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miércoles, 16 de julio de 2008

Nuestros Límites

Kaolack 15 julio 2008
Soeur Benedictina no disimula su enfado por estar de ocupas en la sala donde hemos usado la conexión eléctrica. Dice que no puede evaluar exactamente el gasto de la misma para que se lo compensemos. Una llamada de teléfono se la lleva del tema y no regresa. Por un momento pensamos en alquilarle una habitación pero como no aparece, de momento no lo hacemos.
Invitamos a Bernardette, que habla francés, y su compañera Madelaine que no lo habla y sus hijos al Cordon Bleu, el lugar de cita de todas las moscas del barrio, al plato del día: thiebou thiou (arroz con salsa), demasiado picante, que Vic y yo no terminamos. Interesante comida en la que hablamos de nuestro punto de vista critico a la solidaridad incapacitante para los solidarizados. En la mesa de al lado, Abdul Kader Toure nos sorprende con su dominio del castellano. Una conversación corta aunque muy rica. Como otras veces que conocemos gente interesante le pedimos su email. En el establecimiento de al lado compro otro par de meisters que comparto con nuestras invitadas. Emir, el mánager, me regala una lata de Royal Dutch para que la pruebe. Otro chico que lo acompaña, Yuseef, José, me dice en castellano. que también lo habla muy bien. Estamos un rato hablando sobre el estar bien ante una respuesta de la bonheur a la senegalaise.Todas las felicidades son particulares y el estar bien tiene bastante de la disposición subjetiva.

Incluso los superhéroes tienen sus límites. Nosotros, que no llegamos ni a subhéroes, no somos la excepción. Los tenemos y son muchos. Sí, sí, (nota para consejeros) tenemos ya la literatura leída sobre la ficción del horizonte (no hay horizonte real, se desvanece tan pronto tratas de alcanzarlo para observar la aparición de muchos otros que lo van substituyendo) y aprendida de memoria la tesis de que luchando por los imposibles es como se ensanchan los posibles. Hemos estudiado a fondo que el sentido de la realidad no viene dada tanto por las determinantes objetivas como por la disposición subjetiva para enfrentarlas, y que los limites están en el frontal de uno y no en el muro de diez metros de delante. Bien, esto es muy cierto pero no lo es menos que uno tiene sus agotamientos, sus déficits y fallos. Sus errores epistémicos. Para gente equivocada: nosotros. Tanto Vic como yo somos personajes efímeros con una vida en movimiento más que con un gran proyecto existencial para alcanzar grandes objetivos. Nuestros nombres serán para el olvido como tantos otros mas dedicados a vivir que a desear perpetuarse. Nuestras riquezas y miserias están al alimón en nuestro discurso, no en el publicado sino el que tratamos cada dia entre nosotros dos en nuestra convivencia. No hay nada que ponga más al descubierto a una persona que su convivencia con y junto a otra ante ésta. La convivencia es la prueba del algodón. Para sobrellevarla llegas a la conclusión de las zonas intocables para no herir o no molestar a la otra persona. Vic me ha repetido varias veces que a ver si paro ya, que no tengo que opinar por todo, que no me meta en sus cosas, que no trate de reeducarla. Una conclusión solo es el lugar al que llegaste cansado de pensar, dice un anónimo. Lo curioso es que mi objeción fundamental con ella también es ésta: que me respete en mi singularidad aun en el extremo que incluya la inopia y el despiste permanente; sus primeras frases al levantarse son para darme indicaciones de detalles muy concretos de tipo doméstico. ¿Es algo propio del género sexual o es que a mi me ha tocado convivir con todas las mujeres obsesionadas en detallismos domésticos? Yo me defiendo acusándola de encargada de fábrica y adicta a las cocinitas.
Tenemos discusiones recurrentes a propósito de mi posición con su familia biológica y en general de mi posición ante la gente. Hace décadas que me llevo bien con mi atributo de ostentar una relativa misantropía. Por cierto la misantropía se la he detectado a Vic por primera vez durante este viaje desde que la conozco: antes de muchos contactos humanos (niños del cadeau, niños de la lata, mercaderes…) se pone a distancia y con las uñas afiladas.
Vic me insiste en que no le cuestione sus opciones de compras y otras y que no trate de educarla, concepto en el que insiste. No creo que nadie pueda decirse que es un maestro verdadero sin reconocerse como educando. Entre los dos perfiles andan las trifurcas y los verbos. Si quieres a alguien parece que es inevitable que esa energia te lleve a protegerlo, cuidarlo y también querer modificarlo en aquellas cosas que no son evolutivas o dañan la relación.
Si una pareja supera una convivencia intensiva de un año seguido de viaje es que puede superar cualquier otra cosa incluido irse a vivir al lado oculto de la luna con una escafandra para los dos. Suelo decir que cuando estamos cansados el uno del otro siempre nos podemos ir a dar una vuelta cada uno por separado: descargarnos de nuestras tensiones y volver con una puesta a punto de la amorosidad, pero el ser humano necesita también cortarse de vez en cuando la yugular con los pedazos de su espejo roto y probar las frases del ataque y contraataque. Nani Bermúdez, que todo este tiempo se ha venido carteando con Vic y que es una de las fieles seguidoras de nuestro blog -además de
hacernos gestiones para encontrarnos sponsors para futuros quilómetros- limitada también físicamente en su movimiento y con dolorosas experiencias biográficas de rechazo, le recomienda, que cuando esté muy cargada conmigo, se vaya a un rincón lejos y ahí repatee, grite y llore y una vez descargada vuelva a mi lado recordando que nadie es culpable de su déficit. Gracias Nani, aunque todos necesitamos seguir esta pauta sea cual sea el límite de cada uno. ¿Quién no es deficitario dentro de un planeta de tantas imperfecciones e imperfectos? Los convivientes debemos tomarnos distancia los unos de los otros para no agotarnos. Todas las relaciones humanas deben ser dosificadas. Con Hipócrates y Paracelso ya aprendimos que la gravedad de las cosas está en la dosis. En cuanto a lo deficitario, un sujeto limitado no lo es más por más evidente que sea su déficit. Probablemente el mayor déficit del ser humano es el menos visible de todos: la idiocia o el déficit intelectual. Se sea como se sea, se sea quien se sea, lo más importante es confirmar la propia distinción de la que uno no se puede deshacer: Bías dijo que el saber es la única propiedad que no puede perderse, claro que para que ésta se note habría que tenerla como tal en una cantidad más o menos notoria.
Vamos otra vez más a Le Cordón Bleu, el couscous senegalés prometido no es gran cosa: se prepara con mijo en lugar de trigo como es el árabe tradicional, con una salsa sospechosa y picante, Lo dejamos en la mitad y pedimos platos alternativos más garantizables, las socorristas frites con tortilla. Durante la cena un comensal de otra mesa con el que entablamos conversación pide pasarse a la nuestra. Viene con su plato cuando ya hemos terminado los nuestros. Se llama Sidy, trabaja para una agencia de cooperación japonesa. Afirma que los senegaleses son los africanos más inteligentes y declara su formación universitaria y sus 4 años de inglés en la universidad. En un momento dado de la conversación tras expresar nuestro interés por alquilar una casa y hablarnos él de que su familia puede ayudarnos a localizar una a unos 100kms de Dakar y ofrecerle nuestro email como forma de contacto, el tipo se rebota inexplicablemente y nos dice que él no necesita nada de nosotros. Es posible que haya confundido la voz email con money. Luego nos dice que ha bebido vino y pide que le disculpemos.
En el recinto católico llega un autobús moderno cargado de mujeres que se instalan en el patio con colchones en el suelo y en algunos dortoirs colectivos. Anatole, el guarda, nos dice que van a Dakar a dar soporte a un partido político. A la mañana siguiente el patio aparece con innumerables bolsas de plástico de medio litros vacías de las usadas para agua. Por su parte antes de amanecer el autobús está un buen rato con el motor encendido gaseándonos (nosotros habíamos ubicado la furgo detrás de éste). No hace falta hacer una gran encuesta sociológica en el país para saber lo que puede dar de si este partido político, -que no nos molestamos ni en preguntar su nombre- a juzgar por la poca consideración con el espacio de su feligresía. Como siempre, todos los grandes idearios humanos quedan desacreditados ante las conductas concretas de sus fieles que no están a la altura de sus anhelos.

África son los africanos. Habría que hablar con decenas de miles de todas las etnias, culturas y estatus sociales e ideologías políticas para precisar más las valoraciones. Lo mismo se puede decir de cada continente y país, pero no tener todas las conversaciones de esas cantidades en la cabeza no impide que desde los primeros contactos, a veces desde antes de contar una primera docena no nos hagamos hipótesis e inferencias de lo que es o puede ser el resto de una sociedad. Vivir, Experimentar, interpretar y juzgar (sí, también juzgar por mal que sepa esta palabra) forma parte del mismo aglomerado psicológico. Es mentira cuando te encuentras gente que te dice muy pía y convencida que no juzga nunca a nadie, No, perdona, lo que haces es no decir tus juicios pero juzgar sí juzgas porque forma parte de las medidas supervivenciales del cuerpo-mente humanos. Sin juicios no hay adaptaciones al medio, es decir, al otro. Nosotros vamos interpretando aquello con lo que vamos interaccionando. Aprendemos de todos y cada uno de nuestros personajes secundarios en la vida que estamos haciendo y de nosotros mismos, de nuestras reacciones, de nuestra elaboración en curso ante los escenarios, reveses y estímulos que nos vamos encontrando.

El enfado de la monja con nosotros por haber ocupado la sala de conferencias (un aula cutre con un montón de sillas almacenadas y mesas grandes poco agradables) nos lleva a sugerirle tomar una habitación para el dia siguiente. Como es una tía muy escurridiza terminamos por no concretar eso y aunque lo hacemos luego. Sigue sorprendiéndonos la incapacidad en interpretar los consumos eléctricos de los ordenadores en gente que se supone un poco instruida, En alguna ocasión he llegado a explicar el miniconsumo de los mismos, mostrando el icono de la batería con el enchufe que aparece en la pantalla del monitor y su menú contextual desplegado que dice porcentaje de carga y tiempo estimado de uso. Una vez la batería del ordenador queda cargada deja de recibir corriente de la red externa. Mientras tanto, en otro pabellón un despacho sin nadie dentro tiene un ventilador a todo trapo en marcha, escena que hemos visto repetida en otros muchos sitios (luces encendidas que nadie usa o goteos de agua que nadie repara).

No tenemos el menor sentimiento de débito con los africanos ni con la pobreza en general aunque nuestra sensibilidad no se ha fosilizado ante el montonazo de miserias que vemos. Otro asunto es lo qué podemos hacer como quantum concreto ante ello y en qué podemos o debemos intervenir. Conjugar el verbo deber no es mi especialidad. No me siento en deuda con nadie mucho menos por los desmanes que pudieran hacer mis antepasados. Me consta que la analiticidad dedicada a un tipo de ayuda internacional que se vuelve en contra de los ayudados puede recargar la pólvora de argumentos conservadores e individualistas de toda la vida que se concreta en no hacer nada por los demás. Un minuto para repasar esta formula: hacer/no hacer por los demás. Con vocabulario poético me pondría de acuerdo en que los demás somos en realidad todos y que el hacer dentro de una sinergia colectiva substituiría la necesidad de una solidaridad unilateral. En vocabulario psicoanalítico no puedo ser tan memo. Los demás no es nunca una sola categoría, se reducen siempre -por millones que sean- a un otro específico, permanentemente variable que concreta en cada momento una representación del mundo. Si bien el discurso humanista habla en términos de incondicionalidad de toda la especie, cualquiera que sea el discurso relacional con el otro decide para cada caso concreto. Es así, que caso a caso, en una interminable casuística de diferencias pero también de constantes repetidas, el intérprete se doblega ante las observaciones y verdades de campo y sabe que una parte importante de la fatalidad humana no tiene nada que ver con las catástrofes inevitables sino con los atropellos predecibles de sistemas sociales mal montados. Los próximos sunamis, corrimientos de tierras, desbordamientos de ríos, inundaciones de poblaciones, descarrilamientos de trenes, atentados terroristas, cosechas perdidas y hambrunas terribles a los que asistamos en las siguientes décadas no serán, en buena parte de sus escenas, la consecuencia indirecta del infortunio sino directa de una desorganización sistematizada de la sociedad, la economía y el espacio donde se produzcan. Claro que un muerto, un enfermo o un herido no se quitan de su condición porque las razones de la catástrofe sean más de tipo social que natural. En ultima instancia lo que le sucede a un ser humano le está sucediendo a toda la humanidad. Esta visión de acracia, casi espiritualista, no sirve de demasiado para arreglar asuntos concretos aunque deja bien parado (“lo que cuenta es la intención”) a quien se hace su vocero. Hay muchas maneras de impugnar las falacias humanas a propósito de sus maravillosos propósitos. Todos los grandes principios filantrópicos no dejan de ser cháchara de relleno en el fracaso a enfrentamientos concretos de déficits sociales o ante la impotencia personal constatada de poder hacer algo por los demás. Isadora Duncan cuestionó la existencia del amor en el mundo en la medida en que el sufrimiento de los niños estaba permitido. Posiblemente no hay un solo lugar en la capa de la tierra donde no se pueda demostrar que lo que se afirma por un lado se niega por otro. No hay nadie que no esté empapado con una gran sábana de contradicciones. Las nuestras, en primera persona, son las que son: no nos gusta muchas cosas de las que encontramos, nos autoexcluimos en resolverlas como avanzadilla de la conciencia salvadora, tomamos por un igual la dicha y la desdicha humanas como materiales de observación y de literatura y, por si fuera poco, en este viaje africano le estamos dando vuelta al asunto de la pobreza. La desmarcamos totalmente de lo que es la miseria viendo en aquellas determinantes objetivas y en estas elecciones subjetivas y que la mejor intervención en el otro que se pueda hacer es el trato y la discusión de tú a tú. Como blancos estoy seguro que ayudamos mucho más a cambiar esquemas y prejuicios comportándonos con la espontaneidad con la que vamos que siendo emisarios de un plan de desarrollo que consista en hacer mil agujeros para tener otros tantos pozos de agua. No tenemos ningún problema en meternos en todas partes o en sentarnos en la calle junto a un punto abierto de 24 horas con una nevera que sirve botellas de vino y cervezas de lata, lo que seria el equivalente a un after hours. Hablamos un poco de todo con todos y sobre todo nos permitimos que fluyan las conversaciones a partir de comprobar que no somos las presas potenciales de nuestros interlocutores. Esa es nuestra intervención. No pensamos que con más regalos que demos ganaremos más centímetros cuadrados parcelados en un cielo que podrá prescindir, sin lugar a dudas, de nuestras almas ni tampoco pensamos que eso cambie realmente los niveles adquisitivos de la gente. Obligaciones éticas pues para salvar cuerpos o espíritus ajenos no están en la agenda nuestra. Una ética con la que encajar los escenarios y entenderlos en sus idiosincrasias sin renunciar a nuestros deseos existenciales ni a nuestro nivel de vida. A Vic más que a mi le molestan algunas ostentaciones para no ser la diana de las miradas de todos. La verdad es que ni vamos ni podemos ir de ricos ni prepotentes, solo somos distintos. Al reivindicar la propia distinción ya haces algo por el gran mundo del otro: que cada cual aprenda a ejercer la suya, incluyendo la vida con la falta de medios si esta es su decisión. Estoy completamente convencido que cada africano que nos ve compartiendo sus espacios, asistiendo a sus carencias , nos aprecia enormemente mas que si fuéramos de papánoeles, rol del que por otro lado no hemos terminado de deshacernos del todo porque aun vamos repartiendo ropa, bolis, gomas y las malditas gafas de sol de plástico.
Venimos abundando en unas constancias que nos están gratificando. A las alturas de este viaje, nuestra visión de África ha cambiado rotundamente. Sabemos que durante décadas hemos sido engañados por católicos y misioneros que necesitaban multitudes de almas irredentas (más que de cuerpos deficitarios) para llevar a sus rediles. Los africanos no necesitan ayudas humanitarias (falacia hipócrita entre otras de la cooperación internacional) necesitan tiempo para el imperio de sus propios criterios de auto organización y desarrollo. Si hay un desarrollo futuro africano ese es el autógeno y no el impuesto desde el exterior. Por otra parte hay mucho que discutir acerca de la misma noción de desarrollo. Todo el desarrollo del que pueden hacer gala los países ricos se resumen a más velocidad y menos tiempo dentro de una densidad humana insoportable. África tiene el tiempo y el espacio y este se concreta en lugares muy bonitos de los que andamos bastante más escasos en Europa, además de una disposición humana de la gente al contacto muy superior a la de los europeos, japoneses y estadounidenses. Ahí donde vemos la zarpa europea encontramos modelos plagiados de formas de estandarización de vida deplorables, tales como las islas residenciales de casas unifamiliares (en la costa atlántica marroquí hay varias horrendas y también hemos visto una de camino a Tamba). Afortunadamente vamos encontrando africanos que han cambiado el chip del suicidio atlántico o de la meca hispana por plantearse su futuro en su propia tierra. Las referencias que tienen de algunos paisanos al llegar a la gran babilone es que se pasaron un dia entero llorando por abandonar sus espacios de origen. No, ni el futuro de los africanos es irse a Europa ni el de las piadosas almas de los europeos es venirse a África para meterse en sus asuntos. Que los unos y los otros se muevan por el mundo como viajeros no como salvadores.
No tenemos ninguna duda de la bondad y templanza de esta posición aunque podemos tenerla acerca de su interpretación y de su cuota de justicia. Ser bueno es fácil, dijo V.Hugo, lo difícil es ser justo. Desde el momento en que uno nace se ve abocado a toda un encadenamiento de significantes que no elige y de los que disfruta o soporta y padece sin poderlo remediar. Tener los recursos que no tienen otros remite seguramente a un proceso previo de injusticias pero puesto que nadie tiene todos los recursos ni ha conseguido todos sus anhelos no hay ninguna persona que no sea de alguna manera deficitaria si se tienen en cuenta todos los registros y no tan solo los económicos o materiales. Esa pasa a ser una coartada ruin si uno se desentiende consciente y voluntariamente de los grandes problemas del mundo. Al hacerlo se mete en un terreno laberíntico: de una parte los problemas ajenos nos afectan (si millones de personas tienen vih coarta mi libertad sexual como ejemplo más a mano) de otra, intervenir en ellos puede ir en contra de su solución si no se activa el protagonismo de los afectados.
En nuestra constancia viajera vamos haciendo de hablantes y escritores. Una escena que nos acompaña a diario es hablar/tertuliar con desconocidos, algo impensable en las prisas europeas, también la de escribir. Muchos momentos de habla en Europa pasan por las coincidencias y de pie y reducidos a unos minutos, escena contraria la africana de la tertulia larga longeva en la sombra que mezcla vagos y ociosos (categorías que conviene distinguir).
Este libro que tenemos entre manos no ha querido ser nunca un estudio sociológico en profundidad sino un paseo psicológico por las relaciones humanas con decorados de fondo que van cambiando en función de las coordenadas geográficas en las que estamos en cada momento. La constancia acaba siendo premiada, la nuestra lo está siendo. Disfrutamos al hacerlo y con las discusiones que genera, también. Siempre hay alguien anónimo y distante que se ha encontrado con él por casualidad y elogia que nos atrevamos a hacer este viaje en las condiciones que lo hacemos. Bueno, bueno, no es para tanto. Nos ajustamos a nuestro poder adquisitivo que tampoco es tanto. Arturo Graf recordó que la constancia es la virtud por la que todas las obras dan fruto. Aunque no tengamos una gran obra definida en nuestras biografías como crear una Fundación, terminar un libro no deja de ser un objetivo concreto en forma de fruto para paladares que quieran probar otros platos. El nuestro se puede comer con total confianza. Nada de lo dicho y por decir forma parte del campo de la mentira pero sí de la interpretación que acepta austeramente tanto las lapidaciones como los algodonazos.

Vamos una segunda vez al cyber local con pinta de progre fundado, parece que por un misántropo y al que llama centre d’ energie solaire et d’ higiene. El lugar es cuco pero el hacinamiento de ordenadores no se explica. Hay taburetes en lugar de sillas y la mayoría no funcionan, alguno que funciona tiene el teclado mal configurado y el mouse inútil, Los ventiladores de aspa tampoco funcionan todos. Le digo a la que atiende que aquello no es más que un gran basurero de informática desusada, No se opone al comentario aunque luego se vengará no dejándome usar la pequeña y tranquila sala de biblioteca. Dadas las dificultades para encontrar cybers operativos navegar o insertar cosas en la red se convierte en una autentica heroicidad. Mis últimas definiciones sobre infelicidad pasan por el tipo de dificultades que puedes encontrarte operando con un ordenador o tratando de conectarte a la triple dobleuve.
Nos quedamos un día más de lo previsto de Tambacounda, ciudad de las moscas. Nos dicen que su abundancia depende de la recolección de los mangos. La cuestión es que los mosquitos las relevan durante la noche y estas vuelven al ataque con la primera luz. En la lista que tratamos de ordenar de nuestros enemigos Vic los ordena así: primero moscas, despues mosquitos y tercero seres humanos. Mi orden es otro: primero seres humanos, segundo mosquitos y tercero moscas, claro que he de reconocer que por un ser humano que te pica puede haber cientos de insectos aterrizando en tu epidermis para dejarte marcas, inocularte mierdas o despertarte.
En el cyber coincidimos con Leopold por segunda vez y le pedimos pernoctar en su patio. Nos muestra su recinto, mucho mejor que el de la misión anterior donde tomamos finalmente una habitación por un dia, y vamos a dar una vuelta por la ciudad para tratar de encontrar donde comer. Entramos en un hamburger fast food que solo ofrece hamburguesas simples y desestimamos. Nos tomamos una dosis de harinas en la pastelería de al lado y finalmente recalamos en un restaurant Hortencia/Mileva donde podemos comer algo y beber en el interior estando a salvo por un rato de la epidemia de moscas. Durante la comida alguien viene a ofrecernos esculturas. Cierro el trato con una, un penseur, por 2000 cefas. Una curiosidad: venimos coleccionando penseurs desde que le compramos los primeros a unos senegaleses en Tenerife hace algunos años. En todo el oeste africano vienen ofreciéndolos. No deja de ser una paradoja que esta figura se prodigue tanto de una forma emblemática en una parte del mundo donde el pensamiento racional por lo que a planificación se refiere abunde tan poco. Las estatuillas representan figuras varoniles con la cabeza oblonda, algunas veces muy gruesa, apoyada en la mano en actitud reposada y meditabunda.
Al anochecer nos instalamos en el recinto de Leopold, que es Ivorien. Como pasteur de Assemblée de Dieu es más accesible que los católicos en general y da por supuesto que compartiremos su espacio. Los católicos que nos lo han ofrecido hasta ahora, el suyo privado, han sido los menos. No coincidimos con ningún acto religioso ni grupo dedicado a la música eléctrica. Compartimos una velada con él y un ghaniano, Peter, que está en prácticas, la cocinera y otro chico. A Leopold Le explicamos nociones de informática que hace poco ha descubierto, Peter las sigue, los otros dos priorizan la teleserie europea que pasan por un canal africano. Leopold se mueve con la moto que nos confirma que es de Cross y que le costó más de 2millones de cefas, prácticamente el precio de un coche importado de ocasión.
Antes de dejar Tamba pasamos por el centro artisanal donde la atención de los artesanos estaba dividida con una pequeña troupe de turistas blancos autobuseros siguiendo las pautas del turismo internacional: todos concentrados en la misma tienda y desplazándose de una a otra tienda en tropel salvo algún asintótico. Se lo habíamos prometido a un chico que vino a nuestro encuentro mientras estábamos cenando el restaurant de la noche anterior. Le dijimos que iríamos a ver si había ropa de nuestra talla y que le asegurábamos que pasaríamos sin comprometernos a nada. Dijo oui varias veces aunque despues vino con un sastre para tonarnos medida y hacernos un traje. Para estar seguros del valor de un oui hay que preguntar siempre que te repitan lo que has dicho sino la comunicación es un fracaso. Hicimos un recorrido por las tiendas en las que suelen repetirse los mismos estilos y los mismos objetos. Tal vez hubiera comprado un hipopótamos de teca pero los precios en euros no tienen nada que ver con los precios reales de mercados. Estos recintos artesanales, que venimos descubriendo en todas las ciudades desde Ouaga, el cual creo recordar fue financiado por Luxemburgo, tienen el común denominador de multiplicar los precios porque son los lugares donde van los turistas y no los lugareños. Son verdaderas telas de araña. Tienen por ventaja que permiten una visión panorámica concentrada de estilos artesanales e incluso artísticos. La mejor recomendación que se le puede hacer al rostro pálido es que se de una vuelta por ellos y lo tome como galería de exposiciones pero no como centro de compras. Como particularidad los comerciantes se han aprendido las fórmulas de saludo protocolarias en todos los idiomas posibles de sus visitantes extranjeros.
Tomamos la carretera y a la salida de Tamba un policía haciendo de policía nos dio el alto, es decir colocándose en el centro de la calzada con el brazo en ángulo recto y la palma en dirección a nosotros. Es la primera vez que dimos con ese comportamiento. El hombre me pidió el permiso de conducir tras contestarme que era solo una cuestión de control y no había cometido ninguna infracción. Al buscar para dárselo y ver –suponemos- que el mecano de Vic nos dijo que continuáramos sin más. Los algo mas de cien kilómetros hasta Koumpentoum son los peores hasta ahora recorridos en el continente. Decir que la carretera está bacheada no es una descripción justa, está agujereada, muy agujereada, la capa de menos de dos cms. de asfalto originario pueden explicar que se rompiera, lo que nadie puede explicar es que la dejaran a su suerte sin que se remendara nunca. El estado de un país es directamente operativo a su capacidad para mantener sus vías de circulación en buenas condiciones. El que las deja que se rompan demuestra algo más que falta de planificación y desidia. Esta carretera tiene tramos donde han empezado las obras de reparación. Para hacerlo, una excavadora con púas en la parte posterior tiene que romper el asfalto restante, esa minicapa, y luego una apisonadora igualar el firme antes de pasar a las siguientes fases de meter tierra, gravilla y una renovación de riegos de alquitrán.
A pesar de lo mucho que hemos tardado en venir al África subsahariana (la primera vez que pensé en este viaje fue en la década de los 80) nos hemos anticipado a juzgar por la cantidad de rutas en mal estado que nos vamos encontrando. Cuando dentro de 30 años nuestros nietos vengan a visitar estas zonas dirán: nuestros abuelos sí que fueron unos héroes arriesgándose por estas rutas. Soy un optimista: no creo que dentro de una generación las comunicaciones estén completamente arregladas pero es verdad que vemos maquinaria Volvo último modelo dedicada a las reparaciones. Para recorrerla tuvimos que usar alternativamente la pequeña pista entre árboles junto a la carretera. No hay baches pero hay charcas y ramas que nos rallan la carrocería. Otra vez en lo que queda del asfalto, se nos caló el motor un par o tres de veces por el continuo cambio de marcha entre segunda y primera. Al tratar de ponerlo en marcha un icono de candado color calabaza del panel de las señales dice que la llave no es reconocida. ¿Quéee? El fantasma de quedarte quieto incrustado en medio de la nada –o lo que a nosotros nos parece nada- no ha dejado de acompañarnos. De un km. atrás un par de muchachos de un camión de los muchos que nos seguimos encontrando en pana, van con llaves inglesas al pueblo de al lado y se detienen a ver nuestro motor, el uno le explica al otro el circuito eléctrico. Aprovecho la parada para cambiar el filtro de aire por primera vez en estos casi 20mil kms que llevamos. Probamos la llave de contacto que tenemos de repuesto y funciona. Parece que el dispositivo de seguridad que contiene la otra llave se vuelve en contra nuestra.
Después de una conducción llena de peripecias, en la que los conductores que nos cruzamos, nos sonreímos como muestras de apoyo mutuo, llegamos a Koumpentoum donde el père Georges N’ Dour acepta que pasemos la noche en su recinto, luego nos ofrece una habitación gratis y al día siguiente nos invita a desayunar y a comer. Damos una vuelta por la localidad y nos sentamos en uno de los muchos puestos que hay de comida que son pequeños restaurants de calle con banquitos y mesas bajas regentados por mujeres con cacerolas. Son las damas nutricias, las mujeres siempre se ocupan de salvarnos el cuello a todos con oficios de mimo y protección. Tomamos un par de huevos duros cada uno sazonados con un salero que ya contiene también pimienta. Conocemos en la mesa comunitaria a Amadou Diallo (Diallo es un apellido generalizado) que se presenta como el jefe local. Las jefaturas tradicionales siguen coexistiendo con los órganos políticos legales de poder como los ayuntamientos y se ocupan de interceder en conflictos entre vecinos, cuestiones de lindes y un montón de pequeñas cotidianeidades. Nos dice que por su casa pasan todos los extranjeros que van de viaje y que es muy hospitalario. Nos cuenta un detalle de la estación rural de radio, financiada por Francia, pero en la que para participar en algún programa hay que pagar por falta de recursos propios, algo que ya se nos dijo en la deTanguiéta.
Invariablemente en las habitaciones que tomamos nos instalamos con nuestras almohadas (John Ray comparó la buena conciencia como la blanda almohada) nuestras telas y nuestro pot-de-nuit además del fuego de gas y la tetera, la mesita y la butaca de aluminio. En cambio no descargamos ninguna bolsa de viaje salvo los necesaires. Somos raros ¿no? En Koumpentoum terminamos por quedarnos un par de días. Por la mañana temprano nos despertamos al amanecer, única manera para qué un dia sea productivo al completo. Antes de desayunar con Georges y seguir las noticias por tv sobre los próximos juegos olímpicos de China, termino la mitad de mi flirteo auto asignado al ordenador por día y antes de volver a la carretera prácticamente la otra mitad. Antes de salir de la ciudad repostamos unos 40 litros de gasoil para completar el depósito. ¡813 cefas el litro! Más caro que en Europa. La más cara pagada en África hasta ahora. Dobla casi el precio de la de Benín. Reentrados en la carretera volvemos al escenario conocido de los superagujeros. Otro stop de un policía con gorra de plato que vuelve a dejarnos ir sin pedirnos papeles. Combinamos a ratos el asfalto degradado con la pista paralela de tierra suponemos que hecha espontáneamente por la gente que va con carros y otros coches. En esta pista hay trozos con las malditas ondulaciones que tanto sufrimos en Burkina y Benín. Siguen siendo el resultado de otras ruedas de vehículos al pasar, tal vez con el suelo humedecido. Rocío Fdez. Alés, que sigue este libro e intercambia opiniones al respecto con Vic, propuso otra interpretación del terreno ondulado a partir de intensos aguaceros y vientos que en determinadas zonas del planeta efectivamente dejan ondulaciones importantes en laderas o explanadas. Lo que nos venimos encontrando observamos que solo es dentro de las pistas y además algunas claramente diferenciadas por las dos líneas en paralelo paso de las ruedas sin estar en el centro ni a los lados. Eso descarta que fuera el resultado sólo de una acción climática.
Por el camino además del icono que nos indica la falla del sistema de inyección compruebo que la aceleración no se convierte en potencia ni en movimiento. Por un momento pienso que quedaremos clavados en cualquier punto y eso sí sería una aventura en mayúscula, Sigo sintiéndome defraudado por la Fiat aunque Vic dice que nos está dando bastante resultado. Yo, penitente incorregible, sufro a cada nueva información de sus déficits. En los más de dos cientos kilómetros de vía, horrenda encontramos unas cuantas máquinas y unos cuantos peones camineros, nada comparable a la intensidad organizativa que vimos en Níger. Por supuesto el cartelito de la UE como financiadora no falta. Su modo de trabajar es desorientativo porque por una parte rellenan los agujeros con tierra que apisonan con una apisonadora pequeña y por otra parte viene la maquina desmenuzadora del asfalto y la apisonadora grande para nivelar el suelo. De las fases siguientes: echadora de grava y regadora de alquitrán no hay presencia alguna. No dudamos que en el espíritu de alguien debe estar la idea de ponerlas a funcionar. Al menos en Turquía te encontrabas con camiones cuba de alquitrán que se daban paseos para ir mojando las carreteras peores para enganchar gravilla, sin barreras de cuidado ni otros dispositivos de atención de peligro. Tendremos que presentar los senegaleses a los turcos.
Después de más de 100 kms y unas 3 horas sin detenernos, es decir deteniéndonos en todos los agujeros que obligan a reducir a menos de 5por hora, llegamos a Kaffrine donde decidimos no dar un paso más. Me merezco una birra y vamos hasta una epicerie que anuncia a todo color la Coca-Cola. Aquí la venden fresca, la cerveza digo, pero no se puede consumir in situ. Su mánager , Assame Gaye, la vende a 900cefas pero vale la pena pagarla. Empiezo bebiéndola dentro de la furgo en plan clandestino y luego el resto dentro de la taza para té traslado a la mesa donde Vic ya ha iniciado una conversación con los lugareños: Papa Aly Samb, funcionario, impecablemente vestido, Issa Sy y Mandig Bayo, ambos profesores y el primero en particular muy informado. Esta sigue por varias horas compartiendo su arroz con pescado de las jofainas comunes pero cada cual con su cuchara. Es la primera vez que nos invitan en grupo. Excelente. Los que más comemos somos nosotros, tal vez ellos hayan aprendido a vivir con estómagos más pequeños o no sean tan devoradores como nosotros. Además, no beben cerveza ni la quieren ni beben nada durante la comida, solo agua al terminar. Las lecciones están claras por parte de quien las da. Los temas de conversación son varios: complejo de inferioridad negra, fundamentalismo, religiones, homosexualidad, desarrollo, comunicación, poligamia, terrorismo, velo islámico… su radicalidad conceptual es fuerte aunque escuchan y no atacan tanto nuestros argumentos. Nos instruimos por ambas partes en nuestras intensidades con la palabra y siempre que doy con alguien interesado en un tema de reflexión mi interés y mi aprecio por esta persona crecen aunque no nos pongamos de acuerdo. Soy un apasionado del debate si es de una discusión teórica en firme de lo que se trata. Su incondicionalidad islámica los hace irreductibles: no entienden a los europeos aunque Vic y yo tampoco los entendemos en todas sus coordenadas aunque el hecho de haber nacido en Europa nos hace comprender unas cuantas cosas. No entienden que podamos vivir sin religión ni que se permita el matrimonio civil a los homosexuales, tampoco entienden que los europeos no entiendan su poligamia (yo tampoco los entiendo en este punto) claro que cuando defendemos la poligamia femenina nuestros compañeros de mesa tampoco la aceptan. La experiencia de la comunicación ha valido la pena. Les declaramos nuestro déficit en el actual viaje que llevamos en curso de contactar mas con el cristianismo en el oeste africano que con el islamismo profesional de los marabú pero por ahora nos toca reconocer que mientras los recintos religiosos de aquel son diáfanos y accesibles no podemos decir lo mismo de las mezquitas, en su mayor parte no recintadas y las que lo están sin posibilidad de acceso con nuestra furgo por puertas de altura limitada.
Tras la conversación exhaustiva vamos a la misión católica donde el pere Aloyise permite que usemos el patio y el enchufe. Tras muchas deliberaciones conmigo mismo he llegado a la conclusión que un enchufe africano es comparativamente tan importante por no decir más que un patio como lugar de ubicación.
Últimamente concedo mucho tiempo a la deliberación personal, una forma particular de meditación, y llego a conclusiones como la anterior que me sorprenden. Trato de lucirme con filosofadas pero me vencen los aspectos menores de la cotidianeidad. Practico básicamente dos: la de las velas o petrolero –según si hay viento o no por la noche- y la meditación bajo las aspas del ventilador. Ésta también está acompañada por las sombras chinescas de las velas tintineantes. Añade un factor de arriesgo considerable: nunca sé si uno de estos ventiladores que trequetea e invita al aeróbic más que a otra cosa no se desprenderá del techo y me degollará. Probablemente estoy juntando los ventiladores de techo a los bidones y bidonniers ensanchando el elenco de posibilidades de pesadillas. Me figuro ser el sujeto bajo el péndulo de Allan Poe (el de Foucault no predetermina para ninguna preocupación) en su última meditación trascendental. Hasta ahora, de todas las habitaciones tomadas solo el ventilador de una giraba en total silencio, todas las demás nos han funcionado como nanas para dormir profundamente. La cuestión es que amanecemos benditos y frescos y con la cabeza sobre nuestros cuellos para seguir nuestra aventura sin sufrir ningún percance a causa de su desartonillamiento –la verdad es que es poco probable- o el desmoronamiento del techo- algo con mayor probabilística-. De haberla sufrido no estaría con todos los dedos de la mano para seguir escribiendo nuestra crónica.

A cada paso que damos, kilómetro o tramo entre ciudades, tenemos oportunidades para poner a prueba nuestros límites. Es posible que seamos más viejos de lo que nos reconocemos. Cuando decimos nuestra edad la mayoría de nuestros interlocutores opinan que somos viejos porque para ellos estamos en la edad de sus padres si todavía los tienen. Mi barba blanca consolida un look demostrativo en correspondencia. Los pocos días que estoy sin ella hasta que vuelve a crecer Vic dice que estoy arrebatador (entre nosotros, está loca por mí).Como mis oportunidades de espejos son escasas cada vez que me la saco, en periodos de unos dos meses, parece que el tiempo ha pasado por mi cara. Debe ser puro subjetivismo, el tiempo no existe, me canso de repetir eso aunque sea mintiéndome con ganas. Los límites personales están en la cabeza no en las piernas no paramos de decirnos, pero el cansancio físico es medible y tras unas cuantas horas de carretera trequeteante solo deseo un lugar apacible, una butaca, un lugar fresco, el ventilador de techo a pesar de sus crímenes potenciales (¿qué ventilador mató al huésped? Seria el titulo del film. Los de los derechos de autor que no se olviden de nuestro porcentaje) y una compañía puntual con la que compartir una conversación puntual cuyo encuentro con los tertulianos probablemente no se repetirá nunca más.
Sin límites que te restringen no hay filosofía posible. Gracias a los límites, los seres no somos dioses y gracias a no ser dioses nos planteamos las cosas desde la proximidad y la posibilidad de cambiarlas o no. Los sufíes dicen que cada individuo es dios y eso les debe permitir montar a caballo el tema en cuestión. Los que tenemos una furgo cuatrirruedas en lugar de un cuadrúpedo sabiendo que nuestro destino depende de alguna falla de conexión en el motor la teoría del limite la abordamos menos místicamente, vemos los límites de una manera menos absolutista. El viajero ideal es el que puede prescindir de cualquier medio de transporte en sustitución de otro y no quedarse clavado a uno solo. Probablemente no hay una manera de viaje ideal como tampoco la hay única. Todas tienen sus ventajas y desventajas. Un viajero experimentado me dijo ya hace mucho tiempo que el mejor modo de viajar es con lo puesto y con una mochila pequeña. Lo cierto es que cuando lo he hecho no te limita tanto como parece: aprendes a racionalizar tus recursos. Si llevas tu propio vehículo vivienda además de cuidar de tu persona debes cuidar de un cacharro enorme que te hace más vulnerable y también punible, a juzgar por la multitud de gente que quiere repartirse el pastel al pedirle tributo al viajero. Es posible que la destilación filosófica de un viaje tenga más que ver con las pérdidas que no con los hallazgos, con el choque con los límites que no con las grandes y heroicas extralimitaciones que en nuestro caso son nulas. Si hemos de batir algún record será el de la lentitud. Kundera tiene un libro que la elogia en cuya portada, la de Tusquets, se ve una tartana o un carro de dos ruedas con caballo. El viajero preconfigura su viaje desde el momento en que elige el medio de hacerlo. Saltar de un aeropuerto a otro responde a una personalidad muy distinta que autoflaglelarse con un montón de fronteras y contratiempos del camino a añadir las variables de la máquina que no deja de ser un síntoma del consumo velocista del individuo moderno. Quizás el viajero más autentico es el que camina y que no hace ni siquiera autostop ni acepta ser llevado por conductores altruistas pero nosotros no tenemos piernas que nos lo permitan y, francamente, tampoco ganas. Cuando hice el camino de Santiago (Roncesvalles-Compostela unos 730 kms) también advertí que la velocidad no estaba ausente de los peregrinos con prisas. La prisa no la pone el medio de transporte sino la cabeza.
En Kaffrine advertimos que la cuota de mosquitos puede superar cualquier estimación anterior, la de Bamako desde luego es inferior. Instalamos nuestro despacho ambulante junto a un enchufe y a una reunión de scouts que aquí lo pronuncian con la u en la ou, no lo anteceden con el boys, supongo porque hay tres chicas en la reunión las cuales no hablan y parece que el tema no va con ellas. Planifican algo con los chavales de la parroquia.
Salimos a dar un paseo con la silla unos minutos antes de anochecer y de la tormenta anunciada. Comemos en un restaurant de rue. Cae la tromba nada mas encargar la comida. La mujer nos sisa. Pago 1000cefas por un hueso de pollo seco que ella ha cogido con la mano de la perola. Decidimos a partir de ahora llevar nuestros propios boles en la bolsa de mano por si el furor estomacal nos lleva a otro encargo de comida de este tipo. Tomamos la tormenta como un espectáculo. Otras veces que es anunciada y despues de una ventolera huracanada de 10 minutos todo queda en nada, es como si hubiéramos pagado nuestro asiento en la ópera y en el último momento los divos o divas no pudieran cantar por una afonía repentina.
Cuando la lluvia ha cesado volvemos al patio de la misión sorteando y cruzando charcos. La furgo también está rodeada de agua. Al dia siguiente, domingo, un montón de curiosos que salen de misa rodeando la furgo y Vic, mujer pudorosa donde las haya a pesar de haber tenido alguna de nuestras primeras citas en una playa nudista, debe ser advertida por los ojos curiosos de la muchachada cuando todavía se está vistiendo. Por mi parte sufro una manada de criajos que se me pegan. Todos son muy cucos pero tan pegajosos y faltos de respeto que es para darles un sitio de honor en una catapulta y enviarlos a una milla de distancia. Tras hora y pico de aguantar la ceremonia religiosa necesitan salir, chillar, correr, molestar. La disociación entre rito y comportamiento cívico es total. Algo de lo que tenemos noticia durante toda la vida. El personal no conoce un famoso slogan: a dios rogando y con el mazo dando. Supone que con la primera parte de la frase todo lo demás queda resuelto por sí mismo. Un rato despues adultos y niños desaparecen del recinto y nos dejan en paz. La ceremonia religiosa es un acto social donde los vecinos se encuentran y se saludan y donde al compartir los sonidos, que dentro de un templo suenan a voces profundas de los rezos, se sienten parte de una misma cosa, de una onda acústica ciertamente sí lo son.
En la misión hay un jardín de infancia cuyas monitoras o encargada tienen sus habitaciones. Es aquí donde esta la paillote y mi oficina para unas horas. Me acompaña un gallo que tiene una cuerda en la pata y anda atado para que no escape. Una forma de ejemplarizar la noción de libertad vigilada. El gallo es trasladado de ubicación pero siempre con la cuerda de la pata atada a algún punto fijo. La gallardía del animal debe quedarse resentida. Mientras paso la mañana por el paillote van y vienen unas cuantas chicas que no me hacen el menor caso. Por lo general la iniciativa para todo ante el extranjero es masculina. A la sensualidad femenina, más notoria en Senegal, no le corresponde el contacto verbal. Como en todas partes la inhibición va en contra del inhibido y del entorno, por ambas partes se pierden oportunidades de comunicación e información por lo poco.
Las chicas de nuestro patio: la responsable del dormitorio, una alumna y la cocinera de los curas, por voz de esta, nos invitan a compartir su bol común de arroz con carne. Son Apolline, Odile e Ivonne. Hablamos un poco aunque no mucho sobre la mayor inhibición femenina en las sociedades africanas. Despues de comer cada cual va a lo suyo. La alumna, una atractiva adolescente, adopta esta clásica actitud de niñas, que les deben y nos les pagan, de no mirar a ninguna parte y no atender a la conversación, una performance, por cierto, muy repetida en Europa.
No estamos tan lejos de nuestros territorios. A menudo hay más común denominadores entre la gente que no separadores. Por lo que hace a la iconografía callejera, los Maggi y los Solís y sobre todo la Shell o Total nos recuerden que estamos en un mundo global. Lo único que seguimos llevando fatal es la continua suciedad, todo y que vimos que una localidad maliense se anunciaba como sitio limpio lo cual indicaría una autoconciencia con respecto al tema. Aguas encharcadas, cloacas mal tapadas, suelos embarrados, millones de insectos esperando hincar el diente a lugareños y visitantes, lavar los cacharros con agua sucia y un interminable etcétera de detalles que indican que las personas podemos estar las unas de las otras a años luz de distancia aunque aparentemente nos parezcamos.
Entretanto las caras pintadas en establecimientos o fotos en los camiones, buses, o al cuello de alguna o en bolsos o en lo que sea de grandes marabús es continua. Preguntamos a Mussa, el camarero de uno de los antros de borrachos de Tamba, sobre el suyo. Nos dijo que era Abdul Azizsy. A diferencia de los camiones europeos que llevan fotos de calendario de chicas despampanantes los de aquí o llevan leyendas dando gracias a los dioses o fotos de sus guías espirituales. Deberíamos hacer una encuesta a los camioneros del mundo para saber si predomina una cosa u otra. Entre elegir lo malo o lo peor mejor mostrar la adhesión a una silueta sensual que a la cara de un tipo viejo, generalmente malcarado, que predica a mi entender un discurso obsoleto. Teniendo en cuenta que alguno gran marabú de algún otro país musulmán, como Sudán, no hace tantos años pregonaba la muerte del infiel como pasaje rápido al paraíso prefiero la foto de una mujer florero en los adeptos a ídolos que no haga apología de la violencia religiosa.

Nos auto invitamos a un desayuno con Aloyse Sene y Clair Emile Sarr que llevan uno y dos años respectivamente en la paroise. Conversación sobre tolerancia, solidaridad, intervención social. El enunciado más lucido que sale es el de Clair Emile, supera los nuestros: la ayuda crea dependientes. No hay que venir a ayudar con programas predecididos sino participar con proyectos autogenerados in situ. El dia antes había pensado en otro cartel para nuestra pizarra vacante: la solidaridad es un gesto de fraternidad que puede llegar a crear dependencia, por no decir que crea directamente inadaptados. Por ellos sabemos que sus ingresos son de los donativos de la feligresía apoyados con la recolecta de otras meses de otras iglesias mas favorecidas.
Con el vicarie, François Gomis (su apellido lo hemos conocido en España con un nombre destacado dentro del cristianismo militante al que escuché en una de sus conferencias y coincidí en su sede en alguna otra ocasión y nos dice que es de origen guineano, de Bissau, con lo que posiblemente viene de Portugal) también compartimos la mesa pero no habla ni nos dirigimos a él. Posteriormente nos disculpamos por esa exclusión diciéndole que nos parece una persona muy venerable y que lástima de falta de tiempo por no poder hablar más con él. Nos responde que vale y como tantas veces en los africanos con una sonrisa diáfana.
Terminado nuestro rato de trabajo diario, que para algunos conocidos en España significa dejar de vivir (tomad nota: hay que vivir más y escribir menos me notifican por email. ¿lo cualo? Repítamelo vd. despacio por favor) retomamos la carretera menos agujereada pero suficientemente desagradable. La falta de potencia de motor es evidente y en Kaolack decidimos buscar un mecánico. Preguntamos al guarda del hotel Paris que nos acompaña a uno que conoce al final de la misma calle junto a la puerta del Puerto Comercial. Antes de poder hacerlo se pelea con otro que se mete por medio que quiere llevarnos a otro mecánico que comparte explanada con el anterior. Antes de confiarle nuestro motor atiendo a sus explicaciones. A diferencia del último que vino a visitarnos en el alojamiento de Tamba éste parece que entiende más del asunto. Me pregunta si he cambiado el filtro de aceite y el de gasoil. Sospecho que no. Decidimos cambiar el de gasoil –del cual trajimos un recambio- sin asegurarme que eso resuelva a avería puesto que puede ser de la bomba de inyección a lo cual habría que repararse en Dakar a donde nos dirigíamos por este asunto. Pactamos un precio a priori (5000 cefas) y como mucho media hora después ya lo ha cambiado. Damos una vuelta juntos por el barrio e inmediatamente compruebo que la potencia y el sonido de motor han vuelto a los que le son propios. La luz roja del icono de alarma ya no se enciende. Mientras dura la operación hemos desplegado la mesa, las butacas y se ha organizado espontáneamente la tertulia entorno nuestro: emigración suicida, importación de vehículos usados, religiosidad y el valor de la cola para la potencia sexual, de la que compramos tres unidades, dos para ellas (Vic) y una para él.(Jes). Rueda de presentaciones y amigos para siempre. Mendo Diallo, Mendo de Mendoza un seudónimo que le puso su hermano mayor Gormi Diallo. Mendo ha sido el mecánico y le prometo que lo mencionaré en el blog por su honestidad. Amath, el más polémico, nos acompaña hasta casa de un imam al expresarle nuestro interés en hablar directamente con alguno. También nos enseña su restaurant que lleva su esposa junto a una gasolinera con una colección de chicos transportistas con carros de dos ruedas donde en concubinato de siesta las dos empleadas, la esposa y otra mujer están echadas en el suelo sin ningún cliente en el local y ninguna mesa puesta. A continuación nos enseña donde está la ubicación de la maison des oeuvres donde el fallecimiento de hace dos días de uno de los curas en accidente de tráfico a causa de la ultima tormenta nos desaconseja pedir alojamiento y lo hacemos enfrente, en uno de los recintos de Caritas donde el tipo encargado quiere cobrarnos una suma desorbitada por ubicar la furgo en su explanada desprovista del menor consuelo: ni sombra ni limpieza. Este mismo individuo nos acompaña hasta la sede principal de Caritas al pedirle que estamos interesados en conocer su programa de solidaridad local. Una vez aquí comienza un curioso intercambio de frases que hasta este momento no nos había sucedido en parte alguna. Una especie de secretario Michel x.Sene nos envía a su director Dominicque Sene. El primero se deshace de nosotros diciendo que sus opiniones pueden incurrir en contradicción con las de su director al cual nos delega. El segundo dice mas o menos algo parecido hablando de que el no puede hablar por él en cuanto a que forma parte de una estructura y que debemos ir a Dakar a hablar con no se quien para hablar del tema. Con este segundo, nos metemos en una meta conversación de esas en que la totalidad de ella es sobre la conveniencia de pasar a la conversación que le planteamos sobre la solidaridad en concreto. Tanto al anterior como a este le decimos que estamos en curso de escribir este libro de nuestro recorrido africano pero que no somos periodistas. Aun así en la llamada del primero al segundo nos presenta como periodistas. Lapsus que pone al descubierto a la defensiva en la que están. No trato de caer bien ni hacerme amigo del tipo parapetado en su despacho con una postura física refractaria desde el principio y que un rato despues me despido de él como homme caché. Cuando resulta evidente que no quiere comentar nada del trabajo de la organización por temor a que su nombre quede involucrado (por cierto el apellido no quiere darlo, lo hemos de buscar en internet para asegurarlo) le digo que estamos metidos en una conversación estúpida porque estamos conversando acerca de si conversar sobre el tema que nos trae es apropiado o no. Lo reto a que se vea con nosotros fuera de su despacho en el Hotel Paris como cuartel donde vamos a pasar la tarde pero evidentemente no viene. No es un problema de alguien victima de su rol como pretende decirnos sino víctima de si mismo, vacío de valor al no tener opiniones propias: la tristeza del ser humano en grado sumo con la que tantos veces nos hemos encontrado en el viejo mundo. Caritas no es cualquier cosa, es una de las organizaciones más veteranas dedicadas a la solidaridad. Hace algunas décadas ya tuve oportunidad de hacer un estudio de ella en Tenerife. La conclusión a la que llegué no fue nada empática: la pobreza genera riqueza. Es decir la pobreza de la que se ocupaba le generaba unos dividendos suntuosos. Algo que guarda un cierto paralelismo con el análisis que tenemos en curso sobre las oenegés que con el pretexto de la pobreza de la que se ocupan se perpetúan a si mismas como trust tácito que se reparten el campo de la solidaridad como mercado muy lucrativo. Todo encaja. Para un profesional con los esquemas de la estructura organizativa enmarcados en la pared del segundo despacho en el que estuvimos alguien que pregunta puede ser un inconveniente. Las preguntas clave siempre ponen en aprietos. Nos vino a decir que no nos conocía y que podíamos ser efectivamente periodistas. Le conté lo que sé, más bien poco, del periodismo de investigación que han pasado freelances y otros tratando de investigar temas tan ilegales, como clínicas de estética sin cirujanos acreditados, narcotráfico, prostitución de las mujeres del Este, prostitución infantil y temas parecidos a los que acuden a las entrevistas con la cámara oculta para encontrarse con respuestas elusivas de gente que tiene cosas que esconder. Cuando alguien te dice que no puede opinar por cuenta propia porque forma parte de una estructura (¿es que hay alguien que no forme parte de alguna?) o bien tiene algo que esconder o tiene mucho miedo. Eso es lo que le dije a ese tal Dominique. Hay una tercera razón que se denomina con una palabra que me callo pero que se puede deducir fácilmente. ¡Pero bueno! ¿Hasta qué extremos hemos llegado? Mientras por la mañana hablábamos con otro Sene, Aloyse, explicito y formado (estuvo 4 años estudiando en el Vaticano elegido por el obispo de la diócesis y hace un año que ha regresado) con capacidad de emitir ideas propias, por la tarde nos encontramos con gente del mismo apellido, Michel es su primo, pero no del mismo registro mental. Eso es lo que daña al catolicismo. Externamente la sede de Caritas da la sensación de ser una empresa potente. El patio lleno de 4x4, un almacén con recibo reciente de cajas de medicamentos y personal administrativo. Solo falla una cosa: la capacidad para la comunicación. La visita no fue infructuosa: D.Sene nos dio mas información de la práctica solidaria no hablando ni mu de ella que haciéndolo, su propia persona y su cripticidad ponen en evidencia que el negocio de la solidaridad tiene bastantes trapos sucios. Si no los tiene ¿por que tener miedo a opinar? Un dato mas, antes de entrar en su despacho ya tenia la posición tomada dada su frialdad en el recibimiento a juzgar por su postura física y su no invitación a que nos sentáramos. El tipo que nos acompañó hasta el antes de terminar la conversación y viendo la dureza de los términos empezó a tocarme como dándome prisas para que nos levantáramos y nos fuéramos como cualquier otro tipo. Le tuve que recordar que en África tocar a alguien esta prohibido por ley y que por eso se va a la cárcel. Solo un ejercicio escénico, nada más, No sabes lo bien que te quedas al decir a un insuficiente que lo es y además decírselo a la cara sabiendo que lo reconoce.
Después de la anécdota pasamos por la Gare Routiere, una explanada con camionetas de pasajeros y taxis, donde nada llegar de distintos puntos de ella vinieron a rodearnos muchachos a la espera de cazar algo, atosigándonos con sus preguntas. Escena típica: preguntas a uno sobre algo que al contestártelo vienen otros que se ponen por medio para preguntarte lo que quieres saber ninguneando y tapando al anterior. ¡Viva Africa y su solidaridad y respeto interiores! Luego nos hemos refugiado en el restaurante del hotel con cobertura wifi razón por la que nos hemos quedado a pesar de los precios mas caros que en un hotel similar en el Paris capital, La experiencia del contacto con Caritas ha recargado nuestra ametralladora anecdótica. Antes pasamos un momento por l ‘ Aliance culturel franco-senegalais para pedir usar su patio para esa noche.
El patio está con varias mesas y la barra de sobre todo hombres bebiendo cervezas. Hasta la 1 de la madrugada no metimos la furgo en el patio dada la clientela en activo que ocupa las mesas. Jean, el barman, dio instrucciones al guarda nocturno, totalmente bolinga, que se había molestado por no ser avisado de nuestra presencia. Siempre que un eslabón de poder se salta y no es tenido en cuenta, por ínfimo que sea, se crean problemas. Este mismo tipo nos pidió dinero por el alojamiento pero nos los
sacamos de encima sin enfurecerlo más de lo que está. Nos acostamos antes de que se vayan todos los clientes. A la mañana siguiente el guardia de día, Mussa Colli, que es quien me había propuesto dormir en el interior y me presentó al barman, me presenta a Pierre, el director, al que le notificó nuestra presencia. ¿cómo puede ser tan distinto un guarda de otro? En todo caso es la primera vez que encontramos uno malcarado como el nocturno. Todos los guardas que venimos conociendo en África, y no son pocos, son gente muy atenta y cordial. Sé que en una historia de vida no toda la gente que te viene dada es lo mejor que puedes esperar. Hay lo que hay, una de cal y otra de arena. Mi amor a la numerología no llega a tanto para comparar la cantidad de los unos y la cantidad de los otros, lo que sí sé es que prácticamente cada día puedes tener muestras en directo de personas-personas y otras que les sobra tal denominación.
Para intentar paliar de alguna manera nuestra ignorancia con el islamismo desde el punto de vista de lo que hacen sus profesionales, el mundo de los imames, nos entrevistamos con uno de ellos Souley Mame Kane acompañados por Amath Gueye que nos hace deenñace y traductor. El imam nos dice de entrada que todo lo que sucede en el mundo: catástrofes, bloqueos alimentarios, hambrunas enfermedades forman parte del programa de Allah. Vale. El hombre entiende nuestro francés, o eso nos parece, pero no contesta directamente a las preguntas y su mirada es para el traductor y no para nosotros. En su patio una escuela coránica. Niños memorizando las páginas del Corán. Tras una escasa media hora en la que no sacamos mucho en claro pensamos en una reunión de imames para la cual nos piden que en cierta forma la paguemos ya que viven al día a dia y el tiempo que lo pasen en una reunión lo dejan de buscar comida. Quiero saber hasta donde puede llegar el precio de una reunión pero no hay manera. Claro que quien paga exige y puestos a pagar una reunión debería ser para conseguir resultados comunicativos determinamos a parte de que se nos diga todo lo que existe depende de Allah y ellos siguen su voluntad. Al lado de la pequeña habitación recibidor sin luz natural en la que hablamos está una mujer de la familia del imam con la que probablemente habríamos conseguido más información del rol real de la vida del imam. Lo mas claro que podemos sacar es que hay un reconocimiento de los malos marabús por lo que hace a la explotación infantil pero ahí queda la cosa. Nos vamos intrigados sobre el tema de la famosa colaboración a la que están abiertos los católicos con los musulmanes y la afirmación transafricana de que se llevan muy bien. ¿Pero los imames a parte de la plegaria crean proyectos concretos? Si hablar con un oficiante católico ya supone hacer una excursión a un campo mental muy lejano al nuestro hacerlo con un imam parece entrar en una cabina del túnel de tiempo y saltar al año 1100.
Nuestros límites también son esos: la dificultad que tenemos en ponernos en la piel de gente tan religiosa pero dentro de entornos tan miserables en el trato humano. No, no somos tan empáticos como para entenderlo todo y sintonizar con todo el mundo. La tolerancia es un arma de doble filo. Termina por volverse en contra de los tolerantes cuando los tolerados salen de caza.

Vic y yo atravesamos momentos duros de comprensión de nuestra propia experiencia viajera y de la manera distinta de interpretar lo que nos vamos encontrando. Nuestras diferencias nos enriquecen pero también nos erosionan. No nos hemos traído el manual de la perfecta pareja (alguno debe haber con éste título) para consultarlo en caso de urgencia. Nuestros caracteres son muy fuertes. Ninguno de los dos cede en determinados momentos. A veces me hace vocero de un discurso lesivo del que estoy en contra. Reivindico el mon cheri/e a cada rato de los Spaak. ¿Qué importa como sea el entorno o la coordenada doméstica si una pareja se lleva bien? Varias veces la lentitud me supera y mi radicalidad desborda mi perímetro. La silla de ruedas que se ha convertido en una constante en el salón de la furgo y las muletas están siempre en todas partes. Su docena o más de bolsas, en las que si bien lo encuentra todo, me las encuentro en medio y me enervan. Me revelo contra los límites que mi inconsciente piensa que ella los agrava. Viajar con una silla de ruedas no es tan feliz como puede hacer pensar la expresión de ir sobre ruedas. Las nuestras, tanto las de la furgo como las de la silla nos atan a una especie de piedra de molino. Nada que no podamos encajar.
Mientras nosotros nos peleamos por el modo con que vamos siguiendo nuestro itinerario y tratando de encajar el sentido longitudinal de todas nuestras anécdotas y encuentros, mucha gente de estas latitudes que van de ilegales a España jugándose la vida en la mar siguen poniendo en discusión no solo las diplomacias que no funcionan suficientemente entre los países implicados sino la incapacidad de los protagonistas para repensar Europa como falacia además del fracaso de la comunicación en entender la dimensión de la realidad y de la tragedia. Los lugareños nos dicen que muchos jóvenes deciden embarcarse sin notificarlo a sus familias que se enteran cuando ya se han ido. Mientras tanto el gobierno español quiere contratar el asunto ofreciendo dos o tres mil contratos de trabajo a senegales.
Senegal es distinto: encontramos más música en la calle, más fiesta. Hay grafitis en las paredes e incluso, en el colmo ya de las diferencias, han desaparecido los bidones de las carreteras, claro que carreteras en el sentido que le damos a esta palabra no se puede decir que las haya, pero al menos los tipos de gorra de plato no tienen la categoría de bidoplastas. Nos está gustando lo que vemos del país y su gente aunque Lonley Planet afirma que es poco comunicativa (¿qué criterios sigue un redactor de guías de viajeros para hacer ese tipo de afirmación?). Nuestro cartel de tiza que relaciona solidaridad con dependencia ya ha provocado las primeras conversaciones. Parece que lentamente la dignidad autónoma es restaurada lo que no quita que instalaciones funcionales como la de la Aliance aquí o radios rurales como la Koumpentoum dependan directamente del dinero francés.
Queremos burlarnos de nuestros propios límites pensando que podemos sacar los jugos especiales de este viaje que nos nutran mas allá de cada circunstancia geográfica en los que los encontramos. Lástima que haya limites que no dependan de voluntades subjetivas, afanes de superación o chisteras de mago sino que nos clavan a verdades inamovibles sobre lo que somos y en lo que nos podemos seguir desarrollando o extendiendo. Pasados unos meses volveremos a territorio español y muy probablemente nos quedaremos con la nostalgia de volver a África y seguir otros recorridos. África una encrucijada con el rechazo a multitud de formas y maneras tradicionales y un amor extremo por un tipo de humanidad desaparecida en otros continentes.

miércoles, 9 de julio de 2008

Senegal en datos

Senegal en datos


Con 195.000 kms cuadrados, la mitad de la península Ibérica, está situado en la costa atlántica al sur de Mauritania, limitando al este con Malí y al sur con Gambia y Guinea Bissau.

Le surcan tres ríos importantes: el Senegal al norte y fronterizo con Mauritania, el Gambia en el centro, rodeando al pequeño país de Gambia, y el Casamance en el sur, regando una zona fértil agrícola y de bosques.

Tiene cuatro parques nacionales: el Niokolo-Koba, único para la observación de todo tipo de fauna; los costeros como : Siné-Saloum Delta al sur de Dakar de 180 kms. Cuadrados; La Lague de Barbarie es una península al sur de Sant-Louis, un lugar ideal para el piragüismo y para la contemplación de aves; el parque nacional de Oiseaux du Dloudj situado en la costa norte cerca de la frontera con Mauritania y que comprende 16.000has, es uno de los más importantes santuarios de aves del Planeta con al menos 300 especies diferentes.

A comienzos del siglo XVI Portugal mantuvo contacto comercial con el territorio. Más tarde, primero los británicos, luego los franceses y después los alemanes lo consideraron un punto estratégico para la compra de esclavos enviados a América. Sant –Louis fue adquirido por los franceses en 1659, y todo Senegal a finales del siglo XIX. Dakar fue el centro administrativo.

Consiguió la independencia en 1960 y gobernó como una república bajo la presidencia de Leopold Sédar Senghor, un socialista y poeta de talla internacional y respetado tanto en el extranjero como en su propio país. Pero su política económica no fue tan brillante como sus palabras y a finales de 1980 abdicó voluntariamente y fue reemplazado por Abdou Diouf cuyo gobierno no hizo más que aumentar la crisis económica del país.

En 1980 empiezan las rebeliones separatistas de Casamance. En el 2002 Se aprobó una nueva constitución, se reconoció a la oposición,

A pesar de los esfuerzos del actual presidente Wade por estabilizar la economía y el pacto de paz con los rebeldes de Casamance desde el 2004, la población no observa particulares mejoras en sus vidas.

El 90% de la población es musulmana, especialmente Sufi, el más importante centro está en MOURDIES, fundado por CHEIGH AMADOU BAMBA. Los marabouts (imanes) juegan un papel central en la vida social y ejercen un enorme poder político y económico. También se les puede llamar curanderos y consejeros.

Para el viajero blanco procedente de los otros países del noroeste interior, es un país con signos propios y muy diferenciado de sus vecinos. Desde su historia menos violenta, a sus gobernantes más abiertos a la modernidad, el primer golpe de vista es que es un modelo de desarrollo más a la europea que sus convecinos. Se nota bastante en la actitud de sus gentes, mucho más digna y orgullosa de su país y raza y que muestra a las claras su dignidad ante el blanco. Si es verdad que los extremos de clases sociales existen, observamos el nacimiento de una clase media emergente que practica deporte en su tiempo libre, va de bares y restaurantes muy a menudo y tiene la mentalidad de viajero en busca de trabajo o de experiencias nuevas.

A pesar del alto porcentaje de practicantes musulmanes, otras costumbres o religiones no son censuradas por la moral popular, el respeto por los demás deja una cierta libertad de acción, tanto a los jóvenes como a las mujeres.
Es un país donde, por primera vez, nos hemos sentido que hablamos de tú a tú con un africano/ana, sin el miedo a que te pida algo.

lunes, 7 de julio de 2008

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Tambacounda Senegal 7 julio 2008
Ciento ochenta y cuatro es el número del primer dia de la segunda mitad de un año bisiesto, se corresponde con el 2 de julio. Llevamos medio año fuera de casa y no es tan seguro que completemos ese otro segundo medio antes de volver. La noticia del embarazo de Sonia, la compañera de Isaac, es una razón poderosa para volver antes. Sonia no tiene padres: eso reduce a dos la nómina de abuelos posibles y tres contando a Vic. Estrella, la madre de Isaac, vive en Canarias, y la distancia – a no ser que se reubique en Barna- dificultara o distanciará su presencia. La nueva criatura tiene derecho a un abuelo en condiciones, fresco y activo. Me tocaba ya por edad y me ilusiona enormemente la perspectiva de serlo. Me gustaría ocuparme de él: biberones, paseos, susurros y más adelante, cuentos. Lo de los pañales y kks siempre lo llevé fatal, claro que en la época de Isaac-bebé las leches en polvo estaban hechas con sospechosos productos que hacían de la defecación de los neonatos un arma letal, espero que ahora hayan mejorado notablemente. Por otra parte hay opciones naturistas que permiten dejar a los críos a salvo de las garras de la industria alimentaria y de sus planes perversos para crear futuros adictos a los niños antes de llegar al uso de razón.
Estamos en pleno período de lluvias. Además de las torrenciales típicamente africanas que en pocos minutos se levanta polvo, arena y otros seres y objetos de poco peso, con una descarga intensa de dos o tres horas para luego asistir a la reaparición del sol como si no hubiera pasado nada, también hay lluvias a la europea, es decir con días nublados que van descargado el agua sin aparatosidad eléctrica. Nunca creí que apreciara tanto las lluvias como lo hago actualmente. Las tormentosas son un espectáculo para sentarse a mirarlas y las otras el jugo vital de la tierra y la frescura para nuestros bodies cargados de rutas polvorosas. Fantástico. No hay nada mas entrañable que sentirte acompañado por la lluvia siempre que no te moje. Los goteos en los tejados metálicos o de zinc no molestan en absoluto, una vela tintineando durante las noches en el cuarto pone las fantasmagorías imprescindibles para oníricas a dúo.
Una de las visitantes lugareñas del recinto llega completamente empapada. Es Awa. Padece polio y se define a si misma, cuando nos da la dirección, como hija de la misión católica. Tiene dos hijas una pequeña y otra que es ya una mujer emergente, Marie, de 17 años que quiere ir a Francia a estudiar literatura (hemos conocido a distinta gente que desea estudiar literatura pero sin libros bajo el brazo o dedicándose a leer). Le prestamos una toalla y ropa seca para que se cambie, tiene que ir urgentemente a una cita. Es una de las personas de nuestro entorno de los días en Bko. Otra es Bouba Keita, el empleado ilegal que tiene una pequeña pensión del estado y viene a completarla con algo de dinero a cambio de hacer trabajos de limpieza en el recinto. Es un decir. Hasta que no le decimos que vacíe el tacho de basura no lo hace y los cuartos de baño tampoco los atiende.
Durante las noches en la mesa del porche hemos empleado prácticamente por primera vez las espirales humeantes para ahuyentar los mosquitos. Tal vez la usáramos una o dos veces dentro de la furgo hace meses y en alguna otra ocasión en alguna masía campestre en España. Funcionan, doy fe de ello pero no se pueden dejar apagadas ni un instante, tras lo cual la fauna vuelve a aglomerarse a unos cms. de tu cara. Nos pasamos veladas estupendas escuchando los sonidos sacados a la Cora de Toumani Diabaté y el blues africano de Ali Farka Toure, en el hp de Vic con un sonido de altavoz mas poderoso que el mío, mientras tanto preparo una nueva vela de tarro de cristal e investigo las posibilidades del humo ahuyentador anti mosquitos. La espiral se sostiene sobre una pequeña plataforma de latón cuya estabilidad queda asegurada por el peso de aquella y su forma circular En el colmo de mis reciclajes reciclo los pequeños fragmentos que han quedado sin consumir de otras quemas poniéndoles encima hasta sumar tres capas, eso triplica la densidad del humo y nuestros enemigos se van lo más lejos que pueden rabiando: ¡¡éstos blancos son la repera!!

Vic sigue con los solitarios, dejaré que pase todo este mes y tal vez agosto antes de proponerle un plan para tratar la ludopatía. En caso de tener que hacerlo fracasaré. Vic no acepta mis sugerencias o no tanto como antes. O para ser mas justo he de decir que cuando la aviso por determinadas cosas (ponerse el cinturón en el coche o no llevar un cuchillo con hoja en el bolsillo camino de la mesa de desayuno) se enfada enormemente. Estamos en el preciso punto biográfico de todas las parejas convivenciales en que de ambas partes se sabe tácitamente que lo mejor es callar para un montón de pequeños detalles para no crear momentos tensos. Si hace solitarios, en todas las versiones que le permite su programa informático, en lugar de escribir o hacer otras actividades es por un desajuste en el viaje que ella reconoce. Por su parte se levanta todas las mañanas atenta a los errores que cometo para corregirme: usa el papel, no uses esto, no lo dejes en el suelo, recoge tal cosa, dame tal otra. Puesto que soy un hombre pegado al ordenador ya sus iconos de pantalla mi arousal esta metido entre dígitos ausente de las catástrofes inmediatas que puedan suceder y de mi impacto inconsciente en nuestro espacio común. Hasta mucho después de mi selenitismo no caigo en la cuenta de algunos detalles. Luego, de ambas partes, durante todo el dia tenemos innumerables momentos para remontar cualquier mal sabor de boca aunque nos hayamos podido lanzar frases de las duras. Sabemos que todo es relativo y en el fondo no somos nada malvados. Aunque Goethe ya advirtió que “una sola palabra basta para destruir la dicha de los hombres” y aunque me haya pasado la vida observando el discurso lesivo potencial en la comunicación entre hablantes, sabemos que las palabras son movibles y admiten un quita y pon y también sus renegociaciones y desplazamientos, reubicaciones y finalmente sublimaciones para que prevalgan las que realmente son fundamentales en la consolidación de una relación. Por otra parte lo que se dice en el decir no siempre es sensato. Eso es rigurosamente exacto para todas las categorías humanas, es decir para todos los grupos de analfabetismos e intelectualidades posibles.
Charles de Montesquieu ya observó que cuanto menos piensan los hombres[1], más hablan. En todo caso en nuestras trifurcas domésticas por duros que seamos en nuestras verdades nunca nos perdemos el respeto y la consideración tampoco nos injuriamos o nos ponemos a parir o a reírnos de nuestros valores mutuos. Usamos la ironía dosificada sin caer jamás de los jamases en el cinismo. Platón ya aseguró que de todas las injurias la burla y el ridículo son las que menos se perdonan.
A Vic, astralmente una libra pero en realidad más tauro por su ascendente, le salen gestos duros que a veces me sorprenden dada su sensibilidad en general por todo. Al chico que comparte mesa pero no comida con nosotros en el refectoire, tras pedirnos un día una cebolla para su guiso y al siguiente aceite, que vacía de nuestra botella del de oliva una séptima parte, le dice que si viene a comer cada día aquí porque no toma sus previsiones. El chico parece que ha pasado al silencio y deja de hablarnos, no es que hiciera gran cosa antes para la aproximación comunicativa pero al menos juntaba un par de sílabas.
En la mezquita de al lado por megafonía a cada rato nos dan la vara. Todo un contraste con el silencio de nuestro recinto cuya iglesia o capilla carece de campanario no solo de la torre, algo bastante común en África en muchas iglesias, sino de las campanas mismas. El silencio católico no es respetado por la tabarra musulmana. Católicos 0 Islámicos 1 por lo que hace a falta de respeto acústico. A diferencia de la Eurocopa en la vida social los peores son los que más te golean. Para mí, personalmente forma parte de los sonidos exóticos y no me interrumpe en lo más mínimo lo que hago, ni siquiera la primera llamada a la oración hacia las 5 antes de que amanezca. La interminable recitación de los nombres de Allah me recuerda que no estoy en Europa. Puestos a preferir prefiero campanas de bronce, tres como mínimo, cuyos sonidos se combinen como se combinen siempre son armoniosos. Para el tipo que da el coñazo desde los altavoces o el que mete las cintas pregrabadas habría que decirle: ¿pero tú no has oído hablar del respeto? ¿Tú religión no lo aconseja? El respeto empieza por el respeto al silencio y a la tranquilidad y al reposo de los demás e incluso a su indiferencia ante tus credos. La misma clase de objeciones se podria decir a todos y cada uno de los devotos que se limpian los pies y dejan el calzado fuera para entrar puros (¿puros?)a adorar a su único dios y a idolatrar a Mahoma. En África hemos escuchado las campanas eclesiales del catolicismo en algunas partes pero bastante menos que las llamadas a la oración de los imanes por megafonía cuádruple e irritante. El ser humano tiene una infinita capacidad de autoengaño según la cual justifica todo lo que haga: desde darte la vara con sus creencias sin dejar en paz a la gente para que elija libremente creer o no, a enviar al ataque con bomba pectoral encintada contra inocentes para salir en las noticias del periódico del día siguiente. Puesto que todo se puede reciclar, también es reciclable el cántico coránico del que, por otra parte, no entiendo nada, como música de fondo.
Tras unos días en nuestro alojamiento en Badalabougou salgo a por cervezas frías. (En lugar de seguir el criterio del manual del viajero –el nuestro- de nada mas llegar a una zona explorarla, últimamente esperamos hacerlo pasados algunos días, con lo cual no conseguimos informaciones a tiempo y nos perdemos recursos). Conseguir un lugar que las vendan siempre resulta algo complicado. Preguntar me hace sentir como un alcohólico en busca de su dosis. La cerveza hay que considerarla como un artículo de lujo puesto que con el precio de una, una persona puede comer todo un día. Sería el equivalente para nosotros de tomar un whisky escocés o un malta saboreados cada dia al final de la tarde en uno de los pubs mas caros de Liverpool. Finalmente encuentro un establecimiento y compro dos grandes Castel (no sé porque razón la flag se comercializa menos) muy frías. El hombre las cobra a 650, precio nigerino, y doscientos más por cada envase a recuperar, para lo cual me extiende un recibo. Cuando doy con alguien tan formal me dan ganas de abrazarlo por su contraste con la parsimónica desidia reinante. A propósito de ésta, hay que añadir que hay gente que antes de cumplir los 20 ya tiene poses de ancianos cansinos y derrotados.

Le père Michael viaja a Francia para una operación de próstata (“des problemes des vieux”, nos dice). No hemos hablado mucho con él pero forma parte ya de las figuras entrañables de nuestra crónica. Lo encuentro algo preocupado y le deseamos suerte en su cita quirúrgica. Al dia siguiente, tras 5 de alojamiento, tomamos la ruta de Kati-Kolokani-Didiéni- hasta Diema donde pasamos la noche. Todo este trayecto ya lo recorrimos la primera vez que estuvimos en Mali. Antes de salir tratamos de obtener cash con los mismos problemas nigerinos con la Banque Atlantique que no reconoce la Visa a pesar de anunciarla en los guixets y en las pantallas del distributeur automatique des billets. Dejamos una nota y nuestra contribución –para mi opinión excesiva pero insistida por Vic- por el consumo eléctrico. Repostamos gasoil, cada vez un poco más caro (585cdefas litro) e hinchamos los neumáticos. Sigue habiendo uno que pierde mucho. Hinchar las ruedas significa localizar a quienes tienen compresores para esto, que suelen estar cerca de las gasolineras pero que no dependen de éstas. Para esta ocasión hay dos compresores, son tan lentos que los contrato a los dos para hinchar las ruedas delanteras uno y repasar las traseras otro, que en realidad han perdido muy poco.
En Diema conocemos a Samuel Ballo, un pastor protestante. Nos ofrece su casa. Djema esta lleno de charcos a causa de las lluvias y ninguna de sus calles está sin asfaltar. Compartimos la mesa con su mujer, Madelaine Damba, con un pequeño fluorescente que apenas si nos permite distinguir las caras. Preparamos una suculenta ensalada: pepino con huevos duros y aceite de oliva cuya mayor parte es para ellos. Quedarme sin probar los huevos duros me introduce en una seria reflexión sobre el egoísmo y sus derechos naturales. Samuel es un abnegado. Se dedica al voluntariado social: visita cada dia a los presos y hace la plegaria con ellos, también colabora en el dispensario aunque no tiene formación técnica alguna. Veo en él una diferencia importante con los de los Corrales de Dios. Él ha venido a nuestro encuentro tras ser avisado de que unos blancos buscaban la iglesia católica. Aunque se trata de la competencia nos dice su buena entente con el curé católico y éste al no estar nos gana para su causa, perdón para su casa, en la que no nos quedamos porque embarrancamos la furgo en el camino de arena mojada nada mas llegar. Pala y recuperación. Nos pide varias veces disculpa por ese suceso. Nos instalamos en la explanada más dura de una casa vecina. Al día siguiente desayuno ante la casa de barro con una estancia común. Cromo típico: mujer joven casi en la edad de seguir jugando a niña que ha cambiado sus muñecas –en el supuesto de haberlas tenido- por sus hijitos. Las escenas de mujeres cargadas de críos abandonadas por su maridos es constante. En el caso particular que nos ocupa hay una abuela en el grupo. Todos con la sonrisa permanente en la boca. Nos piden comida: compartimos la nuestra, en esta ocasión sacándonosla de la boca. Pasa un indigente profesional con labia y cuatro bolsas de tela para cargar. Lleva una cacerola en la mano medio llena con mijo (aquí el mijo es integral). Tras descerrajarnos un discurso sobre que todos somos hijos de dios y hemos de ayudarnos y, por nuestra parte, llegar a la conclusión de que está más que loco utilizando el discurso religioso –poco importa si es loco despues de sus credos o antes de ellos- le sugerimos que comparta su grano con aquella familia pobre. Caso omiso. Un limosnero profesional en África es exactamente igual a otro en Europa en los ademanes, formas y tesis. Acompañamos a Samuel hasta la Maison d’ Arrêt de Diema, el día anterior ya estuvimos para usar la conexión eléctrica para mi ordenador. Aprovecho para visitar el interior. Hablo con los presos hacinados en dos celdas: en una 18 y en otra 11. Fuera, en el patio, bajo una carpa hay tres viejos separados. Hablo con los tres grupos. Todo lo que puedo hacer por ellos es proponer dos cosas: un paseo diario al menos por el patio para estirar las piernas o hacer ejercicio físico y un aula con profesorado voluntario para la alfabetización, el aprendizaje del francés y posibles enseñanzas de alguna especialidad. Esta propuesta debería mover mares y montañas con una dedicación tenaz de unos abnegados que, desde luego, no somos nosotros. para un sitio en el que las letrinas han sido financiadas por una asociación privada (prisiones sin fronteras). Obviamente el estado deja que la gente encarcelada siga su suerte. Algunos detenidos lo están en preventiva y llevan casi dos años (nada que no sucediera también en España). La pequeña prisión cargada de carteles en los muros del exterior (es decir para justificarse ante la sociedad de fuera y no ante su población carcelaria) lo tienen claro: “nul n’ est cense ignorer la loi, soit qu’elle protege, soit qu’ elle oblige, soit qu’ elle punisse”.Cuando traslado la idea al director del centro habla de los peligros de escapada por el tema de los paseos diarios pero sin embargo acepta lo del aula que implica en parte lo otro. No sé hasta que punto el discurso carcelario de la protección es creíble pero ahí está: ”Surveiller n’ est pas une epreuve de force mais une epreuve d’ esperit, d’ intelligence et d’ equilibre” Muy bonito salvo que es una mentira: un recinto carcelario concreta la fuerza para impedir la continuación de una conducta delcitiva. Todo comportamiento punible solo es reducible con la fuerza. Raramente el reo acepta por voluntad propia su condena. “Il ne sagit pas defaire expier le coupable en consideration au passé, il suffit d’ empeêcher que l’ avenir, ce coupable ne recommence ou ne soit imité”. Supuesto muy imaginario desde el momento en que no hay ningún planteamiento de ninguna clase para la rehabilitación. Un prisionero solo puede salir con más carga de odio antisocial despues de una condena de la que ya tenía antes de cumplirla. “l’ agent de l’ administration penitenciaire est loyal envers les intitutions. Il est integre e impartial. Il ne se departit de sa dignité en aucune circonstance” todo un programa anticorrupción solo que eso se demuestra andando y por lo que vemos el grupo de control del establecimiento deja pasar las horas sin hacer nada útil ni para ellos ni para sus custodiados. Mientras trabajamos compartimos una conversación con ellas sobre las dificultades que tienen para conseguir una visa para España y que sus papeles entregados llevan ya dos años dentro de la embajada española.
La visita carcelaria me recuerda que hemos de activar la plataforma digital que Vic y yo pensamos un tiempo atrás, algo así como un lugar acreditado para denunciar carencias y someterlo –junto a otras fuentes de información- a la consideración anónima de quien pueda o quiera hacer algo para resolverlo. Podría llamarse el dedo en la llaga o la mirada de los problemas. Muchos estados ocultan sus miserias ilegales y todos sufren un decalage entre sus propósitos o lo que dicen y sus actividades (estas incluyen sus fechorías).

Cada día es una historia distinta. Vivimos una parte que son constantes y otra que son cosas distintas. Dentro de las constantes gente que se despierta con la primera luz diurna pero que luego vuelve a sus alfombras a tirarse al suelo y pasar el día sin incorporar jamás ni educar a nadie en un axioma básico trabajo=resultados, dentro de las variables: visitas a lugares nuevos y trato con gente nueva introduciendo conversaciones nuevas.
Cuando ya nos vamos de Diema entramos un momento en el espacio de una británica que viene a pasar temporadas aquí. Están sus coches, una combi de la Volkswagen, signo emblemático de otra época, entre ellos, y varios negros trabajando. Es ya mayor y tiene fama de loca por gritar a sus empleados. No nos extraña. No llegamos a hablar con ella porque está ausente Samuel nos habla de que ha venido a visitarle un francés de una asociación francesa para estudiar la vida en torno al gran point del Carrefour de Bamako, Nioro y Kayes. Muestra la tarjeta –de papel vegetal como un trofeo. La enseña orgulloso a los que estamos en el puesto de guardia de la cárcel. Samuel ha pasado la mañana con nosotros y parece que su colaboración pastoral en el centro se limita a esto despues de un ratito de tertulia u oración con los prisioneros. Se me ocurre pensar que hay asociaciones de cooperantes de todo tipo y que si África no existiera las Ongs se quedarían sin razón de ser con lo cual harían un congreso urgente para crear un continente como el africano y asi justificar la continuidad de sus respectivas misiones.
Tras dejar a Samuel en el comisariado, un hombre que se mueve en las altas instancias locales, retomamos la carretera para acercarnos otro tramo mas para Senegal. Nos detenemos junto a Naly una pequeña aldea con cabañas de tierra y paja, para comer. Pienso que el viaje ideal africano no es el de ir de ciudad en ciudad sino de aldea en aldea cruzando rápido aquellas y deteniendo más en estas. Para eso hay que llevarlo todo contigo y especialmente la electricidad si quieres tener luz por la noche para leer y ordenador en el dia para trabajar. Quizás en una próxima ocasión hagamos algo así o alguien tome la idea para hacerlo. Si en los países desarrollados las ciudades y el campo son dos realidades completamente distintos en los países no desarrollados esta diferencia todavía puede ser mayor.
Llegamos de noche a Kayes, nos sorprenden los edificios coloniales. Localizamos un loisir católico, el relais le centaennaire. Ubicamos nuestra furgo en el patio y pasamos una noche bastante tranquila. Por la mañana ordenador y poca conversación con los pocos residentes que hay en un espacio de bastantes pabellones con habitaciones, iglesia, sala de conferencias y paillote. A la hora de pagar el manager, Marc con poco francés, por mucho que acordáramos un precio la noche anterior nos devuelve el cambio por el doble pactado. Discusión y finalmente pago de lo acordado. Esta historia es tan continua que por mucho que desees precisar acuerdos en tanto que son verbales siempre corres el riesgo de llevarte la sorpresa a última hora. En esta ocasión discurseo al manager y a los que están con él sobre el hecho de estar nosotros muy cansados de este tipo de confusiones no tan inocentes ni involuntarias. Los africanos prueban de golearte porque en el fondo saben que para un europeo cualquier sisa que puedan hacerle no es de tanta monta. En el restaurante donde fuimos a cenar la noche anterior el camarero, sin bloc de notas del pedido, despues de pedirle por 4 veces que quería una brochette se presentó con un bistek. Se lo devolví y no acepté que prepare el otro plato pedido habida cuenta que en la cocina tardaron una hora para el anterior. El Restaurante es de lujo, el del Hotel Medine. Por criterio no estoy dispuesto a asumir errores ajenos cuando estos son el resultado directo de una falta de atención y la presunción malintencionada de un personal que cree que vas a tragar con lo que sea. Todo lo que nos llevamos de interesante del local donde Vic compartió su plato ajustado a lo pedio y bien servido, fue la leyenda de un poster o cuadro en el que está representada una mujer con varios objetos cargados en su cabeza: la femme est une source de toutes possibilité; pour elle on peux gagner tout et pour elle on peut perdre tout.
Kayes tiene el eco de la antigua ciudad colonial que fue, la primera de la penetración en Mali. Los edificios coloniales guardan un antiguo esplendor aunque su cuidado es nulo. Las calles son horribles. Antes de dejarlo pasamos por el cajero automático de un BDM. Por cada tarjeta probada la máquina se demora varios minutos en decir que la rechaza. Luego voy hasta otro cajero de bank of Africa a la que me acompaña el segurata privado de la anterior y se agrega el segurata de la nueva. Ambos hacen un cónclave dentro mientras yo trato de ocultar el pin que pulso. Inmediatamente la maquinita cuenta los billetes: con una visa de crédito saco 150mil y con otra electrón saco otros 150mil de la cuenta corriente. Nunca hasta ahora habíamos sacado tanto dinero junto de una vez, ni siquiera en Europa. Dados los problemas para localizar bancos y no sabiendo como está el tema en Senegal preferimos ir sobre seguro.
Por la carretera se han cruzado varias ardillas además de un par de monos que se nos han quedado observando muy atentamente. Es imposible no hablar de derecho de los animales, tal como hace P. Singer, con miradas como las de éstos. No se si su bondad la extiende a los insectos, la nuestra no. En todo el viaje es posible que los pájaros y lagartos atrapados por nuestra máquina sea mayor de la que podemos ser conscientes.
El cruce Mali a Senegal es más diligente de lo que sospechaba. Sin embargo a los 10 kms de salir de Kayes, en Dar es Salam pasamos uno de tantos controles de bidones del país con el clásico saludo a los vagos uniformados. A nuestras espaldas suena un silbato que no le hacemos caso. Unos 11 kms después el siguiente encargado de bidones (¿cómo llamarlos? ¿Bidonniers? ¿Bidoplastas? ¿Bidonatos?
¿bidonis? ¿bidomolestos?...) nos dice que ha recibido una llamada del puesto anterior para que regresemos. Hablo por móvil –el del policía- al chef del puesto anterior para declararle que no somos fugitivos y que hemos tenido el visto bueno de los polis abutacados. De todos modos nos hace volver. La broma nos cuesta más de 20 kms extras. Una vez en el lugar, en uno de esos libros en que se apunta el paso de vehículos, sin pedirme papel alguno, rellena una línea que nunca nadie leerá. C’ est tout. Vale. Retomamos una carretera bastante bien acondicionada hasta la frontera. En la duana de salida, en Diboli, nos indican que sigamos pero para nuestra conveniencia nos interesa sellar el boleto de salida del país del carnet de passage que ¡milagro! reconocen como vigente y legal. Antes, con el tamponazo de salida del visado averiguo que tomado en frontera cuesta menos que en la embajada, 5000 cefas menos, es decir 15mil. En esa barrera dos camiones uno pegado al otro bloquean nuestro paso. Me pongo a hacer de guardia urbano para hacerlos recular primero a uno, y después intentar que se mueva el de adelante que recibe órdenes contradictorias de dos policías distintos. Escena africana clásica. Me encaro al conductor. Vous etes un chauffer professsionel: avancer 3 metres pour permetre ma sortie. Finalmente el poli confirma mi orden y el chofer actúa. Uno de los misterios africanos es comprender porque grandes camiones que cuestan una pasta están en manos de conductores aparentemente poco sagaces. Sigue siendo una constante encontrar camiones tumbados en la carretera por exceso de carga, algunos con los containers navieros que se les han caído. Cuando vemos a uno con pana con su tripulación protegiéndose del sol debajo del mismo dejando pasar las horas nos da la sensación que les da lo mismo estar allí que siguiendo con su ruta quilométrica. Quizás esa paciencia es la filosofía de la aceptación mas depurada que existe y nosotros todavía no nos hemos enterado.
En Kirida, ciudad de entrada en Senegal, afilamos nuestras pupilas para controlar todos los detalles y empezar a ver las diferencias del nuevo país con respecto a los anteriores. Una ciudad fronteriza es difícil que dé mucha información, no empezaremos a advertirlas hasta la siguiente en la que paramos para unos días: en Tambacounda. En Kirida, hemos de ir hasta el puesto de policía en el interior de la ciudad despues de atravesar una calle cargada de charcos para la visa de entrada. A los residentes de la UE no hay tiempo limitativo de estancia en el país ¡Bravo! Mientras un policía se ocupa de confirmar esto por teléfono y de tamponar los pasatas hablo con otro sobre una teleserie americana que conocía que pasan por la tele. Otros me dan a probar un arroz con salsa de pescado de color pardo y mocofilamentosa, que debe incluir las espinas machacadas, y que tras la primera cucharada me deshago en gracias gentiles miles pero no me arriesgo a una segunda por el sabor y textura de la bazofia. Como otras veces los días de gestiones fronterizas son los que llevo peor pero siempre saco algún detalle extra para la novela, ésta. En el despachito del tamponero un poster es pretexto para hablar con él: dos polis que controlan a una mujer exuberante que se supone que es puta por su modo de vestir, el uno le lanza un gesto de piropo con su dedo pulgar y su compañero le avisa que ande con atención por lo del Sida. Las campañas africanas por el tema del sida son cuantiosas y uno de los slogans serios que más se repite es el de “prens soin de toi meme”.
Por la carretera hasta Tamba nos vamos dando cuenta de nuevas formas de organización del espacio. Poblados enteros recintados con gruesos troncos y edificios construidos a estilos europeos con tejados para la lluvia e incluso la nieve de tejas rojas pequeñas que no nos extrañaría que fueran de importación. Además una línea de tren de vía estrecha acompaña todo el recorrido. Una vez en Tamba los sonidos de las sirenas de los pocos trenes que pasan dan un toque cosmopolita al lugar. Tamba está lleno de coches desmontados y atrotinados. Parece una gran chatarrería, los taxis son de color negro y amarillo y nos recuerdan a los antiguos de Barcelona. Hay también taxis tiradas por caballos con las carrocerías muy repitandas y cucas. Los taxi-motos de mecánica china con un carromato detrás para casi una decena de pasajeros que vimos en Diema también son un detalle antropológico que no puede pasar inadvertido.
Damos una gran vuelta por la ciudad y repetimos calles por las que pasamos. Eso es lo que hay que hacer: llegar a una hora todavía temprana a la nueva ciudad para que te permita hacerlo y buscar alojamiento. El alojamiento lo pone el recinto de la Maison d’ oeuvres de la diócesis católica. Hablamos con la soeur Benedictine -cuya juventud y exuberancia, con una silueta para los placeres carnales, han sido privatizadas por su entrega al Jesús de los cielos para horror de estetas y amantes de algunos cuentos passolinianos- que no tuvo inconveniente en que nos instaláramos en su patio. Al dia siguiente ocupamos la sala de conferencias y tomamos como nuestra oficina mientras un artesano viene con su mochila y sus trabajos de madera y se va a retocar una escultura para sacarle un horrendo collar pintado, que convinimos en pagarle.
Descubrimos un restaurant y un depot de bebidas alcohólicas al lado de un libanés con el que en seguida simpaticé. Compré dos flags que me llevé a la mesa de Le Cordon Bleu tras pedirle permiso a la cocinera-camarera: una superbelleza. La chica aceptó que las consumiéramos en su mesa. Tras responderme que era islámica preferí hacerlo manteniendo las dos botellas dentro de la bolsa de plástico que me había dado el libanés. En todos los sitios donde compras cervezas te dan bolsas de plástico: más que una deferencia para poderlas transportar mejor, es un signo de discreción.
La vuelta por la ciudad nos puso en contacto con una realidad más desenfadada: muchas chicas descocadas marcando sus formas corporales. Las formas de vestir femeninas son uno de los primeros signos visuales de un país que indican el tipo de liberalidad histórico por donde transita. Senegal es fundamentalmente islámico pero su mucho contacto con Europa y su preponderancia de ritmos musicales lo distinguen inmediatamente de otros países.
De vuelta al recinto nocturnorio descubrimos que un testigo rojo de alarma del panel de señales de la furgo se encendió. Consultado el libro de mecánica nos informa que el sistema de inyección no funciona, que eso puede perjudicar a las prestaciones de vehículo y perjudicar el motor. Además es uno de los indicadores que puede revisar la policía de tráfico. ¡Viva la Fiat! Nuestra intención de ruta es descender a Guinea Bissau pero ese contratiempo nos obliga a pensar en un taller de asistencia de la Peugeot o un representante de la Fiat. El paso inmediato en todo caso es consultar a un mecánico local. Moduba, el artesano me ha dado las señas de uno.
Mientras estamos de squatters en la sala con ventilador y enchufe llega Leopold Falé que ha sido invitado al 25 aniversario de un obispo católico local. Nos dice que es el pasteur de la Asamblea de dios y que nos invita a su misión al hablar de nuestro libro. Le indicamos donde suponemos que se celebra la fiesta. Viene con otro chico y una moto de cross o de trial, antes sabia su diferencia ahora debería comparar los dos tipos de motos para recordarla. Tanto Vic como yo nos la miramos atentamente porque últimamente estamos hablando de comprarnos una para llevarla a nuestros viajes habida cuenta de las dificultades de meterse en todas partes con una camioneta y para ganar ambos en autonomía de desplazamientos.
A la hora de comer vamos al mismo restaurante que la noche anterior: le cordon bleu, un titulo pomposo para un pequeño local sin ventilador pero al menos con corriente de aire, algunos cientos de moscas aterrizando en las mesas y unas cuantas chicas somnolientas como camareras. Soumbou, la que lo lleva, nos prepara arroz y tomamos bebidas refrescantes hechas con jengibre y mora. Cuando ya terminamos llegan unos holandeses con un coche que parece reciclado de los del ejército y la tienda-camping plegable en el portaequipajes arriba. Una pareja joven con dos niñitos pequeños. Ella pide en un francés mínimo usar su patio para pasar la noche. Soumbou acepta y lo concede gratis. Una vez instalados los 4 se ponen a comer patatas fritas en el mismo patio. Ningún gesto para usar el restaurante o pedir algo. Tras una corta deliberación con Vic decido ir a invitar a los niños. Un poco en inglés se lo propongo tras afirmarles que aquella no es comida apropiada para ellos. Despues de pensárselo un rato y de pensar mientras tanto yo si se darán cuenta de mi gesto supe critico hacia ellos como padres deciden aceptar (1 euro es un 1 euro), pago el plato y mando que les llegue a su rincón en el patio mientras le digo a la mánager que nosotros no estamos de acuerdo con el comportamiento de muchos europeos en África. La verdad es que la imagen de todo su montaje de viajeros autónomos se viene abajo ante padres tan limitados no lo digo por sus medios que pueden superar los nuestros sino por sus sesos. Seguramente han venido con un gran discurso de mostrarles una realidad distinta a sus hijos de la que se benefician en Europa y para que vean a otros niños más pobres que ellos. Inevitablemente, conscientes o no, les llevan los valores que dejaron atrás intoxicándolos con porquerías industrial alimentarias y no educándolos en pautas básicas de interacción humana. El gesto nos da que pensar. Se lo someto a la consideracion de Vic, lo aprueba pero para mí no termina aquí la historia. Lo cierto es que es la primera vez que hago algo semejante. No se me ha ocurrido hacerlo con ninguna familia africana con críos que ni siquiera tenían esas patatas fritas de celofán para llevarse a la boca. Me llevo el tema al ordenador y ahí se queda. Diríase que unos viajeros que se parecen en sus formas a otros, tal es el caso de estos y nosotros, debería ser motivo para decirse hola y sondearse un poco para el intercambio mínimo de infos: estado de carreteras, dificultades fronterizas o lo que sea. Pues no, hay gente que viaja y en realidad no puedes acertar con ninguna idea de por qué lo hace. Lo hace y punto, podria estar cavando fosas o criando ratas de alcantarilla con la misma falta de pasión. Son caracoles que raramente asoman las antenas fuera de su caparazón y al primer signo de acercamiento de algo las esconden. No ha sido un acto de solidaridad, simplemente ha sido el precio que he pagado por un gesto para que lo recuerden. Los centroeuropeos y nordeuropeos tienen fama de fríos, la tenían las generaciones que precedían a la nuestra y la tienen las generaciones que nos siguen como ésta pareja come-frites-de-bolsa como su comida central. Desde una perspectiva latina gente tan pálida de piel y falta de calor humano nos exaspera.

Hemos comentado la posibilidad de sugerir a Cristina Echanove, la ahijada de Vic a iniciativa de ésta, que venga con su prole unos días a visitarnos si finalmente nos ubicamos al menos por un mes en alguna parte para que los niños sepan de otra realidad y otras formas de vida. La propuesta suena bien pero aún no hemos pensado ni en su posibilidad ni en todas sus implicaciones. Dakar-Madrid es uno de los trayectos de vuelo más regulares y económicos. Cuando me informé de este vuelo el año anterior se conseguía (desde Barcelona por 200 euros con alojamiento incluido para casi una semana). Eso me recuerda aquella iniciativa, creo que francesa, de unos profesores de primaria que organizaron un autobús escolar como aula itinerante para dar las clases en ruta conforme iban cruzando geografías y países de África. Si hay algo que falla en la cultura europea es el librerismo en la que se funda con escaso contraste con la realidad de la que se habla: ni se visitan granjas vaqueras para ver de donde sale la leche ni se visitan culturas en las primeras edades de escolarización que es cuando más conviene enterarse de las diferencias étnicas.
Nos hemos encontrado con varios episodios de niños negros, aún de pecho, que se han asustado al vernos buscando protegerse tras sus mamás o papás. El más notorio fue aquel chico, ya crecido, que al vernos durante uno de nuestros paseos (con frontales y silla de ruedas) por Gao, saltó literalmente del asfalto a lo que sería la acera buscando la protección de su compañero el cual se rió no sin razón. Para un tándem como nosotros dos, un oani (objeto andante no identificado), le conviene estar acostumbrado a toda clase de reacciones.

Pregunto a Anatole, el guardián del recinto, si conoce un buen mecánico. Me dice que va a preguntárselo a alguien del bureau de la diócesis. Al rato vuelve diciéndome que ya ha sido avisado el de un taller y que viene enseguida. En toda África lo habitual es que interpreten tan bien tu deseo que antes de preguntarte o de dar tu permiso decidan por ti y llamen a quien todavía no te ha dado tiempo de evaluar si te conviene avisar. Viene un mecánico que no para de ser solicitado por su celular junto a un ayudante. Echa una ojeada al motor y acelera varias veces para comprobar que efectivamente la aceleración no desarrolla la máxima potencia. Decide ir a por sus herramientas y arreglarlo in situ. Tiene que desmontar pieza a pieza todo el sistema de inyección para saber donde está el problema. Le presiono para que se comprometa a un precio.dice que conoce el motor porque es el 406 del Peugeot. El recuerdo de los mecánicos de Togó todavía ha dejado restos de pesadillas en mi inconsciente. De momento le digo que me indique donde está su taller y que en todo caso ya iremos a verlo. Lo más probable es que nos acerquemos hasta Dakar y consultemos con un representante de la Fiat aunque sea más caro.
Hay dos mujeres con sus criaturas pegadas a la espalda que han venido a vender bananes sin apenas beneficios, que casi todo se les va en el ir y venir y que han tenido algún revés con alguien que no les ha pagado todavía parte de su mercancía vendida. Son los únicos residentes junto a nosotros en el recinto y comparten una habitación colectiva. Les sugerimos invitarlas a comer y ellas nos dicen que tienen una hora límite para abandonar el alojamiento. Como tantas mujeres africanas tienen tan asumido el bulto de sus criaturas que cuando una se va porque tiene qude hacer una gestión o una compra enlugar de dejársela alcuidado de la otra carga con ella, también cuando hacen sus actividades de lavar o acarrear bultos.


[1] Y dale con” los hombres”, ni siquiera los más grandes literatos fueron capaces de utilizar un termino no sexista para referirse al género humano.

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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