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jueves, 3 de abril de 2008

De Retiro


Jes promocionando su cerveza africana favorita

Monastaire Notre Dame de l’ Etoile 28 marzo 2008
El trayecto desde Tanguieta a Paraku lo hacemos en un día. Paramos en Natitingou y Djougou para averiguar que no existen cajeros automáticos. En la oficina de Bank of Afrika de aquí me aseguran que sí lo hay en Parakú. A partir de Djougou dejamos de ir al sur para desviarnos hacia el este. Nos detenemos en Beterou para descansar. Nos ubicamos en el umbral del mango del recinto escolar. Doy una batida por cuatro bares de la zona para comprobar que las bebidas no están frías a causa de los cortes eléctricos. Por nuestra parte hemos conectado el frigo portátil de 12v que a diferencia del ordenador la batería tiene potencia para accionarlo. En alguno de los establecimientos nada más entrar uno de los muchachos me hace tres reverencias seguidas muy aparatosas. Mi gesto y explicación para que no haga tal cosa no tiene mucho éxito. ¡Paso al blanco!
Por el camino un par de stops policiales en los que ni nos piden la documentación. Correspondemos a sus saludos y a su interés por nuestro viaje.
En Paraku llegamos con el depósito en reserva. El Bank of África en efecto tiene un cajero pero está vacio de fondos. Hay un hombre del ejército que hace cola para entrar y otro que está dentro. Se demora casi media hora. Finalmente lo llamo y sale. A mi turno el cajero me dice que no tiene fondos. Cuando salgo están hablando los dos y le pregunto al que me ha precedido porque estuvo tanto tiempo dentro si no había dinero. Me dice que tiene una tarjeta Visa. No me ha entendido.
Pasamos otra noche en otro recinto católico en el centro urbano, hasta el cual nos acompaña un motorista al que le hemos preguntado por su dirección. Hablamos con el pere Cirile, el responsable, que nos deja pernoctar sobrándole todas las explicaciones que le damos. Inmediatamente despues hay uno de los habituales cortes de luz. Nos instalamos en la buvette de enfrente que se llama l’Africana, escrito asi en catalán. Es habitual andar por la calle completamente a oscuras. Nosotros nos valemos de nuestros frontales. Rememoramos un articulo de Reader’ s Digest a propósito de un corte de luz que hubo en New York que disparó considerablemente el numero de crímenes, violaciones, atropelloss en una sola noche. No es el caso. Los africanos no esperan a que sea de noche para matarse los unos a los otros, aunque posiblemente la percepción del blanco no esté muy de acuerdo con eso. Los negros deben tener las pupilas muy dilatadas y se mueven como gatos en las noches más cerradas. En la buvette una niña de 8 años acarrea sola con las pesadas sillas y mesas para ponerlas a recaudo dentro. Su mamá tiene que deducir la edad que tienen ambas a partir de las fechas de nacimiento. La niña no ha sabido decírnoslo.
Antes de acostarnos hablo un poco con el guardián. Me dice que le pagan 27mil cefas por mes, menos que el salario mínimo y que su madre es cirujana en el hospital de Tanguietá.
Pasamos una noche horrible de calor. Hemos batido el record de permanencia nocturna continuada en la furgo: doce semanas y media. Nos merecemos volver a tomarle las medidas a una cama clásica que toque suelo.
Antes de dejar Paraku hago un circuito de bancos: En Financial bank cambio 100e por 65550. El proceso, increíblemente lento, incluye la fotocopia del pasaporte y de los dos billetes de cincuenta, además de los datos de mi número de móvil y de mi alojamiento. Entretanto el comentario jocoso de mi nombre cotejado con el aspecto de mi foto (cabellos largos y barba) lo toman como una revelación divina. Eso no impide que armado con la fotocopia, los dos billetes, el pasaporte, la cajera deje de darme 20mil cefas que le tengo que reclamar. C’ est vrai que vous êtes la comptable? Le digo. La mujer me sonríe y me da las gracias, seguramente por haberla pillado en ese pecadillo, para ella, de poca monta.
En el guixet automatique del Bank of Africa sí hay por la mañana dinero, pero para los 100mil que pido me dice que no tenemos suficiente saldo. Reduzco la cantidad a la mitad. Uno de los fantasmas viajeros es el de quedarte sin blanca y que tu cuenta bancaria, en el otro continente, sufra algún bloqueo. Por ahora no hemos tenido ningún problema. En todo caso la cantidad de cash que trajimos inicialmente -si sigue en el zulo, hace semanas que no la tocamos- la vamos racionando para enfrentar alguna emergencia.
Tras pasar por la Total y dejar 28mil cefas en carburante seguimos un poco más hasta el monasterio cisterciense Notre Dame de l’ Etoile, a unos kms a las afueras de Paraku dirección norte. En principio solo venimos a informarnos pero la caída fortuita de Vic, por patinarle el bastón en la arenilla, con las piernas completamente extendidas, determina que nos quedemos. Hay un hospital cercano equipado con servicio de radiología pero antes de apresurarnos a ir dejamos pasar un par de días para ver como evoluciona su dolor. Tanto ella como yo estimamos que no se ha roto nada aunque es posible que sufra una distensión muscular a la altura de la ingle. Como mucho un desgarro. Presumimos que lo que necesita es reposo y aplicaciones de un antiinflamatorio.
Nuestra habitación es de dos camas con ducha. Está en un pasillo justo al lado del refectorio. Las otras habitaciones están ocupadas por chicas que ayudan a hacer la comida y regar las plantas. También hay un matrimonio francés o belga que vive cerca de Niamey desde hace muchos años. Todos van a la iglesia en el horario de ritos. Nosotros ponemos la excepción. Pagamos 8mil por las camas y las tres comidas.
El lugar es un vergel. Hay un bosque de teca en explotación. Hacen recortas anuales de los arboles para utilizar la madera y permiten que rebroten los troncos base. Hay cistercienses que tienen su propia casita y otros que son de clausura. Hacen vida aparte y no se reúnen con el resto de los mortales en el refectorio en las horas de las comidas. Jacques, uno de ellos que me recuerda a Correcaminos por su cuello y por su afición a la bici con un sombrero de paja, nos cae muy bien. No está tan mal la opción de hacerse monje para retirarse de las crueldades existenciales y buscar un lugar de retiro como éste.
Mientras Vic se queda en la habitación de reposo yo me voy a dar un paseo por el bosque. No muy lejos de una de las casitas usada por un eremita, extiendo mi hamaca entre dos árboles. El lenguaje de las hojas secas y el viento me mecen como un crío y me duermo.
Hacer vida reglada: 3 comidas por día y compartir mesa con casi la misma gente tiene su encanto: nos devuelve al orden social. Las comidas están bien y por primera vez nos atrevemos a beber agua filtrada muy fría. No es la primera vez que alquilamos un espacio en un convento. Lo hicimos juntos hace bastantes años en uno de Palencia, en St. Andrés del Arroyo, del que siempre hemos conservado un buen recuerdo. Por aquel entonces nos preocupamos un poco de hacernos con una lista de monasterios a los que poder acudir para alojarnos en nuestros viajes o para pasar algunas semanas de retiro. No discurriremos sobre si la paz terrena es un beneficio exclusivo de los ritualistas espirituales. Algo debe de haber. Lo que sí resulta ser incuestionable es que la fuga mundi es tanto más posible en cuanto a que el lugar donde te fugues haya tranquilidad, sosiego, no-ruidos, no-broncas, no-prisas, arboledas y conversaciones enriquecedoras.
Flora, una de las muchachas alojadas en el lugar nos pide que le enseñemos a manejar un ordenador. Quedamos con ella para dibujar el teclado a escala 1:1 sobre un folio para que lo memorice y practique con él antes de usar un teclado real.
La corriente eléctrica está dosificada a dos momentos del día y a otros dos días enteros de la semana, que son los días en que las soeurs hacen yogur. Nos toca tener los ordenadores permanentemente enchufados para aprovechar los ratos en que haya tensión y recargar sus baterías autónomas.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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