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miércoles, 2 de julio de 2008

Las lluvias, por fiin

Bamako, julio de 2008

Por fin las lluvias llegaron. Las temperaturas han descendido considerablemente y el polvo habitual es ahogado por las aguas que empapan la arena de las calles y campos.
Cada día, una o dos veces, las tormentas acompañadas de viento primero y luego de un fuerte torrente después, refrescan el ambiente e inundan las calles. Cada día estas lluvias parece que van a provocar una catástrofe debido a la inexistente infraestructura para canalizar o proteger a sus habitantes de infecciones o de la intemperie. Pues no, a las pocas horas de cada tromba de agua, el fango mezclado con los indescriptibles objetos que las riadas han arrastrado, no impiden que la vida continúe como si nada hubiera pasado: las aguas acuden a su cauce, las gentes a sus quehaceres y el poco asfalto está casi seco debido a su porosidad.

Todos coincidimos en que es mejor la estación lluviosa que la seca. Los campesinos porque es cuando mejor partido obtienen de sus tierras, los urbanitas porque el aire es respirable y nuestros cuerpos están hidratados.

Recuerdo que una de las cosas que más nos ha obsesionado en este viaje es que nos pillara la época húmeda en uno de estos países porque pensábamos que los caminos y calles estarían impracticables, que podíamos quedar atrapados hasta finalizar las lluvias.
Pues, por ahora, la sensación es que las lluvias nos han devuelto a la vida: la temperatura es ideal – en plena tormenta puede haber, aproximadamente, unos 18º, si hay sol, no llega a los 25º porque suele haber una brisa muy refrescante -, tenemos ganas de hacer cosas y el ventilador sólo lo utilizamos para ahuyentar a los mosquitos, incluso taparse con la sábana se agradece por las noches.

Pero todavía no podemos disfrutar de las verduras y crudos que tanto echo de menos: los tomates son minúsculos e incomibles, las patatas muy harinosas, nada sabrosas y muy difíciles de ablandar. Lo que sí son recomendables son las frutas propias de la zona como: el mango, la papaya, y los plátanos. Así, una vegetariana como yo, se tiene que conformar con tomar en los restaurantes espaguetis o arroz con salsas sin carne, o huevos que aquí son muy pequeñitos y poco fiables. El ñam y la mandioca son otras alternativas posibles, pero a veces, su manera de cocinarlos contrasta con nuestros hábitos alimenticios ( por ejemplo el GARI que es harina de mandioca hervida que ellos mezclan con alguna salsa porque es insípida, o el MAIOC PILÉ que es la mandioca machacada); sin embargo, hervir mandioca, partirla en tacos y luego freírlos envueltos en una pasta que las convierte en una especie de buñuelos, está buenísimo, este plato me lo enseñó una brasileña. Suerte de las habilidades culinarias e inventivas de Jes, maestro en contrastes gustativos, como por ejemplo: un arroz con lentejas donde le ha añadido ajos, dátiles e higos secos, todo ello reogado con cebollas; le da un gustillo dulzón-salado que resulta de lo más sabroso, y, sobre todo, muy proteínico.

De nuevo instalados en una misión católica en Bamako, con una habitación lo bastante apartada para sentirnos como en casa. La suciedad y el abandono de la cocina, los servicios y todo lo que concierne a ropa de cama, son considerables. Parece como si los religiosos responsables del recinto hubieran desistido de supervisar el trabajo encargado a unos empleados muy dados a la tertulia. Comentamos la necesidad de limpieza y vaciado del cubo de basura, e inmediatamente se ocupó de ello el encargado de ello, pero sin conseguir grandes resultados, se limitó a barrer y a eliminar la basura. El mismo individuo, también se encarga de lavar la ropa, y, por supuesto se nos ofreció a ello, dados los resultados obtenidos con las sábanas y toallas que nos entregó, decidimos lavarnos nosotros mismos lo nuestro. A pesar del desfile de ociosos y tertulianos que se nos acercan, nuestro ritmo de actividades no se interrumpe: Jes en su ordenador, yo con el mío, más las prácticas de clarinete y las lecturas de los libros que hemos traído.

De los cuatro pares de gafas que me he traído en este viaje, sólo han sobrevivido las de sol que también están graduadas. Así, he tenido la experiencia de encargar unas de miope. La óptica era de diseño, como sus precios (70.000 CFs = 100€). Después de probarme unas cuantas, me decidí por las menos aparatosas, más resistentes y ligeras y no demasiado caras. Espero que me duren, sólo cuento con ellas en cuanto se va el sol.

Una vez más, cuando pasamos un cierto tiempo en un lugar, nos integramos en su cotidianidad, de tal manera, que todo nos es familiar. Aquí, en Bamako, ya nos conocen en varios sitios y eso te da menos sensación de sentirte acosado por el mero hecho de ser blanco. Vivir el día a día de un lugar te permite mantener relaciones de tú a tú sin el miedo a que te pidan algo.

1 comentario:

Unknown dijo...

hola victoria. por fin sé cómo introducirme en un blog. Te voy leyendo pero me gustaría que me escribieses a mi correo mbrianso@xtec.cat y pudiesemos charlar con más intimidad.
Un beso

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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