Patio de los Spaak
Doutchi 27 mayo 2008
Sigue el cómic: el guarda y vecinos de la oficina de Caritas Development me indican que hay una espina clavada en el neumático de la furgo, un simple palillo, Al parecer hay muchos pinchazos debidos a eso. Al cambiar el neumático olvido poner una plancha de madera debajo del gato y cuando tengo la furgo levantada el suelo cede y el gato se hunde hasta unos 12 cms. La furgo ruge, afortunadamente el disco de la rueda no toca el suelo. A priori he considerado todo ese cromo pero la descarto. No, no es posible, me digo, el suelo parece seguro. Me valgo de un segundo gato, del Toyota break de Genoviève, para relevantarlo. Tras cambiar la rueda el volante vuelve a expresar una oscilación, no tan exagerada como los impulsos que iban tirando a un lado en Togo pero suficientemente advertibles. La rueda esta desequilibrada. El paso siguiente para la reparación del neumático tiene su propio gimkhama. Encontrar un taller de reparación no es tan sencillo. Vulcanizadores hay un montón, en todas partes se ven lugarcitos con columnas de neumáticos anunciándose. No conocen el nuevo tipo de neumáticos sin cámara interior o no los reparan desde el exterior de la cubierta sin desmontarla. Trato de repararlo yo con el kit de reparación que trajimos para esta eventualidad ayudándome del compresor de uno de los puntos de reparación que nos presenta Genoviève que es donde arregla sus pinchazos. He visto hacerlo un par de veces pero no me acuerdo muy bien como se hace. Lo intento ante una platea a rebosar de espectadores advirtiéndoles que es la primera vez que lo hago y que no tengo mucha idea. Sigo más o menos las instrucciones en inglés de la cajita tras rascar el adhesivo del precio que las tapa pero en alguna fase me equivoco y sigue habiendo una pequeña pérdida de aire. No intento arreglarlo para no hacer más estropicios. Cuando al fin encuentro un establecimiento de neumáticos en la rue de la Mairie llevado por un libanés me dice que solo trabaja con las marcas de neumáticos que él vende pero que en mi caso hará una excepción al preguntarme para que ONG colaboro y contestarle, le miento, que estoy con Caritas Development. Tratan de arreglarlo haciendo lo mismo que yo hice pero sigue habiendo una pequeña pérdida. Desmontan la cubierta y la llevan a arreglar con calor en otra parte. Finalmente solo me hacen pagar esa segunda parte. Me devuelven el neumático tras reequilibrarlo. Asisto a la operación.
Mientras dura todo esto me acerco hasta el gran carrefour delante de la Asamblea Nacional que está tomada por una concentración de protesta. La manifestación esta autorizada pero todas las calles tienen hileras de policías con las porras en la mano. Por la megafonía las voces de siempre gritando los gritos de siempre en todos los lugares del mundo. Un tipo se me acerca diciendo que me conoce de no se qué y me pide dinero que me devolverá despues, para reparar su moto. Le digo que se ha equivocado de persona y que en todo caso no se lo presto. Se enfada.
Las anécdotas son constantes. Superan la velocidad de relato. Una buena parte se quedan sin ser transcritas. El otro día al paso por delante del Hotel Términus salió de ahí alguien que trabaja con una moto conducida por otro para alcanzarnos y preguntarnos si vendíamos nuestro coche. En otra ocasión en una de las grandes calles, nos alcanzó otra moto con otros dos hombres a la altura de un semáforo para preguntarnos por cuanto la vendíamos. En esta ocasión respondí: 20millones.La cifra los ahuyentó. No hay día que al pasar con nuestro vehículo no oigamos algún grito para llamarnos la atención. En el caso de los dos motoristas del semáforo se extrañaron que no nos hubiéramos detenido ante el suyo. La visión africana del trato de los asuntos sigue sorprendiéndonos. Si pides algo a alguien antes de responderte si lo tiene te pregunta cuántos quieres. O bien va a buscar a otro establecimiento algo que supone que es lo que tú quieres. Otra curiosidad antropológica es cuando preguntas por un sitio o una calle. En lugar de darte las indicaciones inmediatas de cómo llegar se demoran un rato. La cosa va mas o menos así: Oú est x? –N’ est pas là. –Oui, je sais, que es qu’ il faut faire por hi aller? –Vous voulez hi aller? –Oui (dices sin añadir, ¿porque crees que me he detenido y te estoy preguntando?). Es entonces y solo entonces a la tercera pregunta que el aludido responde. A veces no, solo dice que esta lejos y que no sabe. En otras ocasiones haces una pregunta y te responden algo que no tiene que ver con lo esperado diciéndote el consabido pas de probleme. En el estacionamiento del Centre Culturel Français de Niamey donde fuimos a reunirnos con el hombre blanco (la florinata blanca) para ver una representación de una obra de Oscar Wilde, al preguntarles a los guardeses del parking si eran dos los guardianes, contestó con el “pas de probleme”. Un francés blanco que oyó la respuesta intervino, un tanto rebotado por haber sido sometido a esta respuesta durante más veces probablemente que nosotros, explicándoles que eso no respondía a la pregunta. Posiblemente en zarmá o haousa las cosas son distintas y nos colmarían con toda clase de detalles. A diferencia de los Spaak que hablan la lengua local nosotros nos mantenemos como podemos con nuestro francés todavía torpe.
Tuvimos nuestro bautismo de agua en Niamey. Una impresionante tromba de agua con un impresionante rugido de viento antes. Aguantamos el aguacero desde el bureau de Genoviève. Decidimos pasar la noche allí metiendo el vehículo dentro del pequeño cobertizo y no arriesgarnos a ir de noche hasta Goudel. En menos de 15 minutos la tarde dejó de ser tarde para ser noche cerrada. Los árboles se doblaban y la calle se convirtió en un rio. Mientras duró la tromba con la luz cortada jugamos nuestra partida de ajedrez a la luz de las velas, Cuando amainó un poco preparé la cena. Invitamos a Noël el guarda de noche. Genovieve y Guilén adivinaron que nos habíamos quedado en el despacho. Al día siguiente salvo algunos charcos y algunos postes tumbados la vida continuó como cada día sin mayores detalles que reseñar. Ese tipo de descarga es más propia de julio. Este año se ha anticipado. Veremos que pasará ahora con los mosquitos. Durante las dos últimas semanas nuestras noches han estado a salvo de ellos. Las guías que dicen que toda la zona adyacente al cauce del Níger es zona de mosquitos tienen que revisar la afirmación con respecto a Niamey.
Recorrí los establecimientos importantes del centro de la ciudad para tratar de conseguir un tensor, de los que se usan para cables de acero. He pensado que puede ser una solución provisional para el mecano que falla de Vic. Si bien he encontrado el modelo no he conseguido el tamaño. Los establecimientos están vacios de clientes. Venden productos de importación que vienen de Europa con precios más altos que allá.
Subo a la oficina del BIA (Banque Internacional Africane) para sacar dinero de la tarjeta visa. Piden una comisión fija de 10mil cefas a parte del porcentaje por sacar dinero en un país extranjero. Lo desestimo para ir al Banque Atlantique donde solo acepta la máster card. Desde hace décadas venimos encontrándonos que ahí donde falla la Visa es aceptada la Master Card. Para nuestro horror la mayoría de tarjetas que tenemos son Visas. Somos bastante estúpidos.
Delante del edificio el mismo tipo que vi 4 meses atrás estaba de verborràgico sigue con su discurso desgañitante. Admiro su poderosa voz. Anda perfectamente vestido y con un pliego de papeles en la mano. Pregunto a uno de los vendedores de cds de enfrente al que le he comprado uno para tratar de averiguar algo del personaje. Il est fou, es todo lo que podemos sacar. El loco verborrágico es el alter ego de la sociedad. Cada gran ciudad que se precie tiene el suyo, al menos uno. Es un tipo que trabaja a fondo perdido. Suele ser territorial y monodiscusrivo. Le da por hablar de todo o de nada, suele estar especializado sin embargo en una historia que explica incoherentemente aunque con frases entendibles. A ratos parece que te mira, pero no, simplemente pasea y baña con sus ojazos todo lo que le entre en el campo visual. Cuando te cruzas con él, puede tomarte por el responsable de no se que asunto al que le dirige su petición de no sabes que cosa. Lo intrigante del loco es cuando anda bien vestido, tiene su cuartel de apoyo detrás, una familia que le espera y que se asegura que ande aseado y aparente, cuando pone la mirada con porte de general y cuando se expresa en varios idiomas. No es pues siempre un indigente `pidiendo, con el do de su pecho, una sepultura digna. Es difícil conocérsele la historia. Es posible que los familiares al principio lo saquen de la calle para devolverlo a la casa pero un dia u otro deciden que es mejor dejarle que salga que tenerlo que aguantar cada día. No deja de ser una forma espontanea de socializar su síntoma. Un día aparece y se incrusta en la escena. El resto del personal fijo lo fagocita y acepta como el nuevo inquilino espacial. Una calle principal tiene su ajetreo: puestos ambulantes de venta, comercios con escaparates, guardias de seguridad, viandantes, talleres, gente que construye o reconstruye un edificio, taxis y coches que pasan y pitan, y –como el caso que nos ocupa- un loco de los de verdad que no para de hablar aunque nadie se pare a escuchar. Lo curioso de ese prototipo de loco es que habla para un público. Durante la noche no está, cuando no hay nadie, tampoco. Aparentemente habla para si mismo pero no, comunica su protesta al mundo aunque él mismo no sepa qué caray está haciendo ni tenga controles para dejar de hacerlo.
A la mañana siguiente Bob, el jardinero de los Spaak, no falta a su cita con el riego y aunque no lo riega todo, echa agua donde la noche anterior ha descargado una inmensa cantidad de litros por metro cuadrado. Nuestra ropa que había estado tendida en un pequeño patio interior Renn la vuelve a lavar porque el viento y el polvo la ensuciaron de nuevo. Llegar hasta este pequeño patio de sol o secadero guiado por Bob me lleva por algunas interioridades de la… ¿casa-choza, dije? Recuerdo algunos squatts visitados o habitados bastante mejores que este lugar. Luego redondeando el perímetro por fuera advierto que el solar no está tan mal, unos cien metros cuadrados. Es una casa grande de planta baja con los cantos de las gruesas paredes a un estilo que podría recordar el ibicenco si su blanco fuera repintado y las vigas cascadas de origen fueran disimuladas, Bob se mueve por la casa como si fuera la suya, cuando los Spaak van a Europa él se queda a vivir en ella para custodiarla. En la excursión de interioridades me vienen imágenes de El silencio de los Corderos y de otras películas de ese género fílmico en las escenas en que la policía al final descubre el laboratorio de cadáveres del psicópata que quiere atrapar. Estoy seguro que bajo una tonelada de polvo (varias paredes están perforadas y es inevitable que entre) rezuma el saber añejo de los sabios alquímicos que junto a su calavera de escritorio como sujetapapeles podían disertar sobre el alfa y omega de la existencia. Tanto Genoviève como Guilen son entrañables. Despues de dos semanas de vivir con ellos, de tener su total confianza, sus puertas abiertas, compartir sus mesas y sus conversaciones no solo estamos agradecidos sino que los admiramos por su implicación en este ambiente de vida tan distinto al europeo. No sabemos si su intervención en el campo educativo, él, y en el campo de la educación de la no-violencia activa y resolución de conflictos, ella, tiene saldos objetivos considerables. Lo cierto es que su dedicación abnegada cumpliendo pulcramente con sus horarios de trabajo es para decir chapeau a pesar de que él trabaja sin cobrar (no lo necesita, ya tiene una buena pensión y el trabajo puede servirle como gimnasia neuronal para retrasar su parkinson) y ella por un sueldo insuficiente dentro de una ONG con poca entente con la dirección y con escasa actividad los días que hemos ido. Es la primera vez que convivimos con gente de recursos no precisamente altos que tiene empleados domésticos fijos que vienen diariamente a ocuparse del jardín y de la casa.Nuestro cariño por ellos irá mas allá de los capítulos en los que son mencionados en nuestro viaje existencial.
Tras el ritual del desayuno con té y la ducha ronda de despedidas con Hadjo, Renn y Bob, también del guarda del vecino que alguna tarde a nuestra vuelta al barrio dejaba su puesto levantándose del suelo para venir a abrir nuestra puerta. Tomamoa la carretera del aeropuerto y después la de Dosso. Nos detenemos en Birni en la sombra ante la pequeña biblioteca. Una mujer phel le pide al que debe ser su hijo que me muestre las clapas de pelo que le caen de su cabeza. Es una constante que los enfermos en la calle nos consulten por sus dolencias. No es que piensen que todos los blancos seamos médicos pero sí que tenemos mayores accesos a la medicina que ellos. Mientras hacemos vida domestica en nuestra mesita: Vic de costurera y yo empapelándome, un monton de niños tranquilos va creciendo, curioseando. En realidad no nos molestan. Un adulto que pasa les explica que nos dejen en paz, esa es otra escena recurrente. A partir de cierto momento en que sí nos molestan especialmente uno o dos que no para de repetir la palabra superelegida en francés me levanto apra llamarle la atención y genero una desbvandada, el grupo no vuelve a formarse. Antes he tenido que marcar una línea en el suelo valiéndome de los bastones de Vic para que mantuvieran la distancia. La biblioteca abre y nosotros empleamos un par de horas dentro leyendo periódicos y escribiendo. Una placa de cobre en el exterior dice que ha sido construida con la colaboración de los USA (el edificio nos dice el bibliotecario) y Francia (el interior y los libros nos dice el mismo informador). Para nuestra sorpresa el silencio es total y su uso también.
Terminamos de llegar a Dosso, donde tras conocer el padre Andrea Tenca,de la Lombardía, insiste en que usemos una habitación en lugar de dormir en el patio de la iglesia. Para ir de la parroquia a su casa hay que pasar por una vaguada y una zona de arena donde embarrancamos. Él toma el volante: la rueda de la derecha patina y desprende el olor de caucho quemado. Uso la pala plegable por primera vez. Saco el vehiculo en marcha atrás antes de que el guardés llegue a nosotros con una pala mayor. Llego al recinto usando otra via que parece que tiene el suelo más compacto. Andrea también comparte su mesa con nosotros y a la mañana siguiente nos reunimos en la misma mesa para el desayuno. Nos proporciona información sobre la cultura nigeriana. Níger, a diferencia de otros países, la estructura jerárquica de los pueblos es respetada y usada por la estructura de estado. Existe una loi de la chefferie que estos días precisamente está en revisión. También nos actualiza sobre los datos del exiguo peso del cristianismo en sus distintas confesiones en la zona. Junto a la parroquia hay un cementerio de cruces latinas que lleva mas tiempo que la iglesia. Por su iniciativa llama a la misión católica de Dogon Doutchi donde nos esperan por la noche para cenar.
Por la mañana nos quedamos un rato a trabajar en la mesa comedor mientras él recibe sus citas de ese día en el porche. Enfrente una cama hecha con branquillones trenzados tal como los trabajan los burkinabé es la que usa para enfrentar las noches de calor. Antes de dejar Dosso visitamos el museo local. Su director habla italiano. Hizo sus estudios en Roma. En el local hay un artesano que trabaja el telar clásico con una piedra pesada al final de toda la urdimbre estirada en lugar de un tambor y con un ancho de unos 13cms. La forma de tejer es haciendo grandes tiras que luego ensamblan entre ellas. No podemos resistirnos ante el colorido de las telas. Elegimos uno con predominio de los amarillos y pagamos prácticamente el precio que nos piden. 50euros con un billete y 10mil cefas. Vamos de ricos aunque no tenemos la seguridad de cual va a ser el próximo cajero automático que nos permita seguir funcionando. El anterior impulso ante una oferta artesanal fue en la Capadocia el pasado verano cuando sucumbimos ante la alfombra y la historia de una anciana que nos dijo haber estado trabajando durante meses para hacerla.
Los africanos cuando llegan a un lugar en el que estás te saludan. Simplemente te saludan dándote la mano o haciendo ese gesto característico a distancia de llevarse la mano al pecho y contorneándose un poco. En la carretera los vehículos que vienen en dirección contraria ponen el intermitente que da a tu lado para que sean mejor vistos. Visten elegantemente con pantalones y camisolas anchas llenas de colores. Los trajes europeos de tergal de los despachos quedarían en ridículo para esa región del mundo y en todo caso el clima no los permite en el continente. Los niños enseguida tratan de ayudar llevándote cosas cuando te ven muy cargado o empujando la silla de Vic aunque no puedan con ella. No son siempre unos angelitos como declaró uno de los embajadores (¿embajadores?) de la Unicef, así definidos por el autor de una nota periodística, Ana Duato e Imanol Arias, cuando vinieron a pasar unos días al país, pero están llenos de expectación y de interés. El problema del hombre blanco, nosotros incluidos, es que tratamos de llegar a conclusiones precipitadas sobre situaciones, costumbres y conductas que no conocemos del todo. Al hacerlo nos toca pasar por tesituras contradictorias en las que en una primera impresión afirmamos cosas que hemos de desmentir con una aproximación mas experimentada.
Pasamos por Kouré Mairoua justo a la hora de las alabanzas a alá. Es viernes. Hemos desistido de volver a Birnin Gaoure, unos kms antes de Dosso para acercarnos a Kiota uno de los sitios de peregrinación de la zona a laque viene gente de Nigeria cuya frontera está muy cerca. (toda la carretera hasta Diffa transcurre muy cerca de la línea fronteriza con Nigeria).En Mairoua no es posible conseguir una cerveza fría, tampoco una cocacola de verdad. Vic se arriesga con una limonada de polvos. Comemos arroz mezclado con haricots rojos que enriquecemos con la salsa de soja de nuestra despensa. Tomamos nota del detalle de construcción en la base de un pequeño puente para protegerlo de las trombas de agua. Construyen diques de contención con jaulas alambradas de piedras en forma de grandes bloques. Es una de las alternativas de construcción para hacer diques y suelos compactados que no se emplean a menudo y que son ideales para lugares con piedra de no muy buena calidad.
En Doutchi conocemos a Pascal, el cocinero y Nicaise, el seminarista que aun no ha sido ordenado. El titular de la parroquia está ausente. Estaban al corriente de nuestra llegada y nos acogen estupendamente. Nos prestan un bungalow con unos techos en forma de arcos. Las paredes están rebozadas con tierra. Pasamos toda la noche con un ventilador de pie de giro, casi lo prefiero al de techo. Dejamos la puerta abierta. Vic me despierta con gritos angustiosos de tono infantil. Desde el episodio del intruso desnudo algunas noches duerme inquieta y ha tenido al menos esta pesadilla. La verdad es que nuestra confianza en general sigue in crescendo. Hemos dormido con la puerta abierta de la habitación. En la primera semana de este viaje africano iba con el ordenador portátil a todas partes. Incluso me lo llevé a la sede de la embajada en Mauritania (el sitio mas kafquiano hasta ahora para diligencias burocráticas) en Rabat metido en una mochila de espalda para no dejarlo fuera en la furgo sin custodiar. Actualmente nos instalamos en cualquier parte y ya no miramos la furgo desde la buvette o el restaurant para ver si alguien trata de llevárselo o robar el interior. Ahí están que sea lo que dios quiera. ¿dios? Resulta menos agobiante prever eso a priori que estar todo el día de vigilante de la playa. La verdad es que puedo decirlo porque me consta la autovigilancia de la gente. Hay un tipo de cosas que no se tocan y en todo caso la seguridad aquí es mucho mayor que en otras partes, lo que no quita que nos quedara un cierto trauma sobre las manos largas a partir de aquella vez que en el viaje a Marruecos con nuestro coche minúsculo que compartimos con Galo y Paco, unos criajos nos robaran el estuche de documentos del coche del lateral de la puerta, en una aldea cerca e Marrakesch. Los recuperamos porque finalmente algún adulto hizo que nos los devolvieran.
Sigue el cómic: el guarda y vecinos de la oficina de Caritas Development me indican que hay una espina clavada en el neumático de la furgo, un simple palillo, Al parecer hay muchos pinchazos debidos a eso. Al cambiar el neumático olvido poner una plancha de madera debajo del gato y cuando tengo la furgo levantada el suelo cede y el gato se hunde hasta unos 12 cms. La furgo ruge, afortunadamente el disco de la rueda no toca el suelo. A priori he considerado todo ese cromo pero la descarto. No, no es posible, me digo, el suelo parece seguro. Me valgo de un segundo gato, del Toyota break de Genoviève, para relevantarlo. Tras cambiar la rueda el volante vuelve a expresar una oscilación, no tan exagerada como los impulsos que iban tirando a un lado en Togo pero suficientemente advertibles. La rueda esta desequilibrada. El paso siguiente para la reparación del neumático tiene su propio gimkhama. Encontrar un taller de reparación no es tan sencillo. Vulcanizadores hay un montón, en todas partes se ven lugarcitos con columnas de neumáticos anunciándose. No conocen el nuevo tipo de neumáticos sin cámara interior o no los reparan desde el exterior de la cubierta sin desmontarla. Trato de repararlo yo con el kit de reparación que trajimos para esta eventualidad ayudándome del compresor de uno de los puntos de reparación que nos presenta Genoviève que es donde arregla sus pinchazos. He visto hacerlo un par de veces pero no me acuerdo muy bien como se hace. Lo intento ante una platea a rebosar de espectadores advirtiéndoles que es la primera vez que lo hago y que no tengo mucha idea. Sigo más o menos las instrucciones en inglés de la cajita tras rascar el adhesivo del precio que las tapa pero en alguna fase me equivoco y sigue habiendo una pequeña pérdida de aire. No intento arreglarlo para no hacer más estropicios. Cuando al fin encuentro un establecimiento de neumáticos en la rue de la Mairie llevado por un libanés me dice que solo trabaja con las marcas de neumáticos que él vende pero que en mi caso hará una excepción al preguntarme para que ONG colaboro y contestarle, le miento, que estoy con Caritas Development. Tratan de arreglarlo haciendo lo mismo que yo hice pero sigue habiendo una pequeña pérdida. Desmontan la cubierta y la llevan a arreglar con calor en otra parte. Finalmente solo me hacen pagar esa segunda parte. Me devuelven el neumático tras reequilibrarlo. Asisto a la operación.
Mientras dura todo esto me acerco hasta el gran carrefour delante de la Asamblea Nacional que está tomada por una concentración de protesta. La manifestación esta autorizada pero todas las calles tienen hileras de policías con las porras en la mano. Por la megafonía las voces de siempre gritando los gritos de siempre en todos los lugares del mundo. Un tipo se me acerca diciendo que me conoce de no se qué y me pide dinero que me devolverá despues, para reparar su moto. Le digo que se ha equivocado de persona y que en todo caso no se lo presto. Se enfada.
Las anécdotas son constantes. Superan la velocidad de relato. Una buena parte se quedan sin ser transcritas. El otro día al paso por delante del Hotel Términus salió de ahí alguien que trabaja con una moto conducida por otro para alcanzarnos y preguntarnos si vendíamos nuestro coche. En otra ocasión en una de las grandes calles, nos alcanzó otra moto con otros dos hombres a la altura de un semáforo para preguntarnos por cuanto la vendíamos. En esta ocasión respondí: 20millones.La cifra los ahuyentó. No hay día que al pasar con nuestro vehículo no oigamos algún grito para llamarnos la atención. En el caso de los dos motoristas del semáforo se extrañaron que no nos hubiéramos detenido ante el suyo. La visión africana del trato de los asuntos sigue sorprendiéndonos. Si pides algo a alguien antes de responderte si lo tiene te pregunta cuántos quieres. O bien va a buscar a otro establecimiento algo que supone que es lo que tú quieres. Otra curiosidad antropológica es cuando preguntas por un sitio o una calle. En lugar de darte las indicaciones inmediatas de cómo llegar se demoran un rato. La cosa va mas o menos así: Oú est x? –N’ est pas là. –Oui, je sais, que es qu’ il faut faire por hi aller? –Vous voulez hi aller? –Oui (dices sin añadir, ¿porque crees que me he detenido y te estoy preguntando?). Es entonces y solo entonces a la tercera pregunta que el aludido responde. A veces no, solo dice que esta lejos y que no sabe. En otras ocasiones haces una pregunta y te responden algo que no tiene que ver con lo esperado diciéndote el consabido pas de probleme. En el estacionamiento del Centre Culturel Français de Niamey donde fuimos a reunirnos con el hombre blanco (la florinata blanca) para ver una representación de una obra de Oscar Wilde, al preguntarles a los guardeses del parking si eran dos los guardianes, contestó con el “pas de probleme”. Un francés blanco que oyó la respuesta intervino, un tanto rebotado por haber sido sometido a esta respuesta durante más veces probablemente que nosotros, explicándoles que eso no respondía a la pregunta. Posiblemente en zarmá o haousa las cosas son distintas y nos colmarían con toda clase de detalles. A diferencia de los Spaak que hablan la lengua local nosotros nos mantenemos como podemos con nuestro francés todavía torpe.
Tuvimos nuestro bautismo de agua en Niamey. Una impresionante tromba de agua con un impresionante rugido de viento antes. Aguantamos el aguacero desde el bureau de Genoviève. Decidimos pasar la noche allí metiendo el vehículo dentro del pequeño cobertizo y no arriesgarnos a ir de noche hasta Goudel. En menos de 15 minutos la tarde dejó de ser tarde para ser noche cerrada. Los árboles se doblaban y la calle se convirtió en un rio. Mientras duró la tromba con la luz cortada jugamos nuestra partida de ajedrez a la luz de las velas, Cuando amainó un poco preparé la cena. Invitamos a Noël el guarda de noche. Genovieve y Guilén adivinaron que nos habíamos quedado en el despacho. Al día siguiente salvo algunos charcos y algunos postes tumbados la vida continuó como cada día sin mayores detalles que reseñar. Ese tipo de descarga es más propia de julio. Este año se ha anticipado. Veremos que pasará ahora con los mosquitos. Durante las dos últimas semanas nuestras noches han estado a salvo de ellos. Las guías que dicen que toda la zona adyacente al cauce del Níger es zona de mosquitos tienen que revisar la afirmación con respecto a Niamey.
Recorrí los establecimientos importantes del centro de la ciudad para tratar de conseguir un tensor, de los que se usan para cables de acero. He pensado que puede ser una solución provisional para el mecano que falla de Vic. Si bien he encontrado el modelo no he conseguido el tamaño. Los establecimientos están vacios de clientes. Venden productos de importación que vienen de Europa con precios más altos que allá.
Subo a la oficina del BIA (Banque Internacional Africane) para sacar dinero de la tarjeta visa. Piden una comisión fija de 10mil cefas a parte del porcentaje por sacar dinero en un país extranjero. Lo desestimo para ir al Banque Atlantique donde solo acepta la máster card. Desde hace décadas venimos encontrándonos que ahí donde falla la Visa es aceptada la Master Card. Para nuestro horror la mayoría de tarjetas que tenemos son Visas. Somos bastante estúpidos.
Delante del edificio el mismo tipo que vi 4 meses atrás estaba de verborràgico sigue con su discurso desgañitante. Admiro su poderosa voz. Anda perfectamente vestido y con un pliego de papeles en la mano. Pregunto a uno de los vendedores de cds de enfrente al que le he comprado uno para tratar de averiguar algo del personaje. Il est fou, es todo lo que podemos sacar. El loco verborrágico es el alter ego de la sociedad. Cada gran ciudad que se precie tiene el suyo, al menos uno. Es un tipo que trabaja a fondo perdido. Suele ser territorial y monodiscusrivo. Le da por hablar de todo o de nada, suele estar especializado sin embargo en una historia que explica incoherentemente aunque con frases entendibles. A ratos parece que te mira, pero no, simplemente pasea y baña con sus ojazos todo lo que le entre en el campo visual. Cuando te cruzas con él, puede tomarte por el responsable de no se que asunto al que le dirige su petición de no sabes que cosa. Lo intrigante del loco es cuando anda bien vestido, tiene su cuartel de apoyo detrás, una familia que le espera y que se asegura que ande aseado y aparente, cuando pone la mirada con porte de general y cuando se expresa en varios idiomas. No es pues siempre un indigente `pidiendo, con el do de su pecho, una sepultura digna. Es difícil conocérsele la historia. Es posible que los familiares al principio lo saquen de la calle para devolverlo a la casa pero un dia u otro deciden que es mejor dejarle que salga que tenerlo que aguantar cada día. No deja de ser una forma espontanea de socializar su síntoma. Un día aparece y se incrusta en la escena. El resto del personal fijo lo fagocita y acepta como el nuevo inquilino espacial. Una calle principal tiene su ajetreo: puestos ambulantes de venta, comercios con escaparates, guardias de seguridad, viandantes, talleres, gente que construye o reconstruye un edificio, taxis y coches que pasan y pitan, y –como el caso que nos ocupa- un loco de los de verdad que no para de hablar aunque nadie se pare a escuchar. Lo curioso de ese prototipo de loco es que habla para un público. Durante la noche no está, cuando no hay nadie, tampoco. Aparentemente habla para si mismo pero no, comunica su protesta al mundo aunque él mismo no sepa qué caray está haciendo ni tenga controles para dejar de hacerlo.
A la mañana siguiente Bob, el jardinero de los Spaak, no falta a su cita con el riego y aunque no lo riega todo, echa agua donde la noche anterior ha descargado una inmensa cantidad de litros por metro cuadrado. Nuestra ropa que había estado tendida en un pequeño patio interior Renn la vuelve a lavar porque el viento y el polvo la ensuciaron de nuevo. Llegar hasta este pequeño patio de sol o secadero guiado por Bob me lleva por algunas interioridades de la… ¿casa-choza, dije? Recuerdo algunos squatts visitados o habitados bastante mejores que este lugar. Luego redondeando el perímetro por fuera advierto que el solar no está tan mal, unos cien metros cuadrados. Es una casa grande de planta baja con los cantos de las gruesas paredes a un estilo que podría recordar el ibicenco si su blanco fuera repintado y las vigas cascadas de origen fueran disimuladas, Bob se mueve por la casa como si fuera la suya, cuando los Spaak van a Europa él se queda a vivir en ella para custodiarla. En la excursión de interioridades me vienen imágenes de El silencio de los Corderos y de otras películas de ese género fílmico en las escenas en que la policía al final descubre el laboratorio de cadáveres del psicópata que quiere atrapar. Estoy seguro que bajo una tonelada de polvo (varias paredes están perforadas y es inevitable que entre) rezuma el saber añejo de los sabios alquímicos que junto a su calavera de escritorio como sujetapapeles podían disertar sobre el alfa y omega de la existencia. Tanto Genoviève como Guilen son entrañables. Despues de dos semanas de vivir con ellos, de tener su total confianza, sus puertas abiertas, compartir sus mesas y sus conversaciones no solo estamos agradecidos sino que los admiramos por su implicación en este ambiente de vida tan distinto al europeo. No sabemos si su intervención en el campo educativo, él, y en el campo de la educación de la no-violencia activa y resolución de conflictos, ella, tiene saldos objetivos considerables. Lo cierto es que su dedicación abnegada cumpliendo pulcramente con sus horarios de trabajo es para decir chapeau a pesar de que él trabaja sin cobrar (no lo necesita, ya tiene una buena pensión y el trabajo puede servirle como gimnasia neuronal para retrasar su parkinson) y ella por un sueldo insuficiente dentro de una ONG con poca entente con la dirección y con escasa actividad los días que hemos ido. Es la primera vez que convivimos con gente de recursos no precisamente altos que tiene empleados domésticos fijos que vienen diariamente a ocuparse del jardín y de la casa.Nuestro cariño por ellos irá mas allá de los capítulos en los que son mencionados en nuestro viaje existencial.
Tras el ritual del desayuno con té y la ducha ronda de despedidas con Hadjo, Renn y Bob, también del guarda del vecino que alguna tarde a nuestra vuelta al barrio dejaba su puesto levantándose del suelo para venir a abrir nuestra puerta. Tomamoa la carretera del aeropuerto y después la de Dosso. Nos detenemos en Birni en la sombra ante la pequeña biblioteca. Una mujer phel le pide al que debe ser su hijo que me muestre las clapas de pelo que le caen de su cabeza. Es una constante que los enfermos en la calle nos consulten por sus dolencias. No es que piensen que todos los blancos seamos médicos pero sí que tenemos mayores accesos a la medicina que ellos. Mientras hacemos vida domestica en nuestra mesita: Vic de costurera y yo empapelándome, un monton de niños tranquilos va creciendo, curioseando. En realidad no nos molestan. Un adulto que pasa les explica que nos dejen en paz, esa es otra escena recurrente. A partir de cierto momento en que sí nos molestan especialmente uno o dos que no para de repetir la palabra superelegida en francés me levanto apra llamarle la atención y genero una desbvandada, el grupo no vuelve a formarse. Antes he tenido que marcar una línea en el suelo valiéndome de los bastones de Vic para que mantuvieran la distancia. La biblioteca abre y nosotros empleamos un par de horas dentro leyendo periódicos y escribiendo. Una placa de cobre en el exterior dice que ha sido construida con la colaboración de los USA (el edificio nos dice el bibliotecario) y Francia (el interior y los libros nos dice el mismo informador). Para nuestra sorpresa el silencio es total y su uso también.
Terminamos de llegar a Dosso, donde tras conocer el padre Andrea Tenca,de la Lombardía, insiste en que usemos una habitación en lugar de dormir en el patio de la iglesia. Para ir de la parroquia a su casa hay que pasar por una vaguada y una zona de arena donde embarrancamos. Él toma el volante: la rueda de la derecha patina y desprende el olor de caucho quemado. Uso la pala plegable por primera vez. Saco el vehiculo en marcha atrás antes de que el guardés llegue a nosotros con una pala mayor. Llego al recinto usando otra via que parece que tiene el suelo más compacto. Andrea también comparte su mesa con nosotros y a la mañana siguiente nos reunimos en la misma mesa para el desayuno. Nos proporciona información sobre la cultura nigeriana. Níger, a diferencia de otros países, la estructura jerárquica de los pueblos es respetada y usada por la estructura de estado. Existe una loi de la chefferie que estos días precisamente está en revisión. También nos actualiza sobre los datos del exiguo peso del cristianismo en sus distintas confesiones en la zona. Junto a la parroquia hay un cementerio de cruces latinas que lleva mas tiempo que la iglesia. Por su iniciativa llama a la misión católica de Dogon Doutchi donde nos esperan por la noche para cenar.
Por la mañana nos quedamos un rato a trabajar en la mesa comedor mientras él recibe sus citas de ese día en el porche. Enfrente una cama hecha con branquillones trenzados tal como los trabajan los burkinabé es la que usa para enfrentar las noches de calor. Antes de dejar Dosso visitamos el museo local. Su director habla italiano. Hizo sus estudios en Roma. En el local hay un artesano que trabaja el telar clásico con una piedra pesada al final de toda la urdimbre estirada en lugar de un tambor y con un ancho de unos 13cms. La forma de tejer es haciendo grandes tiras que luego ensamblan entre ellas. No podemos resistirnos ante el colorido de las telas. Elegimos uno con predominio de los amarillos y pagamos prácticamente el precio que nos piden. 50euros con un billete y 10mil cefas. Vamos de ricos aunque no tenemos la seguridad de cual va a ser el próximo cajero automático que nos permita seguir funcionando. El anterior impulso ante una oferta artesanal fue en la Capadocia el pasado verano cuando sucumbimos ante la alfombra y la historia de una anciana que nos dijo haber estado trabajando durante meses para hacerla.
Los africanos cuando llegan a un lugar en el que estás te saludan. Simplemente te saludan dándote la mano o haciendo ese gesto característico a distancia de llevarse la mano al pecho y contorneándose un poco. En la carretera los vehículos que vienen en dirección contraria ponen el intermitente que da a tu lado para que sean mejor vistos. Visten elegantemente con pantalones y camisolas anchas llenas de colores. Los trajes europeos de tergal de los despachos quedarían en ridículo para esa región del mundo y en todo caso el clima no los permite en el continente. Los niños enseguida tratan de ayudar llevándote cosas cuando te ven muy cargado o empujando la silla de Vic aunque no puedan con ella. No son siempre unos angelitos como declaró uno de los embajadores (¿embajadores?) de la Unicef, así definidos por el autor de una nota periodística, Ana Duato e Imanol Arias, cuando vinieron a pasar unos días al país, pero están llenos de expectación y de interés. El problema del hombre blanco, nosotros incluidos, es que tratamos de llegar a conclusiones precipitadas sobre situaciones, costumbres y conductas que no conocemos del todo. Al hacerlo nos toca pasar por tesituras contradictorias en las que en una primera impresión afirmamos cosas que hemos de desmentir con una aproximación mas experimentada.
Pasamos por Kouré Mairoua justo a la hora de las alabanzas a alá. Es viernes. Hemos desistido de volver a Birnin Gaoure, unos kms antes de Dosso para acercarnos a Kiota uno de los sitios de peregrinación de la zona a laque viene gente de Nigeria cuya frontera está muy cerca. (toda la carretera hasta Diffa transcurre muy cerca de la línea fronteriza con Nigeria).En Mairoua no es posible conseguir una cerveza fría, tampoco una cocacola de verdad. Vic se arriesga con una limonada de polvos. Comemos arroz mezclado con haricots rojos que enriquecemos con la salsa de soja de nuestra despensa. Tomamos nota del detalle de construcción en la base de un pequeño puente para protegerlo de las trombas de agua. Construyen diques de contención con jaulas alambradas de piedras en forma de grandes bloques. Es una de las alternativas de construcción para hacer diques y suelos compactados que no se emplean a menudo y que son ideales para lugares con piedra de no muy buena calidad.
En Doutchi conocemos a Pascal, el cocinero y Nicaise, el seminarista que aun no ha sido ordenado. El titular de la parroquia está ausente. Estaban al corriente de nuestra llegada y nos acogen estupendamente. Nos prestan un bungalow con unos techos en forma de arcos. Las paredes están rebozadas con tierra. Pasamos toda la noche con un ventilador de pie de giro, casi lo prefiero al de techo. Dejamos la puerta abierta. Vic me despierta con gritos angustiosos de tono infantil. Desde el episodio del intruso desnudo algunas noches duerme inquieta y ha tenido al menos esta pesadilla. La verdad es que nuestra confianza en general sigue in crescendo. Hemos dormido con la puerta abierta de la habitación. En la primera semana de este viaje africano iba con el ordenador portátil a todas partes. Incluso me lo llevé a la sede de la embajada en Mauritania (el sitio mas kafquiano hasta ahora para diligencias burocráticas) en Rabat metido en una mochila de espalda para no dejarlo fuera en la furgo sin custodiar. Actualmente nos instalamos en cualquier parte y ya no miramos la furgo desde la buvette o el restaurant para ver si alguien trata de llevárselo o robar el interior. Ahí están que sea lo que dios quiera. ¿dios? Resulta menos agobiante prever eso a priori que estar todo el día de vigilante de la playa. La verdad es que puedo decirlo porque me consta la autovigilancia de la gente. Hay un tipo de cosas que no se tocan y en todo caso la seguridad aquí es mucho mayor que en otras partes, lo que no quita que nos quedara un cierto trauma sobre las manos largas a partir de aquella vez que en el viaje a Marruecos con nuestro coche minúsculo que compartimos con Galo y Paco, unos criajos nos robaran el estuche de documentos del coche del lateral de la puerta, en una aldea cerca e Marrakesch. Los recuperamos porque finalmente algún adulto hizo que nos los devolvieran.
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