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domingo, 13 de enero de 2008

Con un pie en el Sahara

Tarfaya 7 enero 2008
En el patio de graba del camping intercambio de saludos y micro conversaciones con los vecinos de barrio. Los demás son franceses. Sus ça va?, tout va bien hacen de despliegue de resonancia matutina. El hombre del carromato con lavadora eléctrica es el más hacendoso: acarrea agua, relimpia su caravana, monta el avancé y el cerco, ajetreo continuo, pura energia incendiaria. Los mas pobres somos nosotros y los que conducen una hymemobil de las primeras, una roulotte con motor, il a 28 ans me dice el conductor. También arrastran un pequeño carromato. Ambos damos la nota de pertenecer a una clase inferior de viajeros con carros no esplendorosos. En un país en el que todavía funciona mucho la tracción animal de burros para carretas pasamos más desapercibidos. Tras las lluvias se nos ha quedado la furgo sucia de barro y polvo, no la pensamos lavar por el momento para quedar mejor mimetizados con los paisajes.
Quien ha hecho el trato de nuestro alojamiento en el camping ha sido Barek. En todo momento se comporta como nuestro anfitrión sin esperarlo y nosotros como sus invitados sin haberlo previsto. Puesto que la raza de los organizadores de vidas ajenas es enorme no nos extraña sus deferencias para con nosotros. Viene a recogernos más o menos a la hora convenida con dos nuevos bidones estancos más apropiados, de unos 100 o 120 litros. Ha conseguido devolver el más grande y reembolsar lo pagado menos 10dh. por las molestias. Insistió en llevarnos de gira por la zona y vamos hasta Sidi Ifni y a unos 20 kms de allí en lar uta a Tan Tan a un lugar llamado ArcSis a mostrarnos la casa que se está construyendo.Toda la zona costera está en una altiplanicie a unos 50 metros sobre el nivel del mar junto. Toda esa franja costera se levanta mas o menso a esta altitud con algunas playas episódica. Nos dice que ha comprado dos parcelas de 144m2 por casi 5000e. No creo que en suelo español nadie pudiera colocar un precio tan inflado en un sitio tan impracticable. La vista es panorámica y el terreno es pedregoso. Desde la planicie hay una suculenta panorámica pero es totalmente incomoda para descender a la playa, cuyo nivel aunque mas romántico no es un lugar no recomendable para los próximos tsunamis. No hay ninguna casa terminada. No hay urbanización de ningún tipo ni cartel que la anuncie. Ni llega la luz eléctrica ni tuberías de agua. Todas las construcciones empezadas tienen las cuatro paredes hechas con bloques de mortero entre columnas de hormigón poco enderezadas y los consabidos garfios apuntando mas arriba con la esperanza de hacer torreones o varias plantas. La isla de Hierro tuvo, si no sigue teniendo, esa misma clase de aspecto por décadas. Las lindes de la zona están marcadas por montículos de piedras. Todo el suelo es pedregoso de piedras que no sirven ni para piedras, de peor categoría que la piedra que es cantada por Paco Ibañez; en todo caso están despreciadas para la construcción. El estilo antiguo para levantar paredes era usándolas o bien usando el adobe. Él confía en terminarla en medio año yo imagino que dentro de 20 el barrio será más o menos parecido al que hemos visto en esta primera visita. Siempre que hemos preguntado precios marroquís por lo que hace a suelos o viviendas nos parecen absolutamente desproporcionados. Sus incrementos responden a la ambición especulativa no al valor real de los terrenos. De vuelta a Ifni comemos un tagin que ha apalabrado en uno de los bares cercanos al mercado. Antes habíamos tomado naranjadas, aquí a 6dh, en el mismo bar que lo hicimos un año atrás. Luego vamos a Abayou al camping que montó una sueca Britta Elizabeth Dancing en un valle a unos 10 kms de Guelmime. Fue una humanista que se enamoró del lugar y lo reorganizó. Despues de tomar unos tés e irnos el manager o algún organizador del lugar nos dan las gracias por haberlo visitado. Nos hemos pasado el día militando un montón de horas dentro de su coche. Nuestro ritmo espontaneo hubiera sido otro. Nos faltan horas para lecturas, para el ordenador, para las conversaciones en francés o inglés, para los paseos míos en solitario o con Vic en la silla de ruedas y para algunas reparaciones pendientes en la sala de estar de la furgo como la de la mesa. Mooktar es el conductor que no se abstiene de hacer adelantamientos indebidos o de darle al claxon. Durante todas las horas que estamos juntos apenas menciona dos palabras seguidas. Le regalamos unas gafas de sol.
De vuelta al camping, ya anochecido, nos toca quedarnos una noche más aunque en principio no fuera esta nuestra intención. La reorganización de la baca nos espera a la mañana siguiente. Unas tortillas extraplanas y unos tés minúsculos de cena cuestan cuatro veces más que en cualquier otra parte. Ahora invitamos nosotros y la conversación echados sobre la tarima con alfombras, pieles de borrego y almohadones duros vale la pena. Cuando nos despedimos de los dos hermanos nos enteramos por Barek que nos tocará saldar la deuda de las dos noches que vamos a pasar en total en el sitio: 40dh por cada una. No es mucho pero es el precio que aplican a todos los autocaravannings o furgos sean del tamaño que sean. En alguna parte alguien ha gritado gooool. Barek también me ha pedido que nuestras fotos juntos con su hermano sean de uso privado pero que no las insertemos en nuestro diario de bitácora en la web. Demanda cumplida.
Durante el dia, Barek, que tiene formación universitaria de la cual es indicativo cuando hace referencias a otros regímenes políticos del mundo, nos ha referido a Abid El Jabiri, un filósofo reconocido que ha teorizado sobre la estructura del cerebro árabe. Me gustaría leerlo. Nunca se termina de comprenderlo del todo. Su modo de funcionar tiene muy poco que ver con el del europeo. Hablamos de una posible investigación sobre las colas y las hileras humanas ordenadas o no por las geografías que crucemos. Eso me hace recordar la curiosa teoría de un tipo para el que trabajé sobre el pensamiento curvo de los árabes. Según él, un empresario con un taller de materiales, no podían cortar una plancha jamás en línea recta porque los paisajes de dunas y las curvas en general les habían modificado severamente su potencial interpretativo,
En el camping de la sueca hablamos con alguien Frederick Muriez que viaja con un 4x4 , con la tienda arriba y un cofre de aluminio que el mismo fabrica. Le pedimos una forma de contacto para tal vez encargarle uno. 60e metro cuadrado de material y 250 por construirlo. Sumándolo todo luego me parece muy caro pero su modo de viajar con la tienda en el techo y una escalera telescópica es atractiva.
De regreso al nuestro una perra del establecimiento se insinúa a Vic. Vic está de buen ver a juzgar por los pretendientes que le salen: uno de los autostopistas jóvenes que subimos días atrás le propuso, según ella entendió, hacer manitas o acostarse juntos. Preguntarle que da a cambio, le dije. Hay que aprovechar estas edades en las que el pene está superduro algo que no se puede decir el de otras como la mía en las que está ya aburrido.
Antes de dejar Tighert hemos dedicado un buen rato a reorganizar parte del portaequipajes. Hemos eliminado 4 de las cajas de cartón y colocado su contenido en los dos bidones. Andreas, el vecino superactivo de al lado me ha ayudado a cargarlos y además nos ha regalado una cincha con tensador metálico incorporado. Eso ha evitado complicaciones con la idea inicial que tenia de perforar el plástico y sujetarlo con tornillos en forma de brida a los travesaños de la baca.
Antes de dejar la zona he dado un paseo por el oasis mientras Vic terminaba de desayunar. Los caminitos formados por las lindes de las propiedades privadas con grandes bloques de tierra y espacios en la sombra por las palmeras hacen de permanente invitación poética. El agua está reconducida por un canal de obra. De haber encontrado este lugar por nuestra cuenta nos hubiéramos instalado en cualquier sombra junto a cualquier vecino comunicándole nuestra intención de pasar un par de días, en vez de ir al camping. Es un lugar para volver. El problema de los campings recintados es que son extensiones europeas con una representación comercial de los nativos en forma de managers del espacio que han dejado de representar realimente la realidad local. Los turistas hablan con los turistas y se benefician del clima y aquí acaba un poco todo. Preferimos hacer vida pública y más tirada, es decir mezclada con la gente.
Para retomar la ruta hemos de volver a Guelmin. Antes paramos ante una jaima de unos licenciados universitarios que protestan por la falta de trabajo para sus especialidades. Tomamos fotos y nos dan a leer su pancarta en francés. Están instalados junto a una alcaldía o algo parecido. Allí mismo recogemos un autostopista hasta la ciudad. Luego continuamos para Tan Tan. Unos 60 kms antes recogemos otro hombre que nos pide con gestos que lo llevemos. Desde la entrada de Tan Tan empiezan los controles policiales de manera distinta pidiendo ya los pasaportes. Antes de continuar ruta comemos –es un decir- un plato de huesos tapados con una fritada de cebolla al que insolentemente el tipo del bar tiene la barra de llamar tagín, dos platitos de frites, dos micro platitos de salada y un cuarto de pechuga de pollo seca. Me enfado con él y aguanta mi descarga crítica. No dice nada. Cuando nos vamos llegan 3 furgonas de unos británicos, dos de ellas son ambulancias usadas que llevan a Gambia para dejar in situ y les recomendamos que no coman ahí. El problema de Marruecos es que resulta agotador tener que preguntar siempre por cada precio. No hacerlo significa que te arriesgas a que te cobren más y hacerlo significa que si olvidas tamaños de lo que estas pidiendo te pueden clavar como a un tonto. Paradójicamente es un país comparativamente mas pobre que los de Sur Europa donde se puede llegar a pagar mas por comida mala y como hemos visto también más por terrenos desérticos.
Desde Guelmim hemos entrado realmente en otro país. Aunque sigamos en territorio controlado por Marruecos. El temor gubernamental a un posible alzamiento saharaui es evidente. Los controles ya no son tan simpáticos. De camino para Tarfaya en uno nos piden los pasaportes y los desaparecen dentro de un garito insalubre. Ahí apuntan en cualquier hoja de papel nuestros nombres. Algo que les preocupar es preguntar por nuestras profesiones. Al declarar la mía uno de los guardias me consulta por su insomnio. Le recomiendo orphidal y valeriana. El tipo insiste. Le recomiendo que haga yoga y le explico algo de lo que es la relajación, Sigue insistiendo, me dice que tiene tensión en los brazos y piernas cuando se acuesta. Le propongo que tome un alto en su empleo. No me extraña que con la edad que tiene, me dice que 30 años aunque podría tener 58, esté ya para el estercolero. Esa clase de empleados del estado pueden estar hasta 14 horas al día bajo un sol de castigo con los sesos puestos a secar. No se les puede exigir que den mucho de sí. La verdad es que los primeros esclavos de un sistema social cuanto más primitivo es son sus guardianes. A cambio de un empleo de por vida venden no solo el alma el diablo sino el cuerpo al estado-patrón. El resultado que queda es material de deshecho para una fábrica de picadillo de pienso barato para cerdos.
Al anochecer llegamos a Tarfaya donde comemos Besara y Harira. Conocemos a un francés que ha estado viviendo 35 años en África. Nos aconseja sobre los peligros que nos vamos a encontrar. Nos sugiere un segundo filtro de gasoil para prevenir la catástrofe de gasoil con agua. Desde Nouadhibou a Nouachkot, unos 450 kms, no hay ningún poste de servicio y nos informa de dos vehículos que rompieron el motor por hacer cargas fraudulentas mezcladas de agua.
Oyendo a los nativos del país anterior la perspectiva de cruzar su frontera inmediata siempre resulta disuasoria. Es algo que aprendí en Latinoamérica cuando la recorrí en transporte público y solo. Conviene ir con muchos ojos a todas partes del mundo y poder distinguir pronto y rápido quien se dirige a ti por razones de curiosidad cultural o solidaria de quien lo hace para timarte en la medida que le dejes. Ese es el criterio.
Cuanto mas vamos bajando menos compartimos la carretera. Las vistas son fantásticas y distintas. La gente del desierto es más tranquila. A pesar de no tener un idioma común se establece una empatía con dos gestos y dos sonidos. El Sahara occidental es pedregosos y tiene matojos a diferencia del central aun así a ratos se ven algunas dunas móviles y en un par de ocasiones la arena llega a tapar algo del asfaltado. En Tarfaya cenamos muy bien. La gente pobre por las noches en los bares suele cenar una sopa y se acompaña con una hogaza redonda de jobs (pan). Los que tienen mas presupuesto se acompañan de pescado (13dh el plato. La mejor alternativa a los tagines de huesos). Hemos optado por no preguntar por un lugar para comer porque invariablemente te dirigen hacia un restaurant para turistas o al sitio más caro que haya. En cuanto al nombre de los pequeños bares donde va la gente lo llaman con un anglicismo sandwich. Nos ha sorprendido lo mucho que cuesta traducirnos palabras en francés o en castellano al marroquí de las cosas más elementales.
Despues de cenar nos vamos a un cyber. Vic se queda más rato que yo. Yo me quedo el tiempo justo para consultar el correo: un saludo de una amiga de la que no sabía nada hace tiempo y la noticia de la muerte de un conocido dada por otro. El rato que estoy un chico y una chica me ayudan con las teclas distintas para encontrar el punto, los dos puntos, las comas o los acentos. Luego me instalo en la furgo justo al lado mientras Vic terminar de insertar articulos en el blog y contestar emails.
Sumando quilómetros. Boujdour 2008 ene 8
Seguimos prácticamente una recta. La huída en vertical del pensamiento rectilíneo europeo no resulta tan fácil. Vamos sumando quilómetros. Los controles a cada poco rato de las policías y sus ralentizadas diligencias añaden horas extras a cualquier cálculo que previsto, que en realidad hemos desestimado hacer. Ya llegaremos. África estaba aquí antes de nosotros y seguirá después de nosotros.
En alguna parte he leído que para agilizar los controles es mejor llevar una hoja preparada con todos los datos personales incluida la profesión (dato obsesivo que no dejan de preguntarte. Mejor no decir nunca que eres escritor o periodista). Los otros europeos del centro y del norte y los anglos que son más dados que los latinos a los perfeccionismos proporcionan la hojita con fotocopia del pasaporte incluida. Los controladores no tienen que hacer nada, tan solo comprobar que los datos del papelajo se corresponden con los del documento oficial. Son tan vagos que en algún control nos han pedido directamente esa formalidad. No creo que les ayude mucho facilitarles tanto las cosas. Una cosa es el ocio merecido del que curra y otra cosa es el que no curra nunca y se pone a secar al sol. Yo convierto la demora en los controles para otras utilidades antropológicas como observar su mal vivir de harapientos en cubículos infestos de moscas. En uno de estos colonizados por ellas les he dado una conferencia sobre una estrategia barata para reducirlas viendo que lo del papel de pegamoscas es algo completamente desconocido para ellos. Les he hablado de la botella de plástico de agua con un fondo de arena y agua y algo que las atraiga. La mosca no encuentra el camino de salida y muere. Un espectáculo para sádicos y una medida para la supervivencia. Lo he explicado hasta tres veces. El cabo, o lo que sea, del puesto, me ha asegurado que lo probaría. Si alguien se encuentra con un garito antes de llegar a Boujdour con esta mejora de ingeniería que nos informe. Mientras tomaba nota de nuestros pasaportes en una papelajo cualquiera, me he interesado por su plantel de fotos de terroristas. Me han dicho que están ya todos detenidos. ¿entonces que hacían en la pared? Nos han invitado a un culo de té que he tomado olvidando mis ascos y cuando ya han terminado de apuntar todo nos han perseguido pidiéndonos un cadeau. Les decimos que no tomamos licor, ni wiski, ni cervezas (mentira), que somos vegetarianos y que el Corán prohíbe el alcohol. A fuerza de darles regalos a estos indeseables los que no vamos de sobornadores por la vida nos toca pagar los platos rotos de ellos. En otro de los controles anteriores hemos coincidido con dos alemanes que van a bordo de pequeñas motos de 50cc arrastrando un carro de dos ruedas cada una con sus banderitas alemanas. Vienen de Hamburg. Un hombre de 62a y su hijo de 25. Dos héroes de los que ya no quedan. Sus equipajes dentro de cajas de plástico y como alforjas dos garrafas de 20litros en cada máquina. En el Aaioun antes he cambiado otros 100e. El dinero se va rápidamente. En el mostrador he coincidido con un alavés que vive en Lanzarote y que llegó el día anterior desde FuerteVentura hasta Tarfaya en una línea recién establecida de Armas que cubre el trayecto con 4 horas y por el que se paga unos 150e. Su plan de próximos trayectos no pasa de este mes. Es Roberto Ruíz de Arbulo Nos reencontramos luego en Boujdour y comemos juntos. Como que la próxima ciudad es Dahjla a unos 350 kms, decidimos pasar el resto de la tarde y noche y marchar temprano. El va a hacer lo mismo. Por la tarde visitamos el mercado del pescado y yo me ducho en la playa. Un tipo se acerca y nos pide si tenemos algo que vender. Le propongo que compre una de nuestras gafas de sol. Se las lleva por 40dh. Cuando nos dieron 4 cajas de ellas (unas 40), para regalos, sobornos o para vender, no creí que las gafas pudieran dar tanto de si. Tras mi baño uno de los niños que nos pide que le demos algo le doy mi camiseta previa consulta si la quiere. En una de las ocasiones que paramos en la cuneta para ajustar una cuerda del maldito embalaje del portaequipajes (puestos a poner un toldo hay que poner una red encima, nunca jamás de los jamases cuerdas y cuerdecitas -las de nylon se deshilachan en sus extremos si no se han quemado las puntas-) viene una niña que nos pidió algo. Le di el jerse3y que llevaba desde el principio de este viaje. Fue una de las pocas prendas de vestir que heredé de mi padre al morir hace unos años. Su mejor traje se lo había llevado con él a la tumba. No me lo había puesto hasta esta ocasión en que lo he recordado por habérselo visto puesto muchas veces.
Según el tipo de demanda que nos hacen los niños consentimos o no. Los niños marroquíes entran de una manera completamente distinta que los turcos o los hindúes. Aquí todavía se hacen pesados con la misma palabra que sus padres cuando eran niños aprendieron y se la transmitieron después: bon bon. No es con bombones que se desarrollará este país. Un grupo de críos que nos ha venido a molestar mientras hemos buscado un lugar alejado para trabajar dentro de la furgo ha sido echado por un anciano que les ha avisado de que no lo hicieran. Al rato se ha detenido otro hombre con un coche elegante para decirnos en perfecto castellano si nos habían molestado. Hemos bromeado acerca de la famosa frase dejad que los niños se acerquen a mi y si el autor a quien se le atribuyó tuvo la santa paciencia de aguantarlos incondicionalmente. Hemos iniciado ya nuestra política de dar gomas de borrar. Las probablemente más de mil gomas proporcionadas por la ONG hemos empezado a repartirlas. Nos siguen faltando lápices y sacapuntas con lo que la entrega de una goma es escenificando para lo que sirve no sea que sea confundida con una pastilla alimentaria de astronauta.
En Tarfaya dormimos junto al centro. A unos metros estaba la autovivienda del francés con el que hablamos. Cuando nos hemos despertado ya se había ido. Hemos tomado te, huevos revueltos (a los que llaman tortilla) y pan. El pan suelen servirlo aunque no lo pidas y una hogaza da para mucho. Hemos tomado la costumbre de llevarnos lo que queda que suele ser más de la mitad. Nuestro perfil turístico no entra en las guías ni en la mentalidad de los lugareños.
Hemos subido a una autoestopista desde unos 5kms antes de El Aaioun. Iba indocumentada. En el control antes de entrar en la ciudad los de la Sureté Nacional (en realidad la guardia urbana) nos han pegado la brasa afirmando que es peligroso para nosotros recoger autoestopistas y además que está prohibida. En el interrogatorio en marroquí a la mujer parece que ha dicho que nos ha conocido. Nada más llegar a la ciudad la hemos desembarcado sin acompañarla al centro. Cuando viajamos solemos tener a alguien a nuestra derecha en el tercer asiento disponible de la cabina. Hay de todo. Gente que habla, gente que no habla. Aunque no sepan francés te siguen diciendo que sí a todo.
Por la carretera hemos auxiliado a una pequeña furgoneta con aspecto de ambulancia (un colchón por camilla) cuyo conductor nos ha pedido agua para el radiador. Le he llenado tres botellas de litro que se las ha zampado el agujero bajo su asiento delantero.
Antes de dejar el Aaioun hemos rehecho el portaequipajes de nuevo, bajando dos de los bidones de arriba. Luego hemos repostado gasoil. El precio es de 4,18dh. De momento hemos dejado la carga de los 4 bidones auxiliares para la última estación de servicio.
De Sebta a Guelmime hemos dedicado unos 1300kms. Hasta Al Gouira antes de Mauritania debe haber otros 1400.
Siempre que tenemos oportunidad preguntamos por la situación nacional de los Saharauis. Por ninguna parte hay muestras reivindicativas de la independencia. Anoche alguien que estuvo exiliado en territorio español por más de 10 años y que pudo volver con las medidas de gracia (una palabra insultante) del hijo de Hassan II expresaba muy bien su hastío del consumismo europeo prefiriendo volver a las miserias de sus orígenes. El hombre justificaba el fanatismo y la influencia de Al Qaeda por tantos decenios de desprecio que ha recibido la población musulmana. En su olla de ideas cabía tanto una declaración suprema comparando el hombre a cualquier bacteria como un espíritu de combatiente al contar como su hermano se había pasado 10 años de prisión en cárceles marroquíes por ser simpatizante, ni siquiera militante, del Frente Polisario. Ninguna bandera no marroquí, ningún cartel alusivo al pueblo saharaui. En cuanto a nuestra nacionalidad cuando nos preguntan nos confunden con franceses, luego les contestamos que somos, por este orden, de Catalunya, Barcelona, España.
Cuanto más al sur, más dunas y como dato pintoresco las señales triangulares de precaución por peligro tienen la silueta de un camello. En Noruega vimos la silueta del reno, lo mismo que en Galicia la de la vaca y en Australia se podrá ver la del Canguro. Nos hemos encontrado con una manada de imperturbables cruzando el asfalto. Su inmutabilidad es digna de alabanza. Generaciones de tuaregs y beduinos debieron haber aprendido mucho de ellos.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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