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domingo, 21 de diciembre de 2008

Las maquinas y nosotros

Nuackchott 17 desembre 2008
Hubo un tiempo en que se desconocían las máquinas. La gente andaba o se desplazaba con asnos y caballos, el sentido del tiempo era otro. Alguien descubrió la rueda, la misma naturaleza había proporcionado su forma. Observó que una rueda está inscrita en las formas esféricas de los objetos vegetales. Todo lo que tuvo que hacer fue trasladar a un formato manipulable. La rueda dio lugar al carro y éste abrió un infinito campo de posibilidades sobre la máquina. Milenios después aparecieron locomotoras y vehículos a motor. A estos se les llamó automóviles. Automóvil es una palaba inadecuada para una máquina pero es la que ha prevalecido. Podía haberse llamado motormóvil o algo parecido. El único automóvil es aquel que se genera la fuerza de propulsión a si mismo. Un ser humano, lo mismo que un pato o un cangrejo son distintas formas auto-móviles, pero dado que la palabra inadecuada se ha internacionalizado de tal manera, cuando se menciona todo el mundo piensa en coches, Su contribución al maquinismo fue también quitándole de paso a un significante en exclusiva que tenia el ser humano. No solo se apoderó de la palabra también del rol del amo. La máquina que venía a prestar un servicio para facilitar la vida humana pasó a tomar el relevo de la voluntad humana en su programa de vida. A partir de su existencia la vida natural ya no volvería a ser tan fácil como antes. Gracias a los vehículos sus chóferes hacen transportes y ven sus trabajos enormemente facilitados, pero también toda la organización dela vida depende de ellos. He pasado muchos años de mi vida sin coche pero desde que uso vehículos reconozco que no sabría vivir sin uno. La sola idea de tomar taxis y buses o trenes ya me marea, claro que conducir por atolladeros urbanos no es que me haga muy feliz. La misma relación de dependencia tengo con otras máquinas, tales como los ordenadores. Si saco las cuentas llevo más tiempo de mi vida con manuscritos y mecanografías que no con digitografías. Accedí a ordenadores regularmente cuando ya estaba casi en los 40. Ahora antes de los 15 cumplidos los púber tienen ordenadores, los bachilleres los usan para sus trabajos y los universitarios pueden llevárselos al aula para tomar directamente allí los apuntes (supongo que lo están haciendo) y superar la antigua pose escoliólita de toma apuntes a mano. La relación hombre-máquina viene siendo reflexionada por la sociología desde hace mucho. Por muy crítica que haya sido su ensayística el proceso es irreversible. El maquinismo nos mecaniza. El salto del mortero al túrmix ya supuso un descalabro para las imágenes domésticas. Antes lo había sido el del caldero en la chimenea a la cocina de gas. Cada nuevo adelantado supuso una pérdida de antiguas formas, ni pocas de ellas muy caseras y entrañables.
Durante nuestro viaje venimos teniendo problemas con nuestras dos máquinas principales: el vehículo a motor y el ordenador. No son pocos los disgustos ocasionados por el uno y por el otro. Otras maquinas más simples, como la silla de ruedas, sin motor, ni batería ni sofisticación alguna, no nos ha creado ningún problema a pesar del terreno accidentado donde la hemos metido. Veamos que recuerde: la cocina de gas tampoco, el mobiliario de la furgo tampoco, los libros tampoco, bueno sí (alguno se ha deslomado por un encolamiento deficiente del fabricante y por el exceso de calor también). ؟Bolis, rotuladores? Perfectos, ninguna falla. ؟Papel, blocs, libretas, ropa? Bien, bien, gracias por preguntar. ؟Sandalias? Ahí he de reconocer que la falta de pegamento despegan las suelas. Me ha pasado con un par de ellas. Las que utilizo ahora (chancletas de las más baratas) van muy bien. Todo eso me lleva a una fabulosa conclusión epistémica: cuanto más complejo es un artilugio más variables concurren en su mecanismo y mayores posibilidades de errores concurren. Cuando el aparato se desactiva el chequeo de las causas se puede prolongar hasta el amanecer (de no sé que día). Para quien no tiene formación técnica o escasa entrar en ese berenjenal es lo peor que le puede pasar. Los problemas con el ordenador y sus desconfiguraciones espontáneas para las conexiones a internet los hemos ido resolviendo sobre la marcha. Los problemas con la furgo han sido completamente distintos. De un primer aviso en enero pasado de una pequeña raja en el parabrisas que, alarmados, nos llevó a llamar a la mamá RACC (ojalá nuestros problemas con el coche fueran de ese tipo) estamos sujetos al ultimo de posible suciedad dentro del depósito por el gasoil de baja calidad e incluso con la sospecha de agua mezclada en los dos bidones que cargué en la ultima gasolinera antes de salir de Gambia. Elegí lo que nunca hay que elegir en ruta: un poste de suministro al aire libre sin cubierta protegido de las lluvias. El agua se puede mezclar con el combustible por filtraciones no voluntarias por las instalaciones mal hechas. Eso también pasa en Europa. El taxista que nos devolvió a casa después de una entrevista radiofónica nos habló precisamente que le había sucedido en una estación de servicio de una red y marca importante. Otra posibilidad es que los inyectores estén sucios y haya que cambiarlos dificultando el suministro de gasoil al motor. Bosch, el establecimiento en el que hicimos el diagnóstico, en la zona donde están los concesionarios y los talleres de las grandes marcas (todos menos el de Fiat, aunque Afco tiene su representación solo tiene el nombre de su representación) tampoco nos deslumbró con un criterio de reparación: debíamos dejar la furgo 24 horas a 8000 cefas la hora y revisarlo todo. Envié varios sos a mecánicos. El del taller al que acude Mise, el del taller al que acude Almu, también a Rafa, nuestro hombre de Difisa de Sabadell. Este fue el único con varias pronto-respuestas que nos dio varias ideas de lo que podía estar pasándole al motor. Hablando con otros mecánicos: los de Top Pneu, donde por cierto trabajan dos canarios Víctor y Carlos amplifiqué mi perspectiva de la cuestión. En Top Pneu entramos para arreglar un pinchazo (otro palillo astilla calvado) y cambiar la rueda con que lo había substituido. Quedamos en pasar al dia siguiente para que un mecánico evaluara la situación y de paso pagar los 5000 cefas del pinchazo vulcanizado. No lo hicimos por temor a la nueva tanda de stops de la pasma. Le dejamos a deber esa cantidad. Habíamos ido el dia anterior en Bosch donde sacaron el neumático pinchado pero que aguantaba la presión, por otro de reserva pero con el dibujo de la goma bastante gastado. Bosh, esa importante empresa que vende coches de alta gama, no pudo resolver ese agujerito de nada por no tener el kit con la T y los cauchos de reparación. Nada más poner esta rueda la vibración del volante que nos alarmó tanto en Togo volvió a aparecer. Ahora todo cuadraba. El maestro de taller en aquel país al que le felicité (،ingenuo y precipitado de mí! sin duda por las enormes ganas que tenia de encontrar gent com cal que se dice en catalán) por la supuesta reparación que hizo de una pieza de la transmisión, la rotula, es decir, que le dio un par de martillazos tras 8 horas de trabajo, no arregló nada aunque sí ocasionó desperfectos tal como quedó documentado en su momento. Lo que recuperó la estabilidad al coche fue el cambio de neumático y solo eso. En el sufrirésmetro que estoy dispuesto a inventar habrá que recoger algún grado de sufrimiento sutil en relación a estar a merced de mecánicos. Con la información de unos y de los otros he llegado a comprender a nuestra furgo. Despues de tantas carreteras rotas, traquetreos y gasoil de pésima calidad la máquina, que tiene su sensibilidad y estoy por decir que su corasonsito se está quejado diciéndonos: no puedo más, dejadme respirar, quiero carreteras de verdad, luz, amabilidad, suelos ciertos, sopas de buen tragar. El problema no es la máquina sino el hombre, en este caso nosotros, maltratándola. Ya sabíamos que no veníamos con el mejor de los vehículos pero tampoco supusimos que fallara tan pronto. El viaje del año pasado a Georgía marchó correctamente a pesar de recorrer no pocos quilómetros por las peores carreteras del planeta. Pero tanto sobreesfuerzo por lo inadecuado pudo convertir durante este año africano a la suite-furgo de la que estábamos orgullosos en una suite sobre ruedas paradas.
En la zona de concesionarios y talleres importantes no pudimos sacar gran cosa en claro. Calculamos los riesgos con la información tenida y decidimos salir de Dakar dirección Saint Louis. Cargamos más de 70 litros de agua potable para retrasar nuestra esqueletización prevista en el desierto si nos íbamos a quedar en pana: la perspectiva de estar clavados ahí, junto a tantas reses pudriéndose en las cunetas, o dejaba de tener su encanto cinefílico. Propuse a una amiga que cuando cruzara el Sahara en el futuro, al pasar por la zona de nuestra desaparición tirara una flor por la ventanilla y recitara al viento un responso escrito expresamente.
En Dakar moverse con la furgo era arriesgado. Policía que nos veía hacia el gesto de pararnos o nos paraba. Llegué a la conclusión que lo mejor era no hacerlo. Despues de la experiencia del de Thies, todos los policías africanos sin excepción son para eludirlos. El problema es que sabiendo su actitud de darle al pito frenéticamente y parando sin causa legal para hacerlo (sin ninguna transgresión de tráfico) cualquier contacto policial solo puede ser desagradable. Mientras África tenga esas policías ningún europeo debería ayudar a ningún gobierno africano. Lo seguiré repitiendo.
En la embajada mauritana no aceptaron poner el visado en mi pasaporte con todas las páginas repletas de visas. Tuve que pedir una prolongación en la embajada española. Conchita Pardos, que en un principio expuso dudas para hacerlo, fue diligente y lo tenía listo al día siguiente. Costó 11mil cefas que valió la pena invertir. Alberto, su colega, que nos atedió amablemente en agosto a propósito de la renovación del permiso de conducir, os saludó. De él recordábamos un detalle brillante, había aprendido catalán aunque era de origen de otra región de España. En los ratos de espera con el policía de puerta nos contó que vivían en un hotel y que podían suspender su tiempo de permanencia e ese destino a voluntad propia también alió el tema de las oenegés. Incluso él opinaba que hay muchos Con esa prolongación flamante (uno definitivo no lo pueden hacer en la embajada salvo para residentes) en la otra embajada una tipa joven con música cristiana beatífica puesta en su ordenador pero bronqueando a un anciano solicitante de alguna credencial que le faltaba algún detalle, me dio los dos pasaportes tamponados librándome de 40mil cefas de nuestros fondos.
Redocumentados y con el icono-alarma del panel de la furgo a ratos apagado y a ratos encendido pudo relajarme algo despues de unas 3 noches insómnicas durmiendo muy poco. Vic consiguió del director del Sacré Coeur una reducción considerable pagando 5000 cefas por días por nuestro despacho-apartamento en lugar de los 7000 pactados y aceptando el pago en euros, de tal manera que nos librábamos de volver al centro para acudir a un cajero bancario y así reducir encontronazos con la pasma de cruces y rotondas.
Sisé, uno de los guardeses de noche, me recordaba cada vez que me veía que le comprara una botella de vino que de alguna manera acepté hacerlo pero que no me dio tiempo de comprar. A fin de cuentas era quien nos cuidaba la casita rodante.
En un restaurantito cercano, un fast food con una larga lista de bocadillos pero que solo permitir optar por 3, junto a otro igual de minúsculo de pret a porter, vimos una leyenda que decía algo así como: tú eres lo que llevas puesto. Cuando llegó la propietaria con su vehículo flamante y su vestido ídem hablamos de que eso no era cierto, que nosotros íbamos con nuestras peores prendas de vestir y yo con chancletas, y todo el mundo nos confundía con ricos. En aquellos momentos una manada de críos bien vestidos y bien nutridos nos venia a decir que no habían comido, Seguimos comiendo de lo nuestro sin compartirlo con ellos. Es posible que desde la sensiblería europea y desde la perspectiva de los gritos de socorro para ayudar a los necesitados eso no se entienda. África no pasa hambre, o al menos no la pasa en ninguno de los lugares donde hemos estado. Recientemente el dato de la hambruna en el mundo ha aumentado. Se habla de 862millones de personas, 178millones, niños. Pero ya estamos acostumbrados a la variabilidad de esa cifra y a su conveniente explotación no diré que para conciencia sino para que la gente suelte pasta. Hay dos discusiones a hacer a las cifras de este tipo: una sobre la fiabilidad de la fuente emisora estadística. No existe una oficina como observatorio internacional que lo haga, sino un centro de cálculo que suma todas las cifras aportadas no verificadas. Conociendo las formas gubernamentales de funcionamiento de los países atrasados lo menos fiable de sus informaciones son los números que aportan no ya sobre este tema sino sobre cualquier otro. Un segundo punto sobre el tema es que las posibilidades materiales para la agricultura existen (ya vimos las campañas que se hacían en el Sahel sobre ello) otro asunto es que el trabajo para explotarlas falle. A menudo al plantear estas cuestiones a los nativos dicen que para trabajar por salarios indignos es mejor no hacerlo. Existe un problema grave con las leyes y con los contratos. Hay gente que trabaja y que no recibe su sueldo y eso se puede prolongar durante meses, pero los recursos potenciales siguen estando ahí: bosques, espacios abiertos, mar, para trabajar en ellos. Hay algo del africano que nos cuadra menos que nunca: su lasitud. Los banners pidiendo ayudas con consignas como ،apadrina! son discutibles. En el contrato de la CCONG para la que hicimos (tontos de nosotros) la colaboración del transporte de cajas sanitarias, es de tal magnitud la lista de colaboración, que en lugar de ser una contribución al desarrollo tienen la potestad para ser el desarrollo mismo. Un tema a revisar a escala internacional es el parámetro de cooperación y desarrollo por su conversión en la práctica de sustitución de los trabajos locales de los lugareños.
Rafa (de Difisa), que trabaja en el almacén, nos dio valiosas ideas consultadas al mecánico del taller sobre la impotencia de nuestra furgo. Los 4 inyectores oxidados y la trampilla para acceder al depósito. Nos recomendó que no hiciéramos los 6000 kms que teníamos por delante hasta volver a estar en terreno seguro (،Oh Europa, primer mundo!). Pero ؟qué otra cosa podíamos hacer si no arriesgarnos? Por su lado Paloma Sales nos dijo que en Marruecos podíamos contar con asistencia técnica del RACE. Dakar-Agadir iban a ser, si llegaban a ser recorridos en esas condiciones, los kilómetros más inseguros de toda mi vida.
Salimos de Dakar de madrugada para evitar el tráfico de Rufiski y los controles. Despues de equivocarnos en un par de tentativas para tomar la ruta correcta desde la autopista nueva, seguimos por su proyecto en construcción aprovechándonos del poco tráfico. Stop policial a la entrada de Thies. Aquí se retorna la ruta hacia el norte, para Saint Louis, después de salir del cabo de la capital. Para estar seguros que seguíamos la ruta correcta hacia el norte el lunazo de la luna llena nos estuvo acompañando a la izquierda de nuestro sentido de marcha. Cuando amaneció por la derecha la coexistencia por una hora de luna y dia naciente fue un espectáculo del que solo tomamos dos fotos por falta de batería en la cámara digital. Durante el camino, el ay continuo de quedarnos clavados de nuevo reapareció. No fue hasta llegar a Saint Louis unos 260 kms después, y ralentizar la marcha que la potencia volvió a fallar. La primera desconexión de motor fue ante el famoso puente de hierro. Por un momento lo atribuí a mi propia exageración interpretativa confundiéndolo con dejar de apretar el acelerador pues venia haciendo con el pie desnudo. Un rato después el vehículo deja de andar. Preguntamos a un hombre con un taller que sin hacer pruebas de arrancar o acelerar dijo que era un problema de la bomba y que esto lo arreglaba en 3hymedia. Despues de discutirle el precio y aceptar que hiciera su intervención, el hombre, que tiene un almacén de suministros, sencillamente dejó pasar las horas sin ponerse manos al asunto. Tampoco estaba tan claro que fuera problema de la bomba. Un rato despues dijo que la reparación era cosa de una sola hora pero siguió sin hacernos el menor caso a pesar de insistirle varias veces. Entretanto buscamos otro mecánico al que seguimos hasta Elton, una estación de combustible, con el cartel de Bosch, donde nos volvieron a pasar el mismo diagnóstico, que ya nos pasaran en Dakar antes, de los errores para repararlos, según ellos, desde el mismo ordenador. El programa hizo un chequeo del motor y señaló la existencia de 8 errores: desde el código de la llave equivocado, (el actual filón de tragedia empezó con eso) a la falta de corriente de los 4 inyectores, a la válvula de regulación de la presión del gasoil inadecuada a problemas con el tubo de escape. El programa, desde el ordenador, puede dar la orden de eliminar los errores poniéndolos a cero, tras lo cual la lucecita del icono de aviso de los problemas queda borrada. El mecánico sin ensuciarse las manos nos dijo que estaba todo resuelto. Le dijimos que no, que el problema reaparecería al poco rato como así fue. Ese mecánico se violentó con nuestra oposición a pagar una reparación que no había sido hecha y sin revisar el circuito. Ya me cayó mal desde el momento en que se molestó al ponerme a comprobar a su lado como hacia el diagnostico desde el ordenador, con ese programa el Logicel, diciéndome el muy capullo que a los operarios no se les tenía que molestar. Volvimos al taller, donde El Hadji Majete Dioup y Amadou Ndiaye, se enfrentaban por primera vez a un motor como el de la Fiat Ducato 11 2.0 JTD, un diesel EDC 15 C7. Yo trabajé con ellos aplicando aire a presión a todas las terminales eléctricas y contactos. Se desmontó otra vez el electrovan y descartamos de desmontar la bomba, aunque sí sacamos los dos tubitos y metimos aire en el interior de la misma para intentar arreglar algún posible desperfecto de su interior. Después de todo esto, y especialmente a partir de lo último, uno de los síntomas, el de la demora de unos segundos del motor en parar después de la desconexión de la llave, desapareció. Recuperamos la potencia pero con el ay en el cuerpo más en el mío que en el de Victoria que durante el proceso pudo ir a comerse tranquilamente una pizza a un pequeño y cuco local y luego ocupar asiento de butaca en primera fila en el taller durante la revisión de componentes físicos que no la reparación. Por mi parte apenas estaba con ganas de negociar la ganga de un ordenador portátil de la fujitsu siemens que un africano vendía por unos 250e Estábamos en una tesitura compleja: de un lado tenia la seguridad de que la avería reaparecía despues de unos cuantos kms, de otro malgastar ese margen de kms dado vueltas por la zona quedándonos dentro del país significaba desaprovechar la oportunidad de llegar a Nuackchott, al fin y al cabo a distancia de otra etapa parecida a la de Dakar-Saint Louis. El primer rato que estuvimos en Elton tuvimos una fuerte discusión por querernos hacer pagar por el borrado de los defectos desde el ordenador, cosa que finalmente hicimos, otros 20mil cefas tirados, aún asegurándoles que la reparación no estaba hecha. En el segundo rato de trabajo compartido nos hicimos amigos delos dos mecánicos, en el fondo nuestros posibles salvadores. Para llegar hasta su taller,(una de esas naves junto a la estación de repostación) nuestra furgo se detuvo unas 15 veces para recorrer un trayecto de 1 km, con la consiguiente incomprensión de los otros chóferes de la via pública que creían que nos complacía bloquearles el paso sin entender que pudiéramos tener una avería no parando de claxonearnos y gritarnos (el mundo real es éste, el de la calle, no el de los noticieros, y ese mundo real de la calle es tan duro que dan ganas de llorar). Despues de esta revisión que no reparación, fuimos a buscar recursos. Entramos en el recinto católico de Notre Dame. Vic se ocupó de la gestión de pedir acogida. El abbé Jean Louis no puso ningún problema. Yo estaba psíquicamente tan extenuado que dormí dentro de la furgo hasta anochecer. Mi pesadilla era un argumento simple pero obsesivo: conducía un vehículo que no permitía ser arrancado.
En Saint Louis, con los plazos de tiempo de estancia en el país, límite del seguro, el tiempo de visa mauritana ya consumiéndose sin haber entrado en el país (por esa afición que tienen las embajadas mauritanas a poner la fecha de inicio de visa la del dia de su solicitud y no la del dia de la llegada a su país) empezamos a barajar distintas hipótesis: desde arriesgarnos en la carretera y pedir que alguien nos remolcara en la próxima parada que tuviéramos a pedir que viniera alguien de España a remolcarnos a otras opciones como regalar o tratar de vender nuestras pertenencias y volver en avión. Por si habíamos querido aventuras ahí la teníamos servida. Definición de aventura: no tener ni puñetera idea de cuales van a ser tus siguientes pasos y estar a merced de eventualidades y factores que no controlas. Conducir un vehículo que sabes que se puede quedar parado en cualquier momento produce un efecto estresante que no recuerdo haber experimentado nunca antes, ni siquiera con los coches más cascados que tuve (un GS, un Renault 8). Vic me decía que ahora era ya mayor y por eso me afectaba más. Los sacerdotes nos informaron de un establecimiento que podria arreglarnos la avería. Por el momento lo que podíamos hacer era descansar todo el domingo y esperar al lunes para una nueva consulta con mi lista de Ps (P1671m PO404, PO191,PO201, PO202, PO203,PO204, U1600, nomenclaturas de las averías. Esta lista aumentaría en el siguiente paso por el programa). El problema de la avería es que no estaba localizada. No había una pieza concreta verificada que estuviera estropeada que pedir a Europa para cambiarla. Por otra parte desmontar la bomba o el tubo de distribución del gasóleo a los cuatro inyectores requería un dominio para el que de momento no habíamos encontrado ningún mecánico que lo garantizara. Todavía, en otro estado de carreteras arriesgarnos a hacer un recorrido de una tirada es posible que el motor aguantara. En África, con los continuos stops policíacos y los baches, el problema técnico inicial se agravaba considerablemente. Estábamos jugando a la ruleta con el número equivocado. Suponíamos que todo eso podía ser motivo de relato en el futuro si salíamos bien parados del asunto. Un problema nunca es un problema tan grave si lo puedes contar algún dia y reírte del mismo. Pero mientras sucede es como salir a escena sin tener el guión aprendido y sentir que haces un ridículo espantoso. Filosóficamente, de las adversidades se hacen grandes construcciones; psicológicamente, quedas hecho polvo cuando el panorama de las incertidumbres supera la tenencia de segurizantes. Necesitábamos amigos en Saint Louis para intentar compartir con alguien el viaje al menos hasta Nuackchott con alguien para que nos remolcara en caso de problema (esa era otra hipótesis). Seguía flipando. Mientras pasábamos por lo nuestro la gente que venia a pedirnos pasta o lo que fuera goteaba a nuestro alrededor. Incluso uno de esos tipos con una de esas llaves para bloquear ruedas con cepos vino a pedirnos que pagáramos por estacionar frente al primer taller en el que su dueño dijo de arreglarnos la cosa y luego no movió un dedo. Ante detalles solidarios como esos finalmente decides claudicar no por el hecho de pagar sino por creer en la gente. En el Elton, la segunda rueda de recambio, la de cubierta gastada, aquella que venia con un quinto tornillo mal puesto desde que habíamos comprado el vehículo y que tantos problemas nos creó para sacarlo del agujero roscado, al pedir ser equilibrada Dioup dijo que era imposible. Aún así la conservamos sobre el techo por lo que pudiera pasar. Mas vale conducir con una rueda desequilibrada hasta la posibilidad de su substitución que no poder conducir por no tenerla. Ese no era el principal de nuestros problemas. Ojalá los problemas de la locomoción fueran mecánicos, incluso como los de la transmisión a las ruedas y los soufflés con la grasa agujereados. Algo reparable frente a los misterios del circuito eléctrico.
Seguía asistiendo a esas clases puntuales de mi curso de mecánica del automóvil para las que no tenía la menor gana. Una máquina, un coche, lo mismo que un organismo vivo, tiene sus circuitos, sus partes, sus piezas, su ensamblaje, sus sinergias. Basta que falle una cosa para que se vaya complicando todo lo demás. Quizás con los primeros avisos del panel de iconos en Tambacounda debíamos haber tomado la decisión de volver para Cádiz en lugar de seguir para el sur hasta Gabú. Decirlo unos cuantos meses después cuando ya tal vez era tarde no tenia el menor sentido, salvo el testimonio de una decisión no tomada. Si todo esto nos estuviera pasando a bordo de un vehículo viejo y empleado para el viaje con la intención de abandonarlo o venderlo cuando fallara y volver en avión el impasse no hubiera generado ninguna ausencia de perspectiva inmediata y ninguna ansiedad. En la furgo teníamos mucho equipaje (encima la Corá, un voluminoso y delicado objeto). De todos modos renunciar a la furgo había que pensar en que estábamos obligados a su devolución a España para no perder la caución bancaria de unos 5000 euros que subscribimos con RACE para el carnet de passage. La lectura de todos los elementos de la cuestión en una lista era extenuante. Hablar con uso y con otros sobre toda la trama me hacía ponerme en el lugar de la furgo y sus complicaciones para andar como le toca a andar a una máquina. Amadou descartó totalmente que el problema fuera de los inyectores ya que en ese caso el motor marcharía a trompicones. No sabíamos el final de esta historia pero sí su desenlace y las causas colaterales a todas estas dificultades por llevar un vehículo con déficits, que desconocíamos, por topografías duras.
Todo se resumía a cuestiones de dineros y pagos. Otra visita a un cajero de CBAO para sacar otros 50mil cefas y enfrentar el pago de una reparación que no era tal. Al cajero accedí despues de que los dos guardeses uniformados se quedaran extrañados que preguntara directamente por su ubicación sin saludarles ("d’ abord, bon jour"). Mi mente estaba en otra parte como para estos detalles aunque siempre saludo con la cantinela en cuestión. Tras sacar el dinero de los dos guardeses el que no dijo nada y estaba sentado como los hacían los pugilistas en su rincón del cuadrilátero de cuerdas puso unos ojos como platos al oírme per no contesto a mi pregunta de si había cajero, el otro que sí me indicó donde fue el autor de la frase anterior entre paréntesis. Vivir para aprender.
Vic conseguía dormir, yo escribía sobre esos problemas para crear la ficción de sentirme por encima de ellos. Luego también me desconecté por la via de la cama intentando dormir la mayor cantidad de horas posible. La mente descansada sería la mejor aliado para enfrentarlo todo ؟todo?, bueno casi todo. No podía sucumbir al desasosiego. Vic enfrentaba la situación leyendo una novela histórica, jugando al solitario o haciendo un autodefinido. Si hay una persona tranquila, ésta es ella.
África no dejaba de sorprendernos. El periplo de la factura en Bosh de Dakar no tuvo desperdicio. Debí ir como cliente al almacén a comprar un filtro de gasoil de recambio. Esto generó una factura distinta a la del diagnóstico por ordenador. Con ambas fui acompañado hasta el establecimiento de al lado, el de la Citroën para pagarlas. Las facturas eran casi dossiers con arias hojas que se iban quedando en los distintos sitios incluyendo un volante en la puerta de entrada de la nave-taller. Antes, para acceder hasta aquí había que responder a un montón de preguntas del guardés vigilante que rellenaba un cuestionario y otras tantas a la salida con el de otro guardés. Ahí donde hay más modernidad africana, también hay más complicación y ralentí. Siguen copiando la forma externa pero no la función.
Acompañados por Etienne, fuimos hasta un representante de la Peugeot (nuestro motor es Peugeot aunque la casa del coche es Fiat) que dijo tener ordenes de no poder tocar otras marcas (algo aparecido ya nos había pasado en Lomé). Nos reenvió hasta otro lugar con un flamante cartel (comandancia de marina) para encontrarme el mismo mecánico que nos condujo hasta Elton y al que le dimos en mano 30500cefas dos días atrás. En principio se negó a echarle una mirada al vehículo porque no entraba en su recinto (una explanada cualquiera junto a un edificio en ruinas y con un tallercito de 4 metros de fondo u dos de ancho con montones de chatarra. Decidimos sacar la bomba de inyección y el filtro (sumergidos en el depósito). En el filtro aparecieron un par de gotas de agua y un poco de suciedad, tampoco tanta como para explicar el problema. Esta bomba funcionaba perfectamente bien. Tras reinstalarla cambiamos el filtro de gasoil. Todo eso con un mínimo de herramientas, hasta el puto que para desenroscar este filtro tuvimos que utilizar un cordón duro nuestro a modo de abrazadera. Supervisé todas las operaciones: cada tornillo, cada movimiento de brazos, cada detalle, cada guiño de ojo, cada observación. Por supuesto tampoco tenían llave inglesa y usamos la de nuestra pequeña y paupérrima cajita de herramientas. Recordé al francés que conocimos a la entrada del desierto en Marruecos y nos regaló una cincha que transportaba un carromato taller detrás de su autocaravanning. El hombre-tipo ideal para venir a África.
Yo ya tenía la decisión tomada que a un mecánico no se le puede sacar el ojo de encima. En el mejor de los casos que arreglara una cosa estropeaba otra como también sucedió en esta ocasión dejando de funcionar el indicador de carga. El mismo dia por la tarde, de uno de los muchos cazadores de blancos dejé que viniera Ibrahim a recogerme con su moto, una mobylette (en realidad la marca era piaggio) para llevarme hasta un supuesto albergue que era suyo, pero que luego no lo era, donde había varias auto caravanas de extranjeros estacionadas. Me pareció raro por esa referencia a la pluralidad pero acepté acompañarlo. Antes fuimos a ver otros dos mecánicos: Mustafá que volvió a la hipótesis de la bomba de alimentación estropeada pero que para intervenir antes había que aplicar un tensiómetro (un manómetro) para medir su presión. Me envió a Omair que supuestamente lo tenía. Una vez localizado este no tenia el tensiómetro pero sí el ordenador dentro de su oficina-taller caótico con otro programa de diagnóstico (el Autodat) en el que -para agregar un poco más de sal a la salsa de toda esa historia- no venía nuestra marca o no la supo localizar. Tanto el uno como el otro me inspiraron confianza pero este ofreció hacer el diagnostico por ordenador (para nosotros sería la tercera vez), asegurándole que esos programas no lo detectan todo y que todo nuestro circuito había sido revisado a excepción de la bomba de alimentación. Despues de ese par de visitas, a bordo de la mobylette, en realidad una piaggio, de Ibrahim con medio culo mío fuera de asiento y abrazándolo por la cintura fuimos hasta el auberge Ocean junto al hotel Dior, lejísimos, en la isla de los pescadores, donde supuestamente habría los caravanieri. Por el camino cambiamos de piaggio por otra peor y en la carretera hasta el albergue se paró en seco. ؟por qué no se me ocurriría tomar un taxi? En el albergue ni rastro de autocaravannings pero sí hubo uno que se había ido este medio dia. A quien sí conocí fue a una pareja Elena y Nacho de Asturias, que habían cruzado por la frontera de Rosso, viajaban con una cama-car y querían pasar unos meses en África (venían sin el carnet de passage y para cruzar esa frontera les quisieron sacar 150e que al final quedaron en 50). Siempre comentando la misma historia: cambian los escenarios y los personajes pero el esquema situacional es el mismo siendo los negros los cazadores y los blancos los cazados. Por la mañana durante la reparación habíamos conocido a Miriam y José que habían venido en avión con una remesa turística. Estos, a diferencia de la otra pareja un tanto amantes de la ayuda solidaria. Por todo el recorrido con Ibrahim en las condiciones que lo hicimos (،nunca más, lo juro!) le di regalos (las socorridas gafas de sol en celofán pero que vienen rotas) y le pagué el combustible pero me pidió el doble. No se lo regateé aunque pagué la carrera más cara que si la hubiera hecho en taxi (؟qué me dices de la emoción, cara al vent, reviviendo la voz de Raimon, olor a pescado podrido, viaje turístico de aventura por las dos islas, con un rato incluso para negociar con un vendedor comprar los pequeños djambée, 1500 francos en Dakar, y aquí 15mil unidad?). Al dia siguiente este Ibrahim me trajo un hombre que me ofrecía toda clase de ayuda.
-Mira tu eres un busnessman. Tu no has venido aquí para ayudarme si no para obtener tu propio beneficio. Sobre esta base si la reconoces aceptaré tu honestidad y podemos hablar, si sigues con el otro moco no quiero perder un segundo más contigo.
Eso lo recolocó. Después de un rato de hablar acepté que me llamara por teléfono alguien, que el contactara, y que hiciera la misma ruta al norte, con nosotros en un vehículo potente para ir en caravana. Ibrahim insistió en volver luego para seguir dando vueltas.
-No, por favor, con una vuelta ya tuve suficiente.
La tenacidad africana no tiene límites. Tienen el tiempo que si bien es una ventaja para quien lo tiene no lo es tanto para quien lo gestiona de otro modo (nosotros) y no está para malgastarlo con el ultimo que se sube a bordo de tu biografía.
Con nuestros tres anfitriones cada uno haciendo su trabajo y bastante despegados los unos de los otros, sin demasiada comunicación, nos pareció, entre ellos (Jean Louis se sentó a la mesa con dos auriculares puestos porque seguía un programa de radio) compartimos una comida en la que hablamos del camino de Compostela, de los mecánicos africanos y de las amantis, quizás las únicas que tienen más claro que nadie en toda esta historia que la vida pasa por comerse al congénere. En la paroise Notre Dame, nos sentimos como en nuestra propia casa (bueno el colchón de 8cms sobre barras de madera con un inter-espaciado de vacío no fue lo mejor). Usamos su despacho para acceder a internet y la sala de la habitación para cambiar de registro viendo un par de pelis y poniéndonos al dia de los fríos europeos. Aquí volvimos a la ducha fría notando que estaba realmente fría.
Vic y yo, como si el mundo se pudiera estar hundiendo, seguíamos con nuestras grabaciones de poesía, mi armónica armoniqueando (armoniquear es otro neologismo de Vic) y acompañando a su voz, y cruzando los dedos para que el futuro inmediato nos fuera favorable. Al dia siguiente de limpiar un filtro y cambiar el otro, tras esperar el reposo del vehículo todas las horas de la noche, sabía que nada más arrancarlo advertiría si el síntoma de la disfunción motora persistía. No me refiero al simple indicador rojo, sino al sonido al arrancar. Eureka, nada más arrancar el motor adquirió potencia de inmediato, tampoco hubo los segundos de más para parar el motor que seguía en acción. Eso no significaba ninguna garantía pero me dio algo más de confianza para tratar de hacer la siguiente etapa hasta Nuackchott. Tuve que tomarme todo el revés: como si estuviera matriculado en un curso de mecánica a la fuerza pagando lecciones prácticas supercaras. Una máquina tiene su lógica como todo. No es un ser vivo pero como si lo fuera, hay que tratarla así. En ese como si lo fuera debe estar la clave de todo. No se entra a operar a saco para mantener entretenido al usuario con la cara pasmada poniéndose en manos del (supuesto) experto, sino que hay que evaluar la situación. Los modernos motores eléctricos son más complejos. ،Qué tiempos aquellos en los que la mecánica elemental de un 2cv, un 850, un GS incluso, te permitía arremangarte y resolver el asunto! No, no es que fuera un experto en nada de eso, pero nunca antes había sufrido estrés porque un coche me hubiera fallado. Claro que me pude permitir el lujazo de abandonar un par de coches sin que sufriera por ello, además de motos. Vic me critica mi exceso de paternalismo hacia ella y que mi tensión es en parte debido a eso, la otra parte es porque remite al psico-cuadro dramático de la autora de mis días, de la cual es amiga. La furgo constituye otro asunto. Es nuestro símbolo, nuestro batiscafo de superficie, un nautilus con ruedas, nuestras piernas, nuestra libertad de movimiento, además de nuestro transporte de todo lo que llevamos de equipo y mobiliario. La perspectiva de volver sin él, algo que contemplamos, a parte del descalabro económico (la caución bancaria de 5000 euros y su posible venta muy por debajo del precio real) representaba un ataque a nuestro esquema mental, que por mucho que estuviera abierto a todas las posibilidades, en el fondo no contaba con que ésta fuera posible. Ramón, ante uno de nuestros emails de socorro, estaba pronto-dispuesto a venirnos a rescatar solo que su coche no tenia bola (nuestra tampoco para amarrarse a una). Íbamos a echar la moneda al aire y a ver lo que pasaba. Tal vez, despues de toda esa experiencia yo me atreviera con la mecánica de nuestro otro coche o de otros del futuro. Dados los tiempos que corren en que los coches de trinca salen erróneos en un porcentaje al final de la línea de montaje tampoco creo que con cuatro conocimientos estuviera dispuesto a dedicar mi tiempo a eso. El vehículo en pana hizo que no disfrutáramos de Saint Louis. No visitamos el segundo parque-reserva, así considerado, en una época en que llega toda una variedad de pájaros, tampoco que fuéramos por la cité a pasear y a mezclarnos con otros blancos para hablar de lo mal que está África o de lo perdido que anda el ser humano. La verdad es que la imagen tan estandarizada de parejas de extranjeros o de minúsculos grupos moviéndose por zonas turísticas, deteniéndose en las tiendas de souvenirs es una performance tan universal que uno termina por inferir algo increíblemente extraordinario: la gente hace miles de kms a todas las partes del mundo para terminar haciendo la misma conducta y entreteniéndose en toda esa barrera de souvenirs sin mezclarse con la sociedad real. Vic compara este comportamiento como el de los cerdos ante los comederos que se abocan sin pensárselo dos veces (como lo dice en francés, couchons, no suena tan mal). No, si ya no éramos turistas en enero todavía lo éramos menos en diciembre. Todo lo que hice fue cruzar varias veces el famoso puente de hierro que vino de Europa y que las reparaciones de mantenimiento han sido también europeos. El suelo es de tubos cuadrangulares de metal con unos socavones impresionantes (África es experta en socavones, incluso los tiene en las planchas de metal de los firmes).Por lo demás si me preguntan sobre las efemérides africanas no sabré citar ninguna, aunque algo parecido me pasaría si me las preguntaran de mi propio país.
Alejandro Othegy, de Radio Vallekas, una radio libre cuya página web está muy bien organizada, que seguía nuestro bloc, nos propuso radiar en un par de fechas el cuento Toubab de Vic y que pusimos en soporte audio. Ironizábamos que nos esperaba un futuro artístico en alguna parte pero primero debíamos salvar nuestros intereses más materiales y volver a terreno seguro, sanos y salvos. Claro que había que ser muy optimista para pensar que Europa era segura cuando seguían matando a gente de 16 años con un disparo de los que matan. Los campos de batallas estaban servidos: fuegos reales y enfrentamientos con la policía. La misma historia de siempre. ؟Dónde estaba la cultura democrática de los últimos 30 años? Lo que estaba claro es el alto voltaje de indisposición social. Quemar coches y oficinas nunca resolvió gran cosa. Lo sabe el historiador con más cates en su carrera universitaria, también el revolucionario mas torpe para el análisis social, pero la descontención popular necesita pegar a petates o a lo que sea. Eso no resuelve nada pero sirve para precalentamientos y gimnasias alternativas, también para que todos digamos, el mundo está mal, mal, mal, verdaderamente mal. Vivir en Saint Louis, vivir en Barcelona, podria significar exactamente lo mismo con un chute de relativismo pero no, mejor dejar cada cosa en su sitio y no hacer tanta teoría con calzador de que todo es lo mismo, quedaba decir de meter a cada uno devuelto a su lugar.
Se acercaba final de año y una eficiente y puntual agente bancaria de Abacus nos informaba de los intereses anuales de nuestro depósito en su plan de ahorro (más de 2mil euros que podrían compensar todos los agujeros y errores de pérdidas sufridos últimamente). Hablando de sufrir en un relato imaginario el sufrirésmetro empecé a concebirlo como una especie de arco por el que
Etienne, paciente, me acompaño al comisariat, en frente de la parroquia, para hacer un trámite del que veníamos hablando desde hacia meses: declarar la pérdida o robo del permiso de conducir, para al menos parar a próximos extorsionadores con algún papelajo a falta de cinta americana con que sellar labios. La anécdota de esa visita no tuvo desperdicio. El mostrador alzado de obra en el vestíbulo, copia del estilo de los usados por Scotlad Yard, hacia el atestado: un certificat de declaration de perte. Ese documento, como todos los documentos, tenia que llevar un timbre de 100fr que Etienne, previsor y conocedor de la idiosincrasia ya traía en su bolsillo de la camisa. Con el papelito fuimos a un primer despacho a poner un tampón, luego a uno segundo a poner una firma. El hombre de la firma era un hombre a un pitillo pegado del que no se soltó en ningún momento. El procedimiento fue más diligente de lo que esperaba. Etienne es conocido y eso facilitó las cosas lo mismo que el dia que fuimos al taller acompañados por él que a la primera rotonda, primer policía, con su pito nos paró y al verlo nos dejó continuar sin pedirnos nada. El rato del vestíbulo en el comisariat, una celda de paredes de barrotes a la vista de todo el mundo contenía los detenidos de la noche. Mientras hacíamos nuestra diligencia trajeron algún otro esposado. La escena le parecía natural a todo el mundo aunque eso violara los derechos humanos.
Las comidas con los 3 padres fueron enfamiliadas. Filomena, cariñosa, no volvía hasta su casa hasta despues de que hubiéramos cenado todos, los gastos de cocina eran escrupulosamente apuntados en una libreta, su pequeña hija Elene que la acompañaba en la cocina cuando estaba cansada dormía sobre dos taburetes juntos, recogida, ajena a todo, hecha un nudo recogido.
Los días de Saint Louis o tuve la menor gana de ir de visitas culturales o de compras o de paseo. Vic insistió para que saliéramos, una y otra vez, hasta que lo hicimos: silla de ruedas sobre arena y baches hasta el puesto más cercano de cacahuetes (compramos todas las micro bolsas de 25 cefas hasta dejar sin existencias a la pequeña cacahuetería). En ese puto decidimos volver a nuestro alojamiento sin haber recorrido siquiera medio quilómetro. Yo me deslomé en el intento y Vic se dio cuenta del absurdo de ese frenesí de ir a buscar cacahuetes diciéndome que volviéramos cuando ya estábamos en la calle. Han sido pocos los paseos con la silla rodante de este año que fueran agradables y ninguno sobre suelos mínimamente aceptables. Evidentemente el subtítulo de este libro "un viaje sobre ruedas" pasó a tener bastante de demagógico. No se puede venir a África con una silla de ruedas y creer que el mundo te abre paso y te rinde homenaje. Con las comidas con los curas introdujimos algunas conversaciones. Creen que la critica feroz de la sociedad francesa al catolicismo (u país que al menos los edificios de las iglesias son patrimonio del estado) permite la pujanza del islamismo pero también reconocieron que los primeros tiempos de introducción del catolicismo los blanco chantajeaban a los nuevos adeptos no dejándoles comulgar si el dia anterior habían practicado sus danzas.
La noche antes de dejar Saint Louis probé el arranque de motor que daba señal de potencia pero advertir una nueva señal: una macha de gasoil en el suelo e la vertical del filtro. Por la mañana del último día compartimos el desayuno y nos hicimos fotos. Cruzamos los dedos y arrancamos. No pasamos a ver al mecánico que desmontó la bomba de inyección y estropeó al recolocarla el indicador de carga ؟para qué? ؟Para dejar que estropeara otra cosa? En África aprendí a relativizar no cumplir la palabra dada en una cultura donde impera el oui irresponsable para todo y el pas de probleme afirmado desde la ignorancia.
Decidimos erróneamente cruzar por Diama. Los 50 kms de pista asegurados se convirtieron en 120, 35 de los cuales equivocados por no encontrar señalizada la ruta para Nuackchott. Con la incertidumbre de que el vehículo se nos parara durante el camino por pérdida de potencia y con más de 30 kms de pista con vadenes o cambios de rasante a causa de las dunas, (una de las cuales estuvimos a punto de embarrancar y nos vino de medio metro más no hacerlo) que frenaban la velocidad confundiéndolo con el problema de inyección de gasoil de las semanas anteriores. Una vez alcanzada la carretera asfalta, tras recorrer 160 kms despues y pasar 7 controles policiales llegamos a la paroise católica de Nuackchott. El padre Victor que conocimos en Keur Moussa nos había invitado. Una vez instalados en la habitación, limpia y confortable, nos dijo que el alojamiento costaba 20e por persona y día pero que si dados nuestros problemas no podíamos contribuir él asumiría esta suma. Comentamos de compartir la mesa con ellos por la compañía y la comunicación. Vino a decirnos que la comida no estaba prevista para nosotros y que no era posible. Un católico se parece a otro lo mismo que dos pájaros de distintas especies a juzgar por la enorme diferencia entre ellos, la que hay entre los curas de Saint Louis (Jean Louis Coly, Bruno Kane y Etienne Sarr) y los de la paroise de Nuackchott era una más entre tantas. En esta había dos blancos franceses (pere Jean, et pere German) y algunas monjas españolas que vinieron para no perderse la misa de ese día. A los blancos no mostraron mucho interés en compartir la mesa.
Nuackchott era solo una etapa. Lo duro estaba por llegar. La idea era hacer en una etapa única el salto hasta Marruecos, donde, en principio, estaríamos salvados porque al menos tendríamos asistencia técnica del RACC o el RACE si nos pasaba algo. El plan era no desviarnos para Nuadibú y mucho menos para Chinguetti (los más de 100 kms malgastados entre la pista del parque Diawlig y otra mas de 30 kms en obras, sin un solo obrero a la vista, los podíamos haber dedicado para esta histórica ciudad, pero mi energía estaba a cero y mis deseos de continuar viendo mudo también. Desplegué el ordenador sobre la mesa de la nueva habitación, que superaba los dos dormitorios anteriores usados, para contarle todo el asunto y completar el capítulo a falta de un hombro en el que llorar.
No puedo decir que me sienta traicionado por las máquinas porque ellas son las primeras que sufren conmigo sometiéndolas a un sobreesfuerzo para el que no fueron diseñadas, pero eso no quita la sensación de ir vendido con ellas tras pasar por la experiencia de fallos como los que tuvimos. Para recuperar la confianza con la furgo, tendrían que pasar miles de kilómetros rodando perfectamente.
Al menos salir a la calle, a la carretera, genera más detalles en directo para reportar del mundo y más palabras con qué hacerlo.

lunes, 15 de diciembre de 2008

El Tabaski

Dakar, 12 de diciembre

Veronique es católica y tiene 16 años. Todavía no es mayor de edad y estudia en el Liceo de Dakar. Su padre es musulmán y su madre católica-cristiana. Cuando empezaron a tener uso de razón, sus hermanos eligieron, cada uno ser musulmán o católico: Mohamed, el mayor, estudia informática en la universidad de Dakar, y es musulmán; Hammed, de 14 años, está en un colegio privado católico, pero se siente musulmán como su padre y su abuelo al que le tiene pasión y admiración; le considera un sabio pues le hace más fácil la comprensión del libro sagrado - el Corán – que cada fin de semana lee con otros niños en la madrasa. Las hermanas de Veronique – Christine, casada con un europeo y Claude, estudiante de económicas en la universidad de Dakar- como su madre, decidieron decantarse por el catolicismo. En casa no se discute de religión, consideran que Dios es único y lo de menos es cómo se llame o como se le adore, lo más importante es tener unida a la familia. Cada uno de ellos, al nacer, tuvieron un nombre propio en la lengua Wolof, pero cuando decidieron ser musulmanes o católicos, añadieron otro nombre. Sin embargo, siempre dicen primero su nombre Wolof, para señalar a qué familia originaria pertenecen, y después el nuevo nombre con los apellidos.

Su padre, Mohamed ha seguido la tradición familiar, es joyero y tiene varias tiendas por la ciudad; hoy vuelve contento a casa: ha conseguido un buen ejemplar de cordero. El día cinco de diciembre, sábado, partirá toda la familia a casa de sus parientes en Kaolak. Allí tienen una gran casa con un amplio patio donde podrá pastar relajado el animal. Su vivienda en Dakar no tiene patio, es un gran apartamento y, allí no se pueden tener bestias.

Madame Marie Louise compró telas de Mali para toda la familia, son telas de una prestancia y un brillo especial que dan un aspecto muy elegante. A cada uno de sus miembros, el sastre le confeccionó un traje: a los hombres y muchachos, pantalón y casaca haciendo juego; a las mujeres, un vestido ajustado y con una pieza sobrante para usarla de chal o de tocado en la cabeza.

El día 8 matará el cordero un profesional contratado por la familia. El inocente morirá desangrado por un machete sagrado y mirando a la Meca. Todos los participantes ese día van de estreno riguroso, y los hombres se rapan el pelo al cero en señal de renovación y pureza.

El 8, día del Tabasqui, Los más jóvenes tienen resaca porque arrastran juerga de tres días con fanfarrias por la calle y alcohol casero fermentando frutas del país. Desde la mañana todo es alegría y jaleo en los hogares. El imán extiende su bendición especial para el momento y el matarife procede con el cordero. Todos participan del despiece y asado, las mujeres han preparado sabrosos postres y deliciosos zumos de frutas fermentadas. La fiesta y los combites duran casi tres días y, lo que sobre del copiosos banquete, se destinará a los pobres.

Los abuelos están muy contentos porque han realizado el gran sueño de su vida: ir a la Meca. Han terminado el viaje llamado: el Hach, como muchos musulmanes que han tenido los medios económicos para hacerlo. Antes de la gran comilona, todos los varones acuden a orar a la mezquita bien aseados y perfumados. Recitan unos versículos que sólo cantan durante las dos fiestas mayores del año y los enterramientos. Los fieles cantan y cantan hasta que el Imán dirige la oración que – excepcionalmente- se encabeza con siete tkabir (decir : Allahu akbar). Después de unas palabras de saludo por parte del imán a los miembros de la comunidad presentes, se disuelve la reunión y los asistentes se besan en señal de hermanamiento y se felicitan por la fiesta.

- ¿Qué es el Hach, abuelo?- pregunta su nieto pequeño Hammed.
- Es el viaje para encontrarnos a nosotros mismos, es un viaje al fondo de uno mismo al comienzo de la vida: cuentan, que, en el valle desértico de Arafat, se reunieron Adan y Eva después de haber vagado por el planeta 200 años cuando fueron expulsados del Paraíso. Además, es un viaje al final de los tiempos: borrada toda señal de identificación, cada ser humano anónimo, confundido en la multitud, vive el momento del encuentro.
- ¿Por qué matamos a un cordero este día?- sigue preguntando el pequeño
- Cuentan, que el profeta cristiano Abraham, que en el Corán es Ibrahim, debía sacrificar a su hijo de nombre Isaac según los cristianos y que nosotros llamamos Ismael, para mostrar su total sumisión a Dios. Pero, justo en el momento crucial, Dios paró su brazo y le ordeno matar en su lugar, a un cordero. Dios sólo quería probar su fe. Desde entonces, se prohibieron los sacrificios humanos como ofrendas divinas.

A esta fiesta también la llamamos Id Kabir o la fiesta del sacrificio (Aid Helada). Marca el fin de la peregrinación anual a la Meca y celebra el establecimiento de la ley que protege la vida humana y la fusión del ser puro del hombre con sus anhelos de perfección.

- ¿Siempre se celebra el mismo día?
- No, es móvil, depende del día décimo del mes lunar del Dualhuya.
- ¿Qué representa el agua?
- Tanto en el banquete de la fiesta, como antes de asistir a los rezos, tenemos que limpiar profundamente nuestro cuerpo y, especialmente nuestras manos y pies. Cada creyente bebe del agua de la vida, se esponja con ella y recapitula sus actos y sus intenciones para impregnarse de las nobles cualidades de Ibrahim, a quien se le conoce entre nosotros como “el amigo íntimo de Allah” porque sus miembros físicos y sus facultades están impregnados de lo Absoluto, de Allah. Dejarse atravesar por Él como el cauce de un río por el agua y llenarse de Su designio hasta la identificación.

Después de casi una semana de festejos, todos vuelven a sus actividades diarias. Sin embargo, M.Louise no descansa y está haciendo los preparativos de la fiesta de Navidad cristiana. Quiere que la noche del nacimiento de Jesucristo, el día de Nochebuena, tenga el mismo brillo que la fiesta del Tabasqui. Ha encargado el pavo que comerán en esa cena. En su casa no hay ningún adorno que anuncie la celebración cristiana, pero, con sus hijas, irá a comprar los regalos de “Papá Noel” para sus hermanos, para ellas mismas, y para sus amigos que pondrán al lado de un pequeño mango que tiene plantado en la gran terraza del apartamento. El día de Navidad vendrán los hermanos y padres de M.Louise a compartir la comida familiar.

En la televisión explican que judíos y musulmanes se matan por el territorio en Jerusalén, también que en EEUU, los musulmanes son considerados sospechosos de terrorismo y que, en Sudán, los cristianos son atacados por el gobierno. El mundo parece enfrentado entre infieles y creyentes mientras que, todavía, en algunos países africanos, las familias siguen unidas sin preguntarse a qué Dios adoras.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Diciembre, un mes sentimental

Los tres chateando
Nani Bermúdez en el chat, una de nuestras incondicionales.

Jes divirtiéndose en el chat con la web-cam.


Con las chicas del restaurante de Dakar









Dakar,7 de diciembre

Este mes, para mí es uno de los más emotivos del año. El día catorce, y con veinte años de diferencia, murieron mis padres. El día ocho es el santo de mi madre y ella organizaba una fiesta todos los años donde nos acogía a todos; pero, llegamos a ser tan numerosos, que al final tuvo que alquilar un recinto para dar cabida a tanto hijo, yerno, nuera, nietos y biznietos. Cuando ella nos dejó, sus nietos, 38 en total más sus respectivos novios, cónyuges, hijos, organizaron los que se llamó: la primada. Cada año, el 8 de diciembre se encontraban en un local solicitado para la ocasión donde, todos los que podían, asistían a la cena. En los postres se elegía a los dos primos del año: entre los más mayores y entre los más pequeños. A media noche, los padres venían a recoger a los menores de catorce años, con gran disgusto de estos adolescentes que querían seguir la juerga con sus primos mayores. Los tíos no podían asistir, sólo estábamos exentos Ignacio y yo que somos los tíos más pequeños y nos consideran “primos”. Lo interesante del asunto era el ingenio que derramaban los organizadores que, rotativamente, tomaban la antorcha para sorprender a los demás anualmente. Recuerdo con especial cariño aquel concurso de logos “Alés” que se convirtió en una camiseta llena de todas las propuestas impresas porque el premio al mejor quedó “desierto”. Como este periódico encuentro tuvo tanto furor, se añadieron los primos de los primos con sus respectivos/as parejas e hijos. Pasados unos cuantos años, todos hemos ido creciendo y situándonos en la vida. La vida privada de cada uno empezó a ser más importante y fue prácticamente imposible continuar con estos encuentros. Pero, una vez más, el ingenio renació en ellos y crearon un espacio en un site llamado “familia Alés”. Los interesados acudimos como moscas y, de esa manera, volvemos a estar interconectados sin renunciar a nuestros quehaceres.

Otro acontecimiento que me atrae de este mes es que el 25 nació Jes, sus padres, tan emocionados estaban de su llegada al mundo, que no supieron encontrar otro nombre que el del que estaba en el santoral de esa noche: la del 24 al 25 . Así que yo, cada año, celebro su buena nueva en la intimidad, sin bombillas ni artificios. En este año, he añadido otro evento sentimental más en mi corazón: el hijo de Jes fue padre y, por lo tanto fuimos abuelos de una preciosa niña llamada Lola y que nació el día 2 de diciembre.

Aquí, en DAKAR, viviremos una celebración musulmana tan importante o más que las navidades de los cristianos, en Senegal le llaman el TABASKI. Es la fiesta del cordero, la fiesta del sacrificio – Aid El Adha -, la fiesta mayor de su calendario musulmán. Conmemoran la historia de Abraham obligado por Dios a matar a su hijo para probar su fe. Dios, una vez comprobada la fortaleza de su fe en él, le mandó parar y, en su lugar ofrecerle un sacrificio matando a un cordero. Aunque, oficialmente la fiesta es el mismo día 8, desde la semana antes el mundo musulmán está de lo más ajetreado. Las calles se habilitan para la cantidad de corderos que se exponen a la venta. Nos dicen que no conviene salir a la calle en coche porque los policías te paran por cualquier motivo con el fin de pedirte dinero para poder comprar su cordero; porque, sea rico , o sea pobre, todo musulmán está obligado a tener un cordero ese día; y, si vive en la ciudad, además ha de contratar a un matarife especializado. Así que llevamos una semana sin mover la furgo por si acaso. Las chicas que regenta el pequeño restaurante donde vamos cada día a comer, a pie, nos informan que desde el lunes 8 de diciembre hasta el 14 todos los establecimientos musulmanes estarán cerrados; aquí, en la escuela católica y privada donde estamos alojados, no tendrán clase hasta el jueves desde hoy viernes 5. Así que, casi todo el país, mayoría musulmán, se paraliza toda una semana. La alternativa que nos queda es comer en un Fast Food que hay un poco más lejos y posponer nuestras gestiones para conseguir el visado de Mauritania y llevar la furgoneta a la Fiat para que revisen el problema de Inyección.

Hay días que las calles parecen manicomios con gentes vestidas de mil colores, encaramadas a los pequeños buses cantando a voz en grito. Parece la noche de fin de año, pero cada día y a todas horas. No creo que sea un buen momento para discutir con un musulmán convencido. Las bebidas caseras fermentadas les producen estados de euforia similares al alcohol. Además, el fin de semana del 8 es cuando regresan de la Meca todos los que han peregrinado ese año, con lo cual las ciudades se completarán con más exaltados. La verdad, me gustaría mirar por un agujerito cómo lo celebra una familia cualquiera, no creo que consigamos tener esa oportunidad.

Por lo demás, nuestra existencia prosigue tan apacible como siempre en esta especie de suit con wiffi incluido; aunque interrumpida cada vez que los alumnos llegan, salen de sus clases en el mismo pasillo que el nuestro, o tiene un recreo. Su algarabía hace que tengamos que interrumpir nuestras grabaciones de poesía o de canciones, o tengamos que esperar a que las aulas se vacíen parara no molestar trabajando con el clarinete; afortunadamente, la korá suena tan suave como un arpa y no molesta a nadie. Después de nuestros deberes con la literatura y la música, nos ponemos a chatear con familiares y amigos o navegamos por el espacio internáutico.

Nuestras mentes están ya más en Europa que en África, el cansancio físico y psíquico, después de tantas emociones y vivencias, se hace notar en nuestro espíritu. Parece que nos está llegando la hora de centrarnos en un lugar y repasar toda nuestra experiencia.

Toubab

Bruno con la toubab Vic
Compañeros de clase de Bruno

Bruno con su nuevo uniforme


Bruno con su padre



Bruno con el toubab Jes




TUBAB Keur Moussa, Senegal, 26 de noviembre de 2008

Fada-Bruno es un niño gambiano que vive con sus padres y hermanastros en el recinto de un colegio. Es el preferido de su padre, un profesor de matemáticas de primaria. Su madre está demasiado atareada con sus otros seis hijos, incluyendo el bebé, Louis-David, siempre colgado en su espalda y de naturaleza enfermiza.

Con sus tres años cumplidos, en su vida ha visto a un blanco, un Tubab. ¡Tubab, bubab! grita cuando nos ve. Yo le digo: tubab no, my name is Vic. Él me mira entornando la cabeza con ojos de intriga, como hacen los perros cuando escuchan algo que les sorprende, sin comprender una palabra de lo que le digo.

Todavía es pequeño para ir al colegio y no conoce el inglés. Su lengua es el wolof, y a las personas de piel blanca las llaman TUBAB. Mientras sus hermanos están en la escuela o ayudan en casa, él se divierte con los insectos y corretea detrás de las cabras que tiene la familia. A veces, cuando nadie se da cuenta, se escapa a ver a su padre en su oficina de director. Francis, hace que se enfada, lo coge en brazos amorosamente y lo devuelve al hogar.

Nosotros, somos una pareja tubab que pasa una temporada con la familia. Bruno nos saluda cada mañana con su “good morning” a media lengua y recién aprendido. Hasta las cuatro de la tarde él es el rey de la casa y ríe continuamente con cualquier cosa que le pase: un saltamontes que se pose en su hombro desnudo ¡plaf!, una hormiguita que le hace cosquillas en su culito al aire ¡ja,ja,ja,je,je,je!, un escarabajo que estruja con sus deditos ¡crash...!Pero, con los mosquitos, eso es otra cosa, le pican ¡Ay! Y, se rasca tan fuerte, que le sale sangre. Uno de estos malditos insectos le inyectó el virus de la malaria, la fiebre y el malestar hicieron que su madre le llevara al médico junto con su hermanito Louis que también sufría del mismo mal. Tres días de pastillas y, Bruno se repuso como si nada hubiera pasado, en cambio Louis todavía arrastró la fiebre durante algún tiempo.

Bruno es muy simpático y alegre cuando no están sus otros hermanos, nos viene a ver y a tocar. A tocar sí, porque somos una especie rara para él, nuestra piel es blanca y de diferente textura porque no está todo el día al aire, como la de él, que le encanta ir desnudo todo el día.; nuestro pelo es más frágil y no está ensortijado como el de su madre y hermanas que se hacen trencitas para domesticarlo un poco. A él le han pelado al cero con la máquina como es costumbre en su ambiente, casi todos los hombres se afeitan la cabeza, excepto los artistas o los taliban que van de rastas cantando canciones por la calle y pidiendo limosna para su marabú. Como digo, le encanta también probar lo que comemos y escuchar nuestra música cuando tocamos el clarinete o la armónica. Se acurruca de vez en cuando en nuestro regazo, su madre ya no le acuna y todavía necesita muchos abrazos que su familia no tiene costumbre de dar.

Pero, cuando vuelven sus hermanos de clase todo cambia, Bruno no para de lloriquear y llamar a su padre, se siente destronado y muy desgraciado. Acude a nuestros brazos para buscar el consuelo. ¡Tubab, tubab!

Hasta que, un día, un feliz día, a Bruno le pusieron un bonito uniforme: pantalones, camisa con un escudo bordado en el bolsillo y botitas de tela; ¡todo a estrenar y no heredado de sus hermanos! Fue el mejor momento de su historia personal: ¡iba al cole como sus hermanos! Allí, había decenas de niños de su edad: del mismo tamaño y balbuceando las palabras al mejor de los estilos Bruno-Fada. La clase era amplia y cada uno tenía su sitio y su bata de rayas, no como en su casa que nunca se sabe donde encontrar los zapatos o los calcetines, o se duerme donde a uno le viene bien: sea sobre una estera en el porche, sea sobre la alfombra del salón, donde los grandes sofases de colores oscuros hacen juego con la inmensa pantalla de televisión para ver fútbol.

Pero, lo que no le gusta demasiado de su experiencia escolar es lo que los mayores llaman DISCIPLINA. Disciplina es ponerse uno detrás de otro cuando quieres conseguir lo que todos quieren y esperar tu turno, como por ejemplo la leche de media mañana con su bocadillo de mantequilla tan bueno ¡mmmmmmmmmmmmmmm!; disciplina es levantarse todos a la vez y decir ¡buenos dííías señorita!!! cuando entra su joven profesora en clase, o cuando entra cualquier otro adulto o adulta; disciplina es cantar el himno nacional todos los días, y de pié, al empezar las clases.

Los compañeros y compañeras de clase ya sabían algunas palabras del cuerpo humano en inglés porque Bruno se matriculó tarde. La profesora les dibujó en la pizarra a una niña y todos iban cantando las partes que señalaba con una gran vara. A Bruno le chiflaba eso de cantar en esa nueva lengua y de escenificar movimientos:¡Arriba! ¡UP! y todos con las manos en alto, ¡Abajooo!¡DAWN! y todos con las manos hacia abajo; ¡de pieee! ¡STAND UP!y todos se levantaban del pupitre haciendo un gran estruendo y riendo a carcajadas; ¡sentados! ¡SEAT DAWN! y todos a la vez caían de culo en su asiento como si de tambores se tratara. Después de estas agotadoras sesiones, en el recreo jugaban a contarse cosas y a descubrir los escondrijos más peligrosos del patio, especialidad en la que Bruno se convirtió en líder.

Cada día, a las tres de la tarde, su madre le va a buscar al jardín de infancia, y por el camino no para de contar las cosas nuevas que ha visto por el patio. Su madre insiste en preguntarle:¿Cómo se dice mano en inglés? y otras partes del cuerpo, pero Bruno continúa relatando su apasionante aventura con una hormiga muy grande que intentó obligarla a sentarse y a levantarse cuando él se lo pedía. ¡La hormiga nunca me hace caso, mamá!

Un buen día, uno de los más deliciosos de nuestra estancia en Gambia, Bruno nos vino a despertar con las siguientes palabras: Good morning, Jes and Vic!, How are you? . Aquel momento marcó una nueva era en nuestra comunicación: Nosotros le enseñábamos palabras en inglés y él nos las traducía al wolof.

Nota: Este relato está inspirado en hechos reales, todos los personajes y lugares existen y certifico que la experiencia la viví casi en su totalidad. Este cuento lo hemos escenificado en audio. Todoas las personas interesadas en obtenerlo que se dirijan a este blog.

La Vida Casera

Dakar 8 diciembre 2008
Cuando alguien menciona una palabrota como la de que estamos de vacaciones o nos estamos pegando la vida padre o cosas parecidas, sonreímos. También cuando se nos mete en categorías definitorias (de alta definición, claro) como que hemos venido a África a estar con los negritos junto a baobabs, dado que sus fuentes emisoras suelen ser de desconocedoras de ambas palabras, también sonreímos. Cuando alguien nos dice si el desierto llega hasta Dakar, sonreímos. Cuando alguien nos dice que en Senegal se pasa hambre, seguimos sonriendo. Con todas esas primicias nos vamos a un restaurante y entre bocados de chawarma o pizza vegetariana masticamos los comentarios ajenos como parte del lote de entradas de la vida. Un viaje existencial incluye el recorrido pro los comentarios ajenos. Si viajar es ir a campo ajeno; pasar por los comentarios de los demás, aunque no te muevas de tu lugarcito, también es viajar. En Dakar, segunda visita, seguimos con la práctica que ya hicimos la primera vez, la de la vida casera. Ni siquiera visitamos el centro, ya lo hicimos. La habitación alquilada, en realidad un apartamento, a 7000cefas dia y nuestra rutina diaria de grabaciones, música, elaboraciones nos daba más aspecto de currantes que de exploradores. Los ratos de calle eran los menos. Vic tenía que recordarme que tenía hambre para salir. Yo apelaba a gorduras y exceso de kilogramos para no hacerlo o demorarlo. Ella amenazaba con ir sola hasta el restaurantito más próximo, arriesgándose a ser atropellada en el primer paso cebra, yo le pedía que me dejara terminar lo que estaba escribiendo y luego salíamos. De alguna manera, salir a comer sin haber hecho los deberes de la mañana era como faltar a clase, hacer ovillos de mi mismo, no estar actualizado. Por otro lado mis consideraciones sobre la comida por adicción más que por necesidad me tenían anclado en uno de mis galimatías sin salida: si comer es una adicción y terminas con ella también puedes terminar con toda tu carcasa. ¿Sí o no? Nuestra dieta en Dakar no fue de las más entusiastas. Dejamos el ritual del té para no perder tiempo usando la cocina en la planta superior y pasábamos la mañana con cuatro cacahuetes y dos plátanos. En esta ocasión los arashids venían sin arena Luego, a la hora del protesto estomacal, salíamos a comer para reintegrarnos antes de dos horas a nuestro mundo. Al menos particular, cada día un poco más alejado de la ciudad y de los grandes desastres ajenos. La inercia de hacer vida casera nos venía saliendo en todas partes desde bastantes meses atrás. ¿Contacto con el mundo exterior? ¡Sí, el justo y necesario!. A menor contacto con ese mundo, menor cantidad de cosas a contar: ni referencia de gentes o nuevos personajes, ni curiosidades urbanas, ni elementos susceptibles de ser recogidos por una guía turística, ni nasti de plasti. Todo lo que el viajero descontactado puede contar es lo bien que se está en su habitación, el panorama que se ve desde sus ventanas o su propio viaje interior. Nosotros ni siquiera podíamos dar muchos detalles de estos, nuestras cuatro ventanas dando al patio y más allá a la carretera estaban ensombrecidas por la vegetación. Al anochecer el maullido de un gato no sabíamos interpretarlo si como saludo o demanda de comida. Alguna vez el gato se metió dentro del pabellón y recorrió las aulas. Aulas con los asientos desbaratos, sucias, pero funcionales. Los profesores impartían clases con buenas voces y con las puertas abiertas. En la tarima de uno de ellos vi como estaba pegado un diagrama con los nombres por parejas en los asientos de pupitres. La educación pasa por la territorialización y el binomio de clase (compañero/a de pupitre) por una especie de tándem autodefensivo ante la clase entera. Siempre sospeché que no se podían dar clases de ética o de valores sobre la libertad, en la enseñanza media con esa clase de fijaciones al territorio. El Sacré Coeur en periodo lectivo es todo un boom de vitalidad. El recinto sirve para otras actividades extraacadémicas como el futbol o la música. Los grades autobuses Renault ocupan varios lugares, ocupado, uno de ellos, el de paso de viandantes teniéndolo que sortear como podíamos con la silla de ruedas. En un par de puntos del recinto mujeres con sus cacerolas y sus cosas venían vender tentesenpié a la muchachada, también en las puertas. Los mejores días en esa ubicación residencial fueron los fines de semana cuando la estudiantada estaba fuera, aún así un grupo de scouts también vino, con sus pañuelos, uniformes y signos distintivos, también con su pito, pero sin nada a ver con las estridencias de la troupe paramilitar que tuvimos que sufrir en Kaolack.
En África fuimos aprendiendo que sus verdades están en la cotidianeidad y no en las visitas relámpago de las autoridades y que ha ido siendo en el trato del tú a tú con el tendero, con el barman, con el taxista, con el guardián, lo que nos ha dado la estadística social de la realidad por encima de los grandes números que daba la prensa. Siempre había sospechado de la fiabilidad de algunas de esas cifras tan impactantes (muerte, enfermedad, hambre), dado el imposible crédito incondicional a conceder a las fuentes que informan venían hinchadas. El argumento del subdesarrollo se ha venido elaborando como constructo lacrimógenos para que los más poderosos de la tierra se apiadaran de los más débiles.
Hacíamos pues vida casera, con nuestros asuntos, los mismos que podríamos hacer también en cualquier otra parte del mundo. Conforme iba avanzando el año estaba más claro que vinimos a vivir a África no a recorrerla ni a hacer de vehículos mensajeros de sus necesidades sino a explorar las nuestras propias y a reconciliarnos con nuestros límites existenciales, tanto los de la edad como los físicos, tanto los de nuestra solidaridad relativa como los de nuestra individualidad autoafirmada. Al vivirla como residentes nos fuimos encontrando con otras verdades. Los africanos más seguros de su futuro y de su relación interhumana con gente de otros países eran los que se preocupaban menos de nuestra presencia, por tanto, los más indiferentes, aproximándose pues más al estilo europeo del trato. Hacer vida de barrio tiene la ventaja de que al segundo día solo te interrumpe la gente que ignora de lo que vas. Al tercer dia podíamos hacer nuestro recorrido con la wheel chair-cross por las calles de arena y piedras y fragmentos de asfalto hasta el restaurantito o el bar o la panadería sin que nadie nos molestara. La vida ordinaria en una capital como Dakar no tenía nada de particular en el sentido africano: algunas de sus imágenes que los primeros meses del año nos hubieran sorprendido como la de un tipo andando rápido por la calle sosteniendo en una sola mano una columna de al menos 20 bandejas con dos docenas y medio cada una con aplomo y que bien podría ganar un puesto de honor en ese programa de la televisión francesa que muestra curiosidades circenses nos parecían ya ordinarias. Nuestro tendero preferido al que le comprábamos los plátanos (mandarinas a 1400cefas kilo, no) colocado sin apenas luz junto a una alcantarilla y que siempre tenía una palabra de amabilidad, era una estampa razonable; los baches y arenas continuas, el taxista que dejó un pasajero y arrancó sin mirar enfrente y que estuvo a punto de tocarnos, todo eso es lo más normal. Dakar: una ciudad más del mundo urbano, caótica y ruidosa, en la que el solo recorrido por una calle, la de Liberté, arteria y nombre de nuestro distrito, ponía en evidencia lo territorialista que es la gente y lo poco que abandona los diez metros cuadrados contados de delante de su casa o de su establecimiento. Nuestras preocupaciones ya no eran enterarnos de cada historión ni la gente venia con su carta a los reyes magos nada más vernos (por otra parte la existencia de nuestro alijo de gomas de borrar, las que regalábamos simbólicamente también para borrar la realidad actual y construir otra, no nos constaba que hubieran borrado la suciedad de las calles y de los malos). Dakar es una ciudad en la que hay bastantes blancos, cada cual mirando en frente y como toda gran ciudad tiene su densidad anónima y sus problemas coexistenciales. Una ciudad se parece a otra como una gota de agua a otra. Las gotas de agua pertenecen a duchas, grifos, charcos, acequias, alcantarillas. El clasificatorio de las ciudades también sigue una taxonomía parecida. Las mejores son las más limpias y con una organización lógica del territorio, las peores las que arrastran suciedades y no arreglan los agujeros. No propondremos a Dakar como la ciudad más bonita o que más méritos haga en su mejora, pero camino de Chez Joe descubrimos una placa triangular de peligro anunciando el paso cebra (despintado y casi imperceptible como todos) con lucecitas intermitentes y una plaquita solar de alimentación eléctrica. Todo un detalle. Amparados con ella parábamos coches para cruzar. Yo, empujando como siempre y Vic levantando el brazo para parar a los conductores frenetizados por su rally particular. De tarde en tarde nos constaban accidentes, no en mayor cantidad que en otras ciudades o países más desarrollados pero eso no era un asunto que nos afectara demasiado. No más que la muerte a manos de la policía de un manifestante con cóctel molotov. Una vida mano sigue valiendo menos que la de un escaparate tanto en Grecia como en cualquier otra parte del mundo. Los únicos que siguen pudiendo jugar con humos y balas son los autorizados oficialmente a matar.
La vida casera en el Sacré Coeur con conexión directa con España y otras partes con nuestros amigos nos hizo más cotidiana la cosa. Seguíamos perteneciendo más a Europa a África quedando la emisión de bonos de la condición ideológica de apátridas para conversaciones ácratas. Hemos conocido algunos europeos que vienen viviendo desde media vida atrás en África. Si duda, abnegados héroes.

Cada mes el cargo fijo en la misma fecha de 300 euros en nuestra cuenta bancaria (que no habíamos consultado los meses anteriores a Serekunda) no sabíamos si atribuirlos a un desfalcador profesional o a nuestra propia negligencia como clientes. Vic no se acordaba de haber dado ningún tipo de orden de pago aplazado pero Vic es el mejor cliente de las tarjetas de crédito jamás registrada por toda la historia bancaria. Un millón de Vics repartidas por el mundo capitalista serían el mejor antídoto a cualquier amenaza de crisis financiera. Si no sabe la distancia que hay entre una ciudad u otra o entre una cifra millonaria y una de decimales, tampoco sabe lo que hace con ellas (las tarjetas digo): agujero permanentemente descosido en el bolsillo de los dineros. Toda cifra es un criptograma. No hay nadie que no se pelee por los números, en particular si éstos indican cantidades económicas. Ella es la única excepción planetaria que conozco. Mientras tenga liquidez para vivir y para vivir bien, cualquier fuga de dinero poco importa. Yo soy todo lo contrario. Me discuto por un céntimo con quien me lo saca sin tener autorización y si no me parto la cara con el programa bancario que me ha hecho la sisa es porque ya no concedo duelos de gladiador en ningún parque público. Desde que conozco a Vic, la poderosa atracción por militar en las columnas de los números rojos revuelve los algoritmos de la economía casera y me inquieta. Pero su capacidad angélica para vivir la vida sin sufrir por las agresiones e incomprensiones recibidas la tienen en mi más alta estima. Averiguamos con el contacto por email que los únicos responsables de nuestras fugas de dinero éramos nosotros: habiendo dado la orden de pago aplazado de los gastos realizados con tarjeta. Puesto que estos fueron alrededor de los 2700 antes de dejar España, su pago aplazado implicó una buena cantidad de meses de este año. Pago aplazado significa que el 16 o más por ciento de interés se va multiplicando por tantos meses de demora como haya, además de los 30 de coste anual de mantenimiento de las tarjetas. Mientras e África nos discutíamos por 100 cefas en nuestros cuarteles seguimos estando desprotegidos. La culpa era nuestra y solo nuestra. Lo cierto es que la suma por los pagos de la baca de la furgo (para poder cargar las cajas del trasporte solidario), un ordenador portátil, la caja de medicinas que compramos,.. ascendió a aquella cifra, pero al menos el de ser siseados por algún atracador electrónico se disipó. Hasta que no volviéramos a España no íbamos a poder ser en orden todo ese asunto tratando de controlar más a nuestro banco y sobre todo nuestros hábitos de gastos.

La descripción de la vida es que te lleva a auscultarlo todo: los ritmos externos y el tictac de tu interioridad. Escribirlo, sí, que no explicarlo siempre. Estamos rodeados de sucesos que no entendemos y cuestionados por nuestras propias ineptitudes. Desde la distancia de los asuntos domésticos no puedes hacer nada. Alguien que viaje tiene un sinónimo ad hoc -para los sedentarios que se quedan forrando sus cuarteles- como el de libertino que se desentiende de lo que dejara en sus abandonadas latitudes. Como viajeros nos permitimos el lujo de hacer nuestro viaje sin tener que ir a la oficina a cumplir con las existencias del departamento de ventas o a aguantar las presiones atmosféricas y otras. Viajar significa para observadores poco neutrales ser rico. No es cierto pero muchos oteantes con sus telescopios de hojalata creen eso. En todo caso el nuestro en curso lo iniciamos con su garantía económica pero no con todas las condiciones arregladas. Es así que pagamos los seguros hispanos de dos automóviles que no pudimos dar de baja o por dos teléfonos y una cobertura de internet que no usamos. Toda una exhibición de despilfarro de recursos, pero bueno el dinero es solo dinero y mientras sirva a alguien para dar de comer a sus hijos salir del submundo de las alcantarillas, tampoco nos dejará en el absoluto decomiso.

Diciembre empezó con la mejor noticia del año: el nacimiento de Lola. Habemus filius de filius (¿se dice así?)y eso me convierte en el abuelo del año sin quitarle el mérito de la abuelidad a otros congéneres. ¡Una niña de 4kilos 100¡ Hacedle un hueco, viene a compartir el planeta con los demás. No sabe donde se ha metido pero ya nos ocuparemos quienes la queremos que lo pase lo mejor posible. Tuve que pedirle a mi amiga FinaO durante una conversación por msn que llamara a Isaac para que se enterara de la situación. Sabíamos que el parto estaba previsto para diciembre. Ella lo llamó estando en el hospital. Al dia siguiente o a los dos días él me envió las primeras fotos de Lola, que Vic colgó enseguida en el Face Book del la familia MAlés. La abuelidad hace que todo lo demás pase a un segundo plano. Te da una patriarcalidad, repasas lo que recuerdas de la teoría de la evolución, te sientes solidario con todo el mundo, haces u guiño de complicidad a los desconocidos, saludas a las abuelas de la calle como si fueran parte de tu clan, pasas a admirar al propio Abraham y te das cuenta que estas mas unido a la especie humana de lo que creías. Tener una nieta significará también esperar en el mundo de los vivos algunas décadas más a ver como crece y, al menos, asistir a la tenencia de su primer hijo, pero sin presuponerlo ni condicionar biografía alguna ¡que conste!
En el Sacré coeur las voces de los profesores dando clases con puertas de sus aulas abiertas o los ruidacos de los alumnos en los intervalos entre clase nos acompañaron como sonidos de fondo. También flotaban nuestros sonidos en el espacio (clarinete, armónica y la voz catando de Vic).Salíamos lo justo o no salíamos. El ordenador era nuestra vida. El apetito nos llevaba hasta el boliche más cercano de dos hermanastras Fatu que no nos discriminaban con los precios. Nos sentábamos de cara a la pared usando un tablero a modo de mesa. Yo hacia mi itinerario previo: compra de bananas y cacahuetes (persistiendo a 25 francos la micro bolsita, uno de los detalles representativos del Senegal actual) en el puesto del vendedor que me preguntaba la cantinela habitual, ça va les affairs de la journé? Y en otra tienda la Coca-Cola de litro fría para acompañarla en la comida en el pequeño. Luego nos reintegrábamos al despacho. Con nuestros compañeros de cara a la pared en el chiringuito unas veces hablábamos y otras también. Alguien nos contó que un dia espontáneamente la ciudad se rebeló de un modo descentralizado, por barrios, ante tanto caos de país, y que el ejército intervino pero que dio orden de no disparar para que los soldaros no se opusieran a la orden ya que podían matar a familiares. El entusiasmo del chico contándolo (es raro que alguien confíe en desconocidos con esa clase de informaciones) ni siquiera lo tomamos como un indicador de conciencia política o de capacidad para organizar el futuro. El hecho de que en innumerables sitios del planeta haya razones objetivas poderosas para levantamientos de protesta no significa que esos levantamientos termine engendrando organizaciones sociales mejores. Por lo general se ventilan con represiones brutales y con un periodo de silencio posterior de unos cuantos años. Todo lo que hace el poder ante ellos es recordar que sus súbditos un día pueden asaltarlos y comérselos sin patatas fritas pero otro asunto muy distinto es la capacidad alternativa de organizar algo mejor y ante esa hipótesis tal vez aflojan un poco el expolio y la presión social.
Atraídos por la música de Ismeël Lô, Tabajone, que coocida de la banda musical de Todo sobre mi madre de Almodóvar,descubrimos un local donde tomar cerveza, Le bureau des combattants. Nany’ s. Combatiente es un substantivo que suena a mayor (combatir por la paz, la libertad, la justicia y sus tantos etcéteras) claro que hay nombres parecidos en Europa que se refiere a clubes de lo antiguos legionarios y otros individuos que forraron sus biografías haciendo daño al prójimo, en las colonias de las metrópolis o donde fuera, pero a diferencia de Kaolack mi vida cervecera pasó a un grado ínfimo. La cerveza es un placer para la época de calor y una bebida ordinaria con el cambio estacional. En nuestras dos camas (colchones mejores que el colchón asesino de la primera noche) pusimos ya mantas por primera vez y yo dejaba que el agua caliente de la ducha me mimara durante un buen rato. Baffour se fue demorando en dar noticias. En una carta pasada al inglés con la ayuda del Google traslater le informamos de nuestros planes inmediatos y de nuestro límite de estancia en Senegal.
La vida casera tenía eso, no demasiado que contar aunque sí mucho mas vida personal que hacer. Los chats con Nani, con Ter, con FinaO, con Cristina Echánove, con Almu,… creaban la curiosa sensación de estar rodeados con gente en nuestro salón despacho. No teníamos mucha anécdota que contar pero nos vivíamos más intensamente en nuestra privacidad.

martes, 2 de diciembre de 2008

Dakar bis.

Pero, ¿saben arreglar la avería?

Con Fr, Francois
Con Marie Helene
Con Soeur Claud Marie, nuestra cocinera particular y su menú
Dakar 1diciembre2008
Marie Helene vino con las cervezas frías a la hostellerie. Tenía las llaves, no le preguntamos porque. No pudo venir el domingo anterior porque su hermano dio varias vueltas de campana con el coche en la carretera desde Tambacounda, la peor del país llena de agujeros. Al parecer la culpa no fue suya, pero su acompañante se fracturó el cráneo y murió al no llevar el cinturón de seguridad puesto. Fue llamada urgentemente por su familia para ir a ocuparse de lo que derivara de eso a pesar de que no él salvo la vida sin hacerse daño.
La invitamos a pasar, quería conocer a Victoria. Dentro de sus primeras preguntas, creo que fue la primera, es que si estábamos casados. Marie Helene no lo está porque no ha encontrado al hombre de su vida. Ella atendió a nuestra explicación sobre el hecho de que en Europa no es poca la gente que vive emparejada sin estar casada y que ésta no es una condición tan relevante, que el matrimonio era una gestión de tipo legal y no un indicativo amoroso, y que en todo caso no es una condición por la que allá se pregunte tanto. Luego repensándolo para mí, la verdad es que esa explicación no representa la Europa mayoritaria. Los europeos, como en todas partes, siguen preguntándose también por eso, el estado civil, para poder fichar al otro lo antes posible como candidato o no a una posible relación. Por otro lado, para mucha gente el estar o no casados todavía sigue siendo un motivo para enviarte al ostracismo o estigmatizarte con la marca del pecado o incluso para desheredarte. Vic y yo disponemos de un curioso y jugoso anecdotario aunque afortunadamente escueto por el lado de su familia por no estar casados como el de pedírsenos extravagancias tales como dormir en habitaciones separadas para no dar mal ejemplo a la parentela surgente de la siguiente generación, osease los niños, que a su debido momento en la edad pre adulta, a la hora de seguir la llamada de la carne, hicieron algunos lo mismo que nosotros. Para nuestra óptica no sabemos de la gente conocida quienes están casados y quienes no, yo solo lo sé de aquellas parejas contadas a las que fui a sus bodas. No es el dato más relevante de nadie y mucho menos el dato a significar en una primera conversación.
En la hôtellerie, categoría de chalet residencial que permitía la máxima tranquilidad con la compañía de los pájaros reunidos en congresos de sonidos y pocas interrupciones humanas tuvimos que enfrentarnos a una colonia residual de mosquitos, concentrados todos, eso sí, en el cuartito del wc. Advertido el frere Eduard de la cuestión el mismo día nos hizo llegar por Cristophe, el guardés de los recintos monacales, un spry que no acabó con ellos pero cambiaron de posición concentrándose sobre la cesta para dejar la ropa de cama usada. Al menos durante el sagrado acto de la meditación en el uvecé quedábamos a salvo de sus picaduras. Inevitablemente los mosquitos forman parte de la disertación africana por mucho que a ratos suponga que han sido enviados al pasado. Desconozco sus reflexiones, supongo que el derecho a la vida que en su registro se reclama toda especie, pasan por alto las molestias que nos puedan ocasionar. El derecho a la vida: interesante tema convertido en extraordinaria cantera por innumerables literaturas. Tema, al fin, que filosóficamente revela como internamente antitético: el derecho a la vida de unos pasa por obligar a morir a otros. El derecho a la vida se traduce en ocasiones por la lucha a muerte, por la destrucción ajena. La medicina que protege la vida humana -o ese al menos es el propósito hipocrático- implica la destrucción de otras formas de vida: hongos, parásitos, virus, bacterias,..que se oponen a la anterior. Aunque hay algunos puristas que llevan un pañuelo en la boca por no matar por descuido algún insecto volador (no me refiero a los nipones que se lo ponen durante sus resfriados para no contagiar a sus vecinos sino a una secta religiosa) el solo hecho de vivir implica la destrucción de otras expresiones de vida. Toda la política de nutrición está basada en la muerte industrial a gran escala. Dejemos eso porque si vivir significa matar a otros se nos convierte en cómplices de muertes inocentes y esta no es una forma de empezar un capítulo de nada por el desasosiego que pudiera generar.
Nuestros días tranquilos en l’ hôtellerie fueron compartidos por soeur Claude Catherine, de Benin, en transición a convertirse en benedictina. Se ocupó de ir a buscar hortalizas y huevos. En seguida demostró que le gustaba comer bien haciendo honores a lo de “vives como un cura”. En todo caso estaba más preocupada por esas cuestiones materiales que nosotros mismos. Pagamos a precio de oro las cuatro cosas que compró. El siguiente encargo para dos microquesos de cabra a 1000cefas uno, vino sin ellos pero gasto el total del billete de 5mil en otras cosas. No le reclamamos la vuelta. Compartimos la mesa y las conversaciones. Ella asistía a los oficios religiosos puntualmente. Nos permitió que no creyéramos en ninguna religión siempre que aceptáramos al dios-padre creador de todas las cosas. La conversación no prosperó más allá de eso. Es más suculento con cualquiera hablar de otros asuntos no teologales. Aquella noche Vic tuvo un curioso sueño en el que llegábamos a algún lugar de África con un animal grande, una especie de dragón, en la puerta de un establecimiento donde había un conferenciante en el interior hablando en español correcto de ese bicho. Tan pronto ella manifestó una discrepancia el conferenciante dejó de comprenderla idiomáticamente aunque cortésmente hiciera como si la entendiera. En el mismo sueño, un grupo familiar al completo perseguía a un autobús para que se detuviera y les devolviera a una chica, un miembro de la familia.
No pude interpretar la conexión entre una escena y la otra pero sí los materiales suculentos de ambas para catadores de inconscientes particulares y coleccionistas oníricos como yo.
Cuando nos toca hacer convivencias puntuales con otra gente es cuando más en evidencia se pone lo distintos que somos y en qué clase de ritmos tan distintos nos hemos metido. La gente normal se levanta y sale a la calle. Eso es crucial. Es el momento del día estelar: la verificación de que el mundo sigue ahí, de que los escenarios están puestos y la gente los ocupa con sus ajetreos. Nosotros no hacemos eso. Bueno, yo no lo hago desde hace años, Vic, desde que se jubiló se incorporó a este esquema. La calle es para después, para el atardecer, para después de los deberes hechos, y no todos los días. No renuncio ni siquiera a media hora de ordenador para ir a buscar los buñuelos frescos del día o las bananas. Si no hay una cosa en la despensa para preparar el desayuno o la comida hay otra. Unos centímetros cuadrados de espesura en el Microsoft pueden más que las regularidades del mundo exterior. Cuando nos preguntan si hemos visitado Goré y decimos que no, la gente se sorprende. Es como ir a Barcelona y no visitar la Sagrada Familia. Tenemos la sensación de saber las cosas, al menos las que se refieren a los obligados itinerarios turísticos, antes de conocerlas. La historia del embalaje de esclavos camino de sus vidas explotadas y de servidumbres es una historia sabida.
La gente anormativa como nosotros (déjeseme usar la palabra ordinaria para el caso: la gente anormal) vamos con nuestro chip existencial endógeno. El viaje existencial es un viaje intracelular en lugar de geográfico, un viaje por las ideas y los sentimientos en lugar de por los cromos y los salones. Es así que un buscador de todas las informaciones sobre África oeste encontrará en nuestro reportaje una actitud de vida no una oficina de datos. Nos iba pudiendo más nuestro nuevo programa de actividad que no la visita a jefes locales, reyes tribales, exploraciones de instalaciones solidarias. Nos complacía más un rato de charla con algún vecino o visitante, o ser visitantes nosotros de alguno de ellos, que no los ritos o dar conferencias. (Ya tuvimos suficiente con las dadas a principios de año). Fuimos hasta la casa de Marie Helene, en el barrio católico, a tomar una flag in situ y a comprar otras. M.Helene no estaba pero sí dos de sus hermanas que hablaron con nosotros expresando su deseo de encontrar un blanco para casarse. Tema que raya la obsesión. Nos contaron la historia de una vecina que se casó con un belga y se había ido a vivir a Europa donde él no era un practicante fervoroso como ella. Esas mujeres no necesitan para nada su príncipe enlatado y tienen un buen nivel de vida: una casa con un patio que ya querríamos tenerlo para nosotros a pesar de estar ubicado en una localidad no rica. Como suele pasar, la gente vive en el infradesarrollo sí, pero no en el material sino en el de los valores, en el mental.
En Senegal la vida de barrio puede ser tan divertida y pletórica como en cualquier otra parte. Vida de barrio u hogareña significa disminuir variables, riesgos, imprevisibles, extorsionadores y agentes varios de las molestias todas. Eso no te deja completamente a salvo. Mientras estábamos comiendo un dia sentí un impresionante pinchazo justo al lado del pezón izquierdo. Fue como si una aguja me hubiera atravesado. Por un momento tuve que recapitular acerca de lo que sé de los infartos: no, no es ahí donde duele, sino cerca del esternón. Al cabo de un rato apareció la señal de una picadura, en realidad una mordida, tal vez fuera de una avispa. En el comedor había una pequeña colonia con una docena de celdillas enganchada de una de las puertas. De alguna manera algún bicho que no vi se metió dentro de mi camisa holgada y decidió morderme o tal vez decirme hola a su manera. La cuestión es que me enseñó que uno no puede estar a salvo ni siquiera en su propio comedor. La otra fauna coexistente: dragones y bichos voladores múltiples no crean ningún problema. En la inmediatez de cada recinto y/o alojamiento aprendemos que hay muchos más significados de las cosas de los que tenemos capacidad para entender. Ahí en el patio un árbol con dos o tres troncos juntos, en realidad un árbol siamés cruje de tal manera por su balanceo movido por el viento que emite unos extraños sonidos. En última instancia todo es lenguaje y sólo falta receptores con capacidad de escucha para entenderlo.
Claude no era una mujer de letras y así lo declaró: solo tenía dos ocupaciones al dia, ocuparse de la logística de la subsistencia (buscar y traer comida) y cumplir con los oficios religiosos. Daba lugar a una de esas situaciones que de prolongarse mucho tiempo, la parte currante se queja de la otra por no ocuparse de la despensa o la cocina. Por otra parte, la convivencia, inevitablemente, protocoliza unos ritos sociales que alteran los ritmos privados por lo que hace a dedicaciones etéreas, artísticas o cualesquiera que sean de quienes pertenezcan/pertenezcamos al club de los flipados.
Afortunadamente, desde la época dorada de la prejubilación, hay tiempo para todo y se puede leer, escribir, grabar, guisar y hacer sobremesas. Aunque desde mi infancia desarrollé una animadversión particular a empezar los días teniendo por máxima preocupación –que ocupaba un buen rato de las conversaciones de las mañanas- lo que se iba a comer durante ese día. Los humanos son/somos animales de costumbres. Unos se acostumbran a una noción existencial de supervivencia y otros a una cruzada teórica para gladiar con todos los por qués que vengan a dar la lata. Se dice de los humanos que son los animales mejor dotados para el aprendizaje. Lo dudo. En todo caso habría que verificar al detalle tal afirmación en comparación a otros animales. Hay estudios que demuestran que durante los primeros años un bebé chimpancé aprende tan más rápido que un bebé humano, luego aquel se queda notoriamente atrasado (quizás porque sabe lo que le espera y prefiere no seguir adelante con el conocimiento humano). Los macacos japoneses y sus baños en aguas calientes demuestran conductas adquiridas, por tanto aprendizaje y cultura. La isla de Kosima en Japón ha permitido teorizar la idea de cultura animal. Los chimpancés son nuestros parientes más cercanos. La primatología ha estudiado su comportamiento hilarante con chillidos y movimientos cuando hay tormentas o efectos atmosféricos. Alguien ha sugerido que pueda ser el principio de la religión. No dudo una estrecha conexión entre ansiedad subjetiva ante acontecimientos monstruosos y extraños y adhesión a instancias en creencias de lo superior que puedan salvar lo inferior. Por este lado la inferioridad humana se autoconsolida sin ocuparse de su evolución para superior miedos e incongruencias.
Nuestros días (segunda parte) en la hôtellerie fueron contados. En lugar de las 7 noches que habíamos calculado para llegar el 1ro de diciembre, lunes, a Dakar, nos quedamos cinco. Marie André, el frere al cargo, destacado en el mundo del habla por sus monosílabos: ok y no, nos vino a recordar que ya debíamos haber dejado el establecimiento el día anterior. En efecto su email nos había indicado un intervalo de estancia entre dos fechas claras. Por alguna razón que se nos escapa las normas conventuales no facilitan la convivencia entre los usuarios de sus recursos a pesar de que los ratos con soeur Claude Catherine nos los llevaríamos bien posicionados en nuestra memoria. Dedujimos que hay monjes que el voto de la obediencia no les debe resultar nada costoso porque son mentalmente serviles y no preguntan el por qué de las cosas. Tampoco olvidamos que ese servilismo convirtió a unos monjes en carceleros y asesinos de gente como Jeanne d’ Arc. Nosotros tampoco tratamos de desmontarle el chiringuito mental diciéndole que iba contra toda lógica no podernos quedarnos dos noches mas durmiendo en nuestra furgo dentro del recinto, ya que eso no creaba ningún disturbio a nadie. Tal vez podría habernos dado la razón pero en última instancia era solo un machaca que tenia que cumplir las órdenes recibidas. Un monasterio nunca deja ser una propiedad privada con un amo que controla las puertas y las cerraduras. Con nuestro programa de vida de los dos últimos meses, la preocupación diaria además de encontrar una ubicación donde pasar la noche y asearnos, se extendía a la de encontrar una mesa de trabajo y una toma eléctrica.
Nuestra contradicción, suficientemente antedicha en otros capítulos, es el de ser usuarios de espacios religiosos sin tener nada que ver con religión alguna. Es una contradicción más grave y compleja de lo que suena a primera vista. Hay otra anterior de la que forma parte: la contradicción de la vida es la de hacerlo dentro de un mundo cuya versión dominante es altamente insatisfactoria. Tal vez sería mejor, por meras razones viajeras, hacerse de un equipo u otra, siguiendo el slogan de dejar la neutralidad y tomar partido. En las movedizas arenas de la política se decía que se podía estar en contra de un partido u otro pero no de la política dejando de participar en los asuntos sociales. En los oratorios de las religiones se puede aceptar estar en otra distinta pero no en ninguna.
En nuestras visitas a los recintos religiosos en unas ocasiones hablamos y en otras no. Hasta ahora no ha surgido ningún verdadero debate teologal o filosófico con nadie. Una equidistancia protocolaria nos mantiene a salvo los unos de los otros. No somos nosotros precisamente quienes eludiríamos los temas sino que presumimos siempre que son temas que mueven energías embarazosas y dejan saldos de emociones adversos, especialmente cuando la sala donde estás esta llena de cuadros religiosos, como ese ultimo comedor de la hôtellerie en que a un palmo de la cara de un Cristo crucificado, desnudo y sudoroso está la cara de una mujer, (debe representar una de las Marías), con actitud devota, manos juntas pero a punto de beso de boca, por no citar cruces e iconos de madres de dios con niñojesuses –con cara de viejo por cierto: nota para el pintor- repartidos por todas partes.
Cargaremos con la crítica de utilitaristas por ambas contradicciones: la de usuarios infraestructurales y la de vivientes mundanos. Pero las religiones hay que tomarlas como parte de la cultura y de lo que hay. La cuestión es que en torno a las grandes iglesias han surgido otros movimientos menores, socialmente críticos: cristianos agnósticos, cristianos por el socialismo, cristianos progresistas, movimientos de base, senderistas de Compostela…También la densa y compleja historia de las religiones ha dado cuenta de hasta que atrocidades puede llegar el ser humano, no solo por lo que hace a quemas de disidentes y potros de tortura por orden inquisitorial sino por curiosas trifurcas entre corrientes incompatibles. Si tuviera que ser un converso, saltando del a teísmo a la credulidad, ante no aceptar la tesitura de un mártir pediría que se me concediera el favor de elegir una religión a mi antojo. A ver, a ver, que propones –me preguntarían los del Gran Tribunal del Espíritu-. Había pensado en hacerme Ebionita
[1] o si eso no es aceptado por antiquísimo, Dowieista[2] que queda más cerca temporalmente hablando. Si no fuera porque las referencias están documentados a uno se le hace difícil creer en que el ser humanos haya llegado a organizarse entorno a presupuestos como los de estas dos religiones pero la adhesión al cromo de una o de otro sería tanto como ridiculizar a las actuales que tal vez hayan superado aquellas en la forma pero no el fondo substancial. Dowie, un enfermo mental, un paranoideo, consiguió el liderazgo de unos cuantos crédulos. No era el primer caso ni sería el último. El loco a diferencia del cuerdo suele poner en coyunturas históricas el arrebato y la decisión que le falta a la mayoría de gente viendo en su verbo inflado una capacidad de la que en realidad carece y la verdad de un credo que en realidad no se demuestra.
Hemos dejado de ser críticos activos de las religiones. Es una crítica agotada y que agota, aunque cuando el itinerario biográfico nos lleva a acercarnos a una u otra en activo no podemos por menos que comentar lo que nos parece. El problema de hacer crónica del itinerario que sigues es que si callas lo que piensas, sencillamente haces otra cosa que no es una crónica: escribes para complacer a quien quiere confirmar su visión a priori de los sitios sin haber estado en ellos. Hablar de los lugares donde estas, de donde vas, de con quien te encuentras forma parte del diario de ruta del viajero pero por encima de todo esto hablar del viaje de tu pensamiento es más majestuoso.
Detrás nuestro hay muchos siglos trabados con el dedo culpabilizador contra quienes existimos sin permiso de nadie. La obra de Ezequiel, profeta judío del –VI, está en los libros proféticos del antiguo Testamento. Representa la situación espiritual de su pueblo, Israel, en el principio de su exilio en Babilonia. Habla del castigo de dios destinado a la idolatría, de la caída de Jerusalén, de los pecados y de la restauración. La llamada idolatría entonces no era más que la competencia. La imposición de un solo dios ha sido la obsesión de las religiones principales, gracias a ello la disertación de la pluralidad que esta/ría en la base de un desarrollo fructífero de la humanidad sigue muy bloqueada.
Pero la unicidad total siempre fue un camelo. Periódicamente ideas distintas, algunas dando lugar a otras religiones, hablaron de dualismo, de contrarios, de desenlaces conflictivos, de diversidad. El dualismo ha estado presente en religiones y en movimientos sectarios que creen en una doble divinidad, la del bien y la del mal. La religión de Zoroastro es una de las mas representativas, también el desarrollo maniqueísta, que alcanzaron su máximo esplendor en Occidente con el catarismo. Me replanteo si ante preguntas directas de por que no asisto a los servicios religiosos en lugar de acudir a mi confesa doble condición de apóstata y ateo, no sería mejor declararme zoroastrista, seguidor zen o practicante del Pilates (bueno, todo suena, aunque esta técnica corporal no tenga nada que ver con ningún credo). Para redondear la respuesta podría decir que solo reconozco un maestro, a Eckart, que priorizó la experiencia a la famosa instancia del Verbo en mayúscula. Karlfried Graf Dürckheim
[3] , seguidor del Maestro Eckart, dijo no haber discutido nunca los problemas teológicos sino que se ocupaba de la experiencia religiosa. Lo que llamaba religiosidad viviente. Por tanto, del ritmo, de la marcha, del proceso, de la ascesis que permitían una experiencia tal. No sé muy bien lo que significa eso pero sí valoro sobremanera la experiencia como fuente primaria de conocimiento. Tuvo la ocurrencia de elegir el zen como la rama que toca más directamente el fundamento de la vida religiosa. De Daisetz Suzuki contó que no quería ser considerado un maestro zen, es decir un conductor de almas, sino más bien un filósofo o un sabio. Del zen se habla menos de lo que se practica. Graf tiene una buena frase, que hago mía, dijo que “el ser esencial está mas allá de todas las condiciones”. Es el modo individualizado con que se presenta el ser universal. Es el encuentro con la oposición del yo condicionado. De esta visita en las últimas líneas al divagatorio lo que más claro me queda es que las religiones que más han avanzado son aquellas, como el budismo o el budismo zen que no lo fueron, sino que partieron de presupuestos filosóficos aunque sus seguidores terminarán por idolatrarlos.
Dejamos el recinto tras la llegada de los nuevos usuarios que contra lo que nos había dicho Marie André solo usarían las dos habitaciones libres sin necesidad de la nuestra. Comprendimos perfectamente los monosílabos y la escueta prosa del monje que lo dejaba en la laguna de ser agua poco clara. Él, como tantos otros, sabrá como puede conciliar su tesis de la bondad con la insuficiente falta de acogida a los forasteros. Hicimos los preparativos de salida sin saber muy bien donde íbamos a pasar las noches del findesemana. Saqué de uno de los bidones el edredón y la colcha, las noches ya no estaban para dormirlas a pelo. Repuse 20 litros de gasoil de una de las garrafas al depósito y arranqué el coche. Pocos metros despues, ya fuera del recinto de la hôtellerie, el motor de la furgo falló, (mucho furgo-suite pero motor kk barata). Pérdida de potencia total y desconexión del encendido. Repetición de la jugada y lo mismo. Con la inercia llegamos hasta las puertas del monasterio, medio kilómetro más abajo. El icono encendido intermitentemente en Kaolack nos pasaba factura. El libro de explicaciones del coche no dejaba ninguna duda al aire. De persistir con el problema de la inyección podría quedar dañado el motor. Máxime llamó a frere Lazare para ver si podía arreglarnos algo. Volvimos a sacar el filtro de gasoil para re-lavarlo aunque era evidente que ya estaba limpio (nada a ver con el anterior absolutamente grasiento y negro), el chico también revisó los tubos de ida y retorno del gasoil hasta la bomba. Todo bien. De nuevo arrancamos el motor pero a la menor aceleración se paraba y la lucecita (otro icono para las pesadillas) continuaba encendida. Recordamos que supuestamente teníamos una cobertura internacional de seguro. Llamamos al RACC que nos informó que solo cubría la asistencia técnica en los países del mediterráneo y en el resto la sanitaria. Llamamos al RACE que nos dijeron los mismo que solo cubría los países ribereños del mediterráneo. ¿Entonces porque nos hicimos socios del RACE si ya lo éramos del RACC si no había ninguna ampliación de cobertura? Creímos recordar que nos hicimos tanto para reducir la cuota del carnet de passage como por una póliza con más prestaciones. Reviso un recordatorio telegráfico del año pasado y no menciona nada de una mejor cobertura. Dado que en nuestras cabezas anida(ba)n varios nidos de pajaritos es posible que no nos enterábamos de lo que realmente contratábamos. Tras hacer el ridículo con esas dos llamadas a las que desde la cabina de Jean Paul, el encargado de tienda y el frere implacable en los precios, no accedía por no tener un contador, accedimos a su propuesta de avisar al mecánico lugareño, del famoso km, 50 Lugar de cruce entre la carretera que va a Keur Moussa y las otras localidades hasta el mar y la nacional que va de Kaolack a Dakar. Este vino sin sus herramientas. Echó una ojeada y no entendió nada de mi explicación. Revisó lo mismo que habíamos revisado el día anterior. Tras todo eso tocó por casualidad el cable conectado al electrovan, una pieza de la bomba de inyección, y el acelerador cobró el máximo de potencia, la lucecita de la pesadilla se apagó. Di una vuelta de un par de cientos de metros para verificar que tenia fuerza. Sobrepagamos 15mil cefas por ese minuto de hallazgo y una hora de sondeo estéril. Volvíamos a recuperar la libertad de movimiento (¿alguien lo había puesto en duda? Sí, ¡yo! Los stops de cualquier clase los tomo como una ejecución ante un pelotón de fusilamiento de tipos bostezando.) Estuvimos un rato de prácticas sociales esperando a que la misa terminara para despedirnos de los monjes que nos habían ayudado. Nos enteramos por cierto que Máxime es un trapense en stage con los benedictinos mucho más laxos que aquellos. Nuestros carteles de pizarra en dos o 3 idiomas pararon a algunos feligreses y otros que acompañaban a los anteriores. Uno de ellos, Amadou Mbodj, un senegalés residente en Barcelona no sorprendió con su castellano perfecto y su catalán. Hablamos a tres lenguas durante un rato mientras esperábamos a Frederika Wirzigmann la alemana con la que comparte casa en el paseo colon de Barna y por la que no paga nada. También nos presentó a Begoña Iriondo, una vasca barcelonáutica, encantadoras las dos. Quedamos en llamarnos el año próximo. Pagamos religiosamente por todo, lo que usamos y no usamos en Keur Moussa, sobrepagándolo.
Hablamos con otra gente. Un tipo muy curioso que se identificó como bretón del norte cuando le dijimos que éramos de la Catalunya sud. Nos metió dentro de un alucinante discurso en el que se declaraba celta, maquis y prisionero (luego aclararía que era de la vida). Nos dijo que su descendía ya alcanzaba al tercer nieto pero que no dejaría Senegal para ir a visitarlo. (dentro de su paranoia discursiva yo entendí que iba por su tercer miedo, lo cual como frase, aunque fuera fruto de mi lapsus auditivo, no quedaba tan mal para un intérprete original de situaciones personales como él). Despues de despedirse media docena de veces y darnos la mano otras tantas se fue con su cromo a otra parte.
Nos hicimos fotos con Marie Helene que vino a traernos un regalo de araschids y por separado con su hermana Ivenne. Quedamos en que les enviaríamos saludos desde España. Nuestro aire triunfal se desvaneció unos minutos después cuando el motor volvió a fallar, tal vez por el traquetreo de la carretera agujereada. Meter la furgo en el taller del mecánico que nos atendió fue una odisea, sacarlo también. Cruzamos los dedos, pasamos la caravana habitual de todo Rufisqui y llegamos a Dakar, con la consiguiente parada por el camino de la policía al ver el coche extranjero y bocata de cardinale para sus presiones. Al decirle al guripa que estábamos en Keur Moussa con los benedictinos nos dejaron continuar sin verificar ningún papel.
En Dakar fuimos directamente al mismo establecimiento donde nos alojamos la anterior vez. Mientras esperábamos al gestionaire, el guardés de dia, un licenciado universitario en inglés, nos organizó una mesa junto a su garito para que pudiéramos comer de lo nuestro. Fui a por bananas y galletas al mismo vendedor de calle al que le solíamos comprar eso durante la otra estancia en Dakar. Encontramos a un Paul Jacques mucho más relajado que la anterior vez y nos facilitó una habitación, la última del pasillo en la planta superior ya que al ser domingo no disponía de las llaves del despacho de informática que usamos la anterior vez en la planta baja en el mismo pabellón. Solo pasaríamos una noche en el piso de arriba para trasladarnos al dia siguiente a la otra habitación, en la que ya nos habíamos alojado. Subí todo lo necesario, también fui a por la Corá, a parir de este momento, nuestro extra pesado en los trasiegos que todavía nos esperaban.
Pude consultar el correo electrónico. Sin noticias de Baffour, por quien estábamos preocupaos despues de dos semanas de no disponer de internet. Algunas notas ansiosas de FinaO que quiso interpretar mis ausencias de respuesta con mi ruptura de amistad o casi (la ansiedad no es un trastorno leve) y la falta de noticias de otras personas que esperaba. En la cocina comunitaria del pabellón coincidí con Hannah y Marek Wroblewski, una pareja e polacos leyendo con afán ejemplares de principios de mes del Polska. Metropolia Warzawskay de la Gazeta Wyborcza.Pl. Habían venido hasta Marruecos con Ray Air por uno 125e los dos y de Tánger a Dakar por carretera en transporte público o autostop. Me dijeron que no tenían casa y habían guardado sus cosas en casa de la familia y se dedicaban a viajar.
Antes de empiltrarnos, Vic y yo retomamos nuestro programa de grabación. Dada que la habitación, de dos camas, no había sido arreglada todavía por ser finde semana, compartimos la cama no usada: el peor colchón de muelles de la historia senegalesa Un colchón pensado para ensartar a su huésped. Ya sabíamos de la inaceptable propuesta de los colchones del establecimiento pero no habíamos llegado al extremo de sospechar de sus muelles como armas homicidas. Me desperté de madrugada y se la dejé entera a Vic, yo me trasladé a la cocina con el ordenador. Quedaban por hacer los últimos manotazos de este viaje literario.
Tal como teníamos el coche, mi último resto de confianza en él se evaporó por completo. Por si fuera poco al desatornillar el electrovan, la pieza, al parecer, de nuestros quebraderos de cabeza, uno de los dos tornillos parecía haber sido sacado con anterioridad, es decir dentro de los 4500 kms con qué compramos el vehículo. Mis pensamientos no publicables para el concesionario que nos lo vendió se recrudecieron. Vic, una optimista incorregible, opinaba que podíamos estar contentos con el resultado que nos estaba dando y que había esperado peores adversidades viajeras, incluyendo atracadores a camperos. Cruzar el desierto conduciendo un coche del que no estás seguro no es la mejor opción. Por si fuera poca la operación tabaski se había puesto en marcha: cuantiosos puntos en la vía pública con cabras u ovejas esperando en la antesala del corredor de la muerte aguardaban a ser vaciados con su venta. Nos habían advertido que no se nos ocurriera salir con el coche en las fechas próximas al 8 de diciembre para quitarnos de encima posibles extorsionadores añadidos a los que ya habitualmente nos tocaba sufrir.
Recuperamos la habitación de agosto pasado: cuarto de baño completo para nosotros y salón despacho. En la planta baja unas tres aulas abarrotadas nos recordaron la vida feliz de los estudiantes. El ruter enganchado en la pared del pasillo nos dio cobertura suficiente. Aunque como es habitual, tuvimos que deshacernos del norton en un ordenador y gestionar las redes inalámbricas en el otro eliminando las anteriores coberturas de otros espacios para tener una conexión fluida. Tal como se ha puesto internet y la política de intrusión sistemática que sigue Windows, antes de que lo adviertas te han cargado tu ordenador con un montón de actualizaciones y de softs que no te sirven. Tenemos más problemas con esos bien intencionados que nos quieren proteger de troyanos e intrusos, generando conflictos de soft que no con quienes envían virus intencionalmente. La cuestión es que la libertad privada del consumidor no queda respetada y hay programas que se activan sin ser solicitados redunda todo eso en bloqueos del aparato, disminución de la velocidad, pérdida de función y malestar propia por la condición de víctima que te hacen reestrenar. Con todo el Messenger del msn nos permitiría algunas conversaciones en castellano y catalán con parentela y amigos de las Españas, y la consulta del Hotmail nos pondría al dia de algunas fatalidades (cargos regulares de 300 euros en nuestra libreta bancaria con una tarjeta que no usábamos, entre otras noticias del mundo de afuera)
Estar ocupando esa habitación en pleno curso escolar nos iba a proporcionar más contacto social aunque más interrupciones.

[1] Los Ebionitas fueron los seguidores de Epifanio de Ebion en el II. Caracterizados por su adhesión a la ley mosaica estricta. Fue un movimiento judeo cristiano que, siguiendo la ley de la naturaleza de las bifurcaciones o multiforcaciones de los troncos de los árboles dando lugar a sus copas, tuvo dos fracciones: los que observaban la ley sin imponérsela nadie y los que exigían de todos los cristianos la circuncisión viendo en Jesús el nazareno un hombre puro. Se caracterizaron por la no admisión del antiguo testamento y el rechazo de las epístolas de san Pablo en el nuevo.
[2] Dowieismo, fundada en 1894 por Juan Alejandro Dowie (1847-1907) un escocés que se creyó ser el Elías Restaurador, cuya venida había sido anunciada por Malaquías y confirmada por Marcos, Lucas y Mateo. Fundó la Ciudad de Sión a orillas del lago Michigan. Fue depuesto por sus alumnos por inmoralidad y robo.

[3] El centro del Ser. Recopilacion de Jacques Castermane. Luciérnaga Barcelona 1997

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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