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domingo, 25 de noviembre de 2007

Viajar a Africa Ahora

con Bernardo y Montse V.Cantaquarts en Mataró


El 2008 tenemos intención de pasarlo en África recorriendo todos los países que podamos con un vehículo no apropiado: una furgo-hábitat de 85 cv. No es un todo terreno ni somos gente Camel, tampoco tenemos cuerpos-danone ni la edad de la utopía. Somos prejubilados y pensionistas y tenemos uno de los valores más importantes: tiempo libre. La ecuación más elemental es que la vida es igual a tiempo. Tenerlo hipotecado tras las zanahorias varias del sistema es quedarse sin ella. De pronto un día te das cuenta que la gente coetánea empieza a palmarla a una velocidad sorprendente y que tu sigues sin conocer la mayor parte del planeta que has habitado, que te has pasado las décadas tras los cromos de tu terruño, de tu nación o de tu país y que la mayor parte de las cosas de las otras realidades mundanas las ha recibido mediatizadas o sin pasarlas por la experiencia directa. Recuerdas que de niño los relatos que más te entusiasmaron eran los de las exploraciones y decides en la medida de tus posibilidades explorar los lugares que no conoces.
Este proyecto nos está cambiando la perspectiva inicial. No va a ser un viaje más sino un viaje que nos rehaga a nosotros. Cuando lo hemos comunicado a amigos y conocidos lo habitual es que nos pregunten si estamos seguros de lo que vamos a hacer y que nos pregunten un por qué a bocajarro, también hemos oído que estamos locos. Al turista no se le suele preguntar porque va a Bangkok a pasar 10 días o a los recién casados porque van a Bali, al viajero, en cambio, se le pregunta el sentido último de su viaje. Se diría que la lógica circunstancial no alcanza a entender que se pueda viajar porque sí, simplemente para conocer nuevos lugares y compartir nuevas conversaciones. Casi estoy por decir que la pregunta debería ser al revés, ¿por qué no se viaja en un tiempo que se turistea tanto? ¿Por qué tanto sedentarismo como lo prioritario dejando los desplazamientos para periodos menores? Hay razones de comodidad y rentabilidad de los trabajos que aconsejan la ubicación y la quietud. Esa es la determinante de fondo porque la humanidad pasó del nomadismo al asentamiento estable.
El perfil de nuestra civilización quiere contar con un motivo para todo. Ir a un país a hacer negocios tiene mas sentido que ir para caminar por sus calles o visitar sus aldeas o escuchar a sus gentes. La lógica de los beneficios materiales está por encima de cualquier otra lógica; la nuestra, sin embargo, pasa por el registro de los placeres, de la comunicación, del relax, de las miradas y de la reflexión. Viajar te lo permite, te saca de tu mundo cerrado y egoico, de tu narcisismo de primermundista para ver con tus propios ojos y tocar con tus propias manos la realidad de la que tienes eco a través de los medios.
Posiblemente todo viaje geográfico de larga duración lleva consigo otro viaje curricular implícito, el de viajar al fondo de ti mismo al ir fuera de tus roles y costumbres habituales. Haces cosas que en casa o en el despacho no sueles hacer y que el ajetreo cotidiano te impide. La mejor definición de vida, al menos de vida moderna, es aquella que con distintas frases ha dicho distinta gente: lo que se va consumiendo sin aprovecharla a través de la preocupación localista e inmediatista del quehacer del día a día. Viajar es una forma de dotar de nuevos contenidos a la vida
Viajar es ir al encuentro de las primeras fuentes de información. Es un gran placer ser tu propia fuente de información nutrida del contacto directo con los lugares que recorres y que contrastas con otros que hacen lo mismo.
Los europeos siempre se han sentido fascinados por África. Ha sido la cantera de las riquezas expoliadas. Algunos viajeros modernos pagamos kármicamente, en cierta manera, la visita al continente con más conflictos y enfermedades de la actualidad planetaria para lavar las culpas de nuestros antepasados que fueron para esquilmarlo y enriquecerse. En una Europa más solidaria y con un sentido universal, del que ahora carece, los viajes del futuro se podrían plantear como lo primero en lugar de hacerlo con la vida posicionada. Con el estreno de la adolescencia, los chicos y chicas podrían estar 5 o 10 años de su vida, cuando menos, para recorrer el mundo y no limitarse a la embriaguez quilométrica que supone un boleto de inter-rail por un mes. La gente en la edad de la energia podría priorizar el contacto de la vida en lugar de meterse de cabeza en el proyecto de su carrera desde las aulas y las ideologías previas. Posiblemente tras este tipo de experiencia vital el mundo se hermanaría más, se conocerían más las gentes entre si de distintas idiosincrasias y los señores de las guerras no encontrarían soldados que se les alistaran a sus belicismos.
Desistimos de responder a la pregunta de por qué viajar a África ahora, antes bien tenemos una pregunta opuesta ¿por qué no hacerlo?

1 comentario:

pepita pulgarcita dijo...

¡qué razón tenéis! suscribo cada frase y cada sentimiento expresado en las letras que taladráis tan sincéramente. os envidio y sé que más tarde o más temprano me organizaré para explorar nuevos y viejos territorios, con o sin mi compañero de viaje. deseo que el mejor de los vientos os acompañe e impulse, y que sigais manteniendo vivo ese espíritu inconformista y curioso!!!! bon voyage!!!

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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