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PSICONEWS

domingo, 9 de noviembre de 2008

Eritis Mihi Testes

Jean Louis y Christine. Jovenzuelos abuelos trotamundos de más de sesenta años
Centro l'Aliance: jambés y tam-tams
Kaolack 8 noviembre 2008
El dia de todos los muertos, el siguiente es el de todos los santos (`primero se muere, despues se hace una selección –alguien debe hacerla- para los santificables) dejamos el patio de los teófilos para ir a un cyber. Como muchos cybers no tenían el office 2007 con lo cual no pude abrir documentos guardados con la versión posterior. Mientras Vic se quedaba una hora más (1000cefas 5 horas entre los dos) fui a reparar mis desgracias comprando un mouse en un establecimiento del mercado próximo, ya que desde el día anterior no era reconocido el que usaba por mi hp. También compré un pack de 50 cds grabables olvidándome de que los últimos que compré en Tenerife, dejados en un estante que les daba el sol se echaron a perder en su mayor parte. Ese pack tiene la curiosidad de tener una tapa y una base simulando ser una caja cilíndrica que los contiene. Cuando abres el celofán te los encuentras todos desbaratos porque eso, el envoltorio, era la única pared que los sostenía. ¡Chapeau por los comerciales, cada vez consiguen golear más al público! Seguro que a mí sí, que soy un tonto de campeonato y no dejo de sorprenderme con qué facilidad me dejo enredar. Al menos conseguí un mouse de reposición. Despues de caérseme de la mesa cincuenta o cien veces el que traje de España y estropearse, y caérseme otras tantas o más el de Vic (a ella le basta el cuadro magnético desde el que mueve el puntero con los dedos y me prestó el suyo) hasta, lógicamente, estropearse también, voy por el tercero. No iba a poner en el oscilatorio mi felicidad por no tener uno.
Despues de cuatro consultas bancarias, un envío postal, un par de tentativas fracasadas enviando emails a la embajada española que tiene publicadas direcciones de email erróneas –lo mismo en su delegación para Senegal que para otros países africanos- , enviarle un par de notas a Baffour, una carta pendiente a Almu, una inserción de un capítulo en este blog y poco más, nos instalamos en l’ Alliance Franco Senegalaise donde Moussa Colli, un amigo ya, nos facilitó la entrada a pesar de estar cerrada para el público. Moussa estaba saliendo de una de sus dos o tres recaídas palúdicas por año que trata con raíces e hierbas y formas tradicionales. Su semblante de filósofo de baobab le dan una patina de dignidad que supera la de otros muchos guardeses que hemos conocido. Un guardés es una figura africana épica. A través de sus ojos se conoce la realidad africana desde el punto de vista del que ve mirar los acontecimientos sin sorprenderse por ninguno.
Ese dia, en l’ Alliance, había una puesta en escena de los grupos de danza, un casting de cuya selección uno debería reunirse unas semanas despues en el mismo sitio con los de otras regiones del país. No hubo corriente eléctrica durante toda la tarde y no pudimos hacer nuestros trabajos, pero estuvimos entretenidos con los trasiegos de las bandas de percusión y baile. Conocimos a Bass, el jefe de una troupe de Salsa, encargado además del sistema de sonido musical de ese centro cultural y con una actuación esa misma noche en un bar. Tiene su propio pequeño estudio de grabación. También tiene un pequeño restaurant que lo lleva su nurse o su hija mayor. En África todo el mundo o mucha gente tiene empleados. No necesita más de 50/70 euros mensuales para pagar su sueldo.
Nos reconocieron y dieron la bienvenida los otros guardeses de noche. Quedamos en irla a pasar dentro de nuestra furgo delante de su establecimiento y a la mañana siguiente repetir otro desayuno con nuestro té tal como lo hiciéramos en la última ocasión. No negaremos que el hecho de ser reconocidos nos congratula. A nosotros nos cuesta más reconocer a gente de color negro. Por otra parte nuestras pintas (Vic embastonada y yo con barba blanca y cabello ahora largo) y nuestro vehículo, con los dos bidones azules, no dejan lugar a dudas de quiénes somos.
Nos fuimos a otro restaurant libanés despues de un dia no muy rentable. Las flags nos esperaban. El sabor de la flag de 66cl es volver a los viejos tiempos. 5,2% de puro spirit. De aquí a la levitación espacial. Un 1% más que la Gazelle. Es una ironía que con lo poco patriota que soy me haya hecho fiel de marca de uan cerveza que tiene por nombre uno de los conceptos claves de las patrias. Todo lo que hecho en mi vida por una bandera fue enredarme un dia llamado de la jura de la susodicha, un dia de viento, con palcos para familiares y todo para ver como sus niños se hacían hombres en ese acto simbólico en un campamento zaragozano bajo un sol tórrido. Creo recordar remotamente las rojigualdas de España y Catalunya. La que conservamos de Pace en la furgo como visillo no cuenta. Eso es justamente lo contrario, es una antibandera que no está para lo diferencialismos nacionales y está por una paz mundana para beneficio de todos sus residentes: humanos y no humanos. (nota del redactor: los no humanos incluyen los ex inhumanos y otros animales de las faunas existentes)
Anouar, su mánager, otro libanés nacido en el país, nos facilitó una toma eléctrica despues de la cena, antes nos había dicho que no tenía ninguna en todo el local, algo sorprendente e increíble que nos dejó descolocados, especialmente por la pronto respuesta del no (nadie sabe a voz de pronto cuantos enchufes tiene en una habitación suele haberlo olvidado). Anuar tenia de invitados un grupo numeroso de monjes carmelitas, que al principio confundimos con los benedictinos de Keur Moussa. Con uno de ellos, Jean Sebastien, hablé. La mejor opción es la fuga mundi dado el mundo existente pero no deja deser agradable encontrarse con unos cuantos fugados de esa fuga en un local público como éste, le dije más o menos.
Vic y yo nos sumergimos en nuestros respectivos monitores. A cada rato, ella, para su propio diario existencial o crónica me preguntaba el nombre de algunas personas que habíamos conocido o como se escribía handicapé o aval. Le Brassero, el local de Anouar, cierra temprano, hacia las 22h. Volvimos a la calle sin las tareas terminadas, medio cenados y descargados del peso de otros 9mil cefas. En la calle, la voz solista de unos de esos fanáticos pro marabú que tienen cabellos rastas, bajo una carpa, con un micro junto a un enorme bafle impedía que la gente durmiera en sus casas. Admiramos la voz del chico aunque no entendíamos nada de su cántico. La figura de estos promarabunianos es un tópico senegalés. Suelen vestir bien, con sus melenazos recogidos dentro de gorros de colores que parecen de lana y con un bolsito de cuero colgando al cuello con la foto de su ídolo. Un tipo que en la foto tiene pinta más bien de pordiosero. Son unos idólatras jeta que alimentan a su pope y su infraestructura desde todos los puntos del país. Suelen ser puschers, presionadores. A los extranjeros no nos molestan, seguramente porque en eso no encuentran blancos tan tontos como para alimentar fabulaciones religiosas. Si les preguntas qué caramba están haciendo molestando a la gente pidiéndoles dinero ponen cara de enfado y toman lo que dices como un agravio. Me recuerdan las primeras juventudes hitlerianas. En cuánto puedan desembarcarán en distintos puntos del mediterráneo en la orilla norte y nos comerán crudos o nos reciclarán como adobe (lo de hacer jabón con grasa de judíos ya no se lleva) para levantar más mezquitas.
En l’ Alliance compartíamos nuestro té turco, miel hispánica, incomparablemente superior a la burkinabé, y aceite de oliva con pan y sal, explicando esa tradición con los empleados de la casa, que en nuestro honor montaron una mesa con varios trozos de tela achinchetados para simular un mantel entero. Lo propio es la mantequilla y la confitura pero eso tiene dificultades mayores para el transporte. Además, desde que estoy con Vic su ritual de pan con aceite me ha ido calando como algo propio de nuestra gremialidad. Tómese nota: el aceite no se vierte sobre el pan, algo más propio de racanerías o economías bajas, o para escolares de 12 años en su merienda de las cinco de la tarde, sino que se vierte generosamente en un plato plano (desestimar bol, vaso o plato sopero) en el que los comensales enjuguen el mendrugo de pan, del que se han dotado previamente, en gesto cofrade y guiño de complicidad para luego sazonarlo con el salero. El rato permite referir los orígenes de esa tradición propia de mesa puesta para mesías y discípulos, a los tiempos de la postguerra incivil española en que las clases menos afortunadas no tenían grandes despensas de las que echar mano y llenaban el buche con simplicidades culinarias como ésta. En realidad eso era el acompañamiento de resistence al arenque. Actualmente el arenque aspira a competir con los precios del salmón o el bacalao y todo pedido de pan con aceite en una cafetería desmonta los planes de los profesionales de su cocina o de sus camareros, acostumbrados a una lista limitada de vocablos de parte de la demanda. Antiguamente los restaurantes, en su inmensa mayoría, tenían la aceitera y las vinagreras junto al salero y al pimentero repartidas por todas las mesas. Lo primero que servían mientras los comensales ordenaban y quedaban a la espera de sus platos era la cesta del pan. Los más hambrientos embadurnaban las rebanadas con el aceite para reponer sus calorías gastadas durante la mañana, esa operación solía poner a perder los manteles. Gradualmente ese servicio extra fue desapareciendo de la gastronomía popular. Un mismo artilugio de vinajeras pasó a servir para abastecer a varias mesas. Los mismos parroquianos debían pedírselas de una a otra. Por su parte la aceitera ya no contiene aceite de oliva sino de soja o de girasol, y la vinagrera no hace honor al de Modena. En cuanto al salero si te descuidas está vacía. Te queda el consuelo de un par de granos de pimienta para entonar la comensalía. No discutiremos que la pérdida de beneficios por ese goteo de aceite de oliva cuando los establecimientos eran mimosos con sus clientes, llevó a la famosa crisis de la restauración de los años del hambre.
Para los paladares habituados al aceite de semillas o de palma, el aceite de oliva necesita un curso de introducción (si se hacen cursos de cata de vinos por qué no iban a hacerse de aceites. En realidad las cartillas alimentarias deberían incluir la educación del paladar: quien saborea mejor lo que come le alimenta más gastando menos, algo muy catalán). Nuestra despensa todavía tiene la suerte de mantener exquisiteces de los sabores queridos. Como andamos sobrados podemos compartirlas con quienes nos caen bien. Al niñato mental, que nunca falta por los alrededores, que antes de decir su nombre dice l’ argent, por todo sonido articulado, simplemente nos reímos, o no le hacemos ni puñetero caso y no le contestamos. No suponía que de la malicia, la nuestra, se pudiera hacer arte.
Nuestro plan de día dependía en parte de la estabilidad del fluído eléctrico y de las comunicaciones. L’ Alliance siguió cerrada el domingo. Por la mañana apenas hubo gente pero por la tarde vinieron los grupos de voz acompañadas por tam tams. El equipo de grabación no pudo funcionar, tampoco los micros y altoparlantes. Hicimos de público atento y tomamos fotos. Le preguntamos al vecino de asiento unas cuantas palabras de wolof por las que nos pidió un regalo a cambio que no consiguió dada su insistencia. Las pocas palabras que hemos recogido de los idiomas nativos con los que nos hemos ido encontrando no las hemos usado. La verdad es que es lo primero que hay que hacer cuando llegas a un país. Solo lleva un rato de clase, de memorización y de ensayo y es una deferencia para contactar con la nueva gente que se va conociendo.
La suspensión eléctrica al anochecer fue en toda la ciudad. Nos fuimos a refugiar de nuevo a Le Brassero donde ya tiene varios lumigás fijos sobre torretas de madera repartidas por las salas. En el local predominaba la clientela blanca. Invitamos a compartir a nuestra mesa al único cliente negro y solitario que había posicionado en la mesa de al lado. Trabaja con oro y plata para hacer joyas. Cuando ya nos íbamos Anouar nos alarmó diciéndonos que nuestra furgo había dejado una gran mancha de aceite delante de su puerta donde lo habíamos estacionado la noche anterior. Inmediatamente observé los bajos con ayuda de la linterna sin ver ningún resto de aceite reciente. En el suelo tampoco me pareció que hubiera rastro de esa gran mancha reciente que él nos dijo. El aceite en el suelo de la calle por mucho que se limpie siempre deja una señal oscura y el alcance bien marcado de su perímetro. Anouar consiguió descolocarnos otra vez.
Los lunes l’ Alliance es dia de cierre también a pesar de que puede haber tanta actividad como el resto de los días. Amadou, el bibliotecario, también viene aunque la biblioteca está abierta a partir del martes tal como sucede en otros muchos países. Acostumbramos al personal a nuestros desayunos con pan y aceite. Descubrimos que en Senegal también hacen un pan mas consistente que el pan aéreo, es más bueno y más barato (100 francos la barra). El ritual del pan mojado en aceite y sal con el té endulzado con miel formaría parte de los sabores ligados al recuerdo de nuestro paso por el lugar.
Bass, del cyber de la misma calle, vino a saludarnos a la furgo preocupado por si era suficientemente seguro pasar la noche en la calle. Le aseguré que era el sitio más seguro de Kaolack. Mis faroles como éste deben ser creíbles porque nadie los discute pero la pregunta que se nos repite es un indicador de la desconfianza que los ciudadanos tienen con los ciudadanos.
Después de 3 días de usar distintos rincones de l’ Alliance, por fin llegó un martes en que abrieron la biblioteca. Antes, una flota de limpiadoras vino a barrer los suelos de tierra y los de los enlosados. A una de ellas, Fátima, exuberante, le propuse que se uniera a la nómina de invitados a té, en esta ocasión con melaza en lugar de miel, lo cual le da un aspecto mucho más denso y queda totalmente negro aunque de un negro diferente al del café. Repartí los vasos con un plato bandeja a cada cual en su trabajo. Vic y yo nos quedamos tomándolo en la furgo por tratarse de día laboral y no ser apropiado hacer el despliegue de la mesa de desayuno ante la puerta de entrada de la biblio.
Al otro lado de la calle de l’ Alliance descubrimos un pequeño restaurant esquinero llamado Kewelgui donde comimos, despues de varios meses, el famoso arroz con pescado. Excelente. Compartimos mesa con otros comensales nativos. A diferencia del restaurant para blancos la comida fue barata, buena y nos satisfizo.
A Bass (Pape Bachir Bèye) lo acompañamos a su estudio de grabación, que lo tiene instalado en el centro cultural regional. Sus carteles a todo color, los de su grupo Prim Jazz (ya con cds editados en el mercado y un dvd terminado financiado por el instituto francés de cultura, a punto de recoger) y los de su esposa, Adji Diana Diang, dedicada a la música tradicional, bellísima y exuberante en foto, conocida en el país, además de los artículos en prensa que hablaban de él daban la talla de su proyección artística. Se nos fueron los deseos proponiéndole que hiciera gestiones para venir a algún festival de jazz en España.
Su estudio nos puso los dientes largos para pensar montar uno nosotros cuando volvamos a España. Si queremos seguir con la idea de las grabaciones no podemos continuar haciendo el ridículo con nuestro mini micro sin base, que apoyarnos con uno de los bolsos y envolvemos con papel higiénico para neutralizar el impacto ventoso de la voz. Cuando auditamos algunas de las grabaciones que venimos haciendo, (solos de armónica, voz rapsoda y estrofas cantadas), una bofetada de realismo nos puso firmes: demasiados ruidos e interferencias no controlados. Yo a disgusto con mi voz y algunas estridencias con la armónica por, probablemente, acercarla demasiado al micro. Vic salió más contenta al escuchar la suya e incluso cree sorprendente el resultado al compararlo con otras audiciones de música de cds hechos en estudios de grabación en condiciones. Despues de tener nuestras dudas decidimos continuar con nuestra inercia diría para concedernos este tiempo de prácticas que a la postre sirve para corregir los poemas originales, algunos de ellos no revisados desde hace más de 10 años. Bass nos propuso que alquiláramos su estudio (12 horas seguidas por 50milcefas). Se lo desestimamos. No está terminado y sus bafles tienen ruidos de conectores, tampoco controla del todo la grabación y dijo que le faltaban algunos elementos técnicos. Tengo entendido que existe soft de edición de sonido para corregir sobre el espectrograma los ruidos indeseados de fondo, claro que a costa de afectar la voz o el sonido musical de nuestra mano.
La experiencia de viajar y trabajar al mismo tiempo nos ha hecho perder la poca vergüenza que nos quedaba. Cualqueir lugar lo podemos convertir en oficina. Ponemos la voz y la armónica como dos locos ajenos a sus entornos entrando en una especie de danza al alimón aproximando nuestras bocas (una despues de otra alternamente si no queremos chocar) al mini micro. Quien quiera que sea que nos vea solo puede comentar ¿y esos locos de qué locura van? Como no nos suelen trasladar la preguntar tampoco la contestamos. De acuerdo con el principio metafísico-eufórico universal de que no hay un día igual a otro aceptamos las variables de cada uno. Mientras estábamos de únicos usuarios de una de las salas en la biblioteca vino una pareja de franceses recién llegados al país. Despues de un rato de conversación y dada la proximidad de las 13h (hora de cierre al público del establecimiento) les propusimos compartir mesa en el restaurantito cercano recién descubierto. Mientras Vic les hizo de acompañante yo aproveché mi último cuarto de hora para terminar de escribir lo que tenía entre manos. Jean Louis Moy y Cristine hacen la agricultura biológica, están jubilados y se ocupan de una asociación relacionada con el turismo rural. Tienen una hija que vive en Brazil y viajan con lo puesto o equipaje usando los medios de transporte público y sometiéndose a todas las variables del mismo (horarios que no se cumplen, pernoctaciones forzadas y sin preaviso sobre la ruta).
En la conversación con ellos afirmé por primera vez la palabra racista aplicada a un argumento que empleé interpretando una africanidad sumisa. A veces no te das cuenta de lo qué eres, lo qué sabes, o en lo qué te posicionas hasta que expones tus ideas en público durante una conversación o una exposición verbal. No me esconderé de las palabras malditas por el hecho de sus connotaciones lesivas por interpretarlas sesgadamente subestimándolas en todo su valor semántico. Afirmé que no hemos conocido africanos rebeldes en todo el camino, que nunca hemos visto la escena de nadie enfrentándose a los ultrajes autoritaristas de los controles, que no hemos conocido o escuchado una sola opinión revolucionaria, mucho menos alguien implicado organizativamente para presentar una alternativa política en su país, que hay algo de la condición africana puesta en la permanente expectativa, en la ayuda exterior. Afirmé que hay algo propio de la esclavitud en el alma africana y evidente sus limitaciones. Todo eso son ideas que podrían subscribir la tesis de una raza inferior si no fuera porque hay una inteligencia demostrada y las múltiples habilidades. Esos dos extremos me mantienen en observatorio de valorar las diferencias de las razas para no impugnar a ninguna pero sí para discutir sin concesiones la negligencia y la desidia tan extendidas. Un dato proporcionado por Francisco García Omedo[1], a propósito de la revolución Verde, sostuvo que entre 1980-90 la disponibilidad de alimentos creció en todo el mundo menos en la África Subsahariana.
Al final del día cuando la biblioteca cerraba nos íbamos a beber cerveza y a cenar. La última experiencia en el establecimiento de Alex, el libanés, nos puso a militar en el químico wc de la furgo. Habíamos pedido espaghettis a la bolognesa. Nuestra encuesta previa para saber como los entendían no fue suficientemente rigurosa. Cometimos un error que un viajero no se puede permitir jamás: pedir el mismo plato que todos los de su grupo. Hay que actuar como los pilotos aeronáuticos. Tengo entendido que el piloto y el copiloto en vuelo comen comidas distintas para reducir la probabilidad de los efectos terribles en el caso de que la comida venga en mal estado. Un comensal sobre aviso no significa que sea menos vulnerable que otro. Puede hacer sus pesquisas pero una comida servida tiene dos momentos distintos: el de ser ingerida y luego su impacto intestinal. El caso es que los fideos (o espaghettis cortados) que tomamos no estaban tan mal. No sospechamos que un par de horas después las protestas de nuestros vientres los expulsarían estentórea y desagradablemente. Al otro lado de nuestra ventana abierta en la furgo, una pareja que se estaba pegando la pava a dos escasos metros no sospechó que lo estábamos pasando francamente mal. En esta ocasión no iríamos a decirle a Alex lo sucedido. La primera vez que estrenamos su local, Vic le explicó que la relación entre una hamburguesa y el sándwich que la contiene tiene que ser proporcionada y que este no tiene que ser una manera de ocultar la inexistencia de aquella. Es obvio que aunque se de una empanada de papel con salsa eso tiene su categoría comercial porque el personal se lo traga todo. No dudamos que eso que se llama experiencia de la vida incluye pasar por no pocas desagradables experiencias.
Mientras estábamos con nuestra cerveza y huevos duros, un aperitivo, estacionados frente al depósito de bebidas uno de esos vendedores de collares que antes de preguntarte si estás interesado en su mercancía ya te ha hecho todo su despliegue, lo tuvimos entretenido que nuestras contraofertas. ¿Quieres comprarme éstas bolas chinas? Le dije, enseñándole todo lo que se puede hacer con dos bolas de acero en la palma de tu mano manteniéndolas en movimiento. Pasé de ofrecérselas de 40mil cefas a 50mil al comprobar las muchas prestaciones que tenían: relax, concentración, sensualidad por el calor que acumulaban durante el día. Nuestro gesto le puso los pies en polvorosa pronto.
Al día siguiente seguimos haciendo vida normal, como si tuviera algo de normal nuestra vida. Soulimán, que significa Julio, un veterinario vecino de la calle vino a saludarnos después. Una hija en Barcelona, casada con un nativo de allá y su situación legalizada. Un hombre feliz que nos suministró terrones de azúcar para la invitada general. Fátima vino a tomar el té con nosotros y la introduje a las gustosidades del pan con azúcar. Descubrimos que al pan de aire (más caro y curiosamente más apreciado por los consumidores) hay otro pan, más del estilo gambiano o de Bissau, llamado tapalapa, que es más pequeño y denso, con más miga y con posibilidades.
En la biblioteca nos convertimos en unos usuarios privilegiados. No teníamos que deshacernos de nuestros equipajes en la recepción y consigna. Yo llegaba con mi carro de transporte (silla de ruedas) y nuestras varias bolsas y botellas de agua. Vic me alcanzaba un rato después. Aprendimos a ponernos a salvo de las variables nefastas. Tan pronto tendíamos a confiarnos nos pillábamos los dedos en el engranaje. La realidad es algo muy próximo. Es lo que está al otro lado de la calle. Basta cruzarla para que no olvides el continente en el que estás (la frase se puede extender diciendo, el mundo en el que vives). Vic hizo una tentativa de llamada telefónica en el telecentro inmediato –a ese otro lado de la calle- para contactar con la embajada Española. 100cefas el paso sin que el encargado del lugar supiera en cuanto se traducía eso en tiempo real. En el auricular una voz en idioma nativo decía que la línea estaba cortada por impago. Vale. En Senegal no hay tantos teléfonos públicos como en Togo que están en pequeños garitos. La gestión tuvo que ser pospuesta. Pasaban los días y estábamos preocupados por Baffour y nuestro compromiso de avalarlo. Las cosas no están nada fáciles para los africanos nativos. Amadou, uno de los bibliotecarios de l’ Alliance, con quien ya simpatizamos desde la primera vez que lo conocimos, que habla algo de español y que tiene su mujer hospitalizada en algun lugar cercano de Barcelona que recientemente ha dado a luz, con una enfermedad crónica, al solicitar su visado para visitarla a la embajada francesa (trabaja indirectamente para los franceses por la condición franco-senegalesa del centro) le fue negado sin razón alguna. El imperativo Sarkosi se nota. Le Monde Diplomátique lo pinta como el representante del conservadurismo europeo pro americano alistándose a la tesis de lo oriental como lo del mal. Creo que Sarkosi expresa una opinión latente muy extendida, por no decir mayoritaria, de la Europa bien posicionada, con sus clases deseosas de confort y tranquilidad y un buen nivel de vida, tres cosas que pueden verse en peligro ante las avalanchas extranjeras.
No deja de ser una curiosidad de la modernidad y más concretamente de este tercer milenio está acabando con el concepto más histórico de libertad, mucho antes de que alguna nación se planteara hacer una revolución en su nombre; la libertad del movimiento. A decir verdad nunca nadie ha podido ir a todas partes del planeta. Nuestros primeros pasaportes decían triunfalmente que se podía viajar a todas las partes del mundo menos a una pequeña lista de países. Ahora ni siquiera la incluyen. No es cierto. La teoría de las barreras está más desarrollada que nunca. Ni el mundo es una sola patria ni la humanidad un solo pueblo, aunque a nuestro pesar tengamos que quitarle la razón a Bahaullah, la fuente inspiratriz de la fé Bahai. Los marcos legales son contradichos por las directivas políticas. La inmigración se ha convertido en uno de los principales problemas de los países ricos. Sus estados lo que hacen a escala de país es lo que cualquiera de sus residentes con casa o propiedad hace frente a sus vecinos, invitarlos puntualmente pero no permitir que se instalen a vivir en sus casas. Nadie quiere pasar por la experiencia de tener la casa tomada como tan expresivamente relató Cortázar. Es así que el movimiento a favor de los sin papeles y la lucha por los derechos a la libre circulación de todos se contradice con las limitaciones territoriales de los recursos para todos en los países de destino. Esta es una ley económico-recursiva que está detrás tanto de los países ricos como de los países pobres. Es otra ironía de la historia que las generaciones que no son capaces de transformar sus países, de hacer las revoluciones en ellos o de reorganizarlas de formas más lógicas, acudan en masa a los países en los que sus auto organizaciones son mucho más adelantadas, gracias a la tenacidad y al trabajo de sus habitantes. Esta es una discusión que nos acompaña todo este año. Tenemos más argumentos para ser más radicales. Antiguamente sólo nos quedábamos en la libertad de movimiento para todas las personas como uno de sus derechos humanos fundamentales, ahora asistimos a un fenómeno creciente de selectividad de los que pueden pasar. Si la discoteca más cutre de Copenhague o de otra ciudad tiene un gorila en la puerta controlando el derecho de admisión, ¿cómo pensar que un país no va a hacer lo mismo? El criterio está ahí el problema es su aplicación injusta y que gente como Baffour o Amadou tengan que sufrir las consecuencias políticas restrictivas absolutamente ciegas para la diferenciación de los seres humanos. Lo que más falla es el concepto totalitario del todos. Derechos para todos u obligaciones para todos. No hay justicia posible sin el análisis de las excepciones.
Despues de varias noches de estacionar la furgo ante l’ Alliance fuimos a tomar una habitación en la Maison des oeuvres de la Diócesis. Puesto que la habitación privada estaba en el primer piso tomamos unas literas en una colectiva en la planta baja junto a la gran aula. Ahí nos instalamos con nuestra parafernalia. Estaba ubicada, desde el día anterior Akiko Nakamichi que lleva unos 3 meses recorriendo Africa en bici. Fue nuestra heroína por un día. Vino de Tokio a Paris y de aquí empezó a descender pedaleando. Seguía la ruta inversa a nosotros. Le dimos referencias de Kaffrine, Tambacounda y Gao. Akiko desplaza un cargamento voluminoso. Hizo su colada y tendió su ropa interior en un secador portátil de esos circulares con pinzas. El equipaje de un viaje es un psicotest de los más completos de su personalidad. Tiene contactos en la ciudad y la sonrisa permanente en el rostro. Cuando pasaba ante nuestro ordenador en el rato que estuvimos grabando lo hizo de puntillas y las formas de despedida con ese clásico vaivén del tórax de los orientales. A veces un viajero no termina de entender del todo el sentido de su viaje hasta que no se encuentra con otro igual o más loco que él, que le da las claves, digo claves que no respuestas. Al otro le puede pasar lo mismo. Sigue siendo un misterio saber por que la gente sigue viajando tal como se ha puesto el mundo. Con la sonrisa de Akiko creo que se pueden atravesar paredes no digamos barreras fronterizas. No me extrañaría que dejara como estatuas de cera a los mil y un controladores de su ruta al verla con su cuerpo pequeño a bordo de su bicicleta y sus bolsas. Ella dejó su trabajo de informática para dedicarse a la cerámica. Nos encanta. La vuelta a un tipo de pasado o a cosas del pasado sería el único futuro posible para un futuro que no existe. Le pregunté un par de palabras de japonés. Desde que he instrumentado un doc para idiomas me dedicaré a recoger palabras o sonidos de todos los que me encuentre. Es algo que el año pasado hicimos con el turco y el kurdisch y este con el bambará y el djola, ahora con el wolof, pero que no llegamos a practicar. He descubierto que estudiar un idioma no debería ser más complicado que ampliar el vocabulario del propio. Solo se trataría de reservar espacio mental para nuevos sonidos y nuevas grafías de significados de los que ya se dispone en su mayor parte.
En la maison des oeuvres detectamos la cobertura wifi (milagro) pero el inmediato corte de suministro eléctrico después de la conexión apenas me dio tiempo para que atendiera el correo y coincidiera con alguien en el msn. Al menos recibí la carta retrasada de Isaac. Con la suspensión eléctrica se suspende todo, internet y también el suministro de agua. Los países africanos son complicados en lo más básico. En el cajero automático del banco que reconoce visas por ejemplo, a determinadas horas que paralizado porque coincide con el cierre horario de la sede central en Dakar. Vale. La resignación pinta las caras de la gente y las nuestras no se sorprenden ya por nada.
En el nuevo recinto católico coincidimos con otros viajeros: Mohamed, un maliniano conduciendo un camión de 30 toneladas transportando té lipton desde Banjul, donde recogió el cargamento, para llevarlo a Kaye o Bamako. Las peripecias por las que pasaba de los controles y aduaneros estafadores superaban la peor de nuestras experiencias. Nos enfurece tanta injusticia y por eso nuestras afirmaciones crecen en radicalidad de día en día. También coincidimos con Numa Quiret y Violeta Tseli un frances y una griega estudiando en Barcelona, Antropología y Comunicación respectivamente. Pasamos una tarde de tés y de conversación mientras esperábamos la corriente eléctrica que se demoró excesivamente. Ambos son squatters y nos pusimos al día de por donde andan los contenidos ideológicos del campo de los ocupas.
La corriente vino pero no el acceso internet que se olvidaron de dejarlo encendido. Tampoco era cuestión de pedírselo al abbé Rafael, el mando del lugar. En estos recintos católicos se crea una paradoja entre los cousuarios: los católicos profesionales saben, o presumo que deben saber, que disponen de una infraestructura que solicitamos otros usurarios por razones exclusivamente táctico-viajeras sin ninguna identificación ni con sus prácticas oratorias, ni participando en sus convivencias. Es una relación de clientelismo materialista. Sospecho que deben sentirse utilizados y eso genera a veces uan coexistencia de presencias pero no de comunicantes. La cuestión es que nosotros llegamos con nuestro propio programa a un lugar, sea el que sea, de quien sea y donde sea, Y desde el primer momento se nos ve atareados con nuestras rutinas de trabajo, sin que se separa muy bien lo que son ni de qué vamos aunque a la primera oportunidad además de presentarnos con nuestros nombres lo hagamos con nuestros créditos alegando la consabida coartada de que escribimos una crónica de la solidaridad blanca en África. Todo eso no nos quita de ser unos bichos raros, últimamente mas musicados y excéntricos. Violeta y Numa aterrizaron en Dakar. Consiguieron un vuelo por 200e desde Catalunya vía Italia. Nacieron en la década de los 80, para ellos la de la niñez, para nosotros la década exhausta en la que descansamos de los ilusionismos sociológicos de la anterior. Es muy interesante hablar con gente que nació 30 o 40 años después de ti. Son conversaciones que sirven para reafirmarte en la perspectiva de la etapa senil como la mejor a la que te puedes dedicar enteramente a ti. Tal vez la biografía de una persona no sea más que un largo camino para descubrir un dia que nada importa tanto como su persona y las más compañeras. (Eso siempre está muy por debajo del número de los dedos de las manos, perdón de una sola mano. Ni siquiera los hijos o los padres o los hermanos forman parte de este pequeño núcleo.). Antes de llegar a esa magistral conclusión se entrampa con grandes objetivos solidarios, con grandes proyectos revolucionarios, con investigaciones científicas o –los más tontos- en amasar dinero sacando los hígados por la boca en el intento. En todas las historias siempre hay un hombre rico y un hombre pobre. El rico es tan esclavo de su dinero que jamás se atreve a arriesgarlo para alcanzar los goces, el pobre experimenta la libertad de la vida todo lo que puede.
En nuestro discurso (una coartada en resumen para que los blancos no sean tan pavos y una critica para que los negros no sean tan indignos ni limosneros) no hacemos sino protagonizar el acto testimonia. Esto nos cubre las espaldas o eso nos parece. Nadie nos ha encargado una misión ni nos ha dicho eritis nihit testes o somos los testigos de nadie, del mesias al que se le atribuye la frasecita, salvo de lo que experimentamos y vemos. Se podría decir que solo nos defendemos existencialmente con nuestra propia interpretación de los hechos. Ninguna verdad nos ha elegido para ser sus embajadores pero nos toca creer en alguna, en la nuestra, para imaginar que al menos existe una lógica de los acontecimientos y que vale la pena denunciar o dar cuenta de situaciones con las que nos vamos encontrando o de las que vamos formando parte.
Job, uno de los empleados de la Maison des oeuvres, vino a pedirnos que pagáramos el alojamiento a la segunda mañana de estar alojados, viernes, porque la secretaria no trabajaba en sábado y domingo. Nuestro plan era quedarnos más días. Le di un anticipo de 10mil cefas por pagar el uso de unas duchas sucias, de un wifi y una electricidad discontinua y en general unas instalaciones en no condiciones de uso o la parte peor de ellas, con escasas deferencias pero eso sí con el cantico matutino de la capilla para pedir perdón por todos sus pecados que no dejarían de cometer en ese mismo día que los pedían. (elogio esa estrategia del perdón. Lo que me sorprende es que los vendedores de exculpatorias, 3 al precio de dos, no estén repartidos por los puestos de venta en los mercados o no coticen en bolsa). En el recinto sí hay otros espacios mejores para trabajar más agradablemente. Hay una secretaria que ocupa su tiempo de trabajo oficinesco en preparar la comida para su casa. Hay ese jefe, el tal Rafael al que no traté de abbé sino de Monsieur, que revisó como unos empleados trabajaban en el techo de la cocina que usábamos sin advertirnos que iban a hacer obras ahí y que pusiéramos a salvo nuestros botes de comida. Por supuesto, los obreros al más puro estilo africano tampoco lo hicieron arriesgándonos a que se pusiera todo a perder. Vic me avisó de la cuadrilla de trabajadores y fui a retirarlo todo sin saludarlos a diferencia del par de días anteriores que andaban también trabajando por el recinto. Al dia siguiente con Rafael, que solo nos dirigía la palabra para decir que debíamos abandonar el aula o la sala de reuniones, una u otra según cual ocupara en ese momento, me enfadé diciéndole que hacia que me sintiera como una piedra o un estorbo. Yo no tenía la razón, él sí. El espacio se llena de grupos, especialmente durante los week end, nosotros estábamos de más aunque pasamos a formar parte del panorama. Conocimos a una de las monitoras de uno de esos grupos dentro del movimiento de juventudes católicas, Julienne, luego a Beneditta, primero la una y despues la otra enseguida msotraron su interés por casarse con un blanco y que las avalara para ir a España. Antes de expresar su deseo Julienne trató de ubicarme preguntándome por la relación que nos unía a Vic y a mí. Es muy curiosa esa intencionalidad utilitarista de esa peña femenina africana que hipervalora al blanco como alternativa para su futuro doméstico. Puedes apostar que cuando una mujer te pregunta si estás casado es para según la respuesta que des incluirte o descartarte en su lista de propósitos. El problema de esa clase de preguntas de tipo ficha es que ya no son de recibo en ninguna parte salvo al entrevistador del censo poblacional. De otro lado la misma respuesta tiene un valor diferente según la cultura que lo interprete. Cuando a los africanos les cuentas que se puede vivir en pareja sin estar casado y que el objetivo en la vida -si hay alguno- no es el de las obligaciones familiares, tener hijos o de rendir pleitesía a alguien sino que es el del placer, eso les produce risitas nerviosas como si fueran cómplices de un pecado mayor. La cuestión de la aproximación comunicativa en estos temas es que la conversación en lugar de ser sensual o insinuativa es un simple punto del orden del dia como un deseo especulativo o un busness para encontrar un socio-pagano. Otro factor añadido a las africanas que buscan un toubab es que suelen traer además de todo su paquete mental de una mentalidad muy distinta a la de un blanco, su carga familiar con parentela de todas clases. Los blancos o blancas que vienen a vivir a África y que se casan con mujeres les toca dejar muy claro que no se casan con toda la familia. La noción de familia africana es completamente distinta a la noción europea de familia. A falta de seguridad Social o de instituciones estatales que se ocupen de los más necesitados, las familias africanas actúan como segurizante de todo el conjunto, de tal manera que cuando un crio queda huérfano algún pariente le toca ocuparse de su custodia. No se trata de un principio de altruismo o de solidaridad sino de auto organización de clan. Hoy por ti mañana por mí. Es una organización económica funcional, no siempre claro. Los niños de la lata, son el resultado de abandonos de madres que no se interesaron por ellos. También puede suceder que las madres mueran en el parto y los niños sobrevivan pero maldecidos por sus familiares que no se quieren ocupar de ellos por responsabilizarles de aquella muerte. Un bebé también puede ser maldito por nacer con alguna deformación. Es propio de la ignorancia el ancestral animismo que está detrás de esos predicamentos pero también de los ignorantes tratar ese animismo como una cultura autóctona a la que hay que respetar en todos sus aspectos. En África la relación de causa-efecto entre culturas ancestrales y subdesarrollo es absoluta. Eso convierte las conversaciones de aproximación como la anterior en una oficina de contabilidad o de información jurídica acerca de las cuestiones para la emigración en lugar de una cita para la sexualidad potencial. Este viaje por África es/será incompleto sin una historia de intimidad con nativos. El hecho de estar todo el dia juntos Vic y yo descarta otras posibilidades. Inexplicablemente los comentarios fílicos del pesudodeseo que se puedan filtrar en estas páginas inocentes lleva a pensar a amistades de la metrópoli que estamos (o estoy) todo el dia de soberbio copulativo. Nada de eso, no ya por las alarmantes cifras del sida africano (abultadas o en todo caso exageradamente interpretadas como todos los demás datos del alarmismo) sino por las barreras ideológicas considerables. Si me acuesto con una africana para hablar del lado oscuro de la luna y de otros asuntos importantes como el placer pero no para hablar de descendencia o de visados, ya pasaré un apunte a los lectores.
Hasta ahora la persona con la que nos estamos implicando para que pueda venir a España a hacer su doctorado o un postgrado, Baffour, nos ha llevado a navegar por las pagines de los requisitos legales establecidos por el gobierno español para apalabrar a extranjeros. La cosa no es tan fácil como parece. La carta de aval tiene que ser por vía notarial. El ciudadano español que avala a un extranjero se tiene que hacer cargo de todo, es corresponsable de los delitos y fraudes que pueda cometer. Tiene, además, que hacer la invitación con una fe notarial o con unos impresos que facilitan las comisarias policiacas desde el país. La sociedad burocrática apunta cada vez más a una sociedad de temerosos de dios y de los infiernos y sobre todo con sus patrimonios vulnerables. La solidaridad humana es más complicada que nunca. Si alguien conoce un planeta mejor que este y tiene un avión de papel con plazas disponibles para ir a que nos lo diga. Iríamos a pasar nuestro retiro allí.
[1] catedrático de bioquímica y biologia molecular

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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