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PSICONEWS

sábado, 1 de noviembre de 2008

El viajero cansado

Natura y alta tecnología
Jes informatizando un documento para el músico y técnico de sonido de l'Aliance
Visitante huidizo de l'Aliance Franco-Senegalés
Cantantes en l'Aliance Franco-Senegalés
Preciosa salina de kaolak
Nuestro despacho en la parroquia de St.Teophil en Kaolak

El sapo, como un niño...
Enseñando español a bonitas jóvenes
Alfabetizando en Keur Thierry
Registrando poesía bajo un baobab
Opíparo desayuno en Ker Thierry
En el campament de Thierry en Toubakouta, Senegal
Kaolack 31 octubre 2008
Si recogiéramos todas las cosas que nos cuentan de las calamidades que sufren los africanos en sus países, nuestro reportaje se multiplicaría increíblemente en tamaño. Para nuestro punto de vista la incapacidad para la rebelión y para cambiar las cosas, está detrás de su atraso ancestral. Nos hiere profundamente que personas valiosísimas tengan sus futuros perdidos a causa de sus opresores y vean como sus países se echen a perder por la desidia como práctica existencial dominante. Estamos cansados de escenas repetidas, vagos al por mayor o la falta de calidad de las cosas pedidas.
Los perros senegaleses no se apartan del camino cuando pasas. Es su lugar de siesta, ¿como te atreves a importunarles?
Nos recomendaron que no saliéramos con el vehículo los días antes de la celebración del Tabasqui (8 de diciembre) porque los polis incrementan su afición a la extorsión.
Lo mismo que el pequeño Bruno no paraba de decirnos toubab cuando nos veía (blanco), nosotros no caemos en decir bouñoul (africano)
Los celtas vinieron por aquí, tal vez la similitud entre keur, can, ca refiriéndose a casa proceda de ellos.
Andrés, Jean Louis, el cocinero Demba Sow y el camarero. En Toubacouta un tipo de parcelas, las menos, de la época colonial son de 5ox50, otras, la mayoría son de 25x25. Nos hablaron de unos precios fabulosos por baratos, pero cuando visité una de las pequeñas con una pequeña casa circular con dos apartamentos independientes su precio, 7 millones, me pareció una temeridad que ni siquiera me molesté en discutir.
Con Thiaka recuperé la memoria del juego del Awalé que nos enseñó un francés en la playa de Cannes, de eso hace dos veranos. Desde que compramos este último en el recinto artisanal de Ouaga no lo habíamos usado. Es un juego formidable para desarrollar la agilidad numérica, ideal para Vic, -de la cual digo cuando me preguntan al cruzar fronteras, para rellenar esa extraña casilla de la profesión- que es profesora o doctora en matemáticas. Esas pequeñas mentiras aduaneras forman parte de los placeres de la vida.
En Chez l’ Epicier, el campamento del centro, con Abdoullay aprendimos una segunda manera de jugar, tal como lo hacen en Nigeria. En chez Thierry tratamos de consultar internet pero a lo más que llegamos fue a abrir mi bandeja de correo sin poder abrir los mensajes. No tener la conexión regular con internet sigue siendo el peor hándicap de todo el viaje y todo este año. Confieso que cuando consigo una conexión y no encuentro los mensajes de quien los estaba esperando esto ha ido consolidado mi calma para no caer en prisas que tampoco son correspondidas. El mundo exterior puede esperar. Por otra parte si las relaciones humanas no dependen de los mensajes escritos sino que éstos son uno de los indicativos de aquellas.
En Chez L’ epicier, preguntamos tres veces para ver si podíamos conectar nuestro ordenador. El mánager, el hermano del dueño, un tal Abdourahmane Shengor, no supo responder. Le encargamos que le preguntara al boss la cuestión en nuestra ausencia. Cuando aceptó volvimos a ocupar una mesa. Nos quedamos a comer y a cenar. Thiaka vino a darnos la vara que le visitáramos por eso del placer de dar a conocer su local a unos europeos y que las parcelas 50px50 ya estaban copadas y que solo quedaban las de 25x25. Tanta insistencia fue apabullante. Sin duda se vengaba por haberle insistido unos días antes en el movimiento de los peones en un tablero de ajedrez. Durante las conversaciones con él, con los típicos fetiches de no tenemos medios o el alegato a la pobreza le aclaré nuestra posición: cada vez que un africano emplea esa frase lo pongo bajo un aspa, le dije haciendo el gesto de tacharlo. Cada vez que apela a los argumentos de sus abuelos pro la cuestión del colonialismo acude a algo demodé. Ha tenido décadas para reponerse. Cuando a los africanos les hablas con contundencia en los dos puntos te dan la razón. Saben que no te sientes culpable por lo que dicen y que no vas aflojar pasta por ello.
Con Abdoullay quedamos en su tienda de artesanía compartida con otros para hacer la grabación del poema que escribí para Lola (bienvenida Lola), de cuyo proceso no tenemos noticia desde hace mucho. Es un texto recitado y cantado. Vic tiene una maravillosa voz andaluza, Abdoullay tiene una maravillosa voz grave y yo, yo tengo la, mía. Abdoullay acompañó una buena parte con el djambé pequeño en lugar de hacer palmas con las que me equivocaba con el ritmo y leyó un par de estrofas traducidas al francés.
Vic se compró un bolsito de cuero, uno más para ingresar en el baúl de bolsos que tiene (que debe andar por los 300 y a este ritmo se parecerá al arsenal de Imelda Marcos por lo que hacia con su zapatería, unos 2000 pares, según se dijo cuando derrocaron al dictador filipino), ante mi total incomprensión de esa necesidad de tantos bolsos. Cuando sus herederos hagan inventario podrán poner una tienda en exclusiva para su venta.
Yo fui a una quincaillerie para comprar un par de machetes, algo que hemos demorado de hacer todo este tiempo. Los machetes sirven para cortar leña para el fuego (nunca hacemos fuego) y para la autodefensa en caso de urgencia (¿por qué no? la sociedad no ha dejado de estar en guerra ninguno de los días que llevamos de residentes en ella). Siempre que Vic gasta algo que considero superfluo me incita inconscientemente a que yo sea menos autoexigente con mis propios gastos permitiéndome precios que apenas discuto.(interesante tema de análisis).
A finales de octubre empezamos a notar un cambio de clima. Por las noches refrescaba y la brisa de la mañana también. Ideal para mis bourbouilles que reaparecieron en Gambia durante algunos días y también en Senegal, aunque no con la intensidad de molestia con que las sufrí en Mali.
En Toubacouta saltábamos de keur Thierry a al campament du A.Senghor, en un sitio especializándonos en la cata de espahettis y en salada y en el otro con la omelete y frite invariablemente. Nunca antes hubo comensales más devotos de platos.
Fuimos invitados por Thiaka a conocer a su casa. Desestimamos ir (arroz con pescada, arroz 365 días al año lo cual significa muchas mas veces) pero sí aceptamos tomar té en su casa. Quedamos citados en la cabaña tienda (una paillote) que tiene en el centro del pueblo. No estaba a la hora indicada pero eso era lo de menos. Nunca contamos que una cita sea ni cumplida al minuto ni cumplida de ninguna manera. Él suele dejar la tienda sola, el vecindario se la vigila. En realidad en África el respeto por las cosas ajenas es total. El número de artículos de artesanía en madera que él tiene tampoco son tantas como para perder su control. Aprovechamos el rato y nos instalamos para jugar una partida de ajedrez con unas fichas de madera hechas con ébano (las negras) y de teca (las blancas). El tablero torcido y las fichas inestables no impidieron que jugáramos hasta un jaque mate. Thiaka llego poco antes de qué termináramos. Algunos vecinos vinieron a interesarse por si necesitábamos algo sin controlarnos el absoluto. Thiaka a bordo de la furgo nos llevo por un camino por el que hacia meses que no pasaba ningún auto hasta su casa, una casa en realidad de unos parientes, los cuales tienen 8 hijos. El y su mujer tienen tres. Nos instalamos. Las mujeres estaban con las inevitables jofainas de arroz partido en las que se pasan horas localizando piedras para limpiarlo. Dos de las chicas se interesaron por aprender castellano. Les di la primera clase entre las dos. Ellas con su libreta y yo con una pequeña pizarra para que copiaran lo que escribía. Estuvimos un rato agradable con toda la familia. Los críos llamándonos toubab, Vic diciéndoles: toubab no, soy victoria. O bien diciéndoles bouñoul (negro). Al separarnos vimos que Thiaka es analfabeto a pesar de conocer unos 5 idiomas y hacer de intérprete en el poste de santé para clientes de distintas etnias. Thiaka tiene por apellido Sow para nada emparentado a los otros Sow que hemos conocido. Al dia siguiente, que vino a vernos a Keur Thierry, le propusimos una clase de alfabetización que aceptó. Vic, una profesional en este campo con treinta años de experiencia en escuelas de adultos, se ocupó de él. Mientras ella le preparaba unos apuntes para que terminara como autodidacta su formación yo le puse deberes in situ haciendo combinaciones de consonantes con vocales.
A Abdoullay le invitamos por su colaboración con el par de estrofas en bienvenida Lola, experiencia a partir de la cual Vic y yo hemos empezado a poner estrofas cantadas a mi poesía. Para mí es muy emocionante escucharlas a través de la dulce y preciosa voz de ella, la joya en vivo y en rabioso directo de nuestro pequeño estudio de grabación ambulante. También empezamos a combinar su voz declamando con la mía, la cual, al escucharla, me recuerda mucho a la de Isaac. La mía no es gran cosa pero es la mía. De aquí a hacer bolos por el mundo llevando nuestra poética ars solo hay un salto de pértiga. Con las piernas tecno biónicas de Vic y lo que me vengo auto diagnosticando como reuma en mi rodilla derecha tenemos un gran futuro para saltar lo que sea, escalar paredes de castillos con garfios y cuerdas incluidas.
Decir que nos vamos de un sitio hay que entenderlo como el deseo aproximativo de una fecha. Últimamente nos vamos de los lugares el día siguiente que tenemos previsto hacerlo. Vic ha dejado por completo el calendario en mis manos. En Keur Thierry nos adoptaron como una escena familiar y el último dia tras encargar la comida dijeron que nos quedáramos un dia más. Vale. Aucun probleme. Nuestra estampa en la mesa circular, la más grande, con el despliegue de ordenadores, armónica, botella de agua, bolsas, costurero y nuestros etcéteras e pareja sui géneris como si estuviéramos en nuestro patio permanecerá en el recuerdo de los propietarios Thierry y Anabel que llevan una vida tranquila con baja clientela y sin preocuparse por eso. Ella comentó algo así como si fuéramos de la familia.
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Frente a los vozarrones de barítonos y bajos de toda África mi voz meliflua no me deja en buen lugar ni siquiera en el hit parade de barrio pero lo que cuenta es la intención, dicen. La curiosidad de nuestros ratos de grabación diarios es que los hacemos sea cual sea el lugar en el que estemos. A falta de aula con la puerta cerrada con llave, un espacio público con ruidos y gente en torno nuestro no nos lo impide. No tengo la menor duda que en nuestro próximo viaje por Europa durante las prácticas de clarinete de Vic pondremos nuestra mesita de aluminio con copias de los cds que vayamos inventándonos.
Si nos quedáramos a vivir en África desarrollaríamos una vida bohemio-ociosa al máximo. No creo que variara mucho de lo que hacemos en nuestros períodos de residencialismos. Vivir para nosotros y para nuestros testimonios creativos dejando lejos el consumismo. Una variación: reduciríamos la dosis de dos restaurant por día, algo demasiado duro para nuestros tubos digestivos y caro para nuestra economía. Lo de participar en proyectos locales de cooperación y desarrollo podríamos intentar algo aunque sin esperar grandes compromisos de nadie. En todo caso invertiríamos la relación no haríamos nada para salvar a nadie (eso ya lo intentamos en otras etapas biográficas nuestras y fracasamos) sino quelo que hiciéramos seria para nuestro propio placer permitiendo que de paso pudiera servir a quienes fueran lo suficientemente vivos para aprovecharse de ello. No hay nada más triste que tratar de crear una empresa para beneficio de una comunidad, organizar e insistir en un proyecto, planificarlo y liderarlo y ver como son los más interesados los primeros en abandonarlo o en despreocuparse. Lafalta de responsabilidad que los empresarios europeos –o de formación europea- detectan en sus empleados africanos es básicamente la misma que la que se puede detectar con otra clase de iniciativas cooperativistas u oenegeras. Thierry, nacido en el Congo hijo de belgas, nos refirió el desengaño de su padre con distintas empresas que dejadas en manos de nativos las echaron a perder por no ser capaces de hacer replantaciones de los cafetales o las cañas de azúcar. Que me perdonen los más necesitados pero hay una miseria voluntaria de la que solo son responsables los miserables. Cuando Thiaka me enseñó su habitación en la casa compartida, solo vi una cama, al preguntarle por donde dormían sus hijos, me dijo que en el suelo con la estera que guardaba debajo de aquella. Hay un tipo de camas en África supe confortables que se construyen con bastones entrelazados con alambre. Quien no tiene una es porque no quiere. Hay una lista de hechos de este tipo que es interminable: se hace vida en el suelo y se come con las manos. De hecho se puede vivir con dos jofainas, un gran cuenco de calabaza debidamente apedazado con hilo de plástico, un saco de arroz, una toma de agua, un fuego de carbón, una tetera y un techo de zinc ¿para qué más? Cubrir las necesidades diarias de la panza convierte una biografía en un proceso vegetativo. Por otra parte ¿quien de nosotros que nos llenamos de cosas, engordamos nuestras cuentas bancarias, además de engordar nuestros abdómenes, o ampliamos nuestro patrimonio, puede asegurar que no hagamos otra cosa que vegetar dentro de temporalidades efímeras? Debería escribirse una novela que fuera al revés. Un grupo de africanos desembarcando con un cayuco en el mediterráneo para traer la buena nueva de enseñar a vivir con mínimos. Por exigencia de guión nuestros protagonistas no aceptarían un euro de propina, algo insólito que superaría la mayor de las heroicidades, montarían sus teteritas y fueguecitos en las grandes avenidas y dejarían pasar los días y los años con su saca de arroz al lado, que dado que es arroz de perro (arroz partido) conseguirían más barato que en sus países. Su sola imagen generaría una expectancia en esas multitudes europeas que ya cansadas de budismos y orientalismos preferían esa nueva clase de meditación y de ociosidad. Los africanos constituidos en tertulia permanente no se moverían de sus ubicaciones pasando a ingresar los paseos de estatus humanas o estatuas de piedra enseñando un modelo existencial definitivo: no hacer nada.
Me refirieron una novela de este tipo en Uruguay con una versión de la conquista de América al revés: unos indios americanos descubrían el viejo mundo y lo colonizaban. Los africanos en lugar de ir a buscar trabajo a Europa deberían ir para enseñar a los europeos a trabajar menos y a ganar la libertad recuperando su tiempo. Otra idea: todavía no existe la primera empresa que haga intercambios de alojamientos entre africanos pobres que viven en lo que podríamos denominar barraquismo si estuvieran en los suburbios de una de nuestras grandes ciudades y europeos posicionados con varios coches, motos y bicicletas en el garaje y casas forradas sin faltarles un detalle. Lo mismo pero con intercambio de criaturas o adolescentes como alternativa complementario a los Erasmus ¿Quién se atreve con la idea? Para este caso no pedimos derechos de autor. ¿Qué oenegero bien plantado intercambia(ría) sus dominios en su rica ciudad con la casa de los pobres africanos que asi son vistos y no como africanos pobres- para los que se implican tan devocionalmente? Por otra parte como enseñar el orgullo a los nativos y explicarles que no se pongan en función de lo que les quieran dar los blancos. Con Thiaka nos ocurrió que su exceso de deferencia viniéndonos a saludar cada dia y quedándose a nuestro lado mientras estábamos con los ordenadores y el micro si bien no nos incomodaba nos inducia a sentir pena por él por esa forma de vida de ponerse en función del recién llegado en lugar de seguir su propia dinámica creativa de vida, trabajando más en su artesanía o estudiando por su cuenta.
Nos despedimos de los hoteleros, Thierry y Anabel, y del grupo de gente con el que habíamos coincidido durante una semana. La vuelta a la realidad la de los baches de la carretera nos esperaba. Hasta Sokone más o menos el asfalto estaba en su lugar, a partir de aquí todo parecido con una carrerera real era pura coincidencia. A la llegada a Kaolack el control típico. La escena sigue poniéndome los pelos de punta, viendo como los pasajeros de taxis de 7 plazas o de buses mercedes, desempacaban a toda prisa sus fardos, que ni siquiera maletas, para mostrar sus miserias a la pasma atrincherada en sus sombras. Como de costumbre nuestro carnet de passage no fue identificado por el control, quería que me lo tamponaran. Si los gobiernos de estos países nos pagaran por las explicaciones que damos a cada policía por darle a saber lo que debería saber por si mismo como empleado del estado, nos forraríamos. Por el camino recogimos a alguien con su típico bidón amarillo (el de aceite de palma que por cierto viene de Malasia) en busca a gasoil para su camión. Nos perfumó con su sudor, pero no se puede dejar a nadie tirada con su vehículo en pana en una carretera que apenas haya tránsito.
En Kaolack fuimos directamente al hotel Paris, que se llama de París para aprovecharnos de su wifi. Necesitamos una tarde con una conexión débil para actualizar nuestro blog y semiconsultar el correo sin poder acceder a las webs de nuestros bancos. Nada más llegar, como de costumbre una nube de moscas nos vino a hacer de comité de recepción: uno que quería cambiarnos euros limosneros que le habían dado por cefas, otro con collarcitos, otro con no sé qué y el portero unido a la comitiva. Su modo estándar es el de abordarte aun antes de poner el pie en el suelo. Es tanta su falta de respeto que hemos sufrido tantas veces que en esta ocasión les descerrajé un meeting que los puso firmes e inmediatamente en estado de volatilización: ¿es que no tenéis trabajo, no tenéis nada mejor que hacer que venir a importunarnos? Estamos hartos de un aspaventoso e hipócrita bienvenue de quien se pasa el dia al acecho del nuevo vehículo o cara extranjera para tratar de sonsacarle lo que sea. Ese día no ere nuestro día más simpático. Por la carretera grupos de mujeres y niños a la sombra vendían todas lo mismo: pequeños bidones o botellas con yogur. A nuestro paso saludos automáticos y sistemáticos que ya hemos dejado de contestar. ¿Cuándo un viajero está cansado del lugar que visita? Cuando ha dejado de parecerle tan simpático y tan deferencial el saludo y el alborozo. ¿Por qué? Porque esa deferencia es solo para el blanco sinónimo de divisas y otras estupideces. Evidentemente para otros extranjeros africanos o para sus vecinos no existe el menor signo de alegría. No deja de ser impactante que la tercera palabra que aprenda un crio despues de decir papá o mamá sea toubab, yavo o branco.
En el hotel París conocimos a un argentino de Córdoba, un instalador de torres de comunicación para telefonía móvil que vive en Tanzania, ha pasado por otros países africanos, próximamente se trasladará al Congo, tiene hijos en Israel, habla hebreo e inglés y tiene apellido polaco: Haim Zdrojewsky, su apellido significa Vida. Su visión de África muy positiva afirmó que en Tanzania la gente no es como en el oeste, es mas previsora, su vida es más variada, también su comida, y no pide dinero, antes bien ofrece siempre lo que tiene.
En Kaolack, tercera vez que veníamos, en lugar de instalarnos en l’ Alliance Franco senegalaise fuimos al recinto de la paroisse Saint Teophile donde reanudamos nuestras actividades dentro de los condicionantes de los ruidos de la carretera principal que cruza la ciudad dirección Dakar. Como otras veces, pasamos a formar parte del panorama de un lugar sin que nuestra presencia ocasionara tanta extrañeza. Al atardecer nos fuimos hasta el restaurant más próximo, el Blue bird, donde un libanés nacido en Kaolack lo tiene en condiciones apropiadas. Rehicimos notar la ratio inadecuada entre hamburguesa y sándwich, critica que aceptó. El concepto de hamburguesa senegalesa difiere sustancialmente de quien la inventara, suponemos que en los Usa, países de comidas rápidas y de otras precipitaciones. La originaria es circular, de un grueso considerable, en todo caso detectable ocupando tal vez 5 mm o más de grosor, con suerte 9 o 10, y extendida a lo largo de las dos partes del pan entre las que está metida. La senegalesa es una representación a escala de aquella, cuidadosamente escondida entre patatas fritas y un huevo frito y suficiente salsa, y por supuesto el pan. Todo eso muy envuelto en papel para conservar su calor. El suministrador cuenta con la buena fe del comensal que se lo zampará todo (a veces papel incluido) sin revisar el contenido. Cuando un comensal de paladar fino hace tal revisión, tiene que hacer una encuesta al huevo frito y a las patatas preguntando por el paradero de la hamburguesa. Esta ocupa o bien un 40 por ciento de la superficie o bien es tan delgada que su textura no es percibida. Al preguntarle al camarero a la hora de pagar averiguamos que su noción de hamburguesa era la de ese bocadillo a la senegalesa. Le dije que el envoltorio era un pretexto para esconder una hamburguesa semiexistente. Trató de defender el concepto senegalés. Al menos Alex, el propietario aceptó nuestra moción de censura.
Mal cenados. Vic con su falafel no tuvo más privilegios, volvimos al recinto católico y extendimos un cable desde una toma eléctrica al interior de la furgo para terminar algo al ordenador. Afortunadamente la conexión eléctrica nos ha librado de los enfurecimientos con los británicos por sus complicados sistemas de enchufes que imperan en Gambia. Nuestra falta de previsión nos tiene sin lámparas eléctricas. En África los casquillos de las bombillas son de muelle y no de rosca, como las europeas, un atraso éstas por cierta. La única lámpara, sin bombilla de 220, que tenemos, no hemos podido utilizarla. En la furgo, en la oscuridad los bichos se acercan a la pantalla del ordenador. Puedo matar algunos mosquitos. Kaolack por cierto es la ciudad de las moscas (no tanto como Tambacunda) y de los mosquitos. Está justificado por la época de cosechas, pero el gran estercolero a la entrada debe tener que ver con ese fenómeno. Hay países como Israel que demostraron poder combatir la malaria reduciendo el volumen de mosquitos en sus tierras. Escribo al ordenador sin ver el teclado. Para algunos signos gráficos que no encuentro a veces me paso un rato probando suerte con las teclas de alrededor. En la diurnidad no tengo más suerte. Despues de 12 meses tras la adquisición del trasto, una buena parte de las teclas están borradas. Llego a ellas por puro automatismo. Deberé retitular las teclas enganchándolas con celo antes de que sea demasiado tarde.
El dia anterior al uno de noviembre, despliegue general, una flota de limpiadoras y jardineros vino a limpiar y a podar. El obispo en persona celebraría la misa, la congregación católica se reincentivaría. Presumimos que las veteranas telarañas seguirían en su lugar como efectivamente así fue. Una de las limpiadoras nos comentó acongojada que su marido la había traicionado pasándose a los Testigos de Jehová y se llevó a la mayoría de sus hijos en el lote. Si el fanatismo ya es de por sí una severa falta de la razón, dos fanatismos distintos compartiendo biografía debe dejar el plexo solar hecho fosfatina.
L’ abbé Pierre nos avisó que si deseábamos irnos ese dia el patio se llenaría de visitantes y de coches. En realidad no teníamos ninguna prisa y nuestro próximo paso, hasta Keur Moussa, significaría volver a estar una temporada sin internet.
L’ abbé Louis, vicario en Kaffrine y que conocimos unos meses atrás nos reconoció y saludó. Lo habían trasladado de parroquia para ser su responsable principal, continuando con su carrera profesional. Nuestro arrinconamiento en algunos lugares como en ese rincón de pasillo de la paroisse junto a los despachos de los diáconos y péres, no nos creó ningun problema. Inexplicablemente los semicantos de Vic y nuestras gramáticas iban sobreviviendo en medio de las acústicas de la ciudad.

1 comentario:

Mofeta dijo...

tiene usted una vida muy interesante, le recomendaria solo procurar ser más breve ya que es cansado para el lector.

saludos!!

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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