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domingo, 11 de enero de 2009

En suelo firme

Post Escriptum: de vivir en África a la vuelta a suelo firme. El puerto de Santa María 11 Enero 2009
Haber vivido en África un año entero y continuado sin contar las visitas al Magreb durante bastantes temporadas que sumadas supondrían otro medio año nos ha dado una perspectiva diferente de la vida humana. Sabíamos que el mundo humano era imperfecto pero no sospechábamos que pudiera serlo tanto. Desde lejos, desde la Europa reconfortante, África era/es el continente de los atrasos, de las masas dolientes, de los que sufren, de los que no tenían nada que llevarse a la boca, de los que sufrían persecuciones e injusticias, de las victimidades por catástrofes y enfermedades, de los genocidios fratricidas, de las divisiones territoriales hechas con tiralíneas. Desde su interior probado de cerca, desde el África misma, África es/era un conjunto de países dados al parasitismo, al caos desorganizativo, a los extremos radicales entre pobreza y riqueza, de la adhesión a las tradiciones animistas, de la auto mentira sobre sus recursos y verdades, de las burocratadas y las corrupciones, de los conflictos armados, de los gobiernos inestables y de la sumisión de los pueblos a sus dirigentes políticos.
Si Marruecos es un punto y aparte viniendo de Mauritania dentro de África, llegar a Europa por territorio hispano era volver a pisar suelo firme despues de una especie de naufragio. Naufragio es la palabra más representativa. Vivir en África es estar permanentemente en la hipótesis de la inseguridad. La inseguridad africana es algo continuo, no por la gente en si misma sino por sus modelos políticos y por sus inercias. Lo peor de África es la metodología de control que sabotea su propio desarrollo. Un transportista de un camión se ve esquilmado por todos los extorsionadores en todos los stop douane con los que se va encontrando según el criterio de cada extorsionador, como nos contó en Senegal el camionero que llevaba té Lipton a Mali procedente de Gambia. Las primeras victimas de los planteamientos gobernantes son los mismos africanos. Toda la queja que nos tocó hacer por la discriminación selectiva sufrida por los viajeros blancos es incomparablemente menor a la que le toca padecer durante toda la vida a los nativos. Un africano sensible y crítico solo puede experimentar vergüenza por su país y por su gente que no sabe salir de sus atascos.
La égida en la que están empeñados los pueblos africanos en buscar un futuro en Europa es totalmente infundada. Mientras Europa se queja por su crisis económica, el aumento de sus trabajadores en paro, el cierre de empresas y los salarios insuficientes, los africanos ostentando la máxima capacidad para no enterarse del asunto siguen viéndola como la meca paradisiaca en la que labrarse un futuro. Arriesgan su vida para hacer un viaje de ida en condiciones deplorables, en el que le porcentaje de menores no para de crecer, y uno de pronto-vuelta pagado en avión por el gobierno español. África tiene muchos lugares que colmarían de felicidad a sus gentes si no se pusieran en función de la entrada de divisas del europeo teledirigido. Un africano se distingue por cuatro frases –o palabras- características: nous n’ avons pas de moyens, pas de probleme, cadeau y oui. Dicen o responden sí en la mayoría de situaciones aunque no te entiendan, te dan una seguridad verbal para lo que les consultas aunque no tengan la menor idea de resolver una cuestión planteada y juegan al rol de los perdedores porque supuestamente así inspiran compasión y generan ayudas. El blanco suele caer en las tres trampas. No es hasta pasado un cierto tiempo que se les puede discutir la inexactitud de sus respuestas. No es que haya una mala intencionalidad deliberada detrás de ellas, por lo general lo que concurre es un voluntarismo un tanto infantilista, unas ganas de complacer y una limitación idiomática. A la víctima poco le consuela serlo por haber confiado en una ayuda imposible o por una manipulación fraudulenta. Despues de una enorme cantidad de anécdotas en las que has sido confundido por informaciones o actuaciones incorrectas, la buena fe del nativo no compensa su negligencia. Los europeos encuentran en África la deferencia y el saludo que casi está completamente extinguido en Europa. Es posible que sea un continente en el que unos residuos de humanismo hagan creer en el espejismo del potencial humano para la fraternidad. Despues de hurgar en las intenciones reales del contacto humano: el de las transacciones comerciales o el de recibir ayudas se termina por dudar de que esa fraternidad sea mayor. La comunicación con el desconocido es tan fácil y rápida como puesta en evidencia sus dificultades para profundizarla. Claro que despues de un viaje largo quedan muchas anécdotas y gestos de personas buenas, quedan abundantes fotos y toda una memoria que para asegurarla tiene su apoyo escrito. Lo peor de África son sus tradiciones que llevan a los africanos a ponerse en situaciones físicas de riesgo y a unos estados que se apuntalan con actitudes aterrorizantes.
Teníamos un año para vivir África y es lo que hemos hecho cambiando la intensidad de visita y temiendo que tras cada frontera se iban a reproducir los comportamientos anunciados en el país anterior.
Venir como visitantes por unos países cuya modernidad está por hacer en muchos aspectos y con una silla de ruedas mostraba una decisión por nuestra parte propia de exploraciones. La verdad es que fue una exploración para la que no estuvimos a la altura. La silla de ruedas fue más un símbolo que un instrumento eficaz. Aun asi los paseos que hicimos por los lugares menos preparados para hacerlos hacían de espectáculo del momento, generaban una cierta admiración. Éramos los héroes atrevidos del momento. Nadie nos cuestionó nunca nuestro derecho a desplazarnos por no tener unas condiciones físicas estupendas-todo un detalle- en un continente que no está preparado para heroicidades. Es posible que tuviéramos que pasar por los requisitos Camel antes de atreveros a hacerlos, ir con un coche mas preparado, con mejor equipo y con más personas. A juzgar por los paseos dados, no muchos más de cien, nuestras piernas fueron sustituidas por los neumáticos de nuestro vehículo. Todo eso queda lejos. Al dia siguiente de volver África era ya un pasado del que nos librábamos. Recuperamos las certezas, al menos las jurídicas, del suelo firme europeo. España no es el mejor país del mundo pero tampoco el peor. Por el momento es el que nos sentimos más cómodos. Podriamos decir que sus tesituras, sus mentalidades y sus problemas son conocidos. Un año después, a la vuelta, visitamos a unas mismas personas y compartimos comidas y celebraciones. No tuvimos la sensación de haber estado todo un año separados de nuestros ambientes. Habíamos conseguido lo que queríamos: ser los observadores de situaciones informativamente manipuladas y desembarazarnos de las obligaciones solidarias por ser más ricos o tener más poder adquisitivo. Europa no era ni sería el paraíso terrenal pero las reglas de juego social eran más soportables y predecibles.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hi.
I don't know if you read those comments, but anway..
I Ben from Germany and I met you in November or something in Kaolack, Senegal in the Catholic mission. I don't know if you remember me, since we only chatted for 10 minutes or something.
Nice page, nice pictures, nice experiences! Good luck!
Greetings from Bavaria, Ben

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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