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miércoles, 3 de septiembre de 2008

Vivir la Vida




Ingoré 31 Agost 2008
En nuestra habitación del seminaire, siguiendo la pauta de las otras muchas que hemos tenido, recibimos visitas espontáneas: Guy Aubert viene a interesarse por si estamos bien instalados, el frere Boniface suyo nombre le hace justicia nos trae unas naranjas y un cesto para la basura, una pareja de niñas: Rachel y su amiga que ya está en la universidad nos saludan, Jean Olivier Fitzerald Niassy, cura ubicado en la iglesia Sant Pere del Masnou nos sorprende con un catalán perfecto. Lo mismo que Pierre Simón y otros han venido a pasar unos días de vacaciones. Un par de monjas de al lado también nos saludan.
Tras cinco noches dejamos el seminaire Saint Louis. Antes de hacerlo nos hicimos fotos con el grupo conocido. A Guy Aubert, discretamente le di dos billetes de 5mil sin que lo esperara, uno para la reparación de la motobomba que aquella misma mañana vi que arreglaron y pagaron y otro por el consumo de electricidad que hicimos, escaso pro cierto teniendo en cuenta los frecuentes cortes eléctricos. Hizo un ademan de resistencia pero aceptó el dinero. El seminario es en si mismo una fuente de ingresos, tanto por sus estudiantes como por los grupos que recalan de vez en cuando. No sé muy bien de donde nos sale ese arrebato colaboracionista. En Europa en las mimas circunstancias ni se nos hubiera ocurrido pensarlo y una iniciativa de este tipo podria ser considerada como insultante. En África no superamos la sensación de creer que en el fondo todo el mundo espera de ti un regalo o una ayuda. Nos sentimos agradecidos por la acogida y ese fue el detalle con que lo manifestamos, aunque durante esos días hicimos poca convivencia. Su refectorio no tiene nada que ver con el de otras latitudes católicas sumamente cuidadoso, el suyo no pasaba de ser una sala de estar con una olla de arroz preparada por las monjas de al lado y el televisor encendido durante sus comidas. Solo compartimos un desayuno con ellos aportando nuestro té y nuestra miel para platicar un poco y que por iniciativa nuestra nos auto invitamos.
Antes de salir, Vic y yo, tuvimos nuestro rato de histerismo mutuamente contagiado al no encontrar la carterita de los cefas con unos 120mil y las tarjetas de crédito. Como suelo hacer muchos actos automatizados a lo largo del dia olvidé por completo donde los habíamos guardado. Estaba seguro no obstante que el dia anterior lo teníamos y que en principio nos habíamos acostado teniéndolo, pero donde supuse que debían estar, debajo del colchón, no estaban. Despues de experimentar el duro sabor de la sal en la boca ante lo que se nos avecinaba se hizo la luz:¡claro!, guardamos la carterita dentro de una de las almohadas. En efecto, estaba ahí. Vic me trató como un bebito. ¿es posible que se me (¿nos?) hunda el mundo por una tontería como ésta? El dinero es solo dinero, pero pensar en lo que significa la perdida de tarjetas de crédito, aunque las llevamos por separado para enfrentar una emergencia de este tipo, me descolocó totalmente. Ese susto también forma parte de mi, soy yo. Me representa o es un indicador de mí. Lo peor es que para prevenir problemas de ataques ajenos terminas por atacarte a ti mismo con tantas prevenciones y medidas de seguridad.
Vivir la vida es vivir lo que ella te trae, es vivir aquello con lo que te vas encontrando. Vivirla mejor pasa por seleccionar tus parámetros. No todo es apetecible ni todo tiene porque formar parte de tu panorama y mucho menos de tu privacía. Al viajar se pone en suspenso el control de una parte de los ímputs que les permites entrada en tu sensorialidad y en tu campo de relaciones. El viajero está siempre expuesto a lo que se va encontrando. Es una diana para asaltadores de todas clases: comerciantes, taquilleros, policías, aduaneros, ladrones armados (los menos por cierto), taxistas, extorsionadores, limosneros,..¡qué época aquella en la que todos los peligros se resumían a los asaltadores de diligencias! Bastaba un wínchester para mantenerlos a ralla o al menos esa es una imagen, no dudo que tergiversada, dejada por la filmografía. Vivir la vida no deja de ser una de esas frases prefabricadas que dado el abuso de su empleo ha terminado por no querer decir absolutamente nada. No hay una vida que vivir en el sentido de una sola clase de vida, cada cual vive la suya. El enunciado correcto es vivir mi vida, ni siquiera vivir nuestra vida, ya que cada cual tiene la suya propia e induplicada. Puestos a responder cualquier cosa, cuando te preguntan qué haces o cómo te va despues de no verte con alguien por algunos años, puedes soltar sin pensarlo dos veces eso de “vivir la vida” o para no excederte en saliva, simplemente dices “vivir”. Vivir, lo cual no es poco dadas las calamidades a las que estadísticamente estamos sometidos. El accidente de Barajas nos consterna. La tecnología punta no es superada por el visto bueno del experto que da luz verde a un avión que debía quedarse en un hangar para su revisión con calma. Estamos en manos de la probabilística: tanto si te quedas en casa como si tomas aviones o si te vas de viaje por las carreteras de estos mundos todo pasa por un cálculo mayor o menor de incertezas. En cualquier momento en el que pierdes la atención un socavón puede engullirte a ti y a tu vehículo y desaparecer irremediablemente para satisfacer la gula de los infiernos, lo mismo que el infortunado del asfalto de Ibáñez Serrador desapareció lenta pero irremediablemente bajo el suelo de una ciudad aparente, Basta que la lluvia convierta a Ziguinchor en un mar de charcos para que los agujeros de un metro tengan la misma apariencia que los baches de 20 cms. El caso es que vivir la vida, es decir ponerte a vivir tu vida tampoco es exactamente la tuya en el sentido de la que planeas en tu mesa de despacho o en tus noches de ensoñaciones elípticas en la cama sino una mezcla de deseos con lo que te vas encontrando. La experiencia resultante no es la puesta en práctica de una idea concebida hasta su último detalle sino una mixtura entre deseos y posibilidades. Siempre hay algo de la vida propia que la llenan los demás y las vicisitudes con las que no contabas. El ataque a un grupo de turistas blancos en la Casamance que viajaban con un bus y en un plan de ruta organizado nos confirmó que uno de los peligros mayores del viajero es seguir un plan preconcebido que además de conocerlo ellos lo puede conocer todo el mundo. En México DF hasta el 2002, no se despues, los asaltadores paraban los colectivos, los microbuses, y robaban a sus pasajeros en determinadas zonas que no dejaban de ser céntricas. Nuestro sentido del peligro no nos lleva por los sitios más terribles. Lo que si recuerdo es que cuando el peligro es anunciado o mostrado uno ve limitada su libertad de acción y tiene que cambiar de ruta porque le advierten de los riesgos que tiene de entrar en determinadas calles. Es así que deje de visitar una zona de la selva peruana a causa de los maoístas armados o dejé de pasear por una calle de Panamá porque el vecindario adyacente me advirtió que no me metiera. Como que vivir la vida pasa por vivirla en este mundo hay muchas cosas que quisieras conocer que dejas de hacerlo por los peligros con lso que te puedes encontrar o por las inconveniencias que generen. Me contaron de alguien que tras llegar a un hotel de un país del sur africano y encontrarse con sus maletas desvalijadas, posiblemente por el mismo personal empleado, decidió tomar el inmediato vuelo de regreso sin quedarse a vivir el tiempo de vacaciones que tenia asignado para ese país. La anécdota me fue referida como la de un sujeto atacado de pánico. Yo le concedo otra versión, la de un sujeto no dispuesto a ser la diana o proveeduría de los malfactores del lugar nuevamente porque eso le obligaría a cambiar su esquema del mundo. Para la estabilidad mental es preferible creer en que habitamos el mejor de los mundos posibles a creer que estamos habitando el peor de los conocidos y de los que tenemos noticia. No diré que cualquier tiempo pasado fue mejor; frase, ésta, que mueve a equívocos por el símil con la nostalgia de antiguas tiranías, pero sí que no hay que suponer que fueron peores por las referencias de otras crueldades a los que se sometían mutuamente los pueblos y grupos de poder. Desconozco en qué época histórica el ser humano perdió sus prerrogativas de persona, lo que sé es que en la actualidad parece que no concurren demasiados esfuerzos en recuperarlas. Tal vez la sensibilidad humana se perdió definitivamente con la extinción de Neanderthal y todo lo que ha hecho la figura humana posterior es estrujarse los sesos para tratar de entender porque carece de ella.
Seguimos en África aunque filosóficamente estamos en cualquier parte, incluso no necesitamos estar en continente alguno ni en ninguna realidad específica. Una parte de nuestro viaje lo llevamos puesto desde antes de iniciarlo, otra parte se nutre de la anécdota concreta, de la gente con que tratamos y que por un rato o unos días nos da cobijo en su espacio y en sus conversaciones. La ventaja del viaje filosófico es que es más barato que el viaje geográfico: para pensar no necesitas pasar por la gasolinera y pagar a 730 cefas el litro de gasoil (precio de Bissau, 70 cefas mas barato que en Senegal, donde últimamente se redujo en otros 20), tampoco necesitas utilizar un vehículo ni enfrentar sus problemas de mecánica, ni siquiera necesitas moverte. Basta tener el manzano de Newton o un árbol equivalente bajo el que meditar y revisar que tu sensorialidad no te lleve a trampas de ninguna clase. No hay un viaje que supere el de quien filosofa sin nada en las manos y sin que sepa muy bien lo que va encontrar con lo que pueda dar de sí su encéfalo. Supuestamente filosofar es un viaje intelectual particular, casi místico, que evita todo posible enfado por las conclusiones a las que se va llegando. En cambio viajar, en el sentido más físico de la palabra, el de los desplazamientos, traslados y movidas, no evita la sorpresa a cada paso por mucho que a priori te hayas informado sobre lo que te vas a encontrar unos quilómetros más allá. No sé si despues del viaje africano, éste, me quedarán ganas de volver a este continente o de hacer algún otro parecido. Lo que sí sé es que un viaje responde más a un plan personal cuantas más variables controles de su recorrido. El diseño tópico al que siempre nos hemos resistido: vuelo-aeropuerto-hotel-visitas guiadas-hotel-copa-hotel-paseo-hotel-aeropuerto-vuelo-casa parece que es la oferta impecable. A la semana siguiente olvidas que la anterior cambiaste de país a no ser de que los chiles te hayan perforado el estomago y pagues sus secuencias o hayas vuelta a tu territorio con una amebiasis. Lo comento por comentar. No sé si alguna vez de los 20 años posteriores en los que espero seguir moviéndome por el mundo, si me quedan pies para ello, voy a acogerme a un programa de este tipo pero no ignoro sus dulzuras estándares.
Por ahora estamos en lo del vivir, lo que nos toca vivir y de lo que nos toca lo que nos gusta y lo que nos disgusta. Cambiar de país siempre hace planear unas cuantas incógnitas dibujadas junto a las borrascas. Por una información mal leída o más bien dicho mal expresada en uno de esos foros de viajeros que consulté en Gao sobre las Guineas, entrar en el país pagando el visado en al frontera era sumamente fácil. La información era de unos dos años atrás. Jamás puedes fiarte de una sola fuente de información ni dar por supuesto que la información que tienes es infalible: primera norma del viajero que, inexplicablemente, en esta ocasión no cumplimos. Despues de unos maravillosos días en Ziguinchor decidimos saltar los 20 kms que separan de Mpack y cruzar la frontera. Las diligencias de salida senegalesas son ágiles. Ningún problema. Hasta ahora Senegal es de los 10 países que llevamos visitando es, sin ninguna discusión, el mejor, el menos corrupto, el más progresista, el más festivo. La entrada en Bissau es un ticket al ayer de los ayeres. Tras nuestro curso acelerado de tratar con frontereros los adivinamos al instante nada más llegar a sus puestos de control. Siempre hay un tipo que te apunta en un enorme libro de caligrafía estrecha. En realidad apunta lo que dices con lo cual su control es nulo. Si alguien quiere dedicarse a la importación de vehículos o de carros de combate lo puede hacer impunemente, puede tener la seguridad de que el vago de turno no comprobará su matricula tampoco si es una furgoneta o un cañón lo que está pasando por delante de sus narices. Otra gente lugareña que cruzaba en el mismo momento que nosotros daba dinero en mano al escribano que lo ponía en una lata vacías de galletas danesas. Bueno la nota del europeísmo de esa caja fuerte quedaba al menos a salvo. Tras su anotación presidida por la lentitud fui enviado a un garito al lado donde tuve que pagar al misterio das finanças por un fundo de uso de carreteras, nada menos que 5mil cefas. Una vez concluido esto, es decir el pago por entrar en un país en el cual no se nos había dado el derecho de hacerlo porque la policía y duana venían despues, fuimos enviados unos 200 metros mas allá al puesto policiaco el cual nos querían cobrar un exceso por los visados que tampoco los hacían in situ sino en Sao Domingo o en otra cidade.mas al interior. El tufo a corruptos de los policías nos hizo volver sobre nuestros propios pasos y regresar a Ziguinchor frente a su negativa que ya consideraban que estábamos dentro del país y que no podíamos salir sin hacer el trámite. Se les habían puesto los dientes largos al ver lo cerca que tenían la posibilidad de birlarnos 20mil cefas si nos hubiéramos puesto en sus manos. Algo que siempre sorprende de la policía más ruin de los países más miserables es que a la hora de reclamar la legalidad son los mas obtusos en defenderla, eso pueden hacerlo en los casos mas extremos de tipos malcarados, mal aseados, desuniformados y sin luces, ni siquiera de pilas, en sus cerebros. En todo ese proceso una chusma de ladrones uniformados trataban de convencerse los unos a los otros lo más severos que debían ser con nosotros y siempre reteniendo nuestros pasaportes en sus manos hasta que se los arrebaté a uno. Eso ya lo hemos tenido que hacer otras veces. La próxima vez que venga a África vendré con varios pasaportes fotocopiados a todo color para dárselos si me los piden y no arriesgar el original, Un policía que utiliza un documento personal para apoderarse de el y chantajearte no merece otra cosa que se le tome el pelo, el balazo en el escroto para que no reproduzca policiítas como él se lo dejamos para una de las misiones de Rambo. Por cierto, Rambo es uno de los nombres de uno de los dos perros que tienen las Adoratrices de la sangre de Cristo (atención la linfa, el sudor y otros líquidos no entran como objetos de devoción, las imaginamos con una botellita de la misma en sus aposentos para sus rituales pero eso no debe de ser asi porque de haberse conservado alguna se habría vendido en el mercado negro a precios astronómicos), la ultima noche vino a nuestra habitación un rato a hacernos compañía y no parecía que entrara en sus planes escarmentar a ningún humano: la vida de perro, al menos la suya era incomparablemente mas digna que la de muchos protoalienígenas colados en cuerpos humanos
La vuelta a Ziguinchor nos permitió pasar por un cyber, algo que no hacíamos desde Dakar. La cobertura de internet es una de las excelencias modernas que mas encuentras a faltar cuando tienes alguien al otro lado con el que te acostumbras a hablar a menudo, pero es algo de lo que puedes prescindir o reducir, incluso, a una vez por mes cuando no hay tantas urgencias que decir y cuando estás seguro de la gente que te espera y no te olvida que has dejado en el otro continente. Aprovechamos para entrar en nuestras cuentas bancarias, leer emails y enviar por mi parte un par de cartas pendientes. Vic, como siempre, necesitó el doble de tiempo que yo para su pronto-respuesta al volumen de emails que recibe. Estuvimos en el cyber tras comer en el restaurante de al lado, junto al consulado de Guinee Bissau durante toda una tarde esperando que lo abrieran. Ninguna info de panel informando de su horario. La tromba de agua nos retuvo bastante rato dentro del local. No volvimos al restaurant porque la microlámina llamada hamburguesa y el cambio devuelto equivocado, equivocado de menso claro, no nos convenció para volver. Volvimos, eso sí, al seminaire de Saint Louis a pasar pues una noche más, despues de intentar varias calles sin éxito por estar inundadas para tomar la carretera de salida donde estar el seminario.
Nos recibieron estupendamente y nos reasignaron la misma habitación ya como la nuestra. A Ziguinchor deberemos pasar de nuevo a nuestro regreso, según la hora y es posible que vayamos de nuevo a pernoctar allí aunque tenemos la posibilidad de otro recurso, el de Monique Manga, abuela de la adolescente pasmada que aparecerá en escena unos párrafos más abajo, que tiene su casa-campamento, des Dauphins, un poco más allá antes de Bignona, carretera de paso obligado para nuestro retorno al norte.

Hay quien dice que para un europeo tener un amigo africano es sumamente difícil, que al final siempre hay un interés de tipo material en la relación establecida. Nosotros no paramos de encontrar gente amable que en números gruesos superan con creces la gente mala, (buenos-malos, seguimos como cuando nos contábamos películas, desde la ingenuidad de niños) la que habría que poner en una lista negra para vergüenza suya y de sus países. En todas partes hay gente dispuesta a una explicación, a un contacto, a una conversación distendida pero en todas partes te está esperando el tipo que te avergonzará al pertenecer a la misma especie animal que tú. Todo el mundo, con estas palabras u otras distintas, dirá algo parecido. El camino está lleno de los unos y de los otros. Para no amargarnos más de lo debido, preferimos creer en que los malos en que son los menos y las buenas personas son las más. Estas afirmaciones no se hacen pasando por un detector de mentiras, de lo contrario las máquinas se cortocircuitarán ante tanto mentiroso. Uno de los temas más delicados o mejor dicho, una de las preguntas más delicada que se puede sacar en una conversación con apóstoles de la fe y otros solidarios a ultranza es como ven el futuro y si creen que las cosas van a mejorar. Todos los artículos de fe que posean no les impiden fruncir su ceño y ponerse del lado de la tesis de la desesperanza. No es algo incoherente: la esperanza en el más allá viene directamente determinada por la desesperanza por lo que hace la realidad próxima. En el fondo, los humanos hemos inventado ángeles y dioses –bueno a nosotros que se nos borre de tal consideración, nunca inventamos seres alados o ingrávidos, ni siquiera en la época más fervorosa de críos- por no poder creer en los humanos más inmediatos, los de la etnia, los del propio grupo. Todo eso está directamente implicado en la consideración de la posibilidad de una amistad. La pregunta no es si es posible para un blanco tener un amigo negro sino si lo es para una persona confiar plenamente en otro. La vida de pareja es el fortín especial con el que encontrar auxilio, mimo, comprensión frente a un vasto mundo de otros en los que hay miles de conocidos y de contactos pero no tantos amigos o ninguno. Los de Vic necesita los dedos de ambas manos, -previa consulta para terminar de escribir ésta línea- aunque yo creo que le faltan dedos, para mí me bastan los de una sola mano. Gente bonita con la que simpatizas o que simpatiza contigo, mucha; gente con la que contar como amiga, no tanta. Tengo una definición para la amistad: un/a amigo/a es el que no te sorprende despues de años de relación declarándote su perplejidad por lo distinto que eres de él/ella.

Bastantes días, no todos, preparamos nuestro te por la mañana. Los días que no lo tomamos lo echamos a faltar. El té con miel es uno de los placeres existenciales que pretextan vivir. En la habitación de Ziguinchor trasladamos nuestra bombona de gas y fuego dentro. Si actualmente me preguntaran cual es mi razón existencial en una rueda de preguntas-respuestas tal como una por la que pasé de adolescente en una de las primeras reuniones de conspiradores, más pirados que inspirados, en lugar de contestar aquella mansalva de frases prefabricadas de amor altruista-mundo nuevo y paridas semejantes, diría, tomar té con miel, por supuesto. Los orgasmos y las visitas al paraíso terrenal también, pero eso ya no se comenta en voz alta y en todo caso quedan con la edad a una cierta distancia en cuota de importancia. El paraíso es cuestionable, los perdimos según parece porque unos capullos transgredieron una prohibición del amo-dios (otra parida más), en cuanto a los orgasmos no es suficiente una anatomía, ni siquiera exultante, para que se preste a una entrega, ni siquiera a domicilio (¿te entregaste? ¡Sí, lo confieso, me he entregado! Música de timbales, la IX beethoviana).
En su sentido externo el paraíso bien podría pasar por los parajes que nos vamos encontrando a pesar de que el paso de Senegal a Guinea Bissau es como saltar a la edad de piedra. La cultura guineana es mucho más ancestral. Nuestra visita coincide con una plaga de cólera. Las muertes son atribuidas a los malos espíritus, el animismo se protege de los iranes, distintos espíritus malévolos de los bosques que se vengan de los infelices humanos, lo único cierto de la historia es que efectivamente los humanos que se la creen son unos infelices. En la frontera con Senegal es obligatorio lavarse las manos de todo aquel que procede de territorio guineano y quiere entrar en el senegalés. Tras nuestra primera tentativa fronterera yo tuve que pasar por eso (oiga que yo me ducho cada dia. ¡Eso no cuenta, a lavarse!). Evidentemente si toda la medida anticolérica es esa, el cólera avanzará sin ningún problema. La historia de la medicina tuvo que vencer siglos atrás contra los distintos animismos que pusieron el temor en las almas frente a causas incontrolables. Sin Hipócrates, Paracelso, Galeno, Nostradamus, Harvey, Servet o Pasteur la medicina europea no se habrá diferenciado tanto de la africana. Hay algo de África que es y pertenece solo a los africanos: la complicidad en no querer evolucionar, en no querer aprender. Cristian Paredes que vino a hacer un año de colaboración en Bissau nos comenta las dificultades que tienen en intervenir educativamente en los críos ya que estos de regreso a sus casas son neutralizados por las creencias familiares y por los entornos vecinales. Es interesante comparar el valor más progresista de unas creencias frente a otras. El sinnúmero de diablos o entes malos en los que creer es infinitamente más paralizante para la manipulación humana y para activar sus distintas clases de miedos que tener unificados todos los males en un solo dios. Si por un lado el monoteísmo católico acabó con la riqueza de personalidades y virtudes de la galería politeísta por otro neutralizó a tantos malos retocando la historia del ángel caído y de Satanás. El católico tiene la cartera de pedidos y obligaciones más sencilla: un solo dios y un solo mal. El animista está acosado por todos lados. Por consiguiente la lucha educativa con los nativos se centra en las familias y no solo en los niños. N es extraño que los espacios catolizados de las diócesis sean espacios abiertos, con sus campos de futbol o sus lugares de juego. Ofrecen su infraestructura a modo de reclamo además de la gentileza que supone hacer esto. Lo que no consigue el modelo de organización territorial de los espacios católicos es que los demás vecinos los sigan con sus propias construcciones y terrenos. El espacio agrícola guineano es ocupado por otros foráneos, como los chinos, que ya vinieron hace décadas para enseñar el cultivo del arroz. La mezcla de las sangres no la advertimos por ninguna parte, tampoco con la de los cubanos que estuvieron también como cooperantes.
En Guinea también se nota una actividad por el deporte y una enorme cantidad de gente joven. Mas de la mitad de personas debe tener 20 o menos años. La música es omnipresente como en Senegal. Parece que cuando entras en un país el que mas fresco tienes en memoria es el anterior y al que, por tanto, comparas. Compramos una bolsita de anacardos en lugar de las microbolsitas de cacahuetes senegalesas a 25 francos una. Se trata de toda una curiosidad antropológica tanto por el numero exiguo de cacahuetes pelados y tostados por bolsa como por el precio que es la forma de hacerlos asequibles o hacer que puedan ser degustados para quienes no tienen mayor poder adquisitivo, Los araschids son tostados con la vaina y en arena que calientan en ollas o sartenes. Luego separan las cáscaras e inevitablemente se cuelan granos de arena. Por el mismo precio comes cacahuetes y arena, doblemente sabrosos.
De Senegal una de sus curiosidades folclóricas es la lucha en la arena (beurrée, zambadjeé). Es uno de los deportes más populares. Se hace en estadios multitudinarios. Dos figuras gruesas masculinas tratan de derribarse. Se tantean durante un rato con ambos brazos y manos, dando la sensación de ser libélulas acariciándose, luego se enzarzan, el primero que derriba al otro haciéndole tocar con las espaladas el suelo, vence. Toda la operación puede durar un minuto o menos. Es un espectáculo de simios para simios. Una mezcla de sumo y lucha canaria. Los luchadores son gruesos, espectaculares, con sus genitales abultados, marcados. Algunos se mojan con leche para que la grasa láctea los haga más resbaladizos. “Yékini”,Yakhya Diop, es el campeón incontestable de la arena según le Populaire. Es uno de los ídolos del público experto. Siempre es mejor que lo sea una mole como él que no Patton que iba de césar romano haciendo sudar sangre a sus tropas. Las olimpiadas, en sus orígenes, unos veinte siglos antes de que se celebraran en Beijing eran una forma de homenajear a los más expertos en distintas artes atléticas donde no eran necesarias ninguna clase de crueldad. No vamos a tomar un billete de avión para seguir el match de no se quien batiendo no sé que record, pero a veces seguir unos fragmentos de escena por la tele mientras remueves la miel en el té tampoco está mal.
En Ziguinchor comimos la mayor parte de veces en nuestra habitación pero al final fuimos al restaurant que nuestros anfitriones nos habían recomendado y al que acuden las monjas cuando no guisan. Es la Source, cerca del centre artisanale. Centro éste que por cierta ni entramos a visitar. El local bien. Encontramos una mesa con dos blancas y un negro, una mujer de nuestra generación y una chica de dos generaciones despues de la nuestra. Nos pusimos a hablar con todos aunque la conversación siguió con la mayor, Monique, antes referida. Lleva cinco años viviendo en la zona. Ha instalado un campamento donde aloja a viajeros en régimen de amistad, pagan lo que quieren o algo parecido. Quedamos en que la visitaríamos a nuestro retorno, paso obligado. Todo el rato de conversación mientras esperábamos lo encargado (patas fritas y huevos fritos a precio de Ritz, el hotel) Bruno,su marido negro participó de la conversaciin, la chica se escapó tecleando algo en su móvil o mirando a sus manos. De hecho prestar mas atención a la manicura que a la conversación ya tiene el mismo despecho que prestársela al móvil. Cuando después de darnos las direcciones con su abuela, hablamos un rato con ella, hubiera sido mejor no haberlo hecho, nos confirmó la falta de aires (prana + elan vital) de la muchacha. ¿Qué le pasa a la juventud?, nos venimos preguntando desde hace años Son el outside permanente. Su embobamiento es tal que resultante insultante para nuestra sensibilidad. Pasan tanto de todo que iniciar una conversación con la muchachada es un riesgo mayúsculo puesto que puede confirmar la involución intelectual y sentimental de la raza humana. La chica en cuestión estaba a la defensiva con los africanos desde que había llegado de visita a casa de su abuela, no le gustaba nada de lo que veía y por consiguiente no disfrutaba de nada, siempre le quedaba el móvil o el gameboys en el que refugiarse. El hecho es más serio que todo eso. Los hijos de la abundancia teorizados por sus excesos estimulares como un síntoma adverso se han convertido en prototipos psíquicamente desmovilizados. Pueden haber estado en todas partes y no conocer ninguna, pueden tener todos los acceso y no llegar a nada, pueden titularse en lo que sea y no saber lo que es estudiar, pueden crecer muy buen, guapos y fuertes y no tener la menor seguridad ni confianza personales ni sentido del goce. No me paso. No exagero. Evidentemente hay las excepciones y cabe contemplar el sesgo interpretativo del adulto ante los juveniles que no están por la labor cultural de ser algo o alguien. Esto ya no pasa por tener carreras universitarias o buenos trabajos o ingresos, todo esto relativamente simple y factible, sino tener conciencia, tener criterio, tener sentimientos, tener capacidad para la sorpresa, tener habilidad, aunque sea mínima, para la palabra. A este ritmo dentro de poco los neonatos nada mas salir al mundo de fuera desde sus claustros dirán: dejadme en paz, quiero no hacer nada, devolvedme dentro. Se debería complacerlos y extinguir la raza.
Al mundo también se le mira y comprende mirando a través de los ojos de los demás. Es un esfuerzo psicodramático considerable, Bastante trabajo cuesta para cualquiera hacer de si mismo para tratar de sentir y ser como otro. La cuestión es que el mundo tiene tantas miradas y horizontes como habitantes lo miran y posan sus pies en él. Nos sentimos cómodos con la gente que se siente cómoda con nosotros, que no necesita aparentar lo que no es ni trata de engañarnos ofreciéndonos lo que no tiene. Los personajes más, aparentemente insignificantes, como Boniface, en el seminaire, son cruciales para entender el alma humana, y no porque fuera una pieza clave de la intendencia ocupándose de vaciarnos la papelera o estando al tanto de nuestras necesidades. Como nuestro vecino inmediato de la habitación de enfrente nos hizo sentir un poco de pena por el trato recibido algo discriminado y su propio autosituacionismo en un mundo con las jerarquías muy marcadas muy lejos de sus ambiciones personales. La vida religiosa de los católicos es completamente distinta en los monasterios que en las parroquias, también que en los seminarios, el de saint Louis los gritos por la mañana y la vida individualista de sus residentes sin oraciones en la mesa de comida contrastaba con otras latitudes que hemos visitado. La mañana que nos autoinvitamos al desayuno para hacer un poco de convivencia comunitaria,como digo, no tuvo nada a ver con los de los monasterios. Aportamos nuestro té con miel y esto convirtió el desayuno en algo extraordinario según dijo Guy Aubert. Exageró, la tele estaba encendida y eso capturaba la atención de Guy más que nuestra presencia a la mesa. Hillary Clinton que no parece tener dotes de oradora persuasiva pero que habla con frases cortas y calmas tiene una multitud vociferante a favor de la próxima candidatura demócrata y también llena de curiosidad a algunos africanos que nos han preguntado por las oportunidades del nuevo candidato que apoyan ella y su marido. El mundo se rinde a los pies del espectáculo de masas. La política se ha convertido en la ficción de gestión de una realidad que a nadie le interesa gestionarla para cambiar de mejor modo las cosas, solo lo mínimo para la perpetuación de las castas de poder. Hablamos un poco más con Pierre Simón.

En la frontera dentro de Bissau en la segunda vez vimos que la chapa de Fiat de la parte del morro había desaparecido. Solo pudo desaparecer ahí mismo mientras Vic estaba en una oficina peleándose con unos policías y yo en la del aduanero explicándole donde debía tamponar el carnet de passage. Las otras dos posibilidades de robo podían haber sido mientras estuvimos en el cyber (descartado por la trompa de agua) o mientras dormíamos la última noche en el seminario. Todo un indicativo del personal prosélito del lugar. La chapa habrá convertido en un héroe por unas horas a nuestro ladrón. Ya que no puede disponer de la máquina que menos del nombre que la simboliza. No podemos quejarnos es el segundo robo explícito en lo que va de año y propio de ratero no de bandido armado. Me pregunto como reaccionaré el dia en que me encuentre con uno. He de revisar mi programa de conferencias para ver si tengo alguna para éstos casos.

Un vendedor de artesanía nos confidenció que fue repatriado desde las Canarias despues de haber estado perdidos con otras docenas de náufragos durante 3 meses con la piragua por el mar y haber pagado 350mil cefas, un precio superior al de un vuelo de avión en temporada baja. La mentalidad de que Europa es el paraíso de los medios para conseguirlo todo y África es la tragedia de los límites es continua. Esta mentalidad está tan arraigada que la gente continua sacando el argumentito de no tener medios aunque tenga un todo terreno a su lado o una grúa levantando un edificio un poco más allá de donde dice esto. Hay otro problema más grave que ese: el de la desmotivación. A otros niveles la desmotivación afecta al resto del planeta. Es el problema comodín que puede justificarlo todo: desde el fracaso escolar a la infra producción de un país. Nosotros mismos tenemos nuestra propia crisis de motivación por no estar tan motivados ya por un continente que nos parecía indispensable conocer. La recurrencia de la pobreza en países que no deberían serlo, con subsuelos o mares riquísimos, es un insulto por repetido a la condición humana. Los pobres deberían pagar a los ricos por continuar siéndolo y no hacer nada para dejar de serlo. Uno se pregunta porque la sociedad más explotada no hace de una puñetera vez revoluciones que les permitan salir de su atasco. La respuesta es que ya las hicieron y fracasaron. Guinea es un caso. El retrato de Amílcar Cabral, otro mártir por el hombre nuevo, es ostentado en la oficina del cónsul junto al del presidente. Los iconos nunca están de más aunque el mensaje del personaje haya desaparecido por completo.

Un tipo que lee en nuestra pizarra del coche la palabra solidaridad, sin leer el resto de la frase viene a pedirnos dinero, con su bol y sus marabús colgando del cuello. Es un chico joven y bien vestido. Le insisto por un par de veces que termine de leer la frase, no lo hace o no se entera. Se queda mirándonos fuera del establecimiento en el que nos metemos esperando tal vez un cheque. De tanto en tanto hace el gesto con su cuenco para que se lo llenemos de euros. Al fin, comprende que se ha equivocado y se va. Tal vez fue el que en venganza se llevó la chapa de la Fiat. ¡malditos gusanos!
En distintos momentos de este año he experimentado que este viaje ya había dado de sí todo lo que podía dar. Cambiamos de país pero se repiten las experiencias, cambiamos de idioma oficial pero un poco, todo es lo mismo. Podriamos seguir nuestro descenso hasta Conakry pero no lo vamos a hacer. Los amantes de estropearlo todo nos disuaden continuar mas abajo, ¡no más fronteras por favor! No entiendo como hay gente que puede cruzar 40 o 50 países en un año, plan que era el nuestro inicial. Convierte el viaje en una gestoría de pasos por los puestos policiacos, militares y aduaneros. Todo tiempo dedicado a las autoridades asi llamadas, con un vocablo totalmente inadecuado, es un tiempo que lo quitas de otras actividades y especialmente se lo quitas a conocer y escuchar a gente que se constituya en anti autoritaria. Admito que no hemos conocido revolucionarios de ninguna clase y en cuanto a los rebeldes de los que tenemos noticia no tenemos ninguna garantía de que lo sean por lo que hemos cruzado los dedos para no confirmar la hipótesis saliendo mal parados. Nos perdemos el siguiente país que tocaba y aun el siguiente. A diferencia de otras impresiones nos dicen que mientras los guineanos de Conakry son pesados y mangantes los sierraleoneses son educados y correctos. Hay quien cree que la guerra los ayudó en ese sentido.

Vayamos donde vayamos nos toca enfrentar la actividad diaria de maneras parecidas: comida, alojamientos, ratos de conversación con desconocidos, comunicación entre nosotros, ordenador, reflexiones. Una parte de nuestro viaje lo vienen llenando las anécdotas de cada momento concreto, Muchas de ellas que en un primer momento nos podían llamar la atención ahora ya nos dejan un tanto indiferentes. Por encima de todo aceptamos la pobreza que no paramos de ver a nuestro alrededor como algo inherente a las condiciones culturales.
En nuestro segundo dia y segundo paseo por Ingoré la gente, que tal vez ya nos cogió mas confianza, no paraba decirnos branco, branco, especialmente los niños, a lo cual nosotros contestábamos en clave de broma preto, preto. . Y ahí quedaba todo: en un intercambio de confirmaciones, que no de informaciones, del color de los unos y el color de los otros. ¿Esto es lo que sigue siendo más destacable en un viajero, el color de su piel? Nosotros hemos olvidado que África es un continente de negros, pero claro eso solo le pasa a gente despistada como nosotros que olvidamos a la gente por su etnia porque nos basta recordarla en su condición de humana. Eso siempre que sea posible que tampoco es siempre.
En seguida nos hablaron de una ong catalana que trabaja en la zona en el campo de educación y nos dijeron un par de nombres, Nuria y Santiago por si los conocíamos que ahora no estaban porque estaban de vacaciones. Sí, Nuria es un nombre muy catalán, la proverbial originalidad catalana lo demuestra y Santiago uno muy español que la proverbial originalidad española también lo confirma. De coincidir con ellos tal vez hubiéramos hablado como les iba su proyecto y como resolvían sus dificultades, pero ya tenemos un patrón bastante hecho de los oenegeros y en el fondo nos duele que otros contactos por conocer nos confirmen lo que ya sabemos de ellos, entiéndase: de sus misiones y comportamientos. Ojalá se tratara de un prejuicio. Tenemos algo peor, un pos juicio que no para de repetirse. El neocolonialismo no deja de ser otra forma de idiotizar a los nativos algo que no está claro que también suceda en el campo educativo, el único que es o sería realmente una inversión en futuro. El menos interesado en la educación popular es por supuesto el gobierno. Si la gente estudia puede enfrentar las matemáticas de una manera mas clara y averiguar a cuanto asciende el robo del estado al que es sometida.

En el bar Amazonia bebimos elephant una carlsberg de 7,2% de alcohol al mismo precio que otra local, la super bock, o algo parecido, de menor calidad. Calsberg me lleva a la época en que viví en Copenhague en la mítica Crhistiania. Este bar junto a los otros dos que se anuncian como restaurants no funcionan como tales. Nada que servir. Lo de siempre: el anuncio que no se corresponde con la función. Mientras la tomamos vemos pasar en grupo, y vestidas con la misma tela, una multitud de mujeres, siempre las mujeres dando la primera caña, una de ellas lleva el rostro tapado. Nos las volvemos a encontrar y cruzamos en la segunda parte de nuestro paseo, ya de regreso . La afortunada o desafortunada, eso no lo sabemos, no se deja sacar la tela del rostro. Curiosa manera de festejar la felicidad (supuesta, claro). En Bissau el sentido de la fiesta no parece menor que en Senegal. Los habitantes siguen siendo posesionarios de la mayor de las riquezas: el tiempo.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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