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lunes, 31 de diciembre de 2007

Cambio de continente

estrecho de Gibraltar , on board 30 de diciembre 2007 - Martil Marruecos 2007 diciembre 30
Despues de 2 noches en Madrid y otras 5 en el Puerto de Sta. María, en lugar de los 7 y 7 dias respectivamente que habíamos previsto, recorremos los 130 kms hasta Algeciras. Antes el gps tontón ha hecho el tonto llevandonos en dirección contraria durante un buen rato. Antes de dejar El puerto fuimos anoche a sacar más dinero de un cajero y por la mañana el máximo de cantidad que tenemos autolimnitada para sacar por dia. Por el camino, en un stop para pises, he contado lo que traíamos: unos 4000e más el equivalente a 80e en CFCs.
A la llegada a Algeciras antes de entrar en el recinto portuario un tipo con dotes de mando nos indica donde debemos parar. Al principio lo confundimos como un encargado de la zona porque ha salido del lado de una garita junto a una barrera. Identificado como un promocionador de las ofertas de tickets de una oficina lo desestimamos para ir a preguntar en otras. Los precios son de 55e y 60. Estamos en temporada baja y los barcos van semivacíos. Mejor uno de estos días que no en las fechas puntas. El año pasado hicimos este mismo trayecto y fue más agobiante por la cantidad de gente concurrente. Si Cádiz es una buena introducción al Moro, Algeciras es su broche de oro. El sello de identidad de Andalucía con el Andalus no ha desaparecido. Finalmente vamos a la estación marítima donde hay varias oficinas de billetes a comprar los nuestros que conseguimos por 45e los 3 con vehículo incluido. Por un momento, por una información alarmista que nos dicen en uno de los mostradores de venta de tickets de fuera del puerto, creemos que los paquetes de la baca nos van a ocasionar problemas pudiéndonos enviar a Aduana. No es así. No nos hacen el menor caso. Introduzco la furgo marcha atrás a la panza del buque y despues de un rato zarpamos. En Ceuta aún seguiremos en territorio español. Queremos conseguir una cámara digital y llenar el depósito de gasoil si es más económico que en Marruecos.
El ferry vibra bastante y escribir no resulta muy cómodo. Vic y Lucia Romero están junto a la barandilla hasta que la brisa las convence de volver al salón de butacas.
El viaje africano no empezará hasta cruzar la frontera ceutí que conocemos de otras muchas veces y que siempre crea demoras de tiempo. En efecto a pesar de la poca clientela del penúltimo día de año hacia las 16h, en el puesto de control de los pasaportes personales, me envían primero a hacer el control del vehículo cuando en realidad el procedimiento es al revés. He de volver y recordarle al tipo que me ha derivado que el es nuestro primer controlador en la secuencia burocrática. Hace su trabajo y tras los tres tamponazos para los tres pasaportes le pido los típicos impresos que hay que rellenar para volver a cruzar la frontera la próxima vez. A continuación Lucia y yo montamos nuestra tanda en dos garitos de aduanas distintos que se ocupan del control de vehículos. Mantener una cola ordenada es algo absolutamente desconocido en este país. A la gente le gusta aglomerarse y aunque aclares su lugar en una fila, evidentemente inexistente, antes de que te des cuenta ¡zas! sus papeles han atravesado primero la ventanilla y han llegado a captar la atención del funcionario antes que los tuyos aunque tu estés montando guardia desde mucho antes. Es algo tan repetido y conocido sin ninguna variación en los últimos 30 años que no sorprende. ¿Qué habría pasado si Descartes hubiera nacido en Marruecos? ¿Europa sería África? ¿África sería el infinito? ¿En las escuelas no se hablaría de x ni de y, ni la numeración ordinal se practicaría? No, la numeración que empleamos nos la enseñaron los árabes pero su ordenamiento cardinal lo siguen desconociendo. Se puede aliviar la espera haciendo comentarios jocosos con nativos u otros extranjeros que pasan por ese episodio del vía crucis internacional de las fronteras, pero sabes que no es el lugar ideal para las tertulias y tienes que tener los ojos puestos en zigzag para control a los que se cuelan. Con los permisos de entrada regresamos al vehículo y nos encomendamos a algún ángel de la guarda para que nos proteja los siguientes cien metros. Hemos elegido venir por Ceuta en lugar de ir por Tánger porque estábamos avisados de que otros vehículos particulares con materiales solidarios han visto demorado su paso `por bastantes horas horas e incluso por varios días.
El hombre uniformado con visera nos pregunta sobre qué llevamos en nuestro cargamento. No le convence la explicación de ropa usada y medicinas. Me hace descender para mostrarle la parte de atrás. Descargo la silla de ruedas, la escalera de aluminio y abro el armario-despensa de comida. Se me ocurre mostrarle uno de los botes de lentejas. Observa detenidamente las marcas del tapón donde pone una referencia numérica y 13:00. Posiblemente es la hora de envasado, no sé muy bien lo que es. El infiere que el bote está caducado. Lo consulta con un colega. Ambos chasquean los dientes y hacen que no con la cabeza. Entretanto han venido dos de los muchos hombres que están al acecho para ayudas no pedidas de los transfronterizos extranjeros y acarrean con la escalera, con la silla, con los botes que se desparraman de la despensa supercargada. Todo entre sonrisas e hipótesis. Sabemos que estamos en sus manos y ellos saben que está en su potestad darnos el visto bueno y paso libre o amargarnos el día. Los dos guardias que han confundido las 13 horas presumiblemente del envasado con el año 1300, fecha desde el cual la caducidad ha sido ampliamente rebasada ,caen en la cuenta que otros botes de otras marcan dan fechas de finales de decenio como margen de ingestión. Les digo varias veces que llevamos ropa y comida y que necesitamos tanto porque vamos a estar un año por el continente. Preferimos no mencionar que llevamos un cargamento para una ONG ni presentar nuestra credencial de colaboradores. Afirmo varias veces que no somos traficantes y que lo que llevamos es para trasladarlo a Mali despues de cruzar Mauritania. Por su lado Lucía intercambia palabras en árabe con uno de los controladores yeso alivia el escollo. Nos dejan pasar con la promesa que no llevamos nada que pueda dañar al país. Superando el trago unos metros más allá nos echan la ultima mirada a pasaportes y papelajo verde del coche y salimos a la explanada donde esperan docenas de Mercedes taxi colectivos para el personal de a pie. Dejamos que nos lleve una carretera tranquila hasta la entrada de Tetuán donde tomamos, en dirección mar, la carretera hasta Martil donde vive Lucia desde hace algunos meses. La ayudo en su traslado de enseres. Parece que tengo mono de traslados y despues de docenas de días haciendo el nuestro me ha quedado inercia para prestarme a hacer los de los demás. Ella y su compañera de piso cambian de uno covacha que deben abandonar antes de terminar el mes a uno incomparablemente mejor por casi el mismo precio (unos 160e/mes) junto a la avda. Miramar, una de las principales arterias urbanas. El único inconveniente del nuevo es que esta ocupado por mosquitos que se han repartido las paredes de su habitación en un intento de grafiti gestáltico. Al parecer el rio cercano explica la presencia de los zancudos. Nosotros desestimamos compartirlo para pasar esta noche porque las escaleras para llegar a la segunda planta que es donde está y la gotera que tiene casi encharcado el vestíbulo son disuasorios para Vic. Optamos por pasar la en la furgo. A partir de hoy el vehículo es nuestra piedra de Sísifo. No podemos perderla de vista, en particular mientras la lona azul y las cajas solidarias estén en su techo.
Antes de dejarla en su casa hemos ido a comer en un barecito popular típico donde hemos vuelto a probar la típica harira. Luego nos hemos ubicado casi al final del paseo marítimo. Mientras hemos hecho nuestros preparativos para instalarnos en la parte de salón-litera, algunas miradas de viandantes no han perdido detalle de nuestros movimientos. Un par de hombres, cada uno en sus puesto, creemos que, de vigilantes no san parado de observarnos.

Dentro de la furgo pruebo la batería auxiliar para el ordenador. Funciona. Ya no deberemos estar agobiados por el tiempo limitado de la batería incorporada al chisme contando con una que sin ser muy grande da tiempo de sobras para las necesidades diarias. En ruta esta batería se carga con el movimiento del motor y en caso de estar estacionados varios días usaremos las placas solares. A partir de ahora cada vez que usemos el dispositivo estamos en deuda con Paco Baldó que por 3 días ha dedicado bastantes horas de taller –de un taller impecable y cómodo para trabajar en el garaje bajo su casa- a poner en condiciones de utilidad práctica la batería que me regaló Pere B. Lo mejor que se puede hacer con las cosas es usarlas y no cargar trastos que ocupen un espacio y supongan un lastre. Es un alivio poder usar al menos este muerto. Junto a la puerta corredera y utilizando la misma carcasa de plástico donde se enrolla el cinturón de seguridad está adosado u n artilugio que ha diseñado Paco con un diodo y unas resistencias y un trifurcador de terminales hembra para mecheros. Ambos deberemos recolocarlos en la misma zona un par de centímetros más arriba el uno y otro par de centímetros mas adentro el otro para que al cerrar la puerta no presione a este y el otro deje margen para ubicar una de las garrafas de agua. El convertidor de 12 a 18v para el ordenador va de coña aunque a falta de un conector terminal que alimente al ordenador habrá que ir con cuidado con el empalme. El convertidor tiene un piloto de luz azul muy destellante que tiene el valor añadido de simular un dispositivo de alarma para los no entendidos. Un tiempo atrás Vic compró unos cacharritos de dos partes cada uno para poner en las ventanas a modo de dispositivo acústico por si eran abiertas desde afuera. Nunca los llegamos a usar ni los hemos traído pasando a engrosar el almacenamiento de objetos inutilizados de los que podemos dar noticia. Seria interesante proveernos de un sistema de alarma que al menos ocasionara una cierta perplejidad a algún oportunista con intención de robarnos. La verdad es que iniciamos este viaje sin tener resueltas todas las cuestiones técnicas o de equipamiento. Deberíamos haber venido con bidones estancos y cofres de aluminio o plástico, para la baca, en lugar de llevar cajas de cartón envueltas con un plástico de la peor calidad que no creemos que aguante hasta Mali a pesar de nuestra moderada velocidad de crucero. Falta por terminar la instalación de luces en la cama para lecturas. Ahora hay un casquillo para una lámpara de baja potencia (5 w) junto a la puerta corredera con un interruptor muy cuco y otro, pendiente de conexión, en el otro lateral colocado de tal manera desde la mitad de la cama que con una lamparita de 21w nos dará de sobras para llenarnos de dichas intelectuales nocturnas. Federico, uno de los hermanos de Vic, se asombró que lleváramos un estante lleno de libros y aseguró que no tendríamos tiempo para leerlos. Es cierto que viajando se llenan los días de múltiples cosas y el contacto con la gente te puede dejar muy poco tiempo libre para ti o te toca buscarlo en horas intempestuosas. Esperamos a partir de ahora empezar a descansar y tomarnos la historia con un cierto relax. Desde suelo marroquí Vic ha enviado un sms informando de nuestra llegada. La aventura o esta parte de la aventura de la vida, acaba de empezar. No hace tanto que ya estuvimos en Marruecos. En enero pasado estábamos regresando hacia el norte. Fue un viaje de 3 semanas y 3 personas: nos acompañó Misse.
Antes de medianoche nos instalamos para dormir. El día ha sido duro y la noche anterior hemos dormido poco. La intensidad de las últimas semanas apenas nos ha dejado ratos libres para hablar de ello. Bastante gente se ha volcado con interés por nuestro proyecto. Hemos compartido ratos con distintas personas. En la noche anterior nos despedimos de Paco y MariCarnen y de Guillermo y Lolita, cuñado y hermana de Paco, junto a la furgo que no es para nada el ideal de los vehículos viajeros pero que tampoco está tan mal para nuestro programa y propósito. Recordaremos esta última tanda de días con ellos en El puerto, comiendo juntos y compartiendo ratos de taller. Por las noches hemos ido a dormir al piso de Inés, en la urbanización Redes a pocas manzanas de la suya: El Águila. Inés nos ha prestado su piso en otras ocasiones y MariCarmen lo ha preparado para que encontráramos la habitación caldeada y la cocina con lo necesario para los desayunos.
En la penúltima noche en la península, en Cádiz, compartimos una comida con Manoli SanJuan y sus hijas Inma y Ester y su hijo Jorge. Nos hicimos regalos. Manoli preparó una cartera de cuero de Ubrique para Vic y un llavero, con un abrechapas metido dentro de una reproducción de una chapa, para mí. (Eso me hace recordar que en Dinamarca los bebedores de cerveza llevan invariablemente unos indiscretos abrebotellas en sus llaveros. Les propondré este modelo). Luego nos acompañaron por la ciudad para encontrar unos casquillos para bombillas de automóvil. Finalmente dejamos pagado uno de los casquillos con interruptor incluido de los que usan los taxistas para cobrar para Paco pidiéndole que nos dejara el suyo.
Por la noche pasamos una velada hasta tarde con Aurora Montero y su marido Pepe y una pareja de amigos: Miguel y Maite. Los dos hombres están empleados por la armada y estuvieron en Elcano como oficiales. Me enteré de interesantes medidas ecológicas que cumplen los barcos de la armada española para no ensuciar las aguas marinas. Se interesaron mucho por nuestro viaje y nos agasajaron. Brindamos con un Codorniu que trajimos y nos regalaron una bolsa de polvorones y turrones. Luego nos acompañaron hasta la furgo que les mostramos no sin cierta vergüenza con todo su desorden y camuflaje marroquí.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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