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miércoles, 2 de julio de 2008

Culos no tan inquietos

Gao 23 junio 2008
Hemos tenido nuestra experiencia de barrio, patio compartido, visitantes de varias clases, días en la sombra casera, saludos de los vecinos, duchas a cada rato, ordenador y ordenador, juegos de ajedrez, lecturas y cenas durante 10 días seguidos y algunas comidas en el restaurant de nuestros anfitriones. Nuestros culos no son tan inquietos por no decir que van de planos rotundos. De momento no hay ninguna urgencia en ninguna parte que nos quite de nuestro quietismo. El vuelo de la imaginación basta para no sufrir por el viaje geográfico contenido. Filosofamos y nos dejamos llevar por los detalles cotidianos: las bolsas de hielo a partir de agua congelada, enviar a los niños a por ellas, nuestro refugio durante las horas de sol,.. aunque no hicimos nuestro viaje pensando encontrar ninguna alternativa de ningún tipo no esta de más repasar el veredicto de un observador de la categoría de Seneca. “No existe viaje alguno que te exonere de tus pasiones, de tus enojos, de tus temores, porque si existiera alguno las gentes, en apretadas columnas, lo llevarían a cabo”[1], aunque no sabia todavía –porque tal vez era pronto- que las multitudes en acción no son precisamente un indicativo de coherencia confundió la contundencia hipotética de ellas con la verdad. Un viaje mas bien proporciona lo contrario de lo que él citaba: al hacerlo te encuentras con otras cosas, otras pasiones, proporciona el cambio de registros enojosos, estrenar+ otros miedos, te descubres en otras reacciones y sobre todo tienes mas tiempo para ver como esta el mundo y para repensar como estás tú.

Nos instalamos una tarde en el Bon Sejour, patio de graba para aparcar, comida simple y cara, habitación climatizada sublime, precios de las habitaciones desorbitados.
Fanta tiene 20 años pero es una adulta. Es una mujer madura porque tiene un planteamiento adulto de la vida y una educación por clase y origen familiar que no la han puesto en dependencia de la limosna. Husein tiene 10 años más que ella. Los dos se pasan el dia en el restaurant 7 días sobre 7. Durante el periodo del Ramadán, la dedicación será distinta. Llevan con el restaurant un mes escaso. Les espera una década o dos para consolidar el negocio y prosperar. La restauratrice es un oficio que quita mucha energia mientras la vida va pasando por la calle de enfrente. Los dos son tranquilos, elegantes y metódicos (nosotros somos unos pordioseros junto a sus vestimentas).En la casa no hay ninguna convivencia en el salón. Llegan y se meten en su habitación, nosotros hacemos lo mismo en la nuestra aunque dejamos la puerta abierta toda la noche, también la de la calle
Reunimos a un grupo de niños de la lata que ya nos conocen y cada noche vienen a ver si les damos algo de comida. Con la ayuda de Hussein les hacemos unas cuantas preguntas para confirmar lo que ya sabemos: lecturas de Corán y solo Corán, tienen que volver a casa con la lata llena sino el imán les pega. Faltaría extender la entrevista a la otra parte, a la del jefe de la troupe que a fin de cuentas se ocupa de los críos pro ser abandonados por sus padres. De alguna manera ese fenómeno podrá acabar cuando los estados penalicen por ley a los padres irresponsables. Nosotros tenemos la edad de nuestros anfitriones que a diferencia de lso europeos no hacemos ninguna clase de convivencia en la casa. Ellos se pasan todo el dia fuera, salen temprano y vuelven tarde. El salón con la tele no lo usan para nada. No nos hemos sentado una sola vez juntos para hablar. El lugar de las coincidencias es en el restaurant. Fanta habla y trabaja, Hussein se ocupa de trabajar en el aeropuerto, de venir a sentarse en el restaurante y hablar con sus dos amigos.
En el Mahida coincidencias con Said-Cristina. Said es un nigerino que fue niño abandonado, literalmente dejado en el campo por sus padres, tal como se hace en Europa con los animales domésticos. Fue un niño de la lata y ahora a los 30, es pianista que ya ha editado un cd, Sin saber por que se desencadena una conversación sobre la fe. En su forma de hablar niega las evidencias más básicas del aparato psíquico. La conversación sigue más allá de lo necesario y como suele pasar con las excursiones teológicas usurpa un momento comunicativo al gusto de todos en la mesa para hablar de temas más actuales y más interesantes. Lo interesante de Said es que afirma no tener ningún rencor por nadie ni respuestas violentas ante nada ni nadie a pesar de haber sido atacado y herido. Es mentira pero le concedo que se la crea. Cualquiera que niega la existencia de un aparato psíquico que carga con informaciones adversas y lesivas y con respuestas automatizadas reactivas que no pasan por la voluntad o el control y si por las necesidades inconscientes de manifestar emociones consecuentes es un mentiroso rotundo aunque no lo sepa. Cristina y el se han casado de acuerdo con el rito musulmán además por el civil. Una pareja de la generación siguiente a la nuestra que nos da puntazos sobre la reproducción de valores en el mundo de los que nos sobrevivirán. Les espera un interesante futuro de shock intercultural.
Fatime, comparte nuestra mesa desde hace unas noches. Es una chica estudiante de enfermería en una FP que viene siempre con su motito y su móvil y. Es una niñita encantadora, una muere emergente con sus tetas bailongas sin sostenes y al semidescubierto cuando viste sus sedas empleando toda una gestualística diré que inconsciente de la seducción.

Todo es maravilloso hasta que te salta el yacaré a la yugular. Todo el mundo es bonito y estupendo hasta que tienes un encontronazo por un interés material concreto. Para muestra, sígase en esta estrofa: en el cyber del centro de juventud, tecnología ultimo modelo pero velocidad de conexión muy baja, se nos ocurrió pagar por adelantado 10 horas discutiendo el precio de 750 cefas hora exigido a 500 (para tener una referencia en Bamako se paga hasta 250 hora). El hombre nos cayó bien porque nos pareció un tipo crítico con la realidad malinesa y además de manager de la sala de ordenadores era agente de peage (enseñándonos para apoyar su información el carnet que lo decía; muchos africanos tienen esta costumbre de enseñarte su credencial para atestiguar su nombre o lo que sea). Fuimos una primera vez y trate de trabajar conectando mi portátil a un pequeño cable en un extremo, la falta de protocolo del IP me impidió hacerlo. Nos sentimos cómodos en el lugar a pesar de no tener una conexión de haute debit. De música de fondo estaba puesto Manu Chao. La segunda vez que fuimos mientras él llegaba dejé dispuesto el ordenador en el mismo rincón para poder hacer la conexión y mientras tanto me puse a trabajar en otro ordenador de consola del establecimiento. Despues de un rato oí un estrépito: la empleada tiró al suelo –he de suponer que por accidente pero no lo puedo asegurar- el ventilador y el ordenador con la pantalla abierta. No se escacharró de milagro. Pasamos 3horas y media aquella tarde con una conexión superlenta e insufrible navegando y tratando de poner al dia el lugar donde pre publicamos este libro. (definición tecno moderna de infelicidad: sufrir una conexión mediocre o lenta de internet en que la bajada de cada página se demora y demora). Cuando, al final de la tarde, le conté al jefe lo sucedido del incidente para que alguien asumiera los desperfectos no quiso saber nada alegando que solo los empleados podían hacer tal conexión, cuando en realidad él mismo me había autorizado a ella la anterior vez haciéndola yo mismo. No fueron necesarias muchas frases para demostrar su obcecación, la chica por su lado negaba su responsabilidad. Lo peor de ella es que ni siquiera había dado la menor muestra de pedir disculpas por lo sucedido. Una incompetente más en el universo de la incompetencia. Por añadidura nos enteramos que al dia siguiente de discutir la anterior vez un precio reducido para nosotros por el pack de 10 horas, se supone que especialmente, redujo la hora a 500, es decir el que nosotros pagábamos, con lo cual en mi opinión daba la curiosa talla de este sujeto.
Me sentí absolutamente estúpido al haber confiado en él. Una verdadera lástima, porque si tipos críticos como él actúan de esta manera diré que comercial ¿que se puede esperar de quien ni siquiera tiene la menor visión de empresa? En cuanto a su empleada (al parecer tiene una concesión por parte del ayuntamiento para explotar una sala con el servicio de internet) mientras yo trabajaba en el ordenador de consola y había dejado el mío en otra mesa pensé en un par de veces si era prudente. Corté mis propias reservas diciéndome que debía confiar más en la gente. ¡¿confiar?! Durante todo el viaje africano no perdemos ojo de nuestras pertenencias ni vamos dejando las cosas por ahí confiando que la gente sabe tratarlas o asumirlas. Una vez que lo hago me pasa esto. Me disgusta tener que soportarme a mí mismo con mi exceso de desconfianza, ahora me he dado cuenta que en realidad se ha quedado corta. A pesar de todo mi llavero, que suelo llevado colgado al cuello, además de la llave de contacto tiene 3 llaves de candados de otros puntos de la furgo para bloquear el volante y la puerta corredera. Abrirlos y cerrarlos cada día es agotador. Ese manojo de llaves representa mi único talismán útil y llevarlo significa hasta donde llega la medida de mi confianza urbana.
Preferiría no vivir ningún episodio de no onda con nadie en toda mi vida, pero basta rascar a la gente un poco mas allá de los jijijajases empáticos para encontrar auténticos monstruos de la insensibilidad. Como en otras ocasiones, que nos toca probar el hierro oxidado de los atropellos en condición de victimas, decidimos al menos dejar constatación en alguna parte para contrapesar un poco el peso de los errores, pero eso supondría tiempo de gestiones generalmente estériles. ¿Una carta de protesta como consumidores no indemnizados en el registro de la Mairie local? Tal vez. Escribirla no cuesta nada otro asunto es llevarla a registro. La gran división del mundo está entre la gente que resuelve problemas y la gente que forman parte de ellos, es decir que son los problemas mismos. Durante la discusión con el patrón de internet un usuario quiso entrar en la conversación. Estaba tan enfadado que a su primera frase lo eché: ¡silence, nous sommes suficients pour cette discusión!
La noche no terminó ahí. Salí tan enfadado que fui al dancing-club a beber media castel es decir una castel de 1/3, Vic me esperó en la furgo con las luces de warning puestas. Bebí solo y rápido (recordé a Ch.Bukovski y sus desgracias). Restablecido a mis constantes (mi tensión cada vez que me la tomo con un tensiómetro eléctrico, que compramos tras la sugerencia de Rocío que por su cardiopatía lo usa bastante, es de 12-7 y mis pulsaciones no pasan de las 60 por minuto) fuimos al Mahida a cenar. Por las noches nos hemos hecho comensales de plato fijo frites+huevos fritos que le enseñado como hacerlos a Fanta. Últimamente he substituido los huevos por carne de vaca que es bastante tierna. Un minuto para reconsiderar los huevos fritos. El estilo africano de hacerlos se parece a los revueltos que tampoco lo son. Es un intermedio entre una tortilla mal hecha y un huevo frito aplastado pero que tampoco es a la americana El resultado reduce sus magnificencias para el paladar. Los marroquís todavía tienen una disculpa porque utilizan una especie de platos de aluminio donde se les pega pero con una sartén antiadherente y con aceite de palma sobrado no hay disculpa para no hacerlo bien. Tómese nota: para hacer uno o dos pares de huevos fritos no se sucumba a la tradición hispana del aceite supercalentado de churreros salidos de madre; simplemente déjese llevar por la lógica culinaria del comensal salivoso. Póngase la sartén plana y sin ralladuras con un mm de capa de aceite cubriendo su superficie interior (la sartén va al fuego y para arriba, con el mango hacia el interior de la cocina y no sobresaliendo de su superficie, para que ningún crio que ande por las cercanías se le ocurra darle un manotazo y poner su cara de ángel a perder), sin demora y sin esperar a que se caliente demasiado viértanse uno a uno y separándolos, los huevos. Inmediatamente la alquimia convertirá la baba viscosa de la clara en una figura ovoide blanca de un blanco-blanco. Con una cuchara salpíquese la parte superior con el aceite que aumenta en calor, todo con sumo cuidado para cumplir 3 condiciones: 1, que la yema no se rompa 2, que no se cueza en exceso dejándola semicruda y 3 que los rebordes de la clara no se refríen y quemen. Entretanto aderezar con sal a gusto. El peligro de hacer huevos fritos es que queden con la clara semicruda con lo cual puede recordar la ingesta de mocos o la yema completamente cocida lo cual impedirá mojar el pan. Si hay una justificación para la existencia de la baguette es para mojarlo en un huevo frito. Ambas cosas convierten uno de los platos más mágicos conocidos en una verdadera catástrofe contra el paladar. Claro que hay comensales que tienen el gusto en otra parte de sus cuerpos que prefieren el huevo refrito y la yema supercocida convertida en una pelota de golf y el resto en una alpargata. El huevo frito tiene su importancia en la historia de la liberación masculina. Muchos hombres no se atrevieron jamás a abandonar sus esposas ante la amenaza de: “¿Dónde vas a ir tú solo, perfecto inútil, si no sabes ni siquiera hacerte un par de huevos fritos?” El sentimiento de inutilidad varonil ante este grito, ha explicado históricamente la consolidación de las parejas tras sus crisis pasajeras y la continuidad de su convivencia más allá de los límites razonables. Esta receta-paliativo de la ignorancia masculina dará alas a todo hombre que quiera estrenarse en su emancipación. Espero que no se me acuse de instigador a la disolución de las familias: célula fundamental de las sociedades patrimoniales. Ah ¡se me olvidaba! Todo el proceso se puede venir abajo sien el instante preciso de rescatar cada huevo hecho no se utiliza una espumadera o, mejor, una espátula de madera plana para pescarlo y depositarlo con sumo cuidado en el plato para que no se rompa. Toda la operación si se siguen las indicaciones se puede hacer sin salpicaduras desagradables que pongan a perder la ropa o levanten ampollas en el caso de que el cocinero practique nudismo durante esta actividad. Aunque breve la experiencia, las excelencias del plato recuerdan –en nuestro caso- escenas domésticas dejadas atrás en la metrópoli mientras cruzamos los dedos para que la peste aviar de la que suele haber alarmas de tarde en tarde en las latitudes que estamos no nos elija como víctimas.

En la mesa compartida con los habituales de otras noches: Cristina, Said, Fátima la mujer emergente y Carlos Muñoz un guatemalteco también de Oxfam sometido a la pasión de Said hablamos y nos descargamos de furias y malestares. Cuando se fueron Fanta, como tras veces, se sentó a nuestra mesa para hablar pero esta vez, sin darnos, respiró retomó el turno sobre convicción religiosa. ¡Mas de lo mismo no por todos los santos! No caímos en la trampa de la otra noche con Said. Que cada cual crea en lo que sea, en un crucifijo o en una alpargata, pero que se nos deje en paz. Las cuatro cosas que dijimos: aburrimiento de la vida eterna y que es posible vivir sin moral religiosa y con ética personal debieron trastornar a Fanta porque aquella noche a diferencia de todas las demás en su habitación mantuvo una conversación larga con Hussein. Si para un católico le debe resultar difícil aceptar que existimos una cuanta gente sin dios ni dioses, para un islámico todavía le resulta más incomprensible. En todo caso en su favor siempre diremos que sus cinco plegarias (ella las hace en la trastienda del pequeño restaurant) no dejan de ser una gimnasia oportuna para no dejar que las grasas se salgan de madre –estropeen la cintura-. Es una hipótesis gratuita, de hecho las clases altas africanas ostentan una obesidad importante, no deben servir de tanto sus flexiones ni genuflexiones.
Las religiones para quienes necesiten padres santones de alguna clase y la no religiosidad o la burla de aquellos para los que ya estamos condenados a vivir bajo el mismo cielo con tanto crédulo resoluto. Para nuestro horror, en el móvil de Fanta está la cara de Jomeini y al arreglar nuestra habitación en su casa encontramos un poster enrollado del mismo personaje cuyo recuerdo todavía mancha nuestra memoria. Que cada uno crea lo que quiera, sí, pero sin ignorar que determinadas creencias hacen de sus creyentes el abono mental indispensable para convertirlos en auténticos fanáticos manipulables. El infierno de los ateos confesos (condición que no me extrañaría que fuera tipificada como delito en el futuro) es soportarlos. Tarde o temprano la telaraña del creyente te atrapa tratando de explicarte que todo pasa por el dios único, que está en todas partes, etc (consúltense catecismos en caso de necesidad de ampliación explicativa).
Lo curioso de cambiar de registro cultural o etnogeográfico es que además de cambiar de espacio cambias de tiempo histórico, no porque el calendario de los lugareños sea otro, que lo es, sino porque su nivel de crecimiento mental también es otro. De pronto te ves sumergido en discusiones bizantinas (esa palabra siempre sale al hablar de confrontaciones ideológico-religiosas) que no llevan a ninguna parte, a ninguna conclusión compartida y a ningún acuerdo mutuo, salvo el de la esterilidad del tema y la incompatibilidad de continuarlo tratando. Lo peor es que son discusiones que ya has hecho en tu vida, en la época adolescente, con algún revival puntual para recordar el absurdo de reavivarlas. Durante la noche tuve una pesadilla autosacrificial: en una colecta de curia católica con todo el boato, a Vic y a mi nos dieron un recipiente especial – a modo de cepillo personalizado- para poner nuestros billetes al enterarse de que teníamos capital. A los demás les daban cucuruchos de papel o tubos de cartón de botellas de whisky para hacer otro tanto pero a nosotros nos dieron el envoltorio de un panetone para llenarlos. La fila de los obreros y campesinas estaba exenta de toda contribución ¡No, limosnas al clero no, antes una pira ácrata para quemar todo el dinero! Mi inconsciente fue muy claro. Me dijo: eres un ateo de mierda porque no estás dispuesto a dar un duro a los cuervos de las sotanas. No, no es eso, hay tipos excelentes en el medio: los benedictinos que conocimos, las carmelitas, los curas obreros, los de la teología de la liberación y tantos otros que dejaron su cuello por sacar de la miseria a la gente.
Me gustaría resucitar dentro de 3mil años solo un par de días para ver si la humanidad de ese supuesto despues, se hubiera librado de la idiocia colectiva de creer en ese tipo de más allá deífico. Entre tanto tratamos de vivir en sociedad sin sacar con toda la prudencia temas que pongan en evidencia lo poco que tenemos que ver los unos con los otros en el campo ideológico. Sinceramente, creo que la mayoría de temas importantes no tiene sentido tratarlos con metodologías dispares. Eso explica que la comunicación superficial termine imperando.
A diferencia de otros tiempos en los que era más dado a los debates y al ejercicio de la polémica –la oratoria no deja de ser otra gimnástica bucal y gestual- ahora me basta oír un par de frases de mi interlocutor/a como que ha sido enviado/a en misión espiritual u obedece ordenes directas de su dios, para dejar de tener interés en lo que pueda decirme. Prefiero que no me ilumine y concentrarme en cualquier detalle ordinario de la coyuntura: la mesa en la que estoy, las migas de pan sobre la mesa, la mosca que atraviesa la escena, el culo de la comensala de otro lado del comedor o el pretexto de cualquier ruido ocasional para ladear la cabeza. Eso no me describe como alguien serio: solo soy un superviviente. García Márquez ya definiió la vida como una sucesión de oportunidades para la supervivencia.

Despues de 17 días en Gao –el período continuado en la misma ciudad más prolongado de este año- declaramos ser unos culos no tan inquietos como se podía suponer. ¿Los nuestros? Bien gracias. Algo plano por tanto asiento y pocos paseos. Sobre todo el de Vic que salta de la silla rodante a las sillas sin ruedas salvo algunos metros con muletas. Un ano-grama informaría mas correctamente, de lo que puedo describir, de lo planos que están.

Metemos en los dos bidones azules todo lo que podemos, confirmado: tenemos cantidad de cosas que no vamos a usar, tanto por las que trajimos (dos edredones, una colcha, ropa de invierno,…) como por las que hemos comprado (no tantas: algunas telas y cestería). Volvemos a organizar toda una nueva bolsa con ropa que vamos a dar y con el cubículo interior mas despejado volveremos a las variables de la carretera. Una de las ruedas se deshincha después de algunos días o cientos de kilómetros –debe tener alguna perdida- y despues de los 2000 kms ida y vuelta a Zinder alguna clase de calamidad, pero soportable, en los bajos de cartón que cubre la maquinaria debe haber pasado. Aprovecho para limpiar el filtro con el tubo de aire y también para sacar el polvo de todo el motor. Eso del polvo lo llevamos francamente mal. Basta una sola tormenta con las ventanas abiertas sea de la habitación o de la furgo para que todo se ponga perdido. Vic protege las cosas desplegando telas encima. Eso dificulta encontrar las cosas pero es un mal menor. Los bidones estancos protegen muy bien lo que lleven dentro. Contrariamente, lo que está dentro del cofre se ha llenado también de polvo por las rendijas.
Tras mi consulta por email con Paul Musiba de St Jean de Dieu y Anna Cirera, ambos médicos, acerca de mi reacción epidérmica, el uno me confirma el mismo diagnostico y receta las mismas cosas que el técnico sanitario del dispensaire de la paroise y la otra- con diversas temporadas como profesional en diversos puntos africanos- conjetura la posibilidad de que tenga la viruela o la sarna sin preguntarme mas detalles por el síntoma. Recuerdo que en la época en que trabajé como auxiliar sanitario en un hospital, el medico mas primerizo seguía un exigido protocolo de indagación del síntoma independientemente de las quejas del enfermo para poder apostar por un posible diagnóstico. Afortunadamente no soy aprehensivo o me sorprendo no siéndolo tanto, en caso contrario estaría perdido. Conservo las indicaciones que me da con respecto a productos alopáticos que tomar pero no me abalanzo para conseguirlos. Estoy seguro que en cuanto me aproxime a la costa atlántica mi piel podrá volver a ser tan suave como siempre y libre de alfileres. Por su parte Vic también dice experimentar sus pinchazos en determinadas partes de la espalda aunque no tiene mi granizada. Si tomas en serio la medicina estás perdido, hay que tomarlo como lo que es: un oficio probabilístico con bastante de azar que unas veces cura y otras mata. No es como la ruleta rusa pero, bueno, tiene algo de apuesta de casino. El médico recetario consciente de su papel debe ser el primero que sabe que se dedica a probar con un producto u otro para ver si acierta con alguno mientras el enfermo doliente pone la cara de pato que le corresponde a su rol. Ni Vic ni yo somos adeptos hospitalarios, ella por su caída y yo por mi reacción epidérmica no hemos hecho nada para consultar a verdaderos especialistas. Más ella que yo tiene a veces el pronto de boca de decir de ir alguno. Para mi mencionar la palabra hospital es como mencionar la bicha aunque no por eso he dejado de ir durante mi biografía varias veces cuando me he visto en las últimas. Las flores con espinas no son solo para los médicos, también las hay para los psicólogos, mi gremio. Una amiga que ha tenido que rescatar a su hija tras brotarse y ser ingresada de urgencias en una unidad psiquiátrica me cuenta por email que una psicóloga tras restablecerse la chica le cuestiona a ésta y culpabiliza por pagar un alto precio, el de su disfunción, por sostener una relación de pareja caótica. ¿Eso qué es psicoterapia o una técnica con berbiquí aprovechando el agujero del oído para rebanar el tímpano y horadar tejido neuronal sin necesidad de trepanación?

En Gao podíamos haber encargado un mecano extra en substitución del que se le estropeó la pieza de titanio, último grito. Nos pasamos un rato largo con el ortopeda midiendo las posibilidades. Necesitaba 7 días y 35mil cefas. Disponíamos de ambas cosas, Como no se podía poner inmediatamente manos a la obra por un entierro de un familiar que lo iba a tener tres días fuera del trabajo (los entierros paralizan la actividad profesional no porque los muertos lo quieran sino porque los vivos se empeñan en continuar con sus tradiciones improductivas). En el intervalo reconsideramos la posibilidad y la desestimamos. Cuando fui a informarle me sentí mal. Tal vez pensó que no queríamos arriesgarnos a confiar en su habilidad como técnico. La verdad es que el mecano de substitución sobra para los pocos pasos que da Vic al cabo del día. No sabremos si el bitutor encargado hubiera funcionado mejor que los de los ortopedas de Barcelona cuyo precio es el antedicho multiplicado por 50 (no hay un cero de más, he dicho cincuenta), evidentemente con materiales distintos.

Llevamos ya una buena temporada que vivimos sin espejos. No sufrimos tanto como la hija de Lope de Aguirre, cuando iba con sus marañones tras la alucinación del Dorado, por no tener el suyo y no nos podemos llevar sorpresas por la falta de condiciones de estatus para gente de nuestra alcurnia. Compartimos cuartos de baño con cucarachas, ratones que se han ahogado en el wc en una arriesgada maniobra para beber y con dragones o margullás. Todo está bajo control. Vic ruge algún grito ante una fiera extraña pero la verdad es que no pasa de ahí la cosa. No nos ha mordido, por ahora, ningún animal venenoso salvo el ser humano. Por si acaso llevamos la antirrábica incorporada.

En la reorganización de nuestras cosas aparecen las dos armónicas de blues que solemos llevar de viaje. Improvisamos algo a dúo. Luego Vic retoma sus ejercicios de clarinete después de un periodo depre de ausencia de ensayos. Aprecio que menos grados de temperatura y algo más de humedad nos devolverán a nuestro ímpetu robinsoniano de siempre. Mientras yo tecleo en el ordenador el clarinete pone una constante de familiaridad ahí donde estemos.
Antes de ir a cenar pasamos por TiziMizi a beber cerveza, la bebo yo, Vic ha dejado de tomar y no toma nada y he substituido la grande de 66cl por dos pequeñas de 33cl cada una para asi conservarla mas tiempo frías. Como hace unos cuantos días que no aparecíamos por allá nos saludan como si fuéramos los clientes pródigos. Uno de los parroquianos que viste una chilaba y conduce un mercedes se queda quieto-parado cuando ve que llevo en mis manos unas cuantas cajas de equinácea y otro par de medicamentos. Se queda un rato esperando a que le de alguno aunque no sabe qué es ni para qué sirve. Pedir por pedir. De niño le dirían, como a tantos otros: el hombre blanco tiene mucha pasta, cada vez que veas a uno pídele algo para ti. Una vez hombre se ha quedado fijado a ese grabado cerebral. En honor a la verdad es que muchos niños tienen la iniciativa espontánea de ayudarte en cuanto te ven aunque su ayuda sea más intencional que funcional.
En el Mahida, desde que invitamos a la mujer emergente a nuestra mesa, no hay noche que no la comparta. No habla mucho, pone su gracia sexy y punto. Suele pegar el oído al móvil para escuchar, suponemos, que mensajes o reescuchar el mismo una y otra vez. Le regalo un chaleco negro muy bonito con partes de red. Se lo prueba pero encima del top que lleva. Si hubiera habido por mi parte una posible intención subliminal para que con el pretexto de la nueva prenda sacarse la puesta para probárselo me habría llevado un chasco. Vic me recuerda que no paso de ser un blanco y además un viejo verde. Las frases hechas como ésta descolgadas de una literatura rancia pueden llegar a ser muy crueles, ¿Verde yo? No, yo no soy un alienígena de UMO. ¿Viejo? ¿Que es eso? El tiempo es algo que miden los relojes y yo no llevo reloj de pulsera ni de móvil.
Despues de la cena otro paseo por la misma calle hasta el final. Nos detenemos en una tienda que venden bebidas frescas y productos en conserva perfectamente ordenados en la estantería de la pared. Lo lleva un tuareg de piel muy clara. Está acompañado por un kurdo que ha traído un camión y una maquina de perforaciones hasta 100 metros para obtener agua. El moustache y los ojos claros del kurdo enseguida nos atrapan. Inmediatamente nos aclara su nacionalidad. Los kurdos repartidos por cuatro países siempre la aclaran, no se identifican con los países que habitan: Turkia, Irak, Iran o Siria. Su histórico conflicto con los estados que no los reconocen como pueblo seguirá acompañándonos las siguientes décadas de este siglo. Balbucea un poco de inglés y entre ellos se entienden en árabe. Se llama Amurar, e contamos un poco el recorrido que hicimos en verano pasado por Turquía y por la zona kurda jamás aceptada por el gobierno turco y que sigue bajo control de la Jandarma.
Nos gustan este tipo de paseos en los que nos detenemos en cualquier parte y apuntarnos a la conversación de los tertulianos que sea que paran la fresca. Casi ya a las 10 de la noche volvemos a casa trayendo a Kalla que representa en su silencio, una vez más, el fracaso de la intervención blanca en el continente, la nuestra. Kalla no ha aprendido a atarse el cinturón despues de una semana de subir a la cabina ni de decir hola o adiós o gracias en bambará o en francés. Es una niña que antes de ser mujer ya manifiesta toda la torpitud de un cuerpo explotado, que trabaja de sol a sol, que anda torcida y arrítmica, que nunca sonríe y que da mala imagen, en nuestra opinión al restaurant, pero que es la que se ocupa de las patatas fritas que nos comemos y de otras muchas cosas. Es la perfecta esclava, hija de esclavos y probablemente madre de esclavos, no los de los grilletes de hierro forjado sino de otros mucho peores: los esclavos de mentalidad que al poco tiempo de estar en la capa de la tierra no tienen la menor esperanza de librarse de sus yugos; aquellos otros, al menos, se rebelaban contra los esclavistas y les asistía el ansia de la libertad. El negocio en popa del restaurant de la mujer de la sonrisa permanente permite contratar a una segunda sirvienta que, siguiendo la pauta de Kalla, sin decir esta boca es mía, se nos cuela en la furgo para que también la llevemos. Blancos, tontos. Me molesta esa actitud de usuarias de autobús. Llevamos también a esta segunda pero no sin perder la conciencia de que hacemos de primos. La niña tampoco dice en sonido alguno hola, adiós o gracias o hace el menor intento de comunicación. Presuponemos sus futuros vacios, serviles y llenos de ignorancia antes de empezarlos. No dudamos que representan una parte del Mali de los años venideros. No tenemos el menor sonrojo en poder hacer esa clase de previsiones a tan largo plazo.
En un gesto de alcahuetería que no suelo tener presenté Amuar a Cristina, que se ocupa de un plan de perforaciones de agua cerca del Níger para potabilizarla, por si había la posibilidad de que aquel consiguiera un contrato con Oxfam. Una de las razones entre otras muchas de desnutriciones y enfermedades que precipitan la mortandad infantil es el uso de agua directa del rio no apta para el consumo por sus bacterias. Un agua de pozo aunque sea cerca del rio pasa por los filtros naturales de las arenas, arcillas y minerales del terreno incrementado su potabilidad.

Durante estos días en la casa que hemos estado los portazos de varias puertas del patio han sido una constante. Nadie ha tomado la precaución de ajustarlas o sujetarlas, tampoco nosotros, son puertas de chapa cuyos estruendos molestan o te despiertan en medio de la noche. Por otra parte los vecinos son encantadores, aunque nuestra comunicación no ha pasado de las sonrisas y de decirnos los nombres.
En el TiziMizi el chico de la chilaba que conduce un mercedes en realidad lo compró usado en Bélgica. Se ocupa de comprar varios y fletarlos por barco hasta África. Vive de eso, es su modo de vida. Si lo hacen los extranjeros trayendo sus viejos coches escacharrados para venderlos de ocasión ¿Por qué no pueden hacerlo los nativos adelantándose? A Vic le cae mal porque cree que es un mafioso.
Escena doméstica: Vic recicla unos pantalones de algodón verdes semioscuros sencillos de esos que llevan una cuerda como estrangulador a la cintura para que no se caigan poniéndoles pedazos de telas de colores recicladas. Los jeans son totalmente inútiles para aquí tanto por el calor como porque cuesta mas ponérselos y sacárselos, teniendo en cuenta que a cada rato me desnudo para tomar una ducha es mejor usar esos otros. Tenemos varios que vamos a convertir en pantalones de payaso. Creo que salieron de la primera bolsa de ropa para dar que he reservado para mí. Nos hacemos compañía muchas horas en la habitación donde seguimos pasando el dia y de la que no salimos, la mayoría de veces, hasta el anochecer momento en el que la luna nos autoriza a ver mundo.
Mohamed, un tuareg de una familia de artesanos, al que le compramos un par de cosas nos acompaña hasta su casa. Vemos a su madre como trabajo la piel de camello. Lo prodigioso de su taller es que con una fragua manual hecha con dos tubos de metal y dos bolsas de piel con las que producir presión de aire y un par de hierros clavados en el suelo usados en forma de yunque pueden hacer lo que hacen: cuchillos, sables, collares, anillos. Las familias comparten un espacio recintado con varios lugares para dormir. En el interior de las casas tradicionales, las bogú, no se están tan mal. Se tiene la sensación de estar dentro de una jaima, Aguantan las tormentas y no se cuela el agua. Las casas mas solidas de banco son frescas y el tejado se hace utilizando vigas de madera que ya son escogidas por su especial forma curva para que asi en forma de arcos naturales tengan mas resistencia. Mohamed nos acompaña hasta una fiesta touareg por el nacimiento de un bebé. Todas las mujeres sentadas en el centro del patio y a un lado los hombres que cubren sus caras discretamente. La música que suena por el altavoz es estridente y sus movimientos son torácicos y de brazos todo lo que permite hacerlo estando sentados. Admiten nuestra presencia sin más. Luego visitamos el Camping Tilifanso donde Arbert N’ Diaye su mánager nos acompaña un rato en la mesa.
En el Mahida una ronda de fotos con Cristina y Said, con la cámara de están no es posible porque el partido televisado de football ya ha comenzado. Nuestra cámara ha terminado por escacharrarse del todo. Vic se ducho un par de veces sentada en la silla de ruedas con mi bolsa en su respaldo, en la cual a parte de otras cosas había la cámara. Su protesta ante la humedad se ha traducido en quedarnos tirados. De todos modos ya no tenemos tanta necesidad de sacar fotos de todo como al principio de este año. Las escenas con las que nos vamos encontrando las tenemos perfectamente integradas en nuestras cabezas como ordinarias y normales.
[1] tomado de Ignacio Carrion. Alabado sea yo temas de Hoy Madrid 1998

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Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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