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domingo, 13 de enero de 2008

Comienzan las Emociones




Nouadhiboú 12ene2008
Observamos una pequeña línea de fractura en la parte superior del parabrisas. Por la noche suena un clec no sabiendo muy bien si nos han tirado una piedra .Cuando íbamos a acostarnos ante la mezquita de la calle de Dakhla donde pasamos varias horas: un grupo de niños que enseguida fue en aumento nos molestó a nosotros y a Roberto. A su coche le alcanzó un impacto de una piedra terrosa sin consecuencias y nosotros escuchamos ese otro ruido alarmante. No estamos muy seguros de que el roto haya sido consecuencia de eso o de la dilatación del cristal. Tampoco las temperaturas son tan extremos para esto (conviene tener la precaución de dejar las ranuras de los cristales laterales abiertas para producir una corriente de aire). No podemos descartar que la fisura la trajéramos desde España.
Consultamos a un mecánico que nos lleva a un especialista en el tema de cristales de coches. Está cerrado. Parece que se esta celebrando el primero de año de su calendario, unos 600 años atrás en relación al cristianismo y que debe coincidir con la iluminación o la inspiración de Mahoma, al parecer un analfabeto al que le soplaron el texto coránico los profetas. En la calle de la mezquita hemos pasado varias horas sin problema: cyber, compra de dátiles en un puesto ambulante, yo he pasado por el barbero y hemos comido en restaurant. En principio un adulto ha tratado de que los niños no molestaran pero luego estos se han hecho bastante pesados hasta decidir cambiar de lugar.
Hemos contactado telefónicamente con Atlantis, nuestra compañía de seguros. Les ha costado bastante rato ubicarnos en el mapa y nos han dicho que no tienen asistencia aquí, que nos ocupemos nosotros de encargar la reparación. Hemos optado por encomendarnos a la cinta americana. He puesto dos tiras en la parte exterior y otro pedazo en la interior.
Giusseppe y Alex por su cuenta tienen problemas de cash y han de esperar al día siguiente para conseguir dinero del banco. Las noticias son que en Mauritania no hay ningún cajero automático. El mecánico nos recomiendo que carguemos gasoil en PMA en lugar de Atlas, donde, al parecer, mezclan agua. Le hacemos caso a pesar de que la gasolinera es más antigua. Cargamos 5 bidones con 105l de reserva y completamos el depósito. Un total de 160. El gasolinero me pregunta si tengo algo a vender o cambiar. Le propongo cambiar gafas de plástico de sol por el combustible, unidad por 10 litros. Acepta. Esas gafas yo no las querría ni regaladas. Es una oportunidad para deshacernos de una buena parte de ellas. Nunca he hecho trueques de este tipo. Es la primera vez que salgo a viajar con una bolsa expresa preparada de chucherías para regalar o intercambiar. Hace unas décadas oí de muchísima gente que salía fuera iba con una botella de whisky y unos jeans como mínimo, para vender o abrir puertas. Nunca he dedicado espacio extra a esos asuntos. Sé que me he perdido muchas oportunidades por no hacerlo. Mi alma de comercial no está a la altura. Un comerciante funcional no puede ponerse en el lugar de la tontería de su comprador que tiene el deseo descentrado valorando cosas que no necesita. Salimos de la ciudad.
Me baño en la misma playa de ayer cuando la marea ya empieza a subir y luego nos instalamos en la explanada cercana donde paran los autocaravanieris con algunos apasionados al surf. Es uno de esos campings espontáneos que los mismos turistas crean. Los habíamos visto al lado de la costa antes de Agadir procediendo de Essaouira en anteriores viajes. En el caso de este se halla a 26 kms de Dakhla y lo llaman 25 o punto 25. Está construida una baranda de piedra ante la arena, algo de asfalto y unos bordillos. Hay además un container moderno con un policía y un par de ayudantes auxiliares dentro vestidos de caqui que ponen la guardia. En conjunto es un gheto auto-elegido. Las historias y bolas que circulan entre los caravanieris consolidan ese tipo de lugares: el goce del sol, del espacio, del librecampismo sin tener que soportar la pesadez de algunos marroquíes. El perfil de edad dominante es el de jubilados acomodados. Hay de todo. La explanada es una exhibición de todos los modelos de autocaravannas, también furgonas preparadas para dormir, camiones superpotentes y hasta hay un par de coches pintarrajeados. El que acaba de llegar y se ubica junto a nuestra furgo trae una caravana con motor de 20 años de antigüedad. Nos dicen que vienen a pasar el invierno europeo aquí y que a los tres meses saldrán para renovar la visa. El instinto territorialista lo confirma esta pareja: lo primero que han hecho al llegar es sondearnos con una excusa preguntándonos si iban a molestarnos para cuando saliéramos. Con eso han averiguado que efectivamente íbamos a salir a la mañana siguiente. Despues han clavado unas estacas de metal de encofrados haciendo un arco en torno a su vivienda. Han unido las estacas con una cinta. En este tipo de asentamientos provisionales se puede ver pronto y rápido quien es quien y de qué va. Algunas de las caravanas tienen la demarcación hecha con macetitas y otra tiene un montón de abalorios hechos de plástico con botellas recicladas que giran como molinillos de viento, además hay una gallina ostentosa sobre una veleta. Se me olvida fotografiarlos. Hay locos de todas las edades.
Vic dice que la manipulo porque ubico la furgo donde decido sin consultarla y yo le digo que estoy agotado de su ordeno-.y-mando permanente. Estuvo casi dos horas de rumiante alejada hasta que decidió volver.
Dakhla es la tercera parada con vueltas por sus alrededores en este viaje. En Dakhla hemos encontrado bastantes coches policiales patrullando con sus cristales protegidos por rejas, sin embargo obedece más a la paranoia de miedo del sistema que a una posible fuerza real de los saharauis que sigue sin manifestarse por ninguna parte. Las pancartas que vemos colgadas de las paredes tan solo son promocionales de ofertas.
La experiencia de la barbería no ha sido de las mejores. La atención de mi cabeza y mi cara tuvo que ser compartida con la que el barbero prestaba al aparato del televisor y a la calle. He sobrevivido a unos cuantos tirones de pelos y a algún corte. El acabado de las tijeras dentro de la nariz para el remate de las hebras de viejo y sobre ella para cortar la mata me liberó de la butaca y pasé a estrenar look. Nada comparable a la última sesión de barbería en Tánger en el viaje anterior cuyo maestro del peine, tijeras y hoja de afeitar ha venido ocupando un puesto de honor en mis recuerdos sensoriales. Antes de instalarnos en la explanada del kilometro 25 hemos entrado a preguntar en el camping a las afueras de la ciudad. Un hombre se ha molestado por decirle que nos parecía cara su tarifa cambiando su sonrisa y su bienvenu au Maroc –yo dale que te pego con mi bienvenu au monde, lo cual nadie enteada y me dicen, ouí, bienvenu toute le monde- por un adiós seco y estirado. Hemos entrado a preguntar porque el agorero del día anterior sobre la inminente rebelión polisaria nos informó con una tarifa que se correspondía con la tercera parte de la que nos han pedido.
La noticia de la muerte de la familia francesa sigue siendo una cuestión central de estos días. Corren datos contradictorios sobre las edades de los supuestos niños que acribillaron y con respecto al supuesto padre de familia pacífico en pleno picnic siendo, parece ser, un traficante de coches. Desde que Senegal controla el tráfico de ellos Mauritania r es ahora el principal receptor de chatarrería usada.
Cada cual viene con su aventura: Una pareja de franceses se perdió en la tierra de nadie cruzando la frontera y embarrancó en la arena. Les pidieron 100e para sacarlos. Cuando doy gente que les ha pasado de todo digo que no acaparen todas las anécdotas, de las terribles, y nos dejen alguna para los demás. No tenemos ninguna gana de llenar la agenda con adversidades pero ¿qué sería de un viaje sin un poco de emociones? Unos centímetros de raja en el cristal ya nos ponen cantando el oremus, preferimos la vida tranquila. Nos reencontramos con la parejita italo-barcelonesa en la explanada de camping libre a 26kms de Dakhla. Ubicamos nuestra furgo junto a la suya. Ellos guisan por su cuenta. Vic enseguida ha desplegado nuestros taburetes en un deje de profesional de la enseñanza tal vez para improvisar una clase de campaña. Ha dicho de guisar para todos. Su edad y registro no es el nuestro y tal vez compartamos algunos de los próximos cientos de kilómetros lo mismo que hemos hecho con Roberto que ya se ha ido, cuyas aventuras por China, América latina y otras latitudes incluyendo marcas en su piel por heridas de pelea lo ponen en el grupo de los incunables.
Los de la mercedes. La parejita con 5 franceses comen en su furgona reciclada. Vic se ha ido a consolarse con la brisa marina, yo le digo cosas al ordenador, preparo té y como solo.
El agua natural de Dakhla tiene mal sabor. En un almacén donde compro 18 litros de envasada en botellas de 1,5 litros por 40dh me han dicho que es a causa del azufre.
Mientras estamos desayunando en el km.25 nos aborda alguien en su coche que trae un pasajero y nos pregunta si podemos llevarlos hasta Mauritania. Me pongo en guardia pensando que se trata de un trafican. Su pasajero es un inglés jubilado que viaja por su cuenta y que no tiene autobús para seguir hasta Nouadhibú. Es Bob y lo aceptamos como pasajero. Colabora económicamente con el combustible. Hacemos de una tirada los más de 300kms hasta Guerguerat el último enclave marroquí. Con Giuseppe-Alex habíamos quedado en la última población para pasar la noche y proseguir camino juntos, pero se nos ha pasado creyendo que habría otra. Sin darnos cuenta hemos llegado a la frontera pensando en que ya nos reencontraríamos en Nuachkott ya que tienen intención de ir al camping de una tal Olivia, de la que ya el tipo del palillo y plumón de Guelmime, me dio noticia. Las diligencias en Guerguerat han sido sabrosas. Vic en el coche y yo de balón de un garito a otro. A uno de los policías le he cambiado su reloj de pulsera, cuya correa se me ha roto una hora después, por unas gafas de sol. Hemos recorrido los 4 kms de frontera a frontera. La turco-georgiana seria un lujo en comparación a esta. Nos hemos valido de algún coche en la distancia y de las informaciones preguntadas a los que venían en sentido opuesto. Durante todo el trayecto así como los anteriores de estos 1400 kms de Sahara ha sido muy tranquilo, con cruzamientos con otros coches, casi la mitad de europeos, viniendo en sentido opuesto, cada bastantes minutos y sin apenas ser adelantados por nadie. Estos días han representado una buena introducción al desierto. El plato fuerte de la frontera ha sido el mauritano. Un agrupamiento de chozas que a distancia no pasa de la categoría inferior del peor de los chabolismos alberga una troupe de parásitos obedeciendo órdenes. Lo mas moderno es una micro roulotte de las primeras haciendo de oficina de change. Aquí el cambio lo hacen a 300 uguía el euro. Es la cifra con la que se redondea en todas partes. Pero tenemos noticia que el oficial está a 330 y el del mercado negro hasta 380, aunque luego nos dirán que eso era hasta el año pasado. Nada más dejar Marruecos y entrar en tierra de nadie nos abordan cambistas. Nos deshacemos de los primeros pero cambiamos 20 euros a 325 cada uno a otro que nos cae más simpático y con quien hablamos de la cantidad de coches accidentados que están abandonados en el lugar. No se trata de ningún lugar de reciclar, simplemente te están abandonados para que no generen deudas de impuestos de seguir dentro de Marruecos.
Nuestra llegada al puesto mauritano saca de su modorra a los que están en el puesto. Control de pasaportes con una lentitud que pone a prueba al más santo y control visual de lo que llevamos de otro que se entretiene preguntándolo todo. No mencionamos que llevamos medicinas. Al primero le pido un mosquetón que tiene tirado por el suelo y que puede sernos de utilidad. Me lo dá. En el grupo de chozas pago con uguías: 3000 por las diligencias y casi 15 euros por 10 días de seguro. Me discuto con el de la insurance por ponernos del 11 al 20 en lugar del 21. Entramos en una discusión sobre aritmética pero me rindo como acostumbro ante la lógica aplastante del funcionario. Antes de eso los penitentes hemos pasado por la inspección del voyeur al cargo de interioridades y de otro tipo que dice ser del ministerio de turismo en cuya choza tiene preparado un librito en que los anglos y alemanes han escrito sus datos de procedencia. Yo dejo a Bob rellenando el impreso y me voy a hacer la gestión del seguro. En cuanto al chico que ha estado un buen rato mirándolo todo no paraba de insistirme que le regalara uno de nuestros sacos de dormir. Le he repetido varias veces que cuesta 100e y que en todo caso se lo vendo. Si el estilo de pedir el cadeau de los controladores marroquíes es ya material de escarnecimiento de todo un país el de los mauritanos puede ser una patente de conducta para una buena parte de África. Ante mi argumento intangible de compartir mi pan el tipo ha dejado de insistir. De haber hecho una revisión a fondo habría encontrado cervezas y un par de botellas de alcohol, una de ellas, de vodka precintada, encontrada por Bob en la tierra de nadie. El chico no paraba de decir que si le hacíamos un regalo la próxima vez que cruzáramos lo tendría en cuenta para que no fuéramos molestados. Esta proposición indecente ya indica un grado de elaboración considerable.
No sé hasta que punto están al corriente las arenas diplomáticas internacionales de los tratos en frontera. Dudo que los gobiernos al mando de tantos canallas tengan el mínimo sentido de la vergüenza. Por su parte estos se prestan a costa de su salud mental a estar empleados como delincuentes oficiales para esquilmar a los viajeros a los cuales no les puede negar el derecho de paso pero a los que les/nos saca toda la pasta que pueden.
Unos kms más allá de la frontera dirección Nuadibú nos hemos empezado a encontrar controles todavía peor señalizados que los marroquíes. No recomendamos viajar de noche nunca en lugares poco seguros que se van a conocer por primera vez. Aun así llegamos a Nuadibú tarde. Al menos tuvimos 4 controles por el camino para pedirnos, claro, si teníamos la insurance. De no tenerla son capaces de confiscarte el vehículo. Si la legalidad den todas partes es una forma de organizar los negocios, la de no pocos países es la forma de organizar la extorsión.
En Nuadhibú hemos hecho un recorrido por hoteles para buscarle alojamiento a Bob. Los precios son muchos más caros que en Europa en la mayoría de sitios. También en un camping, el Aba, un patio destartalado con las instalaciones hechas polvo. Finalmente hemos elegido un restaurantito donde comer pollo y cuscús. 2000uguia por los 3. Tras la cena y tras pagar le he preguntado al chico al cargo si Bob podía dormir en el suelo en la habitación de las catifas. Han aceptado por otros 1000 incluyendo el desayuno. Vic y yo hemos dormido en la furgo en la calle delante del local. Por la noche dimos un paseo por esta calle que llamamos de las farmacias por la cantidad que hay de ellas. Nos enteramos de algunos precios y averiguamos que la cantidad de tiendas dedicadas a la venta de ropa usada procede de Canarias. Convinimos en entregar un par de cajas nuestras a una de ellas para empezar a deshacernos de bultos. La idea primera era repartirla en el mercado de Nuachkott.
La primera impresión mauritana, pasando por alto el atraco aduanero, es muy buena. Los niños tienen un comportamiento más tranquilo. Hemos repartido ya un montón de gomas de borrar para un grupo que se nos ha acercado para llegar a la conclusión que eso no se puede hacer. Pues unos cogen más de una y otros ninguna. Antes de darlas explicamos para lo que sirven.
Durante el paseo por la calle con Bob antes de acostarnos tuvimos ocasión de ver cosas insólitas en Marruecos. Mujeres elegantemente vestidas paseando solas y hombres con sus telas blancas y azules haciendo otro tanto. No hemos tenido ninguna sensación de peligro en la primera noche aunque los hoteles suelen tener guardianes privados, los del camping justificaban sus precios altos porque protegían a los extranjeros de los peligros de la calle, y el comerciante de la dibiterie de al lado del restuarantito al abrir ha venido con una porra en la mano como, parece, instrumento de autodefensa.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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