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sábado, 10 de noviembre de 2007

Explorar: una pulsión.



Segunda tanda de vacunas en Sanidad Exterior. En esta ocasión nos ha tocado una banderillera con las manos temblorosas. Para nuestra suerte las agujas son pequeñas y apenas se notan. A nuestras preguntas sobre otras vacunas antes de terminar de preguntar ya nos esta derivando a la médico en una total autoexclusión de lo que no es responsabilidad suya y con una falta total de amabilidad. Pensamos que tiene que ser duro trabajar en un medio en que los profesionales no pueden opinar. Eso les agria el carácter. En la sala de espera una cierta cantidad de gente esperando su turno en absoluto silencio.
La calle Pelayo es la proveeduría de cartones de todos los tamaños para embalar enseres. Cargamos la furgo con bastantes. En el barrio informático (la zona de calle Sepúlveda, Ronda st. Antonio y alrededores) hemos comprado un ordenador que será el que usará Victoria. Hemos decidido que cada uno debe tener el suyo. Debe ser una exageración pequeñoburguesa. Elegimos un hp de 12,1 pulgadas y 2 Gb de Ram con la pantalla giratoria y táctil. Consigo que desestime un Asus de 9 pulgadas con el teclado y el lector dvd externos poco fiable. Decidimos que no llevaremos nuestros portátiles, -lo más valioso de nuestro equipo- con los típicos maletines que los identifiquen y haremos estuches de protección especiales para meterlos dentro de nuestras mochilitas ordinarias. Los alojaremos en el par de escondites dentro de la furgo que solemos usar en momentos de peligro pero ningún zulo es inviolable y hay zonas y países como la República Centroafricana que asaltan vehículos para robar e incluso para matar.
Estuvimos hablando con Montse García, la anterior médico de cabecera de V y con la que habíamos compartido reuniones reivindicativas en nuestra localidad. Ha vuelto tras una colaboración de bastantes meses con Médicos sin Fronteras. Toda información sobre profilaxis y prevención de enfermedades nos es muy valiosa.
En Ikea hemos conseguido una tela mosquitera. Estamos tratando de conseguir otra con repelente incorporado. Nos falta conseguir repelentes para las zonas al descubierto de nuestro cuerpo, también pastillas potabilizadoras. Los precios de todo esto son altísimos y de momento desconocemos los efectos secundarios del abuso de las potabilizadoras. Vamos tras una filtradora. Cuando estuve en la selva amazónica ví y probé una forma muy ingeniosa de tinajas para filtrar agua. El filtro era una pieza de cerámica de bastantes centímetros a modo de tapón. El agua amarilla de las criques tras pasar por él durante toda la noche salía transparente.
Una de las preguntas que nos toca sortear estas semanas es el por qué de éste viaje. No hay un por qué. Ni siquiera el objetivo geográfico es un verdadero objetivo. Siempre que llegas a un horizonte hay otro horizonte más allá. No hay un final último que alcanzar. No pensamos en batir un récord ni en demostrar nada. Los colonialistas europeos hace siglos ya expoliaban los recursos africanos. Posiblemente los viajeros de ahora que recorremos zonas subdesarrolladas -en otros tiempos esquilmadas por extranjeros prepotentes- lo hacemos indirectamente para pedir perdón por lo que hicieron nuestros antepasados. Pero ni siquiera eso es una buena razón. Viajar es explorar y explorar es una pulsión. Las hormigas no necesitan coartada, van tras su alimento y su almacenaje, nosotros vamos tras la experiencia y el contacto. Salir de Europa es ya una razón en sí misma. Salir de la visión occidental es darte la oportunidad a contactar con esa otra parte del mundo del que generalmente solo has oídos hablar en documentales y por noticias puntuales.
Además del por qué flotante, hay quien nos dice directamente que estamos locos y que es una barbaridad lo que nos planteamos. Son los menos. Los que no están al corriente que además de su ciudad, de su país hay otro mundo. A la postre son los que no están al tanto que además de los vuelos intercontinentales de ciudad a ciudad y de las agencias organizadoras de viajes hay otra forma de viajar: simplemente la de viajar por cuenta propia, la de dejarse llevar por las rutas. Sí, ya sabemos que un viaje depende de una buena planificación pero saber a priori lo que vas a hacer el día numero uno y el día numero 9 así como todos los demás es quitarle el potencial de misterio de un proyecto. Explorar es admitir la espontaneidad en tu vida y la espontaneidad es todo aquello que sucede y que no está apuntado previamente en la agenda.
Estamos ávidos de otros paisajes, de otras miradas, de otras gentes, de otros relatos. África tiene todo eso y, posiblemente, en los lugares más recónditos es donde hay sentimientos humanos que definitivamente están fosilizados en los más modernos. La división económica del mundo entre países desarrollados y subdesarrollados que tanta fortuna literaria ha hecho no nos sirve. El concepto de desarrollo está cuestionado. Los excesos industriales de los países más poderosos han creado una sociedad patológica y la perspectiva del futuro es poco halagüeña. Lo que tenemos los usuarios de la sociedad occidental: coches y propiedad privada celosamente guardada no es la alternativa tan segurizante que se creía. La gente que sobrevive con un dólar al día o menos nos puede enseñar cosas que nosotros ni siquiera sospechamos. No elogiamos la pobreza pero nos desmarcamos del supuesto de que la riqueza sea la alternativa.
Viajar tiene siempre un argumento muy socorrido: conocer. Viajas para conocer (bueno los japoneses tienen la fama de ser la excepción: viajan para hacerse fotos), para encontrarte con otras visiones del mundo, con otras partes del mundo, es decir con otros mundos. También se viaja por razones comerciales. No es nuestro planteamiento. No pretendemos rentabilizar los miles de quilómetros que hagamos, es decir, que sigamos haciendo en esta vida. Es suficiente beneficio la experiencia que nos proporcionan. No tenemos entrañas para los busness. Comprar barato en un país para venderlo caro (o con un margen considerable) en otro que no carece de ese producto en el fondo es una estafa. Aunque la historia económica se ha basado y sigue basando en este criterio. Es como el vecino que tiene la suerte de tener un manantial en su parcela casi por casualidad y le exige el pago del agua al de al lado en lugar de compartirla. Con la excusa de los costes de exportación y fletes de transporte se han venido haciendo abusos desde siempre. Así sigue el mundo: destruido, violentado y con muchos temas pendientes para resolver. La gran familia humana se ha dividido en clanes antagonistas y los países y continentes más pobres se explican por la lógica de la prepotencia de los países más ricos. Hace milenios los países más adelantados estaban en África y en Asia. Fue después que nació el esplendor europeo en el mediterráneo con Atenas y Roma. Hay otra parte del mundo, la más olvidada, la que menos sale en los telenoticias, salvo por sus penas, que puede enseñarnos mucho. En todo caso, viajar en si mismo es una enseñanza. Te hace retomar el filón del tiempo en que la mayoría humana era nómada. Era una forma de vida simbiótica entre el habitante y su hábitat móvil. Todavía hay zonas del planeta en que eso se sigue dando: en Mongolia, en el Sáhara con los tuareg o en el desierto australiano. La figura viajera evoca tímidamente el nomadismo. Hoy aquí y mañana quien sabe donde, allí donde haya un motivo para detenerse, una necesidad para descansar, una buena charla que hacer. Puesto que la vida es un viaje, cada viaje concreto no es más que un capítulo. En este viaje de viajes la perspectiva africana venia siendo para nosotros una asignatura pendiente. En realidad todas las personas deberían viajar por placeres culturales antes que hacerlo por razones económicas, diplomáticas o políticas. Eso ayudaría a crear una conciencia global. De hacerlo el racismo se minimizaría considerablemente y el sentido de cooperación internacional crecería. A los xenófobos les resultaría difícil odiar aquellos lugares que hubieran visitado y gentes con la que hubieran tratado y entenderían una evidencia: la multidiversidad mundana que hace que ningún pueblo sea más que otro aunque algunos se arroguen el papel de hacer de gendarmes de los demás.
La propuesta africana ha ido tomando cuerpo en nuestras manos. Victoria no la ha puesto en duda en ningún momento. Las informaciones de sus peligros no nos echan para atrás. Sabemos que nos encontraremos con cantidad de barreras arquitectónicas, algo especialmente duro para ella y sus máquinas. Se puede viajar sin poder caminar normalmente con las piernas, tal como venimos haciendo desde centenares de miles de quilómetros compartidos durante los años que llevamos conviviendo juntos, porque el viaje pasa por organizar una voluntad de conocer y por una filosofía de interaccionar con lo distinto. No son los quilómetros sino este par de criterios lo que te lleva lejos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Tenéis la suerte de disponer del tiempo, de la compenetración, de las ganas de aprender, de la curiosidad por ver lo que hay más allá. Tened por seguro que sólo encontraréis ganancias en este viaje que ahora váis a emprender.
Desde aquí mi admiración para los dos. Besos.

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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