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lunes, 6 de octubre de 2008

El parto de esta historia









Lamin Gambia 30 septiembre 2008
Han pasado nueve meses desde que empezó este viaje que existenciamos más de lo previsto, a pesar de todas las zancadillas con las que nos encontramos. 9 meses es el tiempo de un embarazo para llegar a parto. Nosotros deberíamos haber parido una gran historia. En lugar de eso tenemos un relato que se hace pesado por hablar más de lo mismo y por no contarlo con las herramientas poéticas de quien está por encima de cada adversidad, siendo capaz de viajar en un avión de papel. No tenemos tanto virtuosismo para hacer eso. Vamos de mortales, genuina y perezosamente mortales. África no nos ha educado para soportar tantas incongruencias. Para hacer un próximo viaje en el que recorrer otros países del continente no solo necesitaríamos un vehículo mejor si no también otros compañeros de ruta con el suyo que se atrevieran a acompañarnos. Se diría que ese supuesto grupo mayor de viaje podria imponer mas fuerza en los pasos transfronterizos controlados por corruptos. Pero, también hay que contar, que una caravana de vehículos es más llamativa y en cierta manera vulnerable. Habría que pensarlo mejor.
Cuando al fin nos fuimos de la Escuela Sao Paolo (vinimos para una comida y nos quedamos tres días) Vic lloró emocionadamente por la despedida calurosa de Teresa. Por el camino traté de reponer gasoil por la diferencia de precio con el senegalés. Solo en el poste de Sao Domingos pude comprar 8500cefas. El camión cisterna para reponer todavía no había llegado. Salir del país casi nos costó más que entrar. En esta ocasión ni siquiera pasamos por el garito policial para tamponar el visado de salida. Hacerlo es absolutamente prescindible. Tenia suficiente con el sello del carnet de passage. Pero tras eso un control del ejército: un grupo de parásitos microbianos de los peores nos tuvieron durante bastante rato molestándonos. Les dimos unas cuantas gomas de borrar y unas gafas de sol para que se las rifaran. Propuesta de guión para un film de acción (como con las anteriores propuestas, que no se olvide de nuestra participación en los derechos de autor): venir con un camión hasta este mismo puesto de control con ametralladoras a ambos lados, si son las del oeste a manivela y con un cilindro de varios cañones tanto mejor, y disparar a todos los soldados sin excepción, luego coger las latas donde meten el dinero de sus extorsiones y vaciárselos en sus caras. Nada de anónimos reivindicando la acción. Todo el mundo sabría el por que del escarmiento. Durante una temporada, los nuevos extorsionadores se lo pensarían antes de repetirse en esos roles.
En todo momento para estos casos una goma de borrar simboliza el instrumento para que borren sus errores y de paso sus caretos de cínicos. Por un momento estuve por no parar y seguir hasta territorio senegalés acelerando pero no dudo que alguno hubiera tratado de dispararnos. Las diligencias aquí no tuvieron ningún problema, como las otras tres veces que ya pasamos, pero a la entrada de Ziguinchor un tipo se empeñó en que le enseñara el interior de los bidones. Era la primera vez que alguien nos hacia esa jugada. Para desmontarlo hay que subir arriba del techo y entretenerse un buen rato con las cinchas. Mientras estaba en ello y por la bronca que le pegó Vic el controlador se dio por satisfecho si le enseñaba el contenido del cofre, más fácil de abrirlo. Al hacerlo advertí que los taburetes hechos a mano se habían desquebrajado, seguramente por el exceso de calor. Tras un rato con este tipo que quería justificar su control porque en Europa también lo hacen, nos pidió regalos que no le dimos. 200 metros mas allá había otro control de lo mismo en el que no paramos no por no querer si no porque el militar o lo que fuera no dio la señal de alto y estaba entretenido con otro vehículo. Oí el pito y vi a un tipo nervioso saltando dentro del retrovisor. Sigo sin entender esas señales de stop en las que no hay nadie al cargo y pasan el dia de vagos bajo un árbol esperando que tú les hagas el trabajo incluso el de auto-pararte. Eso, junto al que nos dio el alto ya anochecido viajando de Bissau centro a la Curia- residencial y que no obedecimos, ya nos convierte en unos famosos delincuentes internacionales. A ratos este relato parece que es de policías y ladrones a no ser porque nosotros no somos ladrones y los policías no son verdaderos policías, ellos son los criminales en lugar de los criminólogos y nosotros somos a pesar de todo viajeros afortunados por poder seguir asistiendo a esta observación, sanos y salvos. Es el juego del gato y el ratón para eludir la extorsión. Cuando, en el mejor de los casos, encuentras a uno que tiene más aprendido su rol y no trata de presionarte para que le des pasta o un regalo si se te ocurre decirle lo que debe hacer con el carnet de passage, porque lo ves que pone cara de tonto al tenerlo en sus manos, lo toma como un insulto como si él no supiera como rellenarlo. De hecho no lo sabe pero se las da de listo. Por mucho que lo visito sigo sin entender por que el mundo está a merced de los idiotas.
Antes de llegar a Senegal nos detuvimos en Bula, donde Giorgio Forini me vendió otros 3 tarros de confituras diversas y al preguntarle por la tala de arboles, ahora paralizada, me contó que el guarda forestal quería que se le pagara dinero. ¡qué vergüenza! Una misión católica amonestada por la tala de sus árboles que deben tener alguna ley protectora del estado por muy corrupto que sea el agente forestal en cuestión.
Cruzar el rio fue un rato de romance. Hay algo en los ferrys de encanto quizás porque simbolizan la transgresión del límite impuesto por la naturaleza. El de este a pesar de ser una carraca y de tener la rampa torcida durará poco tiempo: el puente que están construyendo los portugueses sobre el rio Cacheu está adelantado. La multitud de chicos y chicas vendiendo nueces de acajú, huevos duros y cervezas no deja de ser un espectáculo. Nunca te salen las cuentas cuando te preguntas cómo puede vivir tal multitud vendiendo los mismos productos.
Cuando llegamos al recinto del seminaire Saint Louis un coche conducido por un militar llegó detrás nuestro, por un momento creímos que era alguien del puesto de control que nos había seguido. Guy Aubert descendió del auto y gritó mi nombre. En seguida nos abrió la misma habitación que usamos el mes anterior y mejoramos nuestras condiciones eléctricas. Esta bien llegar a un sitio y que te reciban con tanto entusiasmo y ni siquiera tengas que formular tu deseo para que te lo concedan.
Senegal significa más victimidad por su vertiente islámica. En Guinea Bissau las camionetas-buses no llevan las fotos de los marabús enganchadas en los cristales, en algunas llevan incluso un poster de una chica guapa que debe de ser una cantante. Desde nuestra habitación nos tocó sufrir la serenata de los voceros de la mezquita más próxima. El mes de septiembre ha sido el del ramadán: otra pamplina de las ordenanzas de sus creyentes. La misma escena que en un principio cuando llegas a un país islámico puede tener algo de exotismo termina por demostrar lo que es: una absoluta impertinencia propia de majaras, dirigida a majaras.
Inevitablemente este relato también se ha convertido en un catálogo de adjetivos insultantes. Definición de insulto: denigrar a alguien con un adjetivo que no le corresponde igualándolo a algo que está por debajo de su categoría. Cualquiera que sea la palabra malsonante, a quien se la adjudicas no la aceptará y dirá que eso es un insulto. El estafador, el extorsionador, el impostor y cualquier otra variedad de criminal no les molesta tanto serlo como que alguien le señale que lo es. Entonces, pobrecitos, se sienten insultados. ¿Ayudar a África para que el dinero enviado se lo queden los distintos clanes de intermediarios? No y mil veces no. Si la ayuda internacional supera que el dinero enviado en los últimos 50 años ha servido para potenciar una clase alta; los solidarios, tan ingenuos como bondadosos de toda Europa, se replantearían seguir pagando sus bonos o sus apadrinamientos de niños o sus envíos de ayuda para tal o cual tragedia. Primero, que los estados dejen de estar en manos de bandidos y despues y solo después, cuando esa primera condición quede demostrada, se puede hablar de ayudas. El problema del criminal de fronteras y en general del criminal oficializado en un país es que te enfrenta a una lógica humana perversa. Cuando tienes ante ti a un extorsionador experimentas un terrible desasosiego, una vergüenza por su pertenencia a la misma especie que tú. Una de dos: o él es humano y yo no lo soy o es al revés. Sigo creyendo que es al revés. No es posible el razonamiento: el sabe que es un delincuente autorizado y tú sabes que lo es. Si cedes a su presión lo estas retroalimentando para que haga lo mismo ante el siguiente que pase. En tanto que es un no-humano tiene menos valor que un perro callejero, una rata o un limaco. Todo eso son elogios, en realidad es un insecto de la peor calaña, un arácnido dispuesto a inocularte su veneno. De hecho lo llevo encima al decir todo esto y para drenarlo debo decirlo. En el guión cinematográfico antes propuesto, en una versión más fuerte para consumidores de zombies y excesos de color rojo en pantalla, pasaría una apisonadora y aplanaría los cadáveres para impedir toda hipótesis de resurrección. Eso cumpliría una función cívica ya que sus materiales orgánicos taparían una parte de los millones de agujeros en las calles de su país. Claro, luego olerían mal. ¡Vaya, no había caído en eso!. Bueno, siempre se podrían salar. Tampoco olerían peor de lo que huelen en directo, en vivo y sin duchar.
El mundo tiene muchos rincones y los malnacidos que tienes que conocer en un lado son contrarrestados por la gente serena y correcta que conoces en otros muchos. La indignidad de un sujeto no tiene porque comprometer la dignidad de otro. Aunque en términos generales, la dignidad no sea un parámetro que tenga mucha importancia en África.
En esta ocasión la habitación retomada estaba ocupada por mosquitos, su sssszzzzz me hizo optar por ir a dormir a la furgo-claustro donde estuve más a salvo con la mosquitera. La picada de los mosquitos de Ziguinchor es más dolorosa. Te muerden dejando un fragmento de sangre. Lo hicieron de día e impunemente mientras estaba hablando con Guy. Me recordaron los moquitos del baix Ebre de hace un par de veranos en un fin de semana en una visita a una masía medio arruinada con más valor que el alcoyano en restaurarla por parte de los conocidos que la compraron, y rodeada de campos de labranza. Me dejaron marcas entumecidas y dolorosas por una semana. He comparado varias veces los mosquitos hispanos a los tropicales. Aquellos no te matan, bueno el del tigre puede estar cambiando esta aseveración, y los otros sí o pueden dejar secuelas como es el caso del paludismo cerebral. El reparto de seres humanos por avalanchas de mosquitos no está calculado que sepamos pero entra dentro de las hipótesis razonables que el cambio climático lleve al resurgimiento de enfermedades erradicadas en los países ricos traídas desde los países pobres. Nadie está a salvo con su mejor casa o su mayor cuenta bancaria de las penalidades que le esperan a la raza. Eso me recuerda la canción de un espontáneo que vino a nuestra mesa en Lome para cantar una especie de elogio al mosquito por el lado de su poder igualador en tanto que no distinguía blancos o negros, ricos de pobres. Después de sobrevivir a cientos de sus picadas infiero la hipótesis de que tal vez las hembras mosquitas que lo hacen (suelen ser las mujeres las que te clavan el diente cuando están rabiosas) solo desean mantenerme en activo para que no olvide las dificultades del continente en el que estamos y no me haga ilusiones con respecto a buscar soluciones de futuro por aquí. Para el Anófeles, el nombre de uno de los peores enemigos del viajero, en Coronel Tapioca venden un aparatito que emite unos ultrasonidos que ahuyenta la hembra, en realidad reproduce los del macho pidiendo guerra sexual, ante lo que ella, que está embarazada y está harta de tanto mosquito subido, se quita de en medio. Se basa en la tesis que las hembras solo atacan a los humanos cuando están embarazadas. De ser cierto esto, si esta basado en una investigación real, habría que conceder el nobel a quien lo ha descubierto. Lamentablemente de eso nos enteramos en ruta, enseñados por Pep, y no trajimos el aparatito, del tamaño de un llavero, algo a tener en cuenta en próximos viajes.
Fuimos a una agencia aseguradora, la Salama, acompañados por Guy Aubert, para la prórroga del seguro de cedeao, otros dos meses hasta el 20 de diciembre, por 15mil cefas, hasta ahora la tarifa más económica, mucho más que en los otros dos países donde lo hemos tramitado: Níger y sobre todo Mali y consultado, en Bissau. La secretaria, una monada que se le hacia un trabajo enorme la pregunta de la tarifa, prefirió antes rellenar todas las casillas y campos en la pantalla para poderla responder. Sus zapatos rojos, puntiagudos y superhistoriados estacionados en paralelo bajo su escritorio pero del lado de los clientes para trabajar descalza (algo que suele hacer a menudo la gente) o con las típicas sandalias de goma por ahí cerca, coronarían el estudio de su personalidad. El detalle de rellenar la ficha es algo muy europeo por cierto, muchas oficinas antes de responderte a la pregunta de un precio tu debes responder a una docena de preguntas sobre tus datos.
Tras esa gestión tentamos de usar l’ Alliance Franco Senegalaise pero seguía cerrada hasta octubre y finalmente despues de dar una vuelta por los alrededores hasta la zona de la universidad nos ubicamos en la fantástica paillote de un hotel de lujo con piscina motivados por la beatitud paradisiaca del lugar y el canto de cisne de su cobertura wifi. En varios lugares nos pasa que venimos recibiendo la señal de conexión (con el icono de los dos ordenadoritos en azul en la barra de herramientas) pero con el aviso de solo local a pesar de indicarnos que los ordenatas están correctamente conectados. Permitirnos ratos de lujo forma parte del antídoto a la africanidad dominante. No ocultamos nuestras trazas de viajeros por libre que llevan encima el cansancio físico, el calor pegado, las marcas en la piel de elementos agresivos y la tensión. La furgo no es un espectáculo para la vista. Resultaba algo raro en el parking del hotel Nema Kádior pero en África hay muchas cosas raras. A menudo nos vienen muchachos proponiéndonos limpiarla pero nosotros dejamos esta tarea para las lluvias torrenciales que la dejan impecable o así lo queremos ver.
Ziguinchor podria ser perfectamente una ciudad donde ubicarse. Para cuando hayan tapado los miles de agujeros en su asfalto dentro del perímetro urbano tal vez volvamos. Es una ciudad recomendable y llana. A los mosquis se les podria enjaular. Propongo que se autorice a pagar un millón de dólares a quien sepa cómo hacer eso e industrialice la solución.
Nos instalamos en un cyber conocido, Nada mas hacer la conexión se va la luz eléctrica, el muchacho pretende que Vic le paguemos las 2 horas contratadas. No le pagamos nada. Llega un momento en que perder el tiempo explicando las cosas ya no es asunto nuestro. A continuación cometo un error que ningún viajero de tránsito se puede permitir, ir a un cajero automático (el de la BMAO que tiene una cierta reputación) en un horario fuera de oficina, sea nocturno o festivo. Meto una primera tarjeta no me reconoce el numero pin y una segunda parece que lo reconoce pero la captura. De momento eso ya significó pasar una noche con una cierta intranquilidad y condicionarnos al dia siguiente para ir a primera hora a la oficina de ese banco. África es una cantera de anécdotas, de eso no hay duda, pero anécdotas en las que abundan los contratiempos. Mientras hacía tiempo para el cajero entré en la farmacia de la otra esquina para comprar un producto para el paludismo, el maloxine, con una presentación de 3 tabletas de Sulfadoxine con Pyrimethamine, para auto administrarse en una sola toma como reserva por si somos víctimas de la malaria. A esas horas de la noche el cruce de calles estaba iluminado por los grupos electrógenos de 3 o 4establecimientos. La electricidad de cables suministrada por la compañía eléctrica aunque más estable que en Bissau somete a los pacientes ciudades a sus imprevistos cortes.
A la mañana siguiente al poco de abrir el banco fui a recuperar mi tarjeta. La máquina automatizó la captura porque ya había caducado y la introduje en la ranura sin darme cuenta. Conservamos un cierto número de tarjetas de crédito caducadas y otras para abultar que integran un billetero falso para dárselo al ladrón que venga a robarnos. Esta visa olvidé traspasarla de una cartera a otra.
Aunque eso quedó resuelto y pude sacar ciento cincuenta mil cefas sin problema, esa mañana tuvimos una nueva sorpresa: el icono color butano del panel de indicadores en lugar de atenuarse como hacen los otros, incluido el de la gasolina tardó en hacerlo. Con el icono encendido el dispositivo eléctrico del motor impide que se ponga en marcha. Desde que dejamos Tambacounda que tenemos noticia de ese icono y desde que nos informaron en Dakar de su significado nos hemos acostumbrado a verlo como el último que se atenúan pero lo hace a los pocos segundos. Nuestro futuro inmediato pasó a depender de la intermitencia aparentemente arbitraria de ese icono. Con él nos quedábamos clavados, apagado podria permitirnos continuar. Como no sabemos a que responde eso nuestro viaje, parece, que pende de un hilo en el sentido más literal de la expresión, A partir de ahora podía convertirse en otro icono para mis pesadillas al poderse quedar calvado el coche en no importa que parte. Deberemos volver a pasar por el concesionario de la Fiat en Dakar para ver si eso se pude arreglar. A Dakar también tendremos que volver a ir para tramitar el visado para Mauritania. Teniendo en cuenta que en las embajadas aunque te pregunten en el impreso de solicitud cual es tu fecha de entrada en su país eso no lo utilizan como dato referencial para darte el visado a partir de ella, haciéndolo desde el dia que se lo solicitas, no era cuestión de arriesgarse a tramitarlo durante las semanas que estuvimos en la capital.
Mientras estábamos en esos trasuntos y preocupaciones de, bien mirado, poca monta, regresamos al cyber para lo de siempre: las noticias de la gente querida, que siempre te reactivan el sistema linfático y la falta de otras noticias que esperas que te dejan en la extrañeza y un poco mustio. En el cyber nos identificamos otro castellano parlante y yo. ¿Español? Sí –dijo-, Le invite a hablar un rato en el bar de al lado (uno en el que sirven las hamburguesas cuyo grosor pide ser micrométricamente por un palmer, hacerlo con un pie de rey sería excesivo). Era Tomás Serna, suspendí la negociación de compra de una danzarina de ébano con Baye, uno de esos comerciantes que apostan su chiringuito en la calle cerca de las zonas frecuentadas por blancos ,y que ya conocía del mes pasado; para hablar con él. Durante una primera parte de la charla me encontré con una persona, -deben quedar pocas, pero aún las hay-, que no te miran a la cara lo más mínimo mientras hablan. Juzgué que no estaba escuchando o no le interesaba lo más mínimo lo que le decía. Yo me había identificado desde el principio en el tipo de viaje en el que estábamos Vic y yo y la tesis de fondo de este libro. Consideró que la critica a las oenegés que hacía era demagógica e irresponsable, unos minutos despues me cuadró toda su indisposición y forma interruptora de hablar; estaba hablando nada menos que con el consheleiro de la SNV, una organización para holandesa para el desarrollo cuyo slogan, que hemos visto en algunos puntos de las carreteras de nuestro recorrido es impecable: Connecting People`s capacities. De la sigla no me acordaba pero de esta frase sí. Me pareció que resumía una filosofía para conectar con la potencialidad real de la gente y vincularla responsablemente a sus proyectos en lugar de tratarla como lisiada mental y dárselo todo hecho. No le pude explicar demasiado el significado de nuestra crónica porque al parecer el sabía mas que yo cual era nuestra posición. Cuando hizo ademán de irse con el olvido evidente de no pagar su consumición yo, que no había consumido nada, también opté por hacerlo para no quedarme con un marrón extra para mi literatura. A partir de ese momento, es decir unos escasos 5 minutos despues de habernos sentado, iniciamos una segunda parte de la charla, que aunque no pudo desarrollarse tranquilamente por su forma de hablar interrumpiendo continuamente (muy hispano) al menos conseguí que el chico se centrara mirándome a los ojos tras decirle que no hacerlo era incomodo para la comunicación. Ladeó la cabeza varias veces hasta conseguir acomodar la mirada (¡bravo!). Todo lo que pude hacer por él fue darle nuestro site e invitarlo a escribir contra criticándonos si consideraba que nuestra crítica era realmente demagógica prometiéndole que no eliminaríamos su comentario por extenso que fuera. Alguien como él con doce años, según me dijo, residiendo en África y moviéndose por este mundo de la cooperación era justo lo que necesitába(mos) para cuestionar con rotundidad nuestro discurso si es que es propio de una visión no objetiva, según su punto de vista. Nadie seria mas feliz que nosotros si tuviéramos que retirar todo nuestro discurso acerca de la solidaridad blanca en el mundo negro que no ayuda en su desarrollo de fondo sino en el del crecimiento de una clase social improductiva pero acomodada. En el fondo de todo, el africano es un sujeto negado y frustrado ante su futuro instalado en la psicodependencia. Evidentemente toda descripción en términos de generalidad es injusta. Estoy agotado de verme reproduciendo la siguiente idea: todo enunciado universal es injusto con lo particular, toda forma verbal que utiliza el artículo determinado en lugar del indeterminado genera una traducción automática en el cerebro de tu oyente que lo interpreta como un axioma absoluto, pero también me he cansado a mi mismo diciendo esta otra: todo relativismo en la expresión (el mundo es malo pero no te preocupes tú no lo eres) es una forma escurridiza de no comprometerse con la verdad. La conversación fue de desencuentro y terminó pronto: el hombre fue recogido por un coche (los típicos, etcétera) para ir a su cita, comentó algo de ir al colegio a buscar su crío. Él vive en Ziguinchor aunque trabaja en Bissau y viene a la Casamance todos los fines de semana. Cuando le comenté los problemas transfronterizos y él dijo que no notaba nada especial (tampoco para la frontera de Rosso) y que no se encontraba con gestos de extorsión ya me puso sobreaviso de estar ante alguien totalmente diferente a las personas con las que venimos tratando .Tomás fue la primera persona (tanto de los blancos como de los negros) que no aceptó la tesis de nuestra aproximación a la solidaridad calificándonos de crítica demagógica algo que para permitirme escuchárselo a alguien tiene que estar muy puesto en razonamiento y argumentística, algo de lo que no hizo ostentación. Ojalá la critica a la solidaridad incondicional por nefasta, fuera equivocada; eso nos permitiría continuar creyendo en ella y podríamos pagar, si no nuestro cielo, desgravar a Hacienda con aportaciones periódicas. En cuanto al consheleiro (¿qué caramba quiere decir eso dentro de una asociación cooperante?) no planteó ni un solo dato que me hiciera repasar la actitud antes bien la consolidó al referir algunas cosas como que los de la Cruz Roja también contratan chóferes para que sus colaboradores no corran peligro conduciendo, o que la reciente cumbre en Accra se ha planteado el destino de la ayuda internacional, o que Save the children también es una ong discutible, o que las ongs ya se han extinguido (¿sí?). Parece que la suya ya tiene el talante más empresarial que otras. Como que la conversación en realidad no llegó a ser iniciada con soltura y posibilidades expresivas por el estrés verbal del consheleiro tampoco tenía lógica tratar de continuarla después, algo que me habría gustado. La diferencia que hay entre una convicción y un prejuicio es que la primera puede ser explicada sin alterarnos dijo Federico II de Prusia.
Durante el poco rato que hablamos vino una indigente que desde la calle, al otro lado de la reja, nos pedía ayuda. Ninguno de las dos le dimos nada. Yo le pedí que no nos interrumpiera, que estábamos hablando. Se fue, pero su interrupción (algo que no hemos dejado de sufrir en todo este tiempo) sirvió para apoyar la visión que tenemos de África: una enorme cantidad de gente tomando a los blancos como papás-mamás. Esa misma mujer, una hora después, tras regalarle algo de ropa nos criticó ante un grupo, que había tomado nuestra furgo como nave nodriza en la que le gustaba recostarse y sujetarse del portaequipajes, porque según ella le habíamos prometido dinero para que comprara arroz. Las invitaciones a la patada, el corte de mangas, la pedorreta o la no-respuesta no nos faltan. Me enfadé y le pedí que nos devolviera la prenda que le habíamos dado. Por supuesto no lo hizo y dijo que ella nunca daba nada a nadie. ¡bravo! La verdad también pasa por eso. Eso me recordó que el día anterior una mujer que se dirigió a nosotros por la ventanilla y que no entendimos o no hicimos caso porque estábamos conduciendo, al volverla a cruzar en la carretera que lleva a la universidad, hizo el gesto con el dedo índice amenazándonos de no sé qué ni por qué, seguramente condenándonos a lo peor de una forma inminente de acuerdo con sus creencias animistas. También me recordó a aquella otra mujer que en primavera tras darle la blusa del traje amarillo de Vic vino con exigencias pidiendo la parte de los pantalones que aun llevaba puesta. Hay algo de lo africano que es muy genuino del continente y que está detrás de su ostracismo, su subdesarrollo, su mentira permanente que idolatra la cultura de la muerte por encima de la cultura vital, su fracaso en la reproducción, en la higiene, en la salud, en el aprendizaje y en la comprensión histórica de su propio drama. Claro que todo esto bien montado como argumento para tocar sensibilidades es ideal para que la gente afloje la pasta y los gobiernos, también los locales, de los países y ciudades ricas no puedan admitir que hermanos de especie se lo monten tan mal y sufran tanto. En nuestra opinión los paraísos naturales de África tan solo tienen un inconveniente: que sus usuarios no saben mantenerlos. Si no los destruyen mas es porque su tecnología autodestructiva es ínfima, pero todo llegará, de eso no cabe ninguna duda. Si los brasileiros destruyen cada dia hectáreas del famoso pulmón amazónico del planeta también lo harán los africanos que de historia ecológica han aprendido bastante menos.
El rato con Tomás excitó mis neuronas para nuevos matices literarios, a pesar de haberme hecho sentir como tantas otras veces en España con esas polémicas en versión ibérica en los que un grupo de grillos hablan al mismo tiempo sin oírse. (Primera escena de este tipo, por cierto, en estos 9 meses). En lugar de ir de demandante de información preguntándole datos de su empresa y lo que estaba haciendo mostré, tal vez precipitadamente, mis cartas. Antes de ser honesto diciendo lo que haces y quien eres tienes qué averiguar a quien tienes delante. Puede ser tu enemigo o alguien que está del otro lado, aunque ponga semblante de buen chico. Hubiera preferido una conversación sobre cuestiones mas practicas de la vida en Ziguinchor o el precio de mercado de las tierras y los requisitos legales que no una discusión genérica sobre el mundo de la solidaridad, al que paradójicamente él tampoco dejaba de criticar (la critica siempre es de recibo cuando uno o su trabajo no sean señalados en el paquete). Lo más intocable para cualquiera es su fuente de ingresos, no importando lo que sea lo que haga. Objetar el enfoque europeo de la solidaridad es algo intolerable para quiénes viven de la solidaridad, como sus administradores o sus técnicos en el reparto. En cuanto al consejero tal vez aprendería despues de ese rato juntos que hay que hablar mirando a los ojos de la gente y que no hacerlo indica dos cosas: poca atención y escasa fiabilidad. Tras la segunda parte de la mini charla, alcancé yo antes que él la puerta, él me siguió detrás, el camarero le llamó la atención para que pagara su Fanta naranja. Encima de estar en desacuerdo no iba a ser yo el que pagara aquello a lo que no le había invitado. (lo siento Tomás la próxima vez, si lo intentamos, tal vez haya una oportunidad para una conversación, esa sí, de verdad, solo que, evidentemente, no habrá esa segunda oportunidad, siempre queda la plataforma digital para seguir el duelo dialéctico). Tras ese rato de contraste pensé en que junto a las muchas crónicas viajeras que existen y otras que están circulando por internet hay un trabajo pendiente a hacer que es el del análisis económico y socio-político con instrumentación estadística de las verdades y las mentiras de la cooperación al desarrollo. Para una análisis de este tipo además de encontrar un financiador verdaderamente interesado en las conclusiones objetivas tendría por primer obstáculo las mismas empresas solidarias que se opondrían a la entrevista, es decir a la investigación, lo mismo que aquel tipo blindado de Caritas en Kaolack. Una investigación objetiva pasa no solo por consultar lo que se publica y seguir las noticias de las que se hacen eco los periódicos y otros documentos publicados, sino entrevistando in situ directamente tanto a los protagonistas intermediarios de las acciones solidarias como a quienes las reciben. Para hacerla en su integridad no dudo que el grupo de investigación debería acudir a las técnicas de espionaje del reportaje moderno para grabar o filmar entrevistas lo cual ya atentaría a la misma versatilidad del trabajo. Difícilmente una investigación en ciencias sociales llega a buen puerto si los remilgos de la muestra entrevistada o los motivos para esconder sus opiniones pesan más que darlas a conocer. O sea que en el mejor de los casos de una investigación en toda regla, ésta incurriría en fatales sesgos, pero aun sin ellos si se confirmara la hipótesis de que los criterios dominantes de la solidaridad no ayudan a un cambio de paradigma histórico en los países subvencionados ¿a quien le interesaría eso? A los gobiernos estatales no, porque perderían poder seguir enganchados a las mamas nutricias de la Europa paternalista; a los propias oenegés, que han generado decenas de miles de puestos de trabajo, tampoco porque se les iría el pretexto para su existencia. A diferencia de una investigación metodológica, la crónica pone en evidencia entre otras cosas las dificultades para aquella investigación (todo proyecto para esclarecer verdades las tiene). Hacerla no tendría conceptualmente ninguna dificultad pero sí mucha para llevarla a término por la cantidad de enemigos que generaría. Una investigación de este tipo tendría el valor de una auditoria a escala de todo un gremio sectorial de esa peculiar industria de la ayuda, para revelar las consecuencias de la ayuda internacional en una colección de registros de evaluación que se pre-decidieran. Nosotros no la vamos a financiar, si alguien encuentra un financiador para esta idea le deseamos mucha suerte. En el mejor de los casos nuevos foros reflexivos podrán incorporar las conclusiones conseguidas a sus debates si antes no muere en el intento por el agotamiento propio de la investigación no porque lo fueran a matar, entendámonos.
La SNV se propone como una empresa de asesoramiento para apoyar planes de desarrollo. Ese asesoramiento será pagado por alguien, dudo que lo sea por los nativos implicados en los mismos más bien tiene pinta de serlo por la UE. En todo caso tiene un planteamiento más empresarial que solidario que no discutiré sin conocerla. El mundo del manegement es eso: la gestión de recursos (financieros, materiales y humanos) para alcanzar plusvalías como primer objetivo y a una cierta distancia como objetivo numero ene alcanzar un confort humano mejor, lo de hacer una persona nueva, dejémoslo, eso es para idealistas con reductos de humanismo de los que les pesa deshacerse, no para empresarios o protagonistas de la acción de empresa. Sin duda África necesita empresas pero eso no significa que las corruptelas y la mala gente desaparezcan. Podrán comprarse mejores coches y mejores casas y genuflexionarse ante Alá tantas veces se lo exija la lectura de Corán de temporada.
No quiero llenar mi plan de reflexiones con más reflexiones sobre lo mismo y el mismo tipo de sujeto humano que se cabrea con la libertad ajena de opinar. Ya tuvo su oportunidad para aprender. Hay que admitir que no todo el mundo no quiere aprender ni aprenderá. Allá los ignorantes con su suerte siempre que no les dejemos que nos hagan daño. Solo lamento que en lo escenarios de la vida así como en el ciberespacio habite tanto personal que no se ha enterado aun de cuales son sus coordenadas y va con el moco de inmadura porque se aprovechan de sus datos informativos o su lista de contactos que publica –en contra, evidentemente de la discreción que le debe a éstos- o vete a saber qué. El mismo tipo de psico-sujeto en un espacio público de oratoria se molestaría que alguien interviniera tras su intervención completándola o discutiéndosela. No deja de ser curiosa que la libertad de palabra por la que tanto se esforzaron/nos esforzamos generaciones anteriores la prohíban enanos mentales de una de las generaciones actuales provectos a la pronto-reacción impensada, capaces de superar exámenes académicos o los cien metros lisos pero no los exámenes de la vida.
En nuestras andanzas por el submundo de la conspiración y las reuniones que trataban de poner en común sueños sobre el futuro, siempre había quien creía tener el único derecho a la palabra, la suya, y se molestaba porque se la discutieran o que se la completaran con mayor género de detalles. En todos lados y momentos históricos no falta quien se enfada porque no es el unicentro del lugar o su posición no lo sea. En este mundo nunca falta un Salieri que se oculta bajo una capa y una máscara odiando a un Mozart. Claro que ni yo seré nunca Mozart ni los adversarios que a uno le tocan tienen el talento de Salieri a pesar de ser un envidioso.
Reanudé con Baye la compra de una figura de madera de ébano, una danzarina, pasé de los 3500 que le propuse a los 5000 que terminé pagando, frente a los 20 mil que me pedía, todo eso encuadernado con su continua florinata de que éramos amigos porque nos conocíamos del mes anterior. También compramos por otros 15mil una segunda cama plegable de aluminio, el mismo precio que la anterior en Dakar. Quien sabe, quizás todo lo que vamos coleccionando tengamos que darlo o malvenderlo porque la furgo diga basta hasta aquí hemos llegado y tengamos que regresar por otros medios.
Después de todo esto regresamos al seminaire donde, para variar, la luz en pleno dia y sol estaba cortada lo mismo que la noche anterior. En cuanto vino reanudé mis actividades de oficina es decir de buhardilla bohemia reconfigurada a nivel de planta baja. Comprendo que la posición del artista o la del filósofo que es más bien la nuestra no pueda ser tolerada por quien se empeña en justificar su trabajo salvando el mundo de sus indigencias, negligencias, contingencias y desastres varios. Lo que no puede aceptar el cooperante con o sin salario es un cuestionamiento global a la cooperación porque ha demostrado no cambiar un estilo de cultura subsistencial por una desarrollista `porque ese cuestionamiento también pone en peligro su rol profesional y, si vive de ello, su estatus social. Los analizados siempre se rebelan contra sus analistas no porque no sea cierto lo que dicen sino porque se atreven a decir lo que otros reportajes o aproximaciones callan manteniendose en la tesis de "todo está bien y que buenos somos". Desgraciadamente, las pruebas de realidad nos llevan a continuar recogiendo los resultados de nuestros sondeos en la cancha humana y siguen remitiéndonos a la mirada crítica, cada vez menos complaciente con lo que nos encontramos. No dudamos que este tipo de crónica como la nuestra puede ser aprovechada por quienes quieran desacreditar la solidaridad por otras razones o manipularla en contra de unos países y a favor de otros pero por encima de estas conexiones colaterales no se puede perder de vista la gran industria de la solidaridad en la que ha caído todo el proceso. Al fin y al cabo África no deja de ser un mercado potencial para los consumos de los artículos superfluos de la sociedad capitalista en la medida en que los africanos vayan teniendo poder adquisitivo para comprarlos.
Despues de estas otras tres noches en el seminaire Saint Louis reanudamos la salida. Tras cargarlo todo no teníamos la menor seguridad de si el icono del candadito nos dejaría o no salir. La primera tentativa de contacto, no. A la segunda se apagó. Es como si estuviéramos en un casino: candadito encendido, no te toca; candadito apagado, te toca. Si un viaje está surtido de mutivariables, al viajero juega a la ruleta aunque no sea cliente de casinos, Dejamos Ziguinchor por el mismo lugar que habíamos llegado, con algunas curiosidades antes de partir que confirman el mundo africano: unos tipos en medio de la rotonda gritándonos a todo pulmón ofreciéndonos no sé qué y quitando la atención a la carretera de los conductores. Eso del grito primal es muy africano. No sé si despues de haberlo oído tantas veces en tantas partes ya no le hago caso y tengo la sensación de que la gente es mas culta no haciéndolo, o que lo hacen lo mismo pero he articulado el chip para desconectarme de esa, digamos, curiosidad. Si alguien quiere decir algo que lo diga pero no que te grite a distancia por el solo hecho de ver que tu coche es distinto y tu piel también. Unos kms más allá, dos pasmas escondidos saltaron de improviso para pararnos. En fin, sin comentarios. Dijeron que últimamente se escondían. Vale,tíos, vale.
La carretera hasta Bignona y despues hasta la frontera senegalesa impecable. A partir de entrada en Gambia los baches volvieron a recordarnos que teníamos que hacer méritos. Despues de la experiencia de viajar por aquí deberemos ir a las montañas rusas de los parques de atracciones para soportar el síndrome de abstinencia de las carreteras africanas. El lado gambiano fue más fácil de cruzar de lo que esperaba. Sobornamos con gomas de borrar al tipo que quería sacarnos cefas y no le dimos. Un rato más allá, en esos controles que siempre hay unos cuantos quilómetros despues de las fronteras, los tipos no reconocieron el carnet de passage. En algún momento dijeron que recibían órdenes contradictorias para el control de los vehículos. Despues de un rato los atajamos con más gomas de borrar. Otro control más para repetir la mi.sma jugada antes de recuperar el asfalto y tomar la carretera dirección Banjul. El hombre, ésta vez culto y hablando francés, como excepción, tampoco entendió el valor del carnet de passage. Este es un documento tamaño folio con varias decenas de paginas, cada una por cada país en el que entras y sales. Ellos se entretienen mirando las hojas, confundiendo la numeración de cada pagina con el numero de matricula del coche, o la pestaña donde debe ir el sello de entrada con el de salida. Si nos los vigilas son capaces de ponerte el tampón en la solapa o en el dorso de la mano como hacían en las discotecas. Los estados pueden ser lo que quieren pero al menos se tienen que poner internamente de acuerdo en qué órdenes dar y unificarlas a escala de todo el país.
En Brikama, en un restaurantito con un bmw en la puerta, luego entenderíamos por que le funcionaba tanto el negocio para comprar este coche; pedimos una tortilla y patatas fritas, es decir su representación a escala. Llegará un momento en que preguntaré que significa eso para un africano y encargaré el número exacto de patatas fritas dando un mapa de instrucciones de cual debe ser su longitud. En este caso nos dieron 9 patatas mal contadas en un platito tipo tapa y una tortilla antigua. Suficiente para no repetir el lugar. ¿Cuantas veces habré dicho esto mismo en cientos de lugares en mi vida? No entiendo como los negocios `pueden funcionar con esos aplomos, perdón, caras de cemento. Comimos en el porche por la falta de luz natural en el interior. Aguantamos todo el aguacero con goteras sobre la mesa incluidas. Estábamos en el ojo del huracán fácilmente calculable por no haber diferencia entre cada rayo y su sonido. Ver como uno de ellos se colaba por la antena de televisión de enfrente dejándola bailando era lo menos que podía pasar. Dejamos el restaurantito y Brikama, porque el lugar que teníamos previsto donde pasar la noche, el recinto de la Paris Church tenia el acceso impedido por la supertromba de agua que cayó mientras "comíamos". Retomamos la carretera hasta Lamin donde nos metimos en el recinto de la saint Peters school. Un lugar con un buen eslogan: The truth small make you free. Lo adaptaremos a nuestras pizarras: Cada pequeña verdad te hace más grande. Su encargado Francis Gomez dijo de ofrecernos un cuarto, aunque se refería a uno de su casa donde nos llevó. Allí nos instalamos en el salón para seguir conectados a la red eléctrica. Por si alguien no le había quedado claro hay que decir que Vic y yo tan solo somos filamentos incandescentes. Bruno, uno de sus críos, una figura hiperactiva de la casa, se calmó despues de un rato de darnos la lata. En el vestíbulo dos familias de cabras y cabritos estaban ahí, tranquilas, acostadas. Todos los miembros de la familia, exceptuando las cabras, nos saludaron uno a uno. Empezamos a notar las diferencias con Senegal. El hecho del contexto anglófono nos sedujo los sentidos pensando que estábamos en una zona más culta (fruto, sin duda, del tradicional complejo hispano a todo lo que suene a british)-.En realidad del millón y medio de gambianos, algo así como la misma cifra poblacional en Guinea Bissau, menos de la mitad entienden el inglés.
En esta segunda entrada en el país tuvimos la impresión de conocer su parte más desarrollada con la gente mas progresista, ni siquiera todos los polis pedían su aguinaldo. Una línea de autobuses modernos contrastaba con su falta en el país de al lado. En Senegal parece que hay mas marabús enganchados en paredes y cristaleras, no se sabe bien si los marabús están enganchados en las ventanas de los buses o estos a aquellos. El poster de la que supuse cantante también se ve pero en menor escala. Descubrí que era nada menos que Madonna en una de sus poses de desparpajo, un indicador de progreso cultural. La foto no es de una mandona con coulottes con blonda pero todo se andará. El progreso pasa por el destape y este por desocultar las zonas corporales tabú de la gente.
En el recinto del Saint Peters, un grupo de niños utilizaba una cancha de baloncesto. Se interesaron por nosotros, lo hicieron tanto que fueron uno tras otro a ver lo que habíamos tirado dentro de un basurero: una bolsa de plástico con una deposición emergente de Vic por el último toque de gracia del último restaurante donde habíamos comido. Uno tras otro escrutaron la bolsa y volvieron a dejarla en su sitio. Pareció que a nadie se le ocurrió abrirla, ¿quien sabe? en el mercado de las antigüedades tal vez podria alcanzar algún valor con el paso del tiempo. La verdad es que cuando alguien a distancia nos grita con un hello o con un what’ s your name, ya no hacemos puñetero caso.
Cuando Francis, un administrador del centro, gambiano de nacimiento pero con antecedentes guineanos, fue avisado en el bar donde tomaba cervezas por otro niño de otra parte, mas espabilado, vino enseguida nos hizo de anfitrión sin problema. Ubicamos nuestra habitación con ruedas en su patio y al presentarnos a su familia: nos salió espontáneamente ofrecer una ronda de caramelos y otra de gomas de borrar. Cuando vino con una olla de arroz pegado y otra de pescado picante nos servimos algo pero en realidad no comimos apenas nada. El arroz dominante: una masa de engrudo, no tiene nada que ver el modo de prepararlo senegalés, el thiébou diéne única posibilidad de comer el arroz africano si la salsa esta suficientemente equilibrada.
La familia Gomez, Anne con 7 hijos, nos acogió espléndidamente. El desparpajo de Ana, 32 años, dando teta para calmar el lloro continuo del bebé más pequeño y su voz de mando nos envolvió en una situación interesante. Ana una mujer en carnes y con voz de mando y dominio había estado sometiendo a un meeting catártico a toda la familia a propósito de un conflicto que tuvo con un vecino que amenazó con denunciarla a la policía. Por un momento creímos que el motivo de la bronca éramos nosotros porque Francis nos había invitado sin consultarla. La escena de Ana poniendo firmes a toda su prole y marido bien podria servir como argumento pictórico para un nuevo cuadro de Delacroix. Tal vez la revolución feminista ya se ha iniciado en los hogares africanos sin que lo hayamos advertido. Necesitábamos una dosis de familia y nos quedamos una segunda noche. Con el priest Bruno, otro residente del recinto, quedamos en que contactaríamos con Shallom a unos 12 kms donde había la posibilidad de pasar unos días y del que ya nos dio referencia una de las soeurs de keur Guilaye. Teníamos tiempo. La experiencia africana nos ha hecho reconsiderar la noción de tiempo. Tal vez todo el secreto existencial pasa por no creer en si límite y en eliminar palabras como urgencia o falta de tiempo de nuestro vocabulario. Recuerdo que los primeros viajes a Marruecos cuando pasaba en autobús muchos lugareños de muchos sitios por lso que cruzamos no paraban de decirnos que nos quedáramos. Uno dijo algo así como: si no tienes tiempo para quedarte ¿por qué viajas? Tuve mi réplica, claro, incluso respondí desde el orgullo: ¿qué te hace pensar que mi tiempo es para ti? En efecto. Mi tiempo lo tenía reservado para otro sitio pero el hombre de las montañas que no tiene reloj y le basta las pautas dadas por el sol y la luna no acepta la tesis de la agenda, ni siquiera la idea de la planificación. Vivir el momento. Él tenía la razón y yo todavía no había comprendido que la esencia viajera no pasa por saltar de un punto reputado a otro, generalmente las grandes ciudades o los lugares de las grandes leyendas con cuatro piedras para testimoniarlo, sino que pasa por la sucesión de puntos intermedias. Pura geometría espacial. Entre el punto A y el punto B no solo no existe una sola línea recta (falacia de pizarra de aula) sino varios tipos de líneas curvas, cada una de ellas con un número indeterminado, seguramente finito pero eso no nos importa para nada ya que nunca se agota de recorrer, de puntos intermedios. De hecho cada persona del camino con la que detenerse, platicar, hablar, hacer o mirar las estrellas juntos, es uno de estos puntos. ¿Verdad que es bonito? Indiscutiblemente poético. Seguramente es lo que hemos empezado a hacer en África y este año. Antes hemos cruzado el mundo demasiado rápido. En Europa siempre estábamos cruzando países y pasando por ciudades sin detenernos a menudo más de un día, ya va siendo hora de que lo hagamos. Ese otro ritmo de viaje en el que estamos nos deja in albis ante determinadas preguntas como de a donde vamos o cuanto tiempo vamos a permanecer en tal o cual lugar. Podemos responder de donde venimos y qué hicimos ayer pero no lo qué haremos mañana. Podemos asegurar las constantes que mantendremos (caricias-ducha-té-ordenador-lecturas-charla- tal vez ajedrez,…) pero no donde o en qué momento. Eso no es que forme parte de nuestra africanización, que también, sino de un cambio de registro de nuestra propia racionalidad. Cada cosa tiene sus coordenadas pero eso lo averiguas despues. En Europa, en principio, necesitas tener claras las coordenadas y después meter la cosa, tu acto, tu idea. El concepto se las trae, además de existir una lucha intercultural tácita entre los dos continentes por las dos nociones de existencialidad y d planificación de futuro, como viajeros también tenemos la lucha con nosotros mismos. Tenemos, desde luego, el límite de un calendario y un itinerario a grosso modo determinado, mucho más ahora, por la vuelta, (ya que hemos empezado a volver hacia el norte desde Bissau) pero no tenemos que cumplir con ninguna lista de objetivos. ¿Hay algo más parecido a la libertad de los descrucificados? Cuando el aduanero nos preguntó cuanto tiempo íbamos a estar en Gambia por mucho que le dijera que nuestro visado era para 3 meses no lo entendía, finalmente puso 30 en la visa que tamponó, cifra que nos tocará falsificar por la de 80 si permanecemos más de un mes. Cuando otro nos preguntó donde nos íbamos a alojar no entendía que decidíamos sobre la marcha. Son las típicas preguntas que piden a gritos tener respuestas de mentira. Hijitos, acordaros bien de lo siguiente: decid siempre que sea posible la verdad menos a los policías y a los aduaneros, que nunca lo es, y cuyas prácticas de mentira os servirán para dedicaros a la actuación teatral con el grupo amateur de vuestro barrio.
Francis tiene un trabajo que le permite venir a casa a cada momento ya que está a unos pocos metros. Alguna vez Bruno, que tiene verdadera pasión por él, va a buscarlo hasta su despacho. Cuando Francis y Ana coincidían no se decían nada, algo que nos tenía preocupados. A Francis le gusta beber. Prefiere el Napoléon, marca de brandy de origen francés pero con una versión peor de fabricación local. Lo mezcla con cerveza o lo que sea. El grupo, nutrido por profesores de la escuela, se reúne con butacas de plástico o sobre cajas ídem en la acera frente al minimarket y van pidiendo botellas de litro de esa marca que se van repartiendo. Raramente las mujeres se mezclan con los hombres para beber pero si vimos alguna que introducía a su bebé de pecho al consumismo de la Coca-Cola y de algún refrito metido en celofán. Al dia siguiente de volver a Gambia teníamos peña, alojamiento, calor familiar y la dicha universal de los justos ¿para qué querer más? Mucho más de lo que he conseguido en toda mi vida en mi localidad de nacimiento. Claro que, como dice Vic, yo soy un caso raro. Somos los primeros sorprendidos en esta adaptación al medio. Después de la tertulia con los bebedores volvimos en la más absoluta oscuridad al recinto Saint Peters intercambiando saludos con los vecinos como si nuestra imagen con la silla rodante fuera lo más habitual de la zona. La verdad es que nuestro ritmo de paseos con ella sigue siendo ínfimo. La silla de ruedas la utilizamos más como carretilla de transporte de nuestras cosas cada vez que tomamos una habitación que no para su función primaria. Cada pequeño desplazamiento significa, en un inventario de bártulos a voz de pronto, transportar: los dos ordenadores con sus estuches, las dos bolsas dorsales, una botella de agua, el bolsito en bandolera y otra bolsa de nylon de Vic y taburete, mesita de aluminio y bolsas de aseo. Tampoco da para hacer un torreón con todo esto y el transportista, yo, no pierde la visual del recorrido para no meterlo todo a si mismo dentro de lso agujeros que te vas encontrando, pensados para engullir a confiados, tipo Tales de Mileto, o cargarse a alguien molesto: ven, vamos a dar un paseo, conozco un sitio precioso, y ¡zas!, en el momento del agujero distraerlo para que se caiga dentro.
Ana es una incansable. No para. Extendimos la invitación de la cerveza también a ella. Dijo que vendría despues de arreglarse pero no lo hizo. Ana físicamente se transforma tanto que es irreconocible. Al menos son tres mujeres distintas reunidas en una sola. Es amamantadora, leñadora, peluquera, madre, esposa. Es la timonela. Pasamos un buen rato de convivencia en el paillote del tejado de zinc viendo como le preparaba un peinado con pelo artificial a Verónica, a sus 17 años en edad de merecer, es decir, de merecerlo todo. De hecho quedó menos guapa con el peinado pero eso le hacia ilusión. Para enganchar esa tira de pelo de mentira hay que hacer antes una base con el cabello natural haciendo una especie de trenza pegada al cuero cabelludo que va tomando forma de espiral hasta la coronilla donde queda un restito como colita. La cabeza dejada así es soberbia, muchas chicas dejan su cabello de esta manera. Esa base sirve para coser literalmente el otro pelo artificial y peinarlo en la medida en que se deja. Verónica manifestó su deseo que nos quedáramos más días y Francis dijo que también. Verónica insistió en lavarme mi ropa, mis pantas y mi t-shirt de manga larga. (fundamental y que debería usar más: he comprobado que mas del cincuenta por ciento de picadas de mosquitos que recibo son en los brazos)Se lo di para que lo hiciera. Era la primera vez que vivíamos con una familia africana más del rato de una visita. Sin lugar a dudas se necesita mas rato que una conversación para saber donde estas y con quien estás realmente.
Baffour, nada mas conocernos nos ofreció un supe aguacate y nos ofreció un cuarto pero que también desestimamos. Al dia siguiente nos dejó su salón para que trabajáramos más tranquilamente y se fue dejándonos solos. Esto es África, boys. Necesitábamos alejarnos de la insistencia infantil. En el comedor de su casa no paraban de interrumpirnos. Lógicamente la silla de ruedas y los bastones de Vic son objetos de suma atención de los niños de todo el mundo. Enseguida quieren subirse a la una o empujarla o tratar de convertir en zancos los otros.
Baffour es un hombre sumamente afable, de risa floja y contagiante. Su contrato bianual como en el saint Peters lo tiene allí desde hace 10 años. Primero se escucha una risa y después aparece el hombre. Acompaña todas sus frases con un je-je-je sano. Nos gusta la gente feliz, le declaramos. Vive solo y en paz con todos. Un poster de Jesuscrhist: I am de way, the truth, and the life,en la pred de su salón contrasta con las fundas de videos sensuales de al lado, alguno de Crhistina Aguilera. Debería haberle pedido que lo pusiera para reactualizar mi recordatorio de otros aires anatómicos.
En la última frontera, del lado gambiano un cartel beware of landmines está en el lugar del de welcome. Una silueta humana con una explosión partiendo una pierna no deja lugar a dudas. Nos gustaría vivir el tiempo suficiente para despedirnos de este mundo no encontrándonos con estos testimonios de las guerras y de las atrocidades a las que ha llegado el ser humano en contra de si mismo. La curiosidad más terrible de las guerras modernas es que cada asesino no puede ser consciente del alcance del dolor que ha producido en vidas ajenas. Lo mismo que el piloto de un bombardero que deja caer sus cargas de la muerte donde sea, incluidos hospitales, escuelas, poblados que no tienen el menor valor estratégico o, como en el caso de Bissau, en el parlamento, porque eso demostraría que realmente estaban en guerra; el soldado que entierra una mina puede explotar 30 o más años despues de haberlo hecho. En la localidad vecina a la mía natal cuando era niño estalló una granada no explotada de la guerra civil matando a un crío. Yo mismo encontré una granada de mano sin estallar pero con la anilla oxidada y durante un rato la cuadrilla estuvimos tratando de ver que hacer si abrirla o darla a algún adulto. Puedo contar todo esto porque optamos por no arrancar la anilla, o ya no recuerdo bien, tal vez sí lo hicimos y estaba tan oxidada que falló. En todo caso las bombas de mano, de mortero o incluso de avión no estalladas nunca fueron tan peligrosas como las minas enterradas antipersona.
Ni siquiera hablar de la guerra es algo espectacular. En Sarajevo pude poetizar las paredes llenas de las marcas de balazos, en África la gente que se ha matado entre sí no hace muchos años prefiere olvidar la experiencia y no repetirla, eso no significa que haya aprendido de ella. Alguien en Bissau nos habló tanto la de la guerra de independencia de los 11 años como la de 11 meses, mostrando las marcas de metralla en su cuero cabelludo. Aseguró que la gente no quiere mas guerras y no quiere matarse entre ella. Ojalá sea verdad. Otras personas nos refirieron su orfandad por perder a sus padres durante la guerra. En las guerras se mata y se muere porque si no, no lo serían. En las guerras pierden siempre los perdedores pero también los vencedores. El dia que fuimos a N’Dame, nos indicaron el barrio terminado de construir (bloques de 3 o 4 plantas bastante bien diseñado) por una empresa china, para los excombatientes y que no disponían de las licencias para habitarlos. Los primeros signos de humedad en el techo ya habían aparecido. Un ex soldado es siempre un misterio. ¿De qué anécdotas puede hablar? Las elecciones preparadas para el siguiente noviembre no parecían muy aseguradas para meter al país en una perspectiva mejor de futuro. En todo caso la democracia africana todavía pasa por las formas de amañar los resultados de las urnas para conseguir tiranías apoyadas por mayorías sino reales sí contabilizadas aunque sea fraudulentamente, claro que esto también se pudo decir del actual Bush president y del otro candidato, Al Gore, que quedó desbancado ilegalmente. Cincuenta millones de personas aceptaron no el escrutinio sino el resultado de una suma intencionalmente equivocada. ¿Alguien pone en duda que se prefiere la mentira pero que proporcione un dato estable que la verdad a costa de luchar por un dato inestable?
Baffour nos compra pan de molde y Gari, parte del cual prepara con leche condensada remojado en agua. Un postre instantáneo y muy rico. Es un producto de importación de Ghana. La risa de Baffour es contagiosa. No dice una frase sin su correspondiente carcajada. Todo es divertido. Su Pontiac, aún nuevo, a las puertas de su casa, que empieza a tener señales de abandono (cristales rotos, ruedas bastantes deshinchadas, polvo metiéndose poniendo a perder la tapicería, intermitentes de atrás destrozados…) por un problema del motor que no arreglaba, tampoco era motivo de pesadumbre. Debería preguntarle su secreto. Nos quedamos todo el dia haciendo vida de familia. Los niños estaban encantados con nosotros, incluso Nicola, el varón mayor, el más autoexcluso, y Louis David el bebé de pecho que era la primera vez que se enfrentaba a la piel blanca y lloró varias veces al vernos. Te por la mañana que extendimos a Odette, Nicola y Frederic, un chofer del recinto. Verónica insistió hasta que consiguió que le diera la ropa que llevaba puesta para lavarla Vic dio su concierto de clarinete, yo cogí el machete para trocear un árbol seco que trajeron los niños, es como si hubiéramos venido a la granja de nuestros parientes africanos. Luego por la noche velada con nuestras velas en el porche del vecino. Vic dirigiendo la orquesta con oh happy man.. Anne calmando continuamente al bebé dándole de mama casi siempre con la teta izquierda. Eso me preocupó, ¿habría peligro de asimetría resultante? Anne es una mujer de ordeno y mando, supera a Vic. Para nuestra percepción no estaba muy claro si gritaba o hablaba. Podria haber sido perfectamente la reina de Saba o Cleopatra, quizás sea la reencarnación de alguna de las dos. Con 10 mujeres como ella podríamos iniciar la revolución africana. Le señalamos la falta de ostentación de signos amorosos entre las parejas y también con su marido Efectivamente, reconoció esconderlos para no dar lugar a las habladurías. Hay algo más que eso. Parece que también se los esconden a si mismos: los contactos de intimidad son genitálicos, de noche y a escondidas. Seguía sin quedarnos clara la sexualidad africana. Teníamos mas razones para pensar en sus contactos superficiales y episódicos que no continuados y manifiestos. La pandemia africana de Sida no es el resultado de la promiscuidad tanto como de la ignorancia. De hecho, alguna gente joven cree que es una invención de los blancos para inhibir los contactos sexuales para que los africanos tengan menos hijos. Una de las hipótesis que circuló, la de Nelson Sewardk (Uganda), establecía el origen vírico del sida en el Laboratorio. No se entiende que haya pasado tanto tiempo desde que Marc Girard, buscador de la vacuna antisida desde 1984, el cual sostuvo que concurrían datos para la factibilidad de una vacuna a pesar de sus dificultades, señalando lo preocupante del poco interés de las farmacéuticas en una vacuna de este tipo cuando las posibilidades de su costeamiento por los países destino (los pobres) resultaba improbable. El problema mayor de África no es el sida ni las hambrunas, si no las inercias prácticas de consentir todo lo que está sucediendo. Las enfermedades añadidas, se multiplican y extienden no por su potencial de contagio en ellas mismas sino por intereses tácitos en que sea así a los que cabe añadir las corrupciones y las desidias locales. Desde que Luc Montagner, uno de los dos descubridores del virus que atacaba a los linfocitos T humanos, lo comunicó a la comunidad científica y ésta al mundo; desde distintas posiciones se ha querido sacar tajada del fenómeno: desde la industria farmacéutica en la venta de antivirales, los cuales por cierto no son ni siquiera en su planteamiento curativos, ya que dos de los reductos del VIH que no los alcanzan son el cerebro y los testículos, a las distintas industrias ideológicas para contener las conductas humanas en el temor y la angustia permanentes.
Mi hipótesis es que igual que muchas mamas lo son a partir de primeros coitos no auto controlados en los que no tenían previsto serlo, también mucha gente contraía o sigue contrayendo el vih a partir de primeros contactos sin tomar las debidas precauciones. Detrás de cada situación hay una tradición tan consolidada que es difícil desarmarla.
La convivencia con la familia de Gomis-Loppy (Loppy, apellido de Ana) se extendió a los vecinos, descargados de prole. Francis hacia más vida fuera de la casa que en ella. Sus meetings in the town pasaban por el minimarket del Napoleón. Salvo la relación con Bruno, éste de lapa permanente subido a bordo de él, (descartada una propuesta de crio como este por hijo o por nieto por exigente y latoso, por mucho futuro de líder político que tenga) el contacto con el resto de los suyos era notoriamente distante. Desaparecía hasta el minimarket a reunirse con su Napoleón o sacaba una botellita de plástico de la misma marca para pasarla por el gaznate. Estaba en ese punto de equilibrio entre la dosis etílica a punto de ser crítica y la distancia filosófica del mundo. Tal vez entre tener el delirium de las cucarachas y pensar en musarañas no haya tanta diferencia pero en algún momento nos dio pena disimulando estar medio trompa o quedándose clapado en el porche o que su hijo el lapa lo zarandeara y él no se moviera, también al pedirle dinero a Baffour para ir a beber.
Despues de anunciarlo a bombo y platillo, para el domingo, después de misa, íbamos a preparar nuestra sopa. Un trespies hecho con tres ladrillos aguantó una gran cacerola de aluminio sobre un fuego de leña. Todo a la africana y muy artesanal. El grupo y algunos vecinos que los arrancamos de sus casas vinieron a la efemérides en el paillote. Con Francis habíamos convenido que nosotros nos ocupábamos del primer plato, ellos tenían que poner la mesa y las sillas y ocuparse del segundo plato que invariablemente seria su arroz pegado con pescado pimentado. Odette fue mi marmitona, Anne compró con 50 dalasis (nuestros últimos 50, que le dí) pan y cebollas. Pusimos los ajos y el aceite de nuestra despensa y a falta de nada más (no nos quedó un Dalasi para comprar huevos ni nadie los compró, ingrediente fundamental) pasamos al operativo. Esta fue no solo una sopa de pobre sino la más pobre de todas las sopas que haya preparado y probado nunca. Tomen nota (receta para 12) los nostálgicos de guerrilleros o quienes quieran hacer pruebas de supervivencia en la montaña: aceite de semillas (en lugar del de oliva), rehogado primero de ajos, (2 cabezas enteras, unos 20 dientes) añadido despues de cebollas (3 kilos). Sin alcanzar el punto de fritura, añadido de agua. Una vez caliente, añadido de 5 barras de pan troceado. Esperar nueva ebullición. Añadido de sal y pupurri de hierbajos. El cocinero puede tener en algún momento el complejo de estar preparando comida para perros pero puede sobreponerse a su visión sincopada cuando toda la masa empieza a tener una homogeneidad. A falta de túrmix se sirve tal cual. Tuvimos a todos los concurrentes expectantes con las manos vacías. Posiblemente desconocían que una sopa era un plato fundamentalmente líquido. Vinieron con una mesita –en lugar de la gran mesa de comedor que habíamos imaginado y con paltos de plástico y cucharas. Para que alcanzaran para todos tuvimos que hacer cuentas. Los adultos, salvo Ana que nos hizo los honores, llegaron al reparto de la sopa con un only a little for try it, los niños hicieron sus esfuerzos, el lapa fue el que mas se arriesgó probando pedazos de cebolla. En resumen, yo fui el único que vació su bol. Vic me dio el suyo. Por si no tenía claro que yo no tengo el menor futuro en la cocina internacional ni siquiera la de los platos pobres esa escena me lo corroboró. Antes de que dieran el resto de la olla a las cabras o al wc, yo recuperé una parte para nuestras siguientes comilonas supuestamente mejoradas con aceite de oliva y huevos estrellados. Vic había detectado un problema en el pan, al parecer los gambianos usan algún ingrediente animal para hacerlo. Si hay alguien que detecta un producto animal intruso en una comida incluso en la que no debe estar, éste es el paladar de Vic. Tras recoger la mayor parte de la que quedaba en la olla Ana volvió con los medios platos dejados por todos y la reconcentró en ese puchero general alegando que por la noche se la comerían con pimienta. Debo declarar que mi orgullo cocinero no fue herido para nada. Aprendí una gran lección. La próxima vez daré a probar cucharitas a cuenta gotas a nuestros potenciales comensales antes de perder una hora de mi tiempo en estas peculiaridades folclóricas. En caso de que no les gusté les proporcionaré la dirección del restaurante más próximo. Como nos sobra tiempo tampoco este es un motivo de queja. El día anterior dediqué un buen rato a despedazar el árbol muerto que trajeron los críos enseñándolos el modo de desramarlo con el machete sin correr riesgo, aun recordando alguna experiencia de leñador que tuve en el los bosques del Ripollés y de la Garrotxa. Los trozos sirven para alimentar los fuegos del suelo. La escena unitaria en la paillote no terminó ahí, siguió con el segundo plato. Es decir todos en la misma jofaina, unos con las manos y otros con cucharas: un verdadero asco, rechacé la invitación de probarlo. Entiendo que la cultura humana no empezó el dia en que en las tribus enterraban a sus muertos y les ponían cosas para su viaje transcorpóreo sino el dia que se descubrió la mesa. Es decir, no la mesa como objeto sino por su utilidad. En África saben lo que es: table, chair, spoon, knife, son de las primeras cosas que se aprenden el el vocabulario de un idioma despues de las de papa, mam, pero como si lloviera, no lo utilizan. La mesa simboliza la reunión. En Europa se ha sofisticado el proceso: hay el aperitivo, la comida, la sobre mesa, el café. De hecho el aperitivo pude empezar en una mesa, la comida proceder en otra, y el café en una tercera. La mesa es el nexo de unión. Si no hubiera mesas no existiría la saga de los escritores, no habría bancos de taller, no habría comisiones de trabajo, no habría despachos, tampoco especialistas sanitarios. Todo pasa por una mesa, no una mesita, he dicho una mesa. En África esto no es existe o hay que ir a ambientes sibaritas o en restaurantes. La reunión de los comensales en torno al pozal único es lo predominante. Una vez vaciado, todos se levantan y cada cual sigue con lo suyo. Comer es solo un acto fisiológico como el de cualquier otra manada. A nadie se le ocurre preguntar si ha gustado. Eso es una pijada. No se puede preguntar a un comensal que va por la vez número 10mil de su vida comiendo arroz con pescado si le ha gustado. O lo comes o te pudres. Me prohibí pensar que la misma cantidad de cebollas hechas una fritada con aceite de oliva del bueno, que todavía nos quedaba, y un par de huevos fritos nos habría permitido ponernos las botas y ver la vida de aquella tarde con un papel de color ante los ojos.
Después de la experiencia fuimos al salón de Baffour a continuar con lo nuestro. Baffour me había dado una llave de su cerradura y nos dejaba solos para que estuviéramos a nuestras anchas. Los videoclips que pasaron por un canal camerunés nos hizo recordar que el mundo sigue avanzando a pasos agigantados dentro del reino de la estereotipia: ya no importa qué cantante canta lo que sea, todos se copian descaradamente los unos al os otros para hacer sesiones de exhibicionismo de que son unos triunfadores. ¿Qué se puede esperar de un cantante que no pasa de embutir un montón de imágenes por minuto para que se le vea con una limousine o su coche ultimo modelo, con un traje superllamativo y tras unas gafas de sol? ¡Por favor no me traigas nunca a nadie como estos tipos en casa, no quiero conocerlos ni cobrando! Los clips de las chicas, algo menos horteras, al menos usando menos las susodichas gafas y mas disculpadas en suma por su exhibición de geometría espacial para un estudio de las curvas, tampoco prometían un futuro esplendoroso para el arte musical, al menos ese. Le pregunté a Baffour la pasión de los africanos por usar gafas de sol. No tenía respuesta como tampoco la teníamos nosotros. Anne vino para que le aplicara la medicina que le prometí (un par de gotas de yodo) a una herida abierta permanentemente desde hace 3 años en su cuero cabelludo, una especie de tumor externo. Vic apuntó que se sonrojaba conmigo ¿Cómo se distingue a un negro cuando se sonroja?
Durante el rato de misa del domingo que estuve afuera esperando a Vic refugiado en una sombra asistí a primera vez a los entrebastidores de una. Un monaguillo se ocupaba de preparar el fuego con carbón y de mester este dentro del incensario, luego el incienso propia mente dicho. Esta operación se hace cinco veces a lo largo de la ceremonia con lo cual al menos una persona se tiene que estar ocupando a cada rato del fuego y de los cacharros. El incienso de las misas es lo que recuerdo como más hermoso de cuando iba a ellas como cristiano convencido. Debe haber pocos ritos en los que una congregación participa de una orgia de olor compartido. La religión necesita siempre dar cosas con alto poder simbólico: despues de la hostia consagrada, el incensario, y la pequeña porra de agua bendita implica a los asistentes en unos sabores, unos olores y unas gotas líquidas, que unido al cántico que implica el sentido del oído y el darse la paz con la mano que lo hace con el del tacto, queda todo un feligrés implicado, corporalmente, al completo. La razón, ya que no es tomada como un sentido corporal, no entra en el repertorio.
Durante mi rato a la sombra con mi oratorio particular, poesía manuscrita, pasé de estar solo con el chico asotanado, una especie de monaguillo, que preparaba el incienso, a estarlo con mas gente que se conocía e iba llegando. A partir de cierto momento hubo mas gente que abandonaba la ceremonia antes de terminar, vinieron niñas a saludarme y a decirme como se llamaban. Uno de los chicos me preguntó directamente si era cristiano. Me expliqué. Me escucharon atentamente, nadie discutió ninguna de mis afirmaciones las cuales no son precisamente para ser aceptadas de entrada (la tierra es el infierno, no hay paraíso que nos espere, lo mejor que le puede pasar aun alma no es la eternidad, las ceremonias repiten ritos que les sobran a los dioses de haberlos…). Toda una lección de catolicismo, la suya, al no polemizar; la misma situación en una esquina de una mezquita me hubiera condenado a una interminable y agotadora discusión hasta media noche.
Otra vez "en casa," Baffour, el hombre de la risa floja, no paró de agasajarnos: canal francés para que siguiéramos noticias, sandia. Compartimos nuestro último bote de lentejas con él y hasta aceptamos seguir un video de una de esas películas norteamericanas en que hacen un impresionante despliegue de sofisticados medios bélicos, en los que el argumento, completamente irracional, va contra el héroe al que le persigue toda la ciudad. No pudimos terminar el engrudo aunque al menos vimos como le pasaron los años por la cara a John Voigt, que ahora hacía de malo en el reparto de papeles y que nos recordó la época adolescente en la que hacía de veterano del Vietnam apuntado al pacifismo.
El tratamiento con yodo de la fea erupción de Anna en la cabeza pareció que se lo secaba. Nos mostró otras incidencias corporales en sus muslos con unas marcas que nunca habíamos visto como el resultado de inyecciones. A su bebé despues de inyectarle un montón de inyecciones por la malaria también le dejaron una pierna lisiada, con un palpable bulto cartilaginoso, aunque no le afectó su locomoción por lo que pude testar. Son muchas las noticias de personas lesionadas por inexpertos poniéndoles inyecciones. Las ponen donde no deben con resultados catastróficos pinchando nervios. Se diría que alguien les dio una hipodérmica sin instruirles para nada en la fisiología del cuerpo humano. Me pregunto donde queda el código deontológico de estos individuos que no deberían haber nacido a juzgar por el mal que han hecho y cómo son capaces de continua ejerciendo su profesión dejando un reguero de minusválidos por sus intervenciones. La ignorancia de unos, los pacientes, con la ignorancia de otros, los profesionales, hacen de la medicina aplicada algo peor que los campos de minas. Por otro lado la intención oficial de cualificar sus profesionales al menos en Gambia parece evidente a juzgar por los documentos que nos mostró de su novia Matilda, una ex alumna que despuntó por su inteligencia y con la que se acabó comprometiendo. Ella ha estudiado medicina y él custodia su documentación (diploma universitario y expediente académico, ambos cuidadosamente plastificados).
Después de que nos insistiera varias veces Francis fuimos a visitar al despacho del director del centro: Bruno Toupan. No quedó muy claro el porque de la entrevista. Nosotros hicimos nuestro solo explicativo de nuestro itinerario con el acopio de inglés que vamos reuniendo y él estuvo en el rol de escuchar, muy puesto en el puesto de principal del lugar. Le ofrecimos pivotar una reunión en francés sobre solidaridad blanca en el África negra. No concretamos nada. Francis trabaja en el despacho contiguo que comparte con una profesora de inglés. Su mundo profesional es todo otro mundo al doméstico. Posiblemente es su verdadero campo de realización y relaciones personales teniendo el de la familia a distancia. Otro profesor de francés Cornelius Vaz, preocupado por desarrollar su terminologia futbolística (es entrenador de futbol) se interesaba por venir a España a practicar ese francés especializado. No entendimos nada. Mientras tanto se nos ocurrió una idea genial: invitar a un profesor nativo (encontrar en España quien lo invite) para dar cursos de wolof, mandinga, douila, criol u otros idiomas locales en el oeste africano. Estoy seguro de que tendrían éxito, aunque claro que profesores para esas clases también se podrían encontrar dentro de la población inmigrante establecida allá. Vaz nos sacó de la ensoñación: todo lo que quería era mejor su nivel de francés en terminología futbolística, pero ¿Por qué en España y no en Bélgica, Luxemburgo o Francia?
Baffour nos fue cambiando nuestros esquemas. No solo nos había dejado su casa ausentándose si no que cada vez que venía nos traía sandia fresca y otras cosas. La última noche, mientras estábamos en el porche de al lado, acompañados de nuestras velas y Vic rompiendo con su dentadura unas avellanas, imaginé que de pronto se presentaría Francis con una carlsberg fría, teniendo en cuenta que él sabía que no nos quedaba ningún dalasi. Inmediatamente desestimé esa imagen pero al rato llegó Baffour con un par de cervezas frías como si hubiera leído mi pensamiento. No tengo en duda que la telepatía funciona apero a veces marca el número equivocado. Cuando apareció Francis, apoyándose en la furgo y en las columnas para no caerse y alcanzar la habitación de otro vecino: Coffe, otro profesor residente dio la talla de lo que era: un borracho al que ya no pude justificar de ninguna manera, que no solo lo era sino que lo parecía.
Los 4 vecinos contiguos, contando a Joyce, de origen guineano, el jardinero que se ocupaba de la plantación de bananeros, nos aceptaron con suma cordialidad. La única familia era la de Gomis, los demás Vivian solos aunque recibían visitas femeninas (eso sí no para quedarse a pasar la noche). Una curiosidad de Anne es que llamaba a Francis por su apellido. Despues de 5 días, en el último de mes de septiembre coincidiendo con el fin del Ramadán de ese año, por lo que era fiesta, retomamos la ruta dirección nuevas anécdotas. También era el último dia de la validez de mi permiso de conducir español.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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