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viernes, 7 de diciembre de 2007

No somos gente Camel


El circuito París-Dakar puso a África en los telenoticias. Nos hemos cruzado una sola vez con su troupe en una autopista marroquí regresando nosotros hacia el norte. Tenemos la sensación que su interés por la velocidad y la prueba feroz de las máquinas es máxima y su interés por la cultura y las condiciones de vida de los nativos es mínima. En uno de los reportajes años atrás del rally vi como pasaban carros y motos cagando leches y levantando una polvareda impresionante por medio de un poblado. Sus habitantes parecían estar perplejos. La escena me pareció indignante. Sin embargo cuando hemos preguntado a senegaleses sobre este evento parece que les agrada. En todo caso Senegal permite la entrada sin visado (aunque no sin pagos fronterizos de otras tasas). África es el continente de la aventura por excelencia. Europa lleva siglos enviando a sus ejércitos, economistas, deportistas y aventureros para sacar tajada en la medida que pueda. Siempre se ha dicho que el subsuelo africano tiene potenciales de riqueza elevados y que ha sido por culpa del colonialismo primero y de los gobiernos incompetentes, antes y después, que siguen teniendo la mayoría de países clavados en la miseria, África es la ensoñación que ha llenado innumerables reportajes. La filmografía se ha hecho eco de ella, desde los safaris de blancos con negritos portabultos a expediciones tipo Camel. Nosotros no somos gente Camel. Quadra Salcedo y su cálculo de riesgos está en otra onda distinta a la nuestra. Vic y yo somos gente común. No pretendemos ser plusmarquistas de nada ni ser entrevistados como la pareja aventurera del año. Ni siquiera vamos con el vehículo adecuado a un continente incomparablemente menos asfaltizado que los de los países desarrollados. En nuestros sondeos de estos días se nos ha dicho que necesitamos un 4x4. La cuestión es que tenemos lo que tenemos y con esto hemos de organizarnos. Llegaremos hasta el primer imposible que nos pare o hasta el primer agujero que nos engulla. Esperemos que no. Posiblemente las dificultades de desplazamiento por suelo deben ser mejores en otros itinerarios que tenemos pensado para el futuro; Rusia-China-Sudeste Asiático. También el de Alaska-Canadá-Usa-América Latina, cruzando por el estrecho de Bering. El caso es que hemos elegido África y todas nuestras células están vibrando en esta perspectiva. Nos están saliendo contactos de personas que han vuelto recientemente o que han estado o están. Nuestra amiga Montse (V.Cantaquars) nos pasó el teléfono de un cliente de su joyería que se ofreció espontáneamente a dárselo y que vive en Maputo. Se ofreció sin conocernos a presentarnos el cónsul y a ofrecernos una casita que no usan para nuestras duchas. Una vez al teléfono, Carmen Cano, con su voz ametrallante. que apenas dejaba un resquicio para dejar hablar, propuso una cita para vernos. La declinamos pensando que ocuparía gran parte de nuestro tiempo sin proporcionarnos demasiada información previéndole una personalidad ávida de público atento. Nos proporcionó el email de su hija para seguir en contacto. Antes de salir probablemente la llamaremos de nuevo para pedirle su teléfono en Moçambique. Tras la tanda de avisos de todas las precauciones que hemos de tomar liberamos nuestro oído de su habla estresada. Toda información es útil y todo consejo lo tenemos en cuenta. La actitud más correcta es la de amigos y conocidos que confían en nuestro primer criterio para saber en lo que nos estamos metiendo. Puede resultar biliosa una velada en la que te traten de ignorante o de inmaduro por meternos en una perspectiva viajera que aun no es la más usual. Aún así África está llena de intrépidos y de sus países recientemente más tranquilos nos dan noticias quienes han ido por aire. Toda experiencia ajena es reciclable, lo que no lo es son las secuelas de neurosis pública que en lugar de transformarse en una estrategia de prevención se transforman en una tonelada de miedo. De las limitaciones más incapacitantes el miedo es una de las peores. Se trata de uno de los déficits más severos. Tras el miedo no solo descansa la parálisis del atemorizado también la de la historia humana. Es la sociedad entera la que no se atreve a mover ficha en muchas ocasiones porque prefiere seguir instalada en el atraso que progresar hacia los paraísos imaginarios.
África no es Saturno u otra galaxia. Tenemos noticias de ella desde que somos niños. Algunos de los paisajes más espectaculares están en ese continente, alguna de las culturas más primitivas también. Además de las formas que pueden encontrarse hay filosofías recónditas que pueden enseñarnos a vivir y pensar. Las Univisión europea es pensar que todos los africanos esperan venir a Europa para crearse otra vida, lo mismo que muchos estadounidenses temen de los centroamericanos. Europa está ofreciendo muchos cromos a países menos avanzados pero estos tienen verdades que nuestro continente ha perdido, parece que, definitivamente.
Sin darnos cuenta caemos en esta trampa clasificatoria de unos dejes gramaticales posesivos que nos dificultan una comprensión global: nuestra cultura, o su cultura, lo nuestro, lo suyo,…África está en el origen de muchas cosas; por su parte, la zona desarrollada del globo se ha apoderado de sus invenciones y originalidades. Hablar de nosotros y de ellos es un error deliberado pero inconscientemente medio. De hecho todos participamos de procesos existenciales y cada existente esta en su nivel de elaboración. Intuimos que los hijos de las civilizaciones tecno tenemos más que aprender de los que viven en zonas del globo que no nos han alcanzado que no al revés- Un poco lo que le pasó a la antropóloga (Morgan en las Voces del desierto)que se fue una temporada con los aborígenes australianos para convivir con ellos y estudiarles y que se encontró con la curiosa experiencia personal de que la excluían porque olía mal con sus potingues recargados y le enseñaron a vivir de acuerdo con la naturaleza.
El chip del viaje, su alma, su algoritmo principal, es el de dejar las puertas abiertas a nuevos conocimientos. El viaje real empieza cuando surgen imprevistos fuera de planificación. Un exceso de preparativos puede impugnarlo. No, no es que nos opongamos a una planificación racional. Hay que prever lo fundamental: Hay vehículos que llevan segundos depósitos de reserva. Eso significa unos 160 litros cuando menos. Nosotros compensaremos esto con la posibilidad de almacenar 80 litros de reserva en 4 bidones de 20 litros cada uno. Sabemos que hay distancias de cientos de quilómetros sin que haya una estación de aprovisionamiento. También otros que mezclan agua con el gasoil generando problemas. O al menos eso es lo que le pasó al todoterrenista que tiene una tienda de suministros en Premià de Mar, Oasis, donde fuimos a comprar un kit para arreglar pinchazos, una pala plegable de arena y uno de los bidones metálicos-todo muy caro- descartando de momento las planchas para sacar las ruedas atascadas en la arena. También salimos con un par de consejos que seguimos: llevar un kit de embrague por si se averiaba el que tiene puesto la furgo y cojinetes de rodamientos de repuesto tanto para las ruedas delanteras como traseras. Ante el discurso alarmista Vic sucumbe de inmediato, yo me resisto algo más, pero en esta ocasión también sucumbí. Los recambios mencionados más una segunda rueda de repuesto nos vaciado casi 700 euros. Aun era más caro. Rafa Granados –suministros de Difisa, establecimiento donde compramos el vehículo- nos aplicó un 10% de descuento. Rafa tiene un todo terreno y está al corriente de nuestra aventura. A fuerza de ir por su lugar de trabajo nos ha tomado cariño. Es muy diligente y se ocupa personalizadamente de tu caso. No paro de insistirle que me trate de tú, pero dice que mi barba le impone un algo. Todavía tenemos pendiente ir a recoger tres barras en lugar de una baca.
Un viaje en perspectiva y las ansiedades que genera pone a prueba el psiquismo del viajero en capilla. No se puede llevar suministros de todo. Para eso habría que llevar encima toda la replica del vehículo con el que vas. No hay sitio para tantas cosas. Tampoco cuento con tanto espacio mental para esta clase de previsiones. Puede suceder –o entra dentro de los posibles- que en un país remoto te quedes sin una pieza que tenga que ser pedida en otro país y se tenga que esperar por ella durante muchas semanas. Pues bien, eso también es viajar. Viajar es dar entrada a las adversidades y no tratar de liquidar su hipótesis con protocolos superasegurados de todo. Eso podemos pensarlo en tanto que tenemos tiempo para encajar cualquier revés. Viajar es ponerse el chip del que va a aprender como Marlo Morgan, cuyo nombre completo y titulo de su libro acabo de confirmar a través del Google.
No, nosotros no somos gente Camel ni tenemos cuerpos-danone. Convertimos nuestra sencillez y vulnerabilidad en nuestras tarjetas de presentación y tomar buena nota de todo para que no se nos escape nada. De acuerdo con nuestra: viajar es hacer antes que nada un viaje mental, lo técnico forma parte del envoltorio, lo real es lo que le suceda a nuestra alma.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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