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martes, 18 de diciembre de 2007

Voluntariado puntual.

En casa de Marta Duc con su madre y unas amigas furgoviajeras.


Ya que vamos a dedicar una temporada, de nuestras vidas a África estamos en disposición de observar, oír y, a diferencia de la leyenda de los tres monos, hablar. En la medida que podamos, nuestra observación itinerante será también sobre la relación del white man con the black people. De haber querido hacer una investigación seria habríamos preparado documentación y una enorme lista de Ongs y sus proyectos, para visitarlas. He consultado una estimación sobre el fenómeno oenegero en el continente: hay unos 250 mil colaboradores de unas 2mil organizaciones. No formamos parte de la lista. Nuestra capacidad de solidaridad incondicional (“haz bien y no mires a quien”) ha quedado en nuestros pasados durante una cierta clase de militancia (Vic, dentro del ecologismo con Friends of Earth y yo, dentro del pacifismo con el movimiento antiOTAN y antibelicista). No es que ahora estemos en contra de la solidaridad sino que creemos en su ejercicio practicándola desde la espontaneidad y desde el encuentro sintónico con la gente.
No ocultamos una cierta resistencia a las ONGs y no precisamente por los últimos acontecimientos que han desacreditado a algunas en Chad o Etiopia, -en ambos casos en formas abusivas de trato infantil- antes de su boom ya habíamos hecho voluntariado social, aunque por aquel entonces tal concepto no se manejaba y utilizábamos uno más preciso: el de militancia. Concepto y actuación que desmarcábamos netamente de la intervención que hacían organizaciones internacionales tales como la Cruz Roja u otras como Cáritas. En la década de los 60 y de los 70 ya nos parecía que sus intervenciones en la sociedad para reparar los desarreglos originados por el sistema económico era atacar los efectos sin luchar contra sus causas. Desde nuestros partidos o plataformas nos especializamos en éstas. 20 años después tuvimos que reconocer que mientras los partidos anticapitalistas iban cayendo o desmantelándose uno a uno frente a la consolidación y exuberancia del gran sistema, las Ongs no paraban de crecer llegando a la nómina actual de miles. En una ocasión durante el debate en la sede de una de ellas, en Cristianisme i Justicia, en Lluria 7, con Paco Fernández Buey, recuerdo haber intervenido preguntándole la poca lógica de un mundo con más de un millón de Ongs, varios millones de colaboradores y con el imperio de la miseria por montera en paralelo. No, las ONGs no son la alternativa al mundo capitalista, en realidad pueden ser sus cómplices extendiendo los valores del consumismo y de la ultra producción a los sitios más remotos de la tierra y, junto a eso, la ideología del capital y de la rivalidad furiosa; a pesar de eso no podemos negar que hacen cosas, a veces más cosas que los departamentos de mejora de los gobiernos de los países en los que intervienen y mas implicados que los gobiernos locales de las zonas. También más cosas que los grandes programas de una clase política que dice desear cambiar el mundo, y por supuesto más cosas que nosotros, que nos hemos apuntado al carro de la especulación teórica y la disertación crítica, huyendo de los registros de la demagogia y de los altruismos para ganar cielos. A pesar de estas consideraciones previas tuvimos una reunión con Rafa Jariod, el gerente de CCONG según habíamos convenido por teléfono. Duró unas 5 horas y media. Ya nos había avisado que necesitaba toda una tarde para explicarnos la actividad de su ONG en Africa. Cuando lo conocimos comprendimos la razón de tanto tiempo empleado Su chorro continuo de palabras pasaba de una cosa a otra desbordado por las cuantiosas referencias a sus ciento y pico proyectos en curso (también repartidos fuera del continente africano). Nos ilustró exhaustivamente a sobre la realidad de su organización. La suya. Le pasamos por alto los dejes de su clave en singular. Es un organizador nato con un archivo bien organizado de todos sus datos. No faltó que nos mostrará facturas y le pasamos por alto también que nos incluyera en el lote de su nómina de colaboradores. Posiblemente sumará un dos a sus doscientos y pico y se referirá a nosotros con la forma verbal de “hemos enviado a..”. No nos enfadaremos por eso. A cada hecho los mil y un intérpretes distintos que le puedan salir. Terminamos la reunión con un sentimiento de amistad y con una cita para el día de nuestra partida para cargar todo lo necesario. La CC de CCOng, no significa absolutamente nada, aunque alguien ha querido entender que corresponde a las iniciales de Carmen Contreras, su esposa; ni siquiera significa centro cultural, aunque en su sede en Sadurní de Noya, una enorme casa céntrica de pueblo en una de sus calles principales, alberga distintas asociaciones y entidades. Pasamos una tarde agradable consiguiendo información aunque salimos afiliados al grupo y con una documentación extra que no teníamos previsto. De hecho con media hora o incluso por email podíamos haber ventilado la cuestión. Ofrecimos nuestra colaboración en aprovechar nuestro viaje para llevar materiales suyos en nuestra baca a sus centros en Honori y a la capital de Burkina Faso, también a la residencia del embajador en Mauritania, una especie de regalo-táctico para abrir puertas. Para ello Rafa insistió en proveernos de material y en dejar bien claro que enviar voluntarios a sus zonas de ayuda (hospitales, casas de acogida, escuela-orfanato) le suponía un gasto y que para que unos voluntarios fueran recibidos en los distintos centros, él (entiéndase la caja alimentada por donativos particulares y subvenciones institucionales o de entidades financieras) debería pagarles 500 e extra a cada uno además de los mil y pico que ordinariamente ya recibían ¿un modo indirecto de generarnos sentimiento de deuda? Nos afiliamos como socios protectores o algo así sin pagar ninguna cuota, (Vic, profundamente impresionable y circunstancialmente muy impresionada, estuvo punto de hacerle una aportación cuantiosa a la que yo me opuse) aunque luego, gastada la tarde con un tema que para él lo habría repetido quinientas veces, compramos por deferencia, no porque la necesitáramos realmente, una caja plegable en la tienda/papelería de su misma casa-centro-sede-multientidades.
Posteriormente al indicarle que queríamos revisar el contenido de las cajas como criterio de seguridad y no por desconfianza personal hubo un desajuste de sensibilidad al respecto de este tema. En principio no estamos dispuestos a cargar nada que no sepamos exactamente lo que es o sin haber verificado considerando que desprecintar y precintar unas cajas tampoco cuesta tanto tiempo, cosa que además lo van a hacer en principio en las fronteras.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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