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miércoles, 16 de julio de 2008

Nuestros Límites

Kaolack 15 julio 2008
Soeur Benedictina no disimula su enfado por estar de ocupas en la sala donde hemos usado la conexión eléctrica. Dice que no puede evaluar exactamente el gasto de la misma para que se lo compensemos. Una llamada de teléfono se la lleva del tema y no regresa. Por un momento pensamos en alquilarle una habitación pero como no aparece, de momento no lo hacemos.
Invitamos a Bernardette, que habla francés, y su compañera Madelaine que no lo habla y sus hijos al Cordon Bleu, el lugar de cita de todas las moscas del barrio, al plato del día: thiebou thiou (arroz con salsa), demasiado picante, que Vic y yo no terminamos. Interesante comida en la que hablamos de nuestro punto de vista critico a la solidaridad incapacitante para los solidarizados. En la mesa de al lado, Abdul Kader Toure nos sorprende con su dominio del castellano. Una conversación corta aunque muy rica. Como otras veces que conocemos gente interesante le pedimos su email. En el establecimiento de al lado compro otro par de meisters que comparto con nuestras invitadas. Emir, el mánager, me regala una lata de Royal Dutch para que la pruebe. Otro chico que lo acompaña, Yuseef, José, me dice en castellano. que también lo habla muy bien. Estamos un rato hablando sobre el estar bien ante una respuesta de la bonheur a la senegalaise.Todas las felicidades son particulares y el estar bien tiene bastante de la disposición subjetiva.

Incluso los superhéroes tienen sus límites. Nosotros, que no llegamos ni a subhéroes, no somos la excepción. Los tenemos y son muchos. Sí, sí, (nota para consejeros) tenemos ya la literatura leída sobre la ficción del horizonte (no hay horizonte real, se desvanece tan pronto tratas de alcanzarlo para observar la aparición de muchos otros que lo van substituyendo) y aprendida de memoria la tesis de que luchando por los imposibles es como se ensanchan los posibles. Hemos estudiado a fondo que el sentido de la realidad no viene dada tanto por las determinantes objetivas como por la disposición subjetiva para enfrentarlas, y que los limites están en el frontal de uno y no en el muro de diez metros de delante. Bien, esto es muy cierto pero no lo es menos que uno tiene sus agotamientos, sus déficits y fallos. Sus errores epistémicos. Para gente equivocada: nosotros. Tanto Vic como yo somos personajes efímeros con una vida en movimiento más que con un gran proyecto existencial para alcanzar grandes objetivos. Nuestros nombres serán para el olvido como tantos otros mas dedicados a vivir que a desear perpetuarse. Nuestras riquezas y miserias están al alimón en nuestro discurso, no en el publicado sino el que tratamos cada dia entre nosotros dos en nuestra convivencia. No hay nada que ponga más al descubierto a una persona que su convivencia con y junto a otra ante ésta. La convivencia es la prueba del algodón. Para sobrellevarla llegas a la conclusión de las zonas intocables para no herir o no molestar a la otra persona. Vic me ha repetido varias veces que a ver si paro ya, que no tengo que opinar por todo, que no me meta en sus cosas, que no trate de reeducarla. Una conclusión solo es el lugar al que llegaste cansado de pensar, dice un anónimo. Lo curioso es que mi objeción fundamental con ella también es ésta: que me respete en mi singularidad aun en el extremo que incluya la inopia y el despiste permanente; sus primeras frases al levantarse son para darme indicaciones de detalles muy concretos de tipo doméstico. ¿Es algo propio del género sexual o es que a mi me ha tocado convivir con todas las mujeres obsesionadas en detallismos domésticos? Yo me defiendo acusándola de encargada de fábrica y adicta a las cocinitas.
Tenemos discusiones recurrentes a propósito de mi posición con su familia biológica y en general de mi posición ante la gente. Hace décadas que me llevo bien con mi atributo de ostentar una relativa misantropía. Por cierto la misantropía se la he detectado a Vic por primera vez durante este viaje desde que la conozco: antes de muchos contactos humanos (niños del cadeau, niños de la lata, mercaderes…) se pone a distancia y con las uñas afiladas.
Vic me insiste en que no le cuestione sus opciones de compras y otras y que no trate de educarla, concepto en el que insiste. No creo que nadie pueda decirse que es un maestro verdadero sin reconocerse como educando. Entre los dos perfiles andan las trifurcas y los verbos. Si quieres a alguien parece que es inevitable que esa energia te lleve a protegerlo, cuidarlo y también querer modificarlo en aquellas cosas que no son evolutivas o dañan la relación.
Si una pareja supera una convivencia intensiva de un año seguido de viaje es que puede superar cualquier otra cosa incluido irse a vivir al lado oculto de la luna con una escafandra para los dos. Suelo decir que cuando estamos cansados el uno del otro siempre nos podemos ir a dar una vuelta cada uno por separado: descargarnos de nuestras tensiones y volver con una puesta a punto de la amorosidad, pero el ser humano necesita también cortarse de vez en cuando la yugular con los pedazos de su espejo roto y probar las frases del ataque y contraataque. Nani Bermúdez, que todo este tiempo se ha venido carteando con Vic y que es una de las fieles seguidoras de nuestro blog -además de
hacernos gestiones para encontrarnos sponsors para futuros quilómetros- limitada también físicamente en su movimiento y con dolorosas experiencias biográficas de rechazo, le recomienda, que cuando esté muy cargada conmigo, se vaya a un rincón lejos y ahí repatee, grite y llore y una vez descargada vuelva a mi lado recordando que nadie es culpable de su déficit. Gracias Nani, aunque todos necesitamos seguir esta pauta sea cual sea el límite de cada uno. ¿Quién no es deficitario dentro de un planeta de tantas imperfecciones e imperfectos? Los convivientes debemos tomarnos distancia los unos de los otros para no agotarnos. Todas las relaciones humanas deben ser dosificadas. Con Hipócrates y Paracelso ya aprendimos que la gravedad de las cosas está en la dosis. En cuanto a lo deficitario, un sujeto limitado no lo es más por más evidente que sea su déficit. Probablemente el mayor déficit del ser humano es el menos visible de todos: la idiocia o el déficit intelectual. Se sea como se sea, se sea quien se sea, lo más importante es confirmar la propia distinción de la que uno no se puede deshacer: Bías dijo que el saber es la única propiedad que no puede perderse, claro que para que ésta se note habría que tenerla como tal en una cantidad más o menos notoria.
Vamos otra vez más a Le Cordón Bleu, el couscous senegalés prometido no es gran cosa: se prepara con mijo en lugar de trigo como es el árabe tradicional, con una salsa sospechosa y picante, Lo dejamos en la mitad y pedimos platos alternativos más garantizables, las socorristas frites con tortilla. Durante la cena un comensal de otra mesa con el que entablamos conversación pide pasarse a la nuestra. Viene con su plato cuando ya hemos terminado los nuestros. Se llama Sidy, trabaja para una agencia de cooperación japonesa. Afirma que los senegaleses son los africanos más inteligentes y declara su formación universitaria y sus 4 años de inglés en la universidad. En un momento dado de la conversación tras expresar nuestro interés por alquilar una casa y hablarnos él de que su familia puede ayudarnos a localizar una a unos 100kms de Dakar y ofrecerle nuestro email como forma de contacto, el tipo se rebota inexplicablemente y nos dice que él no necesita nada de nosotros. Es posible que haya confundido la voz email con money. Luego nos dice que ha bebido vino y pide que le disculpemos.
En el recinto católico llega un autobús moderno cargado de mujeres que se instalan en el patio con colchones en el suelo y en algunos dortoirs colectivos. Anatole, el guarda, nos dice que van a Dakar a dar soporte a un partido político. A la mañana siguiente el patio aparece con innumerables bolsas de plástico de medio litros vacías de las usadas para agua. Por su parte antes de amanecer el autobús está un buen rato con el motor encendido gaseándonos (nosotros habíamos ubicado la furgo detrás de éste). No hace falta hacer una gran encuesta sociológica en el país para saber lo que puede dar de si este partido político, -que no nos molestamos ni en preguntar su nombre- a juzgar por la poca consideración con el espacio de su feligresía. Como siempre, todos los grandes idearios humanos quedan desacreditados ante las conductas concretas de sus fieles que no están a la altura de sus anhelos.

África son los africanos. Habría que hablar con decenas de miles de todas las etnias, culturas y estatus sociales e ideologías políticas para precisar más las valoraciones. Lo mismo se puede decir de cada continente y país, pero no tener todas las conversaciones de esas cantidades en la cabeza no impide que desde los primeros contactos, a veces desde antes de contar una primera docena no nos hagamos hipótesis e inferencias de lo que es o puede ser el resto de una sociedad. Vivir, Experimentar, interpretar y juzgar (sí, también juzgar por mal que sepa esta palabra) forma parte del mismo aglomerado psicológico. Es mentira cuando te encuentras gente que te dice muy pía y convencida que no juzga nunca a nadie, No, perdona, lo que haces es no decir tus juicios pero juzgar sí juzgas porque forma parte de las medidas supervivenciales del cuerpo-mente humanos. Sin juicios no hay adaptaciones al medio, es decir, al otro. Nosotros vamos interpretando aquello con lo que vamos interaccionando. Aprendemos de todos y cada uno de nuestros personajes secundarios en la vida que estamos haciendo y de nosotros mismos, de nuestras reacciones, de nuestra elaboración en curso ante los escenarios, reveses y estímulos que nos vamos encontrando.

El enfado de la monja con nosotros por haber ocupado la sala de conferencias (un aula cutre con un montón de sillas almacenadas y mesas grandes poco agradables) nos lleva a sugerirle tomar una habitación para el dia siguiente. Como es una tía muy escurridiza terminamos por no concretar eso y aunque lo hacemos luego. Sigue sorprendiéndonos la incapacidad en interpretar los consumos eléctricos de los ordenadores en gente que se supone un poco instruida, En alguna ocasión he llegado a explicar el miniconsumo de los mismos, mostrando el icono de la batería con el enchufe que aparece en la pantalla del monitor y su menú contextual desplegado que dice porcentaje de carga y tiempo estimado de uso. Una vez la batería del ordenador queda cargada deja de recibir corriente de la red externa. Mientras tanto, en otro pabellón un despacho sin nadie dentro tiene un ventilador a todo trapo en marcha, escena que hemos visto repetida en otros muchos sitios (luces encendidas que nadie usa o goteos de agua que nadie repara).

No tenemos el menor sentimiento de débito con los africanos ni con la pobreza en general aunque nuestra sensibilidad no se ha fosilizado ante el montonazo de miserias que vemos. Otro asunto es lo qué podemos hacer como quantum concreto ante ello y en qué podemos o debemos intervenir. Conjugar el verbo deber no es mi especialidad. No me siento en deuda con nadie mucho menos por los desmanes que pudieran hacer mis antepasados. Me consta que la analiticidad dedicada a un tipo de ayuda internacional que se vuelve en contra de los ayudados puede recargar la pólvora de argumentos conservadores e individualistas de toda la vida que se concreta en no hacer nada por los demás. Un minuto para repasar esta formula: hacer/no hacer por los demás. Con vocabulario poético me pondría de acuerdo en que los demás somos en realidad todos y que el hacer dentro de una sinergia colectiva substituiría la necesidad de una solidaridad unilateral. En vocabulario psicoanalítico no puedo ser tan memo. Los demás no es nunca una sola categoría, se reducen siempre -por millones que sean- a un otro específico, permanentemente variable que concreta en cada momento una representación del mundo. Si bien el discurso humanista habla en términos de incondicionalidad de toda la especie, cualquiera que sea el discurso relacional con el otro decide para cada caso concreto. Es así, que caso a caso, en una interminable casuística de diferencias pero también de constantes repetidas, el intérprete se doblega ante las observaciones y verdades de campo y sabe que una parte importante de la fatalidad humana no tiene nada que ver con las catástrofes inevitables sino con los atropellos predecibles de sistemas sociales mal montados. Los próximos sunamis, corrimientos de tierras, desbordamientos de ríos, inundaciones de poblaciones, descarrilamientos de trenes, atentados terroristas, cosechas perdidas y hambrunas terribles a los que asistamos en las siguientes décadas no serán, en buena parte de sus escenas, la consecuencia indirecta del infortunio sino directa de una desorganización sistematizada de la sociedad, la economía y el espacio donde se produzcan. Claro que un muerto, un enfermo o un herido no se quitan de su condición porque las razones de la catástrofe sean más de tipo social que natural. En ultima instancia lo que le sucede a un ser humano le está sucediendo a toda la humanidad. Esta visión de acracia, casi espiritualista, no sirve de demasiado para arreglar asuntos concretos aunque deja bien parado (“lo que cuenta es la intención”) a quien se hace su vocero. Hay muchas maneras de impugnar las falacias humanas a propósito de sus maravillosos propósitos. Todos los grandes principios filantrópicos no dejan de ser cháchara de relleno en el fracaso a enfrentamientos concretos de déficits sociales o ante la impotencia personal constatada de poder hacer algo por los demás. Isadora Duncan cuestionó la existencia del amor en el mundo en la medida en que el sufrimiento de los niños estaba permitido. Posiblemente no hay un solo lugar en la capa de la tierra donde no se pueda demostrar que lo que se afirma por un lado se niega por otro. No hay nadie que no esté empapado con una gran sábana de contradicciones. Las nuestras, en primera persona, son las que son: no nos gusta muchas cosas de las que encontramos, nos autoexcluimos en resolverlas como avanzadilla de la conciencia salvadora, tomamos por un igual la dicha y la desdicha humanas como materiales de observación y de literatura y, por si fuera poco, en este viaje africano le estamos dando vuelta al asunto de la pobreza. La desmarcamos totalmente de lo que es la miseria viendo en aquellas determinantes objetivas y en estas elecciones subjetivas y que la mejor intervención en el otro que se pueda hacer es el trato y la discusión de tú a tú. Como blancos estoy seguro que ayudamos mucho más a cambiar esquemas y prejuicios comportándonos con la espontaneidad con la que vamos que siendo emisarios de un plan de desarrollo que consista en hacer mil agujeros para tener otros tantos pozos de agua. No tenemos ningún problema en meternos en todas partes o en sentarnos en la calle junto a un punto abierto de 24 horas con una nevera que sirve botellas de vino y cervezas de lata, lo que seria el equivalente a un after hours. Hablamos un poco de todo con todos y sobre todo nos permitimos que fluyan las conversaciones a partir de comprobar que no somos las presas potenciales de nuestros interlocutores. Esa es nuestra intervención. No pensamos que con más regalos que demos ganaremos más centímetros cuadrados parcelados en un cielo que podrá prescindir, sin lugar a dudas, de nuestras almas ni tampoco pensamos que eso cambie realmente los niveles adquisitivos de la gente. Obligaciones éticas pues para salvar cuerpos o espíritus ajenos no están en la agenda nuestra. Una ética con la que encajar los escenarios y entenderlos en sus idiosincrasias sin renunciar a nuestros deseos existenciales ni a nuestro nivel de vida. A Vic más que a mi le molestan algunas ostentaciones para no ser la diana de las miradas de todos. La verdad es que ni vamos ni podemos ir de ricos ni prepotentes, solo somos distintos. Al reivindicar la propia distinción ya haces algo por el gran mundo del otro: que cada cual aprenda a ejercer la suya, incluyendo la vida con la falta de medios si esta es su decisión. Estoy completamente convencido que cada africano que nos ve compartiendo sus espacios, asistiendo a sus carencias , nos aprecia enormemente mas que si fuéramos de papánoeles, rol del que por otro lado no hemos terminado de deshacernos del todo porque aun vamos repartiendo ropa, bolis, gomas y las malditas gafas de sol de plástico.
Venimos abundando en unas constancias que nos están gratificando. A las alturas de este viaje, nuestra visión de África ha cambiado rotundamente. Sabemos que durante décadas hemos sido engañados por católicos y misioneros que necesitaban multitudes de almas irredentas (más que de cuerpos deficitarios) para llevar a sus rediles. Los africanos no necesitan ayudas humanitarias (falacia hipócrita entre otras de la cooperación internacional) necesitan tiempo para el imperio de sus propios criterios de auto organización y desarrollo. Si hay un desarrollo futuro africano ese es el autógeno y no el impuesto desde el exterior. Por otra parte hay mucho que discutir acerca de la misma noción de desarrollo. Todo el desarrollo del que pueden hacer gala los países ricos se resumen a más velocidad y menos tiempo dentro de una densidad humana insoportable. África tiene el tiempo y el espacio y este se concreta en lugares muy bonitos de los que andamos bastante más escasos en Europa, además de una disposición humana de la gente al contacto muy superior a la de los europeos, japoneses y estadounidenses. Ahí donde vemos la zarpa europea encontramos modelos plagiados de formas de estandarización de vida deplorables, tales como las islas residenciales de casas unifamiliares (en la costa atlántica marroquí hay varias horrendas y también hemos visto una de camino a Tamba). Afortunadamente vamos encontrando africanos que han cambiado el chip del suicidio atlántico o de la meca hispana por plantearse su futuro en su propia tierra. Las referencias que tienen de algunos paisanos al llegar a la gran babilone es que se pasaron un dia entero llorando por abandonar sus espacios de origen. No, ni el futuro de los africanos es irse a Europa ni el de las piadosas almas de los europeos es venirse a África para meterse en sus asuntos. Que los unos y los otros se muevan por el mundo como viajeros no como salvadores.
No tenemos ninguna duda de la bondad y templanza de esta posición aunque podemos tenerla acerca de su interpretación y de su cuota de justicia. Ser bueno es fácil, dijo V.Hugo, lo difícil es ser justo. Desde el momento en que uno nace se ve abocado a toda un encadenamiento de significantes que no elige y de los que disfruta o soporta y padece sin poderlo remediar. Tener los recursos que no tienen otros remite seguramente a un proceso previo de injusticias pero puesto que nadie tiene todos los recursos ni ha conseguido todos sus anhelos no hay ninguna persona que no sea de alguna manera deficitaria si se tienen en cuenta todos los registros y no tan solo los económicos o materiales. Esa pasa a ser una coartada ruin si uno se desentiende consciente y voluntariamente de los grandes problemas del mundo. Al hacerlo se mete en un terreno laberíntico: de una parte los problemas ajenos nos afectan (si millones de personas tienen vih coarta mi libertad sexual como ejemplo más a mano) de otra, intervenir en ellos puede ir en contra de su solución si no se activa el protagonismo de los afectados.
En nuestra constancia viajera vamos haciendo de hablantes y escritores. Una escena que nos acompaña a diario es hablar/tertuliar con desconocidos, algo impensable en las prisas europeas, también la de escribir. Muchos momentos de habla en Europa pasan por las coincidencias y de pie y reducidos a unos minutos, escena contraria la africana de la tertulia larga longeva en la sombra que mezcla vagos y ociosos (categorías que conviene distinguir).
Este libro que tenemos entre manos no ha querido ser nunca un estudio sociológico en profundidad sino un paseo psicológico por las relaciones humanas con decorados de fondo que van cambiando en función de las coordenadas geográficas en las que estamos en cada momento. La constancia acaba siendo premiada, la nuestra lo está siendo. Disfrutamos al hacerlo y con las discusiones que genera, también. Siempre hay alguien anónimo y distante que se ha encontrado con él por casualidad y elogia que nos atrevamos a hacer este viaje en las condiciones que lo hacemos. Bueno, bueno, no es para tanto. Nos ajustamos a nuestro poder adquisitivo que tampoco es tanto. Arturo Graf recordó que la constancia es la virtud por la que todas las obras dan fruto. Aunque no tengamos una gran obra definida en nuestras biografías como crear una Fundación, terminar un libro no deja de ser un objetivo concreto en forma de fruto para paladares que quieran probar otros platos. El nuestro se puede comer con total confianza. Nada de lo dicho y por decir forma parte del campo de la mentira pero sí de la interpretación que acepta austeramente tanto las lapidaciones como los algodonazos.

Vamos una segunda vez al cyber local con pinta de progre fundado, parece que por un misántropo y al que llama centre d’ energie solaire et d’ higiene. El lugar es cuco pero el hacinamiento de ordenadores no se explica. Hay taburetes en lugar de sillas y la mayoría no funcionan, alguno que funciona tiene el teclado mal configurado y el mouse inútil, Los ventiladores de aspa tampoco funcionan todos. Le digo a la que atiende que aquello no es más que un gran basurero de informática desusada, No se opone al comentario aunque luego se vengará no dejándome usar la pequeña y tranquila sala de biblioteca. Dadas las dificultades para encontrar cybers operativos navegar o insertar cosas en la red se convierte en una autentica heroicidad. Mis últimas definiciones sobre infelicidad pasan por el tipo de dificultades que puedes encontrarte operando con un ordenador o tratando de conectarte a la triple dobleuve.
Nos quedamos un día más de lo previsto de Tambacounda, ciudad de las moscas. Nos dicen que su abundancia depende de la recolección de los mangos. La cuestión es que los mosquitos las relevan durante la noche y estas vuelven al ataque con la primera luz. En la lista que tratamos de ordenar de nuestros enemigos Vic los ordena así: primero moscas, despues mosquitos y tercero seres humanos. Mi orden es otro: primero seres humanos, segundo mosquitos y tercero moscas, claro que he de reconocer que por un ser humano que te pica puede haber cientos de insectos aterrizando en tu epidermis para dejarte marcas, inocularte mierdas o despertarte.
En el cyber coincidimos con Leopold por segunda vez y le pedimos pernoctar en su patio. Nos muestra su recinto, mucho mejor que el de la misión anterior donde tomamos finalmente una habitación por un dia, y vamos a dar una vuelta por la ciudad para tratar de encontrar donde comer. Entramos en un hamburger fast food que solo ofrece hamburguesas simples y desestimamos. Nos tomamos una dosis de harinas en la pastelería de al lado y finalmente recalamos en un restaurant Hortencia/Mileva donde podemos comer algo y beber en el interior estando a salvo por un rato de la epidemia de moscas. Durante la comida alguien viene a ofrecernos esculturas. Cierro el trato con una, un penseur, por 2000 cefas. Una curiosidad: venimos coleccionando penseurs desde que le compramos los primeros a unos senegaleses en Tenerife hace algunos años. En todo el oeste africano vienen ofreciéndolos. No deja de ser una paradoja que esta figura se prodigue tanto de una forma emblemática en una parte del mundo donde el pensamiento racional por lo que a planificación se refiere abunde tan poco. Las estatuillas representan figuras varoniles con la cabeza oblonda, algunas veces muy gruesa, apoyada en la mano en actitud reposada y meditabunda.
Al anochecer nos instalamos en el recinto de Leopold, que es Ivorien. Como pasteur de Assemblée de Dieu es más accesible que los católicos en general y da por supuesto que compartiremos su espacio. Los católicos que nos lo han ofrecido hasta ahora, el suyo privado, han sido los menos. No coincidimos con ningún acto religioso ni grupo dedicado a la música eléctrica. Compartimos una velada con él y un ghaniano, Peter, que está en prácticas, la cocinera y otro chico. A Leopold Le explicamos nociones de informática que hace poco ha descubierto, Peter las sigue, los otros dos priorizan la teleserie europea que pasan por un canal africano. Leopold se mueve con la moto que nos confirma que es de Cross y que le costó más de 2millones de cefas, prácticamente el precio de un coche importado de ocasión.
Antes de dejar Tamba pasamos por el centro artisanal donde la atención de los artesanos estaba dividida con una pequeña troupe de turistas blancos autobuseros siguiendo las pautas del turismo internacional: todos concentrados en la misma tienda y desplazándose de una a otra tienda en tropel salvo algún asintótico. Se lo habíamos prometido a un chico que vino a nuestro encuentro mientras estábamos cenando el restaurant de la noche anterior. Le dijimos que iríamos a ver si había ropa de nuestra talla y que le asegurábamos que pasaríamos sin comprometernos a nada. Dijo oui varias veces aunque despues vino con un sastre para tonarnos medida y hacernos un traje. Para estar seguros del valor de un oui hay que preguntar siempre que te repitan lo que has dicho sino la comunicación es un fracaso. Hicimos un recorrido por las tiendas en las que suelen repetirse los mismos estilos y los mismos objetos. Tal vez hubiera comprado un hipopótamos de teca pero los precios en euros no tienen nada que ver con los precios reales de mercados. Estos recintos artesanales, que venimos descubriendo en todas las ciudades desde Ouaga, el cual creo recordar fue financiado por Luxemburgo, tienen el común denominador de multiplicar los precios porque son los lugares donde van los turistas y no los lugareños. Son verdaderas telas de araña. Tienen por ventaja que permiten una visión panorámica concentrada de estilos artesanales e incluso artísticos. La mejor recomendación que se le puede hacer al rostro pálido es que se de una vuelta por ellos y lo tome como galería de exposiciones pero no como centro de compras. Como particularidad los comerciantes se han aprendido las fórmulas de saludo protocolarias en todos los idiomas posibles de sus visitantes extranjeros.
Tomamos la carretera y a la salida de Tamba un policía haciendo de policía nos dio el alto, es decir colocándose en el centro de la calzada con el brazo en ángulo recto y la palma en dirección a nosotros. Es la primera vez que dimos con ese comportamiento. El hombre me pidió el permiso de conducir tras contestarme que era solo una cuestión de control y no había cometido ninguna infracción. Al buscar para dárselo y ver –suponemos- que el mecano de Vic nos dijo que continuáramos sin más. Los algo mas de cien kilómetros hasta Koumpentoum son los peores hasta ahora recorridos en el continente. Decir que la carretera está bacheada no es una descripción justa, está agujereada, muy agujereada, la capa de menos de dos cms. de asfalto originario pueden explicar que se rompiera, lo que nadie puede explicar es que la dejaran a su suerte sin que se remendara nunca. El estado de un país es directamente operativo a su capacidad para mantener sus vías de circulación en buenas condiciones. El que las deja que se rompan demuestra algo más que falta de planificación y desidia. Esta carretera tiene tramos donde han empezado las obras de reparación. Para hacerlo, una excavadora con púas en la parte posterior tiene que romper el asfalto restante, esa minicapa, y luego una apisonadora igualar el firme antes de pasar a las siguientes fases de meter tierra, gravilla y una renovación de riegos de alquitrán.
A pesar de lo mucho que hemos tardado en venir al África subsahariana (la primera vez que pensé en este viaje fue en la década de los 80) nos hemos anticipado a juzgar por la cantidad de rutas en mal estado que nos vamos encontrando. Cuando dentro de 30 años nuestros nietos vengan a visitar estas zonas dirán: nuestros abuelos sí que fueron unos héroes arriesgándose por estas rutas. Soy un optimista: no creo que dentro de una generación las comunicaciones estén completamente arregladas pero es verdad que vemos maquinaria Volvo último modelo dedicada a las reparaciones. Para recorrerla tuvimos que usar alternativamente la pequeña pista entre árboles junto a la carretera. No hay baches pero hay charcas y ramas que nos rallan la carrocería. Otra vez en lo que queda del asfalto, se nos caló el motor un par o tres de veces por el continuo cambio de marcha entre segunda y primera. Al tratar de ponerlo en marcha un icono de candado color calabaza del panel de las señales dice que la llave no es reconocida. ¿Quéee? El fantasma de quedarte quieto incrustado en medio de la nada –o lo que a nosotros nos parece nada- no ha dejado de acompañarnos. De un km. atrás un par de muchachos de un camión de los muchos que nos seguimos encontrando en pana, van con llaves inglesas al pueblo de al lado y se detienen a ver nuestro motor, el uno le explica al otro el circuito eléctrico. Aprovecho la parada para cambiar el filtro de aire por primera vez en estos casi 20mil kms que llevamos. Probamos la llave de contacto que tenemos de repuesto y funciona. Parece que el dispositivo de seguridad que contiene la otra llave se vuelve en contra nuestra.
Después de una conducción llena de peripecias, en la que los conductores que nos cruzamos, nos sonreímos como muestras de apoyo mutuo, llegamos a Koumpentoum donde el père Georges N’ Dour acepta que pasemos la noche en su recinto, luego nos ofrece una habitación gratis y al día siguiente nos invita a desayunar y a comer. Damos una vuelta por la localidad y nos sentamos en uno de los muchos puestos que hay de comida que son pequeños restaurants de calle con banquitos y mesas bajas regentados por mujeres con cacerolas. Son las damas nutricias, las mujeres siempre se ocupan de salvarnos el cuello a todos con oficios de mimo y protección. Tomamos un par de huevos duros cada uno sazonados con un salero que ya contiene también pimienta. Conocemos en la mesa comunitaria a Amadou Diallo (Diallo es un apellido generalizado) que se presenta como el jefe local. Las jefaturas tradicionales siguen coexistiendo con los órganos políticos legales de poder como los ayuntamientos y se ocupan de interceder en conflictos entre vecinos, cuestiones de lindes y un montón de pequeñas cotidianeidades. Nos dice que por su casa pasan todos los extranjeros que van de viaje y que es muy hospitalario. Nos cuenta un detalle de la estación rural de radio, financiada por Francia, pero en la que para participar en algún programa hay que pagar por falta de recursos propios, algo que ya se nos dijo en la deTanguiéta.
Invariablemente en las habitaciones que tomamos nos instalamos con nuestras almohadas (John Ray comparó la buena conciencia como la blanda almohada) nuestras telas y nuestro pot-de-nuit además del fuego de gas y la tetera, la mesita y la butaca de aluminio. En cambio no descargamos ninguna bolsa de viaje salvo los necesaires. Somos raros ¿no? En Koumpentoum terminamos por quedarnos un par de días. Por la mañana temprano nos despertamos al amanecer, única manera para qué un dia sea productivo al completo. Antes de desayunar con Georges y seguir las noticias por tv sobre los próximos juegos olímpicos de China, termino la mitad de mi flirteo auto asignado al ordenador por día y antes de volver a la carretera prácticamente la otra mitad. Antes de salir de la ciudad repostamos unos 40 litros de gasoil para completar el depósito. ¡813 cefas el litro! Más caro que en Europa. La más cara pagada en África hasta ahora. Dobla casi el precio de la de Benín. Reentrados en la carretera volvemos al escenario conocido de los superagujeros. Otro stop de un policía con gorra de plato que vuelve a dejarnos ir sin pedirnos papeles. Combinamos a ratos el asfalto degradado con la pista paralela de tierra suponemos que hecha espontáneamente por la gente que va con carros y otros coches. En esta pista hay trozos con las malditas ondulaciones que tanto sufrimos en Burkina y Benín. Siguen siendo el resultado de otras ruedas de vehículos al pasar, tal vez con el suelo humedecido. Rocío Fdez. Alés, que sigue este libro e intercambia opiniones al respecto con Vic, propuso otra interpretación del terreno ondulado a partir de intensos aguaceros y vientos que en determinadas zonas del planeta efectivamente dejan ondulaciones importantes en laderas o explanadas. Lo que nos venimos encontrando observamos que solo es dentro de las pistas y además algunas claramente diferenciadas por las dos líneas en paralelo paso de las ruedas sin estar en el centro ni a los lados. Eso descarta que fuera el resultado sólo de una acción climática.
Por el camino además del icono que nos indica la falla del sistema de inyección compruebo que la aceleración no se convierte en potencia ni en movimiento. Por un momento pienso que quedaremos clavados en cualquier punto y eso sí sería una aventura en mayúscula, Sigo sintiéndome defraudado por la Fiat aunque Vic dice que nos está dando bastante resultado. Yo, penitente incorregible, sufro a cada nueva información de sus déficits. En los más de dos cientos kilómetros de vía, horrenda encontramos unas cuantas máquinas y unos cuantos peones camineros, nada comparable a la intensidad organizativa que vimos en Níger. Por supuesto el cartelito de la UE como financiadora no falta. Su modo de trabajar es desorientativo porque por una parte rellenan los agujeros con tierra que apisonan con una apisonadora pequeña y por otra parte viene la maquina desmenuzadora del asfalto y la apisonadora grande para nivelar el suelo. De las fases siguientes: echadora de grava y regadora de alquitrán no hay presencia alguna. No dudamos que en el espíritu de alguien debe estar la idea de ponerlas a funcionar. Al menos en Turquía te encontrabas con camiones cuba de alquitrán que se daban paseos para ir mojando las carreteras peores para enganchar gravilla, sin barreras de cuidado ni otros dispositivos de atención de peligro. Tendremos que presentar los senegaleses a los turcos.
Después de más de 100 kms y unas 3 horas sin detenernos, es decir deteniéndonos en todos los agujeros que obligan a reducir a menos de 5por hora, llegamos a Kaffrine donde decidimos no dar un paso más. Me merezco una birra y vamos hasta una epicerie que anuncia a todo color la Coca-Cola. Aquí la venden fresca, la cerveza digo, pero no se puede consumir in situ. Su mánager , Assame Gaye, la vende a 900cefas pero vale la pena pagarla. Empiezo bebiéndola dentro de la furgo en plan clandestino y luego el resto dentro de la taza para té traslado a la mesa donde Vic ya ha iniciado una conversación con los lugareños: Papa Aly Samb, funcionario, impecablemente vestido, Issa Sy y Mandig Bayo, ambos profesores y el primero en particular muy informado. Esta sigue por varias horas compartiendo su arroz con pescado de las jofainas comunes pero cada cual con su cuchara. Es la primera vez que nos invitan en grupo. Excelente. Los que más comemos somos nosotros, tal vez ellos hayan aprendido a vivir con estómagos más pequeños o no sean tan devoradores como nosotros. Además, no beben cerveza ni la quieren ni beben nada durante la comida, solo agua al terminar. Las lecciones están claras por parte de quien las da. Los temas de conversación son varios: complejo de inferioridad negra, fundamentalismo, religiones, homosexualidad, desarrollo, comunicación, poligamia, terrorismo, velo islámico… su radicalidad conceptual es fuerte aunque escuchan y no atacan tanto nuestros argumentos. Nos instruimos por ambas partes en nuestras intensidades con la palabra y siempre que doy con alguien interesado en un tema de reflexión mi interés y mi aprecio por esta persona crecen aunque no nos pongamos de acuerdo. Soy un apasionado del debate si es de una discusión teórica en firme de lo que se trata. Su incondicionalidad islámica los hace irreductibles: no entienden a los europeos aunque Vic y yo tampoco los entendemos en todas sus coordenadas aunque el hecho de haber nacido en Europa nos hace comprender unas cuantas cosas. No entienden que podamos vivir sin religión ni que se permita el matrimonio civil a los homosexuales, tampoco entienden que los europeos no entiendan su poligamia (yo tampoco los entiendo en este punto) claro que cuando defendemos la poligamia femenina nuestros compañeros de mesa tampoco la aceptan. La experiencia de la comunicación ha valido la pena. Les declaramos nuestro déficit en el actual viaje que llevamos en curso de contactar mas con el cristianismo en el oeste africano que con el islamismo profesional de los marabú pero por ahora nos toca reconocer que mientras los recintos religiosos de aquel son diáfanos y accesibles no podemos decir lo mismo de las mezquitas, en su mayor parte no recintadas y las que lo están sin posibilidad de acceso con nuestra furgo por puertas de altura limitada.
Tras la conversación exhaustiva vamos a la misión católica donde el pere Aloyise permite que usemos el patio y el enchufe. Tras muchas deliberaciones conmigo mismo he llegado a la conclusión que un enchufe africano es comparativamente tan importante por no decir más que un patio como lugar de ubicación.
Últimamente concedo mucho tiempo a la deliberación personal, una forma particular de meditación, y llego a conclusiones como la anterior que me sorprenden. Trato de lucirme con filosofadas pero me vencen los aspectos menores de la cotidianeidad. Practico básicamente dos: la de las velas o petrolero –según si hay viento o no por la noche- y la meditación bajo las aspas del ventilador. Ésta también está acompañada por las sombras chinescas de las velas tintineantes. Añade un factor de arriesgo considerable: nunca sé si uno de estos ventiladores que trequetea e invita al aeróbic más que a otra cosa no se desprenderá del techo y me degollará. Probablemente estoy juntando los ventiladores de techo a los bidones y bidonniers ensanchando el elenco de posibilidades de pesadillas. Me figuro ser el sujeto bajo el péndulo de Allan Poe (el de Foucault no predetermina para ninguna preocupación) en su última meditación trascendental. Hasta ahora, de todas las habitaciones tomadas solo el ventilador de una giraba en total silencio, todas las demás nos han funcionado como nanas para dormir profundamente. La cuestión es que amanecemos benditos y frescos y con la cabeza sobre nuestros cuellos para seguir nuestra aventura sin sufrir ningún percance a causa de su desartonillamiento –la verdad es que es poco probable- o el desmoronamiento del techo- algo con mayor probabilística-. De haberla sufrido no estaría con todos los dedos de la mano para seguir escribiendo nuestra crónica.

A cada paso que damos, kilómetro o tramo entre ciudades, tenemos oportunidades para poner a prueba nuestros límites. Es posible que seamos más viejos de lo que nos reconocemos. Cuando decimos nuestra edad la mayoría de nuestros interlocutores opinan que somos viejos porque para ellos estamos en la edad de sus padres si todavía los tienen. Mi barba blanca consolida un look demostrativo en correspondencia. Los pocos días que estoy sin ella hasta que vuelve a crecer Vic dice que estoy arrebatador (entre nosotros, está loca por mí).Como mis oportunidades de espejos son escasas cada vez que me la saco, en periodos de unos dos meses, parece que el tiempo ha pasado por mi cara. Debe ser puro subjetivismo, el tiempo no existe, me canso de repetir eso aunque sea mintiéndome con ganas. Los límites personales están en la cabeza no en las piernas no paramos de decirnos, pero el cansancio físico es medible y tras unas cuantas horas de carretera trequeteante solo deseo un lugar apacible, una butaca, un lugar fresco, el ventilador de techo a pesar de sus crímenes potenciales (¿qué ventilador mató al huésped? Seria el titulo del film. Los de los derechos de autor que no se olviden de nuestro porcentaje) y una compañía puntual con la que compartir una conversación puntual cuyo encuentro con los tertulianos probablemente no se repetirá nunca más.
Sin límites que te restringen no hay filosofía posible. Gracias a los límites, los seres no somos dioses y gracias a no ser dioses nos planteamos las cosas desde la proximidad y la posibilidad de cambiarlas o no. Los sufíes dicen que cada individuo es dios y eso les debe permitir montar a caballo el tema en cuestión. Los que tenemos una furgo cuatrirruedas en lugar de un cuadrúpedo sabiendo que nuestro destino depende de alguna falla de conexión en el motor la teoría del limite la abordamos menos místicamente, vemos los límites de una manera menos absolutista. El viajero ideal es el que puede prescindir de cualquier medio de transporte en sustitución de otro y no quedarse clavado a uno solo. Probablemente no hay una manera de viaje ideal como tampoco la hay única. Todas tienen sus ventajas y desventajas. Un viajero experimentado me dijo ya hace mucho tiempo que el mejor modo de viajar es con lo puesto y con una mochila pequeña. Lo cierto es que cuando lo he hecho no te limita tanto como parece: aprendes a racionalizar tus recursos. Si llevas tu propio vehículo vivienda además de cuidar de tu persona debes cuidar de un cacharro enorme que te hace más vulnerable y también punible, a juzgar por la multitud de gente que quiere repartirse el pastel al pedirle tributo al viajero. Es posible que la destilación filosófica de un viaje tenga más que ver con las pérdidas que no con los hallazgos, con el choque con los límites que no con las grandes y heroicas extralimitaciones que en nuestro caso son nulas. Si hemos de batir algún record será el de la lentitud. Kundera tiene un libro que la elogia en cuya portada, la de Tusquets, se ve una tartana o un carro de dos ruedas con caballo. El viajero preconfigura su viaje desde el momento en que elige el medio de hacerlo. Saltar de un aeropuerto a otro responde a una personalidad muy distinta que autoflaglelarse con un montón de fronteras y contratiempos del camino a añadir las variables de la máquina que no deja de ser un síntoma del consumo velocista del individuo moderno. Quizás el viajero más autentico es el que camina y que no hace ni siquiera autostop ni acepta ser llevado por conductores altruistas pero nosotros no tenemos piernas que nos lo permitan y, francamente, tampoco ganas. Cuando hice el camino de Santiago (Roncesvalles-Compostela unos 730 kms) también advertí que la velocidad no estaba ausente de los peregrinos con prisas. La prisa no la pone el medio de transporte sino la cabeza.
En Kaffrine advertimos que la cuota de mosquitos puede superar cualquier estimación anterior, la de Bamako desde luego es inferior. Instalamos nuestro despacho ambulante junto a un enchufe y a una reunión de scouts que aquí lo pronuncian con la u en la ou, no lo anteceden con el boys, supongo porque hay tres chicas en la reunión las cuales no hablan y parece que el tema no va con ellas. Planifican algo con los chavales de la parroquia.
Salimos a dar un paseo con la silla unos minutos antes de anochecer y de la tormenta anunciada. Comemos en un restaurant de rue. Cae la tromba nada mas encargar la comida. La mujer nos sisa. Pago 1000cefas por un hueso de pollo seco que ella ha cogido con la mano de la perola. Decidimos a partir de ahora llevar nuestros propios boles en la bolsa de mano por si el furor estomacal nos lleva a otro encargo de comida de este tipo. Tomamos la tormenta como un espectáculo. Otras veces que es anunciada y despues de una ventolera huracanada de 10 minutos todo queda en nada, es como si hubiéramos pagado nuestro asiento en la ópera y en el último momento los divos o divas no pudieran cantar por una afonía repentina.
Cuando la lluvia ha cesado volvemos al patio de la misión sorteando y cruzando charcos. La furgo también está rodeada de agua. Al dia siguiente, domingo, un montón de curiosos que salen de misa rodeando la furgo y Vic, mujer pudorosa donde las haya a pesar de haber tenido alguna de nuestras primeras citas en una playa nudista, debe ser advertida por los ojos curiosos de la muchachada cuando todavía se está vistiendo. Por mi parte sufro una manada de criajos que se me pegan. Todos son muy cucos pero tan pegajosos y faltos de respeto que es para darles un sitio de honor en una catapulta y enviarlos a una milla de distancia. Tras hora y pico de aguantar la ceremonia religiosa necesitan salir, chillar, correr, molestar. La disociación entre rito y comportamiento cívico es total. Algo de lo que tenemos noticia durante toda la vida. El personal no conoce un famoso slogan: a dios rogando y con el mazo dando. Supone que con la primera parte de la frase todo lo demás queda resuelto por sí mismo. Un rato despues adultos y niños desaparecen del recinto y nos dejan en paz. La ceremonia religiosa es un acto social donde los vecinos se encuentran y se saludan y donde al compartir los sonidos, que dentro de un templo suenan a voces profundas de los rezos, se sienten parte de una misma cosa, de una onda acústica ciertamente sí lo son.
En la misión hay un jardín de infancia cuyas monitoras o encargada tienen sus habitaciones. Es aquí donde esta la paillote y mi oficina para unas horas. Me acompaña un gallo que tiene una cuerda en la pata y anda atado para que no escape. Una forma de ejemplarizar la noción de libertad vigilada. El gallo es trasladado de ubicación pero siempre con la cuerda de la pata atada a algún punto fijo. La gallardía del animal debe quedarse resentida. Mientras paso la mañana por el paillote van y vienen unas cuantas chicas que no me hacen el menor caso. Por lo general la iniciativa para todo ante el extranjero es masculina. A la sensualidad femenina, más notoria en Senegal, no le corresponde el contacto verbal. Como en todas partes la inhibición va en contra del inhibido y del entorno, por ambas partes se pierden oportunidades de comunicación e información por lo poco.
Las chicas de nuestro patio: la responsable del dormitorio, una alumna y la cocinera de los curas, por voz de esta, nos invitan a compartir su bol común de arroz con carne. Son Apolline, Odile e Ivonne. Hablamos un poco aunque no mucho sobre la mayor inhibición femenina en las sociedades africanas. Despues de comer cada cual va a lo suyo. La alumna, una atractiva adolescente, adopta esta clásica actitud de niñas, que les deben y nos les pagan, de no mirar a ninguna parte y no atender a la conversación, una performance, por cierto, muy repetida en Europa.
No estamos tan lejos de nuestros territorios. A menudo hay más común denominadores entre la gente que no separadores. Por lo que hace a la iconografía callejera, los Maggi y los Solís y sobre todo la Shell o Total nos recuerden que estamos en un mundo global. Lo único que seguimos llevando fatal es la continua suciedad, todo y que vimos que una localidad maliense se anunciaba como sitio limpio lo cual indicaría una autoconciencia con respecto al tema. Aguas encharcadas, cloacas mal tapadas, suelos embarrados, millones de insectos esperando hincar el diente a lugareños y visitantes, lavar los cacharros con agua sucia y un interminable etcétera de detalles que indican que las personas podemos estar las unas de las otras a años luz de distancia aunque aparentemente nos parezcamos.
Entretanto las caras pintadas en establecimientos o fotos en los camiones, buses, o al cuello de alguna o en bolsos o en lo que sea de grandes marabús es continua. Preguntamos a Mussa, el camarero de uno de los antros de borrachos de Tamba, sobre el suyo. Nos dijo que era Abdul Azizsy. A diferencia de los camiones europeos que llevan fotos de calendario de chicas despampanantes los de aquí o llevan leyendas dando gracias a los dioses o fotos de sus guías espirituales. Deberíamos hacer una encuesta a los camioneros del mundo para saber si predomina una cosa u otra. Entre elegir lo malo o lo peor mejor mostrar la adhesión a una silueta sensual que a la cara de un tipo viejo, generalmente malcarado, que predica a mi entender un discurso obsoleto. Teniendo en cuenta que alguno gran marabú de algún otro país musulmán, como Sudán, no hace tantos años pregonaba la muerte del infiel como pasaje rápido al paraíso prefiero la foto de una mujer florero en los adeptos a ídolos que no haga apología de la violencia religiosa.

Nos auto invitamos a un desayuno con Aloyse Sene y Clair Emile Sarr que llevan uno y dos años respectivamente en la paroise. Conversación sobre tolerancia, solidaridad, intervención social. El enunciado más lucido que sale es el de Clair Emile, supera los nuestros: la ayuda crea dependientes. No hay que venir a ayudar con programas predecididos sino participar con proyectos autogenerados in situ. El dia antes había pensado en otro cartel para nuestra pizarra vacante: la solidaridad es un gesto de fraternidad que puede llegar a crear dependencia, por no decir que crea directamente inadaptados. Por ellos sabemos que sus ingresos son de los donativos de la feligresía apoyados con la recolecta de otras meses de otras iglesias mas favorecidas.
Con el vicarie, François Gomis (su apellido lo hemos conocido en España con un nombre destacado dentro del cristianismo militante al que escuché en una de sus conferencias y coincidí en su sede en alguna otra ocasión y nos dice que es de origen guineano, de Bissau, con lo que posiblemente viene de Portugal) también compartimos la mesa pero no habla ni nos dirigimos a él. Posteriormente nos disculpamos por esa exclusión diciéndole que nos parece una persona muy venerable y que lástima de falta de tiempo por no poder hablar más con él. Nos responde que vale y como tantas veces en los africanos con una sonrisa diáfana.
Terminado nuestro rato de trabajo diario, que para algunos conocidos en España significa dejar de vivir (tomad nota: hay que vivir más y escribir menos me notifican por email. ¿lo cualo? Repítamelo vd. despacio por favor) retomamos la carretera menos agujereada pero suficientemente desagradable. La falta de potencia de motor es evidente y en Kaolack decidimos buscar un mecánico. Preguntamos al guarda del hotel Paris que nos acompaña a uno que conoce al final de la misma calle junto a la puerta del Puerto Comercial. Antes de poder hacerlo se pelea con otro que se mete por medio que quiere llevarnos a otro mecánico que comparte explanada con el anterior. Antes de confiarle nuestro motor atiendo a sus explicaciones. A diferencia del último que vino a visitarnos en el alojamiento de Tamba éste parece que entiende más del asunto. Me pregunta si he cambiado el filtro de aceite y el de gasoil. Sospecho que no. Decidimos cambiar el de gasoil –del cual trajimos un recambio- sin asegurarme que eso resuelva a avería puesto que puede ser de la bomba de inyección a lo cual habría que repararse en Dakar a donde nos dirigíamos por este asunto. Pactamos un precio a priori (5000 cefas) y como mucho media hora después ya lo ha cambiado. Damos una vuelta juntos por el barrio e inmediatamente compruebo que la potencia y el sonido de motor han vuelto a los que le son propios. La luz roja del icono de alarma ya no se enciende. Mientras dura la operación hemos desplegado la mesa, las butacas y se ha organizado espontáneamente la tertulia entorno nuestro: emigración suicida, importación de vehículos usados, religiosidad y el valor de la cola para la potencia sexual, de la que compramos tres unidades, dos para ellas (Vic) y una para él.(Jes). Rueda de presentaciones y amigos para siempre. Mendo Diallo, Mendo de Mendoza un seudónimo que le puso su hermano mayor Gormi Diallo. Mendo ha sido el mecánico y le prometo que lo mencionaré en el blog por su honestidad. Amath, el más polémico, nos acompaña hasta casa de un imam al expresarle nuestro interés en hablar directamente con alguno. También nos enseña su restaurant que lleva su esposa junto a una gasolinera con una colección de chicos transportistas con carros de dos ruedas donde en concubinato de siesta las dos empleadas, la esposa y otra mujer están echadas en el suelo sin ningún cliente en el local y ninguna mesa puesta. A continuación nos enseña donde está la ubicación de la maison des oeuvres donde el fallecimiento de hace dos días de uno de los curas en accidente de tráfico a causa de la ultima tormenta nos desaconseja pedir alojamiento y lo hacemos enfrente, en uno de los recintos de Caritas donde el tipo encargado quiere cobrarnos una suma desorbitada por ubicar la furgo en su explanada desprovista del menor consuelo: ni sombra ni limpieza. Este mismo individuo nos acompaña hasta la sede principal de Caritas al pedirle que estamos interesados en conocer su programa de solidaridad local. Una vez aquí comienza un curioso intercambio de frases que hasta este momento no nos había sucedido en parte alguna. Una especie de secretario Michel x.Sene nos envía a su director Dominicque Sene. El primero se deshace de nosotros diciendo que sus opiniones pueden incurrir en contradicción con las de su director al cual nos delega. El segundo dice mas o menos algo parecido hablando de que el no puede hablar por él en cuanto a que forma parte de una estructura y que debemos ir a Dakar a hablar con no se quien para hablar del tema. Con este segundo, nos metemos en una meta conversación de esas en que la totalidad de ella es sobre la conveniencia de pasar a la conversación que le planteamos sobre la solidaridad en concreto. Tanto al anterior como a este le decimos que estamos en curso de escribir este libro de nuestro recorrido africano pero que no somos periodistas. Aun así en la llamada del primero al segundo nos presenta como periodistas. Lapsus que pone al descubierto a la defensiva en la que están. No trato de caer bien ni hacerme amigo del tipo parapetado en su despacho con una postura física refractaria desde el principio y que un rato despues me despido de él como homme caché. Cuando resulta evidente que no quiere comentar nada del trabajo de la organización por temor a que su nombre quede involucrado (por cierto el apellido no quiere darlo, lo hemos de buscar en internet para asegurarlo) le digo que estamos metidos en una conversación estúpida porque estamos conversando acerca de si conversar sobre el tema que nos trae es apropiado o no. Lo reto a que se vea con nosotros fuera de su despacho en el Hotel Paris como cuartel donde vamos a pasar la tarde pero evidentemente no viene. No es un problema de alguien victima de su rol como pretende decirnos sino víctima de si mismo, vacío de valor al no tener opiniones propias: la tristeza del ser humano en grado sumo con la que tantos veces nos hemos encontrado en el viejo mundo. Caritas no es cualquier cosa, es una de las organizaciones más veteranas dedicadas a la solidaridad. Hace algunas décadas ya tuve oportunidad de hacer un estudio de ella en Tenerife. La conclusión a la que llegué no fue nada empática: la pobreza genera riqueza. Es decir la pobreza de la que se ocupaba le generaba unos dividendos suntuosos. Algo que guarda un cierto paralelismo con el análisis que tenemos en curso sobre las oenegés que con el pretexto de la pobreza de la que se ocupan se perpetúan a si mismas como trust tácito que se reparten el campo de la solidaridad como mercado muy lucrativo. Todo encaja. Para un profesional con los esquemas de la estructura organizativa enmarcados en la pared del segundo despacho en el que estuvimos alguien que pregunta puede ser un inconveniente. Las preguntas clave siempre ponen en aprietos. Nos vino a decir que no nos conocía y que podíamos ser efectivamente periodistas. Le conté lo que sé, más bien poco, del periodismo de investigación que han pasado freelances y otros tratando de investigar temas tan ilegales, como clínicas de estética sin cirujanos acreditados, narcotráfico, prostitución de las mujeres del Este, prostitución infantil y temas parecidos a los que acuden a las entrevistas con la cámara oculta para encontrarse con respuestas elusivas de gente que tiene cosas que esconder. Cuando alguien te dice que no puede opinar por cuenta propia porque forma parte de una estructura (¿es que hay alguien que no forme parte de alguna?) o bien tiene algo que esconder o tiene mucho miedo. Eso es lo que le dije a ese tal Dominique. Hay una tercera razón que se denomina con una palabra que me callo pero que se puede deducir fácilmente. ¡Pero bueno! ¿Hasta qué extremos hemos llegado? Mientras por la mañana hablábamos con otro Sene, Aloyse, explicito y formado (estuvo 4 años estudiando en el Vaticano elegido por el obispo de la diócesis y hace un año que ha regresado) con capacidad de emitir ideas propias, por la tarde nos encontramos con gente del mismo apellido, Michel es su primo, pero no del mismo registro mental. Eso es lo que daña al catolicismo. Externamente la sede de Caritas da la sensación de ser una empresa potente. El patio lleno de 4x4, un almacén con recibo reciente de cajas de medicamentos y personal administrativo. Solo falla una cosa: la capacidad para la comunicación. La visita no fue infructuosa: D.Sene nos dio mas información de la práctica solidaria no hablando ni mu de ella que haciéndolo, su propia persona y su cripticidad ponen en evidencia que el negocio de la solidaridad tiene bastantes trapos sucios. Si no los tiene ¿por que tener miedo a opinar? Un dato mas, antes de entrar en su despacho ya tenia la posición tomada dada su frialdad en el recibimiento a juzgar por su postura física y su no invitación a que nos sentáramos. El tipo que nos acompañó hasta el antes de terminar la conversación y viendo la dureza de los términos empezó a tocarme como dándome prisas para que nos levantáramos y nos fuéramos como cualquier otro tipo. Le tuve que recordar que en África tocar a alguien esta prohibido por ley y que por eso se va a la cárcel. Solo un ejercicio escénico, nada más, No sabes lo bien que te quedas al decir a un insuficiente que lo es y además decírselo a la cara sabiendo que lo reconoce.
Después de la anécdota pasamos por la Gare Routiere, una explanada con camionetas de pasajeros y taxis, donde nada llegar de distintos puntos de ella vinieron a rodearnos muchachos a la espera de cazar algo, atosigándonos con sus preguntas. Escena típica: preguntas a uno sobre algo que al contestártelo vienen otros que se ponen por medio para preguntarte lo que quieres saber ninguneando y tapando al anterior. ¡Viva Africa y su solidaridad y respeto interiores! Luego nos hemos refugiado en el restaurante del hotel con cobertura wifi razón por la que nos hemos quedado a pesar de los precios mas caros que en un hotel similar en el Paris capital, La experiencia del contacto con Caritas ha recargado nuestra ametralladora anecdótica. Antes pasamos un momento por l ‘ Aliance culturel franco-senegalais para pedir usar su patio para esa noche.
El patio está con varias mesas y la barra de sobre todo hombres bebiendo cervezas. Hasta la 1 de la madrugada no metimos la furgo en el patio dada la clientela en activo que ocupa las mesas. Jean, el barman, dio instrucciones al guarda nocturno, totalmente bolinga, que se había molestado por no ser avisado de nuestra presencia. Siempre que un eslabón de poder se salta y no es tenido en cuenta, por ínfimo que sea, se crean problemas. Este mismo tipo nos pidió dinero por el alojamiento pero nos los
sacamos de encima sin enfurecerlo más de lo que está. Nos acostamos antes de que se vayan todos los clientes. A la mañana siguiente el guardia de día, Mussa Colli, que es quien me había propuesto dormir en el interior y me presentó al barman, me presenta a Pierre, el director, al que le notificó nuestra presencia. ¿cómo puede ser tan distinto un guarda de otro? En todo caso es la primera vez que encontramos uno malcarado como el nocturno. Todos los guardas que venimos conociendo en África, y no son pocos, son gente muy atenta y cordial. Sé que en una historia de vida no toda la gente que te viene dada es lo mejor que puedes esperar. Hay lo que hay, una de cal y otra de arena. Mi amor a la numerología no llega a tanto para comparar la cantidad de los unos y la cantidad de los otros, lo que sí sé es que prácticamente cada día puedes tener muestras en directo de personas-personas y otras que les sobra tal denominación.
Para intentar paliar de alguna manera nuestra ignorancia con el islamismo desde el punto de vista de lo que hacen sus profesionales, el mundo de los imames, nos entrevistamos con uno de ellos Souley Mame Kane acompañados por Amath Gueye que nos hace deenñace y traductor. El imam nos dice de entrada que todo lo que sucede en el mundo: catástrofes, bloqueos alimentarios, hambrunas enfermedades forman parte del programa de Allah. Vale. El hombre entiende nuestro francés, o eso nos parece, pero no contesta directamente a las preguntas y su mirada es para el traductor y no para nosotros. En su patio una escuela coránica. Niños memorizando las páginas del Corán. Tras una escasa media hora en la que no sacamos mucho en claro pensamos en una reunión de imames para la cual nos piden que en cierta forma la paguemos ya que viven al día a dia y el tiempo que lo pasen en una reunión lo dejan de buscar comida. Quiero saber hasta donde puede llegar el precio de una reunión pero no hay manera. Claro que quien paga exige y puestos a pagar una reunión debería ser para conseguir resultados comunicativos determinamos a parte de que se nos diga todo lo que existe depende de Allah y ellos siguen su voluntad. Al lado de la pequeña habitación recibidor sin luz natural en la que hablamos está una mujer de la familia del imam con la que probablemente habríamos conseguido más información del rol real de la vida del imam. Lo mas claro que podemos sacar es que hay un reconocimiento de los malos marabús por lo que hace a la explotación infantil pero ahí queda la cosa. Nos vamos intrigados sobre el tema de la famosa colaboración a la que están abiertos los católicos con los musulmanes y la afirmación transafricana de que se llevan muy bien. ¿Pero los imames a parte de la plegaria crean proyectos concretos? Si hablar con un oficiante católico ya supone hacer una excursión a un campo mental muy lejano al nuestro hacerlo con un imam parece entrar en una cabina del túnel de tiempo y saltar al año 1100.
Nuestros límites también son esos: la dificultad que tenemos en ponernos en la piel de gente tan religiosa pero dentro de entornos tan miserables en el trato humano. No, no somos tan empáticos como para entenderlo todo y sintonizar con todo el mundo. La tolerancia es un arma de doble filo. Termina por volverse en contra de los tolerantes cuando los tolerados salen de caza.

Vic y yo atravesamos momentos duros de comprensión de nuestra propia experiencia viajera y de la manera distinta de interpretar lo que nos vamos encontrando. Nuestras diferencias nos enriquecen pero también nos erosionan. No nos hemos traído el manual de la perfecta pareja (alguno debe haber con éste título) para consultarlo en caso de urgencia. Nuestros caracteres son muy fuertes. Ninguno de los dos cede en determinados momentos. A veces me hace vocero de un discurso lesivo del que estoy en contra. Reivindico el mon cheri/e a cada rato de los Spaak. ¿Qué importa como sea el entorno o la coordenada doméstica si una pareja se lleva bien? Varias veces la lentitud me supera y mi radicalidad desborda mi perímetro. La silla de ruedas que se ha convertido en una constante en el salón de la furgo y las muletas están siempre en todas partes. Su docena o más de bolsas, en las que si bien lo encuentra todo, me las encuentro en medio y me enervan. Me revelo contra los límites que mi inconsciente piensa que ella los agrava. Viajar con una silla de ruedas no es tan feliz como puede hacer pensar la expresión de ir sobre ruedas. Las nuestras, tanto las de la furgo como las de la silla nos atan a una especie de piedra de molino. Nada que no podamos encajar.
Mientras nosotros nos peleamos por el modo con que vamos siguiendo nuestro itinerario y tratando de encajar el sentido longitudinal de todas nuestras anécdotas y encuentros, mucha gente de estas latitudes que van de ilegales a España jugándose la vida en la mar siguen poniendo en discusión no solo las diplomacias que no funcionan suficientemente entre los países implicados sino la incapacidad de los protagonistas para repensar Europa como falacia además del fracaso de la comunicación en entender la dimensión de la realidad y de la tragedia. Los lugareños nos dicen que muchos jóvenes deciden embarcarse sin notificarlo a sus familias que se enteran cuando ya se han ido. Mientras tanto el gobierno español quiere contratar el asunto ofreciendo dos o tres mil contratos de trabajo a senegales.
Senegal es distinto: encontramos más música en la calle, más fiesta. Hay grafitis en las paredes e incluso, en el colmo ya de las diferencias, han desaparecido los bidones de las carreteras, claro que carreteras en el sentido que le damos a esta palabra no se puede decir que las haya, pero al menos los tipos de gorra de plato no tienen la categoría de bidoplastas. Nos está gustando lo que vemos del país y su gente aunque Lonley Planet afirma que es poco comunicativa (¿qué criterios sigue un redactor de guías de viajeros para hacer ese tipo de afirmación?). Nuestro cartel de tiza que relaciona solidaridad con dependencia ya ha provocado las primeras conversaciones. Parece que lentamente la dignidad autónoma es restaurada lo que no quita que instalaciones funcionales como la de la Aliance aquí o radios rurales como la Koumpentoum dependan directamente del dinero francés.
Queremos burlarnos de nuestros propios límites pensando que podemos sacar los jugos especiales de este viaje que nos nutran mas allá de cada circunstancia geográfica en los que los encontramos. Lástima que haya limites que no dependan de voluntades subjetivas, afanes de superación o chisteras de mago sino que nos clavan a verdades inamovibles sobre lo que somos y en lo que nos podemos seguir desarrollando o extendiendo. Pasados unos meses volveremos a territorio español y muy probablemente nos quedaremos con la nostalgia de volver a África y seguir otros recorridos. África una encrucijada con el rechazo a multitud de formas y maneras tradicionales y un amor extremo por un tipo de humanidad desaparecida en otros continentes.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Victoria y Jesús. Me ha costado mucho saber utilizar un blog, pero os he ido leyendo y ahora estoy preocupada porque hace días que no se actualiza. Espero que estéis bien. Yo me voy todo el agosto de vacaciones. No sé si podré seguiros pero sea como sea mucha suerte y un abrazo muy fuerte

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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