Kayar 30 julio 2008
A Felicité, que la llamamos también Felicitas en latín o Felicidade, le cuento nuestra experiencia con el compost en casa a partir de su iniciativa en separar las basuras. Es la primera vez que vemos en África a alguien que se toma en serio la cuestión. El compostaje es una forma de aprovechar energia residual contenido en restos orgánicos de la comida pero también del desbrozado de los árboles para convertirlo en adobe alimentario para la agricultura o la jardinería. Hay varias teorías sobre como hacerlo: los naturistas mas exigentes preeligen cada cosa a mezclarla con las demás para homogeneizar el proceso Nosotros utilizamos en casa un bidón hermético para acelerar la descomposición con un agujero en la parte inferior para el drenaje del liquido y en él metemos todo: ramas, troncos, huesos, restos de platos, pieles de frutas, vainas, hojarasca, papel e incluso pequeños cartones. En alguna ocasión también una chapa de lata que también se ha desintegrado despues de un año de estar sometida al microclima interno. La ventaja del bidón estanqueizado es que contiene el gas metano, el mal olor y no atrae animaluchos voladores alrededor. Ciertamente hay cosas como las cáscaras de huevo que no terminan de deshacerse pero proporciona al producto final esponjosidad. Posteriormente Paul Marie también se interesa por la cuestión dado que los mangos que tienen plantadas no crecen con la fuerza esperada y querría adobarlos.
Felicité es una persona que no es una monja al completo pero que vive todo el año en el establecimiento en la zona de residencia de visitantes. Está siempre al cuidado de cualquier necesidad que tengas. Durante la comida no duda en dejar de comer ella para acercarte la bandeja o lo que sea, en levantarse para ir a por el cucharón que falta. En lugar de estar atenta a lo que come está atenta a qué necesidades tienen los demás al comer. Las mesas de los refectoires que venimos recorriendo son, como todo, campos de observación que satisfacerán al investigador más exigente. Casi cada día hay gente nueva, no siempre pasan del saludo ni llegan a las auto presentaciones. Una libreta de comentarios suele dejan el testimonio de lo agradecidos que están todos los pasantes por la acogida. En la libreta en cuestión se pide que dejemos las coordenadas por si nos hemos olvidado de devolver las llaves o nos hemos dejado objetos personales. Coordenada es la palabra mas exacta para definir la localización de una persona lo mismo que la de un naufrago en medio del océano. La dirección postal, hoy en dia, quiere decir bien poca cosa pero el teléfono, el site y el email son los datos para llegar a quien sea si efectivamente quiere dejarse localizar.
Con Jeanne Diatta nos intercambiamos las direcciones sin crearle falsas expectativas de ser sus alcahueteros para encontrarle marido. Toda su pía devoción católica contrasta con su sensualidad. Vic observa que bajo su vestido no hay sostenes ni bragas, yo no cambio de posición de asiento para confirmarlo. No creemos que haya candidato hispano dispuesto a cargar con la ideología junto al compromiso con la persona, dentro de los círculos en los que nos movemos; otro asunto es la visita exótica para conocerla con la palabra, la vista y las manos.
Nos planteamos buscar a alguien que quiera prologarnos este libro y que tenga tiempo y ganas de no solo echarle una ojeada sino leerlo. Repasamos una serie de nombres: Rafael Mz.Ales, hermano de Vic, encargado de organizar la biblioteca nacional de República Dominicana, profesor de la Menéndez Pelayo de verano y que se ha movido entre editoriales importantes del país (Anaya, Alianza, fue cofundador de Cuadernos para el diálogo, la revista en la que nos iniciamos con la lectura de artículos de categoría a finales de los 60); no, lo descartamos, debe de estar muy ocupado. Pensamos en Pedro Altares al que Vic hizo de canguro de sus críos cuando eran pequeños y al que visitamos en su casa de Segovia hace algunos años. Vic se encargará de localizarlo para decírselo. Pensamos en Miret Magdalena, no, debe estar muy mayor. Lo conocí durante una conferencia mastodóntica en un pabellón en Barcelona; en Sánchez Dragó, quien siempre nos ha caído bien por su altura intelectual, medio místico aunque en el fondo arrastrando un perfil de derechas que no ha superado pero con tal de no meterse en este punto el resto de la persona es reciclable. Siguiendo el clan Alés también hemos pensado en otro hermano victoriano: Alfonso, formado en los jesuitas y de talante crítico y en uno de sus hijos: Dani, que mostró interés en las letras al inicio de su carrera universitaria, pero luego se pasó a una actividad escénica con naipes y cuya mención no obtiene consenso en los coautores de lo presente a propósito de una trastada que nos hizo como visitante invitado la última vez que estuvo en nuestra casa por la que nunca pidió disculpas. Estamos seguros que encontraremos a alguien, aunque no es cuestión de precipitarse ni encargar el muerto a quien lo haga por deferencia, pero no por convicción. Pensamos también en gente vinculada al humanismo organizado con la que colaboré algunos años: Valentín Briz, José Luis Gasión, de un llamado movimiento de unificación de nueva era que nunca ha unificado a nadie más que la pequeña orla de los suyos; a José Tarragó, el presidente de una de las ramas de Teosofía en Barcelona. También hemos pensado en J.Vived, compañero nuestro de debates dominicales en Plurália cuando estamos en Barcelona y autor de una voluminosa biografía sobre Sender, con el cual, éste, he disfrutado recientemente con su biografía del sanguinario Lope de Aguirre. La experiencia que tengo en prólogos anteriores para otros libros me dejó un poco cabizbajo. Quisiéramos encontrar dos prologuistas: uno, ateo confeso y otro creyente practicante. Por otra parte, no somos dados a buscar nombres conocidos de gente que suenen para prestigiar un libro que, a fin de cuentas, no es un ensayo de antropología sino una colección de cromos de vivencias. Estamos abiertos a propuestas. Lo único que le pediremos a un prologuista es que se lea el texto íntegro y a cambio puede extenderse libremente en desmenuzarlo: cuestionarlo o elogiarlo, proponernos para una caldera de ácido sulfúrico o para un palco de viaje con ácido lisérgico. Un par de palmaditas en la espalda siempre vienen bien, pero podemos comernos los sapos que se nos dediquen si es lo que se nos asigna. Bueno, me los comeré yo, Vic es una ovolactovegetariana fundamentalista en el buen sentido de la palabra y no come bichos cárnicos de ninguna clase.
Cuando iniciamos este viaje africano no teníamos la más remota idea de ser utilitaristas de espacios religiosos como infraestructuras, ahora nos parece un recurso ineludible. Tienen el valor de los oasis, supera en calidad y tranquilidad a los auberges, siendo más económicos y nos ponen a salvo del agotamiento de las calles. En cierta manera, lo que hacemos en África lo podríamos estar haciendo en nuestra pequeña y muy universitaria ciudad, según reza su eslogan municipal, del entorno de Barnápolis, o en cualquier otro lugar del globo terráqueo, siempre que hubiera un mínimo de condiciones: una mesa, una butaca, una fuente de electricidad, un punto de contacto con la net, comida natural y sana,
Con el libro de nuestro viaje actual nos llevamos varios temas en paralelo con nosotros. Nunca estás exclusivamente en el lugar geográfico donde estás, te llevas puesto tu pasados o tus pasados, gente que se mueve dentro de tu cabeza, pensamientos e ideas, asuntos pendientes. David Cooper ya dijo que la parentela, por ejemplo, es lo que está más cerca de ti en tu escala sentimental y en tus imágenes mentales por años y distancias que pasen o haya con ella.
Una crónica deja, a ratos, de serlo cuando se auto considera a si misma. Entonces pasa al metalenguaje de si misma, a la ultra consideración o a una valoración a veces auto punitiva del poco sentido que pueda tener para otros salvo para quien la cronifica y en ella mete asuntos de orden interno, de la psicología de autor, de las contradicciones que puede generar hablar de una larga lista de personas que pasan por su cabeza, pasen o no por sus escenas inmediatas. De una crónica, todo lo que se puede saber a priori es la intención de hacerla no la estructura de su desarrollo. Dejarla a la libertad de su crecimiento puede generar impactos no previstos: desde su tamaño mayor al pensado a la mención de gente que viene al tiro por la fluidez de la memoria. La política diplomática aconseja no mencionar a según quien o hacerlo según como pero la escritura creativa lo es siempre que se separe de toda diplomacia preventiva. Finalmente el texto como producto terminado siempre se puede meter en una caja y prenderle fuego o dejar que aparezca en los 40 principales de algún índice del Vaticanato como le pasara a los libros de Sartre y de tantos otros hijos de Satanás. Lo que mueve la historia más substancial es durante su propia elaboración y en el caso de la nuestra la entente o no de los autores en hacerlo a medias o a partes desiguales. Vic es una celosa custodia de todo lo referente a su familia que por extensión política es la mía y en todo caso con la que mantengo mas contacto, dentro del poco que hay, que con la mía biológica de partida con la que no tengo relación alguna.
En nuestras conversaciones el tema familiar es recurrente. Ocupa un considerable espacio mental en Vic y un considerable espacio verbal entre los dos. Todo lo que yo no he vivido con la mía ella pudo y puede vivirlo con la suya. No ignoro una especie de envidia que me asalta por ese déficit que nunca resolveré en vida. Determinadas opiniones sobre la suya he tenido que silenciarlas para no herirla aun con todo mi respeto al exponer diferencias con determinadas personas del grupo. En un viaje existencial te llevas en el equipaje del alma a la gente significativa de tu vida estés o no en contacto directo con ella o intercambiando o no emails cada mes. Y en un viaje elaborativo dices lo que la cortesía, la deferencia, el protocolo y la forma culturizada predominante de cada lugar pautan para no decir. Si algo enseña la vida es que las cosas mas significativas cursan en un no decir continuo. Los libros y en general las producciones artísticas son formas para recuperar lo no dicho y poderlo decir con una cierta libertad. Esto no siempre es tan cierto porque no hay libertad, incluida la de la expresion escrita, tampoco la más clandestina de ellas, que no esté condicionada por el impacto en directo cuyo ejercicio pueda ocasionar. No es extraño que conocidos autores de celebérrimas memorias o diarios dejaran testada que no se autorizara su publicación hasta varios años después de su deceso, es decir hasta que los personajes transcritos y valorados en ellas también fallecieran. Curiosa forma de escribir verdades para que no afectaran a los implicados.
Antiguamente y aún actualmente bajo las dictaduras los escritores se las tenían/tienen que ingeniar para decir lo que piensan sin ser prohibidos o, lo que es peor, reprimidos por ello. Instintiva y criterialmente se autocensuraban para no cometer ilegalidades. Actualmente en las democracias que, supuestamente, permiten la libertad de expresión, los autores se autocensuran psicológica e instintualmente para no dañar las imágenes de sus objetos temáticos tratados y consiguientemente sus personajes transcritos. Un proverbio suizo dice que las palabras son como las abejas, tienen miel y aguijón. Claro que otro proverbio, éste árabe, dice que un libro es como un jardín que se lleva en el bolsillo. En un jardín, no se olvide que, además de las flores hay las espinas. Escribir como el llover son sucesos imposibles de satisfacer por un igual a todos. El mismo lector insatisfecho en una página puede no serlo en la siguiente y al revés, aunque lo habitual es que tan pronto quede decepcionado en un punto se desconecte del resto. Otro asunto es que a priori quede impugnado un trabajo porque le caiga la pesada etiqueta de malo o irrespetuoso o crítico o lo que sea. Eulalia de Borbón, que he terminado de leerla en su libro de memorias[1], tuvo que quemar los ejemplares del suyo por una proscripción de la corte española de Alfonso XIII, su sobrino, por su autoría de Au fil de la vie, antes de que fuera leído y difundido y en todo caso conocido el ejemplar en España. Junto a la censura tuvo que soportar una real orden de no dejarla entrar en el país. Todo un indicativo de la rancia realeza de la época frente a una Europa cuyas cortes más modernizadas estuvo visitando durante toda su vida.
La libertad de expresión queda muy bien como slogan político y como enunciado en el articulado de una carta constitucional, en la práctica la psicología social no está para tantos trotes y se castiga duramente el derroche de verdades fuera de tono. La sinceridad es mal vista tanto por castellanos como por nipones, zíngaros, chinos o anglosajones. En todas partes una razón u otra avalan callar. ¿para qué escribir si no se puedes decir lo que piensas o sientes? Vic siempre me cuestiona que hago mucho elogio de la verdad cuando no soy una excepción y también me parapeto en mis mentiras. Me defiendo: la mentira es más universal que la verdad. La verdad es algo intocable ni se pregunta frontalmente por ella ni se entrega gratuitamente a la primera de cambio a quien pasa por delante de tu puerta. La verdad se concede a quien se la ha ganado. Resulta que la mayoría de conversaciones coloquiales se mantienen en un cuadrilátero de superficie. Debajo del iceberg queda demasiado lejos para bucear hasta allí. Lo mas profundo a lo que se llega en los debates de sobremesa es a temas neutros: hay toda una gama de teorías y noticias puestas en el mercado de las palabras que permiten mantener el habla en danza sin generar enfrentamientos, cuando estos surgen –siempre por error o falta de delicadeza táctica- el grupo tiende a buscar formulas conciliatorias para el menos terminar la comida en paz. Nadie tiene potestad de la verdad y decirlo no nos quita de encima el dilema de si tratarla o esquivarla. Si te dedicas a ella eres un analítico insoportable y si no te dedicas a ella eres un superficial de baraturas. Cuanto mas hablo con quien puedo hacerlo, y Vic es una de las personas interlocutoras con las que prácticamente no hay dia que nos pasemos horas hablando, mas razones tengo para afirmar que no se puede hablar de todo con todo el mundo ni siquiera con tu pareja. La honestidad empuja a convertir esa presunción en categoría de ley científica. Dándole la vuelta seria enunciada más o menos así: el ser humano del XXI no está en forma (no ha alcanzado el grado evolutivo suficiente) para poderlo tratar todo hasta el final de sus consecuencias. Para eso hay minoritarias comunidades, supuestamente, científicas que asumen la representación del resto de la especie para ahondar en las cosas a los que la mayoría se niegan hacerlo. Como bien sabemos esas comunidades no siempre lo vanguardizan todo y en lugar de deslumbrarnos con tesis definitivas nos entretienen con interminables disertaciones inconclusas. La tragicomedia del filósofo que trata con la verdad es que su contradicción biográfica le impide vivir de acuerdo con ella. Claudio, por letra de Robert Graves[2], sostenía que en un tiempo en que las religiones se habían convertido en mercancías, los filósofos sin negar la instancia divina no hacían de esta tesis una profesión de fe ni era lo central de sus elaboraciones La tragicomedia del escritor es que puede decir cosas por escrito que no puede decir en directo a los hablantes con los que se encuentra. Esto se extiende tanto a los personajes de su libro como, pregunto, ¿también al coautor o coautores del mismo? Vic y yo escribimos esta crónica a medias, ya está mas que dicho, pero sin leernos a priori casi nunca ni censurarnos, aunque algún fragmento mío si lo ha estado a solicitud de ella, tampoco sin leernos a posteriori en todos los capítulos. Podriamos estarnos poniendo a parir el uno al otro y no enterarnos si no nos avisara un lector global de ambos: oye mira que tu coautor/a ha dicho eso de ti. Trataba de hablar de la verdad. No, no la digo toda. Tú, Vic, si dices poderla decir toda. Si no puedes decir toda tu verdad es que hay algo que no controlas de ti mismo. Mientras no te aceptes en público en todo lo que eres es que no te aceptas en privado realmente en todo tu ser. Mientras tanto la cultura hace ghimkhamas en contra de la sinceridad. La insinceridad es lo primero que aprenden los párvulos. Los hermanos a corta edad se dicen los unos a los otros: no se lo digas a papá. Crecemos con el temor permanente de no decir lo qué somos. Eso nos lleva a no saber finalmente quienes somos. ¡Estás pluralizando! Te estás escudando en el nosotros, ¡singularízate en ti! Solo estoy escribiendo una crónica no estoy trasladando mi auto psicoanálisis a este soporte. No se de ninguna criatura viviente que no se esconda. El mimetismo de los animales en al naturaleza forma parte del equipo necesario para su supervivencia. Los humanos no hemos inventado la mentira, ni siquiera nos exculpa decir que la hemos heredado de generaciones anteriores, antes de ellas esta ya en la misma naturaleza animal. Vic resalta que diga cosas de los demás que no reconozco en mi mismo. Olvida que me he hecho picadillo en otras muchas partes y que transcribo a Jes como un personaje tan objetable como los otros. Aquí no hay ningún chico de la película y en todo caso de haberlo no sería yo. Un ejercicio de sinceridad siempre es algo complicado dentro de culturas que no la admiten. Lo más sincero que hay es el amor a la comida y a la fisiología más primaria. Lo es para todos por mucho elogio que hagamos de ella. La sinceridad siempre está limitada a la cota de admisibilidad del entorno. Esta queda dictaminada tan pronto se recibe como insultante. Es así que la buena vecindad, el buen compañerismo, el amiguismo, el societismo, las camaraderías, las fraternidades, las familias y las uniones conyugales tienen que bregar con ella con sumo esmero. He llegado a plantearle a Vic de no participar en el tema de habla de su familia porque cada vez que lo hacemos, a pesar de ser ese tema de conversación al que ella es tan devota, nos crea chispas. Para ella su familia es intocable, para mi no hay nadie intocable, ni Eliot Ness y sus colegas ni la casta hindú. Todos devenimos, a nuestro pesar en objetos de comentarios, en personajes, es decir, en objetos literarios. Pero el atrevimiento de abordarlos siempre esta coartado por una razón u otra: la autocensura existe y si esa no funciona la censura recordará que debe refuncionalizarse. Es así que en todo decir, también en el nuestro, hay un no decir latente por los cuidados necesarios. En el último extremo podríamos hablar de África sin hablar de los africanos y de nuestro planeta sin hablar de los humanos. Nuestra ventana al público no es el ojo de buey completamente abierto de nuestro camarote que permite el espionaje de toda nuestra intimidad, que no hace mucho nos agradecía Alejandra Echánove, otra sobrina. Tenemos sábanas bajo las que ocultarnos y nuestra lucha mutua es hasta donde sacárnoslas de encima. En cuanto aquello y aquellos de los que hablo/hablamos soy mas propenso que Vic a mirar bajo las alfombras, también bajo las sábanas. El objeto literario no deja de serlo por mucho que no quiera aparecer en escena o no desee ser referido. Y nos guste o no, todos sino somos objetos literarios lo somos como objetos mencionados manipulados por los demás aunque la mayor parte de las veces no nos enteremos Yves Montand recordó que aunque no te ocupes de la política ella se ocupará de ti. Algo parecido se puede hacer con respecto a la literatura, aunque no te ocupes de ella siempre habrá alguien que escribirá sobre ti y no necesariamente para decir cosas con las que pagar tu atención.
Estamos en Senegal, planeta Tierra. Hace 7 meses cruzamos el estrecho de Gibraltar. Dentro de 5 tomaremos el mismo ferry para el viaje distinto. Acortarlo antes no parece tan justificado a pesar de nuestra abuelidad en perspectiva. Últimamente escuchamos más a las mujeres que son abuelas que se sientan a nuestra mesa en el refectoire. Una francesa que se ocupa de la informática en el monasterio nos contó que tras unos días de ayuda al binomio de su hijo-nuera tras el nacimiento prematuro de su nieto su propuesta de quedarse mas tiempo con ellos para vivir juntos ayudándoles fue rechazada con que eran suficientes con los que ya eran. Vic me recuerda una peli con los Fonda (Henry y Jane) y K.Hepburn acerca de unos abuelos que reciben en prenda al niñito de su hija despues de 12 años de tenerlo. El argumento me suena remotamente pero no estoy seguro de haberla visto. Hay abuelos activos y aceptados como necesarios desde el principio, otros que quedan a una cierta distancia, en particular cuando el sesgo de las familias modernas europeas significa que cada miembro puede estar viviendo en una ciudad distinta.
He empezado este capítulo con la música de Salif Keita en el reproductor del ordenata. En el porche, Vic escribe en su ordenador un texto sobre la libertad de expresión a propósito de nuestra diferencia sobre extender el decir hasta dónde y como. No creo que vayamos a terminar como esas parejas adultas que federan tanto su soledad individual que dejan de hablarse cuando están juntas, incluso en las comidas y solo interrumpen su silencio para decirse: “¿me pasas la sal?” o bien solo hablan cuando reciben visitas o van de visita, pero la convivencia exige no pocos silencios. Tampoco es tan grave si el crecimiento de los temas tabús tiene su correspondencia con la frescura de otros temas de conversación. A menudo se acude a la conversación superflua por no poder resistir el silencio cortante. En los refectoires ahora, pero de siempre en todas partes, hemos podido observar el valor de la palabra no como significante sino como operación acústica. Es así que cuando compartimos la mesa con unos cuantos desconocidos que no hablan cada comensal con la mirada fija y tal vez un secreto dialogo telepático con su plato preguntamos ¿es que tenéis la costumbre de no hablar mientras coméis? Esto pretexta empezar a hablar de cualquier cosa. En otras ocasiones si tras dos preguntas consecutivas obtenemos monosílabos secos nos callamos y tratamos de aprender telepatía con nuestros comestibles.
Personalmente me hice filósofo tan pronto descubrí que la abstracción te evita tratar de lo concreto. El problema del filósofo es que no lo entiende ni dios y se queda hablando para caras de pato sumidas en la perplejidad. Hacerse escritor es el contrapeso a aquella otra elección: te hace aterrizar en los rings concretos de la vida, ponerle nombre a las cosas y hablar de los demás también citándolo por sus nombres. No hay nada más hipócrita que el artefacto lingüístico que empieza diciendo: sé de alguien cuyo nombre no voy a citar….Es curioso que en la más famosa y gran denuncia del defensor de los indígenas: Bartolomé de las Casas, no citara un solo nombre de homicida de los crímenes que refiere. En lugar de legar un instrumento jurídicamente eficaz dejó un testimonio incompleto. El compromiso con la palabra pasa por la denominación de las características y los nombres de las personas vinculadas a ellas. Su referencia, la del misionero, es más importante por las ausencias de su legado que no por el legado mismo ya que eso es todo lo que pudo dar aquel momento histórico para tomar conciencia de sí mismo.
Despues de unos días de recluidos en el recinto para grupos o parejas de las benedictinas decidimos salir para informarnos del curso de Cora que proponen sus colegas los monjes y para tal vez inscribirnos si no yo al menos Vic que es mas dada a apuntarse a mas cosas que yo. Antes de salir estreno el micro compresor que, con una lentitud pasmosa, hincha la rueda que siempre se deshincha pasándola de menos de kilos por cm2 a 4 con una lentitud pasmosa. Mantengo el motor encendido porque no se lo que chupa a la batería. A continuación, felices y radiantes, salimos marcha atrás cruzando el recinto a una cierta velocidad para no quedarnos clavados. Ante la puerta me detengo por un instante, suficiente rato de vacilación para quedarnos hundidos –en la más absoluta miseria claro- al tratar de remontar la velocidad. A continuación operaciones de pontoneros que nos duran un buen rato. Finalmente despues de ir dejando parte del patio llenos de socavones y admitir que estamos en arenas movedizas desistimos de salir. Un par de monjas a lo lejos advierten que pasa algo extraño pero no vienen a preguntar si necesitamos ayuda. Lo que ha ocurrido es que la arena bastante más reblandecida que el dia de nuestra llegada por las últimas lluvias, -esas lluvias que tanto gozo espectacular nos proporcionan- ha, engullido nuestras ruedas delanteras como si rodáramos por dentro de un tarro de mantequilla fuera de la nevera. Tenemos como opciones hipotéticas pedir la ayuda a un tractor que hemos visto que trabaja para el monasterio o proponerles hacer a sus residentes un pavimento provisional de dos franjas endurecidas si tienen a algún empleado para ayudarnos y materiales sólidos. Con lo que nos encanta el ejercicio físico y el empleo de peones camineros eso no sería complicado. Todo el contratiempo no genera más de un parágrafo para referirlo. Tendré que buscarme anécdotas mas retorcidas para levantar un torno elaborativo que contribuya al suspense y a la novela negra. Nuestras pequeñas adversidades no son nada relevantes en comparación a las odiseas de las que cada dia se hacen eco las plataformas de noticias, solo que son las nuestras y de las que podemos hablar. Sabíamos que en época de lluvias todo cambia, podemos dar fe de eso. Despues de castigarme varias veces con el vocablo pertinente para esta ocasión por haber hecho caso a Felicité a propósito de que en el patio habían entrado coches y era seguro. Después de haber pisado el suelo con mis botas antes de hacerlo con la furgo y haberme arriesgado calibrando su suficiente dureza. Después de haberme reconocido de no seguir las pautas del manual viajero en el articulo no recuerdo cual, subapartado no sé tampoco cual, que hace referencia a dejar encarado siempre el vehículo en el sentido de la salida para cualquier eventualidad, he venido a darme una ducha y a decirme que mañana será otro dia. Vic ha asistido a todo el proceso de los hoyos, las palas, las planchas y mi enfurecimiento como el de un loco enjaulado con la tranquilidad que le caracteriza.
En el refectoire la mujer más animada es una especie de cooperante benevolente de Versalles que se llama Michelle, a no confundir con la otra Michelle del primer refectoire de nuestro primer dia en Keur Moussa, (¿Por qué será que los europeos siguen dando el nombre que no acompañan del apellido? un atraso en comparación a los africanos que dan los dos) que se ocupa de un programa informatico para organizar la biblioteca de la comunidad. Viene tres días por semana no cobra nada pero tiene la comida gratis. Su dinamismo contrasta con las chicas jóvenes que van pasando por la mesa. A fuerza de conocer adolescentes africanas en los refectoires he teorizado un nuevo tipo de autismo en esa edad. Son chicas cansadas antes de vivir. Miran a ningún sitio en concreto, si por equivocación emiten algún sonido es tan bajo que resulta incodificable y si cruzan su mirada por error con la tuya la desvían. He llegado a pensar que los intensivos de plegaria les seca el tejido neuronal o produce cortocircuitos en las sinapsis. En Europa unas décadas atrás cuando éramos adolescentes nos quejábamos del poco caso que nos hacían los adultos, tal vez durante la nuestra también adoptábamos poses evanescentes sin ser conscientes de ellas. Con quienes están dos generaciones atrás de la nuestra llegan al mundo adulto, al menos a juzgar por sus fisiologías, autoexcluyéndose. Nos da la impresión de dar con encefalogramas planos en la mayoría de ocasiones. Después de encontrarnos con no pocos rostros impávidos nos tememos que el exceso de comunicación con el mas allá quita de la necesidad con la comunicación en el más aquí. La ley debe ser bidireccional porque los que nos ocupamos de comunicarnos por las proximidades terráqueas perdemos bastante interés en el misticismo reglado por las iglesias. No dudo en absoluto que para las nuevas criaturas en torno a los 16/17 años y una vida por delante, como suele decirse, los representantes del futuro que les espera no somos gran cosa ni podemos declamar grandes virguerías. La cuestión es que al revés los chicos y chicas llenas de sabia parece que tampoco tienen grandes aportaciones que hacer durante los espacios sociales de reunión. Eso sí, el slogan sobreimpreso en una camiseta recuerda a la juventud como una esperanza. Eso se lo había inventado un tipo tan calculador como Trotski que defraudado por los proletarios internacionales, los del mundo uníos, puso sus esperanzas en la gente mas joven de la especie creyendo ilusamente que juventud era igual a revolución o a capacidad de inventiva. No erael primero que quería sorprender a la historia con esa alusión repleta de idealismo biológico. No parece que la juventud por el hecho de serlo esté para esos trotes, bastante tiene con sus actividades deportivas, con lugar y deshacerse de sus complejos iniciales o caminando mas rápido que los ancianos para llegar a los sitios antes, eso sí, para tomar asiento pero no para mejores iniciativas que estos. Afortunadamente cuando ellos tengan nuestra edad nosotros no tendremos ninguna para asistir a su decadencia, bastante habremos bregado con la nuestra.
Maripo, la soeur, nos dice una mañana que por la tarde nos esperan a su recreación. Vale. No nos ilusiona mucho pero a la hora prevista nos presentamos con la silla rodante y el clarinete preparado. Yo me reinvento mi propio personaje: un cruce entre chamberlain, sherpa y secretario y hago la presentación de quienes somos y que pintamos en territorio monacal. La reunión es una habitación contigua ala iglesia y queda directamente a la calle con un mostrador que la divide por la mitad. En la parte que da al interior ellas, en la que da al exterior nosotros. Tonteamos sobre la forma tribunalesca de la cuestión. Se interesan por nosotros, nuestro origen, nuestro itinerario y las 5 piezas interpretadas por la diva las reciben con gozo. Explicamos el origen del don Giovanni y la desgracia infantil de Amadeus por tener el padre padrone que tuvo y la ultima pieza, hatikvah, una anónima hebraica, que ellas conocen, la tatarean. Luego con Marie Gabrielle que ha acompañado con la Cora el clarinete hablamos un poco sobre ese prodigioso instrumento de cuerdas que te espiritualiza y te hace brotar alas a los costados con solo escucharlo. Satisfechos con nuestro bolo salimos a dar una vuelta a pie (a pie significa yo a pie y Vic sentada en el trono de la reina) hasta el siguiente Keur, keur Sega. Ahí nos juntamos a un par de hombres que están dejando pasar las horas, los días y los años sentados en su acera. Llevábamos 6 días enteros sin salir de nuestra última ubicación. Pronto volvemos a recordar que basta dar unos pasos para encontrarte con nuevas historias. En el sitio más recóndito las anécdotas más inverosímiles esperan. Abdoullay Sall nos vende una cocacola de litro a falta de otra bebida y nos enseña su pasaporte con una visa de entrada en Arabia Saudi. Fue para 8 dias en su viaje vital a la Meca pagado por el presidente del PDS en el quemilita y que esel presidente del país. En la pared enfrente de su boliche una gran pintada dice Wade solamente. No quiere oír hablar que a los presidentes de gobierno hay que cambiarlos cada 4 o 5 años. Es un joven consejero rural que nos cuenta la tragedia tópica: tiene las condiciones legales para salir del país pero a la embajada italiana no le da el visado mientras no muestre el contante suficiente de su depósito bancario. Por tener, tiene una carta de invitación de una empresa italiana. Le explicamos algunos trucos para gestionar el visado en cuestión, abriendo cuentas bancarias y tratando de conseguir credit cards. No hace tanto los españoles tenían tratos vejatorios parecidos en países como GB o la Suiza de los remilgos, muy preocupados para que latinos indeseables se instalaran en sus capitales.
En el refectoire antes de que terminemos nuestras comidas, del refectoire contiguo de las monjas salen una pequeña delegación con la mesa de ruedas y la vajilla para ir al lavadero que usamos en común para limpiarla. El poco rato que está abierta la puerta entre los dos refectorios vemos una extraña cuerda que cruza la sala. En nuestra ignorancia pensamos que sirve para pasarse la sal o el pan de un lado a otro a modo que lo vi en una ocasión en Duvlien en una especie de local pseudo octogonal que elviaba desde cada lado los mensajes a la barra en esa especie de microteléficos. No, no tiene nada que ver con eso, nos indican que la cuerda es un separador a un tipo de monjas de otras, suponemos que las novicias o las visitantes.
Cuando coincidimos con algunas de éstas, están en absoluto silencio. Si coinciden un pequeño grupo de unas cuatro en nuestro refectorio esperando entrar en el suyo como no hablan da la impresión que son zombies enjaulados moviéndose de un lado al oro de la sala con la mirada perdida. Seguramente el voto de silencio debe ser el más difícil de llevar. Se pueden hacer ayunos prolongados de comida, abstinencias sexuales, pero abstenerse de hablar es como sufrir la condena de la lengua amputada a reos de antaño. Simbólicamente callar es otra clase de amputación. Claro que dado un mundo comprobado de vasos incomunicantes, callar es a menudo lo único que se puede hacer con no pocos hablantes incomprensivos que nos condenan a los demás a nuestra infrautilización verbal. Una de las características africanas sorprendentes y que, desde luego, en los monasterios se confirma, es el poco amor que hay por las sobremesas. Todos los comensales tienen prisa por levantarse y llegar cuanto antes al lavadero para limpiar los cacharros y saltar rápido a sus habitaciones para esconderse del mundo cruel. Como nosotros retozamos un poco con la digestión tanto de los alimentos sólidos como de las palabras etéreas parece que seamos unos vagos que nos escaqueamos de limpiar la vajilla. En realidad para una africana un blanco jugando a las cocinitas es una imagen insólito y a la primera opción te apartan del puesto de vajillero mayor del reino. Dada mi poca vocación de chacho no me importa demasiado aunque alguna vez he defendido mi puesto de trabajo haciendo que la desplazadora rebotara contra mi costado al querer apartarme, Eso me ha especializado en reponer el agua a las botellas de mesa y ordenar las cosas en el mueble que guarda vasos, platos y cubiertos. Comparativamente al puesto de estropajero el de secar platos y vasos etcétera es considerado como el de menor responsabilidad. Hay todo un cuadro de la psicología femenina interétnica al microcospear tales detalles.
Aunque cada día desfila alguna cara nueva, el fin de semana todavía hay más visitantes. A pesar de ser unos intrusos en terreno católico, tampoco digo que sea terreno enemigo, nos la pasamos bien tratando de hablar con unos y con otros aunque predomine un ensimismamiento de los cuerpos que tampoco queda coronado por ningún halo dorado entorno a la cabeza de nadie. Con quienes peor lo llevamos es con los franceses cuyo refinamiento lingüístico nos acongoja a los inútiles del acento y de la u nasálica, como yo. Tan pronto un franco hablante pone cara de no entender te en nada frunciendo el ceño, arrugando la nariz y apretando los labios, todo al mismo tiempo en un entrenado acto circense que hará las delicias de fisigonomistas, una vocecita interior me susurra: apaga y vámonos. Claro que el oui en tic fijo de los africanos no mejora las cosas pero al menos permite la empatía inmediata.
A Leticia le comentamos un par de ideas para que no despilfarren tanta agua como poner una botella de agua dentro de sus cisternas de wc. Luego cuando hacemos la prueba con una en nuestro recinto Vic me pregunta si esto tiene que ver con el principio de Arquímedes. Trato de definir la botella llena que sumerjo en una como un objeto sólido cuyo volumen desplaza permanentemente otro volumen de agua y asi la economiza. Vic se enfada por tratarla de pequeña saltamontes al preguntarle que me defina el objeto –la botella- que tengo en la mano. La operación de descarga multiplicada por varios litros al dia regalaría un metro cubico de agua disponible al año por lo bajo por cada cisterna.
Toda pregunta que tiene el siguiente enunciado ¿qué es esto? no es tan vulgar como a primera vista puede suponer. Tiene toda la capciosidad que le quepa. El pronto respondedor morderá el anzuelo y dirá que la respuesta es lo evidente. Esto es una botella de vidrio dirá el espabilado, si el que respondiera fuera Manolito el gafotas, el de Quino, diría que es un envase de un sirope que cuesta tanto. Los dos no dirán la verdad sin decir ninguna mentira. En términos reduccionistas una botella es un objeto sólido que ocupa un volumen, en ese sentido no se diferencia de un ladrillo, una piedra o una pieza de metal (gracias a ese relativismo elemental el pensamiento humano todavía tiene en nómina aventureros que piensan por cuenta propia y sin prima salarial que los incentive) y en términos químicos es un objeto voluminoso que desplaza del lugar que ocupa el mismo volumen de agua o de otro líquido, pero también de otros elementos como el aire y otros objetos. Ahí donde hay una botella no hay otra interseccionándose con ella (salvo en las representaciones de los dibujos biplanos y las digitales tridimensionales).
Tarde o temprano filosofar te lleva a hablar de botellas y de recipientes tanto por lo que hace a continentes como a contenidos. El casco de una botella es la viva representación de un continente que contiene un vacío una vez que su interior ha pasado a formar parte de un estómago, otro interior. Despues de tantas Flag africanas puedo dar fe notarial de lo que digo. Es un ejemplo cotidiano que te permite teorizar el vacío sin suicidarte por ello. Te demuestra de paso que todo vacio se puede llenar con cualquier otra cosa: agua, petróleo, ácido sulfúrico para reponer las calderas de castigo o aceite de ricino para purgar a los malhablados. Por si fuera poco el vacio se puede llenar con literatura como la de las ultimas líneas que no lleva a ninguna parte salvo a la siguiente anécdota que la circunstancialidad orteguiana tenga a bien proporcionarnos y descargarse, en su diletancia, de seguidores cansinos de puro hastío.
Vic y yo pasamos los días de sosiego que corresponde a una pareja tranquila así pontificada por las letras. Nuestra farándula cotidiana no está exenta de estocadas incisivas por discrepancias que nos disgustan al uno o al otro pero parece que de momento estamos propuestos para pareja superviviente de temporada. Cuando yo me quedo colgado de algún limbo ella me llama perrito de coche porque hago sí con la cabeza sin enterarme de lo que dice como esos perros de plástico que tienen la cabeza unida con un muelle al resto del cuerpo y se llevan por el tráfico rodado,(por cierto los perritos se saludan los unos a los otros, los conductores no) pero raramente no hay dia en que a cada hora cuando estoy en el ordenador o con horas de actividad, no vaya hasta ella para darle un beso anunciándolo siempre como “es la hora del beso” que- tampoco hay que exagerar- no es un beso de una hora.
He descubierto que el sirope de jengibre mezclado con el de bissap o el de naranja u otro dulce y luego el resto de vaso de agua (recomiendo 1 parte de sirope y 5 de agua) tiene mas futuro dentro de nuestras cavidades que el jengibre solo. No olvido que los placeres están en los más pequeños detalles. También los placeres literarios son a costa de detalles curiosísimos. En la mesa, una de las comensalas ultimas viene con su rosario en la mano que deja amontonado junto al plato (ay que será de mí, el diablo me comerá, parece decir la cara preocupada de la chica), otra deja su móvil encendido con una música pía (Jesús nos salvará, sí nos salvará, nos salvará, aleluya). Con Felicité, figura estable en las horas de las comidas, simpatizamos cada dia un poco más. Está en la lista de espera de solicitante de monja, tal vez en dos años lleve el hábito puesto. Cuando hay visitantes comparte el refectoire con los que vienen de afuera, cuando no hay nadie pasa al refectoire de las monjas en el lado que marca la cuerda que separa la sala. Desde nuestra mirada sociológica el trato que ella recibe es el de esclava al servicio de cualquier necesidad, eso la hace saltar como una saltimbanqui continuamente. A este paso su úlcera estomacal, según le han diagnosticado, crecerá. Una nueva comensala, francesa, ha venido a hacer un trabajo para una ONG que viene a intervenir por el tema del sida. Reconoce que en ocasiones las inversiones de dinero solidario paralizan procesos autónomos de reparación de déficits. Nuestro discurso sobre la dependencia que genera un modelo de solidaridad dominante lo acepta aunque me doy cuenta que toda la gente con que hablamos que es parte interesada porque cobra sueldos como colaboradores o asalariados por mucho que acepten un discurso critico no significa que vayan a renunciar a sus contratos.”La pela és la pela”, se dice en catalán. Durante una de las comidas se preguntan las unas a las otras sobre las misas de las monjas y de los monjes: uy, la de ellos es muy bonita, ¡cantan tan bien! –ah pues la de ellas tampoco está tan mal dice la otra. Oye te gustó la de Paul Newnan el otro día ¡es tan guapo! Yo prefiero a Robert Mitchum, ¡es tan hombre! Están preocupadas por el horario de la una y de la otra, las misas digo, para el dia siguiente, domingo. Todas con sus crucecitas discretas en el cuello, de oro, por supuesto y no se olvidan de santiguarse o de dar las gracias (supongo) por los alimentos a ingerir. Si yo estoy en la mesa digo al final el Amén, que me suena a peliculero, pero soy el único que lo digo. En realidad estoy pensando cuando lo digo en mis deseos fantásticos o prohibidos que nunca se cumplen del todo.
¿Cómo no vamos a convertir todo esto en auscultación literaria de primer uso? No podemos evitar reírnos y –con ganas- con pequeños detalles. Tenemos el perdón de nuestros pecados garantizado por lo que hace a este punto: también nos reímos de nosotros mismos. La ironía es el más eficaz de los antídotos existenciales que te permite tragar con todo y que cursa con unas buenas dosis de plática humorística con tu propia sombra. Oye no te pases tío –me dice la mía- que siempre me toca ir pegada a mis pies y tampoco tienes tan en cuenta. Perdona tía, perdona, no quería ofender. Nuestra ilusión seria reírnos con los objetos de risa en cuestión pero no creo que les hiciera mucha gracia. El humorista hace reír a su público hablando de estupideces humanas en la que instintivamente ese público piensa que queda descartado. Eso va asi hasta que lo que cuenta es lo que hace exactamente un capullo de un asiento que en un respiro en medio de la carcajada se dice, pero si lo que acaba de decir es exactamente lo que hago yo. Hay no poca gente que vive para el chiste no por contarlo sino por serlo (La sociedad de autores debería reconocerla y asignarle el porcentaje correspondiente). Nos consta que nuestras pías compañeras (por cierto siempre hay mas mujeres adeptas al credo que hombres en todos los lugares que vamos) se ganan el cielo a pulso pero lo que es en la tierra parece que no rascan mucha bola. ¿De qué sirve rezar a dioses y no escuchar los sonidos del mundo en directo? Otra comensala que ha viajado y ha estado en Barnápolis tiene las conclusiones muy claras: le gustan los españoles y los italianos por abiertos (fetiche semántico al que estamos muy acostumbrados) y también los canadienses, no dice porque, todos los demás países no. Vale, y ¿en 10 días de estancia en Barcelona ya tienes esa conclusión tan formada? La verdad es que ese tipo de valoraciones repentinas a los que interlocutores de paso se sienten como obligados a decir siempre permite poner el incisivo de lo diferentes que son lso franceses por fríos y cejijuntos y que nos han separado a los latinos con una buena franja de territorio para practicar el chauvinismo y otras francas curiosidades. Antiguamente me negaba a entrar en conversaciones del tipo: los tal son así, los cual son asá. A fuerza de dejarme contaminar por ese tipo de juicios del que nadie –seamos honestos- se substrae yo también le he encontrado su goce supletorio para hacerlo. Toda generalización es injusta pero toda no generalización, en el laberinto de cada relativismo, te deja en ascuas y es peor.
El catolicismo es una organización que funciona: proporciona logística para sus adeptos prácticamente en todo el mundo. Aunque no se tengan alas personales siempre se puede acudir a las de Iberia y viajar hasta donde sea. Mientras tanto el exceso de arroz blanco apelmazado en cada comida, mediodía y noche, hace revisar la primera conclusión del mimo al paladar. Me arriesgo con una salsa con espinas y la gelatina que ya probé en la policía de entrada al país que es la del arroz para unirla a unos pocos espahettis y malogro los espaghettis. Me alimento de cocacola y de mangos. La mayor parte de la botella que compramos el dia anterior y dejamos en la nevera colectiva desaparece por los esófagos de nuestras compañeras de mesa. Es nuestra contribución, sin decírselo, a su potencial calórico para la agotadora agenda de plegarías a la que están apuntadas.
A las observaciones del campo humano añadimos las de la micro fauna. Unas compensan a otras y siempre se complementan. La diferencia de un humano con un insecto tampoco es tanta salvo el tamaño. La honestidad de este con sus planes de ataque es infinitamente más honesta y evidente que la de aquel. Nuestro ocio se reparte entre observaciones, elaboraciones, conversaciones y caricias. El exotismo de las megafonías de las mezquitas empezamos ya a meterlo dentro del capitulo de la contaminación acústica pero aun lo podemos soportar.
Al menos el actorado católico sigue siendo más discreto aunque las comensalas en la mesa no paran de sorprendernos. ¿cómo no vamos a tomar todo esto como detalles de personalidades curiosas? Al mismo tiempo sabemos que por muy pía que sea una persona basta rascarla un poco para encontrar petróleo incendiario bajo su piel.
Para el dia que tenemos pensado dejar las benedictinas un presentimiento extraño me invade mientras hacemos los preparativos para cargarlo todo. Hasta que no pongo la llave de contacto no advierto que la batería se ha descargado. Un minuto antes compruebo que el cierre centralizado no funciona y un par de días antes la segunda de las luces del interior de la caja se atenuó y apagó después de hacerlo la primera un dia antes. Todos esos detalles eléctricos empezaron en Kaolack tras el cambio del filtro del aceite. De momento no culpo a Mendo, el ultimo mecánico, pero ¿por qué ahora y no antes? Esto no pudo desencadenar todo lo demás pero siempre que sucede un evento extraño sin causa aparente no solo piensas en el evento precedente relacionado con el tema sino que puedes apostar por una alta probabilidad de que este pueda ser causante de aquel. Cuando tratamos por dos veces arrancar el vehículo con la batería de otro coche del taller de las monjas no hay fuerza de arranque. Pensamos en el motor de arranque, en la dinamo ¿qué se yo? ¡No entiendo como podemos tener tantos problemas con un vehículo que aún es nuevo! ¿Es posible que el micro compresor que utilizamos para hinchar una rueda descargara la batería tanto? No entiendo nada, soy un cero a la izquierda. Cuando no tengo información sobre lo que pasa me siento atrapado. Hay un problema añadido: dependemos tanto del vehículo que nos convierte en unos inútiles sin él, no podemos dar un paso. Admito que cuando un vehículo no funciona me dan ganas de llevarlo más que al mecánico al chatarrero y pasar a los tiempos infantiles de la bici o del patinete. La última vez que desmonté una batería no tenía nada que ver con esta de un motor eléctrico. Todo es distinto. Solamente liberarla de los dos bornes pero que junto a uno ya salen tres cables contiguos es toda una hazaña mecánica. Los ingenieros deben tener un plus para hacer diseños que impidan la accesibilidad a los legos. No entiendo como pueden obstaculizar tanto el acceso a los tornillos. Dicho esto, el futuro, el nuestro, en estos momentos pasa por una moneda suspendida en el aire. Cruz seguiremos clavados a la incertidumbre, cara, viento en popa, Dakar nos espera. Debo admitir que viajar es esto: ver como reaccionas ante cada adversidad, pequeña o grande y como te mueves en el ring de las incertidumbres. Una cosa es filosofar sobre un mundo con falta de referentes y hacer apología de la indeterminación como la ciencia mas adelantada y otra muy distinta quedarte sin el propio recurso para el desplazamiento. El principal de todos los referentes es el poder de movimiento: nuestros pies son nuestras ruedas de caucho rodando sin ellas estamos perdidos.
Felicité es una joya de mujer. Seguimos insistiéndole en que se relaje y no asuma todas las atenciones para con los demás si olvida las suyas. Nos cuenta que viene de preparar Aloe Vera para ingerir. Simplemente bate la gelatina y la mezcla con miel. También nos dice que los citronelle plantada es un ahuyentador de mosquitos. Mientras hacemos práctica de consejeros dietistas para que recupere la salud me siento totalmente ridículo al saberme psicológicamente desbordado por el problema del automóvil, que seguramente debe ser fácil de resolver. No soporto los contratiempos. Antes de ir a la cena, devolvemos las cosas a la misma habitación en la que habíamos estados instalados por 9 días.
He de admitir que viajar es en el fondo saber lo que haces ante los imprevistos. Hacer un quilómetro tras otro en un encadenamiento de carreteras sin que pasa nade fuera de lo previsible no es un viaje, es dar vueltas a una noria. De acuerdo, pido perdón, en deferencia a los usuarios de norias, tiovivos, -mayoritariamente niños- pasajeros de calesas y de ascensores. No negaré que todo eso también es viajar. Viajar es ir del punto A al punto B por cualquier procedimiento aunque un minuto despues del B pases al punto A y así un buen rato. La cara de felicidad de un crio montado en uno de estos pequeños tiovivos a todo color que todavía seles puede ver en el parque de Perpignan no la consigue el viajero más adusto por más vuelos que haya tomado en su vida.
Tras 24 horas de recarga de la batería de la furgo que trasladé a la habitación para hacerlo con ayuda de un pequeño cargador eléctrico desde la red que estrenábamos, al reponerla tuvo suficiente fuerza y encendí el motor. Mi filosofía de la desesperanza me decía que no iba a funcionar. El puente que hicimos con un coche de las monjas con ayuda de uno de sus obreros no permitió el arranque. ¿Por qué ser tan desconfiado? Lo peor que puede pasa nos es que tengamos que demorar nuestro plan de ruta pero como en el fondo da lo mismo estar en un sitio que en otro eso tampoco sería tan grave. Di una vuelta por los alrededores para estar seguro que el coche tiraba. Era la tarde y decidimos quedarnos hasta el dia siguiente para, tal vez, cubrir el tramo hasta la capital y contactar con el representante de la Fiat. Dependía de si nuestra propuesta de hacer el curso de corá chez les moines de 6 días a 4 horas diarias los dos por el precio de uno fuera aceptada o no. Antes de seguir camino hablamos con le frere Jean Paul que se ocupa de la tienda en el monasterio benedictino y puso cara de resignación más que de convencimiento pero aceptó nuestra propuesta. Más por Vic que por mí pero ambos nos merecíamos el regalo de música celestial. De todos modos el dia que dejamos el monasterio femenino tras once días seguidos con dos de demora fue un dia de lluvia sin tormenta un dia para quedarse en casa y que alguien te cuente historias junto al fuego. Las historias que cuentan los abuelos las llaman cuentos del fuego o junto al junto al fuego. Para encontrar una fuente eléctrica para nuestros ordenadores recorrimos la carretera que pasa por pequeñas localidades hasta la costa norte del delta. Al preguntar a alguien por un restaurant por la necesidad de corriente nos ofreció su casa. Un rato despues estábamos instalados en un gran salón donde no había otros muebles que nuestras mesas de trabajo. Nuestro anfitrión se llama Babaká y colabora con la ong WWF. Si alguien nos vuelve a decir, así en genérico, cuidado con los africanos es para darle una hostia sin más.
Las primeras referencias senegalesas que registra mi memoria es de hace la tira de tiempo cuando me dijeron que en el puerto de Dakar había que ir al tanto porque los nativos esperaban al recién llegado ávidos de dividendos y no tenían el menor reparo en meter las manos en los bolsillos de los viajeros que arribaban para mangarles lo que encontraran. Algo parecido a los nativos que esperaban a los extranjeros en la estación de Cuzco que armados con cuchillas de afeitar cortaban las mochilas por detrás mientras estos trataban de salir de la andana del tren y recoger lo que se caía en el suelo. De eso segundo puedo dar fe como testigo directo, de lo otro no. Nuestro contacto actual con el homo senegalensis nos proporciona otro registro: gente despierta, inteligente, progresista y siempre amable. En resumen, cuanto más tiempo llevamos en el oeste africano mas cómodos nos sentimos con nosotros mismos y más conectamos con la sintonía psicológica de los lugareños. No me cabe duda que cuando volvamos a Europa echaremos a faltar muchas de sus formas y por encima de todo, su posesión del tiempo: son los dueños de las horas.
Por lo general no siempre andan rápidas las relaciones. Si bien el tradicional carácter abierto de los africanos es famoso no siempre es asi cuando la gente se abre resulta ser más estupenda de lo que esperabas.
En Kayar, final de carretera y ciudad pesquera, las piraguas, repìntadas con predominancia del rojo, se aguantan las unas a las otras en la playa. Hay que buscar un hueco hasta el mar para poder dar un paseo. Me aborda uno de los chicos que ya se nos presentaron a la entrada del pueblo con un discursito muy bien aprendido: somos el comité d’ accueil (nos muestra la tarjetita que lo pone) y os aconsejamos que estacionéis en tal zona porque mas adelante hay arena y corréis el riesgo de embarrancar. ¡cuanta amabilidad! Nos decimos. Nos dejamos engañar y nos metemos en una zona sin salida bastante lejos del embarcadero para quedarnos a merced de los guías. Vista la trampa damos media vuelta y terminamos de seguir la calle principal hasta la zona donde venden pescado. Vic se queda en la furgo abordada por la niñatada: achat nous un balón!, l’ argent!, cadeau! Y yo me saco de encima el guía diciéndolo una frase infalible: tú eres guía, yo no soy turista, quieres ganar dinero, de mí no sacarás un franco, soy un poeta y los poetas queremos estar paseando solos junto al mar. ¡Mano de santo!, el tipo da media vuelta y deja de molestarme.
[1] Memorias de doña Eulalia de Borbón, infanta de España. Editorial Juventud. Barcelona 1967.
[2] Robert Graves. Claudioel Dios y su esposa Mesalina. El país Madrid 2005
De la queja a la documentación punitiva
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*De la queja a la documentación punitiva**.*
Dentro de las campañas en curso (o es más preciso decir, las líneas y
propuestas de campañas) una de ella...
Hace 12 años
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