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miércoles, 13 de febrero de 2008

Hacia el Oeste




Ouagadougou 2008 febrero 09
En Fada N’Gourma, la mujer del restaurantito junto al servicio de internet de la Poste pone cara de enfado por haber pasado parte de la tarde con nuestros ordenadores enchufados y de tertulia con el francés que le pide que le guarde el equipaje y que solo le consume agua corriente. Nos comenta que debemos gastar mucha corriente eléctrica. Le explicamos que los 65 w de cada ordenador equivalen a media bombilla y esta muy por debajo del consumo de la nevera con la hélice a la vista sin proteger y corriendo que tiene conectada. Nada más levantarnos para irnos desconecta el fluorescente de la carpa comedor.
A lado. La sesión de 30 minutos de internet en la Poste es un desastre. La conexión va muy lenta. Solo me da tiempo de leer 4 cartas-mensajes de correo personal.
Alexandre no ha dado una información valiosa. La de la Misión Catholique local donde ha pedido plantar su tienda semiiglú. Al anochecer vamos allí y hablamos con la soeur responsable. Le comentamos que nos dirigimos a Ouaga a entregar material a Home Kisito y preguntamos si podemos estacionar nuestro vehículo en su recinto. Acepta. Además nos invita a cenar y al desayuno del día siguiente. No hablamos de precio. El recinto está arbolado y pasamos una noche segura y agradable. Coincidimos en el comedor con un grupo de juveniles haciendo un stage de no sabemos qué. Hablamos con un técnico que ha traído grupos electrógenos contándonos sus dificultades para que lso africanos asuman la responsabilidad de los materiales que se les dan. Antes de acostarnos lingoteamos parte de nuestro bayleys o marca imitativa bajo la belle etoile. Noche fantástica. Mosquitos:cero.
La Misión catholique es un nombre de las recurrencias. Nada mas llegar a una ciudad aparecen signos de su labor pastoral o como sea que se llame. En la Paroise unas aulas con muchachadas cantan cánticos religiosos. En algún momento suenan las campanas de alguna iglesia. Continuamente conocemos gente que lleva rosarios a modo de collares y que se nos presenta con nombres cristianizados. La soeur de la misión me aclara que el catolicismo está más extendido en Burkina que en Níger. Mis referencias anteriores de las misiones católicas no eran, siguen sin serlo, muy elogiosas. Recuerdo todavía la anécdota de unos conocidos de Menorca que cruzaron el desierto argelino y nigeriano con su tractor y su carromato. Uno de ellos al final de su ruta se dio una zambullida en un rio y se partió la medula al lanzarse sin ver, el muy estúpido, donde lo hacía. Los otros dos pidieron auxilio a las mujeres católicas vestidas de hermanas que pasaron totalmente de echarles una mano. De todos modos no es por eso que tenga ideas preconcebidas sobre el catolicismo. No he olvidado que una vez fui católico y pagué todo lo que tuve que pagar por serlo. Fui culpable de haber nacido, ser pecado y toda la ristra de ataques psicológicos. No olvidamos que es una organización jerárquica con gente servil que cumple órdenes, a la cual si bien no disculpamos podemos hasta comprenderla. Mejor la pluralidad de religiones que el inch Alláh continuo por único predicado cacofónico.
A la salida de Fada pagamos el peaje de carretera. Otro ticket para la colección. Subimos a una chica hasta Koupela. Sabe hablar francés pero no es habladora. Luego nos detenemos en Zorgo para visitar la asociación de handicapes de Vicente Paul aunque la encontramos cerrada, En Ouaga vamos directamente a Home Kisito donde la sor al mando no está al mediodía. Dejamos estacionada la furgo y vamos al restaurante Senegalais muy cerca, un popular restaurante donde básicamente van hombres. Uno nos explica que son las mujeres las que no les gusta mezclarse en medio de tantos. No es cierto, cuando luego regresaremos por la noche también hay mujeres, aunque menos en cantidad y con bastante desparpajo y autoridad. En un momento dado llega una troupe de blancos blanco-traslúcidos que se instala apelmazada en el patio como gheto. Comemos riz au gras y bebemos cocacolas. Es un local que no dejan fumar ¡bravo! Y no sirven cervezas ¡grrr! Hablamos con los comensales con los que compartimos la punta de la mesa. Todos usan unas jofainas y jarras de plástico que están repartidas por el suelo que contienen agua para lavarse las manos. La mayoría no usan cubiertos.
El resto del día nos movemos con la silla por la ciudad. Vic tan pronto puede se separa de la silla y pasa a utilizar las incómodos asientos de metal. Yo ocupo su silla. Me abutaco y disfruto de las placeres de un culo sobre superficie blanda.
Ouaga es una capital mejor organizada que Bamako y Nuackchott. Hay carriles especiales para las motitos que es el principal medio de transporte individual. La gente es amable. Solo puntualmente algún fanático atrapa-blancos hace aspavientos en medio de la calle para que nos detengamos ahí donde nos indica cosa, que por supuesto, no hacemos. Desde que hemos entrado en Burkina hemos vuelto a poner ruta al Oeste.
En Home Kisito, Lazaro, el chofer, nos acompaña hasta Carmen Kisito, un refugio de mujeres, donde concretamos con soeur Marie, su responsable, dar una conferencia para el día siguiente. En principio no está advertida de nuestra llegada. Nuestro contacto de la ONG catalana no la ha avisado directamente. Lo hizo a los del orfelinato, que tampoco se dan por enterados de nuestra presencia. Las cosas se aclaran al llamar a Barnápolis. A la vuelta al home Kisito, la otra soeur, Cristine, tras poner cara como si se le viniera todo el peso del mundo encima acepta que también pasemos la conferencia el siguiente lunes. Hay un momento en que volvemos a sentirnos como los encargados de preparar el sermón del domingo. Algo nos hace sentir como si estuviéramos pidiendo un millón de dólares a no devolver. Decimos que si hay algún problema por nuestra parte tampoco vamos a insistir. Francamente nos da igual dar las charlas como no darlas. No cobramos por ellas y en general en este tipo de centros ni siquiera tienen la idea incorporada de sistematizar un espacio cultural. En cuanto a nosotros como ambulantes solidarios ya estamos curados de cómo se nos pueda tratar ¿qué menos que agasajar a los transportistas de materiales solidarios con alguna clase de deferencia? Nos decimos. ¿Qué menos que mostrar el centro u ofrecer alguna clase de hospitalidad? Sin duda somos unos pequeño-burgueses incorregibles que nos enseñaron a esperar que nos dieran las gracias.
Kisito (1873-1886) fue un muchacho que sufrió martirio a los 13 años quemado por sus convicciones cristianas. Era paje de la corte del rey Mowanga en Uganda. Se le atribuye que quiso parecerse en todo a Cristo. Tras su asesinato se cuenta que muchas personas pidieron el bautismo. A saber lo que hay de verdad en su padecimiento lo mismo que en las virtudes atribuidas a todas las planas mayor y menor del santoral. No es un tema de nuestro estudio.
La conferencia en Carmen es ante una veintena de personas. Volvemos a tener la sensación que el personal asistente ha acudido a golpe de pito. También hay unos cuantos blancos. Explicamos nuestra teoría de la disfunción generalizada en las sociedades occidentales y longevas sacándola de la categoría estrecha del padecimiento de los cuerpos no estandarizados. Tratamos de provocar el debate pero el personal no está para tantas lisonjas. Una hora despues recogemos nuestra pizarrita, los ordenadores y nos vamos. Crear un espacio de palabra de grupo es lo nuestro. Poco o mucho es lo que hacemos en nuestra ciudad y poco o mucho se basa en el criterio de que a través de la discusión se crean coordenadas para la formación. Humildemente presentamos nuestros temas no como palabra intocable sino como ideas para la discusión. Los tics en el aula de escucha son parecidos como en todas partes. La primera hilera de sillas queda vacía sentándose en la segunda y tras un trato no excesivo de palabras aparecen bostezos o reposturaciones de incomodidad en las sillas. Lo hacemos mal, pero ¿tanto?

No estamos siguiendo un proyecto determinado en este viaje salvo el de hablar, el de recorrer, el de conocer, el de medir nuestra relación convivencial de a dos a veces en momentos casi extremos. África esta intensamente cruzada por intervinientes occidentales con ideas occidentales. No paramos de encontrárnoslos. Lo cierto es que los espacios culturales de registros ligados a nuestros orígenes nos dan de alguna manera un sosiego. Pero no es porque veamos blancos que nos sentimos más seguros. Cada cual va con su historia. Priorizamos, en la medida que nos es posible, la comunicación con la gente nativa. Además siempre nos toca preguntar por el país siguiente que tenemos previsto en lista. Todo lo que tenemos o lo más que tenemos es lo que nos proporciona el habla. En cierta forma nuestra seguridad personal también depende de nuestra extroversión. Todo lo que no hago en casa, en mi ciudad, con mi trabajo lo hago como viajero. Vic es más dicharachera que yo y más relacional cuando estamos en casa, pero viajando los dos somos callejeros y comunicativos por un igual.
A la vuelta a Home Kisito descubro una rueda posterior pinchada. Volvemos a estar de suerte. Nuestro ángel nos custodia. Un tornillito ha sido el responsable. Tras cambiarla nos trasladamos a un local Penumata con la categoría de los que tenemos en Europa. Por 1000Cfas cambian lo que es un doble pinchazo metiendo dos tapones de goma. Me intereso por comprar una segunda batería como auxiliar para conectarla en paralelo y fijarla entre los dos asientos. Hablo con el gerente del local, un sirio, que marca un talante distinto en la forma empresarial de llevar su negocio en relación a los africanos. Por cierto, él nos confirma que el fundido del fusible y el casquete de la opción complementaria de recarga de la batería desde el mechero terminal se debe a que el cable es demasiado fino.
Por la noche nos hemos instalado en un local de bebidas donde podemos tomar Flag. Se llama New Look. Hay varias camareras marcando sus tipitos. Estamos en la calle y nos alumbramos con nuestros frontales. Los mismos que usamos para ir con la silla de ruedas por la calle para evitar que nos arrollen. Cualquiera de nuestras escenas puede llamar la atención inicialmente, el primer minuto, pero luego es integrada en la escena sin que parezca nada extraña. A un par de chicos, que vienen con dos columnas de libros dándolos a la venta, después de un continuo paso de chicos ofreciendo de todo: tarjetas prepago de móvil, cacahuetes, juguetitos, palomitas de maíz, indigentes,…les elegimos tres. Cuando se van un gritito tonto: ¡vivre la culture!
Pasamos la noche en la furgo en el pequeño parking del orfelinato tras ser autorizados a eso por la apesadumbrada Soeur.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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