos será difícil encontrar gente tan acogedora. Recordaremos –y recomendaremos- sus comidas; también Diabo, un lugar para volver. Diabo ha sido el primer lugar realmente aldeano en el que hemos pasado varios días seguidos. Algo parecido a la prota de la mujer del teniente francés pero sin vistas al mar y sin esperar el regreso de nadie. Sus vecinos recordaran nuestra imagen de los paseos al atardecer. Seguimos pensando en la posibilidad de instalarnos en alguna aldea pequeña a pasar unos días o semanas pero eso sería para cuando volvamos a recuperar las condiciones de movilidad de antes. Para eso deberíamos resolver la cuestión de la recarga de la batería auxiliar para poder seguir con nuestro libro de viaje. Vic no duda en decir que somos escritores cuando nos preguntan sobre nuestro trabajo actual. En francés escritores y escribanos suena muy parecido.

Hemos hecho de una tirada el recorrido hasta Ouaga. De paquete hemos traído a Benjamín, alguien emparentado con alguna monja la cual nos ha pedido que lo trajéramos. Las congregaciones tienen unos espacios reservados para sus familiares cuando las visitan. Una vez en la capital el hombre no sabia muy bien donde iba. Nos ha dicho que su destino era otra provincia. Al decirle que nosotros veníamos hasta la capital y que nos íbamos a quedar en un cyber se ha reído varias veces sumiéndonos a nosotros dos en la perplejidad en la que él parecía estar. A continuación nos ha dado por repetido las gracias: barka, barka,… y se ha ido.
Nosotros nos hemos instalado en un cyber que ya habíamos usado en otras ocasiones. Hemos coincidido con un chico ataviado al estilo reggae que conocimos en Chez Alice que se dedica a vender artesanía burkinabé en Lome y que Vic le compró unas pulseras. Vic ha podido trabajar con su propio portátil, el mío recibía la señal de conexión a internet pero no he podido acceder a ningún site. Posiblemente hay un problema de configuración que no he sabido arreglar. Despues de eso hemos ido a la caja del tesoro (otro cajero automático) a sacar más cefas. Solemos sacar entre 100 y 140 mil cada vez que lo usamos. Recientemente hemos hecho el recuento de nuestros recursos económicos. No sabemos muy bien si gastamos mucho o poco y ni siquiera estamos muy al corriente de las comisiones bancarias que pagamos por cada retirada de dinero. Lo único seguro es que del capital líquido con el que vinimos no hemos cambiado a monedas locales ni la tercera parte, lo cual es un buen síntoma de media. Siempre es conveniente llevar dinero en euros para una emergencia. Una vez aquí nos dimos cuenta que teníamos que haber venido con algo más de lo que trajimos. Seguimos aprendiendo.
En Koubri preguntamos para reorientarnos hasta el monasterio benedictino. Antes de coger la pista de tierra nos abastecemos de bebida en un almacén: una caja de 12 flags y un lote de una docena de colas con envase de plástico. Me sorprende la poca diferencia que hay entre el precio de mayorista y su precio por unidad en las buvettes. Para llevarnos los cascos he de dejar más de 4000 cefas en depósito. Damos por descontado que encontraremos alojamiento en el monasterio. También compramos tres arboles frutales que levantan algunos palmos del suelo con la intención de donarlos como regalo.
En el doble monasterio preguntamos en el de ellos y luego en el de ellas. Tomamos un apartamento algo más retirado de las habitaciones exiguas pactando un precio que es algo más de la mitad de lo que nos piden a cambio de no usar el climatizador. Trato hecho. Nada más llegar confundo un hombre que va con una túnica blanca y una cruz roja con el sacerdote al cargo de las misas. Me saca de mi error. Me dice que esta de reposo porque se encuentra algo mal. Die que nació el día de st. Vicente Ferrer y asi se llama ose hace llamar Vicenzo Ferrero. Es un italiano convencido de sus creencias, nada mas verme me pregunta si soy religioso. No, soy espiritual –le respondo-. Trato de despistarle aclarándole la diferencia entre espiritualismo y espiritismo pero no cae en la trampa. Me aprieta contra las cuerdas preguntándome si soy católico. Vuelvo a tratar de eludirlo hablándole del pasado católico de todos los españoles por definición de estado. Finalmente me pilla cuando le declaro que no somos ritualistas. Hace un gesto de desaprobación pero se despide de mi plantándome sus mejillas barbudas en las mías ídem a modo de besos de cofrade. En todo momento me ha parecido inofensivo y buena persona, algo loco que recuerda a los cruzados que iban a matar moros en la época hispana de la que da vergüenza acordarse, una entre tantas. Repasando mentalmente los cromos he recordado que sus cruces eran más grandes y además llevaban espadas chorreando sangre. No es el caso. Luego en la mesa del refectorio el hombre no ha resultado tan dogmatico. Conoce a los italianos de Tanguieta y nos ha contado algo de Juan de Dios antes de que fuera santo cuando lo metieron o trataron de meterlo en un manicomio. Nos ha aclarado que primero es napolitano y despues italiano.
La cena nos ha devuelto a los límites de la realidad que inevitablemente pasan por cocinas donde el arte se ha escapado por el sumidero. En cuanto a la habitación, la primera que nos ha mostrado la soeur encargada ha sido fantástica, una suite, en realidad un apartamento con cocina, cuarto de baño, comedor y dormitorio. Al plantearle un precio alternativo al suyo (despues de estar malacostumbrados por los precios anteriores desde que hacemos vida peri-monjil) nos ha presentado una habitación muy pequeña cuya accesibilidad para la silla de ruedas y para pasar varios días hemos valorado como impracticable. Finalmente hemos conseguido la suite que en realidad es una casita algo mas alejada del pabellón de habitaciones contiguas por 7mil francos –el precio de uno por los dos- con las 3 comidas, una ganga.

Hay mil detalles de la gente de África que nos vienen enganchando. No me extraña que algunos europeos sensibles como el dibujista Edouardo di Muro, un artista, cuyos dibujos de hace unos 30 años siguen retratando las realidades de ahora, vinieran un día -él como empleado en un carguero- y se quedaran a vivir para siempre. Cualquiera detrás de su aspecto de miseria nos puede dar lecciones. A ratos nos equivocamos con las señales que vemos y a ratos creemos captar más y más sus matices. Algunas de las imágenes que en un principio podrían habernos parecido como falta de medios y resultado de la miseria estamos empezando a reconocerlas como las más apropiadas y en todo caso mejores que las que estamos acostumbrados a ver en nuestras latitudes. Cada mujer lleva su bebe a la espalda sostenido por un foulard que ata delante sobre sus pechos con dos clases de nudos, el principal que recibe el mayor peso sobre ellos y el secundario abajo, este termina recogiendo los extremos debajo de la misma tela. Los críos suelen ir a bordo de sus mamas hasta el año, con las piernas completamente separadas y generalmente durmiendo. No se les ve llorar ni meterse el pulgar en la boca ni meterse una tetina de plástico. Simplemente se pasan unos 9 u 11 meses de paquete lo mismo que se pasaron otros 9 en el claustro con absoluta tranquilidad. Despues de ese periodo aterrizan, gatean un par de semanas y empiezan a ir de bípedos por el mundo ayudados por otros niños sin demasiado caso materno. Todas las tonterías infantiles de los blancos no existen en la población infantil africana. Contra lo que puede parecer las mujeres no tienen problemas de espalda o al menos no se quejan por ellos. El mismo niño cargado en la parte delantera crearía problemas de cervicales. Hemos pensado sobre el hecho de llevar al criajo delante o detrás. Delante aparentemente recibe más control y atención materna, pero no necesariamente va mas seguro. Detrás el bebe ve siempre la espalda y tiene que hacer esfuerzos con su cabecita para mirar un poco a izquierda y a derecha el paisaje que se le mueve. A la madre le ve un rato la cara al desmontarlo y antes de remontarlo. Quizás con eso interioriza antes la independencia mutua del uno y del otro, algo que otros tratos de los blancos pegan a los críos a una psico-dependencia de la que algunos no salen aún habiendo rebasado la cuarentena-de años- de edad. Un tema de reflexión para la pediatría moderna.
En atrotinadas bicicletas, mujeres cargan sacos de hasta 50 kilos llevando el grano de su comida, mas bártulos encima sin olvidar el pasajero a la espalda. Su modo cadencioso de pedalear su modo de saludar llevando juntado las dos manos forma parte del arte cotidiano visual. La sonrisa permanente es uno de los mejores capitales con lso que nos encontramos.

Desde que Vic va en la parte de atrás de la furgo me da la impresión que estoy haciendo el viaje solo. Durante su convalecencia apenas hacemos tramos pero los pocos que hacemos casi no podemos hablar por el ruido y mi crónica falta de voz. Espero conseguir un tubo a modo de los que usaban los barcos de antaño para comunicar el puente con la sala de maquinas, o la de torpedos con la del almirante de un submarino para seguir con nuestra interminable conversación sobre la vida. Desde que Vic y yo vivimos juntos apenas si puedo recordar más de dos circunstancias en las que pasara más de un día en que no habláramos. Hablar es beber el agua de la vida.

Tengo una fea costumbre no tolerable por el rictus mortis de ninguna academia: mezclar en la misma página, a veces en el mismo párrafo, menciones de nombres completamente desconectados: el de alguien que acabo de conocer y que en principio pasará en mi vida como un personaje absolutamente secundario –y, desde luego, yo en la suya- y al que no volveré a tratar, con la cita de un nombre ilustre fácil de encontrar en un diccionario biográfico o científico. No creo que los del segundo grupo hayan superado con sus ideas lo que vienen enriqueciendo con fraseología popular los del primero. Lo cierto es que se puede aprender de cualquiera. La vida tiene dos clases de ventanas: las que dan a la calle y las que dan al interior de la casa o de uno, las que dan a las paredes, a las estanterías, a los libros o ahora mas modernamente a Digitalandia. Desde las primeras observamos y a veces preguntamos. Dentro de la figura más inapetente que podamos ver puede haber un templo de saber. Como la tradición europea de la indiferencia manda, al no preguntar nos perdemos abrirle las puertas a ese lugar para conocer sus mensajes. Y es que la gente se acostumbró bastante mal con el oráculo de Delfos y sigue con las malas costumbres más modernamente con las universidades ignorando el saber fuera de sus instalaciones.

La soeur encargada de las habitaciones viene a interesarse por nosotros a lo que ya tomamos como un chalet. Se preocupa por el restablecimiento de Vic y nos confirma nuevamente que acepta nuestra contrapropuesta de precio de alojamiento aunque nos pide algo más por el consumo eléctrico que producimos con el ordenador. Vale. Nos da una larga explicación sobre su forma de autofinanciación y lo conscientes que son de gente que viene acudiendo a su espacio para el descanso o el retiro y no participa de sus creencias. En los establecimientos piadosos queda al descubierto desde el primer momento quienes vamos como usuarios de recursos y quienes van cumpliendo promesas rituales. A los primeros se nos descubre con la primera falta al primer servicio religioso programado. El monastere se llama Notre Dame. Tiene una enorme extensión de territorio. Algunos nativos vienen atrabajar o a alojarse. Una de ellas, una chica con un bebé de 3 meses con paludismo viene a saludarnos. Nos ha reconocido. Estaba en Carmen Kisito cuando fuimos a dar la charla dos meses atrás.
La primera vez que pensé en venir a África, de eso hace más de dos terceras partes de mi vida fue para ayudar. Ahora que estamos aquí como viajeros y observadores nos apetece más vivirla en sus escenas que no pensar en ningún proyecto. Lo que traemos entre manos ya es un proyecto. Cuando el otro día alguien nos trató por dos veces como misioneros sonaron nuestras alarmas internas. ¿Venir nosotros para una misión? No y varias veces no. El rol del buen samaritano nos resbala. Vamos sobrados formando parte de las conversaciones y del paisaje. No nos ha vencido el egoísmo tampoco el desinterés. Somos víctimas, o el resultado de la filosofía. Pensar algunas cosas básicas evita lanzarse de cabeza a según que acciones. A los 20 años, también a los 30 y más queríamos cambiar el mundo, desde los cuarenta nos conformamos con que el mundo no nos cambiara a nosotros, ahora a los cincuenta sabemos que hay cosas del mundo que no deberían haber cambiado nunca. Hay seres humanos que te hacen sentir orgulloso de pertenecer a su especie, claro que también se puede decir justamente lo contrario cambiando de contextos y teniendo la mala suerte de tener un revés experimental con alguien. Una idea en nuestra defensa es la de Mohammed Ali que dijo que quien tiene la misma visión del mundo a los 20 que a los 50 es que ha perdido treinta años de su vida. En cambio nos sentimos agradecidos al formar parte de la cotidianeidad africana. La pauta sigue siendo la calle y el contacto con los demás a pesar de nuestra prolongada suspensión de la actividad quilométrica.
Estamos contentos con el viaje que estamos haciendo y a estas alturas ya se puede reconsiderar que África es un lugar para volver y no solo un continente a cruzar y punto ya está hecho. A nuestros cuidados para no colocarnos en situaciones de riesgo no olvidamos el consejo de Horacio: mezclar la prudencia con una pizca de locura.

Personajes

Frère Gilbert Frère Adian con Jes




Sor Lea.
Africana de Burquina Fasso, menudita - de 52 kilos escasos -, licenciada en Física y Química en Francia y en su país. Cinco hermanos y todos con carrera universitaria o formación en un oficio gracias a la insistencia de su padre, que hizo lo imposible para que sus hijos no vivieran en la misma pobreza e ignorancia que él. Con otras dos religiosas más vive en comunidad en la capital haciendo apostolado y coordinando las actividades de una fundación holandesa dedicada a la promoción de los discapacitados en países en vías de desarrollo.

La conocimos en el monasterio benedictino de monjas en Koubri (BF) cuando pasaba una temporada de reposo debido a su hiperactividad. Se nota que es una mujer de mundo y que conoce muy bien la idiosincrasia del europeo. Su formación intelectual es muy basta y eso le hace ser muy abierta y comprensiva. Es rápida en las respuestas y toda ella es un cúmulo de recurso para resolver problemas. Le encantan los desafíos y es capaz de mover cielo y tierra para responder a cualquier duda que le plantees si no está muy segura de estar en lo cierto. Es una mezcla de humanidad y temperamento de hierro. Para un blanco es una maravilla sentir que hablas de tú a tú y que no te recuerda que el negro se siente inferior ante un blanco; te mantiene la mirada, no importando si es a un hombre o a una mujer; es capaz de combinar la prudencia - respetando la intimidad del otro - y la espontaneidad - haciendo bromas o tocándote - que, entre personas religiosas de estas latitudes, estaría mal visto. Con ella hemos compartido conversaciones muy interesantes y risas espontáneas ironizando sobre cosas que a otras religiosas podrían escandalizar. Es tan inteligente que es capaz de mantener sus principios, sin necesidad de defenderlos, ante cualquier contrincante por muy en las antípodas ideológicas que esté de ella. Es un placer haberla conocido y así se lo manifestamos en nuestra despedida con dos besos cariñosos, excepcional actitud en un ambiente donde la mano es la única manera de saludar.

Padre Gilbert

Benedictino francés de 84 jóvenes años. Menudo, elegante, sin un átomo de grasa sobrante, con un cayado, un gorrito de algodón y enfundado en unos pantalones de pana mostaza y un niki beige. Desde el primer día nos tomamos afecto mutuamente, le pareció curioso que escribiéramos un libro sobre nuestro viaje y siempre nos remite a otros padres por si queremos añadir anécdotas o historias del monasterio a nuestro diario de ruta.

Cada día nos hace una corta visita, tan discreta y sobria como todo él. Aparece dulcemente y, si no le hemos visto, palmea para pedir permiso a nuestra intimidad. Le invitamos a sentarse y tertuliamos sobre el tiempo o el pasado del convento. Si no le interesa responder a según que preguntas - sobre el nuevo papa, o sobre las relaciones con los nativos o la convivencia entre ellos - sus vivos ojos azules parece que nos guiñan acompañados de la sonrisa siempre permanente que le permite no responder, o sino, pone su mano en la oreja del oído sordo y cambia hábilmente del tema. Su placidez y respeto ante todos los temas y personas que sondeamos en nuestras telegráficas conversaciones, para mí es la de un sabio, no necesita hablar, sólo sus gestos ya te indican si quiere o no profundizar sobre el tema. Cuando quiere irse, busca su viejo reloj en el bolsillo y dice, me voy, nos veremos después. Físicamente me recuerda a un tío mío que murió el año pasado, supongo que, por ello, le he tomado mucho afecto y disfruto tanto con su presencia.

Frere Adrian

Francés benedictino de 82 años saltarines y dicharacheros. Llega cada día a visitarnos como un ciclón, expulsa todo lo que le apetece decirnos en ese momento y se va tan rápido como ha venido sin darse cuenta si le hemos preguntado algo. Pequeñito, lleva una larga barba desmadejada que, algún día, fue pelirroja, su vestimenta de turista jubilado bastante decolorada con el uso, no contrasta con su aspecto de indigente simpático y vivaz. Es uno de los fundadores de este monasterio, cuando todavía había leones porque era el límite de una zona con la plaga de la mosca tche tche que había diezmado a la población, al que, hace unos 50 años, llegó después de una vida de aventurero. Su gran mérito, para nosotros, es el tesón con que ha llevado a cabo en la zona la posibilidad de aprovechar y canalizar las grandes lagunas que se forman durante la sesión de lluvias (unas 100 que no todas han sido aprovechadas adecuadamente) y que han posibilitado que los nativos tengan tierras con cultivos de: arroz, mangos, plátanos, verduras de huerto, y pesca. En nuestra excursión con él, hemos comprobado que su entusiasmo y vitalidad no tiene límites. Sigue siendo un “enfant” de 84 años.

lunes, 14 de abril de 2008

Entre gente buena


Puerta de nuestra habitación





Diabo 13 abril 2008
En Fada, en el lugar anunciado como centro de formación profesional Marian Julan, de la misión católica, con varios pabellones de varios tipos de habitaciones tomamos una, la mejor hasta ahora y la más cara (10mil sin contar las comidas), con cama doble y ventanas mosquiteras, ventilador en el techo. Somos prácticamente los únicos inquilinos y los únicos usuarios del comedor. Nos permite dormir dos noches placidas y además juntitos- Definición de felicidad: una cama grande compartida que es igual a un territorio común para oníricas y otras actividades. No hay otros residentes a la vista aunque vemos otras dos habitaciones ocupadas. Es un lugar que al estar vacio resulta fantasmagórico donde pasar un día es poco y dos es demasiado, Es un sitio no muy interesante pero que nos permite continuar con nuestra actual política de reposo. Ya estuvimos aquí pasando una noche la anterior vez que vinimos a la ciudad.
A 50 kms de la carretera hay un desvío para Diabo. Despues de otros 15 o 20 de pista no fácil de tierra, pero al menos no destrozada por los 4x4, se encuentra un establecimiento de monjas de la orden les Rédemptoristines. Ahí tomamos una habitación. Salto de la mesa de la anterior habitación a la mesa de ésta usando el limitado tiempo de la batería del ordenador, poco más de una hora, que queda. Las soeurs nos reciben cordialmente con una risita al principio, al final y entremedio de las frases que a ratos parece boba y a ratos la más radiante de las felicidades. (se supone que su definición de felicidad es otra).Permiten que nosotros pongamos el precio de colaboración por nuestra estancia.
Pasamos cinco días completos. A los atardecer es salimos a dar una vuelta con la silla de ruedas. Vic aguanta cada día mas las vibraciones y nos metemos por senderos a ratos arenosos. En un momento dado que nos paramos para descansar el primer dia, yo sentado a un lateral de la silla, somos rodeados por un grupo de niños, muy cautos y discretos, de acuerdo con la aproximación muy lenta que van tomando. Primero hacen un arco a una cierta distancia luego lo van acortando. Vic aprovecha para improvisar una coral. A los críos les encanta. Seguimos nuestro camino y cuando luego nos vuelven a ver entonan el compás de nuevo: po-po- po-po pa-pa pa pa-pa-pa.
La comida en el refectoire no está nada mal. Coincidimos con visitantes y con otras soeurs que trabajan en el dispensario y en maternidad. Los demás se interesan por nosotros y por el hecho de haber llegado a un sitio tan remoto. Les sorprende que las conozcamos y nos preguntan como hemos averiguado su existencia. Somos los únicos inquilinos extranjeros, en realidad los únicos inquilinos. Le departement con varios barrios no está nada mal. Toda la gente saluda. Nuestro paseo se prolonga hasta anochecido que nos hemos de valer de nuestra linterna para sortear las piedras y las zonas arenosas de la pista hasta regresar al convento. Las Redemptoristas están dedicadas a la oración. Hacen mermeladas y siropes y ofrecen otras cosas para la venta. Sus canticos y campanadas se oyen menos que en Paraku. La habitación que tomamos no está nada mal, tiene dos puertas que permite una cierta corriente de aire y con doble puertas, una de tela anti mosquitera. Dormimos con las puertas exteriores abiertas con total confianza. También aquí como en Paraku no hay corriente eléctrica todo el día y esto condiciona el uso del ordenador. Sus fuentes de energia son por placas solares y el complemento de un grupo electrógeno.
Hay un cura, Gerard, que vive algo apartado del convento pero dentro del mismo recinto y una mamá con su niña que viene a hacer algo de trabajo. Le ofrecemos que si la niña, Flor, tiene sueño en lugar de acostarla en el suelo tal como la descubrimos el día de nuestra llegada lo haga en una de nuestras camas. Dormir en el suelo es una escena africana habitual.
Sor Veronique, Sor Marie Lucienne, Sor Marie Veronique (que está de superiora substitutoria) y Sor Marie Odile, se interesan por nosotros y por la rehabilitación de Vic. Otra de las monjas lleva la bandeja con los platos de comida hasta el refectoire en su cabeza al estilo tradicional. Todas visten hábitos rojos o blancos según los días.
Dentro del enorme recinto encontramos la mejor sombra bajo un mango. En nuestros paseos por los alrededores la gente no para de saludarnos, algunos niños me ayudan a empujar la silla, uno nos muestra cual es el árbol karité al pedirle que nos lo señale. Nos sentimos cómodos y relajados. La comida está tan bien que supera la de los otros tres establecimientos religiosos en los que hemos estado. Preparan expresamente comida europea para nosotros y a la hora de organizar la mesa hay una para nosotros dos y otra para las otras dos monjas de otro colectivo que están de paso.
El camino desde la carretera hasta Diabo es accidentado y tuvimos que preguntar varias veces por donde seguía. En uno de los puestos donde preguntamos la chica vendía ropa. Le compré un niqui blanco. No tenemos que hacer ningún esfuerzo para abastecernos de lo que vamos necesitando.
Los africanos cuando hablan hacen una especie de chasquidos con la lengua y la garganta. Recuerdan los sonidos que hacen los dragones de paredes. Todavía no hemos preguntado porque lo hacen. Otro gesto muy característico es un ohhhhh de sorpresa ante determinadas preguntas o informaciones como la de que hemos venido en nuestro automóvil desde Hispania.
Compartimos el refectoire durante varias comidas desayunos y cenas con dos mujeres, monjas, Jule et Valentine, las dos muy serias t calladas, cansadas tal vez de sus horarios de trabajo; son de otra comunidad que vienen a hacer practicas o a trabajar en el dispensario. Las dos son poco comunicativas y una nunca sonríe. No asistimos a ninguno de sus múltiples actos religiosos. Llegado el sábado, sor Verónica viene a informarnos del horario de misa del domingo, fiesta de guardar y asistencia obligatoria. Llegado el momento acompaño a Vic hasta la capilla, la cual ya habíamos visitado antes por otra indirecta de sor Lucienne a que fuéramos a verla. Dejo a Vic y me voy a hacer mis deberes a la habitación. Las misas son espectáculos musicales con instrumentos nativos, básicamente de percusión y el kora de cuerdas que se toca en posición vertical y con los pulgares. A la hora de comulgar Vic la elude como puede. Su presencia en el templo causa tal conmoción que recibimos una segunda visita de Marie Veronicque, esta vez acompañada de Sor Odile, de la parte alemana de Francia, que es laque habla más y está mas puesta un poco en todo. Le indican la próxima celebración para el mismo día por la tarde. Vic tiene suficiente y no acude. Por su parte una de las soeurs con la que coincidimos en el refectoire me informa de que no me ha visto en misa y a continuación me pregunta que porque razón no he ido. Le digo que la razón es muy larga de explicar y no le digo nada. No experimentamos la menor contradicción en usar establecimientos religiosos como parte de la logística de nuestro viaje y no ser nada religiosos. Aunque acudimos a una cierta coartada espiritualista (los monasterios son lugares espiritualizados y pacíficos) es evidente que no es el contacto con los espíritus lo que nos mueve usarlos sino el contacto con recursos fiables. A favor de ellos hay que decir que el sosiego y la higiene son constantes. La comida es tan excelente en Ntra D. du Perpetual Secours, que asi se llama el monasterio, que nos da pena dejarlo. No descartamos volver. Las cocineras guisan con amor. Como curiosidad tienen unos filtros pesados cilíndricos que se ponen dentro de la tinaja de barro cargada de agua, y que tienen unidas unas gomas por las que gotea el agua filtrada que es absorbida por el cuerpo y traslada a otra tinaja en un nivel inferior. Junto a este establecimiento hay otro católico de otras hermanas que no logramos contactar con ellas.
En nuestros paseos solemos parar a hablar con la gente. La silla de ruedas es una constante diaria desde hace 18 días.
Uno de los arboles de la zona que nos llama la atención es el amoré que tiene por fruto una vainas que contiene unas pequeñas semillas acolchadas por una especie de algodón blanco que usan para relleno de almohadas.
Vivir entre gente buena, sea cual sean sus creencias, siempre es un lujo.
En principio el siguiente paso es ir a Ouaga: gestiones por internet y decidir nuestro siguiente lugar de alojamiento para seguir con el reposo de Vic.

Burkina Fasso, otra vez























Fada n’ Gourma 7 de abril 2008
Emmanuel nos acompaña hasta el Cyber. Le cuento un par de cosas de cómo acceder a nuestro blog. Aprovecho que Celestin está ocioso para pedirle que le enseñe a obtener su propia dirección electrónica en su ordenador central que debe tener conectado a internet para que funcionen el grupo de los demás. Unos minutos despues de hacerlo le cobra como si hubiera estado usando una hora de internet. Me parece despreciable. Por su lado Emmanuel paga su parte y como el otro no tiene cambio de vuelta (nunca tiene) paga también lo nuestro. No lo acepto cortésmente. Pago nuestras tres horas y nos despedimos de Emmanuel que tiene que irse. Quedo parado de lo buenazo que es y de la traición del otro, no menos traidora por pequeña. Me molesta especialmente esa falta de respeto comercial y que se aproveche de la inocencia de nuestro amigo que justo quiere iniciarse en internet.
En la habitación el ventilador de aspas pone el ruido de acompañamiento. Lo dejamos conectado durante toda la noche. Los destellos del aspa en la oscuridad y el movimiento fino de las mosquiteras ponen el romance de nuestra novela.
Desde el percance de Vic venimos durmiendo en camas separadas. No es por elección. Son las que hay en las habitaciones que hemos usado. Nuestras habituales caricias diarias en nuestras erógenas zonas a la noche antes de claparnos y al amanecer al despertarnos están en casi total suspenso. ¿Un reencuentro tardío con el celibato? Los caminos del señor son inescrutables. Dormir en camas con mosquiteras tiene su intríngulis. Tienes que tomar equidistancia de todos los lados y desde luego no levitar durante tus sueños más realistas. Si tocas la tela estás perdidoa. Los mosquitos tienen poderes extrasensoriales para localizar la menor parte de ti que la expongas a su insaciabilidad. Los agujeros de la mosquitera los elimino con nudos. Aun así se cuela algún visitante indeseable.
Compramos unos cuantos cds piratas y nos arriesgamos a las consecuencias.es la primera vez que hacemos compra de música. No podemos irnos sin llevarnos la música de reggae africano que venimos escuchando en todas partes, especialmente la de Alpha Blondy y Tiken Jah Fakoly. A diferencia de Mali aquí los cds piratas cuestan menos: 500cefas.
Nos instalamos a tomar una cerveza a otro bar. Compartimos la mesita con un camionero de paso en la ciudad camino de Burkina. Es Eddie, tiene un hermano que trabaja como peluquero en Málaga. Lleva 12 años allí. Nos da su numero de teléfono, igual hasta lo llamamos cuando vayamos de nuevo a Cádiz pero ¿para qué? ¿Para decirle que un día tomamos cervezas juntos con su hermano en Tanguieta y que le envía saludos? El mundo es cada día más pequeño y el concepto de distancia en términos quilómetros va teniendo menos sentido. El lugar del encuentro es más internáutico y menos presencial.
Vamos a una farmacia alternativa a la del hospital por estar cerrada en domingo. Es un pequeño kiosco con rejas donde encontramos unos niños al cargo. Nos dejan solos y al rato viene un hombre mayor, suponemos que el farmacéutico. Buscamos más Metamizol. Esta vez lo conseguimos en pastillas. El dolor en el glúteo de Vic aumenta durante la noche y la despierta varias veces. El analgésico y la relajación muscular de los masajes son por ahora el único tratamiento. Damos un largo paseo por la principal calle arbolada. Casi todo el mundo nos saluda. Un comerciante de artesanías que nos confunde con unos recién llegados nos viene con la cantinela típica que visitemos su tienda de artesanía por el solo placer de la visita. La declinamos explicándole que no despreciamos su compañía pero que no vamos a comprar nada y que si no quiere perder el tiempo a nosotros ni hacérnoslo perder no cuente con vendernos nada.
Seguimos un programa intensivo de masajes en la pierna afectada de Vic. Una crema alcanforada, Camkari, de la tienda de las monjas y mis manos mágicas tenemos la misión coyuntural de extinguir todo resto de dolor de la pierna afectada,
En el refectorio por la noche cenamos nyam hervido. Sabe a una patata recalentada y muy seca e insípida. Con aditivos como mantequilla y una salsa puede pasar por un buen plato. Hemos compartido varias veces la mesa con Jean Paul Misiva, un medico congolés con la sonrisa permanente en los labios, que al llegar tarde a la mesa más tarde que nosotros se ha encontrado con poca comida sobrante. También la hemos compartido con una pediatra que venia con aspecto de fatigada, cara de pocos amigos y con su niñita supermimada
Margarita nos cuenta su palu cíclico y la jaqueca que le produce el tratamiento. Chapurrea algo de español y como encargada de la cocina central nos promete gazpacho para el día siguiente. En efecto lo ha preparado expresamente para nosotros. Un gazapacho con sal muy refrescante aunque me tendrá toda la tarde pegado al biberón de agua con una pequeña parte de sirope de tamarindo por lo de meter mas yang a mi ying homeostático.
En el hospital hemos empezado a tomar agua filtrada (es decir que pasa por un filtro de carbono activado) y agua directamente del grifo. Hasta ahora nos habíamos reservado hacerlo. En Tanguieta nos encontramos muy cómodos. La gente se ha acostumbrado a vernos con nuestra silla de ruedas y mi cabeza bajo un sombrero de alas.
A Sor Carmen, encargada de los pagos de las habitaciones le pagamos 40mil cefas por los 4 días y las 24 comidas. Ella no controla nada y se fía de nuestra palabra. Pagamos escrupulosamente con los nuevos precios. Hace poco subieron de 3mil a 5mil por día y persona a pensión completa.
Durante la mañana antes de irnos nos instalamos por segunda vez en la pequeña biblioteca del pabellón donde están los médicos extranjeros. Rossana es una italiana de edad al cargo. El primer día que nos vio nos saludó amablemente y no nos pareció todo lo quisquillosa que nos había descrito Luciano que era por bronquear a las chicas jóvenes por hablar en el pasillo hasta tarde. En esta otra ocasión nos ha venido a saludar confundiéndonos primero como médicos, trasladándonos el saludo del Dr. Floran, que está en Europa, y corrigiendo inmediatamente el tema al darse cuenta de que nos estaba confundiendo. Al rato ha venido para decir algo así que el pabellón está muy lleno y en un tercer momento para preguntarnos directamente quien nos había dado permiso para estar ahí. Ahí es un pequeño lugar pero con más luz y ventilación que nuestra habitación que tiene un par de estanterías para libros desordenados que nadie usa y una lavadora. Nos instalamos ahí al preguntarle a Luciano si era utilizable para nosotros, tanto para leer, como para escribir como incluso para usar la lavadora. El nos dijo que no había ningún inconveniente para las tres cosas. Rosana ha asegurado que Luciano solo nos dijo que podíamos ir a tomar libros. No importa lo que entendiera la señora ni lo que dijera Luciano. El deberá volver el próximo año y soportar a esa bruja, está en su derecho de haberle explicado la trola más conveniente para su supervivencia. En definitiva ella ha interrumpido nuestro trabajo y hemos dejado la pequeña sala, que por otra parte no usa nadie, una hora antes de lo previsto. Gracias a ella hemos interrumpido nuestro trabajo y lectura. El ordenador está simbolizando –no imaginaba hasta cuánto- un pretexto para los problemas. El problema es siempre otro: cuando alguien ve que no ha sido tenido en cuenta, porque ha sido saltada la cadena de mando prescindiendo de su permiso para usar el espacio bajo su dominio, le surge la furia de sargento mayor de los imperios. El parecido de la sociedad civil en su estructura conceptual a la del ejército es mayor de lo que se sospecha. Antes de dejar la pequeña sala nos hemos asegurado de pedirle su nombre, de decirle que la comentaríamos como personaje en nuestro libro y que gracias a su contribución aquella mañana no terminaríamos nuestro plan de dedicación. Vic la ha definido enseguida como persona amargada. Parece que un tipo de personalidades tras sus recorridos en forma de parchís por la vida se refugian con el pretexto de la caridad, la solidaridad o lo que sea, en establecimientos como el St Jean de Dieu para hacer la profesión más apasionante de todas para ellas: la de cabo de varas.
La carretera hasta Fada está bastante bien. En la carretera longitudinal del oeste de Benin tiene unos 3 años de asfalto. Ekl mapa que tenemos de la Michelin la señala como pista. La hemos hecho de una tirada salvo para los stops obligados. Uno para rellenar el depósito y otras dos garrafas metálicas en uno de los últimos servidores de gasoil con una cuba cisterna a la vista, solo la cuba, junto al surtidor. Antes de apretar la manguera el gasolinero ha esperado un buen rato a que disminuyera el vapor de gases saliendo del mismo surtidor. No hemos explotado y nadie fumaba por los alrededores. Otro para tamponar los pasaportes de salida en Porgo. Nuestro cartel de pizarra siempre engancha a los frontereros y es un motivo para comentarlo mientras apuntan los datos en sus libracos, que todo hay decirlo, son mas rápidos en los últimos países de nuestro periplo que en Mauritania-Marruecos que todavía recordamos como el peor vía crucis para un transeúnte.
Por el lado burkinabé, al encargado del Laissez Passer, al preguntarle por si Tomas Sankara todavía está en la memoria colectiva me ha dicho que no tanto aunque cada año la gente de su partido convoca un homenaje en el día de su asesinato a la que asisten minorías. Se ha referido a él como Tom San y me ha mostrado un video metido en su celular en el que reivindicaba una cultura revolucionaria para Burkina.
En Burkina técnicamente es la tercera vez que volvemos a entrar. De nuevo los niños con sus latas de tomate vacías pidiendo auxilio. De nuevo el cambio de panorama de las construcciones. Las aldeas son pesebres de barro, con las casitas circulares y los tejados de paja. La predominancia de las casas rectangulares con tejados metálicos brillando al sol queda al sur, en Benín.
En Fada, en el PTT, tomo una hora de ordenador mientras Vic sigue dentro de la furgo en la parte de atrás sentada en la silla de ruedas. El viaje de Tanguieta-Fada no ha sido tan duro como el de la anterior vez Paraku-Tanguietá. Unos estudiantes se ponen a hablar con nosotros a propósito de nuestros textos de pizarra. Escenas de este tipo se repiten continuamente. Volver al norte significa volver atrás y eso nos envuelve de un sentimiento de adversidad. Paloma, una de mis cuñadas, piensa que ya tenemos suficiente dosis de aventura y que no tenemos porque llevar nuestro reto más lejos que con los últimos incidentes deberíamos volver. No está muy puesta: los aventureros son los que andan repicando piedras para subir sietemiles por el Himalaya y los retos son para quienes tienen graficas a sus espaldas que son diagonales quebradas siempre subiendo. Nosotros más bien damos dos pasos adelante y uno atrás. Esto en terminología leninista debería sonar muy bien, en un itinerario de carretera significa repetir recorridos. África es parte del mundo y ahora parte de nosotros. El viaje por aquí también es un viaje por nosotros mismos, por nuestros miedos y por nuestras vacilaciones, por el encuentro diario con gente distinta, por la empatía desbordante de los negros. Cada día, un poco más, olvidamos el color de su piel y el nuestro. Los países tienen mala fama por, generalmente, minorías que los destrozan. La gente llana es amable y generalmente honesta. La percepción varía de día en día y de lugar en lugar. Pero la honestidad es un valor muy apreciado. La dignidad, no siempre. A la salida del PTT un muchacho, casi un hombre, con lata vacía, se arrodilla literalmente a mis pies mientras estoy hablando con los estudiantes. Le digo que sea digno y se levante. No me hace el menor caso y sigue ahí un buen rato hasta que terminamos de hablar y subo al coche. Le doy un caramelo de azúcar.
Nos trasladamos a un centro de formación de la misión católica con varios pabellones y habitaciones. Aquí ya pasamos la noche anterior de nuestra llegada a Ouaga. La sor encargada aceptó que estacionáramos la furgo y nos invito a una cena y a un desayuno. Nuestro cargamento para el orfelinato le pareció que era suficiente pago. En esta ocasión una mujer no vestida de monja se ha ocupado de nosotros mostrándonos un par de habitaciones, nos hemos quedado con la segunda, 10000 cefas por noche y 12mil con los desayunos. Si alguien quiere tener la vida asegurada en África le basta hacerse profesional del catolicismo. El negocio está garantizado. La iglesia conociendo el oportunismo biográfico de muchos de sus adeptos africanos los tiene en lista de espera durante muchos años hasta que no está muy segura de que merecen los hábitos consagrados. A diferencia de la otra vez, todos los pabellones de habitaciones están vacios.
Volvamos a lo del reto. ¿Reto viajar por África con furgo? No paramos de encontrarnos viajeros en las peores condiciones. Para empezar los mismos africanos que van con pequeñas furgonetas a modo de colectivos supercargados con varias motos y bártulos en el portaequipajes o con bicis con enormes fardos cuya filigrana equilibrista supera la de el funámbulo de circo más atrevido. El sobre cargamento es tal que algunos pasajeros dejan colgar los brazos fuera de las ventanillas para absorber algo de aire en movimiento y soportar el calor de dentro. Viajar en estas condiciones y sobrevivir, eso sí que es un reto. Pero también hay blancos que vienen con vehículos bastante destartalados. Hemos coincidido en la frontera con dos chicas y un chico anglos, ellas con pamelas y gasas y poses poéticas, él lo mismo pero sin pamela ni gasa, con un 4x4 viejo, ruidoso y espantosamente humeante. Como suele pasarles a los blancos europeos (cuanto más nórdicos peor) cuando se encuentran con otros blancos en medio de África ponen cara de despistados como si no los vieran o como si fuera lo más frecuente la coincidencia. Aunque blancos dando vueltas por la noria de las emociones africana hay muchos, cientos de miles posiblemente, su actitud de inhibición permanente que viene de fabricación de origen, les puede mas que la curiosidad o incluso que la necesidad informativa por la que hay que preguntar las cosas. A esa pose de la suficiencia ya estamos acostumbrados. Según la cara del blanco con el que nos encontramos le dirigimos sonrisas o no y luego pasamos a la conversación o no.
En cuanto a la aventura de riesgo no deseamos meternos en líos ni llenarle el buche a ningún depredador. La mejor aventura por contar es la de seguir vivos y seguros cada día. En cuanto a los sitios visitados hasta ahora, ciudades como Barcelona o Madrid son incomparablemente más peligrosas que todos ellos juntos.

domingo, 6 de abril de 2008

Por una Rampa




Nuestro vecino Lucciano, Erik y nosotros en el hospital de tanguieta


Para subir con la silla de ruedas



Tanguiéta 4 abril 2008
Paraku, como la mayoría de ciudades africanas importantes que venimos conociendo, tiene dos controles policiales, a la entrada y salida, los mismos que ya cruzamos el día que vinimos por primera vez. En el de salida, un joven policía me pidió los papeles del coche. Quiso pillarme en una falta y también me pidió el permiso internacional. Según él es necesario para viajar por los países de la Dedeao. Es la primera vez que alguien me lo pide, en las otras ocasiones siempre he mostrado el español sin el menor problema. Si un policía quiere estrujarte los cataplines te pide el permiso internacional y te tiene jadeando en caso de que no lo tengas. El incidente me recuerda que he de re-tramitarlo. Lo perdí(mos) de vista desde el primer día de viaje. Los días anteriores lo tenía perfectamente controlado en el pequeño dormitorio de dos camitas del apartamento de Las Redes que nos presta Inés cuando vamos a El Puerto Sta. María. Tal vez se cayó debajo de la cama o lo guardé con las otras cosas que dejamos en casa de Paco-MariCarmen o tal vez esté en alguna parte de la furgo, aunque eso último lo dudo despues de haber mirado en los sitios donde podría estar. Sea lo que fuere tengo que interpretarlo como un lapsus. ¿Una resistencia remota de mi inconsciente a este viaje?
Nos detuvimos un rato en Copargo. Lo mismo de siempre: estacionamiento bajo una sombra para descansar un rato. Era mediodía, justo en el momento en que la muchachada de la escuela salía. Nos rodearon con sus uniformes color caqui (el uniforme de las escuelas públicas en todo el país) y sus carpetas sobre la cabeza sostenidas graciosamente por algunas de las niñas. Saludamos a los profesores que vinieron a ver lo que pasaba. Y aprovechamos para poner a prueba las dotes de lectura en francés fe los críos, con el texto de nuestra pizarra.
Vic tuvo que hacer todo el viaje sentada en la silla de ruedas en la parte de atrás. Mi acompañante en la parte delante, Joël, uno de los chicos que estaba alojado en el monasterio y que nos pidió que lo lleváramos hasta Natitingou, fue bastante parco en palabras.
De nuevo en Tanguieta saludamos gente conocida: Celestin y Celine del cyber, Emmanuel, el nigeriano de los recambios de piezas de coches/motos y Yovvou que nadas mas vernos se nos pegó de nuevo con un borrador manuscrito sobre su proyecto de buvette+cyber que le sugerimos y del que no entendió nada pensando que se lo íbamos a financiar. Fuimos a por una flag al Sowetto bar despues de una semana de abstinencia y finalmente al St Jean de Dieu donde tomamos una habitación, la única, al parecer que estaba libre. Nicolás Sale ordeno sabanas limpias etc. Camas hospitalarias, incomodas, pero con ducha y wc. St Jean de Dieu es uno de los hospitales más importantes; aquí viene gente de todo el país y de los países del contorno. Afortunadamente la habitación vacía es en el pabellón de una media docena montada sobre una plataforma de cemento que esta a unos 50 cms del suelo. Sor Maragarite me facilita pronto un palet para improvisar una rampa. Nuestra historia de viaje pasa actualmente por una rampa.
Coincidimos con Luciano, vecino de habitación, al cual ya vimos la otra ocasión en la que estuvimos ubicados en el mismo recinto pero con quien no hablamos. Viene dos meses por año desde hace 6 a Tanguieta, ayuda en lo que puede. Nos contó varias anécdotas con sus dineros a fondo perdido con distintas familias: hacer un pozo, reconstruir una habitación caída. Objetivo: ayudar a la gente a llegar al día siguiente. Al mismo tiempo nos contó las contradicciones de la persona solidaria y las injusticias que le toca recibir como la de ocupar una habitación no climatizada por dos meses, lo mismo que la nuestra, cuando los jóvenes médicos suizos que vienen un par de semanas tienen las mejores habitaciones. Al día siguiente Luciano se presto a buscarnos una madera por todo el recinto para mejor nuestra rampa. Con la nueva madera encontrada y las dos planchas de aluminio he conseguido reducir el grado de inclinación de la rampa. Las de aluminio no las hemos usado en ningún momento. Dudo que sirvieran para más de una vez si hubiéramos embarrancado en barro o arena. Ahora que las estamos usando como rampa para silla de ruedas parece que para esto son mas practicas, aunque habría que compras otras dos.
El recinto es enorme y está lleno de recicladeros o puntos de materiales tirados. He reciclado tubos de aluminio para segurizar un poco más la furgo utilizándolos como cuñas en las dos ventanas correderas una de las cuales sigue pudiéndose abrir desde fuera. Luciano además se ha llevado el ventilador de techo desmontado que estaba en nuestra habitación para ver si consigue tenerlo arreglado para la noche.

Vic ha venido tomando Nolotil para poder pasar las noches de una tirada. Ante la perspectiva de quedarse sin analgésico consultamos a sor Cristina, otra hermana teatina de las españolas del centro. Las teatinas son una de las órdenes religiosas más antiguas pero “somos poquitas” nos dicen. Nos informa que es obligado pasar por el protocolo (ticket en la portería, pago en la caja, consulta en medicina general, derivación al traumatólogo si lo hay, que no lo hay, radiología y receta) y que no se puede comprar la medicina por libre. Nos encallamos en el cajero que está ubicado también en una sala de espera. El hacinamiento es tal que intuimos que los miasmas ambientales nos están esperando para zampársenos. Renunciamos a la cola de espera y decidimos probar suerte directamente en la farmacia donde el farmacéutico que habla un poco el italiano no pone ninguna pega en servirnos un analgésico, en gotas pero con el mismo componente activo de las cápsulas, el metamizol. En principio las recetas son obligatorias para todo tipo de medicamento. Es una manera para evitar la compra masiva de ellos y su reventa en el mercado ya que en principio son mas baratos que en Europa. Los 2200cefas de la micro-ampolla no confirman precisamente eso.
A ratos nos parece que la rehabilitación de Vic es cosa de un mes y en algún momento más optimista pensamos que con otras dos semanas será suficiente y volverá a ser la misma caminando con bastones, parándose con su posición de segura, con los codos apoyados en el extremo de los palos en el semicírculo donde se meten los antebrazos, comprobando que el mundo gira correctamente. Mientras tanto una Vic en silla de ruedas es otra historia, nos simboliza a ambos en otro tipo de ritmo. Durante los últimos nueve días la silla nos ha traído recuerdos: cuando la compramos en uno de los almacenes de los Volontiers of America en Rochester NY hace cinco años, las veces que la ha debido usar por fractura de fémur y en otra ocasión, de tibia, los muchos paseos por los muchas avenidas marítimas del Mediterráneo, cuando la acompañaba a sus clases en la EOI en Atarazanas y subía con ella en el ascensor hasta dejarla en el aula. La silla de ruedas es un instrumento de desplazamiento. Cruzo los dedos para que esta nos aguante el resto del año, una de las ruedas esta cortada en su capa fija de caucho. Afortunadamente no vinimos con el triciclo de batería de Francesc Baselga y que él sigue anunciando como que hacemos el viaje con él. Lo habríamos utilizado en muy pocas ocasiones y habría constituido un lastre más.

Al tomar posición de la nueva habitación ocupamos extensivamente la proximidad. No podemos evitar que nos salga la vena squatter. Hay un espacio agradable con árboles, las aves de corral nos acompañan y nos toman como parte del grupo, mas de media docena de buitres esperan en el corta aguas de un tejado cercano enfrente de la zona donde hacen la matanza de la res para comer (nos acordamos de Hitchkott), Vic toca el clarinete en un punto yo trabajo en el porche, la falta de luz natural dentro de la habitaci0n nos empuja a hacer vida de barrio. Vienen los operarios para ocuparse del ventilador. Prestamos nuestra escalera de aluminio.
Luciano nos cuenta más de su vida. Al hablar de su primogénito muerto a los 20 años por accidente de tráfico, de eso hace unos 25, no puede contener sus lágrimas. Nos habla de que tiene preparado el momento de su muerte si fallece en su casa en Italia. Piano forte, un amigo tocándolo y rodeado de sus amigos para decir el último adiós ya que su peor experiencia ha sido la de no poderse despedir de su hijo, con la de cosas que tenían que decirse. El, lo mismo que nosotros también ha dado instrucciones de ninguna repatriación del cadáver en el supuesto de que fallezca en uno de sus viajes a África. Tiene unos 65años. Nosotros no tenemos el plan tan elaborado. Tenemos claro lo de la no repatriación del cadáver pero no el tipo de despedida si hay unos días previos para el desenlace final, he dicho final, no fatal. Lo de alguien interpretando algo en directo lo habíamos pensado. Vic, con Mojándolo todo de Luis Eduardo Aute, y yo había pensado en St James Infirmary, lo interpreta mucha gente, también Louis Armostrong. Pero estar reunido de la gente que te viene a visitar en tu recta final es una idea que me supera. Siempre he pensado que eso había terminado con reyes e ilustrísimas. ¿Qué tipo de conversación se puede tener con alguien que se va morir? Y si eres tú el que va de muerto inminente ¿de que vas a hablarles a los que van a sobrevivirte? Si ya es bastante difícil hablar cuando estás vivo a los vivos no parece que con la muerte en cuestión de un rato te queden muchas ganas para la oratoria. En todo caso el orden del día de la reunión tiene la garantía de llegar a conclusiones, sea lo que sea de lo que se hable no se puede posponer para una siguiente. Una de las pocas ventajas en una reunión de este tipo es que el futuro difunto tiene la prioridad de palabra. Nunca habíamos pensando en un escenario de este tipo. Yo, solitario medular, más bien prefiero poca gente, Vic a mi lado estrechándome la mano o alguien muy querido en el mismo gesto; el esbozo de una sonrisa para que nadie diga que has sido un amargado y punto. Los ojos abiertos en esa mirada estática, más bien estupefacta, que ya no mira a ninguna parte y la convicción de no ser traicionado por alguien que te cierre los párpados. ¿Pero porque hablamos de todo eso? Sí, a propósito de Luciano. Un hombre adulto llorando siempre me ha conmovido.
El monta su vida en torno a las necesidades de los demás. Cuando le hemos comentado la cuestión del agua y las incompletudes en el desayuno en seguida se ha preocupado de traernos agua filtrada, mantequilla y confituras al frigo de nuestro refectorio, el único al que podemos ir porque los demás tienen escaleras.
Los operarios que vienen a reparar lo del ventilador se tiran media mañana. Ritmo típico: a cada rato les falta una pieza o una herramienta y tardan un rato en conseguirla, Vienen con un taladro, aprovecho para pedírselo y poder hacer los agujeros que nos faltan en la chapa interior de la furgo para tener un soporte fijo para la mosquitera, una de los déficits nocturnorios de nuestra litera móvil. Puesto que no han terminado con la reinstalación del ventilador nos vamos a comer dejándolos con todo lo nuestro dentro de la habitación. Al terminar, según lo acordado, vienen a traernos la llave del cuarto a nuestra mesa de comida. Mas tarde, a la habitación después de la siesta, a devolvernos la linterna de recarga solar que les había prestado y ya había olvidado completamente. Si alguien dice que los africanos no son honestos se las verá conmigo. Claro que nosotros no dejamos de señalar las faltas de honestidad que hemos sufrido. Lo cierto es que vivimos distintas experiencias intensas. No hay día que no nos maraville algún gesto de atención de los negros. Somos más bien nosotros los que cometemos actos imperdonables como confundir a veces sus caras.

jueves, 3 de abril de 2008

Fuga Mundi

Habitacion Monasterio de l'Etoil de Notre Dame


Monasterio de l’ Etoile Notre Dame, pocos kms al norte de Paraku 2 abril 2008

Llamo la atención a unos niños que vienen con su tirapiedras de gomas elásticas para matar pájaros que se refugian en los mangos del patio y ponen la sinfonía diaria del mejor concierto que puedes escuchar fuera de una ópera. No recuerdo si son los mismos que ya vinieron un par de días antes para la misma misión de caza. Le comento a Correcaminos, que pasa en ese momento con su bicicleta y su sombrero de paja, ¿qué hacer ante este tipo de situación? Me dice que no pretenda cambiarle las costumbres a África y que los africanos se lo comen todo y no se les puede culpar por ello. Le replico que sí, que se les puede cambiar en un lugar de paz como el del monasterio y que en todo caso pueden irse a otra parte ya que sobre aquella propiedad pueden marcar unas pautas. No es la primera vez que me enfado con chicos a propósito de esto. Recuerdo lo impresionados –i tal vez solo ponían cara de perplejidad por decir semejante tontería- que quedaron los de Dassa persiguiendo sapos al convencerles que se reencarnarían en aquello que mataran. Otro discurso mas que fracasa. Me sorprende que nadie más les diga nada. Correcaminos, con el cuello muy estirado, vuelve a dar señales de prisa sin estar muy interesado en lo que le pueda decir.
La pareja de los Spaack: con la que hemos compartido mesa unas cuantas veces vuelven a Níger. Ellos vienen regularmente a pasar temporadas a este monasterio. Ella, Genovieve, habla de todo y lo sabe todo; trabaja para una ONG alemana para hacer un estudio sobre conflictividad humana asegurándose asi una paga de vejez que no tiene por otros medios, parece que por falta de cotización suficiente.
A la mesa llegan nuevos invitados que vienen de paso a la cena de la noche. No advertimos que paguen ni que retiren los platos de la mesa. Durante estos días tenemos la sensación de que somos los únicos comensales que pagamos, o vamos a pagar, nuestra estancia.
Se suscita el tema de conversación sobre respeto a la gente de edad a propósito de los exagerados gestos reverenciales que hacen los más jóvenes. Una mujer se explaya hablando de respeto y tradición. Cada vez que alguien apela a la tradición y al respeto me dan ganas de acudir a toda la artillería verbal de la que dispongo para desmenuzarla en lo que es: sumisión e inmovilismo. Así se lo digo. Luego Vic me comenta que he sido demasiado brusco en decírselo, bueno Vic suele decirme siempre que soy demasiado brusco cuando hablo. Por la otra parte, el acompañante masculino a la mujer que le hago discusión reconoce la sumisión en un tipo de tratamientos y el derecho a ella. No hay interés en continuar el tema: los postres de mango y yogurt tienen prioridad en la atención. A las monjitas: Constance y Marie, que están de paso descansando y preparando sus clases, ya les parece muy gentil por parte de los alumnos esa gestualística, para mí, medieval. Durante las horas del refectorio la colocación, diríase que espontánea, de la gente a la mesa es la concentración de blancos en la punta de una y la gente negra en otra. Los más jóvenes no hablan o al menos no se les oye, parece que están como atemorizados. En la parte blanca la conversación es continua. Vic, es la estrella. Siempre hay comida de sobras e inmediatamente cuando la gente termina de comer limpia todo en el cuartito contiguo donde están los armarios con la vajilla.
A Flora Akode le doy unas cuantas clases de manejo del ordenador en nuestra habitación. Tiene prisa en escribirle una carta a la pantalla antes de memorizar la posición de las teclas. En unas pocas líneas deja un documento explicito sobre la mentalidad de no pocas chicas africanas de su edad que se acogen a la benevolencia católica a cambio de mejoras materiales en su vida y de hacer sus oraciones. No se sorprende demasiado cuando le decimos que no somos religiosos.
El domingo la iglesia se llena y el parking rebosa de vehículos. Solo ella nos informa que no nos ha visto en la iglesia, nadie más nos pregunta directamente porque no asistimos a los actos religiosos.
Un extraño merodea por la zona y se detiene en nuestro vehículo, al parecer ha tratado de abrir la puerta. Eso ha movilizado ala muchachada como un solo hombre. Todas se han preocupado por si lo teníamos todo bien cerrado.
La recuperación de Vic es muy lenta. En su estado no puede subir a la furgo. Estamos atrapados. Los días pasan y el tiempo de visa se agota. Las informaciones de Nigeria siguen siendo disuasorias. Una monja nos cuenta como unos bandidos dispararon contra unos colegas suyos cuando asaltaron el autobús en el que viajaban.
El monasterio es un continuo trasiego de gente sin que pierda su ambiente de tranquilidad, En el espacio del comedor tras partir los Spaack y las monjas de paso nos quedamos solos con unas cuantas muchachas. Ellas siguen el horario de rituales y coincidimos para las comidas para las que dan gracias a dios antes de tomarlas y se santiguan al terminar. Nosotros respetamos impertérritos los agradecimientos. A Vic se le escapa la mano a los cuatros puntos, mi mano ha olvidado donde estaban y se queda quieta.
Una de las monjas de paso (al monasterio viene gente a descansar) nos da a probar el Kai çedrat: una corteza en polvo de un árbol que utilizan como preventivo antipalúdico. Nosotros seguimos sin tomar malarone y los otros productos de nuestro botiquín salvo homeopatía y vitaminas.
Las muchachas siempre nos saludan muy atentas y nos desean bon travail cada vez que nos ven en nuestros puestos de trabajo con los ordenadores. La frase se repite varias veces durante el día. Son hacendosas y antes de dejar sus habitaciones las limpian impecablemente. Cazan un escorpión que se coló en una de ellas y cuyo cadáver enseñan a Vic.
Nuestra habitación no es que sea muy cómoda pero tiene una mesa de madera, dos camas individuales separadas y dos ventanas que producen un poco de corriente de aire. La puerta la tenemos permanentemente abierta para que entre más luz. Hemos aprovechado los dos días por semana, los que hacen yogurt, la luz eléctrica, que dosifican a un par de veces el resto de días. Vivimos sin prisas pero sin olvidar que somos huéspedes de un país con límite legal de estancia.
Con la silla de ruedas damos paseos cortos por el espacio de propiedad del monasterio. Hay alguna casa ocupada por nativos y otras habitaciones en las que también viven algunas familias. El suelo con raíces y piedras no permite demasiadas aventuras. La pierna derecha de Vic se resiente con la menor vibración. Nuestro futuro inmediato y el futuro de nuestro viaje dependen de su rehabilitación. No me importa ser la reencarnación de un paje y tratarla a ella como la reina de Saba. Nuestra tesis de que es posible viajar a todas partes con una silla de ruedas pasa momentáneamente por una crisis de descrédito. Nos preguntamos –nos volvemos a preguntar- si en las condiciones actuales no sería mejor buscarnos un sitio bonito, implicarnos en una ocupación social o crear un proyecto y pasar el resto del año escribiendo tranquilamente nuestro libro más filosófico e intimista y menos quilométrico-transfronterizo. Tras cinco días de descanso en el monasterio el paseo con silla por los alrededores es más soportable por la pasajera aguantando las vibraciones. Pasar de la silla a la cama y viceversa es lo que más cuidados requiere.
Proponemos una opción más económica a la monja hotelera por el exceso de días en los que nos estamos quedando. Pero dejar de comer las 3 comidas al día significa doblar el precio de la habitación quedando en 4000cefas los dos. No aceptamos. Preferimos seguir pagando las 8000 dia.
Antes de marchar pasamos por la tienda. Los productos de las monjas son bocata di cardinale: compramos los polvos antipalúdicos del Dr. Floran, que nos informan trabaja en el hospital de Tanguietá, dos botellas de Sirope, de tamarindo y citronelle, savon artesanal de karité, anti mosquitos. Las monjas nos preguntan por nuestro periplo. En el orden habitual de las preguntas la de si tenemos hijos suele estar en segundo lugar. Al saber su edad si él tiene hijos, viene a continuación. La preocupación por la reproducción de la especie no falta nunca.
Probamos las planchas de aluminio para desatascar las ruedas de la arena, como rampa para acceder con la silla a la furgo. Decidimos dejar el monasterio despues de una semana de reposo. Tras descartar que haya luxación y rotura pero siendo imperativo un tiempo de reposo decidimos finalmente rehacer la carretera y volver al norte para atravesar directamente a Burkina.
El refectorio representa el universo. 3 encuentros por día multiplicado por 7 da 21 veces de comidas en las que coincidimos siempre con gente distinta: familiares de monjas, gente de paso. Correcaminos y sus socios de celibato tienen un refectorio a parte y no vienen a mezclarse con nosotros: chusma de astrales ínfimos. En el penúltimo día, una de las monjas celebra su cincuenta aniversario de votos como tal. Fiesta mayor. En la mesa hay botellines de jugos de fabricación de la casa, también vin du prunes y unos micro haricots buenísimos. Por nuestra parte hemos comprado ya el kai çedrat y lo espolvoreamos en el plato, dos veces por día. La dosis recomendada es una pizca de una a tres veces al día. El mundo de las medidas de la gragea, la cápsula, la pastilla o la gota puede sobresaltarse si le hablas de que existe también la pizca. Mientras lo tomemos creeremos estar mas a salvo del palu. Sí, estamos a salvo, aunque los mosquitos siguen opinando que soy un cuerpo apetitoso para ellos (ellas, son mosquitos hembra los que pican, chinchar es un verbo rotundamente femenino) y desaprovechan todo descuido. Si bien por la noche no atraviesan la mosquitera se han puesto las botas con mi codo la noche la tocó. Otra mañana me esperaba un comando en la ducha y antes de que me diera cuenta dejaron sus marcas en cinco puntos distintos de mi cuerpo.
Despues de tantos días de comidas a 3 por día me siento hinchado. Demasiado orden culinario.Demasiado orden campanario. Vigiles 04 10, Laudes 6­00 messe 6 30 Sexte 12 15, None 14,15 Vepres 17 45, Complies 19 25 petit dejeuner 7 30 dejeuner 12 30 Diner 18h25, Tengo ganas de volver a cambiar de registro y Vic está algo mejor aunque al escuchar sus ay-ay al menor movimiento sobre la silla de ruedas diríase lo contrario. La carretera y un revoltijo de hipótesis nos esperan.
He completado la carga de nuestros bidones de agua con el agua filtrada de la casa.
Ha pasado una cuarta parte del 2008 y solo hemos visto una septicma u octava parte de los países que en principio habíamos pensado cruzar. Empezamos a hablar de otro posible recorrido por el África austral para otro año.

Retozando


Cazadores Ajedrez con el biologo del parque que supervisa las piezas de caza

Bano del refugio


Tianguetá 23 mars 2008
Nos acercamos hasta Batia, otros 10 kms de pista de tierra justo antes de la puerta de entrada al parque. El mapa-panel de las pistas interiores señala los distintos grados de dificultad. Teniendo en cuenta la pista bacheada de los 45 kms anteriores, considerada como muy transitable y los 23mil cefas de entrada decidimos desistir de entrar. Nos perdemos tocarle las melenas a un león y darnos un beso de nariz con un hipopótamo. El único localito de al lado con una sola grande flag escondida en sus profundidades en su prototípico congelador que no congela a la hora de darle los 600 francos pedidos la chica, que no habla francés, dice que no. Se la devuelvo, recupero el dinero y nos vamos. No paramos hasta Tanguiéta una hora y media despues conduciendo a 15 por hora, a veces a 10, donde nos instalamos en un sitio que inventan los precios para nosotros. No aceptamos lo que nos piden por couscous y espagueti, unas cinco veces más de su precio. Nos agota tener que estar en estado de vigilancia permanente para cada detalle. Inevitablemente la conversación sobre precios para europeos surge de nuevo con el cocinero, el camarero y otro cliente. Antes con el patrón he pactado el precio de las bebidas y el uso de la conexión eléctrica. Le pido a Vic que no me someta una vez más a la típica discusión impugnativa de la actitud limosnera africana con los empleados. Por el camino en uno de los poblados que hemos cruzado dos veces con un par de horas de intervalo una horda de más de setenta criajos, a su estela algunos con 3 o 4 años, se nos abalanzaba con su grito de asalto prototipo. Más puntualmente los adultos también tienden la mano con la misma y única palabra que tienen aprendida del francés. Llega un momento que nos satura. Alguno de los niños con el tirachinas típico ha cargado munición en nuestro honor. En Batia, a la muchachada, mejor dicho, la niñada, la he reunido en torno a la furgo y les he enseñado una nueva palabra: dignité. Se la he escrito en el suelo y se la ha hecho repetir a bastantes de ellos. No sé si la recordarán dentro de unos años, tal vez cuando pregunten por su significado entiendan lo que he tratado de enseñarles. El mejor regalo que podía darles era esa palabra.
Hemos visitado el camp Muni de dirección alemana. Es un lugar que se anuncia con tríptico a todo color. Hablar de piscina y otras ricuras. La balsa de agua casi estancada y turbia no invitaba al baño y el terreno accidentado es totalmente impracticable para alguien que va con muletas. Los precios son el doble de caros que el campamento de cazadores. Lo único pintoresco son las mosquiteras con nervadura flexible a modo de tienda iglú que el dueño me ha dicho adquirió en Cotonou. Me gustaría conseguir una para nuestra alternativa a la cama actual de la furgo y poder dormir fuera. Sin lugar a dudas el chasse Pendjari ha sido de lo mejor que hemos encontrado hasta ahora. Lástima de la consorte del mánager que no está a la altura de serlo. La noche anterior antes de irnos salí a estirar las piernas antes de acostarme., con la excusa de que empezaba a gotear Marí Macrire (transcripción del apellido no exacta), el brazo derecho del patrón, me pidió que reestacionara la furgo algo más lejos del rio porque en caso de diluviar podría llegar el agua hasta donde estábamos. En realidad usó eso como pretexto para hablar con nosotros y preguntarnos porque nos íbamos. Al contárselo nos vino a decir que él era más responsable del establecimiento que la consorte y que podíamos quedarnos el tiempo que deseáramos. Le costó entender que el feeling con el lugar se había roto por culpa de Kikí aunque le aseguramos que nos sentimos muy cómodos con todo el personal que nos ha parecido tranquilo y discretamente distante. No dudamos que nuestra partida y la pérdida de la entrada del dinero de nuestra parte por no quedarnos más días traerán cola. Posiblemente habrá marejada dentro de la pareja de dueños. Al fin y al cabo constituíamos el 50%de su clientela aunque la otra parte fuera a toda pensión y con otro gasto mayor que el nuestro. Por la noche nos despedimos de Iñigo y José Luis. Nos contaron la aventura del yerno saltando en la cascada, a unos 20 metros de altura, y el luego gritándole en puro valenciano arrastrando las sílabas: coneeeixeeement!!!. No hubo oportunidad con este de hablar sobre los intríngulis del cazador y el último sentido de la pasión del cazador por la muerte ajena. Por la mañana vino Viviane, la tranquilidad encarnada, a despedirnos. Fotito.
A estas alturas empiezo a sospechar que por muchos años que llevara viviendo en África nunca aprendería del todo sutiles idiosincrasias que se me escapan. Llevo más de medio siglo habitando el medio humano en general y también se me escapan no pocos de sus detalles. Posiblemente no hay tantas diferencias entre un africano y un blanco si pasamos por alto que uno va de pedigüeño y el otro de prepotente. El común denominador de los seres humanos, tengan el color que tengan, es que no han sacado nota en Lógica. Eso categoriza al que lo dice sin sonrojo como un pedante. Que Lewis Carroll regrese y lo confirme. En el local del hotel Cascade previa consulta de precios y permiso de conexión eléctrica nos instalamos unas cuantas horas. A pesar de todo, a la horade pagar el muchacho trata de sisearnos. He de reclamarle los 600cefas que pretende quedarse. En otro local por la noche donde vamos a cenar espagueti y couscous a la hora de pagar también tratan de sisearnos cambiándonos el precio de la bebida. Esa constante vigilancia resulta agotadora. Preguntar siempre por los precios a priori, a falta de su lista visible de precios así como a falta de lista de menús, resulta cansado. Es propio de tener una total desconfianza. Sí, la tenemos, Nos gustaría no llevar la marca del blanco igual a estúpido grabada en la frente. Pero mientras el color de nuestra piel nos delante estamos obligados a tomar medidas cautelares., un local que se dedica a hacer conciertos de música, con las típicas luces de coloritos, algo que se da en varios países. Son de color rojo y amarillo y simulan muy bien las tonalidades de las barras americanas de las putinguis en España: No te permniten ver la comida que comes o el estado higienico de la mesa que usas. Afavor de este local hay que decir que antes de la cena traen dos valdes uno con agua jabonosa y el otro con agua sola para que te laves las manos. En el colmo de los colmos cuando dejamos el restaurant que de la troupe que espera fuera, dos chicos más altos que yo, me descerrajan un quelque chose pour les petites?. Me rio en sus narices. Si el primer mal de África es la corrupción el segundo es la indignidad. Están emparentados: es corrupto quien no tiene dignidad y quizás, no habiendo adquirido nunca su noción, hace de su vida una empresa para sablear a los demás.
Por la noche nos instalamos en la zona donde está la dirección del parking. El guarda nos reconoce y nos dice que no hay problema para instalarnos pero puesto que el director (el mismo al que le ocupamos la paillote frente a su casa el otro día) esta todavía despierto y se lo preguntemos a él. Así lo hago. El hombre no entiende el porque de nuestro pedido habiendo hoteles como el de la Cascade o el Baobab. No respondo con una disertación sobre precios, simplemente le digo las condiciones limitativas de las barreras arquitectónicas. El replica que en el Baobab no hay escaleras. Le digo –me invento- que está al completo. Acepta que pasemos la noche. Todo bien. Por la mañana ducha de cubos y a continuación vamos al mismo cyber que el otro día que no funcionaba a pero que ahora va de coña. Nos quedamos un rato y de paso escuchamos las noticias por tv5 francesa conectado por internet que tiene el ordenador central de Celestin. A medio día nos abalanzamos sobre flags y cocacolas en el mismo bar en el que tres mujeres blancas freelance vienen a hacer un reportaje sobre la caza. Tras la comida y la bebida pasamos por la tienda de suministros de agua. Uno de los chicos del lugar nos pregunta porque hemos cambiado el cartel de nuestra pizarra. Periódicamente lo renovamos –le digo- . Le complace nuestro texto y le doy el consabido direccionador para nuestra página web. A continuación nos refugiamos dentro del recinto del hospital a una sombra. Docenas de enfermos esperan en el patio a ser atendidos. Nadie viene a preguntarnos qué hacemos ni a molestarnos. Para la noche habíamos reservado un espacio a la sombra en e l recinto de religiosas frente a la iglesia. La ciudadana al cargo ha precisado la cantidad por noche. Puesto que las condiciones son bastante deplorables no tenemos ninguna gana de ir. Se nos pasa el tiempo conversando con Youvvou Idani que nos ha venido a visitar sobre solidaridad y su planteamiento pretendiendo ayuda europea para su, en el fondo, negocio privado, que pretende disfrazar de cooperativa y ONG. Youvvou nos ha reconocido (es fácil que se nos reconozca desde lejos por nuestra furgo y mucha gente que dice habernos visto antes no la recordamos) y viene a hablar de nosotros de su proyecto de ONG en relación a auxiliar a niños desamparados. Conforme va avanzando la conversación va quedando en evidencia que su mayor interés es el de tener un futuro profesional. Al menos menciona 5 proyectos en el rato de la conversación y ante el despliegue de nuestros argumentos para que no cuente con el papánoelismo se queda con una mezcla de desengaño y de admiración. Nos toca preguntarle porque esperar a pedirle algo a un blanco que viene de paso sin haberlo intentado antes con los propios poderes locales y la gente que tiene dinero en la ciudad. Evidentemente no hay respuesta. Mientras tanto el presidente del gobierno se pasea por el país con su helicóptero y su sequito y los consumos asociados. El dinero existe, otro asunto es su distribución y quien lo maneja.
Valery, una enfermera suiza que está haciendo su estage como profesional viene hasta nuestra furgo a visitarnos. Hablamos sobre los conceptos de solidaridad y de la sorpresa que África siga sin cambiar después de tanta ayuda recibida a causa del predominio de la desidia. Seguimos insistiendo en nuestros puntos de vista cuando surge el tema, lo cual es frecuente, y hasta ahora nadie, en particular los nativos, nos ha cuestionado lo equivocados que podamos estar. Hasta ahora ningún blanco ni negro nos ha discutido nuestro punto de vista crítico de la solidaridad incondicional a fondo perdido con la que Europa ha acostumbrado a África a la sopa boba. El caso es que se nos pasa el tiempo y no voy hasta donde el recinto de las soeurs a avisarles de que no iremos. Por la mañana coincido con el coche de las dos con las que hablé el día anterior dentro del mismo recinto hospitalario de St. Jean de Dieu. Entiende perfectamente que hayamos preferido quedarnos en este lugar y no en el suyo, bastante más deficitario.
Pasamos el resto de la mañana en el lugar hablando con unos y con otros. El frere Nicolas Sale, enfermero, responsable de un pabellón de chambres (a 3000+2000 persona y día pensión completa) nos invita a comer. Nos invita a compartir su mesa, en el refectorio al lado de la furgo. En realidad no tenemos hambre porque hemos desayunado tarde. El anterior grupo de comensales ha terminado y la compartimos solo con él y con un familiar de un enfermo. Comemos arroz con salsa no picante, bebemos de nuestra propia botella y yo acepto un pedazo, solo uno, de carne, del boeuf que ese mismo día han descuartizado a golpe de cuchillos y hacha en el patio. Hay matanza una vez a la semana. El hospital tiene unas 220 camas pero están alojados unos 300 enfermos, muchos de ellos, en espera, pasan la noche en el patio y de acuerdo con la cultura tradicional de venir dos o tres miembros de la familia a auxiliar el enfermo sus habitaciones se pueblan de visitantes con aspecto de hacinamiento.
Por la tarde vamos a la hora acordada al local anexo al Clac para la conferencia que debíamos dar sobre solidaridad y déficit, doble tema en el que de de alguna manera ligamos las objeciones a la solidaridad europea con la critica a la desidia autóctona que se mantiene permanentemente a la espera del papánoelismo. Jean Marie no ha hecho absolutamente nada. Solo una entrevsita con alguien del colegio de al lado para confirmarle lo que ya sabíamos que los estudiantes están de vacaciones y no podían ser avisados. Según el asistente cultural el único publico interesado eran ellos. No se ha ocupado pues de hacer panfletos o de divulgarlo de alguna manera por radio donde, según él, hay que pagar por anunciar actos culturales. En cierto sentido el compromiso desde la semana anterior con este acto nos ha hecho quedarnos tantos días en la zona. De no haberlo tenido habríamos cambiado de geografía mucho antes. Aún así, quedarnos no nos ha molestado. Tianguéta tiene recursos y lugares calmados. Además la tarde tuvo otra improvisación. Nuestro único publico asistente fueron las tres free lances conocidas el día antes. Aprovecharon para entrevistarnos y filmarnos sobre nuestro periplo africano. Cuando nos ponemos en manos de entrevistadores me siento invariablemente torpe. No me libro de la sensación de que están más ocupados en los aspectos técnicos: sonido, luz y tiempo que no en lo que estás diciendo. A cada enlace entre un párrafo y el siguiente noto el empujón instantáneo a retirar el micro o a dar señal de stop de la filmación. Con todo, la entrevista salió redonda. Puesto que de todo lo que digas en una entrevista de este tipo van a cortar, en el caso de que lo seleccionen, el fragmento que más les interese, no hay que tomárselo demasiado en serio.
Tras la segunda noche en el recinto del Hospital por la mañana nos acercamos hasta el auberge Baobab a interesarnos por los precios. El lugar está muy bien. Nos acogemos al desayuno continental, a una paillote para nosotros solos, ventilador de palas en el techo y tensión eléctrica.
Antes de dejar Tanguieta trataremos de comprar un tipo de cincha de metal que un mecánico de motos nos localizó como alternativa a la provisional de nylon negro de los souflet, los acordeones del demi-arbre. Se trata de una espiral de dos vueltas flexible y adaptativa. Los problemas más complicados tienen las soluciones más simples. No entiendo como en el recorrido de establecimientos en Lomé nadie habló de este tipo de brida.

Nos estamos quedando sin aventuras que contar. Empezamos a formar parte de la aventura que más nos faltaba: la vida cotidiana y rutinaria en un país extranjero. Durante otros viajes de larga distancia, el de Turkia-Georgia de verano encontrábamos a faltar la parada de más de dos días en los lugares. El continuo trasiego de carreteras y quilómetros nos tenía en danza permanente. A partir de este viaje africano hemos empezado a conceder más tiempo a las ubicaciones de más de una semana. Estamos en clave tranquila, seguimos retozando. Después de Tanguieta retomaremos la misma carretera hacia el sur por la que llegamos. Direccion: Parakú. Estamos obligados a encontrar una terminal bancaria y reponer fondos.

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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