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domingo, 3 de febrero de 2008

Los otros nómadas

Sevaré 27 enero 2008
Poéticamente podemos identificarnos con los otros nómadas, categoría a la que algunos viajeros europeos creen pertenecer desde que huyen de la ubicación fija en el circuito de propiedad-trabajo al que entrampa la sociedad del consumo. En nuestras conversaciones de pasajeros de la geografía en contacto con otros europeos o americanos, la idea de la tribu de los viajeros ha salido varias veces. Hay una gran diferencia entre ir a los lugares llevados por una agencia de viajes a ir por cuenta propia. En la primera opción la mayor parte de decisiones están tomadas por los organizadores; en la segunda, los mismos viajeros deben ir decidiendo en ruta. A esta manera de viajar va llegando no poco gente de todo el mundo rico, harta de qué le diga qué hacer o cómo viajar. Aparentemente hacerlo por cuenta propia es menos seguro que hacerlo en un viaje organizado. No necesariamente es así. El peligro es siempre relativo y constante en todas partes del mundo, tanto fuera de la propia casa como dentro de ella. Viajar te hace repasar las nociones al respecto. Cada preaviso de cuidado que alguien te dice lo tienes que pasar por la batidora, distinguirlo siempre entre si se trata de una información directa del alarmista o de su victimismo por la resonancia mediática o por los enunciados exagerados de terceros. Encontrar gente de todas partes capaz de tomar su coche o su boleto de avión y presentarse a miles de quilómetros de su casa siguiendo su deseo de conocer o volver a ver aquello que conocieron años atrás, es por si mismo un motivo de gran interés. Hay algo inexplicable en eso que escapa no solo a quien observa el fenómeno sino también al mismo viajero. Es como preguntarle a alguien que está en un 7 mil del Himalaya por qué ha subido hasta allí. Sería más estúpida la actitud del periodista que subió con su preguntita, No hay respuestas para todo ni lógica para hacer todas las preguntas. Las cosas se hacen porque solo tienes la mitad de las razones para hacerlas, si las tuvieras todas ya no las harías. El caso es que las conversaciones entre viajeros saltan de las informaciones concretas; las objetivas: peligros reales, estado concreto de las carreteras o de las pistas, recursos de alojamientos, el cambio de dinero a la moneda local,..Las subjetivas: posibilidades de tiempo o de recursos para hacer el viaje, porque tomamos distancia de nuestros espacios familiares... a las digresiones más conceptuales: el sentido del viaje en la búsqueda de la dimensión humana perdida, las Ongs y sus mercados, las logísticas de la solidaridad y la perpetuación de la miseria,…
Los tribales de la tal tribu no se meten en el agregado común nada más verse. En realidad guardan sus distancias a la europea. Cada cual en su mesa y con la mirada esquiva para no cruzarse por error con la del otro hasta que algo o alguien o el más extrovertido crea el espacio comunicativo. Es entonces cuando dentro de cada inhibido surge un gigante cargado de experiencias e ideas que escuchar. También puede suceder lo contrario que el europeo que te salta a la yugular repleto de vida y anécdotas tengo poco de interesante que ofrecer. Creo que la mayoría de europeos que no están desplazados por razones de trabajo o por voluntariados solidarios comparten el común denominador de una escapada de lo conocido, de aquellos parámetros que tanto nos cansan de la incomunicación y la intoxicación en nuestros lugares de origen. África es volver a la naturaleza no solo en el sentido físico de los paisajes más vírgenes sino en el sentido humano de la gente tal vez más autentica.
Despues de pasar dos días en Ségou retomamos la carretera. Nos detenemos en el cruce hacia Djenné uno de los lugares históricos del país. Damos una vuelta sobre el puesto aduanero y uno de los empleados nos ofrece quedarnos a pernoctar. Lo hacemos sin la menor interrupción. El lugar ha dado lugar a un poblado, no tiene ninguna luz eléctrica y aparentemente está en la desolación. No es hasta la mañana siguiente que advertimos las casas de adobe que hay. Desistimos visitar Djenné y proseguimos hasta Sevaré hasta donde llevamos a alguien para quien nos lo ha pedido el aduanero. En Sevaré utilizamos la ducha y comemos en el restaurant del auberge Vía Vía cuyo propietario es un malinois pero tiene un mánager Belga. Hablamos con él y luego desplegamos nuestros ordenadores.
7 días despues de entrar en Mali sabemos que una semana es un periodo demasiado escaso para cualquier país especialmente para estos inmensos países que nos está tocando recorrer. Cada día añadido a Mali nos hace sentir más interesados por el país, sus panoramas y sus gentes y más seguros. La gente es amable y los niños una dulzura. Nos detuvimos, después de Brá, en Kuagala? para aprovecharnos de una sombra fueron viniendo varias tandas de niños hasta que finalmente se agruparon unos treinta despues de dar un paseo con algunos de ellos e interesarme por las chozas cuadrangulares ovaladas que usan como silos de grano. Antes de irnos dimos un caramelo a cada uno de ellos convirtiendo eso en una clase práctica de higiene. Contra otras experiencias en que los niños se peleaban entre ellos por el caramelo, en este caso todos mantuvieron una actitud tranquila y luego todos tiraron el papelito de plástico en la basura que les proporcionamos.
Hemos empezado a usar los dvd que nos grabó Álvaro, uno de los hijos de Augusto-Rocío. Sobre la cama vemos la pantalla, nos parece estar como en el gallinero de cualquier cine de barrio de los de antes.
Ante las nubes de comerciantes ambulantes que nos abordan con sus cds de música o sus telas tratamos de contraponer trueques. La ropa usada, de la nuestra, que traemos es tan mala que no la aceptan para cambiar. Sentí vergüenza un día que en Tantine en una tienda de telas llevada por mujeres les llevé cuatro prendas de mujer, se las miraron y las rechazaron. Es cierto la ropa europea, o mucha, no tiene color en comparación a la africana. Sigo arrastrando la idea de que cometemos un gran error trayendo cosas que nos sobran en Europa, mucho más las que son de pésimo gusto, hechas con tejidos y diseños insanos. Una de las imágenes más deplorables que recuerdo de la inmigración magrebí que conocí en Paris fue la de los árabes vistiendo pobremente los trajes de los europeos tras renunciar a su propia cultura del tejido.
Estamos siguiendo un ritmo de viaje tranquilo aunque hasta ahora no hemos pasado más de 3 días en una misma ciudad. Rodamos sin ninguna prisa. En Segou nos encontramos con un chico, Txiqui García de Gerona, que nos abordó al reconocer el logo de la ONG de st Sadurní, en la puerta de nuestra furgo. Él trajo unos años atrás una ambulancia, con quilómetros pagados por colaboradores y amigos, para donarla y que al poco tiempo se averió, parece que por ser conducida con poca corrección. Parte de la conversación inevitablemente discurrió sobre el sentido del oenegerismo y de la ONG común en particular. En Segou a finales de enero se celebra un recital de música sobre el Níger.-unos 70mil CFA los 3 días- al que no nos quedaremos. También nos hemos perdido el concierto de Tombuctú. Conocimos a alguna gente con rastas vinculada con la organización de alguno de los conciertos pero no nos quedamos para la efemérides. En Catalunya y España tampoco nos pirramos por los conciertos. Al último que fui fue al de Dylan en Donosti y francamente me lo podía haber perdido. Un concierto de alta expectación son dos cosas: la música y la concentración, una parte de la cual a veces se pierde la calidad de aquella tal como nos sucedió a algunas docenas de miles de asistentes tumbados en la arena de St Sebastián a los menos o no-idólatras de Bob.
En el restaurant de Via Via en Sevaré una de las mesas de una parejita de blancos que ha preparado te al modo tradicional con el infiernillo de alambre en el suelo, nos trae un par de vasitos (1/3 del vaso igual que en Mauritania) supe azucarados. Por cortesía lo aceptamos pero rechazamos la siguiente ronda. El azúcar es uno de los pecados capitales de los musulmanes. Mahoma se olvidó de prohibirlo, posiblemente porque aun se conocía en su forma refinada, junto al cerdo y el alcohol. El mánager del camping es afable. Es un belga que hace el asesoramiento de cómo llevar un negocio de estas características y nos cuenta lo que suelen contar los ingenieros que van a cumplir contratos al tercer mundo, lo mucho que cuesta cambiar de hábitos al personal lugareño. En realidad todo pasa por desarrollar el concepto de trabajo y de interacción con el medio. En el fondo un africano piensa que un europeo es rico o tiene más recursos porque en cierto momento de la historia algún dios le bendijo con muchos regalos. Olvida los duros trabajos durante muchos siglos que desde Escandinavia hasta el Mediterráneo tuvieron que hacer las gentes para instalarse ante la adversidad.

Hasta San llevamos a un autoestopista que iba a su iglesia protestante a hacer canticos o lo que fuera. Nos instalamos en un restaurante popular cuyos platos de plástico y la mujer enferma que no paraba de toser sin taparse la boca además de la pésima calidad de la comida nos quitó el apetito. Dimos nuestros platos a la gente del lugar. Invitamos a dos mujeres bien vestidas que nos saludaron y que una de ellas, Maria Keta Kulibali, era quien tenia en explotación aquello. Nos habíamos instalado con nuestra mesita tras pedir el uso de una sombra. Las mujeres con sus criajos a las espaldas o colgados de sus tetas eran empleadas del establecimiento o trabajaban para esos propietarios los cuales tenían un pequeño cuarto de lavabo bajo llave para su uso exclusivo.
Cada país tiene unos cuantos detalles que sorprenden nada más entrar en ellos. En Mauritania nos preguntábamos el significado de una buena cantidad de hombres, generalmente sentados, con palitos de los que colgaban ristras de papelitos. ¡¿lotería también aquí!? Dudamos.¡ No! son las tarjetas de móviles. El móvil se ha convertido en una enseña. Quien triunfa, lo hace con un móvil en la mano y con toda la parafernalia ritualística que le acompaña. En la década de los 80 ya tuve una curiosa experiencia con eso. En un microbús en una ciudad boliviana, en un momento dado la mitad de los pasajeros estaban hablando con sus móviles, sin que entre ellos hubiera el menor contacto verbal. En Europa las escenas inherentes a la comunicación inalámbrica se repiten en un curioso hecho: lo más importante a decir parece que siempre tiene por destinatario alguien lejos del momento y lugar en el que se hace. Por su parte la tecnología de la comunicación avanza a pasos agigantados en todos sitios, el mercado potencial es creciente y las empresas que levantan las torres alimentadas con placas solares que nos hemos encontrado a lo largo de miles de quilómetros ponen notas de modernidad en sitios que aún no han salido del Medioevo. A propósito de los móviles Carmen, la colombiana que conocimos en La misión catholique de Bamako, una mujer poderosa que ha dedicado un voluntariado como enfermera, nos refirió que abogaba por no hacer descuento en las consultas de sus asistidos que acudían en móvil quejándose de no tener plata cuando podían sostener el mantenimiento de estos.
Mali es un país que nos ha ido ganando día a día. Un país para recomendar a venir a pasar una temporada y Segoú como la más linda de las ciudades que hemos conocido hasta ahora. Es un país con criterios para tener una economía autosuficiente (Le Sahel peut nourrir aux saheliennes, cita aproximada de uno de los slogans dentro del programa de la securité alimentaire). A ratos hemos encontrado más quietud o más nerviosismo pero siempre amabilidad e interés por nosotros. Tratamos de dirigirnos a las mujeres aunque nos da la sensación que hablan francés en menor cantidad que los hombres. Ellas son las verdaderas magas de la economía doméstica. Raramente se ve a una mujer ociosa y sistemáticamente se ve a hombres tumbados aunque sea sobre sus instrumentos de trabajo, como los carros, o junto a ellos, bajo las sombras de sus camiones. Seguramente se me escapa la filosofía del hombre tumbado. Cuando mencionamos que son unos ociosos se limitan a aceptar y a sonreír. Seguramente todos los vagos del mundo están hechos de la misma cuerda y justificarlos por el exceso de sol o abatimiento por el calor es una pobre teoría que es inmediatamente desmontada al extender la obs3ervacion a la condición femenina que es la que más en activo está. Por los países conocidos hasta ahora y sus imágenes de mujeres con fardos (recuerdo las marroquíes cargando enormes paquetes de leña en uno de los primeros viajes que hice a Marruecos) si hay una revolución pendiente a hacer es la femenina. Las mujeres negándose a ser parteras casi de granja y obedeciendo a sus maridos ociosos cambiarían profundamente el panorama cultural y por añadidura el económico.
En Mali hay un tipo de lagartos por todas partes que son muy activos y no molestan. Es divertido ver como se persiguen entre ellos para hacer el amor o para juguetear al te pillo-te pillo. Hay características curiosas del país como las mesitas con tejadito llenas de botellas de cristal de mezcla para las motos que hacen de constante, junto a las bombas para sacar gasoil de los bidones y junto a hornos que se alienan en la calles. En éstos meten gruesos troncos por bocas para las que se usan llantas son características que saltan continuamente a la vista. La lengua dominante es el Bambará aunque hay otras.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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