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martes, 13 de mayo de 2008

Vuelta a las Andadas

Goudel Niger 10may08
Hay algo de traidor al escribir de quienes vas conociendo. Tienes dos principios por los que regirte: uno. el de tu propia conciencia diciendo lo que crees e interpretando las cosas que ves con el máximo de justicia y otro respetando totalmente de quien hables sea quien sea y aunque no vayas a volverlo a ver nunca más. Eso no quita el humor irónico como salvaguarda y que en un momento dado digas a voz de pronto lo estúpida que te ha parecido una persona. La literatura es el arte de la elusión continua también para decir sin decir las cosas.
En Bobo-Dioulasso volvimos a pernoctar justo al lado de la puerta del Henri Matisse, Centre Culturel Français donde está también la embajada del país de las tres grandes palabras: egalité, liberté e fratenité. Es la tercera vez que lo hemos hecho, Los domingos el centro esta cerrado y no pudimos gozar de una de sus mesas a la sombra para desayunar y tomar nuestro te preparado en la furgo. Nadie nos ha objetado pasar la noche allí. Algo completamente distinto a la mañana del último verano en que montamos nuestra mesa de desayuno frente al edificio de la embajada Italiana en la república de St. Marino y con vistas al valle, tras pasar la noche en su estacionamiento. Nos fuimos con el desayuno abortado porque vinieron a decirnos que allí no estaba permitido aparcar nuestro vehículo. Vic se rajó, dijo que tenían razón al echarnos. Una misma presencia y el mismo gesto en un lugar son aceptados y en otro no. Los seres humanos somos victimas de las formas. ¡Quien no lo sea que levante la mano! Pero peor que eso somos víctimas de las ideologías que rigen en cada lugar y del poder de manipulación que tienen estas de aquellas.
Los dos dedicamos parte de la mañana a escribir con nuestros dos ordenadores dentro del furgo. Descubrimos que a pesar de la exigüidad del espacio es posible hacerlo, mientras estábamos esperando a Clovis Hien, el mánager del bar que ya nos trata como sus amigos, y que vino expresamente para hacernos fotos juntos a falta de flash de nuestra cámara para haberlo hecho por la noche.
Durante la velada anterior hubo un recital de blues dentro de los días de jazz en Bobo. La florinata blanca local se reunió para la audición. Vimos por primera vez las mesas llenas con clientela real de la que paga. El espagueti a la carbonara que pedimos solo tenia el nombre. A distancia el murmullo de las conversaciones animadas de los demás parecían seductoras para participar de ellas. Nos limitamos a consumir visualmente gestualística humana como voyeurs chochos demasiado a la descarada. Vic se puso a mi lado para no perderse el espectáculo desde nuestra mesa rinconera. Toda la comunidad blanca parece conocerse. A diferencia de los negros los blancos no vienen a preguntarte que tal o de donde vienes. Su aire sobrado (nuestro aire de sobrados) es digno de un riguroso psicoanálisis de las maneras.
De camino, una vez mas, para Ouaga, nos detuvimos en Houndé: paillote+birra+cocacola+ordenatas. Los gestos de desidia permanente en el andar de camatas y empleados hemos dejado de justificarlo por el calor africano. África es lo que es en gran parte por los africanos. Tienen su derecho al infra desarrollo en esa parte que les compete a ellos y solo a ellos. Luego por la tele algún monodiscurso de un pope de la política saca una y otra vez la palabra del desarrollo que siempre contrasta con las poses dominantes del infra-trabajo que se exhiben continuamente.
La carretera, o parte de ella, de Bobo a Ouaga esta financiada por la UE, también la de Níger hasta Niamey, para confort y seguridad de sus viajeros según rezan sus carteles de autobombo.aun asi nos toca pagar el peaje. Ya no protestamos pero nos resulta curiosa nuestra condición de doble paganos de la misma cosa: como usuarios en tránsito y por ser europeos (no olvidar: blancos=tontos) a través de nuestros impuestos. Finalmente son cantidades misérrimas que podemos permitirnos perderlas, es decir, donarlas pero de tarde en tarde se lo comentamos a los chicos de las barreras. No evitaremos continuar interpretándolo todo en los doble-sentidos que contienen. De hecho no hay interpretación posible de los lugares, las cosas y los actos sin mirar un poco más allá de lo aparente para adivinar lo que está escondido y lo que está escondido suele ser todavía mucho peor de lo que se ve.
Llegamos hasta Sabou donde tomamos espagueti en el mismo restaurant sub-iluminado que en la otra ocasión cuando conocimos a François Barbier que andaba planteándose jumelee Sabou a otra ciudad francesa alternativa a la conexión parental que ya tiene y parece que no funciona. La diferencia con la otra ocasión es que en esta no henos contado con el privilegio del cocinero que había Resultado: un cate patatero, asi se lo digo cuando el chico al cargo del plato nos pregunta qué tal. Pasamos la noche en el mismo sitio, sin mosquitera y sin ninguna picada de mosquito. No perdemos el tiempo acercándonos al pequeño lago del cocodrilo aburrido. A la mañana siguiente saludamos a distinta gente que nos recuerda. A la hora de salir, después de haber estado tomando posiciones al termino de nuestro desayuno, los chicos de la cooperativa, uno de ellos el mismo que la otra vez, nos piden lo mismo: una contribución por haber usado el espacio; nos cuesta cinco minutos de conferencia para explicarle que las cosas no van así, el esquema de la exposición: calidad-dignidad-intercambio etc. Vic reprime mi intención de darle un boli como cadeau. Más que una intención un acto fallido que me surge mas que porque se lo merezca para seguirme deshaciendo de chucherías para regalos. Hay algo a admira inmensamente: la absoluta falta de sentido del ridículo.
Llegamos a Ouaga sobre las 10 de la mañana. Misma oficina policiaca, mismas caras: la del chico del parking y la de los funcionarios tras sus pilas de papeles. Con 50mil cefas menos en nuestra cartera vamos a reponer fondos al BICIAB. Otros 150mil. La tarea de los funcionarios consiste en pegar en un clip la solicitud, el pasaporte, las dos fotos y los billetes de cefas. No comprueban ningún dato. Eso lo hace otro de despachos para dentro. Pedimos permiso para fotografiar un rincón en que hay miles de papelajos de los archivos apilados para hacer una foto con la que ganar un concurso si participáramos.es lo mas representativo del lugar hasta donde alcanzamos ver. Por supuesto nos lo deniegan. Es el único interés del edificio además de considerar que no hay negocio más rentable que el de un estado que vende adhesivos o tamponazos por sumas extraordinarias. Con ellas sufraga toda su infraestructura de parásitos y a cambio les/nos quita a los extranjeros la inseguridad al no estar de ilegales.
Junto a la oficina bancaria descubrimos un cyber con wifi. No hay sitio en el interior. Nos instalamos con nuestras butacas en el porche que hace la función de escaparate para venta de ordenadores y fotocopiadoras. Estamos cinco horas seguidas por mil cefas cada uno. Una ganga. Además, (grito de alegría), mi portátil no tiene ningún problema en la conexión (la ultima vez que intenté usarlo en un cyber con wire me daba la conexión pero no conseguía acceder a ninguna página). Los distintos vendedores ambulantes nos abastecen de lo que necesitamos: plátanos y huevos duros. El manager del local, una joya de hombre atento a nuestras necesidades, va recolocando sus muebles cuando entramos dentro de la bisectriz del sol con el tejado. Cuando se lo pedimos va a la buvette de al lado y nos trae cerveza y coca-cola frías. Tenemos toda una foto para documentarnos pero olvidamos hacérnosla.
Ponemos al día el blog de nuestro viaje y además hago un intensivo de insertar otros artículos en otros blogs en los que empapelo paredes con papeles en vez de pintados escritos. Consulta de Email y de cuentas bancarias. Hasta ahora no nos consta que seamos víctimas de ningún desfalco en nuestra ausencia. Nuestros inquilinos pagan puntualmente A media tarde, cuando hemos terminado, nos instalamos en una buvette de al lado: espaguetis que mejoran la ultima experiencia con ellos y dos litros, sí dos, de coca-cola. Por un enorme bafle suena Don Williams, podríamos estar perfectamente en una taberna de Naschville. Ouaga está siendo la ciudad que más veces hemos cruzado durante el, -ahora hay que decir- paseo africano. Hace cinco meses todavía teníamos dificultad en pronunciar su nombre. Cuando estudiamos este país de África en nuestros bachilleratos se llamaba Alto Volta.
Tras la comida decidimos ir hasta Pabre donde un experto en fitoterapia prefirió la elección de este dominio y la aplicación de la radiestesia que continuar siendo un père blanc. Sus hermanos de congregación le plantearon el ultimátum de o ellos o sus nuevas elecciones. Ante la evidencia de la radiestesia terapéutica de un péndulo sobre una lista de estudiantes que el conocía del seminario de al lado diagnosticándolos con exactitud sus dolencias se dedicó a este tema. Ahora tiene un establecimiento reputado y se sigue anunciando como los remedios del padre César aunque otros seguramente ya no le traten con ese substantivo.
Llegamos al anochecer y nos instalamos en el recinto de los curas católicos donde conocemos al vicario Thierry que no tiene ninguna inconveniente en dejarnos pernoctar en su patio. De Thierry nos hablaron en Diabo y nos facilitaron su número para contactar con él por si necesitábamos algo. La verdad es que no usamos prácticamente nada el teléfono para llamar a contactos de los muchos que se nos facilitan a lo largo del viaje. Si hubiéramos emprendido este viaje con una agenda bien provista de contactos no nos hubiera sido más útil que el criterio de irlos haciendo sobre la marcha. Buscar a los amigos que tienes metidos dentro de una agenda, cuando estás en ruta, puede ser más complicado que hacer amigos nuevos en los sitios que vas llegando. En el patio donde pasamos la noche, enseguida queda formado el cromo surrealista. Yo sigo con la dosis pendiente que tengo de ordenador para escribir la cuota diaria de pasta-literaria, las horas cibernáuticas no cuentan. Estoy volcado en la minimesita plegable de aluminio y sentado en la butaca ídem. Un cable sale por una venta que facilita la energía eléctrica y, de paso, un rato de inspiración. A mis espaldas un fluorescente, Vic esta en la furgo encamada. 4,5 litros de agua están poniéndose fríos en la nevera para poder enfrentar nuestras exigencias nocturnas y el día de mañana. Todavía tenemos una botella de sirope con la que la que gratificar el paladar. La combinación de agua fría con un poco de sirope es un diseño sencillo pero extraordinario que se lo debemos a las influencias monacales.
Los padres de Thierry que han venido a visitarlo nos saludan cuando se van. Se han cruzado antes con nuestro coche en la carretera y han reparado en él. Es imposible no hacerlo: los bidones azules y el cofre arriba le dan un aire tirando a nave extraterrestre. En todo caso nadie utiliza esta forma de llevar los bidones de los cuales nos siguen preguntando si transportamos gasoil. No, el gasoil de reserva esta en los cinco bidones que seguimos conservando. En otra parada, en Pa, para poner otros 45 litros dentro con la ayuda de la escalera y con un adolescente exigiendo su cadeau, aprendimos que es posible para una persona hacerlo sola. Basta sostener el embudo con el tubo articulado en la bocacha del depósito con un palpo de goma al limpiaparabrisas y tener, eso sí, la escalera de aluminio al lado para ir reposando el culo de cada bidón. La operación lleva bastante rato pero no es imposible. Al irnos dimos un caramelo a un niño que nos dijo au revoir pero no al chuleta que nos estuvo molestando todo el rato. Seguramente hay cosas de orden sentimental que es mejor callar, pero hay críos ante los que experimentamos a veces las ganas de darles una patada en el culo. Ese sentir lo puedo razonar aunque será una tontería. Pensamientos tontos los tenemos todos pero el sabio se los calla dijo Wilhelm Busch. Lo cierto es que es inevitable vivir sin personalizar las relaciones, por tanto sin discriminar. Y eso es un proceso mental y sensorial que empieza desde el primer momento que ves a alguien. Nos molesta, por el lado de los ofendidos, que nos vengan diciendo sois los blancos, dadme algo. Los negros de aquí olvidan que muchos blancos en territorio hispano tenemos una larga experiencia con gitanos que tratan al payo como su fuente de ingresos y en el fondo con maneras bastante despreciables. Estamos vacunados babys.

Estábamos advertidos que a partir de mayo empezaban las primeras lluvias. Se levanta el viento con ratos de verdadera intensidad. Hemos visto pequeños tornados en los que giran las hojas secas de los arboles como si fueran un tío vivo, también grandes polvaredas cruzando una de las carreteras de salida de Ouaga dirección Mopti. Todo un espectáculo de motos y bicis. Despues de preguntar varias veces y con la noche cerrada encontramos nuestro destino llegando a Pabre: otra zona colonizada por distintos establecimientos católicos. Cuando nos metimos por una pista llena de charcos con la noche caída entrando un momento dentro del Seminario para reorientarnos, nuestros faros alumbraron un centenar por lo poco de ranas todas cruzando saltando en la misma dirección quedando un rato paradas por nuestros focos como si esperaran que las fotografiemos. Hay tanta vida en todas partes que la naturaleza no desaprovecha nada. Durante los 3 días que estuvimos en Carmel la rampa de madera dejada para franquear el peldaño que daba al `porche de nuestras habitaciones empezó a ser devorada por lo que parecía que eran termitas. Se zamparon toda una primera lámina de una esquina e hicieron una especie de fango de celulosa con el que iniciaron su cobijo. De haber estado un mes nos habríamos quedado sin rampa. La rampa es un objeto más que no teníamos previsto. Acarrear con ella pasa a formar parte de nuestros gestos diarios y de nuestras molestias dentro de nuestro espacio.
Despues de estar tan bien acostumbrados a las habitaciones que hemos usado últimamente, volver a la austeridad de la furgo pide convicción y ascesis de las duras. Es el momento de decir que nuestra furgo no tiene todas las comodidades necesarias para un viaje como el nuestro. Está preparada para salir fines de semana, instalarse en algún lugar de picnic y hacer vida fuera con toldos más el despliegue de hamacas y mesas, pasar unas cuantas noches seguidas pero no para un planteamiento de usarla durante varios meses seguidos. Falta un tercer espacio interior que nos lo hubiera proporcionado una Volkswagen o una Mercedes Benz de las largas y más altas, ambos modelos más caros que el nuestro. El poder adquisitivo acaba determinando la elección de las cosas. Empezamos a replantearnos comprar algo mejor antes incluso de tener amortizada ésta. También hemos vuelto a hablar de una antigua idea, la de tener un velero. El problema de los veleros, dejando de lado el del resto de inseguridad que le queda a Vic para ser capitana de uno, es que tienes que pagar los atraques y el viaje queda condicionado al itinerario de las ciudades marítimas salvo unas pocas que se alcanzan por rio. Una vez en ellas te tienes que mover por tu cuenta y necesitas un vehículo para recorrer la geografía de interior. Nos debería sobrar la pasta para comprar un velero y tenerlo la mayor parte del tiempo en un pantalán. Por ahora nos sigue pensando más el amarre al suelo que no trasladarnos por las aguas. En definitiva, una parte de nuestra salud convivencial pasa por un vehículo más grande: un autocaravanning a comprar tal vez en las ferias de Rímini o Barcelona donde hay verdaderas maravillas o en alguna feria de ocasión. Décadas atrás había una en Holanda.
A la mañana siguiente el patio, en Pabre, revela más detalles que la noche anterior. Un mercedes de última gama, un container naviero de Hapag, el pozo dentro del recinto del cual vienen a suministrarse agua los del alrededor y un montón de niños en expectación mirándonos sin perder detalle. Cuando les hablo, alguno contesta lo que pregunto acerca de sus horarios escolares. Otros niños no pautados beben directamente del surtidor del pozo desperdiciando docenas de litros de agua por un par de tragos. Les explico que el agua hay que cargarla antes de beber en un bidón, dicen que si, no sé si me entienden, ellos siempre dicen oui a los que les dices.

Visitamos la instalación del pere Cesar. Él está de viaje y nos atiende una especie de encargado que habla tan bajo que no conseguimos oír nada de lo que dice, que por otra tampoco es demasiada cosa. Nos hace de guía por el itinerario botánico por obligación. No se puede decir que sea la alegría del huerto. Damos una vuelta por el recinto y vemos una forma de trabajar europea. Además de su producción de plantas preparan y envasan otros productos que compran fuera, como la espirouline. Para comprar alguno de los remedios hay que hacerlo en su tienda en la capital pero no sobre el terreno. Los empleados trabajan de verdad. Además trabajan en condiciones higiénicas: los envasadores con guantes, grandes gorros que permiten la transpiración, mascarillas y con batas, y los pulverizadores de cortezas o frutos golpeándolas dentro de los morteros de madera coordinados a dúo los golpeadores para machacar todo el material que les espera.
Regresamos a Ouaga. Nos reinstalamos en el mismo cyber del día anterior: otro intensivo de cinco horas. Los vecinos que nos conocen nos protegen de alguna posible interrupción. Luego vamos a recoger los pasaportes visados.
Tomamos inmediatamente a continuación la carretera hasta Koupela, donde ya llegamos de noche, por el camino un motorista esta en medio de la carretera. Su moto destrozado y el también. Su cadáver esta discretizado bajo una de las ramas del reguero de ellas para avisar del peligro. Unos cientos de metros en dirección contraria uno delos autobuses modernos que van a toda pastilla tiene un bollo. En su parte izquierda. Suponemos que en el adelantamiento del motorista de un microbús ha colisionado con el gran autocar. Tal vez la maniobra incluso habría sido correcta pero el volumen de aire que desplaza una maquina como esa es posible que le haya hecho perder el control a alguien. Por un rato me pongo en el lugar de la familia que esperaba ese hombre para cenar. No me gusta conducir de noche. Un simple percance puede convertirse en un gran problema, pero en esa ocasión lo hago. En Koupela nos instalamos en el recinto católico. Bebemos una botella entera de agua fría que se ha conservado en nuestra nevera desde la mañana y conseguimos alguna más. Paseo y cena en los alrededores. De aquí parte una carretera al sur para Togo que ya tomamos unos meses atrás. Es una ciudad activa y en la misma carretera para Togo hay docenas de personas que pasan la noche en la cuneta con una enorme cantidad de cestos que son para cargar con productos que compran, tomates fundamentalmente.

Tras dejar Koupela llegamos a Fada-.Recargo el deposito a 618 litro en Petrofa. Confío en la información que nos dan de que en Níger esta a 660.Volvemos a pasar sin detenernos pero a no más de 90 hora el tramo de carretera donde hay noticas que algún ataque de bandidos y no es aconsejable cruzarla por la noche. Llegamos a Kantchari. En el puesto de la policía Antoine, el poli con el que compartimos una velada y que pernoctamos en su patio, la otra vez que estuvimos en Kantchari, me reconoce y grita mi nombre. Blaise Compaore, el presidente sucesor de Samkara, y el que parece que lo mandó matar, ocupa el palco del poder actual y el poster presidencial en el despachito de los tamponazos. Hablamos unos minutos con Antoine y seguimos nuestra ruta repitiendo geografía sin tener aun la seguridad de por donde va a seguir nuestro itinerario.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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