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martes, 18 de marzo de 2008

Impasse

Lome 8 marzo 2008
Las noches de los miércoles en chez Alice hay una performance de música autónoma. Al menos 20 personas nos extasiaron con sus contorsiones, percusión, cánticos y sudores, jambees y ritmos. Danzas representativas de trabajos y oficios, en una de barrenderos, en otras de pescadores. Por fin vi el lugar donde se mete la energia de los africanos. África inventó el movimiento corporal, la gestualística, la expresión total. Compartimos la mesa con los franceses: Sandrine. Patrick, Phillipe, Stephan, también alguien mas que se añade, Eric. Compartimos nuestro cava con ellos que nos aguardaba en el frigo de la cocina dejado dos días atrás. Canals y Nubiola nos trajo sabor catalano-mediterráneo a nuestros paladares polvorientos.
Jessy se ha interesado por los problemas de nuestra furgo y luego Dominique, con quien comparte viaje para la venta de una vieja furgoneta mercedes traída por este. Jessy, un quebequois, me cuenta su aventura con un antiguo Crhisler con el que viajo hasta Mexico. Ahí se le averió y tuvo que cambiar una determinada pieza relacionada con la transmisión de propulsión para la que no consiguió la sustitución original, rompiéndose poco después. Fue un niño de no más de 11 años quien le dio la solución para meter una sustitoria en una chatarrería cogiendo pequeñas piezas lo más parecidas a los trozos rotos. Consiguió regresar a su país pensando que se le rompería a cada kilómetro. Finalmente compró la pieza original, pero la tenia en reserva a la espera de que se le rompiera el apaño provisional. Unos 20 o 30 mil kms después vendió el vehículo sin haberla tenido que cambiar. Jessy dio al clavo cuando nos dijo que nosotros tenemos problemas de ricos, que en África es más fácil hacer reparaciones con coches viejos, cuyos modelos han tenido la oportunidad de conocer y de encontrar piezas de recambios que con nuevos como el nuestro. Sí, no sé de donde saco los argumentos para tanta preocupación. Un coche es solo un coche. Como curiosidad aritmética he calculado por cuantos cefas deberíamos vender la furgo en caso de que tuviéramos que desprendernos de ella. No menos de 13millones. ¿Quien tiene esa cantidad aquí? Las pizarras de la carretera de agencias inmobiliarias que anuncian alojamientos y propiedades en venta ofrecen por menos de esta cantidad villas (con la misma palabra que se usaba en español para lo mismo). Con Dominique, que esta relacionado con mecánicos nativos del puerto, quedamos para el día siguiente para consultarles acerca de nuestras piezas provisionales. Recoge la nota de ellas y quedamos para el día siguiente para irlos a ver. A la hora convenida no aparece. Una hora después tampoco. Jessy nos dice que la noche anterior bebió más de la cuenta y que probablemente no aparecerá. En efecto, no volvemos a verle el pelo ni da señales de vida. ¿Alguien tenia dudas de por qué se dice despedida a la francesa?

Conversación con Eric Duchier, otro francés incorporado a la clientela flotante, brocanter, que se ha tomado tres meses de vacaciones. Hablamos sobre africanidad y violencia. Coincidimos en las ideas del movimiento que en Francia se llama de la Descroissance con el cual se identifica. Durante las vacaciones o los viajes la gente toma distancia de sus hábitos anteriores y se permite la crítica no exenta de autocrítica.
Más de una semana seguida en Lomé, 9 días, convierte a esta ciudad en la que hemos estado más tiempo de todo nuestro recorrido. Los días se han explicado tanto por la necesidad de descanso como por las atenciones a la furgo, pero también por el impasse en el que estamos metidos. Hemos barajado varias veces las posibilidades de Ghana , hacia el oeste, o Benín, hacia el Este. Finalmente decidimos ir a Cotonou y poner a prueba la furgo. Nos esperan sorpresas. Los pequeños detalles de las reparaciones mal hechas o provisorias piden una lista para no olvidarnos de lo que nos tocará resolver en la primera oportunidad competente que encontremos: sacar el aceite de la transmisión y colocar el que le toca, sustituir los dos souflet por los originales, reponer el quinto tornillo de la rueda…Bueno tampoco son tantas cosas expuesto así.
En chez Alice basta alojarse y dejar pasar la gente. Cada mes un escritor metódico podría tener una novela terminada con los distintos personajes que pasan. Nadie desmerece en importancia. Ni siquiera el francés envejecido y alcoholizado que anda bajo una gorra de visera, unos bermudas y una camisa de colores y anda pasos pausados con los brazos extendidos y las palmas de las manos vueltas hacia atrás semejando un primate. Estamos en una encrucijada endogámica pero nos merecíamos el descanso. Todos nos convertimos en personajes de paso. Tal vez no sea lo más heroico, pero convertirse en personajes secundarios de los demás es lo más razonable. Alice es una suiza que lleva unos 30 años en este lugar. Conocida por los viajeros de toda Europa que vienen a África. Sus books caligráficos de cientos de huéspedes lo atestiguan. Cuando le pido que prepare nuestra factura me da uno de los libros para dejar nuestro testimonio de huéspedes.
Hemos pasado 9 noches seguras en el patio del establecimiento con absoluta seguridad, Un par de guardias nocturnos que se la pasan durmiendo sobre tumbonas han puesto supuestamente la seguridad. No creemos que ese tipo de guardias desarmados fueran una solución en caso de robo organizado -probablemente serian los primeros en huir- pero son pintorescos. Podíamos haber elegido alguna de los sititos cercanos al mar pero hemos preferido estar dentro de un recinto. Todas las noches hemos dormido con las dos ventanas abiertas completamente y las de más calor nos hemos bañado literalmente en nuestro propio sudor. Las almohadas y las sábanas empapadas, las yemas de mis dedos completamente arrugadas como si hubiera pasado la noche en remojo dentro de una bañera. El mosquito de las cinco de la mañana con sus mmiiiiíííízzz que nos despierta. Vengo estudiando el comportamiento de los mosquitos. Confirmo que se trata de una raza superior de una perversión sutil. No sólo te ataca en el momento en que estás más indefenso sino que además se ríe de ti permitiendo que la oigas. Elige los codos y las partes de tus antebrazos para alimentarse de ti. Sabe que el menor movimiento de brazos o manos para defenderte lo detectaría enseguida. También te mete su mordedura entre los dedos de las manos y en el cuello. Dormir con una camiseta de mangas largas se hace imposible y la mosquitera todavía no la tenemos resuelta. El calor insoportable lleva a moverme y a que la mosquitera se despegue del velcro. La alternativa es pinzarla por cuatro puntos en el techo con cuatro salientes que todavía no he instalado. Las recomendaciones desde Europa de cómo andar vestido (exponer la menor cantidad de superficie del cuerpo a esos insectos) resultan impracticables. En otras ocasiones que he estado en zonas palúdicas ya pasé por el mismo dilema: morir de calor o morir de picotazos. Por ahora las picadas y el volumen de mosquitos tampoco son tanto como para asustarse. De hecho, recuerdo más mosquitos en Bamako unas semanas atrás que no en Lomé. Pero siempre hay que contar con este mosquito ruidoso en lo más profundo de tu sueño que te arranca de los brazos de alguna hada nocturna para enfrentar el principio de realidad. El bicho molesta igual fuera de la mosquitera. En ocasiones encendemos la potente bombilla de 20w para dedicarnos a su caza. Cada mosquito aplastado nos da el balance de daños, a veces dejan una mancha negra, nos preocupamos cuando la mancha es roja de nuestra sangre, Alguien debería escribir un manual sobre la psicología del mosquito y como combatirlo. No me importaría ser su representante para ventas comerciales. La experiencia con el malarone durante una semana me dejo los antebrazos con una erupción cutánea que atribuí a mi alergia a los laboratorios. También se extendió por parte del tórax. No hay ninguna alternativa realmente, sólo posicionarse ante un daño u otro.
Las últimas noches han dado muestras de cambio climático. Nubes y viento. La tormenta ha dejado charcos en la ciudad. Lomé es una ciudad con todos los síntomas urbanos que le corresponden a las grandes ciudades. Los socavones del asfalto y los piííí-piííí de los coches y mec-mec de las motos te tocan los bajo fondos pero lo soportas como estoico que toca ser.
La división de numero de países entre numero de semanas que hice al principio, unos cuantos capítulos después de nuestro recorrido africano me resulta idiota. Cameroun está con problemas. Nigeria era otro nombre maldito, aunque en el libro de Guest de Alice veo que Charly informa que se van para allá siguiendo su plan inicial. Por email Wariebi Poberi, nuestro amigo nigeriano de Barnápolis, nos dice que en caso de que tengamos problemas ya nos dará el contacto con su familia, pero por de pronto se reserva de hacerlo.
Durante todos los días en Lomé vivo en la sensación de impasse. Hasta no ver como reacciona la Ducato en marcha no volveré a estar completamente conmigo y averiguar por donde sigue esta historia. La diferencia entre una crónica y una novela es que la segunda depende casi exclusivamente de la imaginación de autor mientras que en la primera no eres más que el escribano de un dictado que te va marcando el día a día. Sólo tenemos un gran factor a nuestro favor: tiempo por delante. Si hemos de quedarnos en África-Oeste lo único que puede pasar es que pospongamos el recorrido del resto del continente para otra ocasión. Entretanto, la vida cotidiana de los detalles nos llena de mezclas y combinaciones curiosas. Claude Ries me dice que en el puerto de Cotonou hay un gran tráfico de coches usados que vienen de Europa en cargos y que eso ha generado una flota de mecánicos para hacerles la puesta a punto. A favor de los mecánicos africanos hay que decir junto a las críticas anteriores de las que no muevo ni una coma, que son los más atrevidos. Ahí donde un mecánico europeo te dice: tíralo y cómprate otro, el africano no se puede permitir este lujo y enfrentar la situación con lo que tiene. Son situaciones donde un europeo se negaría a intentarlo. Ya comprobé algo de eso en Brazil cruzando la selva con un camión-bus que ante un problema todos los pasajeros se convertían en ayudantes de la reparación. Viejas carcasas volvían a recobrar el movimiento ante la insistencia de sus tripulantes. Probablemente existe un comercio basado en este hecho. Chatarras europeas son llevadas a África para que los mecánicos de aquí hagan lo que los de allá no harían o sólo harían con facturas inasumibles. El último salto que ha dado la tecnología hacia el campo informático todavía ha refinado más la profesión de los reparadores, los cuales se han convertido en cambiadores de piezas más que en solucionar averías. Hay dos frases que caracterizan a un técnico de informática; una es: apágalo y enciéndelo- para ver si el problema se resuelve solo o persiste-, la otra es tíralo y cómprate otra pieza sustituta porque el coste del tiempo de mano de obra es superior al cosste de la pieza sustituta. En África las piezas de recambio pueden ser tan caras o más que en Europa (no hay más que ver los precios que maneja Bruno) pero la hora de trabajo (unos 2000cfas) se puede considerar como mal pagada. Es posible que las troupes de mecánicos no sean tales. En el taller de Romeo hay unos 5 muchachos. A cambio de aprender el oficio (es un decir) es posible que acepte tenerlos pagándoles muy poco. Por cierto, cuando este me vio metido bajo la `panza de nuestra furgo le preguntó a Vic. –¿pero es mecánico también? Y luego le preguntó – ¿qué te gusta de él? (pregunta basada seguramente en la idea de que me metía en todo). Vic, en el mejor piropo de campaña que me ha dedicado en estos meses contestó: tout. No merezco tantos honores. Las ultimas circunstancias nos han puestos en situaciones nerviosas y hemos considerado un montón de posibilidades, una de ellas, la de no dedicar el tiempo inicialmente previsto al continente. La verdad es que el recorrido de toda África se me hace cada vez menos calculable. Llegar al Sur y volver por el índico exige como condición una seguridad, me refiero a la seguridad técnica con nuestro medio de transporte, que ahora no tengo. La cena con Pere, Anna y Misse una noche en la casa de Pere de Argentona brindando por un siguiente encuentro en Maputo con el presupuesto de que a él le aceptaran un contrato por cinco años de trabajo para instalaciones de placas solares y el nuestro de rodar al ritmo de 200kms día, me sabe ahora a brindis idealista. Dentro de las posibilidades pensadas es la de volver a la península ibérica volviendo por los países que hemos cruzado al bajar. Esto sólo ya significaría otros dos meses de vuelta teniendo en cuenta nuestro ritmo, las carreteras, los controles y otras incógnitas.
Entretanto las escenas del África cotidiana nos acompañan. Las camareras sirven las bebidas con cestitas en lugar de bandejas; lo venimos viendo desde Niamey. La costumbre de abrir la chapa de las botellas frente al cliente dejando la chapa puesta llama la atención. Junto a los vasos, que seguimos sin usar en la mayoría de sitios, sirven una tapa para que moscas y otros indeseables no se suiciden en sus líquidos. En chez Alice los camareros son eficientes. Richart muy atento. Avero por las mañanas el encargado de sacar el agua de uno de los pozos llenar uno de los baldes y llevarlo hasta el cuartito de la ducha. Operación que yo hice una sola vez debiendo recordar la estrategia para que el balde echado al pozo no flote y se llene rápidamente, algo que no hacia desde hacia mucho. Las demás veces he dejado que lo hiciera él. Alguno de los muchachos también ayuda a Vic con la butaca y el taburete de plástico, complementos que necesita para sus duchas. A Avero le dimos a lavar unas cuantas prendas de ropa sobrepagadas. Un poco hace de chico para todo. El y los demás forman la parte silenciosa del establecimiento pero son los currantes que realmente hacen que las cosas estén a punto. Los empleados sólo tienen un día a la semana de descanso y trabajan desde primera hora hasta última hora. Antes de dejar el establecimiento nos hacemos fotos con Alice. Eric nos pide que lo llevemos a Cotonou. Aceptamos.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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