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PSICONEWS

jueves, 19 de junio de 2008

En Gao

Duna Rosa en Gao. Particularidad: està a la orilla del rio Niger
Cama para dormir al aire libre en la parroquia de Gao

La bonita iglesia de la parroquia de Gao


Habitacion de la parroquia de Gao



Calle de Gao con casa de adobe




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. Gao 15 junio 2008
Gao es un sitio para quedarse. Nombre de leyenda. Lugar de partida de caravanas. Tuaregs. Cuando estuvimos aquí por enero solo pasamos una noche y dos fragmentos de día. Nos esperaba un continente, teníamos que rodar ligeros. Ahora tenemos tiempo podemos quedarnos. Nos queda el resto del año para vivirlo al detall y sin prisas. En el mercado Washington, como en todos los mercados intrincados de callejuelas y de tiendas superpuestas, hay que vigilar cada cosa para no perderte nada. Se hablan varias lenguas: Shorei, Thamashek, Phel, Houssa, Bambará y por supuesto francés. Despues de 3 días alojados en la misión católica buscamos otras soluciones. Al final de la misa a la que ha ido Vic mientras yo he ido a hacer un recorrido de bancos, pere Maurice que la ha cooficiado con Pint la ve y mira un par de veces de reojo pero no la saluda. Ya nos había parecido esquivo durante la cena, excusa por la que introdujimos el tema de la convivencia entre sacerdotes en comunidades. Pint dijo que suele haber más problemas domésticos en las comunidades de religiosas que en las de los hombres y que en todo caso es mejor el número de 3 o 4 que no el de 2. Interesante observación.
El BMD reconoce la tarjeta visa y de la caja de los tesoros saco 150mil cefas despues de varios minutos de espera en que la tarjeta esta engullida, en la pantalla dice que tenga paciencia, y la maquina ¡al fin! hace el ruidito de contar los billetes. Salvados por el momento. Dependemos de las conexiones por internet de la banca para que podamos seguir renivelando nuestro poder adquisitivo. No somos nada sin eso. Basta que se estropee la banda magnética de la tarjeta o que el banco no trabaje con la Visa o que tenga bloqueada la comunicación para que las circunstancias nos envíen al pozo de las serpientes. El supuesto mundo del futuro sin dinero es tan utópico que no me imagino a la gente volviendo a confiar en sus tratos de palabra en todas sus transacciones y que en lugar de bancos hubieran oficinas de calculo o una especie de cajeros notariales en los que los acuerdos se documentaran al momento para la memoria recíproca de los pactantes, socios e interesados.
Hay gente que te pregunta al identificarte como blanco en qué clase de misión estás. Al principio nos resultaba curiosa la palabra. ¿Misión? Ninguna, no, no somos misioneros. Nuestra misión -si así se puede llamar- es además de escribir este libro tomar distancia del primer mundo para vivir el tercero –sin dejar de soñar en el quinto- con todos sus colores y calamidades. Todas no, en realidad eludimos todo lo que podemos aquello que nos puede complicar la vida y aun así la anécdotica de la adversidad no para de crecer. El quinto mundo es una manera de cita el otro mundo posible del que se hace apología y demagogia quedando para el desiderátum de cada cual en qué va a consistir.

Visita de Alí le magnifique, así se auto presenta, un chico que me ha acompañado por la ciudad para indicarme donde están los cybers y las bibliotecas. Le digo que venga a verme donde nos alojamos que le daré algo. Habla dos idiomas locales además del francés y algo de inglés. Quiere prosperar como guía. Nuestra paillote de barro (ni siquiera arcilla, tierra mojada con algunas briznas de hierbajos y paja) es más confortable de lo que nos pareció el primer día. Es ovalada. La cúpula produce eco y las paredes son gruesas. La casa de los Spaak también estaba construida con ese material. El barro queda a la vista en la parte exterior salvo la parte de puertas y ventanas que tiene una capa de mortero. En la cúpula hay un agujero cubierto por una chimenea de metal.

Ser Humano sí-ser Humano no, 0 a 0, esa es la discusión que nos traemos entre manos episódicamente Vic y yo. Ella cree en la humanidad, yo no, ella dice, bueno, en el ser humano, yo digo que significa lo mismo, que las dos denominaciones una abstracción, que hay que contar con personas concretas, mirarlas y valorarlas una a una. Mira como han volcado su compasión los chinos a propósito de los damnificados por el terremoto en su país, ¿por qué no lo han hecho durante décadas con los tibetanos represaliados y el Tíbet impedido como nación? Son cosas distintas. Claro, la gente ayuda en casos extremos, antes no, de haberlo hecho podía haber evitado en gran parte la dimensión de la catástrofe. La gente da el último adiós al protagonista principal de un entierro o lo visita en el hospital en caso de accidente pero antes no se preocupa del afectado ¿Qué clase de mundo es éste? En las páginas de poemas puedo escribir que somos resultado de la materia y ser hermanos de la tierra, en la práctica resulta difícil identificarse con algunos congéneres creyendo que somos hijos de la misma naturaleza.

Consulto en el dispensario que esta al lado junto a nuestra habitación de la paroise. El facultativo esta rodeado de su equipo en torno a la mesa. Me receta antiestamínicos para mis rojeces de piel. 2 por día durante tres días. Las tomo. Es la primera vez que consulto a un profesional de la medicina alopática por ello. Desde abril que lo vengo sufriendo he dado por supuesta que era una reacción de mi organismo contra el calor pero espero que no contra el viaje.

Que haga calor por encima de los 40grados significa beber agua caliente, echarse a dormir en un colchón que está caliente, ponerse las gafas de metal y sentir el calor en el puente de la nariz, hacer bocanadas de aire cuyo calor se nota en la garganta, sudar la gota gorda, tomar duchas a temperatura ambiente que significa agua caliente, perder el apetito, no poder tocar el ardiente volante, sufrir las ronchas rojas que pinchan como agujas de coser –es mi caso- si las toco y prácticamente no poder pisar la arena con las zapatillas que llevo. Tienes que pegarte al lugar más fresco como una lapa. Habíamos pensado en un itinerario eludiendo las épocas de lluvias, ahora las esperamos con ganas porque eso refrescará el ambiente. Vic sigue usando la silla de ruedas aunque el dolor a propósito de su caída ha desaparecido prácticamente del todo. El mes y medio de rehabilitación previsto se ha convertido en dos meses y medio de momento. Nos hemos deshecho de la tabla de madera reciclada en Tanguiéta y las dos planchas de aluminio para la arena las he recolocado en su lugar. Vic ya puede subir y bajar de la furgo por su lateral medio sin necesidad de la rampa.
Consultamos con un ortopeda la posibilidad de hacer un mecano alternativo de estilo clásico, como los que había usado ella. Antes de la sofisticada articulación de titanio alemana el sistema clásico iba/va con una arandela o cierre cuadrangular que hace de abrazadera para que la estructura no se doble. Necesita 7 días de trabajo hábil para hacerla. La otra posibilidad de cambiar el mecanismo del mecano antiguo, que es el que usa ahora, en el nuevo, la descartamos porque los tornillos están remachados y luego no podrían readaptarse con suficiente seguridad. Imposible encontrar unos parecidos en el mercado del lugar.
Con un sentimiento innegable de intrusión por nuestra parte dejamos la habitación y nos pasamos el día entero por Gao sondeando otras opciones. Descubrimos un restaurantito que se come bien y es limpio. Luego nos ubicamos en la biblioteca Diakosoy donde seguimos escribiendo este libro y haciendo otras cosas. Lo habitual es que distinta gente nos aborde para ofrecernos distintas cosas o pedírnoslas aunque Gao es una ciudad expuesta a distintos visitantes blancos durante distintas épocas y tienen, parece, bastante superada la presencia blanca. El famoso orgullo tuareg no quita que uno nos venga expresamente a ofrecernos cruces (¡cruces!) de ébano sin aceptar nuestra negativa de compra ni siquiera a la quinta o sexta vez de decirle no. De la gente que se nos acerca hemos de distinguir pronto y rápido en clave de qué vienen: los comerciantes y guías explícitos son muy fáciles de distinguir. El guía profesional no pierde el tiempo con el viajero que rechaza clara y explícitamente su propuesta de servicio pagado. Los comerciantes son más duros de convencer. Depende del tiempo que lleven sin haber hecho ninguna venta. Hay que distinguir también a los que se te sientan al lado y te miran, simplemente te miran. Si lees, duermes, estas compartiendo una conversación lo más probable es que despues de una hora se cansen y se vayan. Eso siempre depende de que otros estímulos alternativos tengan. Al fin y al cabo no deja de ser el espectáculo atractivo del día, a falta de circo ambulante les sirve cualquier cosa, incluidos nosotros. Hay que detectar a lso que tienen tiempo que perder y vienen a hacerte perder el tuyo. También hay que distinguir a los oportunistas y malhechores.
Localizamos un restaurante pequeño, recién abierto, llamado Mahida, en el barrio Sosso-Coüra, al que nos hacemos inmediatamente clientes. Está en la calle perpendicular a la carretera que va al aeropuerto, es la número 215, porte 507. En Gao muchas calles no tienen nombre sino número. Fanta-Wallet Al Kalifa su cocinera y mánager sonríe. Su sonrisa permanente está a la altura de su buena comida. Tiene detalles cuidadosos de higiene. Falta la cerveza fría: no la sirven porque el islam lo prohíbe, Al comentarle que estamos buscando un lugar para alquilar por dos semanas nos ofrece una habitación gratis. Al visitar su casa al día siguiente acompañado de Hussein, su marido. Las habitaciones disponibles no tienen nada salvo suciedad. Cabe la posibilidad de que usemos su salón, con tele y ventilador de aspa, pero hay un problema la furgo no entra en su garaje, además frente a la puerta olvidaron una masa de banco que se ha endurecido dificultando toda maniobra. A la salida uno de los candados andorranos que usamos de combinación se ha atorado y ha cambiado por su cuenta el orden de la numeración. Son cuatro cifras, 9999 posibilidades. Despues de varias tentativas para sacarlo bajo un sol aplastante, salvándome por los pelos con un sombrero de paja, pienso que si hay una cuarta parta de la dentadura salida eso significa que el número cambiado que bloquea la salida del resto está en la tercera columna contando por el lado derecho. Pruebo las diez posibilidades y al fin doy con el número asignado por el destino. Luego hago lo mismo con la primera columna para adivinar el siguiente que el azar ha querido concederme. Despues de un buen rato recupero el volante. ¡Uf! Hussein me lleva a un patio vecinal donde guardar el vehículo. Nada mas entrar hay un planché delgado con una malla que cubría un pozo (supongo que a modo de trampa) que está hundido, algún vehículo lo pisó. No, gracias aquí no vamos a guardar la furgo. A la salida tomo una calle distinta, calculo mal el espesor de la arena que veo en frente y la tomo con poca velocidad. Embarranco. Lo del otro dia en Dosso no fue nada en comparación a lo de ahora. Un hombre y el esfuerzo simbólico de una troupe infantil empujando, mientras yo le doy marcha atrás, sacando arena con la pala a cada pequeño tramo, hacen el milagro de recuperar suelo firme. Ronda de regalos para todos. Los niños contentísimos. Algunos que ven el revuelo de lejos se suman a las manos tendidas. Otra experiencia más, otro litro de sudor por los poros. Sudar tiene una ventaja no prevista: necesitas ir menos veces al meapunto.
Utilizamos el espacio del cyber en la casa de la cultura pero la conexión está cortada. La instalación es muy moderna, las pantallas y las torres todavía están enfundadas. Su mánager es un hombre crítico. Simpatizamos. Las continuas interrupciones eléctricas impiden el trabajo de la ciudad. Nos refugiamos en otra biblioteca donde los niños repasan cuentos en total silencio, uno de los bibliotecarios sobrevive a su jornada con los pies descalzos sobre la mesa y un saharaui nos habla en español sobre su adhesión al Polisario.
Nuestro circuito por alojamientos alternativos a los altos precios de la hostelería de poca infraestructura (recintos sin sombra) nos lleva a Save the Children. Nos acordamos de Tom. El responsable local está en Bamako. También preguntamos en Oxfam, su responsable está en Bamako. (Oxfam esta vinculado a Intermón y la antecesora de Intermón fue la primera asociación con la colaboré cuando apenas había dejado de ser un niño). Luego preguntamos en USaid, su responsable no está. Todos deben estar reunidos en alguna parte hablando de la coordinación de la solidaridad o su ejecución. El hecho de que no estén significa que los sustitutos no tienen autoridad suficiente. A nuestra solicitud en Save, llaman a no sé quien el cual dice no sé qué sobre si tenemos credenciales de miembros de Save y en caso contrario no nos puede alojar. Se da la paradoja que una década atrás, durante mi sondeo por algunas ONGs con sede en Barcelona una con la que colaboré puntualmente durante un curso fue con Save the Children. Mi nombre debe seguir en su base de datos. Me llamaron una sola vez para proponerme ocuparme de un niño con necesidades especiales dentro de un horario que no podía hacerlo. Nunca más volvieron a contactar. De las otras ni recuerdo su nombre. Mis conjeturas sobre el emporio oenegero de entonces y su acusado acriticismo en lo social no hacen sino confirmarse durante la aventura africana de ahora. Quiero repetirlo una vez más, ongs= a mundo empresarial cerrado internamente descoordinado que se ocupa de su supervivencia como empresas concurrenciales y competitivas que se reparten el beneficioso y productivo mundo de la solidaridad. Por lo pronto hacen circular capital: alquilan o compran casas y vehículos, generan puestos de trabajo (burócratas, chóferes, guardeses y contratan técnicos de los países ricos. Sabemos de casos de parejas que al separarse una opción e retirada es irse a una ong a ver mundo). No deja de ser una ironía en la nuestra -de aventura- que los especialistas en solidaridad carezcan de criterios para aplicarla a casos concretos. El nuestro es uno concreto. Claro que a sus ojos podemos pasar por viajeros que no queremos ponernos a la altura de los precios de mercado y que si no podemos hacerlo ¿qué pintamos dando vueltas por el mundo? Ya ha sido dicho que los precios de mercado real son otros, y en todo caso los precios turísticos están a una altura desorbitada prefiriendo los hoteleros tener sus habitaciones vacías que tenerlas llenas con precios mas razonables y ventajosos para todos. Luego cuando conocemos a Gilles, su mánager, nos explica las razones de los altos precios a causa de lo alta que está la electricidad.
Recuerdo que en una playa de Córcega tras pasar la noche cerca de un espolón que da a un faro, nos avisaron de que ahí mismo habían sido apedreados varios cochecampistas y autocaravannings por los lugareños, al parecer por estar en desacuerdo con los recursos autónomos de los viajeros y no hacer consumos de restaurants y hoteles o servicios ofrecidos por la localidad. Es posible que el problema de origen empieza por el lugareño que se cree amo y señor de su lugar y frunce el ceño ante cualquier otra figura forastera o solo le interesa en tanto que portadora de divisas y dividendos que sonsacarle.

En Gao nos encontramos con un edificio del mercado ennegrecido por un incendio que sufrió, al parecer por un cortocircuito en la instalación eléctrica. El gasoil se ha subido en 70 cefas de más por litro. Hay tics que siguen siendo los mismos: mocosos armados y hombres con palos gruesos arrean innecesariamente a sus asnos a bordo de las planchas de los carros que arrastran. Los frecuentes cortes de luz eléctrica impiden el trabajo fluido en el ordenador, especialmente cuando el rato que está el cable enchufado sus baterías no se recargan, sospechamos que por el calor.
La rebelión ha encarecido los precios porque la ruta comercial desde Argelia se ha visto afectada. Alimentos básicos se han subido.

Arreglamos la habitación que nos han ofrecido para guardar nuestras cosas. Vic duerme en el salón de la casa y yo, de momento, en la furgo. Fanta tiene una sirvienta que no habla para el restaurant, se llama Kalla. Es una niña a punto de ser mujer. No sabemos muy bien la relación. Parece que solo tiene lo puesto, duerme en el suelo, en cualquier rincón y acarrea una marmita con la cena que come sola. Nos da mucha pena. El niñito de 1año10 meses, todo un hombrecito que anda, nos tiene miedo y nada mas vernos berrea. Lo sobornamos con caramelos cada vez que llora. Eso lo hace callar. Condicionamiento Operante. No es la mejor pauta educativa pero el crío vuelve a la calma y de paso nos la devuelve a nosotros.

Pasamos el dia refugiados del sol en la casa, ubicada en el barrio le Plateau, dándonos duchas y en los rincones mas frescos. Luego por la noche vamos a cenar a su restaurant. Estamos completamente tirados. A todos los males africanos hay que añadir el del calor. África no solo es el continente del sol también lo es de las altas temperaturas (supongo que el desierto australiano puede ser peor). Envidiamos las temperaturas de veintitantos grados que se ven por la tele en lso informes meteo de otras ciudades o incluso la de 5 grados de La Paz. Estamos achicharrados. Entendemos un poco mas la lasitud africana viviendo bajo esas altas temperaturas. Todo sería completamente diferente con un polideportivo con piscina climatizada, un jardín público con altos árboles y más sombras por toda la ciudad. Al dia siguiente de uno de los peores días que dormimos a intervalos bajo el ventilador nos enteramos que la temperatura alcanzó los 52 grados.¡52! El calor es seco y parece que, más resistible si la misma cifra fuera en una zona húmeda. En algún tiempo hubo una piscina en la localidad. Los franceses sabían vivir. La zona no tiene problemas de agua, el Níger es su proveeduría y el agua es de mejor calidad que en Bamako. Para cuando haya un polideportivo con piscina climatizada volveremos o tomaremos uno de esos aviones semanales durante la temporada turística (diciembre-febrero) desde Francia y vendremos a recordar viejos tiempos, los de estos días. Ahora lo pasamos mal pero estoy seguro que ésta o estas semanas en Gao las recordaremos con mucho cariño.
A diferencia de Goudel, donde la arena no nos permitía transitar y no salíamos de la casa salvo en vehículo y para ir al centro, aquí sí nos mezclamos más con el barrio. La casa en la que estamos comparte patio con otros dos habitáculos menores, uno a cada lado. La forma de construcción es la típica con barro y techos-terrazas que no se usan para nada, ni siquiera como recogedores de agua de lluvia. Cuanto mas gruesas son las paredes y las terrazas mas frescor hay en el interior de las casas. Hay otros barrios que están compuestos de cabañas tradicionales de ramas y paja trenzada. Se ven masas de tierra por todas partes (bancos) con las que engrosar terrazas o hacer paredes. Frente a la puerta del garaje de donde vivimos hay una masa que se ha endurecido al no ser usada a su debido momento. Al tercer dia hemos arreglado la habitación y advertimos que la corriente de aire producida entre las dos ventanas supera incluso el ventilador del salón. Cuelgo la hamaca entre las rejas de ellas. Es el mejor punto donde darse un chute de frescor. Con las cosas de la furgo amueblamos casi todo. Los taburetes de tres patas plegables sirven de soporte para las planchas de aluminio para desatascar las ruedas que han hecho de rampa y ahora hacen de estantes. Vivimos como dios si dios supiera vivir como nosotros.
Al segundo día de estar en un lugar instintivamente adoptamos un nuevo ritmo. La frecuencia de actos y reiteraciones, el ritmo, termina por crear el rito. Es así que al atardecer vamos al auberge Tizimizi más cercano (hay 3 en la localidad) y tomamos una Castel bien fría, que por la mañana tomamos nuestro té.)(La filosofía zen apuesta por el té con toda una precisa argumentación mística). Dedicamos un rato de ordenador para textos y meditaciones. Vic, desde que los ha descubierto en el ordenador, se ha tirado a los solitarios (mejor eso que tirarse a la bebida). Juego de ajedrez casi cada día, ahora en la pantalla de su ordenador. Tiene la ventaja de no tener que volver a poner las fichas en el tablero, el soft lo hace automáticamente. No prescindiremos totalmente del manual magnético pero la pantalla es mucho mejor y se ve más. Sigo ganándola y sigue enfadándose por sus movimientos erróneos. Inexplicablemente siempre deja que mis peones lleguen hasta la penúltima línea de cuadros y mueve superfluamente su rey.
Hasta la casa viene distinta gente a ofrecernos distintas cosas. Un niño nos trae un matojo de menta para nuestro té, otra niña viene con su bandeja de mangos. Son tan monos que no podemos resistirnos a comprarles aunque realmente no lo necesitemos. Nuestro vehículo en la puerta delata que hay extranjeros dentro. Los niños desescolarizados no hablan francés pero siempre conseguimos hacernos entender en lo básico. Por la noche vamos al Restaurant Mahida donde la mujer de la sonrisa permanente, Fanta, nos da de comer. Es una forma de contribuir a sus ingresos. También coincidimos con otros parroquianos con los que intercambiamos saludos, sonrisas y charlas. Nuestros paseos con la silla de ruedas les deben resultar extraños. El concepto de paseo no existe. Hay desplazamientos pero no paseos. No hemos visto en ninguna parte durante estos meses las calles donde exhibirse tan explotadas en Europa y tan evidentes en las nuevas economías de los países de la ExYugoslavia. Otra curiosidad africana es que la mayoría de chicas emergentes y de buen ver no tienen –o no ostentan- la picardía de toda la gestualística de la insinuación. A cuenta gotas vemos a chicos y chicas que pelan la pava en algunas esquinas al atardecer a falta de plazas. La única plaza en Gao es la de Independencia. Un recinto cerrado con candados en el centro cerca del edificio de la Asamblea Regional, sin nada dentro, ni árboles ni bancos, reservada para grandes celebraciones.
En la calle del Mahida donde hay otros restaurants, algo impensable en ciudades secundarias de Níger, el momento festivo del dia es la noche. La gente se reúne frente a sus casas para charlar. Se ven pocas teles, todavía no han sucumbido a la comecocos universal.
Hay algo de la vida africana cotidiana que también tiene que ver con la simplificación. “Los europeos necesitáis muchas cosas” nos dijeron. Es cierto. Aunque la mayor parte de ellas están en el desván, en el garaje, en los cajones o en las estanterías o, incluso, en la despensa, sin ser utilizadas. El hombre blanco necesita segurizantes, cuántos más mejor: seguro de coche, seguro de vida, seguro del hogar, asegurar el pago de la hipoteca, la devolución de los créditos, tener segura la comida, la nevera llena, asegurarse que no le entren intrusos en la escalera…Seguridad-seguridad-seguridad. Muchos africanos no tienen la seguridad de si van a poder comer. Hurgando en cada uno, si aceptara teorizar su existencia cargada de limitaciones, encontraríamos un filósofo instintivo. Alguien lo hizo con los sadhus y yoghis hindúes y se encontró que su saber superaba milenios de filosofía occidental platónico-aristotélica.
Vic y yo somos hogareños. No tenemos las mejores condiciones pero disponer de una casa nos substrae del agravio climático y nos permite seguir con lo nuestro que aunque no sea lo más extraordinario es nuestra elección para este año. La gente que no tiene vínculo con las letras se pasa la mayor parte ociosa del día sumida en la parálisis o en la tumbona. Nosotros nos lo pasamos sumidos en el interminable discurso de la vida.
Vivir en Gao parece posible, incluso en esta época del año. Si no fuera por mi reacción epidérmica al calor me siento feliz. En horas de sol no me atrevo a salir fuera. Demoramos nuestra visita al cyber por esta razón. Deseo que la tecnología corra más aprisa y que en pocos años los internautas podamos conectarnos, usando nuestros móviles o pastillas de telefonía móvil a precios razonables, desde cualquier parte del mundo sin tener que ir a los ciberlocales.
Algunas noches al acostarme las zonas que toco del colchón es una tortura de agujas, es como acostarme en una cama de alfileres. El masaje de estrujamiento, esa nueva modalidad que he perfeccionado para aliviarme y mis ratos de gato junto a Vic, mi mamacita, que se ocupa de mí cuando estoy fané y descangallado, no me devuelven al esplendor a pesar de su prodigiosa técnica con un juego de muñecas proverbial que supera al de cualquier otra acariciadora que exista en el mundo. Cambiaría, sin dudarlo, cama de faquir con puntas de 3 pulgadas por mi síntoma epidérmico.

Un hombre que no nos conoce de nada nos aborda en la calle muy interesado por las dificultades de movimiento de las piernas de Vic. Es un argelino que ha vivido o tiene intereses en Hamburg y que trafica con miel comprándola a 1 euro en el país de al lado y vendiéndola a dos en Mali. Enseguida nos habla de un famoso cirujano alemán que hace elongaciones óseas y repara esqueletos humanos antes de enterarse de la dolencia real de Vic. El hombre es un entusiasta verbal que no simpatiza con los comunistas y al saber nuestro origen cultural en seguida se declara partidario de que Franco los matara. Le replico que hay un contrasentido: los comunistas fueron una minoría y el franquismo mató en masa un millón y medio de españoles: las cuentas no se ajustan. El hombre habla castellano y ha trabajado en España. No son pocas las veces que perfectos desconocidos te declaran su franquismo incondicional al saber nuestra procedencia. Es algo que nos ha venido pasando en varios países también de Europa. Resulta mas curioso que siga pasando despues de tantos años de postfranquismo y democracia hispana. La ventaja de que un desconocido declare su ideología fascista antes de sondear la nuestra te evita hacer paripés conversacionales que van a terminar inevitablemente en desplantes y puedes ventilártelo con cuatro frases mal contadas. A pesar de todo, el entusiasmo del hombre lo salva o lo hace simpático a mis ojos, no a los de Vic, aunque no tiene ni idea de historia española. Luego Hussein nos informa que el tipo está loco. A mi no me lo ha parecido. Es solo un extrovertido incontenible. Esa es otra curiosidad interpretativa: quien habla más de la cuenta o mas rápido pasa por loco, supongo que también se interpretará con el mismo registro a quien escribe más de la cuenta y lo divulga indebidamente.

Aprovechando que tenemos una habitación descargo los dos bidones-cofre que compramos en Guilguim al principio del viaje. Han sido la envidia por miles de kilómetros, mucha gente nos ha pedido que se los demos o vendamos, a pesar de que en países como Burkina se pueden encontrar. Es la primera vez que los bajo en este año. Ideales para la lluvia y para que no se filtre nada de polvo dentro (no se puede decir lo mismo del otro cofre que tenemos especial para vehículos) pero poco prácticos para abrir la tapa y meter y sacar cosas.Falta idear una manera para que las tapas queden libres, tal vez poniéndolos a lo largo del portabultos en lugar de atravesados como han venido hasta ahora. Tampoco los necesitamos para abrirlos a menudo. Vamos a embutir todo lo que podamos que no nos sirve para el resto del año y espero no tener que volverlos a descargar hasta nuestro retorno a España.
En el Mahida conocemos a Cristina que trabaja para Oxfam. Tiene un largo recorrido de contratada para ONGs. Intercambio de pareceres sobre el oenegerismo. Entendemos el hecho de que sus cooperantes asalariados pasen a formar parte de las élites locales se explica en parte por el mínimo de condiciones laborales agradables como estímulos para venir a trabajar en condiciones tan adversas (casa climatizada puesta + vehículo de desplazamiento con chófer). El Restaurant de l’Amitié, en la misma calle, una fiesta tugurial en contra de la sida, una fiesta. Echamos una ojeada en la puerta pero no entramos. Tenemos suficiente dosis de ruido verbal y de locales semioscuros en nuestras biografías.

Jes y yo


Gao, 19 de junio de 2008


Jes, menudo, proporcionado, eterno “enfant terrible”, conversador inteligente en minúsculas tertulias, nervioso en sus movimientos, pausado en sus respuestas. Alérgico al boato, a los falsos halagos, a ser manipulado – tanto por los bienintencionados como por los malintencionados -, a los grandes espacios públicos, al ruido y al humo de los locales impersonalizados. Amante de las causas perdidas, de la intimidad, de la palabra llena, de los dilemas imposibles, del tú a tú sin impuestas jerarquías.

Jes, delirio de sensibilidad que su piel eriza a partir de una sutil caricia. Vibra por cada uno de sus sentidos; pero, en donde más inconfundiblemente se manifiesta es en todo aquello que afecta a su corazón, a sus sentimientos. Por una adversidad que violente su estado emocional todo su ser puede parecer que ha sufrido un desequilibrio de su sistema inmunológico: desde un fuerte dolor en el pecho, a brotarle granitos rojos y molestos, o a perder el control psicomotriz y golpearse con lo más absurdo. En esos momentos es naturaleza en su estado más puro, lo racional no participa, puede odiar al mundo en un segundo, para después, volver a su entrañable sentimiento amoroso por la persona amada o por la causa defendida.

Por otra parte, el cuestionamiento permanente sobre el estado de las cosas, de la vida, de todo aquello en que participe el ser humano desde su individualidad a su gregarismo, es como una especie de sello impreso en su ADN que le es imposible evitar. Nunca baja la guardia aceptando una conversación sobre lo intrascendente, sobre lo más ordinario y práctico de la cotidianidad; ello es demasiado vulgar y mecánico, no requiere esfuerzo intelectual ni creatividad. El ser pensante es su ideal de humano, un ser que busca los porqués y no la fe, que cree en el conocimiento y le disgusta la palabrería. Es amigo de la polémica, sí, pero por el afán de reconstruir argumentos, de contrastar ideas e intercambiar conocimientos.

Pero si con la tertulia y el discurso oral disfruta, la escritura sin descanso de todo lo que vive, le rodea y piensa es su verdadero motor de existencia. El mundo es una excusa para hablar de él, es un lugar lleno de personajes y de situaciones dignas de plasmar en forma de obra teatral, novela, poema o ensayo filosófico-político. Todas las situaciones vividas las canaliza o filtra como en el caso de sus decepciones, disgustos o sinsabores. La grafía – y, actualmente, el dígito - es su gran terapia, es su refugio y su forma de aislarse de todo lo que le inoportuna: el ruido, la injusticia, los desencuentros personales...

Jes es mi confidente de alegrías y miserias, mi amor y mi tormento a la vez. Amor porque no concibo vivir sin su presencia, sin sus “te quiero” que me recuerda a cada instante, sin su incondicional dedicación en momentos difíciles. Tormento porque mucha de nuestra cotidianidad nos fricciona, nos desencuentra, nos hace ver al otro incompatible para las pequeñas cosas que son imprescindibles para las grandes cosas: el orden, la limpieza, la estética, las fórmulas sociales; elementos todos ellos que forman parte de la educación. Nuestra infancia ha sido diametralmente opuesta en lo vivido: Jes prefiere olvidarla y yo, recordarla. Después de años de convivencia, el amor entre los dos sigue estando por encima de la vulgaridad cotidiana, a pesar de que lucha por sobrevivir a las desavenencias propias de la personalidad.

La personalidad, gran palabra que yo defino como el sello físico, psíquico y sentimental que cada individuo ha ido perfilando a lo largo de los años y que, en la edad madura, llega a su máxima consolidación y es casi imposible modificarla. Nuestro encuentro, nuestro amor nació en edad madura, cuando ya todo en nosotros estaba fijado, impreso en nuestra psique. Así pues, luchar por cambiar al otro en lo que consideras desavenencias, siempre resultará una tarea inútil y absurda. La discusión es sólo porque necesitas encontrar el espacio que cada uno necesita y no para imponer al otro su criterio.

Desde el primer momento le consideré mi príncipe azul que venía a defenderme de los peligros del mundo. Profunda conciencia de lo que es la economía doméstica, con él aprendí la importancia del ahorro, de lo absurdo del despilfarro y de la importancia del intercambio, entre otras cosas.


El año 1992 fue decisivo para mi vida. Mi madre murió y me sentí huérfana por primera vez a pesar de que ya había perdido a mi padre a los 20 años. Ella ha sido, y todavía lo es, un modelo de espíritu y de manera optimista de ver la vida. Ella siempre ha estado al pie del cañón en mi vida sin entrometerse para nada, en reserva por si la necesitaba. Tan especial ha sido que, incluso para morirse puso en práctica su emblemático lema: “el decimoprimer mandamiento, no estorbar”, apagándose como una velita en el mismo banco de la iglesia. Gracias al testamento elaborado por mis padres, cuando ella murió tuve el privilegio, por mi condición de discapacitada, de recibir una herencia muy superior a la de mis hermanos, con ella me compré un piso y los muebles eran por primera vez nuevos y no de segunda mano o regalados. Tenía 40 años, una existencia muy intensa y un trabajo estable. Pero, cuando terminé de decorar mi nuevo pisito con el patio floreado, que tanto le hubiera gustado toquetear a la autora de mis días, me sentí muy sola y desvalida. Mi vida no tenía sentido si no la podía compartir con alguien muy querido fuera de mi círculo de familiares.

El año 1994, con 42 años conocí a Jes. Tuve lo que se suele decir, un flechazo, sus ojos de caramelo con pintitas verdosas me deslumbraron, sobre todo cuando los entreabría como para protegerlos de la luz y a mí me parecía que me invitaba a descubrir sus misterios. En nuestros sucesivos encuentros, nuestras coincidencias de vida y de pensamiento eran cada vez más asombrosas: misma edad, años de militancia en la clandestinidad, años de ecologismo, desencanto político y muchas ganas de vivir. Siempre tuvimos miedo de las palabras que te obligaran a un compromiso formal. Sus experiencias como padre, como marido o como pareja de otras mujeres le hacía ser cauto. Yo nunca me casé, ni fui madre, ni viví más de dos o tres meses con las parejas que tuve, la mayoría eran más jóvenes que yo o con necesidades opuestas a las mías; se puede decir que mi vida amorosa ha sido una suma de desencuentros que me han llevado a quererme más porque pensé que me tocaría vivir sólo conmigo hasta el final de mis días, y eso suponía aprender a entenderme, a soportarme y a disfrutarme.

Pero, cuando uno piensa que está todo perdido, el destino, o no sé qué suma de factores cósmicos, aparece lo que tu corazón necesita en ese momento. En las sucesivas citas que íbamos teniendo, mis sentimientos hacia él eran confusos; por una parte, era una persona demasiado nerviosa porque siempre tenía prisa y no el tiempo que fuera para estar juntos, por otra parte, parecía sereno y tranquilo cuando disertábamos de los miles de temas que nos preocupaban. Con su bien proporcionado cuerpo menudo y su aspecto de bello joven, siempre pensé que era una privilegiada si algún día él me elegía como favorita en su vida. Desde el principio observé que era una persona de gran atractivo para las demás mujeres y que eso le halagaba soberanamente. La inseguridad sobre mis encantos me hace, constantemente, estar al acecho de sus ocultos deseos por otras damiselas.

Ahora, después de 12 años y medio de convivencia, pienso que somos unos héroes del amor. Hemos acumulado experiencias: las manías que cada uno fija con los años han ido evolucionando de la intransigencia al respeto, los espacios compartidos nunca han perdido la cuota de individualidad, los deseos ahora son ternuras, las pasiones, actos de solidaridad y confianza en el otro. La relación, nuestra relación, es un continuum de reajustes: discusiones-besos, peleas-risas, monólogos-diálogos... que la hacen activa, transparente, compleja y nunca tediosa.

Con 55 años ya no somos ningunos chavales, pero sí nos sentimos desplazados respecto a la mentalidad o la vida de la mayoría de las parejas de nuestra generación. Nos identificamos más con los que todavía tiene curiosidad por las cosas, que con los que piensan que ya lo tienen todo vivido o les aterra los imprevistos, independientemente de su condición o edad. Aunque siempre instalamos nuestro inquebrantable ritmo cotidiano de escritores allá donde vamos, no dejamos de disfrutar de las novedades o sorpresas que la aldea, la ciudad o el país te ofrece.

Jes, de naturaleza tímido y reservado, en los viajes se transforma en dicharachero y gregario: busca cualquier excusa para conversar con las personas, pasea y se entretiene con el o la vendedora del lugar comentando la calidad-precio del producto, o con no importa quién le diga hola. Gracias a eso hemos conocido a gente muy interesante, que, de primera impresión no te lo parecería; también, claro está, se ha producido el efecto decepcionantemente contrario. Con su capacidad de convicción, hemos conseguido dormir gratis, y con toda la seguridad del mundo, en los lugares más variopintos: aeropuertos, parroquias y misiones católicas, casa particulares... En este sentido, su habilidad no tiene límites. En alguna ocasión hemos llegado de noche cerrada a un lugar inhóspito y hemos encontrado un grupo de hombres sentados tranquilamente y que yo consideraría de poco fiar; pues él se para tranquilamente y les pregunta cualquier cosa sobre su indumentaria o sobre algún detalle del entorno, eso les desconcierta tanto que se rompe el hielo de la desconfianza mutua y, al final, te consiguen un aparcamiento en el lugar más seguro del pueblo, donde hay luz toda la noche y un vigilante. En otras ocasiones, por ejemplo, ante policías corruptos, en plena noche o con un sol de justicia, que te paran buscando cualquier excusa como que no llevas el cinturón de seguridad y te piden una desorbitada cantidad en concepto de multa (sin recibo) o un regalo; él consigue darle la vuelta al asunto, de tal manera, que ellos se sienten culpables y te piden que les alguna medicina para sus males antes de despedirnos.

Pero donde es la estrella incuestionable es en los viajes. Su sentido de la orientación es perfecto, nunca se pierde ni tiene miedo a equivocarse de camino, siempre encuentra la alternativa para llegar al destino – en ese sentido me ha enseñado mucho, aunque no he aprendido del todo a orientarme, ahora no me desespero si me pierdo, tengo más recursos que antes y no tengo miedo-. Cuando llega a una ciudad hace, lo que yo llamo, el paseíllo de reconocimiento: busca el centro o el punto más característico y, desde allí “coloca” al resto de la ciudad.

Respecto a su prodigiosa memoria, me siento como una maleta cuando me refiere detalles concretos de algún pueblo o ciudad donde ya hemos estado. Al consignar por escrito todos los detalles del día, cuando volvemos a un lugar, se acuerda perfectamente del paisaje, de la fecha y de lo que hicimos en su momento; yo, es como si fuera por primera vez, todo lo he olvidado. Pero es una memoria selectiva: guarda todo aquello que suponga una historia a literaturizar, no lo que es inmediatamente práctico para su cotidianidad; es decir, olvida al segundo: dónde ha puesto la bolsa del dinero, dónde ha puesto las llaves, dónde están las cosas en la casa o en la furgoneta...; en ese sentido, la prodigio en memoria soy yo.

Si, por un lado valora lo que normalmente se considera poco pragmático: filosofar, pensar y reflexionar. No por ello ha dejado de desarrollar una serie de habilidades que le han servido para ser un superviviente nato: bricolagea cualquier cosa, cocina con lo mínimo, lo recicla todo aunque durante años no sepa para qué necesita tanto chisme acumulado, de tal manera que puede conseguirlo todo gastando lo imprescindible; yo no tengo en cuenta el gasto de las cosas y esto le enerva bastante. En otros temas la convivencia puede tener algunos roces: yo aprecio más la calidad que la cantidad; el orden y el vacío en las paredes que la hiper-ocupación del espacio, comer poca cantidad y de calidad que lo mismo muchas veces. En fin, que parece más hijo de familia numerosa que yo, prefiere hacer un perolo de avituallamiento para varios días que trabajar cada día variando el menú, eso a mí me desespera. Imagino que cada pareja debe de tener sus batallas domésticas, no debemos de ser los únicos.

En cuanto a nuestra comunicación, por el momento no ha perdido un ápice de frescor. A veces estamos muy extrovertidos y las palabras nos sale como cascadas, tanto, que tenemos que auto-controlarnos para no interrumpir al otro. Otras veces sólo es uno el que quiere hablar y el otro se pone en actitud de estar atento:“perrito de trapo instalado detrás del coche que te saluda por la ventanilla y accionado por un dispositivo que siempre dice sí con la cabeza”, cuando en realidad su mente está en otra parte. Entonces te callas o provocas que el contrario baje de su nube.

Yo creo que el amor entre dos dura cuando no deseas educarle, cuando respetas la individualidad y cuando hay diálogo y no tienes miedo de decir lo que piensas. Por lo menos a nosotros nos ha ido bien hasta ahora.

Vic y yo


Niamey 4 de junio 2008
Vic sílaba reductora de Victoria. Victoria es el nombre que suena en todas partes: desde occidente a oriente, en el norte y em el sur. No hay una sola ciudad que se precie del mundo que no ostente este nombre en uno de sus hoteles, comercios, avenidas o monumentos. Supera con creces al de Jesús, el mío, incluso en territorio catolizado. Vic es la compañera de mi vida, la que viene ocupando, casi ya, una cuarta parte de mi biografía. Eso es recíproco, tenemos la misma edad. Andamos juntos en nuestro decimotercer año convivencial. La persona mas importante a juzgar por longevidad y lealtad de todas las que me han querido y a las que he querido. Es una persona con los dos pies bien plantados en el suelo. Si hay una persona realista, esa es ella. No sé de ningún otro ser humano con una psique tan equilibrada como la suya. Es una experta en realidades sin dejarse batir por ningún límite. El justo complemento para un selenita como yo. Es una de las siete razones existenciales de mi vida. (para hablar de las otras seis pedir cita previa). Sin lugar a dudas si vale la pena continuar respirando el aire del planeta es porque ella también habita su atmosfera. Sus atributos de anumérica y anómica añaden valor a su posicionamiento en el mundo. Es capaz de olvidar la factura pagada del tipo que sea un minuto despues de haberlo hecho. No se deja impresionar por ninguna cifra. Los ceros a la izquierda o a la derecha no tienen significados distintos. En cuanto a los nombres confunde los de ciudades, países y personas. He debido de repetirle el de Koubri, donde nos hemos pasado quince días, una docena de veces (acuérdate de S. Kubrick, le digo). Todo eso la instala en unas coordenadas muy por encima de las aflicciones de otros mortales. Es una mujer de armas tomar. Una almirante dando órdenes a bordo de su silla rodante. Ordenes precisas, determinantes, informativas: piedra, escalón, agujero, rama, charco, clavo, caquita… Con cada palabra me saca de mi ensimismamiento habitual mezclado con el automatismo de mi fuerza de empuje y sorteo los distintos obstáculos con los que nos encontramos. Raramente nos precipitamos juntos por barrancos o nos atropellan tranvías.
Es una gran mujer dentro de un cuerpo de mujer de metro y medio que hace que yo me sienta un gigante sin llegar al metro setenta. Tiene las espaldas de levantadora de pesas o remera del Volga y una poderosa fuerza en sus manos. Aunque no practicamos el boxeo ni el tiro del plato, es decir tirarnos platos, lo sé porque lo sé. Un tiempo atrás era un peso pluma con el que podía cargar en las escaleras automáticas de los grandes almacenes o en otros actos levitatorios, actualmente es un peso pesado ante cuyo porte me arriesgo a un ataque de ciática.
Su manjar preferido en los desayunos es el pan con aceite y sal, incluso en época o zona de penuria en que el aceite de oliva tiene que ser sustituido por el de cacahuete o el de palma. No le gustan demasiado los dulces salvo mis besos. Es una ciclotímica reducida a la nada tan pronto anochece y no hay estímulos en la proximidad. Durante los horarios monacales antes de las 9pm y despues de nuestras sesiones de masajes pasa a la posición de bella durmiente. Es una sirena kaput. Le escribí un poema con este titulo. No le gusta mucho aunque lo saqué a partir de una conversación con ella en que combinó las dos palabras. Si anduviéramos en un velero y naufragáramos ella seria mi salvadora porque yo nunca he aprendido a nadar a crol.
Es mi contrincante casi diario cuando viajamos jugando al ajedrez. Casi siempre pierde y yo me he habituado a ganarle con lo cual mi evolución ajedrecista se ha estancado; cuando me toca jugar, ocasionalmente, con otros hago el ridículo. Cada partida supera la anterior creando situaciones de estrategia más complejas, dignas para tener a un locutor apasionado al lado, como Pujal, para radiarlas.
Vic lee los libros de historia de una tirada. Prefiere los libros gruesos, argumentativos y narrativos que no los ensayos.
Es mi compañera oral. No hay dia que no hablemos. ¿‘todas las parejas tienen cosas que decirse despues de tantos años juntas?
Cuando tenemos que dar una conferencia me cede el puesto primero en el habla.
Su risa franca, su sonrisa permanente, su mirada directa, la convierten en el primer foco de atención mientras yo estoy a una cierta distancia sideral de la escena. De las personas que he conocido en esta vida, si Vic no existiera debería corregirse el sesgo de la especie y pedirla por vía urgente a la expenduría de árboles genealógicos. Es una persona con muchos amigos y muchas personas que la quieren. Es que se hase de queré al rato, la chica. En las sesiones de internet se pasa dos horas respondiendo al correo personal.
Enseguida apea las confianzas con quien conoce. Introduce temas tabúe y quita el rigor de las formas.
Es muy respetuosa con los demás y muy cuidadosa consigo misma. Su sola presencia en los lugares basta para atrapar la atención: -aquí ocurre algo, dice el inconsciente colectivo del personal. Es el antídoto para toda amargura y desfallecimiento.
Desde que otros preparan nuestras comidas nuestro volumen de bronca doméstica se reduce considerablemente. En la furgo podemos tener un par de minutos de discusión cada noche al acostarnos por su colección de bolsas, bolsos y maletitas, una docena y media por lo bajo. Le toca hacer espacio para poder horizontarlizarnos. En casa es una adicta a jugar a cocinitas. Se enfada cuando se lo digo. Siempre necesita estar activa para no considerarse a si misma como un mueble. Lo peor que le podría pasar es actuar como su tía Inés, afectada también de polio que presumía de no hacer nada. Aunque hacia algunas bisuterías. Una minúscula parte de la familia nos tiene castigados de cara a la pared porque vivimos en pecado. Definición de pecado: compartir cama y vivir juntos sin tener el fallo ceremonioso de una oficina o un altar encargados de matrimonios.
Olvido con facilidad la condición de minus de ella. Me tiene que recordar algunas veces que determinadas cosas no puede hacerlas. Vic sin polio tendría la envergadura de sus hermanas gemelas Paloma y Rocío, con lo cual yo hubiera pasado de gigante a enano. Es la hermana pequeña de 14 hermanos, 3fallecidos. Pilló la polio en Tánger de cría. Otra persona en su lugar hubiera desarrollado una amargura por el descuido de sus padres al no protegerla del virus. En vez de eso es la hija mas devota de sus padres a los que frecuentemente recuerda, especialmente citando anécdotas y frases de su madre.
Ahí donde va triunfa: canta en una coral, interpreta partituras al clarinete, es correctora de mis textos. No todo son virtudes. Es antimapística. Despues de clases maratonianas ha aprendido a mirar los mapas de carreteras al derecho y a distinguir las distancias. El trayecto Barcelona-Madrid que hacemos frecuentemente de unos 600 kms se puede convertir fácilmente en 650 o 700 reales por algunos despistes. La culpa también es mía, mientras conduzco miro la carretera pero no los carteles, sea porque hablo o porque hago meditación trascendental. A pesar de todo, seguimos perdiéndonos por las geografías, lo cual tiene por ventaja llegar a sitios curiosísimos que jamás hubiéramos planificado. Las grandes aventuras empiezan a un par de kilómetros del asfalto de las rutas principales.
Le encanta comparar cosas en las tiendas: cremitas, jaboncitos, mermeladas. Luego me toca a mí ser su consumidor. Se le ilumina el semblante siempre que le cuentan algo genuino, no importa de qué artesanía. Comprar es una forma de solidaridad.
Se adapta en todas partes.
Es una experta en caricias. Me mima todo lo que puede y más.
Me llama el cuatro por mi posición de hombre pegado simultáneamente a una butaca y a un teclado y cuando me masajea la espalda y mi epidermis reacciona placenteramente me llama gallinita, ga-ji-ni-ta, alargando cada sílaba al estilo vocal de los Lutiers. Yo me quedo clavado como un gato en una edad en que los orgasmos genitales ya no tienen más valor que las caricias de la espalda. Yo la llamo Viconda, cuchita, victorina, bonitinga o mujer-imperio, también tía si he de quejarme por algo. Ella también me llama tío si se enfada conmigo. ¿Oye tío que te has creído?
No se deja hacer siempre fotos. Sigue llevándolo mal eso de estar sentada en una silla. Tampoco quería salir con sus bastones. La tengo que pillar in fraganti. Dice que se ve una foca fofa. Yo también la llamo bolita y mujer-Botero. Nunca he conseguido hacerle fotos desnuda a pesar de haberlo acordado. Mi voyerismo se resintió profundamente.
Si nuestra relación terminara me había dicho de hacerme monje y dejar de bucear por la psicología e intimidad femeninas. La etapa de visitante monacal reciente me ha hecho repensar que la séptuple obligación ritualística diaria no es propia para un bohemio como yo. Debería haber una elección intermedia: tal vez pudiera ser un visitante-inquilino. Espero que no tenga que acudir a este extremo. Dentro de cincuenta años seguiré haciendo de cuatro. El lugar es lo de menos con tal de que viva en calma y la sangre de los adversarios de los alrededores no me salpique la mesa. Schopenhauer, en una ocasión, mientras trabajaba molesto por el griterío de la calle lanzó un objeto contundente, creo que era una plancha de esas de metal de antes calentadas con brasas dentro, para atajar la fuente de sus molestias. Eso produjo daños por los que fue juzgado y tuvo que hacerse cargo con una indemnización o pago de mantenimiento de la persona, una mujer, creo, a la que había agredido y dejado lisiada (debería confirmar los detalles de la anécdota). Espero no caer en la falta de contención del filósofo, en ese caso muy burro y agresivo. Sin duda la sabiduría y la estupidez se pueden dar cita en el mismo individuo.
Volvamos a Vic. No concibo mi vida sin ella. Es mi aliada, mis alas, mi socia, mi apoyo, mi sostén, mi amor, mi todo, que diría Beethoven, especialmente desde que hace un año concluyó una relación paralela poniendo fin a mis días de bígamo. El amor, sin embargo es complejo, los besos pueden ser balas que canta Aute. Con Vic nunca he experimentado el sentimiento de deslealtad o traición. Jamás de los jamases, tampoco el de dubitativa. Si algo resulta difícil de tolerar en un mundo que incrementa sus inseguridades es tener por compañía fundamental una persona insegura de lo que quiere y de si te quiere o no. Vic esta muy segura de si misma. Su déficit físico que ha tenido desde los dos años de edad dejándole unos pies practicamente de púber, un 34-35, ha favorecido el crecimiento de su conciencia y la seguridad en si misma. Toda una paradoja: a sus pasos tentativos en desplazamientos vacilantes le corresponde una de las personalidades mas seguras que respira bajo la capa celeste. Yo olvido su déficit. Simplemente, no lo veo. No tiene nada que ver con la cortesía de la casa. Desde antes de conocerla había desarrollado mi teoría particular del déficit: no hay humano que no tenga alguno. Todos pertenecemos a un universo deficitario divididos en dos categorías: quienes los tienes visibles y quienes no. A menudo puedo sentirme más deficitario que ella por otros temas psico-corporales en los que no voy a entrar en detalles. Pero eso no me ha hecho proyectarme. Vic es ella y sus bastones. Es lo que me dijo por teléfono en una primera cita lúdica que tuvimos para conocernos. Me reconocerás porque voy con bastones. Vale. Anduvimos por la zona de la sala Maldá y la plaza del Pino. Resulto que teníamos conocidos comunes y que yo ya la conocía de haber coincidido con ella en una reunión ecologista liderada por su elocuencia. Ya me fijé ahí en su voz, sus bellas facciones y en sus adivinables supertetas bajo el suéter. Era la líder, tenía algunos tíos detrás de su culo, perdón, su charme.

Toda ella sería con el tiempo, para mí, pura sensibilidad. Bastaba tocarle los pezones para que orgasmara.
Después de varios años de insistir en que dejara de trabajar como profesional en la educación de adultos y conseguirlo, su vida y la nuestra juntos han cambiado bastante. Tenemos mucho más tiempo para los dos. Mi horario profesional de psicólogo de despacho por cuenta propia nunca me ha tenido tan pegado a la escucha apasionada de discursos neuróticos como para no poder vivir sin esa actividad. La película, por muy buena que sea, después de haberla visto unas cientos de veces, te aburre. No sé si a un cirujano le pasa lo mismo cada vez que abre un abdomen en la misma zona.
Ahora los dos tenemos tiempo para los dos y para seguir repasando el mundo. Por mucho que andemos con el cartelito de la pobreza universal o digamos que nosotros también somos pobres en nuestras charlas, nadie nos cree. Lo cierto es que no tenemos que trabajar para vivir, nuestras pensiones y rentas nos permiten vivir desahogadamente y nuestro concepto del lujo no tiene nada que ver con llevar joyas encima.
Vic, no solo me soporta, sino que además le gustan muchas cosas mías. Nunca he dejado de sentirme querido por ella. Nunca he puesto en duda su sinceridad sentimental conmigo. Me ha mostrado en muchas ocasiones su camaradería y su consecuencia. Es un poco celosa. La verdad es que es muy celosa. Y eso forma parte de las restas. No es demasiado postmoderno, pero es lo que hay. Lo cierto es que no sé de ninguna relación personal que funcione que no sea la prototípica pareja. A pesar de eso, no dejamos de hacer planes de otras formas de compartir la vida privada.
Vic, últimamente, con su ordenador portátil propio se ha hecho escritora. Escribe y describe personajes y situaciones, muy bien. Nos podemos pasar horas juntos sin interrumpirnos, ella en su ordenata o haciendo prácticas de clarinete y yo con el mío o con un libro, aunque ella siempre acepta un beso de improviso cuando me levanto para hacer un paseo de diez metros para buscar el adjetivo o el substantivo que me faltan.
Vic nunca dice no o tal vez a propuestas de currículo vital: viajes, adquisiciones o placeres. Tampoco nos hemos propuesto por el momento ningún imposible como visitar el lado oscuro de la luna. Nunca ha pretextado su movilidad reducida como coartada para dejar de hacer algo aunque en ocasiones pueda parecer que el realismo de ella sea más limitante de lo que verdaderamente es.
Los dos juntos hacemos buena pareja. Somos un combinado dialectico estable de comprensión, equilibrio, amor de crucero y respeto. Raramente nos separamos cuando estamos en ruta. Dormir en camas individuales separadas o en habitaciones contiguas lo soportamos de mala gana. Aunque yo siempre me autodefino como el segundo de a bordo, ambos sabemos que somos iguales ante la ley según rezan las constituciones europeas. En serio, somos el uno para el otro tal como se copian las literaturas baratas de kiosco. Ningún año juntos presupone o ha presupuesto seguir el siguiente. Vivir con conceptos de libertad significa que cualquier dia podamos separarnos. Bien mirado, uno desde que nace no hace sino separarse continuamente de las cosas, de las referencias y de los demás. El mismo acto de nacer es un acto de separación, el de morir, por supuesto que también ; y, entretanto, las elecciones que se van haciendo llevan a tomar distancias de las opciones no-elegidas, además de la que se hicieron y dejaron de servir.
Vic es muy graciosa. Con los años lo es más. Le pone voz a todo: a las ciudades, a los objetos, a los árboles, a los animales. No tiene ningún inconveniente en hacer pequeños diálogos con lo que sea. Me parece absolutamente normal que hable con un gallo haciendo co-co-co-co, co co co co. El gallo, claro, al cabo de un rato responde despues de decodificar el significado real de las últimas intenciones de su interlocutora igualmente bípeda como él pero un poco más gruesa. Todo empezó al salir de una ciudad o al desacampar de un lugar, diciéndole adiós a tal sitio y añadiendo alguna otra frase como nos lo hemos pasado muy bien. Luego ha ido mejorando su arte y además de hablar ella en galliano, como antes ha quedado dicho, también le pone voz al supuesto sentir de lo que sea, a la furgo, a las cosas que tenemos o a las plantas. ¿Por qué no? todo tiene una onda y se la capta.
A veces me paso con ella por la cantidad de cosas que necesita por su estado. La silla y los bastones son objetos con los que convivo y con los que creo convivir bien. No es así. Me enfado en ocasiones cuando el espacio queda reducido. Injustificadamente me enfado. De una parte la silla de ruedas me parece confortable y nos solemos intercambiar. En un establecimiento público ella siempre prefiere la silla que haya por fea e incomoda que sea. Se desvincula lo antes que puede de la imagen de mujer sentada en una silla rodante. En ocasiones como en Togo debía poner dobles las horribles y frágiles butacas de plástico para que no se rompieran bajo su peso. Yo en cambio prefiero acomodar mi culo a la silla rodante que arriesgarme con sillas de baratillo que ofrecen muchísimos bares, restaurantes, etc, lo mismo digo de los asientos públicos en las plazas o parques.
Aunque Vic ya no es la chica de goma que rebotaba cuando se caía y volvía a ponerse de pie en un plis-plas (aquí no ha pasado nada) sigue el consejo de un antiguo proverbio chino: si caes siete veces levántate ocho. Su tenacidad por enfrentar los límites es inigualable. Por eso cuando alguna vez es vencida por el desaliento y llora frente a las dificultades de movimiento me desarma totalmente. Ella es más fuerte que yo y más fuerte que nadie que yo conozca. Su depre le dura poco. Al poco rato la oigo reír y tontear con críos que vienen a saludar. Estoy contento de que sea mi compañera y yo de ser su compañero, de habernos encontrado y estado acompañado durante nuestras respectivas medianas edades, de basar nuestra sentimentalidad en la sinceridad renovada y no en un compromiso legal que nos vincule por obligación.

lunes, 16 de junio de 2008

En el ecuador del viaje

Patio de vecinos de la casa donde habitamos, propiedad de Fantha y Hussein
Restaurantito de Fantha

Casas de los mas pobres en Gao


Gao
7 de junio, a punto de llegar a la mitad del año, al ecuador de nuestro viaje. Hoy es un día donde el pesimismo me arrebata los sentidos.

Otra vez Níger, otra vez Mali. Nuestro ánimo se ha visto afectado negativamente por causas externas, en cierta medida previsibles si tenemos en cuenta la época del año y la zona geográfica. Las consecuencias en nosotros del insoportable calor cuando no dispones de un lugar en condiciones: noches en la furgoneta casi en vela por no correr una gota de brisa, los miles de granitos por el cuerpo de Jesús que le pinchan como agujas debido a la permanente sudoración y a las altas temperaturas, la insaciable sed que lasa los movimientos, la irascibilidad que todo ello nos provoca. También las pésimas infraestructuras que dispone África para personas habituadas a vivir con cierto bienestar; a no ser que quieras pagar lo mismo que en Europa: los restaurantes de africanos nunca disponen de lo que anuncian; en caso afirmativo, la calidad, higiene y precio es absolutamente surrealista, tampoco el interés por agradar al cliente o preocuparse por proporcionar una agradable sombra de árboles o techados de paja entra en sus esquemas. Cada vez más optamos por soluciones de urgencia cuando la deshidratación, el hambre o la rabiosa necesidad de dejar de sudar te corroen el espíritu: ir a un establecimiento regido por un europeo – un Centro Cultural, un camping, una biblioteca francesa o americana – Cuando no tienes ni un hotel o una casa fija donde poder refrescarte, todos estos inconvenientes te hace ver África desde una perspectiva en absoluto idílica, más bien odiosa.

Las estancias en los Monasterios, fresquitos, confortables, disponiendo de ducha y agua fría sin restricciones, comiendo calidad tres veces al día siguiendo un estricto horario, nos hace sentir el contraste, del vivir errantes en la furgoneta, cada vez con mayor intensidad. No sé si es la edad o la cantidad de meses que llevamos soportando estas extremas temperaturas que nos hace ver las cosas tan negras. Estoy segura de que, si dispusiéramos de un habitáculo en condiciones todo sería más agradable para los dos.

Ahora empiezo a comprender el porqué la Iglesia católica y las grandes ONGs, que llevan muchas decenas de años en África, se dotan de instalaciones tan confortables. Sus miembros fundadores son blancos y la riada de cooperantes, también; son personas no habituadas a estos climas y necesitan su pequeño oasis para poder rendir en el duro día a día que les espera. Esto no me impide cuestionar el cómo de sus actuaciones, tema ya señalado en otros capítulos de este blog.

En lo que queda de año y, dado que no podemos recorrer la totalidad del continente, estamos pensando en buscar un lugar, y habitar un mes, en cada uno de los países del oeste que nos queda por visitar. Con ello podríamos conocer e integrarnos mejor a la vida cotidiana del lugar sin preocuparnos de nuestro bienestar físico y psíquico.

Está claro que la furgoneta no está preparada para acogernos durante un año entero con un clima tan severo. Esta experiencia y nuestros huesos cargados de años nos obliga a replantearnos el tipo de vehículo para los sucesivos viajes de estas características que tengamos pensado realizar. El confort es imprescindible a estas alturas de nuestras vidas.

No se trata de tirar la toalla sino de ser prácticos, este viaje es una opción de vida y, como tal, hemos de buscar y encontrar el mejor camino para realizarla y disfrutar, tanto en el intento, como en la puesta en práctica.

Después de este desahogo, parece que me siento más serena y las cosas las empiezo a ver con el optimismo que siempre me ha caracterizado.

Seis días después

La suerte que nos acompaña es proverbial, cuando estamos a punto de la desesperación más insufrible, viene un ángel de la guardia y nos salva. Reposando una deliciosa comida africana con unas cocacolas casi congeladas en un restaurantito recién pintado y limpísimo. Comentamos a la dueña, Fantha, lo que estábamos buscando, ella piensa un rato, lo consulta con su marido y nos ofrece, gratuitamente, una habitación en su casa. No podíamos creer el ofrecimiento, así que regresamos para cenar y ella volvió a insistir. Quedamos en ir a verla al día siguiente. Jesús acompañó al marido, Hussein, y esa misma noche decidimos aceptar la invitación a pesar de que no hay patio suficiente para meter la furgo y el garaje es muy bajito. Desde ese día, cada noche vamos a cenar a su restaurante y, cuando cierran, a las 22h, traemos a su criada en la furgo y ellos vienen en la moto con su hijo de 1 año y 10 meses, Al Califa.

Cada día bendecimos, a nuestra manera, la invitación de este joven matrimonio. Las temperaturas que se están registrando (picos de 52º y de 45º) nos tumban en el sentido literal de la palabra. Sólo tenemos ganas de dormir y de ducharnos. El apetito sólo florece a la hora de cenar, cuando el sol se ha escondido. Por las noches, ella nos da un mejunje que consiste en mezclar jengibre en Fanta de naranja añadiendo unas hojitas de menta, todo en una botellita casi congelada que levanta a un muerto y abre las ganas de comer. Yo creo que ha sido este invento de Fantha lo que me ha resucitado. Jesús también está agotado, pero tiene más ilusión que yo por las cosas en este momento, no pierde el ritmo de escribir en el ordenador cada día, o de preparar té. Yo me siento derrotada físicamente, no tengo fuerzas ni para soplar el clarinete y me paso el día durmiendo y mojándome vestida en la ducha para mantener por más tiempo el frescor. Es después de cinco días de letargo estival que empiezo a tener ganas de hacer algo.

Es en estas situaciones, cuando uno desea abandonarse - no comer y sólo beber por dentro y por fuera- ves lo importante que es compartir tu vida con otra persona. Yo, que siempre suelo ser la fuerte y la optimista, por unos días he perdido el oremus y Jesús ha sido un auténtico ejemplo de fortaleza y optimismo. La convivencia es genial porque está llena de compensaciones que, continuamente, regulan los desajustes que uno de los miembros puede tener; siempre está el otro que te anima y te cuida.

Ahora, yo duermo en una habitación sobre una cama de hierro trenzada con cuerda de colores (típica de esta zona) sin colchón, pero con una tela nuestra para evitar rozaduras. Jesús, en la furgoneta porque no se fía de dejarla sola en la calle, aunque ya ha instalado la hamaca de colgar dentro de la habitación y duerme ahí la primera parte de la noche. De vez en cuando, nos ponemos al día de las noticias en la TV con antena parabólica situada en el salón típicamente árabe, decorado de la siguiente manera: una alfombra de tonos rojizos que cubre todo el suelo, sofases pegados a la pared un forma de hilera con almohadones , un ventilador de aspas en el techo, una mesita de madera y la TV. Es curioso las pocas cosas que tiene en las casas, independientemente de si son pobres o ricos, parece que no tienen tantas necesidades como nosotros, por ejemplo: no vemos la cocin, sólo un hornillo de carbón en un rincón del salón (imagino que es porque ya la tiene en el restaurante), no hay armarios, el cuarto de baño (con ducha, lavabo y retrete) sólo lo usamos nosotros. Me pregunto: ¿dónde se duchan, dónde lavan la ropa que siempre la llevan tan impecable, dónde la guardan? Son misterios que, cuando tenga más confianza con Fathima, le preguntaré.

El problema del polvo es terrible cuando vives en una casa sin cristales en las ventanas, como es la gran mayoría. Esta noche, como es habitual, la especie de tornado que asola la ciudad sin asfaltar hace que la arena cubra todo lo que pilla, incluido la boca y dentro de la nariz. El proceso es el siguiente: un fuerte viento, arena en suspensión que no te deja ver a más de un metro, como si fuera niebla y después lluvia cargada de arena. Este proceso suele durar de 1 a 2 horas, pero esta noche yo creo que han sido 4 horas de golpeo de puertas y fresquito entre corrientes. El espectáculo dantesco es cuando amanece y ves el resultado, todos los objetos cubiertos de arena: bolsas, tetera, cama, botellas, ropa... y, con el agravante de que ni hay luz, ni agua hasta que los vuelvan a conectar. Asi que, para evitar la entrada de tanta arena, o te pones cristales en las ventanas y luego añades aire acondicionado, o te esperas a que asfalten las Calles. Mientras tanto, los pobres, a tragar polvo, mojándote literalmente en la ropa que llevas y beber mucho líquido para no deshidratarte.

Esta experiencia de vivir en una casa con nativos era algo que deseábamos hace tiempo. A pesar de que, realmente, no compartamos toda la jornada con nuestros anfitriones, porque ella se pasa el día en el restaurante y él unas horas, con horarios cambiantes, en el aeropuerto como meteorólogo, para después hacer de canguro de su hijo. Nos sentimos muy a gusto y muy libres como sus huéspedes. La vivienda tiene muchas habitaciones y un gran patio cerrado que da a otros vecinos jóvenes; uno de ellos es profesor de inglés en el liceo cercano y es encantador, de vez en cuando, compartimos agua fría en bolsitas heladas que nos trae un chavalín o nuestro té turco, otro, muy joven y con cabellos largos, es estudiante de Biológicas. Por las mañanas es el único momento que nos vemos con los vecinos porque hace fresco y tomamos el té en el patio. En la casa de al lado vive un francés casado con una rica malienense, tienen dos hijos pequeños y regentan – él los dos mejores y más caros albergues de la ciudad, ella dos pubs -. Parece ser que el suegro de él es un importante político, además de rico (si era rico antes o después de ser político, no lo sé). Otra curiosidad es que en una misma calle, toda llena de arena, pueden convivir sin problemas, vecinos paupérrimos con rebaños de bueyes que salen a dar una vuelta y mansiones muy ostentosas como la del francés. Cada día vienen vendedores a ofrecerte cosas ( rápidamente corre la voz por el barrio de que hay blancos nuevos y...) niños con mangos, con menta, tuaregs artesanos... En fin, siempre picamos porque son encantadores.

Nuestra integración en la vida africana está llegando a situaciones insospechadas y prohibitivas según los consejos sanitarios dados antes de salir de España: Bebemos en vasos en restaurantes de cierta categoría, bebemos agua del grifo y sin filtrar, utilizamos los cubiertos que nos incluyen en cualquier Maquis de la calle... Y, por ahora, nuestra salud no se ha visto afectada por ninguna diarrea más larga de un día.

África es como un hijo “difícil”, te puede desesperar, pero no la puedes dejar de querer.

El futuro tecnologico ya es presente en Africa


Barrio pobre de Gao compartiendo antenas

Gao, Malí, 10 de junio de 2008

La globalización tecnológica también empieza a tener peso en África. Malí, uno de los países más míseros de África, donde la mendicidad, la pérdida de poder adquisitivo y la falta de trabajo son las constantes permanentes, en los centros culturales del estado, la dotación informática de sus aulas es de última generación. Pupitres individuales con un ordenador de mesa y pantalla cada uno, aire acondicionado y ventiladores de aspas en el techo en un recinto inmaculado, muy protegido de los ladrones y del polvo y con personal cuidadoso y entendido en la materia.

Las bibliotecas son un primor en cuanto a limpieza, conservación y condiciones: hay espacios para los niños que participan en juegos de mesa o leen relajadamente lo que les interesa sin molestar a los adultos y jóvenes que parecen devorar las páginas. Incluso el bibliotecario llama la atención a todo aquel chaval que tire algo fuera de la papelera.

El hacer uso de estas infraestructuras te da la impresión de estar en un paraíso con personas (de ambos sexos) sin problemas de subsistencia y sin preocupaciones propias de la miseria. Parece como si todos estuviéramos aquí refugiándonos, no sólo del agobiante calor exterior, sino de las imágenes de suciedad, abandono y desidia de los edificios y de tanta gente de la calle. Todos aquí (en la biblioteca) parecemos personas contentas que tienen la posibilidad de disfrutar delante de una lectura o de un juego de mesa. A mi lado tengo a un tuareg muy interesado en sus lecturas que hace ostentación de su vestimenta, a chicos y chicas jóvenes concentradísimos en sus libros, y en la habitación continua, chavalines hablando tranquilamente o jugando a las damas africanas.

Pero la felicidad no se suele disfrutar por mucho tiempo. Casi todos estos locales sufren del síndrome de corte de luz, del edificio o de toda la ciudad; puede durar todo un día o puede ser intermitente, cinco minutos cada dos horas. Imaginemos que en el Centro Cultural- que es el caso de esta mañana cuando estábamos allí leyendo porque no había conexión a Internet - han organizado un curso para enseñar algún programa informático, les vienen los alumnos y no hay luz en toda la mañana. El profesor se dedica a darles una charla teórica paseando su desesperación por el aula, y los pupilos adultos y muy bien vestidos, escuchando echando ojeadas de ansiedad al ordenador cubierto de plásticos que tienen sobre su pupitre. Como ex-enseñante, puedo entender perfectamente la sensación de impotencia que estos profesionales y estos alumnos pueden tener al no poder realizar lo que tenían previsto; estos últimos, imagino, habrán pedido permiso en sus trabajos o les habrán enviado para formarles y así progresar en sus negocios.

Y es que África, la que desea sinceramente progresar, tiene todavía que sufrir más desengaños de los que la historia les ha impuesto. Desengaños debido al desfase entre la infraestructura y la tecnología; entre la educación y la asimilación del presente tecnológico - procedente de los países industrializados - que les invade; entre la falta de conciencia y la corrupción de sus gobernantes... Y así, una lista larguísima de inconvenientes que muchos héroes anónimos africanos intentan superar.

A pesar de los pesares que tiene que sufrir el que vive aquí, pienso que África empieza a despertarse y a destetarse de tanto Papá Noel que viene de los continentes tecnológicos y también a ser capaz de reconstruirse así misma.

Africanos, no os durmáis, vuestro futuro ya es presente.

El bebe en la espalda

Ultima fase
Quinta fase

Cuarta fase


Tercera fase



Segunda fase




Primera fase





Gao, Junio de 2008

En este mes de mayo han nacido dos sobrinos nietos de mis sobrinas Marta, María y Beatriz, y a punto está otro de mi sobrino Borja y el Ijo de Jesus que lo tendra en diciembre.

La maternidad es un hecho que me emociona y más en estos momentos familiares. Por eso, no hago más que fijarme en toda mamá con bebé que me encuentro y a preguntar a los técnicos sanitarios los efectos sobre la salud del niño que puede tener la espalda vertical a una edad tan temprana.

Las madres, al mes de nacer sus hijos, los llevan en la espalda, así, su vida cotidiana y sus labores domésticas no quedan afectadas porque sus manos siempre están libres para trabajar. Si lloran, el movimiento continuo de la madre les mece y se tranquilizan. Si tienen necesidad de pecho, aflojan un poco la sábana-soporte, lo mueven ligeramente hacia la cadera y, el mismo bebé busca el pezón y ellas puede mantener sus manos libres.

Los médicos pediatras dicen que estos niños están muy estimulados porque reciben muchos impulsos visuales y sonoros, ya que su cabeza siempre está libre y puede mirar todo lo que la madre le presenta con sus movimientos. Las piernas separadas alrededor de la madre, al contrario de lo que se podría pensar, no deforman estos miembros sino que parece que aumenta su elasticidad. El hecho de estar tan pegado a la madre le hace sentirse protegido y, al mismo tiempo, su frágil espalda no se resiente porque siempre reposa sobre la madre. Normalmente se lo empiezan a poner en la espalda al mes de nacer y hasta que los pasos del bebé sean seguros, pero hay madres que los transportan incluso con un año (depende del peso del niño y de las fuerzas de la madre). Dicen que, con este sistema, los niños pasan directamente, del regazo a caminar sin gatear. Respecto a la espalda de la madre, los expertos dicen que no sufre demasiado porque son mujeres acostumbradas a llevar muchos kilos sobre la cabeza haciendo equilibrio y, por lo tanto, van muy derechas y con la musculatura de la cintura y del cuello muy desarrollados. Al contrario que en los países llamados civilizados, donde la actividad predominante se efectúa sentado y con la cabeza inclinada, sin desarrollar mucho ni los músculos del cuello, ni los de la cintura; ello provoca figuras con tendencia al encorvamiento y dolores de espaldas, sobre todo en la vejez.

Pienso que sería una buena idea comenzar a practicar esta sana experiencia; llevando los bebés sobre el regazo en la mochila o en el cochecito los niños están demasiado aislados del mundo y no se les estimula lo necesario, mientras que en la espalda ellos tienen la libertad de mirar a ambos lados girando su cabecita - a la vez que desarrollan tempranamente su musculatura de cuello -, o dormir cuando les plazca. También, de esta manera, podemos evitar el gasto de todo tipo de artilugios del mercado para estas necesidades, artilugios que sólo se usan durante un periodo cortísimo y fomenta que el niño sea el centro del universo, sea muy dependiente y un poco tirano en el futuro. Por cierto, he visto este sistema también con gemelos, la madre los lleva repartidos , bien uno delante y otro detrás, bien en las dos caderas cuando tiene que mamar.

Animo a todos/as los futuros y presentes padres a practicar estos usos que no perjudican y ayudan al niño y a los progenitores que no tienen que dejar todas sus actividades cuando el niño lo exija.

Hagamos de la maternidad un hecho natural y no algo extraordinario, los niños, los futuros adultos y los padres, lo agradecerán.

En esta serie de fotos numeradas os presento los pasos necesarios para cargarse el niño a las espaldas. Este niño es un poco mayor, tiene 1 año y 10 meses, corre y sube y baja escalones que le llegan hasta la rodilla. Agradezco a mi modelo de veinte anos, la propietaria – Fantha, y su hijo Califa - del restaurantito limpísimo que hemos frecuentado en Gao (Mali) y la anfitriona, junto a su marido Hussein, de la casa donde nos alojamos, haberse prestado a escenificar el proceso - con su hijo - para que yo lo ilustrara gráficamente.

Repitiendonos




Gao 8 junio 2008
Repetimos la carretera de vuelta sorteando los agujeros como podemos: Zinder-Takietá-Tessaoua-Maradi-Goudan Roumji- Birnin Kounni-Dogondoutchi-Dosso-Birnin N’Gaure-Niamey. Unos 950 kms al oeste que tienen sabor de retorno. Si fue una pesadilla hacer esta carretera a la ida, en la que no sabíamos lo que nos esperaba, lo ha sido doblemente a la vuelta que sí sabíamos en el mal estado en el que está. Tal vez para dentro de dos años esté ya completamente terminada. Por el camino algunos camiones atravesados y tumbados. Mientras los sigan cargando en exceso seguirán teniendo accidentes tontos. En Kounni nos detenemos a pasar la noche en el mismo establecimiento católico. Cena con Pascal, pere Victor de Tanzania y otros colegas. Conocemos al que le robaron el 4x4 y se lo localizaron. Antes nos paramos en G.Roumji bajo la sombra de un árbol en la explanada de un colegio. Es domingo y solo hay cuatro críos del vecindario. De un árbol cuelga una bombona de butano grande. A un chico y una chica les damos los botes de conserva de cristal que hemos vaciado durante la comida. Él se pasa un rato largo limpiándolo en la fuente junto a la que estamos. Dar los frascos de cristal es el modo que hemos encontrado para reciclar el vidrio a falta de contenedores específicos para eso. En Doutchi repostamos nuevamente en Oilybia e hinchamos las ruedas delanteras en el vulcanissateur de enfrente. El tipo flipa con mi nombre y me dice que debería llamarme Emmanuel. Como siempre el manómetro es independiente del hinchador y hay que ir haciendo lecturas sobre la marcha. La rueda izquierda había bajado a 1,5 y la otra 3,5. Las remonto a 4 k.de presión. En N’Gaure tomamos la carretera de 25 kms hasta Kiota donde hay una fantástica mezquita y sombras considerables. África bajo la sombra forestal es el paraíso. Allí compramos un par de tasaba (en zarmá, zaitun en árabe o chapelé en francés) que son esos rosarios de cuentas y que pueden ser reciclados como collares. Imposible tomar cerveza en ningún sitio. El Corán lo prohíbe, acudimos a la coca cola que Mahoma también hubiera prohibido pero que todavía no había sido hecho el registro de marca. Hacemos todo el viaje tanto a la ida como a la vuelta con el climatizador puesto. En los muchos puestos de peage intermedios mostramos el ticket pegándolo en el cristal de la ventana para no tener que bajarla. Propongo una nueva definición de clases de realidad en los países bajo el tórrido sol: hay dos realidades completamente distintas, la de los espacios climatizados y la que queda afuera.
Nos devolvemos a Niamey tras cruzar el atolladero de siempre del mercado nuevo. Genovieve no está en el despacho de Cadev, esta fuera y no regresa hasta final de semana. Está Mathieu, su colega, el cual nos permite usar la sala que ya usamos una semana y media antes. Nos deja todo instalado: el humidificador, el garrafón de boca invertida que refrigera el agua y todo a punto para que podamos trabajar bien. Mathieu es la pareja de Renn, él estuvo contratado antes por los Spaak que ésta como hombre del hogar. Al advertir los valores del chico Genovieve le propuso un trabajo mejor en Cadev y ser sustituido por su esposa en la función doméstica a la cual le enseñó el estilo de la cocina europea y otras pautas caseras a seguir. A la tercera visita a la capital de Níger ya tenemos más sitios donde ir y resulta fácil orientarse. Es como todas las ciudades, tras conocerla un poco te basta un itinerario de media docena o poco más de sitios para tener tus propios refugios, lugares de relación, de descanso y de avituallamiento. Todas las ciudades son agotadoras el primer día en que llegas y soportables si sabes gestionar tus pasos en ellas tras conocerlas un poco. Pasamos la noche en la furgo en la calle frente al local de Caritas Development y por la mañana usamos su ducha y su mesa para desayunar. Gestiones en el consulado de Mali. 5 ociosos esperan hacer nuestra gestión y nuestra contribución a sus pagas: 40mil cefas por los dos visados que los mantendrá en activo un rato sacándolos de sus jueguitos de internet hasta el siguiente solicitante de visado.

El contacto con nuestras imágenes directas en los espejos hace meses que lo hemos perdido. Esto tiene sus ventajas: no tienes el menor sentimiento de envejecimiento, luego cuando te ves te llevas una sorpresa: ¡ah, pero este de ahí soy yo! Nos vemos en la pantalla cuando descargamos la memoria de la cámara digital al ordenador. Vic se está poniendo más guapa con su cabellera desmelenada y su zona creciente de canas visibles no enmascaradas por el tinte. La verdad siempre tiene algo de excitante y de revolucionario.
Vic ha aprendido a hacer pis en el artefacto de ruteros del que nos proveímos, con el vehículo en marcha, reduciendo la velocidad a 70kms hora. Se terminan por hacer cosas impensables. ¿Eso saldría o ha salido en un guión de cine? Pido derechos de autor a joven cineasta que tome la idea a partir de esta confesión.

Volvemos a pasar por Amandine donde batimos el récord de permanencia continuada en el mismo local de todos los tiempos: más de 13 horas. Los precios son caros, muy caros, en relación al país, pero merece la pena pagarlos por su cobertura wifi gratuita. Nos enteramos que Haddad Khalil, que yo creía que era el tipo que me cambio euros en Zinder, es en realidad el dueño de varios locales: aquel, éste, un almacén de comida que esta enfrente y otros.
Insertamos los capítulos pendientes en nuestro blog de viaje, en el que Vic se está relajando, dejando que yo me ocupe del grueso narrativo, y navegamos por la ciberjungla para enterarnos de los despotismos desilustrados de algunos otros países africanos para ser visitados. Por la noche nos instalamos en el recinto de la misión católica. Pasa de medianoche y, en ésta ocasión, ni siquiera pedimos permiso aunque le informamos de nuestras intenciones al guardián que se acerca un par de veces a la furgo. Al día siguiente utilizamos la pequeña biblioteca (un centro de documentación) para continuar con nuestras lecturas y ordenadores a pesar de que el bibliotecario nos dice que eso de conectar el ordenador no está contemplado. En todas partes hay pequeños detalles con los que te quedas con la cara en forma de interrogante, de ocho o con unos ojazos pasmados o todo junto. Pero no se puede esperar respuestas satisfactorias para todas las preguntas ni siquiera dar con personas que se les ocurra darlas.
Después de vivir algo más de un mes en Níger retomamos la carretera por la que llegamos. Para nuestra suerte las desviaciones por caminos de tierra que encontramos 4 meses atrás ya no están salvo una. Todo está asfaltado y estamos de estreno. Pues sí, hay cosas que cambian. Nos detenemos en Tillaberi a pasar la noche. La iglesia católica de la ciudad lleva tiempo cerrada. Es un templo minúsculo. En cambio sí hay un par de templos de Asamblea de Dios. Es curioso contemplar el ofrecimiento de las iglesias protestantes que aunque son más cutres abundan en mayor cantidad de nombres y lugares. Una razón de su expansión podria ser que utilizan los idiomas locales para su proselitismo. Conocemos a Idrissa que nos lleva hasta un Camping Relais fuera de uso por no pagar los impuestos. Es de su primo para el que trabajó como gerente. No se entiende que desde el mismo poder se sabotee la expansión económica de iniciativas de este tipo. El trabaja desde hace tres años y medio para la oficina de impuestos sin cobrar un sueldo ni estar contratado como asalariado. De vez en cuando el jefe le da 5mil o 10mil francos. Lo invitamos a tomar cerveza y compartimos una velada en el jardín público junto a una paillote que nos sirven la consabida flag. Tillaberi tiene un plan de urbanización: hay algunos quilómetros de interior asfaltados con bordillos pintados de color rojo y blanco. Pasamos la noche en ese jardín. No es la primera vez que unos ruteros blancos lo hacen. Por la mañana invitamos a te turco y pastas a Idrissa que viene a vernos y al guarda.
Seguimos para la frontera. En el primer puesto de peage pretenden cobrarnos 1000 cefas hasta la frontera de Mali. Nos saltamos el lugar pero en el siguiente puesto de peage en Ayarou nos hacen pagar el cuádruple de la tarifa real, que en realidad era de 350 o tal vez 200. La conversación con los del peage con intervención de un policía (la policía suele aprovechar las barreras del peage para posicionar sus puestos de control) no tiene desperdicio. No hay nada, ningún tarifario, ningún papel concreto que demuestre que hemos de pagar esas cantidades. Durante un rato larguísimo los dos tipos del puesto, el jefecito, un tipo escuálido, un pingajo y su subordinado, un tipo fuerte, más enérgico, el que detenta la inflexibilidad, se lo pasan buscando las tarifas pedidas entre sus papeles que, por supuesto no encuentran. Puesto que en todo Níger hemos comprobado varias veces la arbitrariedad de los precios del peage según el tipo que esta al mando de la cuerda hay motivos sobrados para desconfiar de lo que dicen. Finalmente pagamos. La otra alternativa era quedarnos ahí hasta que agotaran su turno. Por las noches se van. Nuestro tiempo vale más. ¡De acuerdo!, lección aprendida.
En Ayarou empieza el vía crucis de salida de un país y de entrada en otro. Las mismas capullas preguntas de donde vienes y a donde vas, en puntos de la carretera que las respuestas son obvias, para apuntarlas en libros que nadie cotejará y asi malgastar durante décadas vidas enteras dedicadas a eso. En Mali, para nuestra sorpresa, a iniciativa del aduanero nos pide el carnet internacional de passage. Sin gastar un cefa cruzamos. Al llevárselo al policía (los laissez passer en Mali además del tamponazo de aduana tiene que haber uno de la policía) es la primera vez que ve uno. Sospecho que ese documento reconocido por las aduanas pero no por las policías, nos creará problemas. En efecto a la llegada a Gao unos policías que leen nuestra pizarra no la entienden y creen que es un ataque a África. Aprovechan la circunstancia que Vic no lleva el cinturón puesto para multarnos con 15mil cefas (no es nuestro día). Cuando revisan los papeles no identifican el carnet de passage. A la entrada en Mali la anterior ocasión mostré ese documento y el tipo de douana, el tarado del tampón que nunca terminaba de caer sobre el impreso, no lo aceptó. Los de este puesto son inflexibles quieren que paguemos al acto la sanción. Les pego un meeting, en el que no paro de hablar durante 10 minutos seguidos, sobre nuestra colaboración desinteresada por su país para que nos traten asi, también les explico el verdadero significado del slogan de la pizarra que lo han entendido justo al revés: que África es rica y Europa pobre. El otro día en Kiota a la vuelta a la carretera principal un criajo que se lo había aprendido a la ida al vernos pasar de nuevo cantó a modo de manifestante solitario: ni l’ Europe est toujurs riche, ni l’ Afrique es toujous pauvre. El chaval lo entendió, los policías no. Puesto que hay una predominancia de intérpretes equivocados en el mundo, absolutamente comprobada y manifiesta en África, no podemos arriesgarnos a ser fusilados porque se nos malinterprete. A la primera oportunidad dejamos la pizarra en blanco hasta nuevo eslogan. En el meeting les digo algo así como: ¿a qué viene tanto ataque contra nosotros?, venimos expresamente a colaborar con vuestro pueblo y nos tratáis de esta manera. Al mencionarles que estuvimos y vamos al hospital de Hombori y decirles mi titulación de psicólogo clínico se quedan con la idea de que soy un doctor y dos de ellos, con enfermedades distintas, los dos jefazos del puesto, uno con una ulcera y otro con un eczema en la pierna me piden antibióticos. No aclaro su equivocación acerca de mi verdadera especialidad. A uno le aplico crema antiinflamatoria y al otro le doy 8 bolitas del primer tubo de homeopatía que me da Vic. No les servirán para nada. Durante mucho rato tratan de quedarse con el tubo de pomada y con el frasco entero de bolitas, Les hago una receta para ambos. Son tan burros que también son burros para eso y toman al pie de la letra las indicaciones que les doy. Vuelvo a lamentar no tener arsénico, cianuro, nitroglicerina o algún producto mas adecuado para ellos. Es un decir, soy incapaz de matar a una mosca, bueno, corrijo, moscas y mosquitos sí mato algunos, también una araña espeluznante que he descubierto en el cuarto de baño de un zapatillazo. O ella o nosotros. Es la ley de la supervivencia. La verdad es que antes me mataría alguien –espero que no, quiero morir en mi cama con mi almohada de plumas- que yo me ponga en la tesitura de matar a alguien. Me dije de nunca ir a una guerra o responder con la violencia de los demás, claro que en cuanto sufro la agresividad todo mi ser reacciona para burlarme en la medida que puedo de mi agresor y salir lo mejor parado del asunto. Los quince mil cefas terminan en un regalo de un bolígrafo, las ocho bolitas y una aplicación de pomada. Vic asiste a toda la escena desde la cabina bajo el tórrido sol. La escena debe resultarle cinematográfica.
Hablemos un poco de la estupidez: la estupidez está citada en todos los diccionarios del mundo. Los estúpidos son conocidos y documentados desde hace muchos siglos. No son una minoría insignificante. Estamos rodeados de ellos, no es suficiente con dar la señal de alarma, habría que ir a residir a otro planeta. Pueden alcanzar puestos importantes en la sociedad, jefaturas de estado incluidas. Un estúpido es un tipo que no razona pero que aparentemente va de humano racional. Puede hacer algunas cosas humanas: vestirse, calzarse, andar, comer, mover los brazos, articular algunas frases, pero fuera de esto es un incompetente mental. Una vez detectado solo tienes una salida: tratarlo como tal. Te estás pasando tío, la gente no es tan burra como dices. ¿No? Lo es mucho más de lo que digo. Las discusiones con estúpidos me extenúan y en África han sido varias las que hemos tenido. Hablamos de la desidia africana como uno de sus males que mantiene el continente en el subdesarrollo, también hay que agregar la estupidez. Creo que ambas se complementan perfectamente. Que me perdonen todos los compañeros/as africanos que se esfuerzan con sus estudios, sus trabajos, que los vemos en las bibliotecas, que se interesan por informaciones del mundo, que participan críticamente en conversaciones, que están despiertos, que se preocupan por su presente y por su futuro, que se han documentado sobre su historia. Estoy seguro que son los primeros en sentir vergüenza de la ignorancia dominante de sus pueblos y de lo mucho que cuesta concienciar a las personas para que cambien de registro histórico. El problema de la estupidez es mayor de lo que parece: a quien menos afecta es al estúpido. No sabe que lo es. Un estúpido siempre tiene razón (quiere tenerla, luego entonces hay que dársela) y discute mas allá las cosas de sus posibilidades de datos y de recursos intelectuales. Lo más grave es que afecta a su entorno, a quienes tienen que padecer las consecuencias de sus errores. Todo eso no es nada nuevo, lo único que cambia es la dosis de contacto con ellos. Viajando y cruzando fronteras africanas los encuentras en mayor número que si vives ubicado en una población y tu circuito de paseos es breve y escaso de variables. G.Bernard Shaw dijo que “cuando un hombre estúpido hace algo que le avergüenza, siempre dice que cumple con su deber”. De hecho el sentimiento de vergüenza ya sería un dato a su favor para que su conciencia progresara algún día, sé de varios que no tienen la menor vergüenza de su estupidez. Lo peor que le puede pasar a alguien es estar condenado a vivir en el reino de los necios. No hay infierno que agrave eso. Pero no podemos hacernos ilusiones, cualquier tipo de sociedad, independientemente de su infra o supra desarrollo, está interesada en liquidar la creatividad individual: cualquiera que despunte en algo contra el sistema será crucificado. Es la ley del grupo contra el individuo. Ralph W. Emerson lo explicó con mayor precisión:”la sociedad es en todos los sitios una conspiración contra la personalidad de cada uno de sus miembros”.

Llegamos a Gao y pedimos alojarnos en la misión católica. La llevan los padres blancos. Es posible que interrumpa a Pint, pere responsable, en una siesta y muestra sutilmente su enfado: ante nuestro planteamiento de utilizar su recinto nos dice que no tienen el derecho. No es la primera vez que escuchamos esta expresion: no tener el derecho. Nos la dijo en otra ocasión una soeur del establecimiento de accueil junto a la Catedral de Ouaga. No tener el derecho, nos explica luego, significa que han sido advertidos por la policía de no acoger viajeros blancos. Al parecer, el gremio de hostelería los denunció por eso. Es evidentemente que no somos los primeros ruteros en África que acudimos a establecimientos católicos como recurso logístico. Le increpo duramente. En algún momento cambia de actitud, no sé si porque ve los bastones de Vic o porque, envalentonado con el meeting anterior, he ganado nivel en la oratoria de la persuasión, el caso es que no solo nos deja quedar sino que nos ofrece una habitación-paillote con ventilador. Estamos agotados, Vic se queda clavada en la cama. A mí, las discusiones con el personal humano me quitan cada vez más de mi humanismo, antes incondicional, y me dejan bastante cascado psicológica y físicamente. Por la noche guisamos por nuestra cuenta espaguetis con lentejas. Espahettis chinos cuya cocción es casi instantánea o necesita solo unos 5 minutos de ebullición. La espagheteria italiana en gama de productos no supera a la china. Nadie nos invita al refectoire con el personal de la casa. A la mañana siguiente visita de Pint. Tomamos un te en nuestra habitación. Me disculpo por mi asalto verbal del día anterior y nos sitúa un poco ante los peligros de la zona. No es la primera persona que nos dice que andemos con cuidado por la apetitosidad de nuestro vehículo. Escribo un artículo (Ante la rebelión concreta) con intención de insertarlo en la web de los rebeldes tuareg a la que dimos una ojeada. En un momento dado ¿Quién sabe? nos puede servir como salvoconducto por si tenemos algún encuentro con algunos de ellos codiciando lo nuestro. Evidentemente flipo.
Gao es un punto de enclave para el retorno para cruzar el Sahara. Es la ciudad de paso obligado para los ruteros que hacían, cuando se podía hacer, la experiencia de la arena durante bastantes semanas. La ruta hacia el sur desde Alger pasaba por Gardama-(la ciudad argelina más al sur que yo había visitado en un anterior viaje)El Golea-In Sallan- Tamanghasset-Arlit-Niamey-Gao y de aquí remontar el desierto por Bordj Moktnar-Reganne-Beni Abbés- Béchar-Orán. Ese itinerario lo habíamos mirado varias veces con mi amigo Joan Tomás 20 años atrás para hacerlo con su 4x4. Nos seducía pasar varias semanas durmiendo entre dunas y mirando las estrellas. Pura poesía. Ahora ya no lo veo así: la poesía, la mía, puede prescindir de ésta arena por el momento. Hay otras muchas coordenadas de soledad donde experimentarla. Además, hay que pensar en la inconveniencia de hacerlo por posibles peligros de ataques. Tomás nunca realizará ese viaje porque otro coche se estrelló contra el suyo en una curva mal tomada en una carretera montañosa de Catalunya y yo no sé si lo haré nunca. El mundo es más intransitable ahora. Preveo que los 10 años próximos, que serán los que tenemos de vida útil para otros viajes, lo será todavía más. Envidio a la gente que pudo hacer este recorrido en el siglo pasado. François estuvo en Gao, por aquel entonces, sufriendo el tórrido sol, esperando más de una semana subirse a un camión que estaba resolviendo su pana, para volver al mediterráneo. Cambió su viaje por un reloj de pulsera. Eran otros tiempos.

Nos reunimos en el refectoire con Pint y su colega, Maurice, los otros dos padres del centro están de viaje. Nos sumamos a mirar la última parte del partido Portugal-Turquia de la Eurocopa. La última vez que me senté ante un televisor para ver football fue durante unos días que pasé en Kent con una familia que comía cada uno con su plato en las manos sentado en el sofá. No he aprendido mucho de ese deporte desde entonces. Veo a unos cuantos tipos persiguiendo un balón y pasándoselo. De vez en cuando, se empujan o zancadillean para que no lo alcance el contrario o usan el propio cuerpo como barricada para dificultárselo. De fondo, una especie de coro de masas desde las gradas sigue el acontecimiento en una especie de eoh sordo. Si esa misma gente prestara tanta atención como al balón en las asambleas o en las conferencias –en el supuesto de que vayan a ellas- otro mundo habría.
Compartimos una cena civilizada pero con poco entusiasmo. Predominan los silencios a la comunicación. Tras ella los dos padres vuelven al televisor a ver la porción de juego para el desempate. Nosotros nos excusamos y nos vamos a nuestra habitación. Un rato después cae una tromba de agua. El centro de la tormenta de al otro lado del rio se desplaza mas cerca de nosotros. Maurice había asegurado que no llovería, también la noche en Tillaberi nuestro amigo de allá nos aseguró que no llovería. En ambos casos pudimos gozar del espectáculo de agua. Yo, además, aproveche para darme una ducha con ella. Me han dicho distintas personas que el agua de lluvia es la mejor cura para mis bourbouilles en la piel a propósito del calor. A la mañana siguiente ciertamente han disminuido, pero todas las mañanas tras el frescor de la noche disminuyen un poco y durante el calor del día aumentan.

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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