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PSICONEWS

domingo, 9 de noviembre de 2008

Eritis Mihi Testes

Jean Louis y Christine. Jovenzuelos abuelos trotamundos de más de sesenta años
Centro l'Aliance: jambés y tam-tams
Kaolack 8 noviembre 2008
El dia de todos los muertos, el siguiente es el de todos los santos (`primero se muere, despues se hace una selección –alguien debe hacerla- para los santificables) dejamos el patio de los teófilos para ir a un cyber. Como muchos cybers no tenían el office 2007 con lo cual no pude abrir documentos guardados con la versión posterior. Mientras Vic se quedaba una hora más (1000cefas 5 horas entre los dos) fui a reparar mis desgracias comprando un mouse en un establecimiento del mercado próximo, ya que desde el día anterior no era reconocido el que usaba por mi hp. También compré un pack de 50 cds grabables olvidándome de que los últimos que compré en Tenerife, dejados en un estante que les daba el sol se echaron a perder en su mayor parte. Ese pack tiene la curiosidad de tener una tapa y una base simulando ser una caja cilíndrica que los contiene. Cuando abres el celofán te los encuentras todos desbaratos porque eso, el envoltorio, era la única pared que los sostenía. ¡Chapeau por los comerciales, cada vez consiguen golear más al público! Seguro que a mí sí, que soy un tonto de campeonato y no dejo de sorprenderme con qué facilidad me dejo enredar. Al menos conseguí un mouse de reposición. Despues de caérseme de la mesa cincuenta o cien veces el que traje de España y estropearse, y caérseme otras tantas o más el de Vic (a ella le basta el cuadro magnético desde el que mueve el puntero con los dedos y me prestó el suyo) hasta, lógicamente, estropearse también, voy por el tercero. No iba a poner en el oscilatorio mi felicidad por no tener uno.
Despues de cuatro consultas bancarias, un envío postal, un par de tentativas fracasadas enviando emails a la embajada española que tiene publicadas direcciones de email erróneas –lo mismo en su delegación para Senegal que para otros países africanos- , enviarle un par de notas a Baffour, una carta pendiente a Almu, una inserción de un capítulo en este blog y poco más, nos instalamos en l’ Alliance Franco Senegalaise donde Moussa Colli, un amigo ya, nos facilitó la entrada a pesar de estar cerrada para el público. Moussa estaba saliendo de una de sus dos o tres recaídas palúdicas por año que trata con raíces e hierbas y formas tradicionales. Su semblante de filósofo de baobab le dan una patina de dignidad que supera la de otros muchos guardeses que hemos conocido. Un guardés es una figura africana épica. A través de sus ojos se conoce la realidad africana desde el punto de vista del que ve mirar los acontecimientos sin sorprenderse por ninguno.
Ese dia, en l’ Alliance, había una puesta en escena de los grupos de danza, un casting de cuya selección uno debería reunirse unas semanas despues en el mismo sitio con los de otras regiones del país. No hubo corriente eléctrica durante toda la tarde y no pudimos hacer nuestros trabajos, pero estuvimos entretenidos con los trasiegos de las bandas de percusión y baile. Conocimos a Bass, el jefe de una troupe de Salsa, encargado además del sistema de sonido musical de ese centro cultural y con una actuación esa misma noche en un bar. Tiene su propio pequeño estudio de grabación. También tiene un pequeño restaurant que lo lleva su nurse o su hija mayor. En África todo el mundo o mucha gente tiene empleados. No necesita más de 50/70 euros mensuales para pagar su sueldo.
Nos reconocieron y dieron la bienvenida los otros guardeses de noche. Quedamos en irla a pasar dentro de nuestra furgo delante de su establecimiento y a la mañana siguiente repetir otro desayuno con nuestro té tal como lo hiciéramos en la última ocasión. No negaremos que el hecho de ser reconocidos nos congratula. A nosotros nos cuesta más reconocer a gente de color negro. Por otra parte nuestras pintas (Vic embastonada y yo con barba blanca y cabello ahora largo) y nuestro vehículo, con los dos bidones azules, no dejan lugar a dudas de quiénes somos.
Nos fuimos a otro restaurant libanés despues de un dia no muy rentable. Las flags nos esperaban. El sabor de la flag de 66cl es volver a los viejos tiempos. 5,2% de puro spirit. De aquí a la levitación espacial. Un 1% más que la Gazelle. Es una ironía que con lo poco patriota que soy me haya hecho fiel de marca de uan cerveza que tiene por nombre uno de los conceptos claves de las patrias. Todo lo que hecho en mi vida por una bandera fue enredarme un dia llamado de la jura de la susodicha, un dia de viento, con palcos para familiares y todo para ver como sus niños se hacían hombres en ese acto simbólico en un campamento zaragozano bajo un sol tórrido. Creo recordar remotamente las rojigualdas de España y Catalunya. La que conservamos de Pace en la furgo como visillo no cuenta. Eso es justamente lo contrario, es una antibandera que no está para lo diferencialismos nacionales y está por una paz mundana para beneficio de todos sus residentes: humanos y no humanos. (nota del redactor: los no humanos incluyen los ex inhumanos y otros animales de las faunas existentes)
Anouar, su mánager, otro libanés nacido en el país, nos facilitó una toma eléctrica despues de la cena, antes nos había dicho que no tenía ninguna en todo el local, algo sorprendente e increíble que nos dejó descolocados, especialmente por la pronto respuesta del no (nadie sabe a voz de pronto cuantos enchufes tiene en una habitación suele haberlo olvidado). Anuar tenia de invitados un grupo numeroso de monjes carmelitas, que al principio confundimos con los benedictinos de Keur Moussa. Con uno de ellos, Jean Sebastien, hablé. La mejor opción es la fuga mundi dado el mundo existente pero no deja deser agradable encontrarse con unos cuantos fugados de esa fuga en un local público como éste, le dije más o menos.
Vic y yo nos sumergimos en nuestros respectivos monitores. A cada rato, ella, para su propio diario existencial o crónica me preguntaba el nombre de algunas personas que habíamos conocido o como se escribía handicapé o aval. Le Brassero, el local de Anouar, cierra temprano, hacia las 22h. Volvimos a la calle sin las tareas terminadas, medio cenados y descargados del peso de otros 9mil cefas. En la calle, la voz solista de unos de esos fanáticos pro marabú que tienen cabellos rastas, bajo una carpa, con un micro junto a un enorme bafle impedía que la gente durmiera en sus casas. Admiramos la voz del chico aunque no entendíamos nada de su cántico. La figura de estos promarabunianos es un tópico senegalés. Suelen vestir bien, con sus melenazos recogidos dentro de gorros de colores que parecen de lana y con un bolsito de cuero colgando al cuello con la foto de su ídolo. Un tipo que en la foto tiene pinta más bien de pordiosero. Son unos idólatras jeta que alimentan a su pope y su infraestructura desde todos los puntos del país. Suelen ser puschers, presionadores. A los extranjeros no nos molestan, seguramente porque en eso no encuentran blancos tan tontos como para alimentar fabulaciones religiosas. Si les preguntas qué caramba están haciendo molestando a la gente pidiéndoles dinero ponen cara de enfado y toman lo que dices como un agravio. Me recuerdan las primeras juventudes hitlerianas. En cuánto puedan desembarcarán en distintos puntos del mediterráneo en la orilla norte y nos comerán crudos o nos reciclarán como adobe (lo de hacer jabón con grasa de judíos ya no se lleva) para levantar más mezquitas.
En l’ Alliance compartíamos nuestro té turco, miel hispánica, incomparablemente superior a la burkinabé, y aceite de oliva con pan y sal, explicando esa tradición con los empleados de la casa, que en nuestro honor montaron una mesa con varios trozos de tela achinchetados para simular un mantel entero. Lo propio es la mantequilla y la confitura pero eso tiene dificultades mayores para el transporte. Además, desde que estoy con Vic su ritual de pan con aceite me ha ido calando como algo propio de nuestra gremialidad. Tómese nota: el aceite no se vierte sobre el pan, algo más propio de racanerías o economías bajas, o para escolares de 12 años en su merienda de las cinco de la tarde, sino que se vierte generosamente en un plato plano (desestimar bol, vaso o plato sopero) en el que los comensales enjuguen el mendrugo de pan, del que se han dotado previamente, en gesto cofrade y guiño de complicidad para luego sazonarlo con el salero. El rato permite referir los orígenes de esa tradición propia de mesa puesta para mesías y discípulos, a los tiempos de la postguerra incivil española en que las clases menos afortunadas no tenían grandes despensas de las que echar mano y llenaban el buche con simplicidades culinarias como ésta. En realidad eso era el acompañamiento de resistence al arenque. Actualmente el arenque aspira a competir con los precios del salmón o el bacalao y todo pedido de pan con aceite en una cafetería desmonta los planes de los profesionales de su cocina o de sus camareros, acostumbrados a una lista limitada de vocablos de parte de la demanda. Antiguamente los restaurantes, en su inmensa mayoría, tenían la aceitera y las vinagreras junto al salero y al pimentero repartidas por todas las mesas. Lo primero que servían mientras los comensales ordenaban y quedaban a la espera de sus platos era la cesta del pan. Los más hambrientos embadurnaban las rebanadas con el aceite para reponer sus calorías gastadas durante la mañana, esa operación solía poner a perder los manteles. Gradualmente ese servicio extra fue desapareciendo de la gastronomía popular. Un mismo artilugio de vinajeras pasó a servir para abastecer a varias mesas. Los mismos parroquianos debían pedírselas de una a otra. Por su parte la aceitera ya no contiene aceite de oliva sino de soja o de girasol, y la vinagrera no hace honor al de Modena. En cuanto al salero si te descuidas está vacía. Te queda el consuelo de un par de granos de pimienta para entonar la comensalía. No discutiremos que la pérdida de beneficios por ese goteo de aceite de oliva cuando los establecimientos eran mimosos con sus clientes, llevó a la famosa crisis de la restauración de los años del hambre.
Para los paladares habituados al aceite de semillas o de palma, el aceite de oliva necesita un curso de introducción (si se hacen cursos de cata de vinos por qué no iban a hacerse de aceites. En realidad las cartillas alimentarias deberían incluir la educación del paladar: quien saborea mejor lo que come le alimenta más gastando menos, algo muy catalán). Nuestra despensa todavía tiene la suerte de mantener exquisiteces de los sabores queridos. Como andamos sobrados podemos compartirlas con quienes nos caen bien. Al niñato mental, que nunca falta por los alrededores, que antes de decir su nombre dice l’ argent, por todo sonido articulado, simplemente nos reímos, o no le hacemos ni puñetero caso y no le contestamos. No suponía que de la malicia, la nuestra, se pudiera hacer arte.
Nuestro plan de día dependía en parte de la estabilidad del fluído eléctrico y de las comunicaciones. L’ Alliance siguió cerrada el domingo. Por la mañana apenas hubo gente pero por la tarde vinieron los grupos de voz acompañadas por tam tams. El equipo de grabación no pudo funcionar, tampoco los micros y altoparlantes. Hicimos de público atento y tomamos fotos. Le preguntamos al vecino de asiento unas cuantas palabras de wolof por las que nos pidió un regalo a cambio que no consiguió dada su insistencia. Las pocas palabras que hemos recogido de los idiomas nativos con los que nos hemos ido encontrando no las hemos usado. La verdad es que es lo primero que hay que hacer cuando llegas a un país. Solo lleva un rato de clase, de memorización y de ensayo y es una deferencia para contactar con la nueva gente que se va conociendo.
La suspensión eléctrica al anochecer fue en toda la ciudad. Nos fuimos a refugiar de nuevo a Le Brassero donde ya tiene varios lumigás fijos sobre torretas de madera repartidas por las salas. En el local predominaba la clientela blanca. Invitamos a compartir a nuestra mesa al único cliente negro y solitario que había posicionado en la mesa de al lado. Trabaja con oro y plata para hacer joyas. Cuando ya nos íbamos Anouar nos alarmó diciéndonos que nuestra furgo había dejado una gran mancha de aceite delante de su puerta donde lo habíamos estacionado la noche anterior. Inmediatamente observé los bajos con ayuda de la linterna sin ver ningún resto de aceite reciente. En el suelo tampoco me pareció que hubiera rastro de esa gran mancha reciente que él nos dijo. El aceite en el suelo de la calle por mucho que se limpie siempre deja una señal oscura y el alcance bien marcado de su perímetro. Anouar consiguió descolocarnos otra vez.
Los lunes l’ Alliance es dia de cierre también a pesar de que puede haber tanta actividad como el resto de los días. Amadou, el bibliotecario, también viene aunque la biblioteca está abierta a partir del martes tal como sucede en otros muchos países. Acostumbramos al personal a nuestros desayunos con pan y aceite. Descubrimos que en Senegal también hacen un pan mas consistente que el pan aéreo, es más bueno y más barato (100 francos la barra). El ritual del pan mojado en aceite y sal con el té endulzado con miel formaría parte de los sabores ligados al recuerdo de nuestro paso por el lugar.
Bass, del cyber de la misma calle, vino a saludarnos a la furgo preocupado por si era suficientemente seguro pasar la noche en la calle. Le aseguré que era el sitio más seguro de Kaolack. Mis faroles como éste deben ser creíbles porque nadie los discute pero la pregunta que se nos repite es un indicador de la desconfianza que los ciudadanos tienen con los ciudadanos.
Después de 3 días de usar distintos rincones de l’ Alliance, por fin llegó un martes en que abrieron la biblioteca. Antes, una flota de limpiadoras vino a barrer los suelos de tierra y los de los enlosados. A una de ellas, Fátima, exuberante, le propuse que se uniera a la nómina de invitados a té, en esta ocasión con melaza en lugar de miel, lo cual le da un aspecto mucho más denso y queda totalmente negro aunque de un negro diferente al del café. Repartí los vasos con un plato bandeja a cada cual en su trabajo. Vic y yo nos quedamos tomándolo en la furgo por tratarse de día laboral y no ser apropiado hacer el despliegue de la mesa de desayuno ante la puerta de entrada de la biblio.
Al otro lado de la calle de l’ Alliance descubrimos un pequeño restaurant esquinero llamado Kewelgui donde comimos, despues de varios meses, el famoso arroz con pescado. Excelente. Compartimos mesa con otros comensales nativos. A diferencia del restaurant para blancos la comida fue barata, buena y nos satisfizo.
A Bass (Pape Bachir Bèye) lo acompañamos a su estudio de grabación, que lo tiene instalado en el centro cultural regional. Sus carteles a todo color, los de su grupo Prim Jazz (ya con cds editados en el mercado y un dvd terminado financiado por el instituto francés de cultura, a punto de recoger) y los de su esposa, Adji Diana Diang, dedicada a la música tradicional, bellísima y exuberante en foto, conocida en el país, además de los artículos en prensa que hablaban de él daban la talla de su proyección artística. Se nos fueron los deseos proponiéndole que hiciera gestiones para venir a algún festival de jazz en España.
Su estudio nos puso los dientes largos para pensar montar uno nosotros cuando volvamos a España. Si queremos seguir con la idea de las grabaciones no podemos continuar haciendo el ridículo con nuestro mini micro sin base, que apoyarnos con uno de los bolsos y envolvemos con papel higiénico para neutralizar el impacto ventoso de la voz. Cuando auditamos algunas de las grabaciones que venimos haciendo, (solos de armónica, voz rapsoda y estrofas cantadas), una bofetada de realismo nos puso firmes: demasiados ruidos e interferencias no controlados. Yo a disgusto con mi voz y algunas estridencias con la armónica por, probablemente, acercarla demasiado al micro. Vic salió más contenta al escuchar la suya e incluso cree sorprendente el resultado al compararlo con otras audiciones de música de cds hechos en estudios de grabación en condiciones. Despues de tener nuestras dudas decidimos continuar con nuestra inercia diría para concedernos este tiempo de prácticas que a la postre sirve para corregir los poemas originales, algunos de ellos no revisados desde hace más de 10 años. Bass nos propuso que alquiláramos su estudio (12 horas seguidas por 50milcefas). Se lo desestimamos. No está terminado y sus bafles tienen ruidos de conectores, tampoco controla del todo la grabación y dijo que le faltaban algunos elementos técnicos. Tengo entendido que existe soft de edición de sonido para corregir sobre el espectrograma los ruidos indeseados de fondo, claro que a costa de afectar la voz o el sonido musical de nuestra mano.
La experiencia de viajar y trabajar al mismo tiempo nos ha hecho perder la poca vergüenza que nos quedaba. Cualqueir lugar lo podemos convertir en oficina. Ponemos la voz y la armónica como dos locos ajenos a sus entornos entrando en una especie de danza al alimón aproximando nuestras bocas (una despues de otra alternamente si no queremos chocar) al mini micro. Quien quiera que sea que nos vea solo puede comentar ¿y esos locos de qué locura van? Como no nos suelen trasladar la preguntar tampoco la contestamos. De acuerdo con el principio metafísico-eufórico universal de que no hay un día igual a otro aceptamos las variables de cada uno. Mientras estábamos de únicos usuarios de una de las salas en la biblioteca vino una pareja de franceses recién llegados al país. Despues de un rato de conversación y dada la proximidad de las 13h (hora de cierre al público del establecimiento) les propusimos compartir mesa en el restaurantito cercano recién descubierto. Mientras Vic les hizo de acompañante yo aproveché mi último cuarto de hora para terminar de escribir lo que tenía entre manos. Jean Louis Moy y Cristine hacen la agricultura biológica, están jubilados y se ocupan de una asociación relacionada con el turismo rural. Tienen una hija que vive en Brazil y viajan con lo puesto o equipaje usando los medios de transporte público y sometiéndose a todas las variables del mismo (horarios que no se cumplen, pernoctaciones forzadas y sin preaviso sobre la ruta).
En la conversación con ellos afirmé por primera vez la palabra racista aplicada a un argumento que empleé interpretando una africanidad sumisa. A veces no te das cuenta de lo qué eres, lo qué sabes, o en lo qué te posicionas hasta que expones tus ideas en público durante una conversación o una exposición verbal. No me esconderé de las palabras malditas por el hecho de sus connotaciones lesivas por interpretarlas sesgadamente subestimándolas en todo su valor semántico. Afirmé que no hemos conocido africanos rebeldes en todo el camino, que nunca hemos visto la escena de nadie enfrentándose a los ultrajes autoritaristas de los controles, que no hemos conocido o escuchado una sola opinión revolucionaria, mucho menos alguien implicado organizativamente para presentar una alternativa política en su país, que hay algo de la condición africana puesta en la permanente expectativa, en la ayuda exterior. Afirmé que hay algo propio de la esclavitud en el alma africana y evidente sus limitaciones. Todo eso son ideas que podrían subscribir la tesis de una raza inferior si no fuera porque hay una inteligencia demostrada y las múltiples habilidades. Esos dos extremos me mantienen en observatorio de valorar las diferencias de las razas para no impugnar a ninguna pero sí para discutir sin concesiones la negligencia y la desidia tan extendidas. Un dato proporcionado por Francisco García Omedo[1], a propósito de la revolución Verde, sostuvo que entre 1980-90 la disponibilidad de alimentos creció en todo el mundo menos en la África Subsahariana.
Al final del día cuando la biblioteca cerraba nos íbamos a beber cerveza y a cenar. La última experiencia en el establecimiento de Alex, el libanés, nos puso a militar en el químico wc de la furgo. Habíamos pedido espaghettis a la bolognesa. Nuestra encuesta previa para saber como los entendían no fue suficientemente rigurosa. Cometimos un error que un viajero no se puede permitir jamás: pedir el mismo plato que todos los de su grupo. Hay que actuar como los pilotos aeronáuticos. Tengo entendido que el piloto y el copiloto en vuelo comen comidas distintas para reducir la probabilidad de los efectos terribles en el caso de que la comida venga en mal estado. Un comensal sobre aviso no significa que sea menos vulnerable que otro. Puede hacer sus pesquisas pero una comida servida tiene dos momentos distintos: el de ser ingerida y luego su impacto intestinal. El caso es que los fideos (o espaghettis cortados) que tomamos no estaban tan mal. No sospechamos que un par de horas después las protestas de nuestros vientres los expulsarían estentórea y desagradablemente. Al otro lado de nuestra ventana abierta en la furgo, una pareja que se estaba pegando la pava a dos escasos metros no sospechó que lo estábamos pasando francamente mal. En esta ocasión no iríamos a decirle a Alex lo sucedido. La primera vez que estrenamos su local, Vic le explicó que la relación entre una hamburguesa y el sándwich que la contiene tiene que ser proporcionada y que este no tiene que ser una manera de ocultar la inexistencia de aquella. Es obvio que aunque se de una empanada de papel con salsa eso tiene su categoría comercial porque el personal se lo traga todo. No dudamos que eso que se llama experiencia de la vida incluye pasar por no pocas desagradables experiencias.
Mientras estábamos con nuestra cerveza y huevos duros, un aperitivo, estacionados frente al depósito de bebidas uno de esos vendedores de collares que antes de preguntarte si estás interesado en su mercancía ya te ha hecho todo su despliegue, lo tuvimos entretenido que nuestras contraofertas. ¿Quieres comprarme éstas bolas chinas? Le dije, enseñándole todo lo que se puede hacer con dos bolas de acero en la palma de tu mano manteniéndolas en movimiento. Pasé de ofrecérselas de 40mil cefas a 50mil al comprobar las muchas prestaciones que tenían: relax, concentración, sensualidad por el calor que acumulaban durante el día. Nuestro gesto le puso los pies en polvorosa pronto.
Al día siguiente seguimos haciendo vida normal, como si tuviera algo de normal nuestra vida. Soulimán, que significa Julio, un veterinario vecino de la calle vino a saludarnos después. Una hija en Barcelona, casada con un nativo de allá y su situación legalizada. Un hombre feliz que nos suministró terrones de azúcar para la invitada general. Fátima vino a tomar el té con nosotros y la introduje a las gustosidades del pan con azúcar. Descubrimos que al pan de aire (más caro y curiosamente más apreciado por los consumidores) hay otro pan, más del estilo gambiano o de Bissau, llamado tapalapa, que es más pequeño y denso, con más miga y con posibilidades.
En la biblioteca nos convertimos en unos usuarios privilegiados. No teníamos que deshacernos de nuestros equipajes en la recepción y consigna. Yo llegaba con mi carro de transporte (silla de ruedas) y nuestras varias bolsas y botellas de agua. Vic me alcanzaba un rato después. Aprendimos a ponernos a salvo de las variables nefastas. Tan pronto tendíamos a confiarnos nos pillábamos los dedos en el engranaje. La realidad es algo muy próximo. Es lo que está al otro lado de la calle. Basta cruzarla para que no olvides el continente en el que estás (la frase se puede extender diciendo, el mundo en el que vives). Vic hizo una tentativa de llamada telefónica en el telecentro inmediato –a ese otro lado de la calle- para contactar con la embajada Española. 100cefas el paso sin que el encargado del lugar supiera en cuanto se traducía eso en tiempo real. En el auricular una voz en idioma nativo decía que la línea estaba cortada por impago. Vale. En Senegal no hay tantos teléfonos públicos como en Togo que están en pequeños garitos. La gestión tuvo que ser pospuesta. Pasaban los días y estábamos preocupados por Baffour y nuestro compromiso de avalarlo. Las cosas no están nada fáciles para los africanos nativos. Amadou, uno de los bibliotecarios de l’ Alliance, con quien ya simpatizamos desde la primera vez que lo conocimos, que habla algo de español y que tiene su mujer hospitalizada en algun lugar cercano de Barcelona que recientemente ha dado a luz, con una enfermedad crónica, al solicitar su visado para visitarla a la embajada francesa (trabaja indirectamente para los franceses por la condición franco-senegalesa del centro) le fue negado sin razón alguna. El imperativo Sarkosi se nota. Le Monde Diplomátique lo pinta como el representante del conservadurismo europeo pro americano alistándose a la tesis de lo oriental como lo del mal. Creo que Sarkosi expresa una opinión latente muy extendida, por no decir mayoritaria, de la Europa bien posicionada, con sus clases deseosas de confort y tranquilidad y un buen nivel de vida, tres cosas que pueden verse en peligro ante las avalanchas extranjeras.
No deja de ser una curiosidad de la modernidad y más concretamente de este tercer milenio está acabando con el concepto más histórico de libertad, mucho antes de que alguna nación se planteara hacer una revolución en su nombre; la libertad del movimiento. A decir verdad nunca nadie ha podido ir a todas partes del planeta. Nuestros primeros pasaportes decían triunfalmente que se podía viajar a todas las partes del mundo menos a una pequeña lista de países. Ahora ni siquiera la incluyen. No es cierto. La teoría de las barreras está más desarrollada que nunca. Ni el mundo es una sola patria ni la humanidad un solo pueblo, aunque a nuestro pesar tengamos que quitarle la razón a Bahaullah, la fuente inspiratriz de la fé Bahai. Los marcos legales son contradichos por las directivas políticas. La inmigración se ha convertido en uno de los principales problemas de los países ricos. Sus estados lo que hacen a escala de país es lo que cualquiera de sus residentes con casa o propiedad hace frente a sus vecinos, invitarlos puntualmente pero no permitir que se instalen a vivir en sus casas. Nadie quiere pasar por la experiencia de tener la casa tomada como tan expresivamente relató Cortázar. Es así que el movimiento a favor de los sin papeles y la lucha por los derechos a la libre circulación de todos se contradice con las limitaciones territoriales de los recursos para todos en los países de destino. Esta es una ley económico-recursiva que está detrás tanto de los países ricos como de los países pobres. Es otra ironía de la historia que las generaciones que no son capaces de transformar sus países, de hacer las revoluciones en ellos o de reorganizarlas de formas más lógicas, acudan en masa a los países en los que sus auto organizaciones son mucho más adelantadas, gracias a la tenacidad y al trabajo de sus habitantes. Esta es una discusión que nos acompaña todo este año. Tenemos más argumentos para ser más radicales. Antiguamente sólo nos quedábamos en la libertad de movimiento para todas las personas como uno de sus derechos humanos fundamentales, ahora asistimos a un fenómeno creciente de selectividad de los que pueden pasar. Si la discoteca más cutre de Copenhague o de otra ciudad tiene un gorila en la puerta controlando el derecho de admisión, ¿cómo pensar que un país no va a hacer lo mismo? El criterio está ahí el problema es su aplicación injusta y que gente como Baffour o Amadou tengan que sufrir las consecuencias políticas restrictivas absolutamente ciegas para la diferenciación de los seres humanos. Lo que más falla es el concepto totalitario del todos. Derechos para todos u obligaciones para todos. No hay justicia posible sin el análisis de las excepciones.
Despues de varias noches de estacionar la furgo ante l’ Alliance fuimos a tomar una habitación en la Maison des oeuvres de la Diócesis. Puesto que la habitación privada estaba en el primer piso tomamos unas literas en una colectiva en la planta baja junto a la gran aula. Ahí nos instalamos con nuestra parafernalia. Estaba ubicada, desde el día anterior Akiko Nakamichi que lleva unos 3 meses recorriendo Africa en bici. Fue nuestra heroína por un día. Vino de Tokio a Paris y de aquí empezó a descender pedaleando. Seguía la ruta inversa a nosotros. Le dimos referencias de Kaffrine, Tambacounda y Gao. Akiko desplaza un cargamento voluminoso. Hizo su colada y tendió su ropa interior en un secador portátil de esos circulares con pinzas. El equipaje de un viaje es un psicotest de los más completos de su personalidad. Tiene contactos en la ciudad y la sonrisa permanente en el rostro. Cuando pasaba ante nuestro ordenador en el rato que estuvimos grabando lo hizo de puntillas y las formas de despedida con ese clásico vaivén del tórax de los orientales. A veces un viajero no termina de entender del todo el sentido de su viaje hasta que no se encuentra con otro igual o más loco que él, que le da las claves, digo claves que no respuestas. Al otro le puede pasar lo mismo. Sigue siendo un misterio saber por que la gente sigue viajando tal como se ha puesto el mundo. Con la sonrisa de Akiko creo que se pueden atravesar paredes no digamos barreras fronterizas. No me extrañaría que dejara como estatuas de cera a los mil y un controladores de su ruta al verla con su cuerpo pequeño a bordo de su bicicleta y sus bolsas. Ella dejó su trabajo de informática para dedicarse a la cerámica. Nos encanta. La vuelta a un tipo de pasado o a cosas del pasado sería el único futuro posible para un futuro que no existe. Le pregunté un par de palabras de japonés. Desde que he instrumentado un doc para idiomas me dedicaré a recoger palabras o sonidos de todos los que me encuentre. Es algo que el año pasado hicimos con el turco y el kurdisch y este con el bambará y el djola, ahora con el wolof, pero que no llegamos a practicar. He descubierto que estudiar un idioma no debería ser más complicado que ampliar el vocabulario del propio. Solo se trataría de reservar espacio mental para nuevos sonidos y nuevas grafías de significados de los que ya se dispone en su mayor parte.
En la maison des oeuvres detectamos la cobertura wifi (milagro) pero el inmediato corte de suministro eléctrico después de la conexión apenas me dio tiempo para que atendiera el correo y coincidiera con alguien en el msn. Al menos recibí la carta retrasada de Isaac. Con la suspensión eléctrica se suspende todo, internet y también el suministro de agua. Los países africanos son complicados en lo más básico. En el cajero automático del banco que reconoce visas por ejemplo, a determinadas horas que paralizado porque coincide con el cierre horario de la sede central en Dakar. Vale. La resignación pinta las caras de la gente y las nuestras no se sorprenden ya por nada.
En el nuevo recinto católico coincidimos con otros viajeros: Mohamed, un maliniano conduciendo un camión de 30 toneladas transportando té lipton desde Banjul, donde recogió el cargamento, para llevarlo a Kaye o Bamako. Las peripecias por las que pasaba de los controles y aduaneros estafadores superaban la peor de nuestras experiencias. Nos enfurece tanta injusticia y por eso nuestras afirmaciones crecen en radicalidad de día en día. También coincidimos con Numa Quiret y Violeta Tseli un frances y una griega estudiando en Barcelona, Antropología y Comunicación respectivamente. Pasamos una tarde de tés y de conversación mientras esperábamos la corriente eléctrica que se demoró excesivamente. Ambos son squatters y nos pusimos al día de por donde andan los contenidos ideológicos del campo de los ocupas.
La corriente vino pero no el acceso internet que se olvidaron de dejarlo encendido. Tampoco era cuestión de pedírselo al abbé Rafael, el mando del lugar. En estos recintos católicos se crea una paradoja entre los cousuarios: los católicos profesionales saben, o presumo que deben saber, que disponen de una infraestructura que solicitamos otros usurarios por razones exclusivamente táctico-viajeras sin ninguna identificación ni con sus prácticas oratorias, ni participando en sus convivencias. Es una relación de clientelismo materialista. Sospecho que deben sentirse utilizados y eso genera a veces uan coexistencia de presencias pero no de comunicantes. La cuestión es que nosotros llegamos con nuestro propio programa a un lugar, sea el que sea, de quien sea y donde sea, Y desde el primer momento se nos ve atareados con nuestras rutinas de trabajo, sin que se separa muy bien lo que son ni de qué vamos aunque a la primera oportunidad además de presentarnos con nuestros nombres lo hagamos con nuestros créditos alegando la consabida coartada de que escribimos una crónica de la solidaridad blanca en África. Todo eso no nos quita de ser unos bichos raros, últimamente mas musicados y excéntricos. Violeta y Numa aterrizaron en Dakar. Consiguieron un vuelo por 200e desde Catalunya vía Italia. Nacieron en la década de los 80, para ellos la de la niñez, para nosotros la década exhausta en la que descansamos de los ilusionismos sociológicos de la anterior. Es muy interesante hablar con gente que nació 30 o 40 años después de ti. Son conversaciones que sirven para reafirmarte en la perspectiva de la etapa senil como la mejor a la que te puedes dedicar enteramente a ti. Tal vez la biografía de una persona no sea más que un largo camino para descubrir un dia que nada importa tanto como su persona y las más compañeras. (Eso siempre está muy por debajo del número de los dedos de las manos, perdón de una sola mano. Ni siquiera los hijos o los padres o los hermanos forman parte de este pequeño núcleo.). Antes de llegar a esa magistral conclusión se entrampa con grandes objetivos solidarios, con grandes proyectos revolucionarios, con investigaciones científicas o –los más tontos- en amasar dinero sacando los hígados por la boca en el intento. En todas las historias siempre hay un hombre rico y un hombre pobre. El rico es tan esclavo de su dinero que jamás se atreve a arriesgarlo para alcanzar los goces, el pobre experimenta la libertad de la vida todo lo que puede.
En nuestro discurso (una coartada en resumen para que los blancos no sean tan pavos y una critica para que los negros no sean tan indignos ni limosneros) no hacemos sino protagonizar el acto testimonia. Esto nos cubre las espaldas o eso nos parece. Nadie nos ha encargado una misión ni nos ha dicho eritis nihit testes o somos los testigos de nadie, del mesias al que se le atribuye la frasecita, salvo de lo que experimentamos y vemos. Se podría decir que solo nos defendemos existencialmente con nuestra propia interpretación de los hechos. Ninguna verdad nos ha elegido para ser sus embajadores pero nos toca creer en alguna, en la nuestra, para imaginar que al menos existe una lógica de los acontecimientos y que vale la pena denunciar o dar cuenta de situaciones con las que nos vamos encontrando o de las que vamos formando parte.
Job, uno de los empleados de la Maison des oeuvres, vino a pedirnos que pagáramos el alojamiento a la segunda mañana de estar alojados, viernes, porque la secretaria no trabajaba en sábado y domingo. Nuestro plan era quedarnos más días. Le di un anticipo de 10mil cefas por pagar el uso de unas duchas sucias, de un wifi y una electricidad discontinua y en general unas instalaciones en no condiciones de uso o la parte peor de ellas, con escasas deferencias pero eso sí con el cantico matutino de la capilla para pedir perdón por todos sus pecados que no dejarían de cometer en ese mismo día que los pedían. (elogio esa estrategia del perdón. Lo que me sorprende es que los vendedores de exculpatorias, 3 al precio de dos, no estén repartidos por los puestos de venta en los mercados o no coticen en bolsa). En el recinto sí hay otros espacios mejores para trabajar más agradablemente. Hay una secretaria que ocupa su tiempo de trabajo oficinesco en preparar la comida para su casa. Hay ese jefe, el tal Rafael al que no traté de abbé sino de Monsieur, que revisó como unos empleados trabajaban en el techo de la cocina que usábamos sin advertirnos que iban a hacer obras ahí y que pusiéramos a salvo nuestros botes de comida. Por supuesto, los obreros al más puro estilo africano tampoco lo hicieron arriesgándonos a que se pusiera todo a perder. Vic me avisó de la cuadrilla de trabajadores y fui a retirarlo todo sin saludarlos a diferencia del par de días anteriores que andaban también trabajando por el recinto. Al dia siguiente con Rafael, que solo nos dirigía la palabra para decir que debíamos abandonar el aula o la sala de reuniones, una u otra según cual ocupara en ese momento, me enfadé diciéndole que hacia que me sintiera como una piedra o un estorbo. Yo no tenía la razón, él sí. El espacio se llena de grupos, especialmente durante los week end, nosotros estábamos de más aunque pasamos a formar parte del panorama. Conocimos a una de las monitoras de uno de esos grupos dentro del movimiento de juventudes católicas, Julienne, luego a Beneditta, primero la una y despues la otra enseguida msotraron su interés por casarse con un blanco y que las avalara para ir a España. Antes de expresar su deseo Julienne trató de ubicarme preguntándome por la relación que nos unía a Vic y a mí. Es muy curiosa esa intencionalidad utilitarista de esa peña femenina africana que hipervalora al blanco como alternativa para su futuro doméstico. Puedes apostar que cuando una mujer te pregunta si estás casado es para según la respuesta que des incluirte o descartarte en su lista de propósitos. El problema de esa clase de preguntas de tipo ficha es que ya no son de recibo en ninguna parte salvo al entrevistador del censo poblacional. De otro lado la misma respuesta tiene un valor diferente según la cultura que lo interprete. Cuando a los africanos les cuentas que se puede vivir en pareja sin estar casado y que el objetivo en la vida -si hay alguno- no es el de las obligaciones familiares, tener hijos o de rendir pleitesía a alguien sino que es el del placer, eso les produce risitas nerviosas como si fueran cómplices de un pecado mayor. La cuestión de la aproximación comunicativa en estos temas es que la conversación en lugar de ser sensual o insinuativa es un simple punto del orden del dia como un deseo especulativo o un busness para encontrar un socio-pagano. Otro factor añadido a las africanas que buscan un toubab es que suelen traer además de todo su paquete mental de una mentalidad muy distinta a la de un blanco, su carga familiar con parentela de todas clases. Los blancos o blancas que vienen a vivir a África y que se casan con mujeres les toca dejar muy claro que no se casan con toda la familia. La noción de familia africana es completamente distinta a la noción europea de familia. A falta de seguridad Social o de instituciones estatales que se ocupen de los más necesitados, las familias africanas actúan como segurizante de todo el conjunto, de tal manera que cuando un crio queda huérfano algún pariente le toca ocuparse de su custodia. No se trata de un principio de altruismo o de solidaridad sino de auto organización de clan. Hoy por ti mañana por mí. Es una organización económica funcional, no siempre claro. Los niños de la lata, son el resultado de abandonos de madres que no se interesaron por ellos. También puede suceder que las madres mueran en el parto y los niños sobrevivan pero maldecidos por sus familiares que no se quieren ocupar de ellos por responsabilizarles de aquella muerte. Un bebé también puede ser maldito por nacer con alguna deformación. Es propio de la ignorancia el ancestral animismo que está detrás de esos predicamentos pero también de los ignorantes tratar ese animismo como una cultura autóctona a la que hay que respetar en todos sus aspectos. En África la relación de causa-efecto entre culturas ancestrales y subdesarrollo es absoluta. Eso convierte las conversaciones de aproximación como la anterior en una oficina de contabilidad o de información jurídica acerca de las cuestiones para la emigración en lugar de una cita para la sexualidad potencial. Este viaje por África es/será incompleto sin una historia de intimidad con nativos. El hecho de estar todo el dia juntos Vic y yo descarta otras posibilidades. Inexplicablemente los comentarios fílicos del pesudodeseo que se puedan filtrar en estas páginas inocentes lleva a pensar a amistades de la metrópoli que estamos (o estoy) todo el dia de soberbio copulativo. Nada de eso, no ya por las alarmantes cifras del sida africano (abultadas o en todo caso exageradamente interpretadas como todos los demás datos del alarmismo) sino por las barreras ideológicas considerables. Si me acuesto con una africana para hablar del lado oscuro de la luna y de otros asuntos importantes como el placer pero no para hablar de descendencia o de visados, ya pasaré un apunte a los lectores.
Hasta ahora la persona con la que nos estamos implicando para que pueda venir a España a hacer su doctorado o un postgrado, Baffour, nos ha llevado a navegar por las pagines de los requisitos legales establecidos por el gobierno español para apalabrar a extranjeros. La cosa no es tan fácil como parece. La carta de aval tiene que ser por vía notarial. El ciudadano español que avala a un extranjero se tiene que hacer cargo de todo, es corresponsable de los delitos y fraudes que pueda cometer. Tiene, además, que hacer la invitación con una fe notarial o con unos impresos que facilitan las comisarias policiacas desde el país. La sociedad burocrática apunta cada vez más a una sociedad de temerosos de dios y de los infiernos y sobre todo con sus patrimonios vulnerables. La solidaridad humana es más complicada que nunca. Si alguien conoce un planeta mejor que este y tiene un avión de papel con plazas disponibles para ir a que nos lo diga. Iríamos a pasar nuestro retiro allí.
[1] catedrático de bioquímica y biologia molecular

sábado, 1 de noviembre de 2008

El viajero cansado

Natura y alta tecnología
Jes informatizando un documento para el músico y técnico de sonido de l'Aliance
Visitante huidizo de l'Aliance Franco-Senegalés
Cantantes en l'Aliance Franco-Senegalés
Preciosa salina de kaolak
Nuestro despacho en la parroquia de St.Teophil en Kaolak

El sapo, como un niño...
Enseñando español a bonitas jóvenes
Alfabetizando en Keur Thierry
Registrando poesía bajo un baobab
Opíparo desayuno en Ker Thierry
En el campament de Thierry en Toubakouta, Senegal
Kaolack 31 octubre 2008
Si recogiéramos todas las cosas que nos cuentan de las calamidades que sufren los africanos en sus países, nuestro reportaje se multiplicaría increíblemente en tamaño. Para nuestro punto de vista la incapacidad para la rebelión y para cambiar las cosas, está detrás de su atraso ancestral. Nos hiere profundamente que personas valiosísimas tengan sus futuros perdidos a causa de sus opresores y vean como sus países se echen a perder por la desidia como práctica existencial dominante. Estamos cansados de escenas repetidas, vagos al por mayor o la falta de calidad de las cosas pedidas.
Los perros senegaleses no se apartan del camino cuando pasas. Es su lugar de siesta, ¿como te atreves a importunarles?
Nos recomendaron que no saliéramos con el vehículo los días antes de la celebración del Tabasqui (8 de diciembre) porque los polis incrementan su afición a la extorsión.
Lo mismo que el pequeño Bruno no paraba de decirnos toubab cuando nos veía (blanco), nosotros no caemos en decir bouñoul (africano)
Los celtas vinieron por aquí, tal vez la similitud entre keur, can, ca refiriéndose a casa proceda de ellos.
Andrés, Jean Louis, el cocinero Demba Sow y el camarero. En Toubacouta un tipo de parcelas, las menos, de la época colonial son de 5ox50, otras, la mayoría son de 25x25. Nos hablaron de unos precios fabulosos por baratos, pero cuando visité una de las pequeñas con una pequeña casa circular con dos apartamentos independientes su precio, 7 millones, me pareció una temeridad que ni siquiera me molesté en discutir.
Con Thiaka recuperé la memoria del juego del Awalé que nos enseñó un francés en la playa de Cannes, de eso hace dos veranos. Desde que compramos este último en el recinto artisanal de Ouaga no lo habíamos usado. Es un juego formidable para desarrollar la agilidad numérica, ideal para Vic, -de la cual digo cuando me preguntan al cruzar fronteras, para rellenar esa extraña casilla de la profesión- que es profesora o doctora en matemáticas. Esas pequeñas mentiras aduaneras forman parte de los placeres de la vida.
En Chez l’ Epicier, el campamento del centro, con Abdoullay aprendimos una segunda manera de jugar, tal como lo hacen en Nigeria. En chez Thierry tratamos de consultar internet pero a lo más que llegamos fue a abrir mi bandeja de correo sin poder abrir los mensajes. No tener la conexión regular con internet sigue siendo el peor hándicap de todo el viaje y todo este año. Confieso que cuando consigo una conexión y no encuentro los mensajes de quien los estaba esperando esto ha ido consolidado mi calma para no caer en prisas que tampoco son correspondidas. El mundo exterior puede esperar. Por otra parte si las relaciones humanas no dependen de los mensajes escritos sino que éstos son uno de los indicativos de aquellas.
En Chez L’ epicier, preguntamos tres veces para ver si podíamos conectar nuestro ordenador. El mánager, el hermano del dueño, un tal Abdourahmane Shengor, no supo responder. Le encargamos que le preguntara al boss la cuestión en nuestra ausencia. Cuando aceptó volvimos a ocupar una mesa. Nos quedamos a comer y a cenar. Thiaka vino a darnos la vara que le visitáramos por eso del placer de dar a conocer su local a unos europeos y que las parcelas 50px50 ya estaban copadas y que solo quedaban las de 25x25. Tanta insistencia fue apabullante. Sin duda se vengaba por haberle insistido unos días antes en el movimiento de los peones en un tablero de ajedrez. Durante las conversaciones con él, con los típicos fetiches de no tenemos medios o el alegato a la pobreza le aclaré nuestra posición: cada vez que un africano emplea esa frase lo pongo bajo un aspa, le dije haciendo el gesto de tacharlo. Cada vez que apela a los argumentos de sus abuelos pro la cuestión del colonialismo acude a algo demodé. Ha tenido décadas para reponerse. Cuando a los africanos les hablas con contundencia en los dos puntos te dan la razón. Saben que no te sientes culpable por lo que dicen y que no vas aflojar pasta por ello.
Con Abdoullay quedamos en su tienda de artesanía compartida con otros para hacer la grabación del poema que escribí para Lola (bienvenida Lola), de cuyo proceso no tenemos noticia desde hace mucho. Es un texto recitado y cantado. Vic tiene una maravillosa voz andaluza, Abdoullay tiene una maravillosa voz grave y yo, yo tengo la, mía. Abdoullay acompañó una buena parte con el djambé pequeño en lugar de hacer palmas con las que me equivocaba con el ritmo y leyó un par de estrofas traducidas al francés.
Vic se compró un bolsito de cuero, uno más para ingresar en el baúl de bolsos que tiene (que debe andar por los 300 y a este ritmo se parecerá al arsenal de Imelda Marcos por lo que hacia con su zapatería, unos 2000 pares, según se dijo cuando derrocaron al dictador filipino), ante mi total incomprensión de esa necesidad de tantos bolsos. Cuando sus herederos hagan inventario podrán poner una tienda en exclusiva para su venta.
Yo fui a una quincaillerie para comprar un par de machetes, algo que hemos demorado de hacer todo este tiempo. Los machetes sirven para cortar leña para el fuego (nunca hacemos fuego) y para la autodefensa en caso de urgencia (¿por qué no? la sociedad no ha dejado de estar en guerra ninguno de los días que llevamos de residentes en ella). Siempre que Vic gasta algo que considero superfluo me incita inconscientemente a que yo sea menos autoexigente con mis propios gastos permitiéndome precios que apenas discuto.(interesante tema de análisis).
A finales de octubre empezamos a notar un cambio de clima. Por las noches refrescaba y la brisa de la mañana también. Ideal para mis bourbouilles que reaparecieron en Gambia durante algunos días y también en Senegal, aunque no con la intensidad de molestia con que las sufrí en Mali.
En Toubacouta saltábamos de keur Thierry a al campament du A.Senghor, en un sitio especializándonos en la cata de espahettis y en salada y en el otro con la omelete y frite invariablemente. Nunca antes hubo comensales más devotos de platos.
Fuimos invitados por Thiaka a conocer a su casa. Desestimamos ir (arroz con pescada, arroz 365 días al año lo cual significa muchas mas veces) pero sí aceptamos tomar té en su casa. Quedamos citados en la cabaña tienda (una paillote) que tiene en el centro del pueblo. No estaba a la hora indicada pero eso era lo de menos. Nunca contamos que una cita sea ni cumplida al minuto ni cumplida de ninguna manera. Él suele dejar la tienda sola, el vecindario se la vigila. En realidad en África el respeto por las cosas ajenas es total. El número de artículos de artesanía en madera que él tiene tampoco son tantas como para perder su control. Aprovechamos el rato y nos instalamos para jugar una partida de ajedrez con unas fichas de madera hechas con ébano (las negras) y de teca (las blancas). El tablero torcido y las fichas inestables no impidieron que jugáramos hasta un jaque mate. Thiaka llego poco antes de qué termináramos. Algunos vecinos vinieron a interesarse por si necesitábamos algo sin controlarnos el absoluto. Thiaka a bordo de la furgo nos llevo por un camino por el que hacia meses que no pasaba ningún auto hasta su casa, una casa en realidad de unos parientes, los cuales tienen 8 hijos. El y su mujer tienen tres. Nos instalamos. Las mujeres estaban con las inevitables jofainas de arroz partido en las que se pasan horas localizando piedras para limpiarlo. Dos de las chicas se interesaron por aprender castellano. Les di la primera clase entre las dos. Ellas con su libreta y yo con una pequeña pizarra para que copiaran lo que escribía. Estuvimos un rato agradable con toda la familia. Los críos llamándonos toubab, Vic diciéndoles: toubab no, soy victoria. O bien diciéndoles bouñoul (negro). Al separarnos vimos que Thiaka es analfabeto a pesar de conocer unos 5 idiomas y hacer de intérprete en el poste de santé para clientes de distintas etnias. Thiaka tiene por apellido Sow para nada emparentado a los otros Sow que hemos conocido. Al dia siguiente, que vino a vernos a Keur Thierry, le propusimos una clase de alfabetización que aceptó. Vic, una profesional en este campo con treinta años de experiencia en escuelas de adultos, se ocupó de él. Mientras ella le preparaba unos apuntes para que terminara como autodidacta su formación yo le puse deberes in situ haciendo combinaciones de consonantes con vocales.
A Abdoullay le invitamos por su colaboración con el par de estrofas en bienvenida Lola, experiencia a partir de la cual Vic y yo hemos empezado a poner estrofas cantadas a mi poesía. Para mí es muy emocionante escucharlas a través de la dulce y preciosa voz de ella, la joya en vivo y en rabioso directo de nuestro pequeño estudio de grabación ambulante. También empezamos a combinar su voz declamando con la mía, la cual, al escucharla, me recuerda mucho a la de Isaac. La mía no es gran cosa pero es la mía. De aquí a hacer bolos por el mundo llevando nuestra poética ars solo hay un salto de pértiga. Con las piernas tecno biónicas de Vic y lo que me vengo auto diagnosticando como reuma en mi rodilla derecha tenemos un gran futuro para saltar lo que sea, escalar paredes de castillos con garfios y cuerdas incluidas.
Decir que nos vamos de un sitio hay que entenderlo como el deseo aproximativo de una fecha. Últimamente nos vamos de los lugares el día siguiente que tenemos previsto hacerlo. Vic ha dejado por completo el calendario en mis manos. En Keur Thierry nos adoptaron como una escena familiar y el último dia tras encargar la comida dijeron que nos quedáramos un dia más. Vale. Aucun probleme. Nuestra estampa en la mesa circular, la más grande, con el despliegue de ordenadores, armónica, botella de agua, bolsas, costurero y nuestros etcéteras e pareja sui géneris como si estuviéramos en nuestro patio permanecerá en el recuerdo de los propietarios Thierry y Anabel que llevan una vida tranquila con baja clientela y sin preocuparse por eso. Ella comentó algo así como si fuéramos de la familia.
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Frente a los vozarrones de barítonos y bajos de toda África mi voz meliflua no me deja en buen lugar ni siquiera en el hit parade de barrio pero lo que cuenta es la intención, dicen. La curiosidad de nuestros ratos de grabación diarios es que los hacemos sea cual sea el lugar en el que estemos. A falta de aula con la puerta cerrada con llave, un espacio público con ruidos y gente en torno nuestro no nos lo impide. No tengo la menor duda que en nuestro próximo viaje por Europa durante las prácticas de clarinete de Vic pondremos nuestra mesita de aluminio con copias de los cds que vayamos inventándonos.
Si nos quedáramos a vivir en África desarrollaríamos una vida bohemio-ociosa al máximo. No creo que variara mucho de lo que hacemos en nuestros períodos de residencialismos. Vivir para nosotros y para nuestros testimonios creativos dejando lejos el consumismo. Una variación: reduciríamos la dosis de dos restaurant por día, algo demasiado duro para nuestros tubos digestivos y caro para nuestra economía. Lo de participar en proyectos locales de cooperación y desarrollo podríamos intentar algo aunque sin esperar grandes compromisos de nadie. En todo caso invertiríamos la relación no haríamos nada para salvar a nadie (eso ya lo intentamos en otras etapas biográficas nuestras y fracasamos) sino quelo que hiciéramos seria para nuestro propio placer permitiendo que de paso pudiera servir a quienes fueran lo suficientemente vivos para aprovecharse de ello. No hay nada más triste que tratar de crear una empresa para beneficio de una comunidad, organizar e insistir en un proyecto, planificarlo y liderarlo y ver como son los más interesados los primeros en abandonarlo o en despreocuparse. Lafalta de responsabilidad que los empresarios europeos –o de formación europea- detectan en sus empleados africanos es básicamente la misma que la que se puede detectar con otra clase de iniciativas cooperativistas u oenegeras. Thierry, nacido en el Congo hijo de belgas, nos refirió el desengaño de su padre con distintas empresas que dejadas en manos de nativos las echaron a perder por no ser capaces de hacer replantaciones de los cafetales o las cañas de azúcar. Que me perdonen los más necesitados pero hay una miseria voluntaria de la que solo son responsables los miserables. Cuando Thiaka me enseñó su habitación en la casa compartida, solo vi una cama, al preguntarle por donde dormían sus hijos, me dijo que en el suelo con la estera que guardaba debajo de aquella. Hay un tipo de camas en África supe confortables que se construyen con bastones entrelazados con alambre. Quien no tiene una es porque no quiere. Hay una lista de hechos de este tipo que es interminable: se hace vida en el suelo y se come con las manos. De hecho se puede vivir con dos jofainas, un gran cuenco de calabaza debidamente apedazado con hilo de plástico, un saco de arroz, una toma de agua, un fuego de carbón, una tetera y un techo de zinc ¿para qué más? Cubrir las necesidades diarias de la panza convierte una biografía en un proceso vegetativo. Por otra parte ¿quien de nosotros que nos llenamos de cosas, engordamos nuestras cuentas bancarias, además de engordar nuestros abdómenes, o ampliamos nuestro patrimonio, puede asegurar que no hagamos otra cosa que vegetar dentro de temporalidades efímeras? Debería escribirse una novela que fuera al revés. Un grupo de africanos desembarcando con un cayuco en el mediterráneo para traer la buena nueva de enseñar a vivir con mínimos. Por exigencia de guión nuestros protagonistas no aceptarían un euro de propina, algo insólito que superaría la mayor de las heroicidades, montarían sus teteritas y fueguecitos en las grandes avenidas y dejarían pasar los días y los años con su saca de arroz al lado, que dado que es arroz de perro (arroz partido) conseguirían más barato que en sus países. Su sola imagen generaría una expectancia en esas multitudes europeas que ya cansadas de budismos y orientalismos preferían esa nueva clase de meditación y de ociosidad. Los africanos constituidos en tertulia permanente no se moverían de sus ubicaciones pasando a ingresar los paseos de estatus humanas o estatuas de piedra enseñando un modelo existencial definitivo: no hacer nada.
Me refirieron una novela de este tipo en Uruguay con una versión de la conquista de América al revés: unos indios americanos descubrían el viejo mundo y lo colonizaban. Los africanos en lugar de ir a buscar trabajo a Europa deberían ir para enseñar a los europeos a trabajar menos y a ganar la libertad recuperando su tiempo. Otra idea: todavía no existe la primera empresa que haga intercambios de alojamientos entre africanos pobres que viven en lo que podríamos denominar barraquismo si estuvieran en los suburbios de una de nuestras grandes ciudades y europeos posicionados con varios coches, motos y bicicletas en el garaje y casas forradas sin faltarles un detalle. Lo mismo pero con intercambio de criaturas o adolescentes como alternativa complementario a los Erasmus ¿Quién se atreve con la idea? Para este caso no pedimos derechos de autor. ¿Qué oenegero bien plantado intercambia(ría) sus dominios en su rica ciudad con la casa de los pobres africanos que asi son vistos y no como africanos pobres- para los que se implican tan devocionalmente? Por otra parte como enseñar el orgullo a los nativos y explicarles que no se pongan en función de lo que les quieran dar los blancos. Con Thiaka nos ocurrió que su exceso de deferencia viniéndonos a saludar cada dia y quedándose a nuestro lado mientras estábamos con los ordenadores y el micro si bien no nos incomodaba nos inducia a sentir pena por él por esa forma de vida de ponerse en función del recién llegado en lugar de seguir su propia dinámica creativa de vida, trabajando más en su artesanía o estudiando por su cuenta.
Nos despedimos de los hoteleros, Thierry y Anabel, y del grupo de gente con el que habíamos coincidido durante una semana. La vuelta a la realidad la de los baches de la carretera nos esperaba. Hasta Sokone más o menos el asfalto estaba en su lugar, a partir de aquí todo parecido con una carrerera real era pura coincidencia. A la llegada a Kaolack el control típico. La escena sigue poniéndome los pelos de punta, viendo como los pasajeros de taxis de 7 plazas o de buses mercedes, desempacaban a toda prisa sus fardos, que ni siquiera maletas, para mostrar sus miserias a la pasma atrincherada en sus sombras. Como de costumbre nuestro carnet de passage no fue identificado por el control, quería que me lo tamponaran. Si los gobiernos de estos países nos pagaran por las explicaciones que damos a cada policía por darle a saber lo que debería saber por si mismo como empleado del estado, nos forraríamos. Por el camino recogimos a alguien con su típico bidón amarillo (el de aceite de palma que por cierto viene de Malasia) en busca a gasoil para su camión. Nos perfumó con su sudor, pero no se puede dejar a nadie tirada con su vehículo en pana en una carretera que apenas haya tránsito.
En Kaolack fuimos directamente al hotel Paris, que se llama de París para aprovecharnos de su wifi. Necesitamos una tarde con una conexión débil para actualizar nuestro blog y semiconsultar el correo sin poder acceder a las webs de nuestros bancos. Nada más llegar, como de costumbre una nube de moscas nos vino a hacer de comité de recepción: uno que quería cambiarnos euros limosneros que le habían dado por cefas, otro con collarcitos, otro con no sé qué y el portero unido a la comitiva. Su modo estándar es el de abordarte aun antes de poner el pie en el suelo. Es tanta su falta de respeto que hemos sufrido tantas veces que en esta ocasión les descerrajé un meeting que los puso firmes e inmediatamente en estado de volatilización: ¿es que no tenéis trabajo, no tenéis nada mejor que hacer que venir a importunarnos? Estamos hartos de un aspaventoso e hipócrita bienvenue de quien se pasa el dia al acecho del nuevo vehículo o cara extranjera para tratar de sonsacarle lo que sea. Ese día no ere nuestro día más simpático. Por la carretera grupos de mujeres y niños a la sombra vendían todas lo mismo: pequeños bidones o botellas con yogur. A nuestro paso saludos automáticos y sistemáticos que ya hemos dejado de contestar. ¿Cuándo un viajero está cansado del lugar que visita? Cuando ha dejado de parecerle tan simpático y tan deferencial el saludo y el alborozo. ¿Por qué? Porque esa deferencia es solo para el blanco sinónimo de divisas y otras estupideces. Evidentemente para otros extranjeros africanos o para sus vecinos no existe el menor signo de alegría. No deja de ser impactante que la tercera palabra que aprenda un crio despues de decir papá o mamá sea toubab, yavo o branco.
En el hotel París conocimos a un argentino de Córdoba, un instalador de torres de comunicación para telefonía móvil que vive en Tanzania, ha pasado por otros países africanos, próximamente se trasladará al Congo, tiene hijos en Israel, habla hebreo e inglés y tiene apellido polaco: Haim Zdrojewsky, su apellido significa Vida. Su visión de África muy positiva afirmó que en Tanzania la gente no es como en el oeste, es mas previsora, su vida es más variada, también su comida, y no pide dinero, antes bien ofrece siempre lo que tiene.
En Kaolack, tercera vez que veníamos, en lugar de instalarnos en l’ Alliance Franco senegalaise fuimos al recinto de la paroisse Saint Teophile donde reanudamos nuestras actividades dentro de los condicionantes de los ruidos de la carretera principal que cruza la ciudad dirección Dakar. Como otras veces, pasamos a formar parte del panorama de un lugar sin que nuestra presencia ocasionara tanta extrañeza. Al atardecer nos fuimos hasta el restaurant más próximo, el Blue bird, donde un libanés nacido en Kaolack lo tiene en condiciones apropiadas. Rehicimos notar la ratio inadecuada entre hamburguesa y sándwich, critica que aceptó. El concepto de hamburguesa senegalesa difiere sustancialmente de quien la inventara, suponemos que en los Usa, países de comidas rápidas y de otras precipitaciones. La originaria es circular, de un grueso considerable, en todo caso detectable ocupando tal vez 5 mm o más de grosor, con suerte 9 o 10, y extendida a lo largo de las dos partes del pan entre las que está metida. La senegalesa es una representación a escala de aquella, cuidadosamente escondida entre patatas fritas y un huevo frito y suficiente salsa, y por supuesto el pan. Todo eso muy envuelto en papel para conservar su calor. El suministrador cuenta con la buena fe del comensal que se lo zampará todo (a veces papel incluido) sin revisar el contenido. Cuando un comensal de paladar fino hace tal revisión, tiene que hacer una encuesta al huevo frito y a las patatas preguntando por el paradero de la hamburguesa. Esta ocupa o bien un 40 por ciento de la superficie o bien es tan delgada que su textura no es percibida. Al preguntarle al camarero a la hora de pagar averiguamos que su noción de hamburguesa era la de ese bocadillo a la senegalesa. Le dije que el envoltorio era un pretexto para esconder una hamburguesa semiexistente. Trató de defender el concepto senegalés. Al menos Alex, el propietario aceptó nuestra moción de censura.
Mal cenados. Vic con su falafel no tuvo más privilegios, volvimos al recinto católico y extendimos un cable desde una toma eléctrica al interior de la furgo para terminar algo al ordenador. Afortunadamente la conexión eléctrica nos ha librado de los enfurecimientos con los británicos por sus complicados sistemas de enchufes que imperan en Gambia. Nuestra falta de previsión nos tiene sin lámparas eléctricas. En África los casquillos de las bombillas son de muelle y no de rosca, como las europeas, un atraso éstas por cierta. La única lámpara, sin bombilla de 220, que tenemos, no hemos podido utilizarla. En la furgo, en la oscuridad los bichos se acercan a la pantalla del ordenador. Puedo matar algunos mosquitos. Kaolack por cierto es la ciudad de las moscas (no tanto como Tambacunda) y de los mosquitos. Está justificado por la época de cosechas, pero el gran estercolero a la entrada debe tener que ver con ese fenómeno. Hay países como Israel que demostraron poder combatir la malaria reduciendo el volumen de mosquitos en sus tierras. Escribo al ordenador sin ver el teclado. Para algunos signos gráficos que no encuentro a veces me paso un rato probando suerte con las teclas de alrededor. En la diurnidad no tengo más suerte. Despues de 12 meses tras la adquisición del trasto, una buena parte de las teclas están borradas. Llego a ellas por puro automatismo. Deberé retitular las teclas enganchándolas con celo antes de que sea demasiado tarde.
El dia anterior al uno de noviembre, despliegue general, una flota de limpiadoras y jardineros vino a limpiar y a podar. El obispo en persona celebraría la misa, la congregación católica se reincentivaría. Presumimos que las veteranas telarañas seguirían en su lugar como efectivamente así fue. Una de las limpiadoras nos comentó acongojada que su marido la había traicionado pasándose a los Testigos de Jehová y se llevó a la mayoría de sus hijos en el lote. Si el fanatismo ya es de por sí una severa falta de la razón, dos fanatismos distintos compartiendo biografía debe dejar el plexo solar hecho fosfatina.
L’ abbé Pierre nos avisó que si deseábamos irnos ese dia el patio se llenaría de visitantes y de coches. En realidad no teníamos ninguna prisa y nuestro próximo paso, hasta Keur Moussa, significaría volver a estar una temporada sin internet.
L’ abbé Louis, vicario en Kaffrine y que conocimos unos meses atrás nos reconoció y saludó. Lo habían trasladado de parroquia para ser su responsable principal, continuando con su carrera profesional. Nuestro arrinconamiento en algunos lugares como en ese rincón de pasillo de la paroisse junto a los despachos de los diáconos y péres, no nos creó ningun problema. Inexplicablemente los semicantos de Vic y nuestras gramáticas iban sobreviviendo en medio de las acústicas de la ciudad.

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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