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jueves, 3 de abril de 2008

Fuga Mundi

Habitacion Monasterio de l'Etoil de Notre Dame


Monasterio de l’ Etoile Notre Dame, pocos kms al norte de Paraku 2 abril 2008

Llamo la atención a unos niños que vienen con su tirapiedras de gomas elásticas para matar pájaros que se refugian en los mangos del patio y ponen la sinfonía diaria del mejor concierto que puedes escuchar fuera de una ópera. No recuerdo si son los mismos que ya vinieron un par de días antes para la misma misión de caza. Le comento a Correcaminos, que pasa en ese momento con su bicicleta y su sombrero de paja, ¿qué hacer ante este tipo de situación? Me dice que no pretenda cambiarle las costumbres a África y que los africanos se lo comen todo y no se les puede culpar por ello. Le replico que sí, que se les puede cambiar en un lugar de paz como el del monasterio y que en todo caso pueden irse a otra parte ya que sobre aquella propiedad pueden marcar unas pautas. No es la primera vez que me enfado con chicos a propósito de esto. Recuerdo lo impresionados –i tal vez solo ponían cara de perplejidad por decir semejante tontería- que quedaron los de Dassa persiguiendo sapos al convencerles que se reencarnarían en aquello que mataran. Otro discurso mas que fracasa. Me sorprende que nadie más les diga nada. Correcaminos, con el cuello muy estirado, vuelve a dar señales de prisa sin estar muy interesado en lo que le pueda decir.
La pareja de los Spaack: con la que hemos compartido mesa unas cuantas veces vuelven a Níger. Ellos vienen regularmente a pasar temporadas a este monasterio. Ella, Genovieve, habla de todo y lo sabe todo; trabaja para una ONG alemana para hacer un estudio sobre conflictividad humana asegurándose asi una paga de vejez que no tiene por otros medios, parece que por falta de cotización suficiente.
A la mesa llegan nuevos invitados que vienen de paso a la cena de la noche. No advertimos que paguen ni que retiren los platos de la mesa. Durante estos días tenemos la sensación de que somos los únicos comensales que pagamos, o vamos a pagar, nuestra estancia.
Se suscita el tema de conversación sobre respeto a la gente de edad a propósito de los exagerados gestos reverenciales que hacen los más jóvenes. Una mujer se explaya hablando de respeto y tradición. Cada vez que alguien apela a la tradición y al respeto me dan ganas de acudir a toda la artillería verbal de la que dispongo para desmenuzarla en lo que es: sumisión e inmovilismo. Así se lo digo. Luego Vic me comenta que he sido demasiado brusco en decírselo, bueno Vic suele decirme siempre que soy demasiado brusco cuando hablo. Por la otra parte, el acompañante masculino a la mujer que le hago discusión reconoce la sumisión en un tipo de tratamientos y el derecho a ella. No hay interés en continuar el tema: los postres de mango y yogurt tienen prioridad en la atención. A las monjitas: Constance y Marie, que están de paso descansando y preparando sus clases, ya les parece muy gentil por parte de los alumnos esa gestualística, para mí, medieval. Durante las horas del refectorio la colocación, diríase que espontánea, de la gente a la mesa es la concentración de blancos en la punta de una y la gente negra en otra. Los más jóvenes no hablan o al menos no se les oye, parece que están como atemorizados. En la parte blanca la conversación es continua. Vic, es la estrella. Siempre hay comida de sobras e inmediatamente cuando la gente termina de comer limpia todo en el cuartito contiguo donde están los armarios con la vajilla.
A Flora Akode le doy unas cuantas clases de manejo del ordenador en nuestra habitación. Tiene prisa en escribirle una carta a la pantalla antes de memorizar la posición de las teclas. En unas pocas líneas deja un documento explicito sobre la mentalidad de no pocas chicas africanas de su edad que se acogen a la benevolencia católica a cambio de mejoras materiales en su vida y de hacer sus oraciones. No se sorprende demasiado cuando le decimos que no somos religiosos.
El domingo la iglesia se llena y el parking rebosa de vehículos. Solo ella nos informa que no nos ha visto en la iglesia, nadie más nos pregunta directamente porque no asistimos a los actos religiosos.
Un extraño merodea por la zona y se detiene en nuestro vehículo, al parecer ha tratado de abrir la puerta. Eso ha movilizado ala muchachada como un solo hombre. Todas se han preocupado por si lo teníamos todo bien cerrado.
La recuperación de Vic es muy lenta. En su estado no puede subir a la furgo. Estamos atrapados. Los días pasan y el tiempo de visa se agota. Las informaciones de Nigeria siguen siendo disuasorias. Una monja nos cuenta como unos bandidos dispararon contra unos colegas suyos cuando asaltaron el autobús en el que viajaban.
El monasterio es un continuo trasiego de gente sin que pierda su ambiente de tranquilidad, En el espacio del comedor tras partir los Spaack y las monjas de paso nos quedamos solos con unas cuantas muchachas. Ellas siguen el horario de rituales y coincidimos para las comidas para las que dan gracias a dios antes de tomarlas y se santiguan al terminar. Nosotros respetamos impertérritos los agradecimientos. A Vic se le escapa la mano a los cuatros puntos, mi mano ha olvidado donde estaban y se queda quieta.
Una de las monjas de paso (al monasterio viene gente a descansar) nos da a probar el Kai çedrat: una corteza en polvo de un árbol que utilizan como preventivo antipalúdico. Nosotros seguimos sin tomar malarone y los otros productos de nuestro botiquín salvo homeopatía y vitaminas.
Las muchachas siempre nos saludan muy atentas y nos desean bon travail cada vez que nos ven en nuestros puestos de trabajo con los ordenadores. La frase se repite varias veces durante el día. Son hacendosas y antes de dejar sus habitaciones las limpian impecablemente. Cazan un escorpión que se coló en una de ellas y cuyo cadáver enseñan a Vic.
Nuestra habitación no es que sea muy cómoda pero tiene una mesa de madera, dos camas individuales separadas y dos ventanas que producen un poco de corriente de aire. La puerta la tenemos permanentemente abierta para que entre más luz. Hemos aprovechado los dos días por semana, los que hacen yogurt, la luz eléctrica, que dosifican a un par de veces el resto de días. Vivimos sin prisas pero sin olvidar que somos huéspedes de un país con límite legal de estancia.
Con la silla de ruedas damos paseos cortos por el espacio de propiedad del monasterio. Hay alguna casa ocupada por nativos y otras habitaciones en las que también viven algunas familias. El suelo con raíces y piedras no permite demasiadas aventuras. La pierna derecha de Vic se resiente con la menor vibración. Nuestro futuro inmediato y el futuro de nuestro viaje dependen de su rehabilitación. No me importa ser la reencarnación de un paje y tratarla a ella como la reina de Saba. Nuestra tesis de que es posible viajar a todas partes con una silla de ruedas pasa momentáneamente por una crisis de descrédito. Nos preguntamos –nos volvemos a preguntar- si en las condiciones actuales no sería mejor buscarnos un sitio bonito, implicarnos en una ocupación social o crear un proyecto y pasar el resto del año escribiendo tranquilamente nuestro libro más filosófico e intimista y menos quilométrico-transfronterizo. Tras cinco días de descanso en el monasterio el paseo con silla por los alrededores es más soportable por la pasajera aguantando las vibraciones. Pasar de la silla a la cama y viceversa es lo que más cuidados requiere.
Proponemos una opción más económica a la monja hotelera por el exceso de días en los que nos estamos quedando. Pero dejar de comer las 3 comidas al día significa doblar el precio de la habitación quedando en 4000cefas los dos. No aceptamos. Preferimos seguir pagando las 8000 dia.
Antes de marchar pasamos por la tienda. Los productos de las monjas son bocata di cardinale: compramos los polvos antipalúdicos del Dr. Floran, que nos informan trabaja en el hospital de Tanguietá, dos botellas de Sirope, de tamarindo y citronelle, savon artesanal de karité, anti mosquitos. Las monjas nos preguntan por nuestro periplo. En el orden habitual de las preguntas la de si tenemos hijos suele estar en segundo lugar. Al saber su edad si él tiene hijos, viene a continuación. La preocupación por la reproducción de la especie no falta nunca.
Probamos las planchas de aluminio para desatascar las ruedas de la arena, como rampa para acceder con la silla a la furgo. Decidimos dejar el monasterio despues de una semana de reposo. Tras descartar que haya luxación y rotura pero siendo imperativo un tiempo de reposo decidimos finalmente rehacer la carretera y volver al norte para atravesar directamente a Burkina.
El refectorio representa el universo. 3 encuentros por día multiplicado por 7 da 21 veces de comidas en las que coincidimos siempre con gente distinta: familiares de monjas, gente de paso. Correcaminos y sus socios de celibato tienen un refectorio a parte y no vienen a mezclarse con nosotros: chusma de astrales ínfimos. En el penúltimo día, una de las monjas celebra su cincuenta aniversario de votos como tal. Fiesta mayor. En la mesa hay botellines de jugos de fabricación de la casa, también vin du prunes y unos micro haricots buenísimos. Por nuestra parte hemos comprado ya el kai çedrat y lo espolvoreamos en el plato, dos veces por día. La dosis recomendada es una pizca de una a tres veces al día. El mundo de las medidas de la gragea, la cápsula, la pastilla o la gota puede sobresaltarse si le hablas de que existe también la pizca. Mientras lo tomemos creeremos estar mas a salvo del palu. Sí, estamos a salvo, aunque los mosquitos siguen opinando que soy un cuerpo apetitoso para ellos (ellas, son mosquitos hembra los que pican, chinchar es un verbo rotundamente femenino) y desaprovechan todo descuido. Si bien por la noche no atraviesan la mosquitera se han puesto las botas con mi codo la noche la tocó. Otra mañana me esperaba un comando en la ducha y antes de que me diera cuenta dejaron sus marcas en cinco puntos distintos de mi cuerpo.
Despues de tantos días de comidas a 3 por día me siento hinchado. Demasiado orden culinario.Demasiado orden campanario. Vigiles 04 10, Laudes 6­00 messe 6 30 Sexte 12 15, None 14,15 Vepres 17 45, Complies 19 25 petit dejeuner 7 30 dejeuner 12 30 Diner 18h25, Tengo ganas de volver a cambiar de registro y Vic está algo mejor aunque al escuchar sus ay-ay al menor movimiento sobre la silla de ruedas diríase lo contrario. La carretera y un revoltijo de hipótesis nos esperan.
He completado la carga de nuestros bidones de agua con el agua filtrada de la casa.
Ha pasado una cuarta parte del 2008 y solo hemos visto una septicma u octava parte de los países que en principio habíamos pensado cruzar. Empezamos a hablar de otro posible recorrido por el África austral para otro año.

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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