Etiquetas

PSICONEWS

jueves, 3 de abril de 2008

Retozando


Cazadores Ajedrez con el biologo del parque que supervisa las piezas de caza

Bano del refugio


Tianguetá 23 mars 2008
Nos acercamos hasta Batia, otros 10 kms de pista de tierra justo antes de la puerta de entrada al parque. El mapa-panel de las pistas interiores señala los distintos grados de dificultad. Teniendo en cuenta la pista bacheada de los 45 kms anteriores, considerada como muy transitable y los 23mil cefas de entrada decidimos desistir de entrar. Nos perdemos tocarle las melenas a un león y darnos un beso de nariz con un hipopótamo. El único localito de al lado con una sola grande flag escondida en sus profundidades en su prototípico congelador que no congela a la hora de darle los 600 francos pedidos la chica, que no habla francés, dice que no. Se la devuelvo, recupero el dinero y nos vamos. No paramos hasta Tanguiéta una hora y media despues conduciendo a 15 por hora, a veces a 10, donde nos instalamos en un sitio que inventan los precios para nosotros. No aceptamos lo que nos piden por couscous y espagueti, unas cinco veces más de su precio. Nos agota tener que estar en estado de vigilancia permanente para cada detalle. Inevitablemente la conversación sobre precios para europeos surge de nuevo con el cocinero, el camarero y otro cliente. Antes con el patrón he pactado el precio de las bebidas y el uso de la conexión eléctrica. Le pido a Vic que no me someta una vez más a la típica discusión impugnativa de la actitud limosnera africana con los empleados. Por el camino en uno de los poblados que hemos cruzado dos veces con un par de horas de intervalo una horda de más de setenta criajos, a su estela algunos con 3 o 4 años, se nos abalanzaba con su grito de asalto prototipo. Más puntualmente los adultos también tienden la mano con la misma y única palabra que tienen aprendida del francés. Llega un momento que nos satura. Alguno de los niños con el tirachinas típico ha cargado munición en nuestro honor. En Batia, a la muchachada, mejor dicho, la niñada, la he reunido en torno a la furgo y les he enseñado una nueva palabra: dignité. Se la he escrito en el suelo y se la ha hecho repetir a bastantes de ellos. No sé si la recordarán dentro de unos años, tal vez cuando pregunten por su significado entiendan lo que he tratado de enseñarles. El mejor regalo que podía darles era esa palabra.
Hemos visitado el camp Muni de dirección alemana. Es un lugar que se anuncia con tríptico a todo color. Hablar de piscina y otras ricuras. La balsa de agua casi estancada y turbia no invitaba al baño y el terreno accidentado es totalmente impracticable para alguien que va con muletas. Los precios son el doble de caros que el campamento de cazadores. Lo único pintoresco son las mosquiteras con nervadura flexible a modo de tienda iglú que el dueño me ha dicho adquirió en Cotonou. Me gustaría conseguir una para nuestra alternativa a la cama actual de la furgo y poder dormir fuera. Sin lugar a dudas el chasse Pendjari ha sido de lo mejor que hemos encontrado hasta ahora. Lástima de la consorte del mánager que no está a la altura de serlo. La noche anterior antes de irnos salí a estirar las piernas antes de acostarme., con la excusa de que empezaba a gotear Marí Macrire (transcripción del apellido no exacta), el brazo derecho del patrón, me pidió que reestacionara la furgo algo más lejos del rio porque en caso de diluviar podría llegar el agua hasta donde estábamos. En realidad usó eso como pretexto para hablar con nosotros y preguntarnos porque nos íbamos. Al contárselo nos vino a decir que él era más responsable del establecimiento que la consorte y que podíamos quedarnos el tiempo que deseáramos. Le costó entender que el feeling con el lugar se había roto por culpa de Kikí aunque le aseguramos que nos sentimos muy cómodos con todo el personal que nos ha parecido tranquilo y discretamente distante. No dudamos que nuestra partida y la pérdida de la entrada del dinero de nuestra parte por no quedarnos más días traerán cola. Posiblemente habrá marejada dentro de la pareja de dueños. Al fin y al cabo constituíamos el 50%de su clientela aunque la otra parte fuera a toda pensión y con otro gasto mayor que el nuestro. Por la noche nos despedimos de Iñigo y José Luis. Nos contaron la aventura del yerno saltando en la cascada, a unos 20 metros de altura, y el luego gritándole en puro valenciano arrastrando las sílabas: coneeeixeeement!!!. No hubo oportunidad con este de hablar sobre los intríngulis del cazador y el último sentido de la pasión del cazador por la muerte ajena. Por la mañana vino Viviane, la tranquilidad encarnada, a despedirnos. Fotito.
A estas alturas empiezo a sospechar que por muchos años que llevara viviendo en África nunca aprendería del todo sutiles idiosincrasias que se me escapan. Llevo más de medio siglo habitando el medio humano en general y también se me escapan no pocos de sus detalles. Posiblemente no hay tantas diferencias entre un africano y un blanco si pasamos por alto que uno va de pedigüeño y el otro de prepotente. El común denominador de los seres humanos, tengan el color que tengan, es que no han sacado nota en Lógica. Eso categoriza al que lo dice sin sonrojo como un pedante. Que Lewis Carroll regrese y lo confirme. En el local del hotel Cascade previa consulta de precios y permiso de conexión eléctrica nos instalamos unas cuantas horas. A pesar de todo, a la horade pagar el muchacho trata de sisearnos. He de reclamarle los 600cefas que pretende quedarse. En otro local por la noche donde vamos a cenar espagueti y couscous a la hora de pagar también tratan de sisearnos cambiándonos el precio de la bebida. Esa constante vigilancia resulta agotadora. Preguntar siempre por los precios a priori, a falta de su lista visible de precios así como a falta de lista de menús, resulta cansado. Es propio de tener una total desconfianza. Sí, la tenemos, Nos gustaría no llevar la marca del blanco igual a estúpido grabada en la frente. Pero mientras el color de nuestra piel nos delante estamos obligados a tomar medidas cautelares., un local que se dedica a hacer conciertos de música, con las típicas luces de coloritos, algo que se da en varios países. Son de color rojo y amarillo y simulan muy bien las tonalidades de las barras americanas de las putinguis en España: No te permniten ver la comida que comes o el estado higienico de la mesa que usas. Afavor de este local hay que decir que antes de la cena traen dos valdes uno con agua jabonosa y el otro con agua sola para que te laves las manos. En el colmo de los colmos cuando dejamos el restaurant que de la troupe que espera fuera, dos chicos más altos que yo, me descerrajan un quelque chose pour les petites?. Me rio en sus narices. Si el primer mal de África es la corrupción el segundo es la indignidad. Están emparentados: es corrupto quien no tiene dignidad y quizás, no habiendo adquirido nunca su noción, hace de su vida una empresa para sablear a los demás.
Por la noche nos instalamos en la zona donde está la dirección del parking. El guarda nos reconoce y nos dice que no hay problema para instalarnos pero puesto que el director (el mismo al que le ocupamos la paillote frente a su casa el otro día) esta todavía despierto y se lo preguntemos a él. Así lo hago. El hombre no entiende el porque de nuestro pedido habiendo hoteles como el de la Cascade o el Baobab. No respondo con una disertación sobre precios, simplemente le digo las condiciones limitativas de las barreras arquitectónicas. El replica que en el Baobab no hay escaleras. Le digo –me invento- que está al completo. Acepta que pasemos la noche. Todo bien. Por la mañana ducha de cubos y a continuación vamos al mismo cyber que el otro día que no funcionaba a pero que ahora va de coña. Nos quedamos un rato y de paso escuchamos las noticias por tv5 francesa conectado por internet que tiene el ordenador central de Celestin. A medio día nos abalanzamos sobre flags y cocacolas en el mismo bar en el que tres mujeres blancas freelance vienen a hacer un reportaje sobre la caza. Tras la comida y la bebida pasamos por la tienda de suministros de agua. Uno de los chicos del lugar nos pregunta porque hemos cambiado el cartel de nuestra pizarra. Periódicamente lo renovamos –le digo- . Le complace nuestro texto y le doy el consabido direccionador para nuestra página web. A continuación nos refugiamos dentro del recinto del hospital a una sombra. Docenas de enfermos esperan en el patio a ser atendidos. Nadie viene a preguntarnos qué hacemos ni a molestarnos. Para la noche habíamos reservado un espacio a la sombra en e l recinto de religiosas frente a la iglesia. La ciudadana al cargo ha precisado la cantidad por noche. Puesto que las condiciones son bastante deplorables no tenemos ninguna gana de ir. Se nos pasa el tiempo conversando con Youvvou Idani que nos ha venido a visitar sobre solidaridad y su planteamiento pretendiendo ayuda europea para su, en el fondo, negocio privado, que pretende disfrazar de cooperativa y ONG. Youvvou nos ha reconocido (es fácil que se nos reconozca desde lejos por nuestra furgo y mucha gente que dice habernos visto antes no la recordamos) y viene a hablar de nosotros de su proyecto de ONG en relación a auxiliar a niños desamparados. Conforme va avanzando la conversación va quedando en evidencia que su mayor interés es el de tener un futuro profesional. Al menos menciona 5 proyectos en el rato de la conversación y ante el despliegue de nuestros argumentos para que no cuente con el papánoelismo se queda con una mezcla de desengaño y de admiración. Nos toca preguntarle porque esperar a pedirle algo a un blanco que viene de paso sin haberlo intentado antes con los propios poderes locales y la gente que tiene dinero en la ciudad. Evidentemente no hay respuesta. Mientras tanto el presidente del gobierno se pasea por el país con su helicóptero y su sequito y los consumos asociados. El dinero existe, otro asunto es su distribución y quien lo maneja.
Valery, una enfermera suiza que está haciendo su estage como profesional viene hasta nuestra furgo a visitarnos. Hablamos sobre los conceptos de solidaridad y de la sorpresa que África siga sin cambiar después de tanta ayuda recibida a causa del predominio de la desidia. Seguimos insistiendo en nuestros puntos de vista cuando surge el tema, lo cual es frecuente, y hasta ahora nadie, en particular los nativos, nos ha cuestionado lo equivocados que podamos estar. Hasta ahora ningún blanco ni negro nos ha discutido nuestro punto de vista crítico de la solidaridad incondicional a fondo perdido con la que Europa ha acostumbrado a África a la sopa boba. El caso es que se nos pasa el tiempo y no voy hasta donde el recinto de las soeurs a avisarles de que no iremos. Por la mañana coincido con el coche de las dos con las que hablé el día anterior dentro del mismo recinto hospitalario de St. Jean de Dieu. Entiende perfectamente que hayamos preferido quedarnos en este lugar y no en el suyo, bastante más deficitario.
Pasamos el resto de la mañana en el lugar hablando con unos y con otros. El frere Nicolas Sale, enfermero, responsable de un pabellón de chambres (a 3000+2000 persona y día pensión completa) nos invita a comer. Nos invita a compartir su mesa, en el refectorio al lado de la furgo. En realidad no tenemos hambre porque hemos desayunado tarde. El anterior grupo de comensales ha terminado y la compartimos solo con él y con un familiar de un enfermo. Comemos arroz con salsa no picante, bebemos de nuestra propia botella y yo acepto un pedazo, solo uno, de carne, del boeuf que ese mismo día han descuartizado a golpe de cuchillos y hacha en el patio. Hay matanza una vez a la semana. El hospital tiene unas 220 camas pero están alojados unos 300 enfermos, muchos de ellos, en espera, pasan la noche en el patio y de acuerdo con la cultura tradicional de venir dos o tres miembros de la familia a auxiliar el enfermo sus habitaciones se pueblan de visitantes con aspecto de hacinamiento.
Por la tarde vamos a la hora acordada al local anexo al Clac para la conferencia que debíamos dar sobre solidaridad y déficit, doble tema en el que de de alguna manera ligamos las objeciones a la solidaridad europea con la critica a la desidia autóctona que se mantiene permanentemente a la espera del papánoelismo. Jean Marie no ha hecho absolutamente nada. Solo una entrevsita con alguien del colegio de al lado para confirmarle lo que ya sabíamos que los estudiantes están de vacaciones y no podían ser avisados. Según el asistente cultural el único publico interesado eran ellos. No se ha ocupado pues de hacer panfletos o de divulgarlo de alguna manera por radio donde, según él, hay que pagar por anunciar actos culturales. En cierto sentido el compromiso desde la semana anterior con este acto nos ha hecho quedarnos tantos días en la zona. De no haberlo tenido habríamos cambiado de geografía mucho antes. Aún así, quedarnos no nos ha molestado. Tianguéta tiene recursos y lugares calmados. Además la tarde tuvo otra improvisación. Nuestro único publico asistente fueron las tres free lances conocidas el día antes. Aprovecharon para entrevistarnos y filmarnos sobre nuestro periplo africano. Cuando nos ponemos en manos de entrevistadores me siento invariablemente torpe. No me libro de la sensación de que están más ocupados en los aspectos técnicos: sonido, luz y tiempo que no en lo que estás diciendo. A cada enlace entre un párrafo y el siguiente noto el empujón instantáneo a retirar el micro o a dar señal de stop de la filmación. Con todo, la entrevista salió redonda. Puesto que de todo lo que digas en una entrevista de este tipo van a cortar, en el caso de que lo seleccionen, el fragmento que más les interese, no hay que tomárselo demasiado en serio.
Tras la segunda noche en el recinto del Hospital por la mañana nos acercamos hasta el auberge Baobab a interesarnos por los precios. El lugar está muy bien. Nos acogemos al desayuno continental, a una paillote para nosotros solos, ventilador de palas en el techo y tensión eléctrica.
Antes de dejar Tanguieta trataremos de comprar un tipo de cincha de metal que un mecánico de motos nos localizó como alternativa a la provisional de nylon negro de los souflet, los acordeones del demi-arbre. Se trata de una espiral de dos vueltas flexible y adaptativa. Los problemas más complicados tienen las soluciones más simples. No entiendo como en el recorrido de establecimientos en Lomé nadie habló de este tipo de brida.

Nos estamos quedando sin aventuras que contar. Empezamos a formar parte de la aventura que más nos faltaba: la vida cotidiana y rutinaria en un país extranjero. Durante otros viajes de larga distancia, el de Turkia-Georgia de verano encontrábamos a faltar la parada de más de dos días en los lugares. El continuo trasiego de carreteras y quilómetros nos tenía en danza permanente. A partir de este viaje africano hemos empezado a conceder más tiempo a las ubicaciones de más de una semana. Estamos en clave tranquila, seguimos retozando. Después de Tanguieta retomaremos la misma carretera hacia el sur por la que llegamos. Direccion: Parakú. Estamos obligados a encontrar una terminal bancaria y reponer fondos.

No hay comentarios:

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

Flash en el Grafito

Flash en el Grafito
GrafitoEnmarcado