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miércoles, 12 de marzo de 2008


Playa de Lome, bonita pero impracticable para personas con problemas de movilidad
Mosquetera en la furgo

Tala de arboles en Togo





2/02/08, Lomé, Togo.Terminado en Benin el dia 11 de marzo
EL/LA CALOR

Ambiente de permanente humedad, cuerpo mojado, tela mojada, tensión arterial por los suelos, irascibilidad... Los blancos con el permanente “seca-sudor” que a cada instante es restregado con placer por la cara y el cuello empapados; los hay de diferentes modelos: toallas medianas para los que no tienen problemas con la estética, grandes pañuelos de tela para los amantes de la discreción, pequeña toallita de mullido grosor enjugada por una elegante mujer que después guarda en una bolsita “ad hoc”, clinex para los que improvisan una solución a su agobio. Maneras, en fin, de sobrevivir a este imposible sofoco.

Yo, que me creía una persona que aguantaba cien veces más el extremo calor que el extremo frío, debo de reconocer que la permanente humedad en mi cuerpo y las gotitas que juguetean cosquilleando todo mi ser, como moscas pegajosas, se me hace realmente insufrible. De noche, a pesar de las ventanas abiertas, dentro de la mosquetera de la furgo, cada movimiento o postura duradera sobre las sábanas supone un auténtico raudal de sudor y gotas que empapan la almohada y las sábanas dejando un maloliente charco de células muertas diluidas en pestilente sudor. Nunca pensé que mi salvadora botella de agua y mi toallita de mullido algodón pudieran aliviarme tanto en las desesperantes duermevelas nocturnas. Cada día las almohadas de plumas tienen que ser aireadas para evitar que se pudran. La suerte que hemos tenido hasta ahora es de poder disfrutar de una ducha diaria, sea modalidad cubos o modalidad tradicional, que nos ayuda a raspar esas indecentes pelotillas negras de pieles muertas que tanto nos afean a los blancos y conseguir refrescarnos con el pelo mojado no secado expresamente.

De día, desde las 10 a.m. hasta las 6 p.m. el ardiente ambiente te obliga a ralentizar cada movimiento y a pensar sólo en términos de sombra con agradable brisita acompañada de un fresquísimo refresco. En esos momentos, las vendedoras de cocos frescos y las de piñas son las reinas, el agua frequita del primero y la jugosidad azucarada de la segunda, reaviva cualquier bajada de tensión inoportuna.

Cuando el sol afloja su potencia la ciudad vuelve a hormiguear y todos despiertan de su larga siesta diaria. En cada puesto el banco del reposo se convierte en lugar de tertulia y la ausencia de luz eléctrica deja paso a imperceptibles candiles o débiles bombillas reavivadas por ruidosos grupos electrógenos perfumadores de gasolinas quemadas.

El calor del día, deja paso al calor de la noche

1 comentario:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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