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domingo, 4 de noviembre de 2007

Entre Cajas de Cartón



.Hacía años que no nos enfrentábamos a un traslado de domicilio. Los últimos doce hemos estado viviendo en el mismo sitio sin tener necesidad de hacerlo. Las ausencias de casa han sido como mucho de poco más de dos meses y siempre por razones de viajes. Ahora al ceder el alojamiento estamos obligados a dejarlo en condiciones. Los muebles se quedan pero todo lo personal debe ser trasladado. No es hasta que tienes que embalar objetos domésticos que te das cuenta de la enorme cantidad de cosas que has acumulado. Sobre todo yo, que nunca he parado de comprar libros, decos y reciclar materiales. En estos momentos estamos rodeados de cajas y bolsas. Un montón de bultos que nos recuerda un poco que todos somos Sísifo. Lo bueno de empacarlo todo es que te reencuentras con antiguas cosas que creías perdidas o traspapeladas. Es un buen momento para hacer balance de lo que tienes y de todo aquello de lo que puedes prescindir. El apego a elementos decorativos que ocupan un espacio sin prestar un servicio o de libros que ya has leído y que consultas raramente podría ser superado y pasar una buena parte de todo lo que tenemos al capítulo de las donaciones. Creo que voy a cargar con todo. La donación no deja de ser una forma de trasladar tu problema a otra persona para que se enfrente a la misma tesitura de las acumulaciones.
Desde el punto de vista del peso y del esfuerzo físico lo que más nos preocupa son los dosieres de revistas, materiales de ecologismo, de geografía, de seminarios múltiples. En nuestras carpetas hay de todo: décadas de historia del país en la que hemos participado desde nuestras alcantarillas. Todo eso tiene un valor emocional y nos enfrenta al dilema de conservarlo o no conservarlo. Posiblemente aquellos soportes gráficos a los que ya no volveremos pero que puede tener un interés como fondo archivístico para investigadores y tesinandos los donaremos. El problema es que alguien los quiera, exceptuando quien lo valore a peso de papel. Hace poco
Inserté en un foro el ofrecimiento de materiales de este tipo[1] sin que de momento haya generado ningún interés. Dejemos eso, las cosas se conservan durante años sin ser tocadas hasta que un día por razones no escogidas, como los límites físicos del espacio deciden por ti y te obligan a deshacerse de ellas. Al fin y al cabo el valor de una cosa y en particular de un documento es el referente que deja, los datos que proporciona, los conceptos que te enseñan. No concibo que la gente del futuro acarree con tantos objetos como hemos hecho la gente de nuestra generación. Los ipot y los mp4, los celulares y los ordenadores portátiles sustituyen toneladas y metros cúbicos de materiales. Las anclas y las piedras que nos tienen pillados son miles de cds, dvds, libros y más libros, ordenadores de consola, equipos de música, ropa y más ropa. Dentro de unas semanas recuperaremos el feng shui idóneo para la casa dejándola a punto para ser ocupada por otra gente con sus objetos personales. Los muebles, por supuesto, los dejamos. No tenemos donde llevarlos.
Uno de nuestros invitados a comer ayer Francesc Baselga tuvo la impresión que tenemos mucho por embalar si queremos irnos a mediados del mes próximo. Nuestra verdad un tanto parsimónica nos delata. Francesc importa a Catalunya el travelscoot, un triciclo con batería y motor eléctrico que es de fácil plegamiento y transporte pudiendo ser la alternativa a la pesada moto que usa Victoria, una Gogo de la Pride Mobility products corp., absolutamente prohibitiva ésta de llevar en las condiciones en que viajamos.
El hecho de tener un próximo viaje de larga duración no significa que dejemos de hacer nuestras cosas cotidianas. Dedicamos bastante rato al ordenador y al despacho. No dejamos de hacer vida social y seguimos gozando de nuestros momentos privados.
Todavía hemos de conseguir todavía docenas de cajas plegadas para meter todo lo que falta. En los próximo día tanto en el centro de Barcelona como de comercios locales, conseguiremos la que nos faltan (tal vez unas 35 más).
Hoy hemos hecho un traslado hasta el estudio despejando todos los fardos que teníamos en espera. Isaac me ha ayudado. Después, durante la comida, hemos hablado un poco de todo y del viaje en particular. Él también se suma a la opinión de que ve que tenemos mucho trabajo por hacer si queremos dejar la casa lista en tan poco tiempo.
[1] El valor documental-sentimental del archivo físico. http://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=30762&highlight=

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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