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PSICONEWS

miércoles, 27 de febrero de 2008

Como en Casa

Con los simpaticos policias de Mango
Celebrando un funeral en PYA
Propaganda contra la prostitucion en PYA
Canon en mitad de la carretera antes de Sokode
. Pya 24 febrero 2008
No hay ningún lugar del planeta del que puedas decir que estás tan bien como en tu propia casa. La casa es tu reino. Es el lugar de tu señorío donde puedes hacer y deshacer, recluirte y pensar, teniendo siempre la potestad de compartirla o no con tus visitantes o invitados. Hacer de nómada de temporada te deja sin el segurizante de ella. Te arroja a las variables espontáneas de cada día teniendo que buscarte la vida para encontrar espacios de sosiego, tus recursos sobre la marcha, tus rincones de retiro y tus tiempos para ti. No puedes viajar con un plan trazado sobre recursos a los que ir o mejor dicho este no es nuestro criterio. Nos dejamos llevar por lo que nos vamos encontrando y en el sentido literal, nos dejamos atravesar por imágenes y sugerencias que están en cada lugar. De pronto hay lugares que nos atrapan por su encanto o su tranquilidad o su gente y que nos hacen sentir como si estuviéramos en casa aunque sea la primera vez que los visitamos. En Mango fuimos hasta el cuartel de la gendarmería para preguntar pernoctar junto a su fachada. El chico uniformado tuvo que consultarlo y salió con una respuesta afirmativa. Por la mañana, nada más llegar a la ciudad, preguntamos que nos indicaran la ubicación de la biblioteca y uno de ellos con su motito nos acompañó. Nos parecieron serviciales y muy correctos. Pasamos una noche muy tranquila. A la mañana siguiente nos prestaron su ducha. Luego tratamos de pasar a su ordenador las fotos que nos hicimos sin éxito por carecer de soft adaptativo pero la escena resultó chocante: por un rato estuvimos sentados en una de sus mesas con nuestros ordenadores desplegados y ellos sin perderse ningún icono en nuestras pantallas.
Antes de dejar la ciudad volvimos a pasar por el Centre Communautaire donde había quedado con Houngla Gilbert Koffi (koffi significa viernes) que le enseñaría el movimiento o de las fichas de ajedrez. Vic y yo jugamos de vez en cuando. Eso ha generado alguna expectación en algunas ocasiones. Si me quedara unos días en Mango podría organizar un curso de ajedrez. En la barra del bar le enseñé a Gilbert el movimiento de las fichas y luego como poderlo practicar por internet.
Tras nuestro desayuno y repetirnos en los saludos con las camareras y lugareños del día anterior volvimos a la carretera. No nos detuvimos hasta Kande donde buscamos una ubicación para descansar un rato, beber y seguir con nuestras rutinas. Pasamos por el Lycee donde aun siendo sábado las aulas están abiertas para los estudiantes que preparan sus materias. Al igual que hemos visto en distintos lugares de Burkina los estudiantes trabajan muy concentrados con encerados en la pared (también los hay en espacios que no son aulas). Despues de la visita nos instalamos en un bar. Cuando se terminó el potencial de la batería de mi ordenador continúe con lo que estaba haciendo de pie en la barra ya que de otro modo la conexión al enchufe no alcanzaba hasta la mesa. Mientras tanto la dotación de un 4x4 de italianos paró en el mismo sitio. Me pareció que iban vestidos de safarianos pero sin el gorro de cazadores ovalado que salía en los cómics. Uno de ellos, con más quilómetros que los nuestros hechos por África describió un panorama desalentador de problemas en varios países. En su lista incluyó además de los que ya tenemos advertidos como lista de prevenciones: Congos, Liberia, Sierra Leona, también a Guinea, Benin e incluso Ghana donde las exigencias burocráticas son, parece que, exageradas (extintor y doble triángulo rojo. Los tenemos. Permiso internacional de conducir y Carta gris internacional. Lo primero lo tenia la penúltima noche en España en Puerto de Sta. María pero desde entonces lo he perdido de vista. Hasta ahora venimos mostrando el permiso de conducir nacional allí donde nos los piden sin ningún problema. En cuanto a la carta gris veremos qué hacemos).Nuestra percepción de Ghana era otra hasta este informante que hacia un curioso chasquido con la boca para poner el énfasis de tensión que le producía cada país que mencionaba. Anna Cirera que se pasó bastante tiempo en Ghana no me comentó nada sobre eso. Inevitablemente las incógnitas de los meses futuros son muchas y nuestro itinerario será el resultante de un algoritmo entre nuestra voluntad y la fuerza de los obstáculos en contra de ella. Nos previno sobre Sudán y dejó en un fifity-fifty Angola y Nigeria. Puso en un renglón alto los países del sur que ahora nos parecen una fruta muy lejana: Tanzania, Namibia, Zaire,…
De nuevo en la carretera nos encontramos curvas y montaña, algo que apenas hemos encontrado en todo el recorrido anterior. En Pya un suntuoso local, otro centre communautaire, hizo que nos paráramos. Un local de hormigón con un patio central fresco bajo una carpa. Nos hicimos comensales de mediodía y por la noche. Un espaghetti estupendo y unas frittes y omelette ídem.
No me arriesgo a pedir carne. Precios tirados en comparación a los que pagaríamos por lo mismo en el ruedo ibérico. África sigue siendo cara en las cuestiones burocráticas y de alojamiento y barata en las alimenticias. En la mesa un grupo de gente vestida igual, que confundimos con una troupe o coral, nos dijo que estaba celebrando un funeral. Se reían y bebían alcohol. Admirados por su festividad un rato despues el hijo del difunto nos invitó a que lo acompañáramos. Vimos Pya por dentro una ciudad interesante con un gran parque. En el centro de la celebración, una buena cantidad de gente bailaba un ritmo muy parecido al que se baila en la rúa de los carnavales de Bahía. Solo les faltaba el pito. Los pasitos eran los mismos. Muchos hombres semidesnudos tenían las caras y tórax pintadas con cenizas blancas simulando nos pareció espectros. El hijo del difunto no supo explicarnos porque. Insistió como unas cuatro veces que hiciéramos nuestras fotos y nos fuéramos. El parecía tener prisa e insistió en que no nos quedáramos solos que podía ser peligroso para nosotros. Utilizó la palabra miedo varias veces. Una de ellas cuando de camino para la fiesta se paró ante un soldado aburrido en medio de la ciudad que quiso inspeccionar el vehículo pero que al final no lo hizo y lo dejamos con la palabra cadeau en la boca. Luego nos enteramos que el difunto, cuyos retratos enmarcados se movían sobre unas cuantas manos, llevaba unos cuantos meses criando malvas. El chico nos acompaño haciéndonos de guías hasta el asfalto ya a las afueras de la ciudad para que nos fuéramos. Buen rollo pero bastante nervioso y algo tonto. Le aclaramos que no pensábamos irnos y volvimos al centro comunitario donde volvimos a tomar posiciones, usar gratis la luz eléctrica y la toilette. Por la noche ubicamos la furgo a uno de sus lados en el exterior para pasarla tranquilamente. Al día siguiente descubrimos en el mismo lugar una especie de bar externo sin uso con unas cuantas pérgolas de hormigón y unas mesas que nos sirvieron para pasar el día a la sombra. Clarinete y ordenadores. Como en casa. La brisa nos hizo olvidar donde estábamos. Podriamos estar en ese momento en cualquier otro lugar del mundo haciendo lo mismo. Soy el primero que olvido que estoy en África. Me lo recuerda cuando las miradas y deferencias de los nativos muestran una cierta reverencialidad al blanco, por lo demás todo sigue igual. Algunas mañanas al despertar eh de preguntarme en qué país estoy para centrar de nuevo mis coordenadas.
Con el grupo vestido igual la conversación sobre la celebración de la muerte tuvo sus cuñas personales acerca de si éramos pareja. Dentro de las primeras preguntas que hacen las mujeres africanas es si somos pareja, otra es si tenemos niños. La segunda pregunta implica que no tienen una idea clara de nuestra edad. Nuestro hijo supera generalmente la edad de quien nos la hace. En cuanto a la pregunta anterior respondemos que sí y eso parece frustrar otra tanda de preguntas. Le propongo a Vic decir que somos compañeros en lugar de pareja para ver si eso da lugar a conversaciones intimistas. Se niega alegando que puede ocasionar equívocos. Estamos en África, sí, pero mientras no conozcamos algunos africanos y africanas en sus universos sentimentales no sabremos de verdad donde estamos.
Un par de hombres de Lomé, Yosef y Mussa, padre e hijo nos invitan a que los llamemos cuando lleguemos a la capital. Ante cada invitación siempre nos toca desbaratarnos de cualquier asomo de prejuicio por nuestra parte y distinguir el matiz de cada registro. Vic piensa que quieren hacernos de guía yo creo que no. Intercambio de teléfonos y modos de contacto. Para hablar de algo hablamos un ratito sobre placas de matricula. La vieja togolesa es letras y números azules sobre blanco, la nueva es letras y números rojos sobre fondo amarillo y la bandera del país. Un popurrí original y distinguible.
Tras una semana de tabletas de Malarone le damos un descanso a nuestros organismos. No hemos tenido ningún efecto adverso pero preferimos no arriesgarnos abusando de ellos. Todavía estamos fuera de época húmeda. Para entonces supongo que no pararemos de mosquearnos gritando mosquis, el grito preventivo de Hommer Simpson.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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