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domingo, 3 de febrero de 2008

La Elegancia de los Gatos

Con Xiqui, uno de los pioneros de la CC ONG a lacual llevamos material, en Segour


Bungalow del cámping de Segou
Ségou 25 enero 2008
Cualquier posición física de los africanos es elegante. Los hombres mauritanos y del desierto mean acachándose alejándose no mucho de sus coches, luego hacen el gesto de tapar la parte que mojan del suelo con la arena de al lado. Cualquier gesto es elegante incluso éste. También hemos visto como algunos se limpian con la arena como si se tratara de agua.
Nos rodean las miradas lánguidas en las que intuimos la pauta tranquila de los años pasados en los que no sucede nada ni nada se espera que suceda. Las mujeres son bellas, altas, arrogantes. Sus tocados con sus originales formas hace de una simple tela el mejor de los vestidos. Los culos femeninos africanos son enhiestos, elevados hacia un cosmos que no se va a ocupar de ellos. Tal vez guarden una conexión con sus escoliosis. Las mujeres son figuras ligadas a bebés que llevan a sus espaldas recogidos con el típico pañuelo atado a sus pechos. Además llevan a otro cogido de la mano que apenas se ha estrenado en el andar y algún tipo de cargamento sobre la cabeza. La cooperación masculina en la crianza infantil es aparentemente ausente. Las mamas de las mujeres anuncian regustos pecaminosos. El gesto de dar de mamar en cualquier espacio público es continuo. No hay ninguna inhibición en eso. Los continuos anuncios sobre el Sida nos recuerdan que en todo el continente es una de sus epidemias principales. La sensualidad es latente aunque no manifiesta. Los carteles proponen la abstinencia, la fidelidad o el preservativo. Algunas mujeres observan y sonríen, no bajan la cabeza si propongo una mirada sostenida. Pero raramente las mujeres son las que se acercan al vehículo a pedirnos u ofrecernos algo. Seguimos en una cultura esencialmente masculina donde los hombres son los que van de atrevidos. Hay una franja de edad para eso. Los jóvenes hacen lo que los niños solo que tratan de proponerte negocios o trueques o alojamientos supuestamente solidarios pero que luego quieren cobrarlos a precio más alto que los hoteles. Depende de cada zona y ciudad si somos más o menos asediados. En principio cada vez que llegamos a un sitio, a un nuevo lugar donde no hemos sido vistos al poco rato, o instantáneamente, alguien viene a ofrecerte lo que no necesitas, collares o una excursión turística. Lo mismo que en Marruecos o que en Mauritania en Mali también se repiten unos prototipos: que si el guía, que si el consejero, que si el que tiene un amigo que te puede resolver lo que necesitas, que si el que cambia dinero. Para no permitir que pierdan su precioso tiempo con nosotros aclaramos siempre que la nuestra no es la condición turística típica, que somos viajeros y que no vamos a comprar lo que ofrecen o a contratar un servicio que no nos interesa. Nos toca enfrentarnos al clásico argumento de no pretender nada pero tener el placer de mostrarnos lo que ofrecen, sea su carpeta o su artesanía. Uno de los guías nada más llegar al Auberge de Jeunesse en Bamako en seguida afirmó ser amigo de Miquel Barceló que tiene una propiedad en Mali. Es una constante en las aproximaciones que te digan que conocen a tal de tal ciudad de tu país o que te enumeren los nombres de los futbolistas más famosos. Tanto relatorio y tanta información nos abruma. En todo caso nosotros no podemos responder diciendo que tenemos muchos amigos en Mali o que conocemos a sus héroes deportivos. En el auberge no tienen demasiado que ofrecernos. Nos quedamos parte de la tarde hasta que anoche: comemos y hablamos con distintas clases de buscadores de favores o negocios. En la calle fuimos a buscar a uno de los cambistas. Hicimos un cambio más desfavorable que en las agences de change con la excusa de una comisión.
En ocasiones cuando abro la puerta de la furgo los niños agolpados se van a la carrera aunque al rato rehacen su conglomerado. Es lo más parecido al enjambre de insectos de cualquier especie. A cada nueva expectativa que generamos nos toca reubicar nuestra estrategia viajera. Es común que los chicos se abracen a los espejos retrovisores. Uno de ellos aguantado con pegamento ya se ha despegado a causa de eso. Se puede interpretar que esos abrazos no indican más que una necesidad de contacto físico y de cariño. Puesto que no pueden hacerlo directa e inmediatamente con nosotros lo hacen con nuestro vehículo. La proxemia y la distancia intercoporal es completamente distinta. Antes de que te des cuenta a través de las ventanas aun con los cristales semilevantados meten sus manos, sus brazos y sus cabezas. Junto a todo eso sus olores. En algunos momentos nos puede abrumar tanta pastosidad en otros las miradas de los niños, sobre todo de los más pequeños nos ganan inmediatamente. Siempre hay que repasar cualquier oferta o propuesta y discriminar pronto y rápido quien es quien en un planteamiento, el que sea. Nada más llegar a Segu a más de 200 kms de Bamako hacia el Este un chico nos ofreció poder usar su casa con patio por lo que le quisiéramos dar voluntariamente. Disfrazó su propuesta de gesto espontaneo. Nos llevó efectivamente a una casa particular que ni era suyo ni podía entrar nuestra furgo cargada por la puerta pero que sin embargo si tenia habitaciones libres sin absolutamente nada en ellas y que era de alguien que pedía de entrada el mismo precio que en un auberge. Me cansa entrar en la continua atención de esta clase de gente que vive del enredo permanente. Tras ubicarlos y sobre todo tras el hecho de que ellos ubiquen a ti sabiendo que no te van a timar las cosas vuelven a la distensión y a la tranquilidad. Sin embargo esa es una operación continuamente repetida ya que como viajero continuamente te estás moviendo, estas cambiando de decorados, espacios y nuevos repertorios de gente que te está esperando. El hola del recién llegado y su adiós al día siguiente o a los pocos días lo convierte en alguien permanentemente vulnerable. Otro asunto es cuando te ubicas en un mismo lugar varios días seguidos y la gente de este sitio te reconoce y sabe de lo qué vas. Es completamente distinto un viaje en movimiento continuo a una residencia de larga duración en una misma ciudad, barrio y calle. En principio el forastero blanco es más rápidamente conocido que para este los lugareños negros por razones obvias para destacarlo entre la multitud.
Vamos siguiendo la ruta hacia el Este para entrar en Níger por la ruta de Gao y desde aquí bordear el rio que da nombre al país. Gao es uno de los nombres que a mi me resonaba a mítico cuando pensé por primera vez venir a esta parte de Africa pero bajando por el desierto Argelino por la ruta de Tamangasser, Agadez y luego remontar a partir de Niamey. También recuerdo que las consideraciones eran relativas a las posibilidades de la pista no a los problemas con la violencia. Ahora Niger es un país con zonas peligrosas. Tras gestionar los visados y tenerlos enganchados en el pasaporte hemos consultado las zonas peligrosas donde no deberemos ir. La más que hipótesis del peligro es un condicionante permanente. A diferencia de las guerras de posiciones y netamente establecidas la violencia entre etnias y el levantamiento de los tuareg no crean líneas precisas entre enemigos. Nos consta que por la sola condición de ser blancos podemos pasar por enemigos para las miradas vengativas de algunos.
El adentro de este viaje recorre nuestros propios miedos. El espacio que le damos. Si no tenemos miedo puede ser que en lugar de ser valientes no seamos más que unos desconsiderados y temerarios, si le damos demasiada autoridad nos podemos quedar petrificados. Por de pronto la perspectiva de Níger-Chad la tenemos en revisión.

Al sur del Sahara, el territorio mauritano anterior al Sahel en Mali, lo llaman chark y turgé es la planta salvaje que crece espontáneamente. El cambio de paisajes y formas de viviendas y un aumento de la vegetación nos hace sentir más arropados. En Mali lo mismo que en Mauritania verné es el fueguito pequeño de carbón portátil, solo que aquí es de rejilla. Llaman mesuak al palito de dientes que usan para limpiárselos y que acaba haciendo de escobilla. Las dentaduras blancas contrastan con la negritud. A lo largo de las carreteras mauritanas se encuentran muchos animales muertos en la cuenta, algunos hinchados esperando reventar otros en los huesos y la piel completamente secos. Probablemente son víctimas nocturnas de los camiones En Mali hay mas de todo y la organización de los recursos es mas racional. Un constante tema de conversación es sobre el caos organizado de sus formas de vida versus la organización del caos que se da en nuestras ciudades.
En Mauritania recorrimos 1600kms. Empezamos a pensar que no hay ningún lugar de los que vayamos a recorrer que no esté exento de peligros aunque no haremos heroicidades poniéndonos en la boca o en la diana de ningún cañón o machete. En Nuackchott un muchacho con la pierna amputada al preguntarle me dijo que en la playa le exploto una mina un par de años antes.
Hasta ahora no hemos usado el dossier que nos facilitó la CCONG. La información la vamos renovando y ampliando con los mismos viajeros. Prácticamente no hay día sin que no tengamos contacto con viajeros blancos. En las carreteras solitarias, proporcionalmente, pasan más coches extranjeros que nativos.
En Bamako conocimos a una bonaerense, Analia Aramburu, que viajaba sola al día siguiente en nuestra misma dirección. Nos ofrecimos a llevarla. En Fana, a mitad de camino hasta Segú, coincidimos con François Ragon a quien conocimos en el auberge de Nuakchott y que estaba sentado en un restaurant limpio donde también paramos para comer. Recorrimos juntos el resto del camino, parando en un par de controles con bidones en medio de la carretera sin mayor interrupción. Tras Mauritania, de momento, Mali es una gozada por lo que hace a disminución de stop douannes. Conversaciones y filosofía de bar junto a un par de cervezas Flag. Luego fuimos a comer espaghettis a un bar popular. A la hora de dormir el se fue a la casa-alojamiento que nos habían ofrecido y nosotros tratamos de hacerlo a la cola de cuatro furgonetas de nuestro tipo en una calle principalmente. Nada mas estacionar vinieron bastantes, casi una docena de chicos del bareto de música de al lado. Inmediatamente se apoyaron en nuestra carrocería y alguno nos enseñó sus ojos vidriosos de tigre y su boca alcoholizada. Entre ellos se discutieron para dejarnos en paz. Puesto que no se iban decidimos instalarnos en el patio de un hotel donde pasamos una noche tranquila y parte del resto del día escribiendo y leyendo.
Estamos en la zona más turística del país. En Mali hay más de 11,5 millones de personas y en Segú se celebra el Festival del Níger que tiene mucha reputación.

Hasta ahora no hay problema para conseguir agua embotellada. En realidad llevamos más bidones de agua de los que estamos necesitando. También por lo que hace a los bidones de gasoil. Con un par de cada habrían sido suficientes. Nos sigue tocando vigilar con los mosquitos en la ducha. De momento voy con mangas largas y debería llevar los pies cubiertos con calcetines. El uso no permanente de las dos pequeñas placas solares hasta ahora apenas recarga la batería. Nuestros déficits técnicos por un lado los vamos supliendo con el convertidor a 12v-220v para pasarlo a la batería del ordenador y usando la red eléctrica en los establecimientos donde podemos hacerlo.
Por ahora mantengo el ritmo de seguir escribiendo prácticamente todos los días al ordenador.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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