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lunes, 14 de abril de 2008

Burkina Fasso, otra vez























Fada n’ Gourma 7 de abril 2008
Emmanuel nos acompaña hasta el Cyber. Le cuento un par de cosas de cómo acceder a nuestro blog. Aprovecho que Celestin está ocioso para pedirle que le enseñe a obtener su propia dirección electrónica en su ordenador central que debe tener conectado a internet para que funcionen el grupo de los demás. Unos minutos despues de hacerlo le cobra como si hubiera estado usando una hora de internet. Me parece despreciable. Por su lado Emmanuel paga su parte y como el otro no tiene cambio de vuelta (nunca tiene) paga también lo nuestro. No lo acepto cortésmente. Pago nuestras tres horas y nos despedimos de Emmanuel que tiene que irse. Quedo parado de lo buenazo que es y de la traición del otro, no menos traidora por pequeña. Me molesta especialmente esa falta de respeto comercial y que se aproveche de la inocencia de nuestro amigo que justo quiere iniciarse en internet.
En la habitación el ventilador de aspas pone el ruido de acompañamiento. Lo dejamos conectado durante toda la noche. Los destellos del aspa en la oscuridad y el movimiento fino de las mosquiteras ponen el romance de nuestra novela.
Desde el percance de Vic venimos durmiendo en camas separadas. No es por elección. Son las que hay en las habitaciones que hemos usado. Nuestras habituales caricias diarias en nuestras erógenas zonas a la noche antes de claparnos y al amanecer al despertarnos están en casi total suspenso. ¿Un reencuentro tardío con el celibato? Los caminos del señor son inescrutables. Dormir en camas con mosquiteras tiene su intríngulis. Tienes que tomar equidistancia de todos los lados y desde luego no levitar durante tus sueños más realistas. Si tocas la tela estás perdidoa. Los mosquitos tienen poderes extrasensoriales para localizar la menor parte de ti que la expongas a su insaciabilidad. Los agujeros de la mosquitera los elimino con nudos. Aun así se cuela algún visitante indeseable.
Compramos unos cuantos cds piratas y nos arriesgamos a las consecuencias.es la primera vez que hacemos compra de música. No podemos irnos sin llevarnos la música de reggae africano que venimos escuchando en todas partes, especialmente la de Alpha Blondy y Tiken Jah Fakoly. A diferencia de Mali aquí los cds piratas cuestan menos: 500cefas.
Nos instalamos a tomar una cerveza a otro bar. Compartimos la mesita con un camionero de paso en la ciudad camino de Burkina. Es Eddie, tiene un hermano que trabaja como peluquero en Málaga. Lleva 12 años allí. Nos da su numero de teléfono, igual hasta lo llamamos cuando vayamos de nuevo a Cádiz pero ¿para qué? ¿Para decirle que un día tomamos cervezas juntos con su hermano en Tanguieta y que le envía saludos? El mundo es cada día más pequeño y el concepto de distancia en términos quilómetros va teniendo menos sentido. El lugar del encuentro es más internáutico y menos presencial.
Vamos a una farmacia alternativa a la del hospital por estar cerrada en domingo. Es un pequeño kiosco con rejas donde encontramos unos niños al cargo. Nos dejan solos y al rato viene un hombre mayor, suponemos que el farmacéutico. Buscamos más Metamizol. Esta vez lo conseguimos en pastillas. El dolor en el glúteo de Vic aumenta durante la noche y la despierta varias veces. El analgésico y la relajación muscular de los masajes son por ahora el único tratamiento. Damos un largo paseo por la principal calle arbolada. Casi todo el mundo nos saluda. Un comerciante de artesanías que nos confunde con unos recién llegados nos viene con la cantinela típica que visitemos su tienda de artesanía por el solo placer de la visita. La declinamos explicándole que no despreciamos su compañía pero que no vamos a comprar nada y que si no quiere perder el tiempo a nosotros ni hacérnoslo perder no cuente con vendernos nada.
Seguimos un programa intensivo de masajes en la pierna afectada de Vic. Una crema alcanforada, Camkari, de la tienda de las monjas y mis manos mágicas tenemos la misión coyuntural de extinguir todo resto de dolor de la pierna afectada,
En el refectorio por la noche cenamos nyam hervido. Sabe a una patata recalentada y muy seca e insípida. Con aditivos como mantequilla y una salsa puede pasar por un buen plato. Hemos compartido varias veces la mesa con Jean Paul Misiva, un medico congolés con la sonrisa permanente en los labios, que al llegar tarde a la mesa más tarde que nosotros se ha encontrado con poca comida sobrante. También la hemos compartido con una pediatra que venia con aspecto de fatigada, cara de pocos amigos y con su niñita supermimada
Margarita nos cuenta su palu cíclico y la jaqueca que le produce el tratamiento. Chapurrea algo de español y como encargada de la cocina central nos promete gazpacho para el día siguiente. En efecto lo ha preparado expresamente para nosotros. Un gazapacho con sal muy refrescante aunque me tendrá toda la tarde pegado al biberón de agua con una pequeña parte de sirope de tamarindo por lo de meter mas yang a mi ying homeostático.
En el hospital hemos empezado a tomar agua filtrada (es decir que pasa por un filtro de carbono activado) y agua directamente del grifo. Hasta ahora nos habíamos reservado hacerlo. En Tanguieta nos encontramos muy cómodos. La gente se ha acostumbrado a vernos con nuestra silla de ruedas y mi cabeza bajo un sombrero de alas.
A Sor Carmen, encargada de los pagos de las habitaciones le pagamos 40mil cefas por los 4 días y las 24 comidas. Ella no controla nada y se fía de nuestra palabra. Pagamos escrupulosamente con los nuevos precios. Hace poco subieron de 3mil a 5mil por día y persona a pensión completa.
Durante la mañana antes de irnos nos instalamos por segunda vez en la pequeña biblioteca del pabellón donde están los médicos extranjeros. Rossana es una italiana de edad al cargo. El primer día que nos vio nos saludó amablemente y no nos pareció todo lo quisquillosa que nos había descrito Luciano que era por bronquear a las chicas jóvenes por hablar en el pasillo hasta tarde. En esta otra ocasión nos ha venido a saludar confundiéndonos primero como médicos, trasladándonos el saludo del Dr. Floran, que está en Europa, y corrigiendo inmediatamente el tema al darse cuenta de que nos estaba confundiendo. Al rato ha venido para decir algo así que el pabellón está muy lleno y en un tercer momento para preguntarnos directamente quien nos había dado permiso para estar ahí. Ahí es un pequeño lugar pero con más luz y ventilación que nuestra habitación que tiene un par de estanterías para libros desordenados que nadie usa y una lavadora. Nos instalamos ahí al preguntarle a Luciano si era utilizable para nosotros, tanto para leer, como para escribir como incluso para usar la lavadora. El nos dijo que no había ningún inconveniente para las tres cosas. Rosana ha asegurado que Luciano solo nos dijo que podíamos ir a tomar libros. No importa lo que entendiera la señora ni lo que dijera Luciano. El deberá volver el próximo año y soportar a esa bruja, está en su derecho de haberle explicado la trola más conveniente para su supervivencia. En definitiva ella ha interrumpido nuestro trabajo y hemos dejado la pequeña sala, que por otra parte no usa nadie, una hora antes de lo previsto. Gracias a ella hemos interrumpido nuestro trabajo y lectura. El ordenador está simbolizando –no imaginaba hasta cuánto- un pretexto para los problemas. El problema es siempre otro: cuando alguien ve que no ha sido tenido en cuenta, porque ha sido saltada la cadena de mando prescindiendo de su permiso para usar el espacio bajo su dominio, le surge la furia de sargento mayor de los imperios. El parecido de la sociedad civil en su estructura conceptual a la del ejército es mayor de lo que se sospecha. Antes de dejar la pequeña sala nos hemos asegurado de pedirle su nombre, de decirle que la comentaríamos como personaje en nuestro libro y que gracias a su contribución aquella mañana no terminaríamos nuestro plan de dedicación. Vic la ha definido enseguida como persona amargada. Parece que un tipo de personalidades tras sus recorridos en forma de parchís por la vida se refugian con el pretexto de la caridad, la solidaridad o lo que sea, en establecimientos como el St Jean de Dieu para hacer la profesión más apasionante de todas para ellas: la de cabo de varas.
La carretera hasta Fada está bastante bien. En la carretera longitudinal del oeste de Benin tiene unos 3 años de asfalto. Ekl mapa que tenemos de la Michelin la señala como pista. La hemos hecho de una tirada salvo para los stops obligados. Uno para rellenar el depósito y otras dos garrafas metálicas en uno de los últimos servidores de gasoil con una cuba cisterna a la vista, solo la cuba, junto al surtidor. Antes de apretar la manguera el gasolinero ha esperado un buen rato a que disminuyera el vapor de gases saliendo del mismo surtidor. No hemos explotado y nadie fumaba por los alrededores. Otro para tamponar los pasaportes de salida en Porgo. Nuestro cartel de pizarra siempre engancha a los frontereros y es un motivo para comentarlo mientras apuntan los datos en sus libracos, que todo hay decirlo, son mas rápidos en los últimos países de nuestro periplo que en Mauritania-Marruecos que todavía recordamos como el peor vía crucis para un transeúnte.
Por el lado burkinabé, al encargado del Laissez Passer, al preguntarle por si Tomas Sankara todavía está en la memoria colectiva me ha dicho que no tanto aunque cada año la gente de su partido convoca un homenaje en el día de su asesinato a la que asisten minorías. Se ha referido a él como Tom San y me ha mostrado un video metido en su celular en el que reivindicaba una cultura revolucionaria para Burkina.
En Burkina técnicamente es la tercera vez que volvemos a entrar. De nuevo los niños con sus latas de tomate vacías pidiendo auxilio. De nuevo el cambio de panorama de las construcciones. Las aldeas son pesebres de barro, con las casitas circulares y los tejados de paja. La predominancia de las casas rectangulares con tejados metálicos brillando al sol queda al sur, en Benín.
En Fada, en el PTT, tomo una hora de ordenador mientras Vic sigue dentro de la furgo en la parte de atrás sentada en la silla de ruedas. El viaje de Tanguieta-Fada no ha sido tan duro como el de la anterior vez Paraku-Tanguietá. Unos estudiantes se ponen a hablar con nosotros a propósito de nuestros textos de pizarra. Escenas de este tipo se repiten continuamente. Volver al norte significa volver atrás y eso nos envuelve de un sentimiento de adversidad. Paloma, una de mis cuñadas, piensa que ya tenemos suficiente dosis de aventura y que no tenemos porque llevar nuestro reto más lejos que con los últimos incidentes deberíamos volver. No está muy puesta: los aventureros son los que andan repicando piedras para subir sietemiles por el Himalaya y los retos son para quienes tienen graficas a sus espaldas que son diagonales quebradas siempre subiendo. Nosotros más bien damos dos pasos adelante y uno atrás. Esto en terminología leninista debería sonar muy bien, en un itinerario de carretera significa repetir recorridos. África es parte del mundo y ahora parte de nosotros. El viaje por aquí también es un viaje por nosotros mismos, por nuestros miedos y por nuestras vacilaciones, por el encuentro diario con gente distinta, por la empatía desbordante de los negros. Cada día, un poco más, olvidamos el color de su piel y el nuestro. Los países tienen mala fama por, generalmente, minorías que los destrozan. La gente llana es amable y generalmente honesta. La percepción varía de día en día y de lugar en lugar. Pero la honestidad es un valor muy apreciado. La dignidad, no siempre. A la salida del PTT un muchacho, casi un hombre, con lata vacía, se arrodilla literalmente a mis pies mientras estoy hablando con los estudiantes. Le digo que sea digno y se levante. No me hace el menor caso y sigue ahí un buen rato hasta que terminamos de hablar y subo al coche. Le doy un caramelo de azúcar.
Nos trasladamos a un centro de formación de la misión católica con varios pabellones y habitaciones. Aquí ya pasamos la noche anterior de nuestra llegada a Ouaga. La sor encargada aceptó que estacionáramos la furgo y nos invito a una cena y a un desayuno. Nuestro cargamento para el orfelinato le pareció que era suficiente pago. En esta ocasión una mujer no vestida de monja se ha ocupado de nosotros mostrándonos un par de habitaciones, nos hemos quedado con la segunda, 10000 cefas por noche y 12mil con los desayunos. Si alguien quiere tener la vida asegurada en África le basta hacerse profesional del catolicismo. El negocio está garantizado. La iglesia conociendo el oportunismo biográfico de muchos de sus adeptos africanos los tiene en lista de espera durante muchos años hasta que no está muy segura de que merecen los hábitos consagrados. A diferencia de la otra vez, todos los pabellones de habitaciones están vacios.
Volvamos a lo del reto. ¿Reto viajar por África con furgo? No paramos de encontrarnos viajeros en las peores condiciones. Para empezar los mismos africanos que van con pequeñas furgonetas a modo de colectivos supercargados con varias motos y bártulos en el portaequipajes o con bicis con enormes fardos cuya filigrana equilibrista supera la de el funámbulo de circo más atrevido. El sobre cargamento es tal que algunos pasajeros dejan colgar los brazos fuera de las ventanillas para absorber algo de aire en movimiento y soportar el calor de dentro. Viajar en estas condiciones y sobrevivir, eso sí que es un reto. Pero también hay blancos que vienen con vehículos bastante destartalados. Hemos coincidido en la frontera con dos chicas y un chico anglos, ellas con pamelas y gasas y poses poéticas, él lo mismo pero sin pamela ni gasa, con un 4x4 viejo, ruidoso y espantosamente humeante. Como suele pasarles a los blancos europeos (cuanto más nórdicos peor) cuando se encuentran con otros blancos en medio de África ponen cara de despistados como si no los vieran o como si fuera lo más frecuente la coincidencia. Aunque blancos dando vueltas por la noria de las emociones africana hay muchos, cientos de miles posiblemente, su actitud de inhibición permanente que viene de fabricación de origen, les puede mas que la curiosidad o incluso que la necesidad informativa por la que hay que preguntar las cosas. A esa pose de la suficiencia ya estamos acostumbrados. Según la cara del blanco con el que nos encontramos le dirigimos sonrisas o no y luego pasamos a la conversación o no.
En cuanto a la aventura de riesgo no deseamos meternos en líos ni llenarle el buche a ningún depredador. La mejor aventura por contar es la de seguir vivos y seguros cada día. En cuanto a los sitios visitados hasta ahora, ciudades como Barcelona o Madrid son incomparablemente más peligrosas que todos ellos juntos.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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