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martes, 18 de marzo de 2008

Africanizandonos

Ouidah Benin 10 marzo 2008.
Antes de dejar Avepozo me detengo en la misma tienda de ayer para comprar otras dos abrazaderas metálicas. El chico ha rebuscado en sus suministros para presentarme otro souflet que tampoco es el ideal. Continuamos la ruta hasta Anêho en la frontera. Un embotellamiento de camiones no nos deja pasar. Nos autoexcluimos de la cola y vamos a pasar unas horas bajo una paillote. Comemos de nuestra comida, invitamos a aceitunas sevillanas a la concurrencia, alguna de las manos se lleva la mitad de lo que contiene el bol y damos explicaciones sobre como germinar los huesos para convertir el platteaux de Togo en un olivar. Yo nunca he conseguido germinar un hueso de aceituna, si alguien lo ha hecho que me cuente como. Sin embargo en nuestro pequeño patio, una de nuestras macetas hay, sigue habiendo suponemos, un plantel de olivero esplendoroso.
Por la tarde llegamos sin dificultad hasta el doble puesto fronterizo. Es la primera frontera africana que vemos con tanta actividad. Mucho trasiego de personal y vehículos. Me salto la oficina donde dejar el laissez passer togolais (en Níger tampoco lo exigen a la salida) porque todavía es vigente y sigo como un autómata con la lección aprendida el periplo de cinco gestiones en total. A saber: control de personas, el de pasaportes; control de vehículos, a la salida de un país e ídem a la entrada del otro con el añadido del documentito del laissez passer, la excusa perfecta para el atraco correspondiente. Aquí 5800 cfas. Al menos el recibo tiene impresa la cantidad cosa que no sucede a la entrada de Togo. Todo eso supone oficinas distintas y empleados aburridos que se sumergen en los libros más gruesos manuscritos que se puedan imaginar. Seguramente las generaciones de aduaneros llenando las líneas, una a una de estos libros alargados deben sospechar que tanta caligrafía aplicada no debe servir de mucho. En las paredes retratos del presidente en funciones cuyo nombre no es lo más importante pero su preludio anunciándolo como excelentísimo y doctor parece que es lo más relevante, la cinta cruzándole el tórax también tiene su encanto y su moustache con un cierto aire cantinfliano lo remata como el perfecto líder de una nación.
Entre tanta bajada y subida del coche en otra coincidencia entre nuestro pasajero y Vic abriendo simultáneamente la puerta lateral se vuelve a estropear aunque en esta ocasión es inmediatamente reparada no sé como. Nadie propondrá a los ingenieros de la Fiat para un nobel en tecnología, ¿verdad? En el paso de la frontera no ha faltado quien con un exceso de servilismo al blanco ha corrido y se ha esmerado a fondo para indicarnos donde estaba el tercer garito donde dejar la pasta y donde aparcar. No me he podido contener una bravata: j’ ai traversé plus des frontieres ce que vous traversairai jamais dans toute votre vie, je connais le protocole.Merci par votre atención, mais nous n’ avons pas besoin de votre aide. El hombrecito se ha esfumado. Todo hay que decirlo cualquier frontera del mundo es mejor que la marroquí desde Sebta, una verdadera escuela para introducir a los nómadas viajeros al mundo que les espera. Turquía, con la que sufrimos lo nuestro en verano pasado, es gloria en comparación a las que nos estamos encontrando cuyo colorido da para mucho entretenimiento. Si alguien anda escaso de imaginación le propongo que venga a vivir una temporada entre dos fronteras como la de Togo-Benin que comparten explanada y sol y movidas. Cualquier negocio puede triunfar aquí: echadores de cartas, vendedores de bolígrafos y rellena impresos. El encargado de pasaportes me ha pasado directamente los impresos para que los rellene en lugar de hacerlo él. Cada vez que presento el pasaporte de Vic añado su condición de handicapé por su no presencia. Ella vive el espectáculo desde la cabina mientras me ve a mi ir saltando de mesita en mesita de los panoli como el saltimbanqui que soy. Me he hecho acompañar en toda la gestión por Eric cuyas pintas de hippy alocado (cabellos largos pero flojos y con coronilla prominente: la edad no perdona) he estimado que podían poner una nota de color al sufrimiento del nómada en plena encrucijada burocrática.
Entramos en Benín y nos dejamos atrapar por un cambio total de paisaje. Palmerales, otro tipo de casas con tejados de paja o hierbas, pescadores… De entrada la gente nos parece bastante semejante a la togolesa. Nos sentimos desde el primer momento con total comodidad. Seguimos hasta Ouidah, a unos 40 kms antes de Cotonou, yo con los dedos cruzados por los apaños de la transmisión. Aparentemente todo suena igual aunque el coche presenta novedades : un nuevo ruido relacionado con la puerta lateral que no sabemos exactamente de donde procede y uno de los cristales laterales de los que se abre en forma corredera que no cierra bien. Eso es sumamente peligroso para nuestras pertenencias.
En Ouidah aparcamos en la plaza del baobab (cuya existencia se remonta a 4 siglos atrás) frente al llamado temple des pythons. Coincidimos con una fiesta de vudú, donde un par de demonios o males vestidos de rojo persiguen con una vara a los presentes para darles caña. Nada especialmente diferente que no se practique en otras geografías europeas que juegan a persecutores y perseguidos. Aquí el animismo y la percusión lo ensalzan de otro modo, pero básicamente es lo mismo. Nos instalamos en el bar Restaurant le Vatican, el nombre justo para un establecimiento ubicado frente a la basílica que fue una iglesia terminada de construir en el 1909. Un niño espabilado se ocupa de explicarme cosas de las pythones. Tiene madera de futuro guía. Se auto propone para cuidarnos la furgo y aunque estamos sentados a 10 metros de ella monta guardia apoyado en ella. Mientras esperamos la cena que encargamos no picante, pero que finalmente viene picante (espaghettis con huevos duros) Vic va al establecimiento católico para pedirles pasar la noche dentro de su perímetro. El pere André nos recibe encantados y a Eric le da una habitación que supera a la de cualquier hotel, con cuarto de ducha privado, ventilador, mosquitera y sábana limpia. Tiene además un despacho al lado del que tomo posición con mi ordenador para pelearme a rabiar con este hache pé maldito. Y es que la batalla continua con las máquinas ni empieza ni termina con nuestra furgo, sigue con la nikon fotográfico y no es la primera vez que el ordenata me da sustos. Supongo que es su modo de quejarse por meterle mano cada día a todas sus teclas. El caso es que el documento unitario que utilizo de tránsito guardando artículos o emails para colocarlos en el blog o en blogs o enviarlos en cuanto tengo oportunidad de un cyber, al cerrarlo esta mañana con el capitulo anterior de esta crónica algo ha sucedido que a la hora de abrirlo que Microsoft se ha negado a hacerlo. Al abrirlo con Word pad para recuperarlo la mayor parte de los demás documentos se han convertido a este primitivo programa. Debo haber dado una orden que no he controlado. El caso es que para recuperarlos debo re-guardarlos uno a uno en la versión mas moderna de Word. No sé hacerlo de otro modo. En fin otra, espero que pequeña, calamidad. Afortunadamente Vic viaja con su propio ordenata. Otro hp más sofisticado, con pantalla giratoria y táctil. Lo usa menos que yo y se hace por consiugiente menos el loco. En última instancia cuando se escacharre el mío (450e en andorra ¿qué se puede esperar?) siempre podre compartir el suyo (si me deja). Al principio me pareció un exceso pequeñoburgués viajar con dos ordenadores portátiles, ahora me parece un seguro. Si falla (o roban) uno siempre puede quedar el otro. Algún otro europeo sea extrañado que nos arriesguemos a viajar con ellos. No hay nada más vulnerable que un extranjero con su ordenador sumido en sus atascos literarios en el crepúsculo en un buvette de barrio expuesto al primer asaltante codicioso con un machete rompe cocos o un martillo de mecánico.
Tras mil kms dedicados a Togo y quince días, la llamada de la parada calma esta sonando en nuestras puertas neuronales. Benín puede ser tan bueno como cualquier otro lugar para pasar una temporada. El plan por ahora es recorrerlo hacia el norte antes de decidir por donde seguir. Nos hemos cruzado, o mejor dicho nos han pasado varios vehículos matricula de Lagos con un rótulo universitario. No hemos visto a ninguno cortando cabezas a los transeúntes desde las ventanas (quizás lo habían hecho en el kilómetro anterior y ahora se estaban enjugando la sangre de las manos). Como siempre los avisos del cuidado nos llegan de distintos lados, también en referencia a Angola donde parece que el tramite de visado es complicado. La primera libertad, la del movimiento y en consecuencia la de la circulación de personas, no está nada puesta al día por estas latitudes. Mientras tanto vamos africanizándonos, metiéndonos en la piel de la gente con la que hablamos y tratamos.
Visitamos el fort portugués en Ouidah en una visita guiada que se explica todo el proceso del esclavaje en la zona Dahomey Aunque en la ultima sala la conclusión admite que los reyes locales se prestaron a ella beneficiándose, no los responsabiliza como principal causa. Luego con Eric recorremos a pie la ruta de los esclavos hasta la playa donde eran embarcados en lo que la historia ha dejado como testimonio la porte du no reotur. Regresamos a la ciudad cuando ya es completamente de noche. Algunos motoristas nos ofrecen subirnos pero no aceptamos. Es algo acostumbrado compartir viaje y luego el pasajero compartir gastos. Eric paga una especie de deuda simbólica con ese camino que lo recorre descalzo por la arena. Algunos viandantes que lo ven sin zapatos lo bronquean o ponen mala cara.
Luego cenamos en Le Vatican que al fin conseguimos que sirvan espaguetis no picantes. Las bebidas están también superfrías. Vamos mejorando. Además nos han guardado un contenedor con la ensalada que nos ha sobrado a mediodía y que hemos preparado en nuestro cuenco de calabaza.
Mientras estamos de caminata Vic ha sido abordado por dos chavales muy agresivos pidiéndole dinero. Ha necesitado pedir ayuda a las del bar para deshacerse de ellos. En un libro sobre au pays des Fons el blanco es descrito como un tipo astuto, lleno de perfidia e insaciable. En nuestro viaje africano la etiqueta de diablo blanco nos sigue ahí donde vayamos. (…y si el niño no se duerme viene el diablo blanco y ¡zas! se come la patita chiquitita, chiquitita. Duerme negriiitooooo,).
En la basílica de la Inmaculada concepción, al lado del patio en el que nos hemos instalado por dos noches, entro a una de las celebraciones del domingo. Colorido impresionante. Lección congregacional de convivencia tranquila y de higiene. Todo el mundo asiste con sus mejores galas. Los niños guardan silencio. Después de un rato permaneciendo de pie junto a la puerta de entrada abandono la observación. A favor de los ritos habrá que reconocer el fenómeno adjunto que ocasionan en cuanto a ejercicio de relajamiento, convivencia, belleza y limpieza.
Ha caído otra tromba de agua considerable. Aunque la época de lluvias está anunciada para abril empezamos a tener alguna muestra de lo que puede suponer viajar con el agua cayéndonos encima.
Apenas tenemos contacto con televisión o radio. A ratos sintonizamos alguna local. En Lomé, Nana FM me sorprendió dando noticias de objetos extraviados, robados, encontrados o devueltos que llevaban directamente a la radio para que los anunciaran y sus dueños pudieran irlos a recoger.
Lentamente vamos africanizándonos. Vic se ha comprado un segundo traje de colores y viene usando el que le hizo la modista. Yo también llevo puesta la camisa que me hizo a la medida.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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