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jueves, 7 de agosto de 2008

La contemplación

Desde el 22 de julio.

Desde el 19 de julio estamos instalados en el monasterio Benedictino de monjas, de
KEUR GUILAYE. Como es habitual en estos centros, del lugar han hecho un oasis en un suelo lleno de arena. La variedad de plantas y árboles es digna de elogio y la fauna de aves e insectos que nos amenizan con sus sonidos, trinos, graznidos y colores, crean un espacio privilegiado para botánicos, ornitólogos o entomólogos.

Desde nuestro recinto cercado con casitas para visitantes - donde podemos elegir baño, ducha o habitación porque no hay nadie -, hasta el comedor hay unos 200m y cada día los hacemos tres veces de ida y de vuelta. Pues el placer que me produce este trayecto es indescriptible. Aprovechando la lentitud de mis andares entre arena y tierra llena de piedrecillas incómodas, la cantidad de insectos que me voy encontrando es increíble: los hay con forma de la mitad de un escarabajo pero de color rojo fluorescente que corren que se las pelan; otros, con forma de gran hormiga con cuatro alas que las van abandonando mientras caminan torpemente; una sor nos ha comentado que son los insectos que ponen los huevos de las termitas, por las noches, atraídos por la luz, hay cientos de ellos que se disputan la claridad de una bombilla, sin importarles andar por tu camiseta o por tu cabeza, al día siguiente, el suelo está lleno de alas. Las hormigas pueden ser tan largas y robustas como una uña o tan minúsculas que necesitas acercarte mucho para apreciarlas; siempre tan laboriosas y disciplinadas construyen inmensos hormigueros intercomunicados por pequeños agujeros en la arena, las procesiones que organizan no tiene nada que envidiar a las de Lourdes o lugares parecidos . Las mariposas de mil colores y las crisálidas de una especie de procesionaria también parecen querer acompañarte en tus paseos. Todos ellos se mueven con total impunidad delante de los humanos (especialmente las nerviosas moscas que te llegan a hacer insoportable la estancia, siempre decimos que hemos de consultar con un experto qué hacer para que te dejen en paz), como si nunca hubieran probado o sufrido lo que es un insecticida; aquí las justifican diciendo que es inevitable porque las atrae el calor, las lluvias y las frutas: siempre es lo mismo en la época de lluvias y en la recolecta del mango; pero yo afirmo que tiene mucho que ver el ambiente limpio de basuras incontroladas, por ejemplo, aquí en el monasterio no te las encuentras comiendo o cuando estás en el interior. Otro capítulo a parte son la variedad de arañas: pequeñas, medianas, que descansan en las esquinas o tejen en los árboles, de tal manera que te puedes llevar alguna si te despistas o es de noche, las que circulan por aquí son inofensivas y muy útiles para atrapar mosquitos, aunque nos han comentado que puede haber tarántulas. He visto que un gran insecto azul se ha llevado alguna bajando del cielo como un helicóptero. Contemplar estas escenas me produce una paz y un placer indescriptibles.

Echo de menos a las ranas en los charcos-lagunas que se forman después de una fuerte tormenta. Lo compensan los diferentes tipos de dragones que circulan en clanes y por colores. Lo de las aves es increíble. Cada mañana, al amanecer nos avisan que es de día, pero, si llueve, se callan, para luego volver a cantar el fin de la lluvia. Como no tenemos radio y los CDs los usamos poco, sus continuos diálogos nos recrean una atmósfera de un idílico y hasta cursi relax, digno de San Francisco de Asís. De vez en cuando, alguna que otra tórtola y pichón se pasea por nuestro lado, o una pequeña ardilla atraviesa como un meteoro el recinto.

En cuanto a la flora, la famosa Aloe Vera está por todas partes del monasterio, también, gran variedad de cactus, buganvillas y plantas carnosas adaptadas a conservar, en su interior, la poca agua que les llega, que reptan por la arena adornadas con flores blancas, amarillas o rojas, haciendo las delicias de los insectos. En cuanto a los árboles, los hay de especies que en mi vida he visto y tiene formas muy curiososas: hay uno que sólo son ramas que se extienden en forma de mano abierta en posición de pedir, es impresionante, parece el resultado de un desastre nuclear; otros, tienen unas raíces tan recias que sobresalen a la superficie y te puedes sentar en ellas, el que nos da sombra inmediatamente es bastante grande con hojas parecidas al helecho y flor de color lila que tiene aspecto de vaina sin grano y forma de media luna.

En mi corto paseo me imagino que soy el cámara de uno de esos documentales que ponen en la TV a la hora de la siesta: me paro, cojo un palito para levantar o mover una piedrecita o ramita y así ver con detalle lo que hacen o cómo son de cerca algunos insectos para mí raros. Jes me acompaña en el camino donde siempre mantenemos una confrontada y pasional conversación sobre nuestra visión de la anécdota vivida en el día, casi nunca coincidimos, pero los diferentes puntos de vista nos da nuevas ideas o maneras de ver la realidad; y cuando su impaciencia por escribir le reclama, acelera sus pasos hasta el ordenador mientras yo sigo escudriñando, palo a palmo, las novedades que hay por mi ruta: si el hormiguero es más grande, si tal insecto corre para refugiarse de otro más grande, o revolotea sobre las bonitas flores que nos rodean. Al final, esto de la escasez de asfalto por doquier llegará a aficionarme a la biología, y cuando vuelva a Europa me resultará extraño no encontrarme tanta pequeña fauna y flora, el grueso asfalto y los veloces vehículos los han apartado a cotos cercados llamados parques.

En esta contemplación de micro-ecosistemas, mi sobrino Paco o mi prima Rocío, nos serían de gran ayuda con sus conocimientos biológicos. Lástima de mi ignorancia porque disfrutaría aún más conociendo el por qué de ciertos comportamientos o formas que la natura nos ofrece. Y con estos detalles me doy cuenta que este continente tiene todavía el gran tesoro de convivir con la natura porque ésta todavía es superior a los humanos. En su futuro camino hacia el desarrollo podría competir económicamente con cualquier país industrializado, si se planteara explotar su gran parque sin destruirlo. El desierto, le sahel, las sabanas, las selvas...todos estos ecosistemas pueden generar beneficios económicos a sus habitantes si el modelo de desarrollo es capaz de combinar calidad con bienestar. Ayudar a ver su potencial natural y enseñarles a sacar partido de ello haría posible que los africanos de las pateras no soñaran con el falso paraíso europeo y presionaran a sus gobiernos a luchar por su identidad y no importar lo peor de la civilización.

¡¡África, no pierdas tu biodiversidad!!!, aún estás a tiempo.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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