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lunes, 8 de diciembre de 2008

Toubab

Bruno con la toubab Vic
Compañeros de clase de Bruno

Bruno con su nuevo uniforme


Bruno con su padre



Bruno con el toubab Jes




TUBAB Keur Moussa, Senegal, 26 de noviembre de 2008

Fada-Bruno es un niño gambiano que vive con sus padres y hermanastros en el recinto de un colegio. Es el preferido de su padre, un profesor de matemáticas de primaria. Su madre está demasiado atareada con sus otros seis hijos, incluyendo el bebé, Louis-David, siempre colgado en su espalda y de naturaleza enfermiza.

Con sus tres años cumplidos, en su vida ha visto a un blanco, un Tubab. ¡Tubab, bubab! grita cuando nos ve. Yo le digo: tubab no, my name is Vic. Él me mira entornando la cabeza con ojos de intriga, como hacen los perros cuando escuchan algo que les sorprende, sin comprender una palabra de lo que le digo.

Todavía es pequeño para ir al colegio y no conoce el inglés. Su lengua es el wolof, y a las personas de piel blanca las llaman TUBAB. Mientras sus hermanos están en la escuela o ayudan en casa, él se divierte con los insectos y corretea detrás de las cabras que tiene la familia. A veces, cuando nadie se da cuenta, se escapa a ver a su padre en su oficina de director. Francis, hace que se enfada, lo coge en brazos amorosamente y lo devuelve al hogar.

Nosotros, somos una pareja tubab que pasa una temporada con la familia. Bruno nos saluda cada mañana con su “good morning” a media lengua y recién aprendido. Hasta las cuatro de la tarde él es el rey de la casa y ríe continuamente con cualquier cosa que le pase: un saltamontes que se pose en su hombro desnudo ¡plaf!, una hormiguita que le hace cosquillas en su culito al aire ¡ja,ja,ja,je,je,je!, un escarabajo que estruja con sus deditos ¡crash...!Pero, con los mosquitos, eso es otra cosa, le pican ¡Ay! Y, se rasca tan fuerte, que le sale sangre. Uno de estos malditos insectos le inyectó el virus de la malaria, la fiebre y el malestar hicieron que su madre le llevara al médico junto con su hermanito Louis que también sufría del mismo mal. Tres días de pastillas y, Bruno se repuso como si nada hubiera pasado, en cambio Louis todavía arrastró la fiebre durante algún tiempo.

Bruno es muy simpático y alegre cuando no están sus otros hermanos, nos viene a ver y a tocar. A tocar sí, porque somos una especie rara para él, nuestra piel es blanca y de diferente textura porque no está todo el día al aire, como la de él, que le encanta ir desnudo todo el día.; nuestro pelo es más frágil y no está ensortijado como el de su madre y hermanas que se hacen trencitas para domesticarlo un poco. A él le han pelado al cero con la máquina como es costumbre en su ambiente, casi todos los hombres se afeitan la cabeza, excepto los artistas o los taliban que van de rastas cantando canciones por la calle y pidiendo limosna para su marabú. Como digo, le encanta también probar lo que comemos y escuchar nuestra música cuando tocamos el clarinete o la armónica. Se acurruca de vez en cuando en nuestro regazo, su madre ya no le acuna y todavía necesita muchos abrazos que su familia no tiene costumbre de dar.

Pero, cuando vuelven sus hermanos de clase todo cambia, Bruno no para de lloriquear y llamar a su padre, se siente destronado y muy desgraciado. Acude a nuestros brazos para buscar el consuelo. ¡Tubab, tubab!

Hasta que, un día, un feliz día, a Bruno le pusieron un bonito uniforme: pantalones, camisa con un escudo bordado en el bolsillo y botitas de tela; ¡todo a estrenar y no heredado de sus hermanos! Fue el mejor momento de su historia personal: ¡iba al cole como sus hermanos! Allí, había decenas de niños de su edad: del mismo tamaño y balbuceando las palabras al mejor de los estilos Bruno-Fada. La clase era amplia y cada uno tenía su sitio y su bata de rayas, no como en su casa que nunca se sabe donde encontrar los zapatos o los calcetines, o se duerme donde a uno le viene bien: sea sobre una estera en el porche, sea sobre la alfombra del salón, donde los grandes sofases de colores oscuros hacen juego con la inmensa pantalla de televisión para ver fútbol.

Pero, lo que no le gusta demasiado de su experiencia escolar es lo que los mayores llaman DISCIPLINA. Disciplina es ponerse uno detrás de otro cuando quieres conseguir lo que todos quieren y esperar tu turno, como por ejemplo la leche de media mañana con su bocadillo de mantequilla tan bueno ¡mmmmmmmmmmmmmmm!; disciplina es levantarse todos a la vez y decir ¡buenos dííías señorita!!! cuando entra su joven profesora en clase, o cuando entra cualquier otro adulto o adulta; disciplina es cantar el himno nacional todos los días, y de pié, al empezar las clases.

Los compañeros y compañeras de clase ya sabían algunas palabras del cuerpo humano en inglés porque Bruno se matriculó tarde. La profesora les dibujó en la pizarra a una niña y todos iban cantando las partes que señalaba con una gran vara. A Bruno le chiflaba eso de cantar en esa nueva lengua y de escenificar movimientos:¡Arriba! ¡UP! y todos con las manos en alto, ¡Abajooo!¡DAWN! y todos con las manos hacia abajo; ¡de pieee! ¡STAND UP!y todos se levantaban del pupitre haciendo un gran estruendo y riendo a carcajadas; ¡sentados! ¡SEAT DAWN! y todos a la vez caían de culo en su asiento como si de tambores se tratara. Después de estas agotadoras sesiones, en el recreo jugaban a contarse cosas y a descubrir los escondrijos más peligrosos del patio, especialidad en la que Bruno se convirtió en líder.

Cada día, a las tres de la tarde, su madre le va a buscar al jardín de infancia, y por el camino no para de contar las cosas nuevas que ha visto por el patio. Su madre insiste en preguntarle:¿Cómo se dice mano en inglés? y otras partes del cuerpo, pero Bruno continúa relatando su apasionante aventura con una hormiga muy grande que intentó obligarla a sentarse y a levantarse cuando él se lo pedía. ¡La hormiga nunca me hace caso, mamá!

Un buen día, uno de los más deliciosos de nuestra estancia en Gambia, Bruno nos vino a despertar con las siguientes palabras: Good morning, Jes and Vic!, How are you? . Aquel momento marcó una nueva era en nuestra comunicación: Nosotros le enseñábamos palabras en inglés y él nos las traducía al wolof.

Nota: Este relato está inspirado en hechos reales, todos los personajes y lugares existen y certifico que la experiencia la viví casi en su totalidad. Este cuento lo hemos escenificado en audio. Todoas las personas interesadas en obtenerlo que se dirijan a este blog.

1 comentario:

Sharaljham dijo...

Hola Jes y Vic.

Me llamo Alejandro. Soy un seguidor incansable de vuestras vivencias, textos e historias. Os leo con mucho tesón y me descubrís muchas, muchas cosas que para mí son importantes.

Realizo junto a tres compañeros un programa de radio en Madrid (RadioVallekas), dedicado exclusivamente a viajes más allá de occidente, con un formato de ficción.

Por este motivo, al leer que la historia de Bruno, el niño gambiano, la habéis escenificado en audio, estoy interesado en poder hablar de vosotros en nuestro programa e insertar el audio que comento.

Por favor, enviarme el archivo a aleketen@gmail.com

Muchas gracias.

Espero respuesta.

Un saludo fuerte y animoso,
Alejandro Otheguy

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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