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jueves, 18 de septiembre de 2008

Bissau; capital.

Por la noche ya necesitamos taparnos con sabana...



18 de septiembre.

Después de nuestra estancia en la parroquia de Bafatá volvemos a Bissau con el padre Abrao, párroco y persona que nos acogió estos días en Bafatá.

Cuando llegamos a la misión católica de Bissau, el padre Abrau se encargó de gestionar nuestra residencia aquí. El párroco responsable es un italiano con muy pocas ganas de ser amable. El resultado es que dormimos en la furgo, nos duchamos en la casita de un cura africano super afable, utilizamos el despacho adjunto del párroco para escribir con electricidad durante toda la mañana y hacemos vida y comida en un sombreado paillote con un grifo de agua cristalina al lado,ás podemos pedir a la vida?. El personal que va purulando por el recinto saluda mecánicamente, excepto los africanos, como el obispo de Bissau que ya conocimos en Gabú cuando estuvimos alojados en el C.F.P. y que compartíamos Internet con él. Es un individuo muy sano y campechano, de esas personas con las que al instante te sientes a gusto. Nos vino a saludar al paillote y a echar unas risas. Los demás trabajadores de la parroquia, como el guarda, el jardinero o el de seguridad, se sientan a charlar con nosotros cuando pueden. Otra excepción es la italiana que trabaja con el párroco, muy sonriente y amable; también a una seglar de Madeira que vino a escribir con su portátil y al final sólo se dedicó a conversar con nosotros sobre sus preocupaciones como educadora en una escuela privada religiosa de Bissau. Hemos quedado para ir a comer a su casa pues vive con una chilena que trabaja en el tema de la alfabetización de adultos y le interesa lo que le pueda aportar sobre el método Freire que yo utilicé cuando trabajaba alfabetizando en mi escuela.

Sorprendentemente, las lluvias parece que no han cesado en abundancia y fuerza. Cada día los aguaceros de tormentas eléctricas explosionan como bombas de nitroglicerina. Dicen que hasta mediados de noviembre la cosa seguirá más o menos igual. La consecuencia es que las atrotinadas calles son casi impracticables, el frescor nos alegra el cuerpo demasiado fatigado por el calor pegajoso, y la flora y fauna no dejan de multiplicarse y recrear nuestros sentidos.

Fuimos a la embajada gambiana a comprar el visado y después al centro cultural franco-bissau-guineano. El edificio es de moderno diseño, muy aireado, con estructuras metálicas que amplifican el sonido de la lluvia golpeando sobre el alto tejado de zinc. Cuando la aterradora tormenta sobreviene, el ensordecedor ruido hace que todos paremos nuestras actividades para contemplar su salvajismo. Parece que este grito de la naturaleza permanente me está curando de mi terror a los truenos y relámpagos. La furgoneta nos hace de útero materno y nos sentimos muy protegidos y aislados de los peligros de la noche y de ser empapados por la lluvia. Dados los precios de las consumiciones, la mayoría de africanos que se pasan allí la tarde, unos charlando, otros leyendo la prensa y otros viendo la TV, no toman nada, sólo los blancos que allí estamos. Como siempre, nos sentamos cerca de un enchufe y tecleamos hasta que cierran. De vez en cuando se nos acerca e instala alrededor de nuestra mesa algún africano, nunca un blanco, que nos cuenta lo que hace: un fotógrafo de actos oficiales, un camerunense muy contento de poder hablar francés en Bissau, que trabaja para los japoneses haciendo una prospección con el fin de instalar infraestructura de frigoríficos y de envasado de pescado. Está un poco desesperado porque le cuesta mucho encontrar a una cuadrilla que tenga ganas de trabajar y sea mínimamente responsable. Dice que la mentalidad de su país es totalmente distinta, allí la gente piensa más en el futuro que en sólo sobrevivir cada día.

Hemos conseguido conectarnos a Internet aquí mismo en la parroquia. Va muy lento y cuesta mucho subir fotos, así que tendrán que esperar para un próximo cyber más rápido.

Hoy 19 amaneció soleado caluroso y refrescado por una suave brisa que algodones de nubes nos traen anunciándonos otra tormenta, tal vez, ala caída de la tarde. Después de nuestra ducha, desayuno y tecleo en la oficina parroquial, nos iremos a cambiar euros porque aquí no existen los cajeros automáticos. Es el último día de nuestra estancia en esta parroquia de Bissau.

He estado intentando modernizar el blog, pero, entre que la red de Internet aquí es lentísima y yo no estoy lo bastante ducha en estas cuestiones, el resultado es que me desespero y al final el blog está casi igual que antes, excepto el blogget con las fotos del National Geografic. Si alguno de los lectores me puede sugerir la manera más fácil y efectiva de hacer más agradable a la vista nuestro blog, que me lo diga sin falta.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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