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PSICONEWS

miércoles, 27 de febrero de 2008

Como en Casa

Con los simpaticos policias de Mango
Celebrando un funeral en PYA
Propaganda contra la prostitucion en PYA
Canon en mitad de la carretera antes de Sokode
. Pya 24 febrero 2008
No hay ningún lugar del planeta del que puedas decir que estás tan bien como en tu propia casa. La casa es tu reino. Es el lugar de tu señorío donde puedes hacer y deshacer, recluirte y pensar, teniendo siempre la potestad de compartirla o no con tus visitantes o invitados. Hacer de nómada de temporada te deja sin el segurizante de ella. Te arroja a las variables espontáneas de cada día teniendo que buscarte la vida para encontrar espacios de sosiego, tus recursos sobre la marcha, tus rincones de retiro y tus tiempos para ti. No puedes viajar con un plan trazado sobre recursos a los que ir o mejor dicho este no es nuestro criterio. Nos dejamos llevar por lo que nos vamos encontrando y en el sentido literal, nos dejamos atravesar por imágenes y sugerencias que están en cada lugar. De pronto hay lugares que nos atrapan por su encanto o su tranquilidad o su gente y que nos hacen sentir como si estuviéramos en casa aunque sea la primera vez que los visitamos. En Mango fuimos hasta el cuartel de la gendarmería para preguntar pernoctar junto a su fachada. El chico uniformado tuvo que consultarlo y salió con una respuesta afirmativa. Por la mañana, nada más llegar a la ciudad, preguntamos que nos indicaran la ubicación de la biblioteca y uno de ellos con su motito nos acompañó. Nos parecieron serviciales y muy correctos. Pasamos una noche muy tranquila. A la mañana siguiente nos prestaron su ducha. Luego tratamos de pasar a su ordenador las fotos que nos hicimos sin éxito por carecer de soft adaptativo pero la escena resultó chocante: por un rato estuvimos sentados en una de sus mesas con nuestros ordenadores desplegados y ellos sin perderse ningún icono en nuestras pantallas.
Antes de dejar la ciudad volvimos a pasar por el Centre Communautaire donde había quedado con Houngla Gilbert Koffi (koffi significa viernes) que le enseñaría el movimiento o de las fichas de ajedrez. Vic y yo jugamos de vez en cuando. Eso ha generado alguna expectación en algunas ocasiones. Si me quedara unos días en Mango podría organizar un curso de ajedrez. En la barra del bar le enseñé a Gilbert el movimiento de las fichas y luego como poderlo practicar por internet.
Tras nuestro desayuno y repetirnos en los saludos con las camareras y lugareños del día anterior volvimos a la carretera. No nos detuvimos hasta Kande donde buscamos una ubicación para descansar un rato, beber y seguir con nuestras rutinas. Pasamos por el Lycee donde aun siendo sábado las aulas están abiertas para los estudiantes que preparan sus materias. Al igual que hemos visto en distintos lugares de Burkina los estudiantes trabajan muy concentrados con encerados en la pared (también los hay en espacios que no son aulas). Despues de la visita nos instalamos en un bar. Cuando se terminó el potencial de la batería de mi ordenador continúe con lo que estaba haciendo de pie en la barra ya que de otro modo la conexión al enchufe no alcanzaba hasta la mesa. Mientras tanto la dotación de un 4x4 de italianos paró en el mismo sitio. Me pareció que iban vestidos de safarianos pero sin el gorro de cazadores ovalado que salía en los cómics. Uno de ellos, con más quilómetros que los nuestros hechos por África describió un panorama desalentador de problemas en varios países. En su lista incluyó además de los que ya tenemos advertidos como lista de prevenciones: Congos, Liberia, Sierra Leona, también a Guinea, Benin e incluso Ghana donde las exigencias burocráticas son, parece que, exageradas (extintor y doble triángulo rojo. Los tenemos. Permiso internacional de conducir y Carta gris internacional. Lo primero lo tenia la penúltima noche en España en Puerto de Sta. María pero desde entonces lo he perdido de vista. Hasta ahora venimos mostrando el permiso de conducir nacional allí donde nos los piden sin ningún problema. En cuanto a la carta gris veremos qué hacemos).Nuestra percepción de Ghana era otra hasta este informante que hacia un curioso chasquido con la boca para poner el énfasis de tensión que le producía cada país que mencionaba. Anna Cirera que se pasó bastante tiempo en Ghana no me comentó nada sobre eso. Inevitablemente las incógnitas de los meses futuros son muchas y nuestro itinerario será el resultante de un algoritmo entre nuestra voluntad y la fuerza de los obstáculos en contra de ella. Nos previno sobre Sudán y dejó en un fifity-fifty Angola y Nigeria. Puso en un renglón alto los países del sur que ahora nos parecen una fruta muy lejana: Tanzania, Namibia, Zaire,…
De nuevo en la carretera nos encontramos curvas y montaña, algo que apenas hemos encontrado en todo el recorrido anterior. En Pya un suntuoso local, otro centre communautaire, hizo que nos paráramos. Un local de hormigón con un patio central fresco bajo una carpa. Nos hicimos comensales de mediodía y por la noche. Un espaghetti estupendo y unas frittes y omelette ídem.
No me arriesgo a pedir carne. Precios tirados en comparación a los que pagaríamos por lo mismo en el ruedo ibérico. África sigue siendo cara en las cuestiones burocráticas y de alojamiento y barata en las alimenticias. En la mesa un grupo de gente vestida igual, que confundimos con una troupe o coral, nos dijo que estaba celebrando un funeral. Se reían y bebían alcohol. Admirados por su festividad un rato despues el hijo del difunto nos invitó a que lo acompañáramos. Vimos Pya por dentro una ciudad interesante con un gran parque. En el centro de la celebración, una buena cantidad de gente bailaba un ritmo muy parecido al que se baila en la rúa de los carnavales de Bahía. Solo les faltaba el pito. Los pasitos eran los mismos. Muchos hombres semidesnudos tenían las caras y tórax pintadas con cenizas blancas simulando nos pareció espectros. El hijo del difunto no supo explicarnos porque. Insistió como unas cuatro veces que hiciéramos nuestras fotos y nos fuéramos. El parecía tener prisa e insistió en que no nos quedáramos solos que podía ser peligroso para nosotros. Utilizó la palabra miedo varias veces. Una de ellas cuando de camino para la fiesta se paró ante un soldado aburrido en medio de la ciudad que quiso inspeccionar el vehículo pero que al final no lo hizo y lo dejamos con la palabra cadeau en la boca. Luego nos enteramos que el difunto, cuyos retratos enmarcados se movían sobre unas cuantas manos, llevaba unos cuantos meses criando malvas. El chico nos acompaño haciéndonos de guías hasta el asfalto ya a las afueras de la ciudad para que nos fuéramos. Buen rollo pero bastante nervioso y algo tonto. Le aclaramos que no pensábamos irnos y volvimos al centro comunitario donde volvimos a tomar posiciones, usar gratis la luz eléctrica y la toilette. Por la noche ubicamos la furgo a uno de sus lados en el exterior para pasarla tranquilamente. Al día siguiente descubrimos en el mismo lugar una especie de bar externo sin uso con unas cuantas pérgolas de hormigón y unas mesas que nos sirvieron para pasar el día a la sombra. Clarinete y ordenadores. Como en casa. La brisa nos hizo olvidar donde estábamos. Podriamos estar en ese momento en cualquier otro lugar del mundo haciendo lo mismo. Soy el primero que olvido que estoy en África. Me lo recuerda cuando las miradas y deferencias de los nativos muestran una cierta reverencialidad al blanco, por lo demás todo sigue igual. Algunas mañanas al despertar eh de preguntarme en qué país estoy para centrar de nuevo mis coordenadas.
Con el grupo vestido igual la conversación sobre la celebración de la muerte tuvo sus cuñas personales acerca de si éramos pareja. Dentro de las primeras preguntas que hacen las mujeres africanas es si somos pareja, otra es si tenemos niños. La segunda pregunta implica que no tienen una idea clara de nuestra edad. Nuestro hijo supera generalmente la edad de quien nos la hace. En cuanto a la pregunta anterior respondemos que sí y eso parece frustrar otra tanda de preguntas. Le propongo a Vic decir que somos compañeros en lugar de pareja para ver si eso da lugar a conversaciones intimistas. Se niega alegando que puede ocasionar equívocos. Estamos en África, sí, pero mientras no conozcamos algunos africanos y africanas en sus universos sentimentales no sabremos de verdad donde estamos.
Un par de hombres de Lomé, Yosef y Mussa, padre e hijo nos invitan a que los llamemos cuando lleguemos a la capital. Ante cada invitación siempre nos toca desbaratarnos de cualquier asomo de prejuicio por nuestra parte y distinguir el matiz de cada registro. Vic piensa que quieren hacernos de guía yo creo que no. Intercambio de teléfonos y modos de contacto. Para hablar de algo hablamos un ratito sobre placas de matricula. La vieja togolesa es letras y números azules sobre blanco, la nueva es letras y números rojos sobre fondo amarillo y la bandera del país. Un popurrí original y distinguible.
Tras una semana de tabletas de Malarone le damos un descanso a nuestros organismos. No hemos tenido ningún efecto adverso pero preferimos no arriesgarnos abusando de ellos. Todavía estamos fuera de época húmeda. Para entonces supongo que no pararemos de mosquearnos gritando mosquis, el grito preventivo de Hommer Simpson.

En TOGO

Paisaje togoles



Mango, Togo viernes 22 Febrero 2008
Los pasos del viajero son predecibles por muchas, (vale, dejémoslo en algunas), aventuras que le aguarden. En el hola-adiós continuos por estar permanentemente, a veces diariamente, llegando a nuevos sitios le toca pasar por el exploratorio de lo básico: un restaurant, una sombra, un punto de internet, un lugar donde pernoctar, responder al ritual de las preguntas típicas, y –desde que estamos en zona bajo el dominio de los anópheles- echar una mirada a fondo si tenemos algún zancudo intruso dentro de la mosquitera.
Tras nuestra sobremesa de ordenadores nos fuimos al punto de la Poste en Koudougou que prometía haute debit.Teníamos que alimentar la tolva de los dígitos con más materia prima. La promesa de la pancarta de la fachada se correspondía con la velocidad de los ordenadores conectados a la única telaraña de la que nos sentimos huéspedes gratos, o arañas saltimbanquis, la triple dobleuve.
Cuando estás lejos de casa tiendes a creer que la gente querida se va a acordar más de ti o te va a tener más presente. Te abalanzas al primer cyber operativo que encuentras esperando todas las respuestas a la anterior tanda de emails. Deliras. Tras un rato de escrutinio con la barra de desplazamiento arriba-abajo pronto adviertes las ausencias y leídos los emails recibidos no siempre están a la altura esperada. Mientras tu estas en otra historia, en otros parajes, tratando de sacar fotografías a buitres o cocodrilos (los de verdad, no lo digo en sentido figurado), algunos emails te persiguen con antiguas historias de temas que se han quedado ya muy atrás. Otros, te desean suerte en tu viaje pero sin profundizar en tus meditaciones. Exceso de teca probablemente. He nacido demasiado pronto o demasiado tarde, ésta época desde luego nunca ha sido la mía. Para no contaminar las relaciones prefieres dejar de hablar de malentendidos y centrarte en las novedades de la vida. No hay manera más miserable de perder el tiempo que la de dejar de vivir el presente para seguir repasando cuentas con el pasado con quienes hacen de piedras pómez sus talismanes preferidos . Hay gente que no te perdona que te vayas por tantos meses seguidos o interpreta con eso una especie de abandono. Otra que ha descubierto que no eres quien pensaba que eras. En fin. Carpetazos y dedicación al momento.
El rato de cyber fue interrumpido por una francesa histriónica que se encontró con una nativa y gritaron a todo pulmón como si fueran las únicas residentes del espacio. Ella y su compañera habían coincidido con nosotros en el restaurant de la misma calle. Me abstuve de comentar, mais.. sommes nous au discotheque?. Unos minutos despues cuando la gala coincidió al lado de Vic en el puestito del ordenador y nos oyó hablar en español, nos dijo como muy sorprendida ¿qué hasseeen unos espagñoles en África? A lo cual le respondimos. C’ est vrai! N’ hi ha pas de français par lá, respondimos sardónicos. La mayor parte de extranjeros que venimos encontrando son franceses. Punto en boca, la conversación no prosperó hacia una tercera frase.
Tras mi hora de cyber y aguardando a que terminaran las dos horas de Vic (más relaciones ersonales= más tiempo de conexión digital) un chico que nos había abordado a la entrada seguía esperándonos a la salida por el solo deseo de platicar. Quería hablar y hablamos. Los francófonos utilizan la palabra discutir cuando proponen su deseo de comunicarse. A diferencia de lso chiapanecos que utilizan la de platicar, la de discutir tiene connotaciones sutiles que escapan al lenguaje hispano para el que discusión es igual a bronca o a crítica sin entrar en diferenciaciones. Mientras Vic iba terminando, el chico y yo hablamos de electrónica, de animismo y de la historia de su familia, hijo de un rey tribal que se trasladó a Burkina procedente de Nigeria. Me habló de una piedra mágica y del sacrificio del cordero para el cumplimiento de deseos concretos y ofreció organizar un ritual animista expreso si lo deseábamos. Lo desestimé. Me hizo recordar cuando estuve en Bahía que organizaban encuentros de macumba a la carta para satisfacción de turistas ávidos de emociones fuertes. A su solicitud le di nuestra dirección. Bueno, en realidad doy el referente de nuestro blog o bitácora de viaje donde se puede contactar con nosotros para reducir la cantidad de rato en escribir datos y para cumplir con una demanda que en el fondo no sirve de tanto. El blog lo escribimos en español y ni todo el mundo sabe acceder a él buscándolo desde el Google, ni todo el mundo sabe traducir el texto a su idioma una vez lo localiza. No siempre es así, en Niamey uno de los hombres de la tertulia de la noche anterior vino a la mañana siguiente con alguno de nuestros artículos traducido al inglés. Hemos tomado por costumbre dar la dirección del blog en lugar del email.O más exactamente la palabra clave de Jesvicmamor para localizarlo. Esta ha sido finalmente la sustituta de jesvic habida cuenta de su profusión en la red. El uno, el blog, permite dar a conocer más de nosotros, como somos, lo que pensamos, qué hacemos, por donde va nuestro trayecto; lo otro, la dirección electrónica, simplemente es un procedimiento de contacto, de interés un tanto material. Además el blog permite el contacto puesto que figura un enlace o un email para enviar mensajes personales.
Tras el contacto con el gran mundo, las personas que queremos y que nos quieren de nuestra España querida,(suena mal pero es rigurosamente exacto) nos instalamos bajo una farola en un lugar céntrico, sacamos nuestra mesita y preparamos la cena. Mientras Vic preparaba una ensalada, experta en combinaciones de tomate y aguacate, yo le pedí a uno de los chicos en bici si me prestaba la suya. N’ hi ha pas de probleme. Esa es la formula retórica estable que de entrada significa un sí pero que deja en el equívoco si es un si condicionado a un pago o no. Hacía meses que no iba en veló. La última vez que me llevé el microveló chino a Georgia solo lo usé un par o tres de veces en dos meses y medio. Afortunadamente en esta ocasión lo he desestimado. Muy bien, me monté en un veló escacharrado por un quilómetro con el cinturón de farolitos en mi cabeza. Cuando estoy emocionalmente tocado por algo me descubro haciendo cosas como ésta. Al cabo de un rato lo devolví. Por supuesto el dueño me pidió los farolitos. Entendió mi explicación sobre que los necesitábamos más que él para nuestros paseos nocturnos en silla de ruedas. Después de la cena a pie de calle nos ocupamos de buscar un lugar para dormir. El recinto de la paroise católica es un lugar muy desamparado y poco concurrido, nos pasamos a los contrarios y hablamos con el pasteur de una iglesia evangelista. Ninguna objeción. Pas de probleme.
La iglesia de la asamblea de dios (yo propondría una sustitución de substantivos aportando el de corral) todo un espectáculo. Antes de acostarnos estuvimos un buen rato escuchando los ensayos del coro con acompañamientos de guitarras eléctricas y batería. Puesto que no entendemos el significado de las estrofas nos parece una música relajante, la única palabra destacable es la de Jesus. Los burkinabé aprecian mucho tal nombre. Cuando nos presentamos los dos, el mío, Jesús, asociado con el de Victoria, nos convierte en la pareja nominal más solida de todos los tiempos: un combinado de la salvación eterna con el éxito en la vida terrena ante todas las batallas. Pasamos una noche con absoluta seguridad en un espacio limpio con las sonrisas del guarda y de unas cuantas mujeres que parecían habitar un pabellón. Por la mañana entré un momento en el templo movido por la curiosidad de otro griterío particular, éste más al puro estilo evangelista. Una mujer inflamaba las venas de sus oyentes, solo mujeres, media docena o poco más que estaban en actitud de acachadas con las cabezas cubiertas con las manos, alguna tirada literalmente sobre el banco. Todo un cuadro del Medioevo sin firma de autor. Oscurantista, triste y doloroso. La misma posición que la de anoche, de los creyentes del mismo lugar, una centena tal vez, todos hombres, arengados por el pastor. El tipo de meeting es de frases cortas y enérgicas. Tiene todo el estilo de la bronca pública ante la que se someten los súbditos. A cada oración un estertor de fondo de asentimiento. Debe ser algo así, porque sois malos, bauuuuhh, porque no tenéis perdón de dios, bauhhmmm, porque sois unos capullos bahummmm, porque os tenéis que arrepentir bauhhummm, pedir perdón bahummm, arrodillaros bahummm, porque todo lo que hace dios es justo bahuuummm, que Jesús es la única salvación cogni bahummm etc. Mi suposición es seguramente injusta pero la actitud de sumisión absoluta de los creyentes, en lo que sea, me hace temer lo peor para la salud mental comunitaria de la ciudad. Por otra parte Vic y yo comentamos que el hecho congregacional no deja de tener una energía especial, el simulacro de pertenecer a una ilusión. La leyenda de Marc 9, 23 rotulada en la pared me dice que yo también puedo estar de acuerdo en parte con muchos predicados parciales de los que se nutren las religiones. Tout és posible pour celui qui croit. La cuestión es en qué creer. No hay propuesta ideológica que no se alimente de algunas premisas válidas. Lo que toca considerar es el refrito que hace con todo ello y los resultados finales.
Cuando pedimos amparo en los recintos religiosos nadie nos pregunta si somos creyentes o no como condición sine qua non para su respuesta. Esto va a su favor. Nuestra condición de visitantes de templos, (un templo es un templo, una construcción con una particularidad que deja el mundo afuera y proporciona suficiente sosiego, frescor o lugar de reposo a la sombra, nucna olvidaré que los mexicanos los utilizan o utilizaban para ir a hacer siestas inequívocas:tumbados sobre los bancos) puede inducir a confusión. Somos hijos de la naturaleza, por tanto de la materia, no de ningún dios semental en fecundar paridoras o artesano ocupado en arcillas mal terminadas.
Tras Koudougou en lugar de seguir para Toma y Tougan, en el norte, dirección Mali, que nos aconsejó el último François, vamos en dirección a tomar la carretera central de Burkina, pasando por Poa y alcanzándola en Kokologho. Seguimos hasta Ouagadougou, la ciudad de las motocicletas, donde no nos detenemos salvo para alguna compra en la cuneta y proseguimos hasta Koupela donde tomamos la carretera hacia el sur dirección Togo. Después de deliberarlo elegimos ir hacia Togo en lugar de ir antes a Benin. La carretera es más fiable. En Tenkodogo nos detenemos para comer. Tomamos tres platos de espagueti entre los dos y desestimamos el couscous que tambien hemos encargado dándoselo a un niño de la lata. Tras la comida proseguimos hasta Bittou donde decidimos pasar la noche. Ésta vez sí cumplimos el criterio de no aventurarnos a ir a un sitio nuevo de noche. Pasamos un rato en el bar neurálgico de la localidad. Instalamos la furgo ocupando la mitad del recinto donde hay un bar, un lugar de comidas y un cyber. Vic trata de sacar una foto a unos buitres en el tejado pero un militar o poli sentado en una de las mesas cree que sale en el encuadre y le prohíbe hacerla. Yo me acerco al hombre y convierto a Vic en una famosa fotógrafa internacional asegurándole que él no es ningún objetivo artístico de ella. La foto se hace despues. Los buitres no tienen ninguna prisa en deshacer su formación sobre el tejado.
Mientras Vic dedica otra hora de internáutica en otro local del recinto yo leo a Pedrolo, ayudándome del farol frontal y hablo con una de las camareras interesado en su peluca. Me asegura que muchas chicas jóvenes las usan aunque no logra explicarme porqué. Cuando termina su turno de trabajo viene a despedirse.Nos damos la mano.
Ubicamos la furgo entre los camioneros. Cientos de traylers. Hablamos con algunos. Pasamos una noche tranquila. Hago un corto paseo por los alrededores. Algún negro me saluda a su usanza, bon soir le blanc, o bon soir blanc, jo replico a la inversa, bon soir le noir. Pronto añadiré a la alocución un discursito que ya tengo preparado: oui, je suis blanc e vous noir mais ça ne signifie rien, vous et moi nous devons vivre et nous connaitre comme persones. Evidentemente fracasaré. Tanta palabrería agota a cualquiera, mucho más si no detiene su paso para dedicar un rato al concepto con una calculadora de arquitecto o ingeniero en la mano.
Antes de amanecer los motores de los camiones empiezan a rugir y a enfilar el camino para las panzas burkinabé. Antes de que me de cuenta ya han establecido una línea sin apenas dejar paso de salida. Un chico ha de apartar una cinta para darnos paso. Paramos en el espacio del siguiente puesto de la gendarmerie esperando a que Vic termine de pasar por nuestro wc portátil y vestirse. Mientras que la noche termina por decidirse de desaparecer un policía viene a pedirnos los papeles. Le explico porque estamos parados ahí esperando que amanezca. Un rato despues ya es de día. A 38 kms está Togo. Llegamos sorteando una carretera asfaltada pero con agujeros. Las diligencias de salida en Cinkassé son rápidas. El kiosco aduanero con dos agujeros, uno para sortir otro para entrer, necesitan ser documentados gráficamente pero no nos dejan sacar ninguna foto con el cartel. El día en que entramos en Mauritania (la única frontera poblado de chozas hasta ahora) un aduanero advirtió como Vic sacaba una foto y saltó literalmente in situ alarmado como si les hubiera disparado con un bazoka. Tuve que demostrarle que eliminaba la foto de la cámara digital para que se diera por contntento y restablecer su cuota herida de poder. El día que se me ocurrió a mi documentar el la avalancha de la clientela en el garito de la embajada mauritana en Rabat fui interrogado por un agente del lugar del motivo de ese acto blasfemo citándome para la salida de mis diligencias para tenérselas conmigo como se merecía mi transgresión. Las imágenes siguen siendo un problema para demasiados guardianes de las mentiras.
Las diligencias para la entrada en Togo fáciles. 5000cfas para el laissez passer. Controles no exhaustivos de nuestras pertenencias. Entramos con el depósito casi en reserva y lo llenamos en una Total, nuestro establecimiento elegido para todo este viaje (no cobramos comisión por decirlo) 500 Cfas el litro, bastante más barato que en BF.
Un soldado armado nos para pedirnos que lo llevemos. Lo aceptamos en nuestro cubículo sagrado que a partir de ahora habrá quedado contaminado por tener durante una hora o más su fusil ametrallador a nuestro lado. Una de las paces sigue colgada como cortina en el interior, eso sí, con la palabra invertida, no por nada, siempre olvido de darle la vuelta. Seguimos hasta Mango donde nos instalamos en el Centre Comunitaire. Electricidad+flag+cocacola. Somos convidados de piedra a una descomunal bronca de la mujer del establecimiento que se ocupa de las brochettes de pescado con un cliente. En un momento dado están a punto de pegarse. Me junto a los que tratan de atenuar la tensión. Por un par de veces trato de separar a la mujer descomunal de su rol agresivo cogiéndola por la muñeca. La mujer es de armas tomar. No es la primera vez que asistimos al espectáculo de mujeres-dominio dándoles una paliza verbal a hombres prácticamente achantados. Si hay que comparar las mujeres negras que estamos viendo no tienen nada a ver con las mujeres magrebíes.
Con el país cambiado nos sentimos más relajados. La espina de habernos quedado sin recorrer Cote d’ Ivoire no nos la hemos sacado de dentro. No descartamos de volverlo a intentar desde Ghana. He preguntado sobre la cuestión de la validez de la visa d’ entente. El de Ouaga al parecer me mintió. Su validez no se pierde al cruzar Ghana. Veremos.
Cuantos más días pasan más cómodo me siento en el continente. Hay gestos que te hacen querer a la gente. En la carretera de vuelta a Bobo perdimos otro de los bidones del portaequipajes. Gracias a las señas de un ciclista con el que nos cruzamos pudimos recuperarlo. Casi estuve por besarlo. Le hice varios regalos. Ahora los hemos amarrado además de con las cinchas con una pequeña cuerda que esta unida a las barras.
En la carretera en las principales ciudades o en los puestos de peaje importantes cuando te detienes somos literalmente asaltados por un enjambre de muchachos y muchachas llevando de todo. El mercado nos sigue pasando por la ventana de casa. Sus antebrazos y lo que ofrezcan nos invaden dentro de la cabina. En uno de estos puestos compramos 22 bolsas de agua a una de las niñas. Ha hecho su jornal o varios. Son bolsas de medio litro de agua precintadas que se venden a 50cfas. Las he vaciado en nuestra garrafa de 20 litros. A los 50 días de viaje agotamos el agua corriente con la que rellenamos nuestros bidones tomada de Larache. Económicamente es mas rentable comprar estas bolsas que las botellas de litro y medio, que pueden costar entre 500 y 700cfas. El problema de las bolsas es que es un incordio vaciarlas y mucho mas beber directamente de ellas.
Tras cruzar las fronteras toca recordar donde estamos y advertir las diferencias. Hay formas recurrentes que continúan y otros detalles que se hacen esperar o que vamos descubriendo sobre la marcha. De entrada la gente togolaise nos parece encantadora. Nos acogen con simpatía y ahí donde vamos no paramos de recibir la fórmula mágica: bonne arrivée. Convertimos el bar del centro communautaire de Mango como nuestro cuartel despacho. Los lagartos están por alrededor con su gesto típico de parar y otear el espacio con un movimiento característico de la cabeza arriba y abajo. Tal vez si nos hacemos amigo de uno de ellos nos lo podamos llevar para que mantenga a ralla dentro de nuestra caracola a los seres más indeseables del universo: los mosquitos. Últimamente nos podemos permitir dormir con una ventana abierta porque no hay tantos aunque el clima refresca. Desde hace unos días estamos asistiendo a un fenómeno atmosférico de temporada: l’ armatane, una neblina de polvo en suspensión que simula la bruma del vapor pero que son partículas de polvo que vienen desde el norte. El escenario fantasmagórico resultante es curioso. Estamos en plena sabana aunque ningún león nos ha puesto en su programa de visitas.

miércoles, 20 de febrero de 2008


El Mango, "el aire acondicionado" africano
Mezquita de adobe

Cada montoncito es un cubo porteado en la cabeza de una mujer que previamente ha triturado de una gran piedra.










Misa multitudinaria en Banfora





Koudogou, 21 de febrero

Es una ciudad con bastantes indicadores cosmopolitas. Por de pronto está a unos 100Km de la capital cerca de una zona que parece todavía virgen, con vegetación ancestral, lagos de cocodrilos y poco poblada; donde se llega y se sale por una pista de tierra granulada por el efecto de las lluvias que destroza los riñones de todo aquel que no usa el 4X4 de rigor. Cuando traspasas el consabido barril que dice: ¡alto, peaje! piensas que te toman el pelo, el polvo y las pocas infraestructuras no merecen la desproporcionada tasa municipal al entrar en vehículo. Pero al llegar al centre ville, la cosa pinta diferente, mercado de ropa y objetos de segunda mano entre el tradicional de comestibles y objetos de primera necesidad. Después, sofisticado Internet con rampa de acceso y hotel. Probamos el hotel y la decepción nos sobrecoge: en un edificio que parece no tener más de un año con todos los lujos de uno de 2 estrellas europeo, las paredes gritan nueva pintura, el personal está tirado en los sofases de los clientes, bien durmiendo la siesta, bien viendo una minúscula TV con sonido e imagen parpadeante. El capítulo del restaurante es lo más interesante, para servirte dos tortillas con cebolla y tomate natural + un plato con cuatro patatas al vapor y mayonesa de bote, y otro de patatas salteadas con una especie de perejil, tardaron una hora y media. Y yo me pregunto, también hay una organizacion lamada Camareros sin fronteras?, aqui harian mucha falta. Interesante prueba de paciencia al europeo que también en vacaciones tiene prisa. Internet lo probaremos después de escribir en las instalaciones hoteleras aprovechando su red eléctrica tan escasa en estos lares. La música que se escucha en los puestos de la calle y en los locales es otro indicador de modernidad, y las vestimentas occidentalizadas de los jóvenes, también. Bueno, no parecen signos de grave europeización, pero, algo es algo.

Estos días han sido intensos, tanto, que he preferido vivirlos a escribirlos. El observar la convocatoria en las misas de los cristianos que acuden emperifollados y en familia, abarrotando el templo por dentro y por fuera con una seriedad y devoción insospechada hoy en día. Me ha recordado a mi infancia cuando, en Cádiz, íbamos a misa los domingos o festivos: mientras unos se concentraba en el culto dentro, fuera, los papás vigilaban a los niños que correteaban despreocupadamente manchando el vestido recién lavado; y es que no teníamos altavoces al exterior como los que he visto por estas tierras. La agradable estancia en el Centro Cultural francés de Bobo, por cierto mal aprovechado porque, según nos contó el que regía el restaurante, no se celebran demasiados actos y por ello no acude demasiada gente, con el consabido prejuicio a su negocio. La aventura indeseable de la frontera con Côte d’Ivoire donde, unos casi adolescentes con ametralladoras rusas viejas y uniformes poco correctos te desafían insolentes y te piden dinero sin motivo; ha sido el país donde hemos estado menos tiempo, creo que una hora, más o menos; los conflictos de un país todavía gobernado por dos poderes: el gobierno y la guerrilla no dejan espacio a dos blancos despistados en furgoneta que sólo pasaban por ahí. En Boromo conocemos a una japonesita profesora de inglés en su país que piensa estar dos años en aquel pueblecito perdido, ayudando en la sala de lectura deliciosa donde trabajamos con nuestro ordenador y también colaborando en una de las escuelas del lugar, toda una heroína. En Boni nos sorprendió la bonita catedral católica de adobe, donde se combina lo ancestral con lo religioso dándole un aire de lo más progresista; la actitud abierta de su párroco nos permitió dormir en su recinto y usar la ducha del local parroquial. En los alrededores de Bobo descubrimos la primera fábrica seria que nos aparece en el camino, se trata de una importante transformadora de caña de azúcar en azúcar, rodeada de infinitos campos de ese cultivo; según nos contaron, exportan fuera del país. Cerca de Sabou, el “mar de los cocodrilos” nos muestra otras cosas para nosotros más interesantes que hacernos fotos con cocodrilos aburridos que salen porque el guía les echa alimento para que tomemos la instantánea o nos montemos en ellos, porque, según dicen, son inofensivos y sagrados. El lugar es idílico, y como siempre, desaprovechado. Delante del gran lago de los cocodrilos un restaurante que no funciona y unas casetas con tiendas de artesanía preciosa y de muy buena calidad hecha por asociaciones de personas con minusvalía o con algún problema de integración social, o estudiantes artesanos; cerca de ellos, un oasis de confortabilidad y calidad, son las instalaciones de una ONG que se ocupa de crear escuelas y tiene esta especie de hotel-restaurante para obtener ingresos; hablando con el vicepresidente, un francés blanco muy elegante, éste nos explica los proyectos que hacen y lo importante que es crearles el hábito de conservar en buen estado las cosas que se edifican para mejorar la calidad de vida de ellos. Y es que es una de las cosas que más debe de frustrar a todo aquel que se preocupe por ayudar a los africanos aportando instalaciones o confort. Pienso que no saben valorar lo que cuesta conseguir llevarles algo desde otro continente, tampoco conocen muy bien si es primordial mantener limpio y en buen estado las cosas. Me acuerdo cuando a Espana nos llegaban maquinas que nadie sabia manejar y terminaban deteriorandose en un almacen lleno de polv. Ahora comprendo muchas cosas de entonces. La palabra despilfarro no la conocen, pero yo observo que despilfarran agua porque hay grifos o cisternas que gotean insistentemente sin que nadie se ocupe de arreglarlos. Intento meterme en su piel, pero no puedo, tengo demasiados prejuicios de blanco todavía; espero ir limpiándome en este viaje africano, tan filosófico, que tenemos.

Le lit roulante

En Boromo, el centro de lectura, con la japonesita y el bibliotecario
Sistema de riego en la fàbrica de cana de azucar

Boromo 14 febrero 2008
Dependemos directamente de nuestro vehiculo. Es nuestra suite, neustra cama en movimiento, nuestra casa. Un nidito, sí.No es la mejor máquina del mercado, tampoco la peor. No fue hasta despues de comprarla que encontramos algunos defectos. Uno de ellos es que el freno de mano no funciona o mejor dicho para que funcione hay que tensionarlo mucho. Para mayor seguridad siempre que la aparco dejo una marcha puesta. En el parking de home kisito olvidé hacerlo. Victima de mis reflejos automatizados levanté la palanca no demasiado y dejé las marchas en punto muerto. Tras estar perfectamente quieta durante todo un día y toda una noche, a la siguiente despues de ver un par de películas de Dvd seguidas y estar cómodamente sentados sobre la cama como si estuviéramos en un gallinero de los cines de antes, un gesto de V para incorporarse a hacer pis lo puso en movimiento hacia atrás en lo que nos había parecido un suelo plano pero que en realidad, obvio, no lo era. Pasaba de media noche y afortunadamente no había nadie detrás El guarda tampoco dio ninguna señal de alerta. Tuve que levantar la palanca del freno desde la parte posterior del asiento para clavarlo en seco. De otro modo tal vez se hubiera golpeado con la columna o chafado las plantas.
No pasa día sin que alguien nos pregunte por si estamos interesados en venderla. Seguimos con la frase acostumbrada que se trata de nuestro lit roulante y pensamos volver con él a Catalunya y seguir durmiendo el resto del año. Seguimos encontrando franceses que hacen sus 10mil kms. para venir hasta aquí tras comprar vehículos viejos por 2000 o menos euros y venderlos aquí por el doble para luego tomar un vuelo de regreso de tal modo que les sale el viaje gratis y ganan algo. No creo que el sentido del negocio sea algo innato pero está tan extendido que suplanta sobradamente al de la colaboración.
Antes de dejar Ouaga hemos pasado por la embajada de Cote d’ Ivoire. La taquillera de la vitrina donde se solicitan los visados no ha dado ninguna información y ha negado que el embajador estuviera in situ. Vic se las ha ingeniado para hablar con el. Los soldaditos de la portería lo han avisado y él ha bajado. Muy amablemente ha dicho que hay controles en las carreteras del país pero que es totalmente seguro transitar por él.Por mi lado, cuando ella ha vuelto, he ido al local de enfrente del Premier Ministere en una dirección especifica ocupada en adminsitrar fondos para las victimas de la violencia política. El único hombre de despecho que he encontrado em ha atendido muy amablemente y tras orientarse dentro del mapa de su propio país me ha dicho que no hay ningun problema desde Bobo hasta la frontera. Dentro de nuestras preguntas habituales a modo de tic rutero están las de goudron (asfalto: divino tesoro) y la de bandits. La información del embajador se contradice con otras que venimos escuchando los últimos días. La L.Planet nos ha puesto los pelos de punta, lo mismo que las informaciones del Ministerio español de Asuntos exteriores, experto en asustar. Hemos tramitado la vise d’ entente por 25 mil cfas persona es posible para cinco países y es para todo el mundo. La hemos tramitado por dos meses vamos, que es el tiempo concedido, desestimando el visado de tres meses en la embajada de Cota d’ Ivoire. Lo uno se hace en el mismo sitio de pasaportes e inmigración de la policía donde hicimos la prolongación del visado en Burkina y lo otro en la embajada. La cuestión es que este documento sirve para Níger, Burkina, Cote, Togo y Benín, De haberlo sabido la podíamos haber tramitado posiblemente en Níger evitando gastos. Hace de visado de tránsito múltiple por este período. Es una información interesante para viajeros de la zona y una razón mas para amonestar a las embajadas que no están nada interesadas en facilitar informaciones de opciones alternativas de accesibilidad a sus países. Algún día los burofóbicos en un ataque internacional sorpresa devorarán los despachos de control con hormigón y administrativos incluidos en una ataque de crisis a lo King Kong o simplemente se comerán crudas taquilleras como ésta con cara poco amable y aspecto general de desgraciadas. El problema de esta visa es que solo sirve para los países indicados y si se cruza a otro como Ghana que está en medio de ellos se pierde. Si la burofobia es un acto reflexivo de autodefensa, ¿la burofilia no debería estar catalogada en el registro de las peores enfermedades mentales? ¿a qué clase de cerebros perversos se les ocurre hacer un documento de múltiple tránsito de este tipo que queda impugnado al cruzar por un país que esta en medio de los autorizados?
La ultima noche en Ouaga la pasamos en el patio de graba de Carmen Kisito. Soeur Marie no puso ninguna objeción. La noche anterior la pasamos fuera de todo recinto cerca del Estadio. A primera hora de la mañana el extorsionador de turno vino a pedirnos su diezmo y amenazarnos con pincharnos el neumático si no le pagábamos el desayuno. Vino por dos veces con su mala leche a la que respondimos con el tono apropiado. Cuando me hablan de navajas e hipótesis de ataque, charla de la que afortunadamente no estoy forzado a ser oyente habitual, me enfado conmigo mismo por tener la disuerte de seguirme encontrando la chusma que va con esos versos por los caminos del señor.
Con la furgo custodiada dimos otro de nuestros paseos con silla de ruedas en medio del tráfico con un cinturón en mi cabeza de tres luces, dos de ellas intermitentes, una roja y otra abutanada. Nadie discutirá que soy un hombre de muchas luces.
Nos fuimos a cenar al Stade de France donde ya habíamos comido un par de veces y que logran unos spaghettis al dente admirables. El local solo tiene de nombre l pode restaurante. No vimos otros comensales y la cuisine es solo ocupa un sitito de sus amplio espacio. Por la noche tiene música disco y lucecitas ad hoc. La costumbre es pagarla a las camareritas antes de traer la consumición. Hicimos nuestra velada. Compramos huevos duros a uno de los niños que andan con la bandeja de ellos en la cabeza y dimos a otros niños de la lata los pedazos de carne que venían con los espaguetis. Los niños de la lata son una imagen característica de los países que venimos recorriendo. Las latas son de dos kilos más o menos de conservas de tomate vacías. Las llevan al cuello atadas con una cuerda. En otras ocasiones llevan como cubitos de plástico o los más afortunados pequeñas ollas o boles de aluminio, estos últimos los menos. Son niños de la indigencia. Las madres los paren para enviarlos a sufrir a la calle. A pesar de eso sus miradas son limpias y amables cuando con toda razón deberían estar cargadas de odio.

A pesar de las advertencias hemos tomado ruta para Bobo camino de la frontera. Por el camino compramos en distintos puntos, botellas de agua de litro y medio de las típicas de plástico, lo que llaman gateau que en realidad son muy parecidos a lso buñuelos de las churrerías españolas pero no tan buenos y cebollas. Una bandeja de ellas por 500francos. Como solo tengo dos monedas de doscientas pongo el resto con un par de prendas de ropa, un camisón y un top. La chica, una madre joven como siempre se queda muy sorprendida. Ella y sus tres churumbeles nos dicen adiós con la mano con una de esas escenas que te llevas para siempre contigo, En el peaje de la carretera cada vez que llega un vehículo docenas de chicos y chicas que aguardan sentados o quietos se abalanzan para ofrecerlo todo cosas de comida pero en esta ocasión también revistas y atlas que te meten por las ventanillas.
Nos detenemos en Boromo y nos metemos en un recinto para turistas. Comemos a precios turísticos y pedimos pernoctar dentro dela explanada. El director acepta a cambio de que hagamos nuestras consumiciones en su establecimiento. Tras la comida nos vamos al Clac. Es un centro de lectura y animación cultural, una biblioteca. Vamos con nuestros ordenadores y con la silla de ruedas. Vic salta a una silla metálica de las que están tan generalizadas en el país y que al menor rozamiento hace un ruido estridente y yo uso su silla rodante, un placer para la comodidad de las posaderas a pesar de su mala fama como significante. En el local hay una japonesa que esta en el rol de voluntariado que nos indica donde están los enchufes. Los chicos y niños que están sentados en el banco están sumamente atentos a sus lecturas. Curiosamente hay un aparato de televisor encendido al que nadie presta atención y que parece que solo interesa al contramaestre del local. Cuando nos vamos se siente muy halagado pro haber usado el establecimiento y nos pide que le visitemso de nuevo. No lo descartamos. Tal vez pasemos por la misma carretera de regreso. Al hombre le elogiamos su voz de bajo. Cualquier cosa que dice parece que entona un blues.
Durante estos días estamos continuamente repensando la ruta a seguir. De una parte no queremos perdernos parte de los países más al oeste que nos hemos perdido al ir hacia Mali desde Nuackchott de otro lado las noticas de peligrosidad siempre son disuasorias. Hay otra cuestión: la climatología. Empezamos a temer cuando lleguen los meses de verdadero calor y las lluvias. No descartamos quedarnos a vivir el resto del año en una ciudad tranquila de tamaño medio pero por otra parte cuando llevamos unos cuantos días en el mismo lugar volvemos a tener mono de la carretera. Hasta ahora Ouaga ha sido donde ehemos estado mas tiempo: 6 noches seguidas.

Una Hora en Cote d Ivoire

Iglesia catolica con raices africanas











Recuerdos africanos en el parabrisas

Con François, un elegante francés de la ONG de Sabou




En el Centro Cultural francés con la cerveza africana preferida de Jes
. Boni 19 febrero 2008-Koudougou 20feb2008
Antes de dejar el Relais pour Touristes, en Boromo, uno de los empleados viene a pedirme trabajo. Me dice que solo gana 15mil francos al mes y con esto ha de pagarlo todo. Teniendo en cuenta que un par de comidas no tan opulentas de un comensal en el local puede alcanzar esta cifra parece un salario de explotación. Volvemos a la carretera para compartirla con una mayor cantidad de tráfico del que estamos acostumbrados a ver desde las puertas del



Sáhara. Predominan los camiones. Bastantes de



ellos supercargados y con las cargas torcidas.



Desde la distancia, antes de cruzarnos mutuamente, hacemos un inmediato cálculo de su ángulo de inclinación por si nos va a tocar la china y volcar justo a nuestro paso. Las torres torcidas de Italia nos avisan que mientras el centro de gravedad de su verticalidad etcétera entre dentro de su base no hay porque temer nada. Lo que sí encontramos son muchos camiones en pana. En todo lo que llevamos de recorrido lso camiones, también los autobuses, están parados con los motores escrutados o sus tripulaciones hurgando bajo el chasis o cambiando una rueda. Nada más entrar en el desierto nos encontramos con dos que habían embarrancado en la arena a pocos centímetros del asfalto y que estaban con las chapas típicas agujereadas para desatascarlos. Teniendo en cuenta que sus conductores son lugareños nos sorprendió que se dejaran atrapar por el incidente. Lo habitual es encontrarlos parados en el asfalto señalizados raramente con los triangulitos rojos y a menudo con ramas que sujetan con piedras y distancian en montones unos cuantos metros como preaviso a los otros vehículos. Dada nuestra velocidad de crucero a veces nos pasan autobuses echando densas humaredas. Dentro de los atrasos obvios Burkina nos parece hospitalaria y organizada, con proyectos en curso y con la gente, generalmente, tranquila. Cualquier lugar del mundo en que la gente acepta un no razonado y deja de insistirte es un lugar de gente tranquila.
En el país nos hemos encontrado más nombres de restaurantes que listas de platos posibles. A menudo nuestro billete de 5mil Cfas, no digamos uno de 10mil, encuentra problemas cuando es usado para pagar unos platos. Su recorrido antes de conseguir cambio lleva un rato aunque acaba por ser devuelto. En el Bank of África cambio euros en lugar de sacar billetes del cajero automático. A diferencia del Ecobank en Bamako con billetes grandes a partir de 50euros no cobran comisiones. Para los billetes inferiores cobran un 1%. Otro atraco burocrático. Compro casi 100mil Cfas por 150e. Tenemos noticia que en Cote d’ Ivoire no hay cajeros o no son seguros y que el mercado negro es peligroso. Si además hay que pagar a policías a cada paso esto no da ni para pipas
Ocupamos una sombra junto a una ecole de St Vicens Paul. Preguntamos por la posibilidad de utilizar su recinto para pernoctar y ofrecer una clase sobre el tema de minusvalías, en el que nos estamos especializando, a la mañana siguiente a los alumnos. La propuesta se lía de tal manera: pasa de un profesor al director administrativo, luego al ayudante del director pedagógico y finalmente a este. En este eslabón se ha perdido ya la propuesta de nuestra pernoctación, leit motiv de todo el barullo, y nos dicen que preparan el encuentro de pareceres (¿quéee?) para nuestra siguiente visita. De lo otro, de dormir dentro de su recinto ni insistimos ni hablan. Nos refugiamos en el Centre Cultural Français en su patio: la biblioteca está fuera de uso por inventario de sus poquísimos libros. Para eso necesitan todo el mes y parte del siguiente. Ocupamos el jardín. La furgo fuera junto a la verja. Esta vez usamos las copas para nuestras bebidas. Solemos beber a morro de las botellas, cervezas o Coca-Colas, para reducir posibles peligros con restos de agua con que los lavan. A diferencia del Centre Français de Bamako hay poca actividad blanca. Nos llama la atención el tipo de asientos que son hechos con sillines de motos. Una nueva versión de altar para sacrificios humanos. Termino por trasladar mi butaca de aluminio de la furgo. Como somos los únicos clientes nos hacemos amigos del mánager. Clauvix Hien nos confidencia su vida. Consciente de que su mujer lo acepta por que tiene un trabajo y dinero, lo sableado que es por sus 21 hermanos. Llegan un par de chicas despampanantes que lo saludan y nos saludan. De entrada, por sus formas de vestir, no quedamos en la duda si son putas o progres. Clavix nos dice que las conoce y que frecuentan el local para que él les haga de alcahuete presentándoles blancos como posible caza marital. Hablamos de nuestro sentimiento reiterado de blancos discriminados que se nos toma como objetivos materiales y no como personas con las que tratar.
Pasamos la noche sin contratiempos salvo las interrupciones de los mosquitos. Desplegamos la mosquitera que compramos en Altair. Es la primera vez que lo hacemos. Sus dimensiones son superiores a las de nuestra cama pero la adaptamos como podemos. Para nuestra sorpresa viene con una raja y con un cosido lo cual deja en bastante mal lugar el prestigio del establecimiento. La sujetamos con velcro del techo. Los mosquitos quedan afuera pero nos dan la tabarra con su zumbido impertinente desde el otro lado de la red.
Un mes y medio despues de iniciar el viaje y un mes metidos en zona palúdica hemos iniciado la ingesta del malarone. Ni los repelentes, ni la mosquitera, ni el complejo B nos mantienen a salvo de ellos. Una cierta cantidad de picadas hace que nos pongamos las pilas. La sanitaria de Sanidad Exterior nos pondría un cero por no haber sido fieles a la lección a la que nos sometió. Malarone cuesta más de 50euros cada caja con 12 comprimidos tomados a diario.
Antes de dejar Bobo saco con la visa otros 100 mil francos del mismo Bank of Africa. Buscamos nuevos escondites dentro de la furgo para tanto dinero. Cada uno es más ocurrente que el anterior pero ninguno infalible que no pudiera ser descubierto por un rato de observación: en el tubo de la estructura de la butaca, bajo el plástico de la cajita de las tazas y tetera, bajo la alfombrita dentro del microzulo.
Nos detenemos en Banfora. En la praoise hay una gran celebración o al menos una misa de larga duración. Nos instalamos en el recinto y observamos la devoción de los congregados: sus canticos de coro, sus filas para distintos puntos de la comunión, sus motitos perfectamente aparcadas. Cuando ya todo el mundo se ha ido uno de los prêtes, nos saluda. Es Alexandre Bingo. Le contamos nuestro proyecto de viaje en curso y nos da el okay para pasar la noche allí. A la mañana siguiente otra misa multitudinaria en ciernes coincide con nuestra partida.
Las diligencias para salir de BF son bastante rápidas, aunque pasamos por cuatro controles. El ultimo nos dice que en Cote d’ Ivoire ralenticemos el vehiculo. Cruzamos el rio Leraba y cambiamos de país. En el puesto de la frontera nos topamos con lo que ya nos habían avisado. Chusma semiuniformada y malcarada. Mientras pago el laissez passer por 5000Cfas, el tipo de al lado que ha tamponado los pasaportes pretende hacerme pagar otros 3mil por tamaño esfuerzo. Me niego. El mismo tipo declara que son gente civilizada. Otros soldados han apaleado y tirado piedras a los críos que se han acercado a Vic en el coche que les ha comprado alguna cosa, sin que los niños hayan molestado demasiado. Para deshacerme de los policías que me han seguido hasta el coche a uno de le doy un bolígrafo y a otro unas gafas de sol. Antes de 500 metros hay un siguiente control, en el que los soldados se reparten un uniforme entre tres van de malcarados y prepotentes. Uno coge su kalasnikhov con un gesto inequívoco de intimidación, otros sin uniformar vienen hablando con un francés imposible de entender que les paguemos. Nos obligan a que reculemos. Otro desde atrás golpea el vehículo. Se nos apelotonan en forma de enjambre maloliente. Me niego a pagar lo que piden. Me obligan a que les enseñe la parte de atrás. Abro la puerta pero no revisan nada. Finalmente el tipo que nos ha golpeado la carrocería y que parece que va de jefe da la orden de abrir la barrera para que pasemos. Entretanto Vic y yo ya hemos tomado una decisión: volver a Burkina. Si las FAFN (atención a la palabra: dos veces F de fuerza para una sigla tan corta y con soldados de tan pocas luces) Forces Armees des Forces Nouvelles. ¿Nouvelles? El mismo tipo de descaro violento para un supuesto programa distinto de reconciliación entre partes encontradas dentro del país. Los rebeldes de esta FAFN no tienen la menor pinta de revolucionarios y mucho menos de innovacionista. Son otra versión de atracadores de caminos. No tienen salario del estado y justifican su presión sobre los viajeros por eso. Evidentemente se dedican a institucionalizar la molestia al viajero. Podíamos haber continuado. Aceptar la afrenta a cada rato. Pagar mil en cada control y tomarlo todo como un juego en el que nosotros fuéramos de víctima y ellos de agresivos profesionales. ¿Pero necesitamos aguantar tanta bronca? Nos perdemos visitar el parc national de la Comoé y bajar hasta Abidjan donde tenemos noticias que en un puente céntrico en horas punta asaltan incluso a los pasajeros de los taxis. Toda nuestra incursión en CI no pasa de Kaouara, y en el recibo de las cinco mil escribe la fecha con caligrafía analfabética la fecha del día, 17 de febrero y el nombre del puesto Lalerche. Sin embargo para nuestra sorpresa los tampones de los soldados y el papel impreso del recibo huelen a nuevo. Lo único nuevo que hemos encontrado. Nos sentimos disgustados por tener que renunciara un país a causa del trato recibido de los cuatro enfermos que tienen asignados a sus puertas. El resto del día arrastraremos una sensación de mal estar y pena.
De vuelta a Burkina los de los puestos que hemos atravesado poco más d una hora antes nos preguntan lo sucedido. Bromeamos un poco sobre todo y sobre nada. Volver a Burkina es como volver a casa. En Niangoloko decidimos regalarnos con una sombra de un bar que tiene butacas de madera cómodas y corrientes, una flag –para mí- una coca –para Vic- . Fotos, conversación y comida de un arroz pegado con una salsa muy liquida. Dejamos la mitad con el encargo al chico que lleva el establecimiento que se lo dé cuando pase uno de los niños con lata al cuello. Damos a probar nuestras aceitunas sevillanas –con las que nos acompañamos la bebida- a este chico y a un par de acompañantes. Luego cuando nos vamos y le ofrecemos el resto de huesos por si quiere tratar de plantarlos, él nos enseña que también había guardado los otros. Los huesos de frutas es algo que damos o no tiramos con el resto de la basura por si cabe la posibilidad de que germine. Una reminiscencia de nuestras ilusiones infantiles.
Regresamos hasta Banfora donde vuelvo a comprar agua envasada en bolsas de plástico de menos de medio litro. La mujer me saluda como si me conociera de siempre. Antes de dejar la población cargamos 27mil francos de gasoil, compramos aguacates y nos dejamos acompañar por el mercado por la hija de la tendera anterior ya que ando buscando un tipo de containers de los que se desprende la fábrica de azúcar de la zona. La devolvemos junto a su madre. El poco rato que estamos juntos nos dice que tiene un hijo pero que rompió con el padre de la criatura por sentirse traicionada por el. Nos faltan conversaciones en intimidad. De hecho no conoces realmente ningún país ni cultura hasta que no haces negocios con sus gentes y no te implicas sentimentalmente con alguien de su tierra.
Sosuco tiene bastante extensión en Beregadougou dedicada a la plantación de la caña de azúcar. Vamos hasta sus instalaciones para tratar de la compra. Es domingo por la tarde y los encargados del asunto no están. Mientras decidimos si esperar el día siguiente nos instalamos en el bosque de eucaliptus alrededor de la fábrica. Extendemos nuestra parafernalia e invitamos a te a la concurrencia. Hay alguien que dice que es mecánico y que estamos en su taller (una barraquita sin ninguna herramienta).Nuestro te a la inglesa tiene éxito. Al sur del Sáhara el té no tiene la aceptación del Magreb. Las dentaduras de los africanos también lo notan. Volvamos al azúcar. La fabrica y sus alrededores tienen un aspecto distinto. Grandes tractores con tres carromatos detrás llevan, desde los campos, la caña cortada para su procesamiento. Las cañas que se caen por el camino y las que son cogidas de los carromatos dan vida a todo un poblado que se ha montado alrededor de las instalaciones. Antes del anochecer recorremos la zona en un viaje corto por pistas de tierra firmes aunque no llegamos a la zona de la cascada y de los hipopótamos porque se ha hecho tarde. Hoy hemos aprendido dos lecciones: la paradoja de crear un orden y una rentabilidad en un espacio para un producto, el azúcar, que está considerado como uno de los peores venenos blancos por el naturismo y que es cuestión de tiempo que todas las medicinas acepten la misma conclusión. Ahí donde vemos un espacio industrial de trabajo encontramos un impacto organizado en la zona para algo que a la larga no deja de ser un producto nefasto para los consumidores. La otra lección ha sido con respecto a los uniformes. Nunca creí que fuera escribir esto pero allá va: los uniformes siempre han sido un indicador evidente de disciplina, subordinación, alienación dentro de una estructura y sinónimo de fuerza, obediencia y cabezas huecas sin pensamiento. Sigo creyendo básicamente que esto es así pero un uniforme también es un signo de organización, de control, de mando centralizado, de predictibilidad. Desde que estamos en Burkina sus formas son notoriamente distintas en cuanto a más estrictas que los otros países recorridos, exceptuando Marruecos. Cuando te encuentras soldados que no son soldados, que lo mismo pueden obedecer a un mando como a su instinto más primario de destruir, con estilos de desarrapados, sucios, insolentes, medio vestidos, con cara de asesinos, encuentras a faltar el uniforme reglado. Más vale malo conocido que bueno por conocer. Acabo de vender la tesis de la rebeldía buena a cambio de la predictibilidad segurizante. Claro que lo uniformado sigue haciendo sus estragos en las mentes más vulnerables. A los niños escolarizados enseguida se les distingue por su modo de saludarnos. Demasiado buenos. Cruzan los brazos y hacen una especie de simulacro de reverencia flexionando una pierna y adelantándola. Terrible. Los niños en general son tranquilos, siguen haciendo su semicírculo en torno a nuestra puerta y no se pierden detalle. V les instruye con algún tipo de canción ella al clarinete. Llenamos el cántaro pensando que ésta podría ser otra ocupación por estas latitudes en el caso que decidamos ubicarnos por una temporada a la sombra de un mangal. Hay otro tipo de controladores con sus uniformes: los de los peajes de las rutas nacionales. Uno de ellos que reivindica la práctica de la honestidad para los africanos nos dice que venimos pagando una tasa superior a la que corresponde a nuestro vehículo. A partir de ese momento reclamamos nuestra categoría como vehículo privado y no como uno de mercancías por el que pagábamos. En Burkina se cumplen los protocolos del oeste de África de pagar peajes por carreteras de paso obligado y tasas municipales en ciudades como Bobo y Koudougou. También a esta a la que llegamos despues de 25 kms de pista dura pero con ondulaciones continuas separadas por 30 cms. aproximadamente que te hacen creer que estas dentro de una batidora si vas a más de 20 kms por hora.
En Boni nos detuvimos a pasar la mayor parte del día y de la noche en el recinto de la paroise o la misión católica que aquí se mezcla con las chozas de la población. De visita por la curiosa construcción eclesial con adobes que se hacen tan duros como las piedras y con paredes perforadas para asegurar la sombra permitiendo la ventilación coincidimos con feligreses blancos que intercambian sonrisas de obligado cumplimiento al cruzarte con ellas y se reúnen en torno a unos salmos. Uno de ellos nos comunica que les peres ils son contents avec votre arribée. Estupendo. Hemos hecho el ritual de los caramelos más que por el azúcar calórico para enseñar lo de recoger los papelitos. Tras enseñárselo los niños me imitan,
Nos detenemos un momento en Boromo para saludar a los bibliotecarios del Clac ya que se lo prometimos. A Kubota Michico una voluntaria japonesa pour la coopération a l’ etranger que vive cerca de Nagasaki y que ha venido por dos años a este lugar del mundo que todavía carece de internet y a Bicko Mamadou, el mismo que mantiene la tele encendida y que nos pone un canal en inglés en nuestro honor durante la visita. Con Mamadou hablamos del apellido Bicko que también fue el del revolucionario anti apartheid en África asesinado por los afrikáners por levantar a la sociedad negra en su contra. Cuando ya nos vamos Mamadou me pide que le envíe un trípode como el que he usado para hacernos la foto con el dispositivo automático. Le digo que prefiero decirle que no a darle la promesa de enviárselo que seguro que no cumpliré. Entiende que el aparatito lo puede conseguir en Ouaga y que nosotros lo necesitamos para nuestro viaje. A las puertas del local un par de chicos juegan al scrable.
En Sabou visitamos uno de esos lugares atrapaturistas: el mar de los cocodrilos. En realidad un pequeño lago del que diviso lo que me parece un caimán, nada de un gran cocodrilo. El agua es turbia y el lago es pequeño. No tiene demasiado encanto pero si todo el entorno, Hay una cooperativa con un albergue arbolado y limpio. Es el CZN, le centre de la Zod Neere (de la bonne amitié).Su consejero en el management, François, nos cuenta un poco la historia. Tras haber hecho ya un ritual de compras que no teníamos previsto de bronces y batiks pequeños a 1500francos unidad después de una negociación dura en las tiendas para turistas, nos instalamos en el bar de la cooperativa que tiene una sala de exposición de artesanías y nos sirven espghetti a medio y couscous por la noche. La salsa de mediodía es prodigiosa. Aunque dicen que es solo de tomate le añaden cebolla. Comemos bien y pasamos la noche con absoluta seguridad en la furgo instalada enfrente. Por la noche esperando la cena François nos presenta el jefe de la comunidad cuya condición de jefatura se hereda por linaje familiar. En un momento dado un chico que se dirige a el lo hace agachado y casi arrodillado. Nos parece que tal gesto de sumisión debe ser puntual por alguna clase de bronca que recibe. Preguntado François al respecto nos dice que es el modo habitual de dirigirse al jefe y que expresa una reminiscencia tribal. En BF existe un parlamento, una democracia en marcha, bastante gente que ostenta sus vestidos o camisetas con declaraciones a favor de partidos o candidatos, `cartelismo social para introducir nuevos hábitos y un etcétera importante de un país en construcción pero los jefes tribales son todavía los reyes. Damos un paseo con la silla de ruedas por un sendero que lleva a un poblado cerca del lago. Todo el mundo nos saluda y saludamos a todo el mundo. Los africanos siempre se sorprenden cuando llevas tu vulnerabilidad a sus sitios alejados. El único contratiempo es con un 4x4 manejado por un blanco bajo un sombrero australiano que acelera innecesariamente por el solo placer de levantar polvareda. Cuando viene en nuestra dirección en lugar de ponernos a un lado del camino nos mantenemos en el centro. Por un instante Vic piensa que nos va a arrollar. Al final decide detenerse, cuando pasamos a su lado le ordenamos. Doucement, doucement, vous levez trop poussiere. El tipo se achanta, aparta su vehículo y sigue más tranquilamente a nuestras espaldas. Se nos hace de noche y a pesar del lunazo de la luna llena nos valemos con las lucecitas-disco en la cabeza. Un grupo de niños muy atento nos acompaña. Somos una mezcla vaporosa entre un mal cuento tecno y una pareja de turistas excéntricos. Si contamos que vamos de paseo por la noche por lugares como este dirán que somos unos irresponsables
A la mañana siguiente tras pasar una noche muy tranquila alguien de la cooperativa nos pide una contribución por haber usado su ducha. Contribuimos hablándoles del criterio de avisar a priori si pretenden cobrar por el uso de un recurso ofrecido tal como ha sido el caso. Desde que estamos en África no paramos de contribuir de una manera u otra con dádivas materiales ahí donde vamos. También con cosas que compramos y de las que nos deshacemos. Vamos al revés: quienes no piden regalos se los hacemos de un modo discreto y selectivo, quienes los piden por sistema algo nos coloca en la autodefensa y preferimos no hacerlos o al menos no hacerlos siempre por sistema.
De camino a Koudougou por la pista vemos muchas mujeres que trabajan recogiendo y amontonando pequeñas piedras que luego se usan para la construcción de las casas. También vemos farolas con una batería en lo alto y una placa solar cubriéndola. En la ciudad compramos jeans y bolsas a un nigeriano de Lagos que tiene sus artículos usados extendidos sobre una tela en el suelo. Aunque apenas acepta el regateo terminamos por regalarle uno de los discos sobrantes del grupo de Isabella y Jorge. Cuando se lo hacemos escuchar pasamos vergüenza a partir de la segunda canción que se hace inaudible. Nos ha pasado otras veces con la misma tirada de cds de lso que se encargó Vic para la difusión o la venta. Una partida defectuosa y, claro está, invendible.
Nos instalamos a continuación en un local elegante que encontramos, el Jackson auberge: comemos patatas y tortilla, un manjar. Esperamos todo lo que toca esperar y disfrutamos con la comida. Luego usamos la red eléctrica para nuestros ordenadores.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Parole

Conferenciando con asistentes handicapees Leyendo con frontal en un chiringuito nocturno



Sillas a todo terreno fabricadas en África
Ouaga 12 feb 2008
Las conferencias permiten el privilegio de la observación de quien habla a una sala de supuestos escuchantes. Una conferencia con o sin ínfulas de clase magistral pone en contacto a unos oyentes que se supone que entienden lo que están escuchando con un hablante que se supone que sabe de lo que está hablando. Vic y yo venimos dando conferencias puntuales cada curso desde hace bastantes años. Tenemos razones para justificar cada tema. El solo hecho de proponer un marco como espacio de palabra es ya de por si, o así nos lo parece, un triunfo de la

reflexión frente al activismo y del sosiego mental frente a las inercias rutinarias de la vida. Pero todo hablante en público no puede llamarse a engaño pensando que quienes van a escucharlo lo hacen por su cara bonita o ni siquiera por su contenido. Hay otras muchas razones que explican la asistencia presencial. En Hombori vinieron a golpe de circular y tan pronto dos se enzarzaron en una discusión bipersonal otros aprovecharon al circunstancia para levantarse e irse; en Carmen, el espectáculo de tres mujeres jóvenes dando teta a sus bebés mientras escuchaban, dio una nota exótica aunque su mirada de póker dejó en la hipótesis su comprensión de lo que decíamos y en el orfanato la mezcla de gente handicapée con sus triciclos a la que nosotros invitamos y el debate que se suscitó nos convenció de que lo hablado podría servir de algo en el futuro. En los tres sitios las conferencias podrían haber tenido más cuerpo si hubieran sido preparadas con tiempo, publicitándolas con carteles, megafonía o programas de radio. A pesar de estar coordinadas y avisadas desde dos meses atrás los interesados no estaban al corriente. El secretario permanente de Home Kisito, Zabour Zampou, se sorprendió de no haber sido avisado por R.Jariod ya que suele avisarle de otras cuestiones. Nosotros confirmamos una vieja tesis: toda dependencia de una gestión a través de intermediarios incrementa directamente la probabilidad de desajuste o fracaso. (frase a subrayar). Afortunadamente no siempre es así pero en este caso lo ha sido. No es que las conferencias hayan fallado. Hemos tenido unas cuantas escuchas garantizadas. Las tres han funcionado hasta donde podían funcionar. Otro asunto es qué se podía hacer con ellas, con su continuidad, con posibles talleres de trabajo acerca de sus temas y, finalmente, como instrumentar una inercia de encuentro regular con la palabra compartida.
En cuanto a nosotros nos toca revisar si ese rol de conferenciantes ambulantes por estas latitudes nos pertenece. Lo mismo que el de hablar a alumnos de colegios. En la aldea donde pernoctamos la noche anterior a llegar a Hombori comprobamos, como en ninguna otra parte de este viaje, la avidez de niños y adultos por absorber lo nuevo. Pensamos en una antigua idea: la de montar un teatrito de marionetas que con onomatopeyas y sin necesidad de lenguaje pudiéramos contar cuentos. No sé si lo haremos. Vic tiene dotes especiales para esto. Hacer de filibusteros o rapsodas tiene más de romántico que de práctico. En todo caso es una buena idea que se puede concretar sin demasiado cachivache y con suficientes dosis de tres cosas: paciencia, amor y tiempo. Como dato positivo: la expectación y el público están garantizados en las zonas rurales donde no hay ningún tipo de diversión.
En Ouaga, Lazare, el chofer de home kisito, nos llevo de gira burocrática a solicitud nuestra: primero al departamento de visados para prolongar el nuestro en Burkina hasta 3 meses, luego fuimos a la Embajada de Cote d’ Ivoire que necesita 48 horas para facilitar el de su país también por 3 meses. Los franceses pueden sacar para un grupo de países francófonos de la región una vise d’ entente. Hemos de averiguar si también disponemos de este recurso.
Como no podía fallar tenemos noticias desfavorables de tratos recibidos de unos franceses conocidos de otros franceses que nos lo contaron por los ivorianos. Se sigue cumpliendo la predicción: en cada país anterior siempre hay alguien que nos pone en prevención ante los peligros del país posterior. Mentiría si dijera que no nos afectan las noticias de esta clase. Lo cierto es que hay armas de fuego y no pocas en manos de rebeldes, bandidos, majaras o tipos descontrolados. Si un loco violento sin un arma en las manos es un peligro público no hace falta decir en que se puede convertir cuando dispone de una y se dedica a emplearla.
Cada información nos toca completarla pero no siempre tenemos a quien preguntar. Es completamente distinta la visión de nativos y lugareños a la de extranjeros, la de los residentes de un país a la de sus vecinos al otro lado de sus fronteras. A la hora de preguntar el europeo, sin darse cuenta, a veces precipita la respuesta sin esperar a que se la den distorsionando su percepción de la realidad. Lo habitual de muchos africanos es que contesten sí a preguntas aunque no se hayan enterado. Antes de iniciar una conversación, ante la menor sospecha de incomprensión lingüística conviene conceder unos segundos para ponerla a prueba. Suelo decir alors, tu parles français? Dis- moi quelque chose. A menudo a esa cuestión no le sigue nada más.
Ouaga es una ciudad tranquila y organizada. Los conductores conducen bien y poco despues del anochecer la circulación prácticamente se extingue. Contra lo que puede parecer hasta ahora la circulación en carretera no nos ha dado sustos con conductores mediocres. Hay países como Georgia y la Italia meridional que se conduce infinitamente peor. Nos aprendemos los tipos de matriculas de los países que atravesamos porque eso nos da pistas de a quienes preguntar sobre estados de carreteras y peligrosidad de lugares. En la capital de Burkina vemos algunas matriculas de Mali con la MD final (M de Mali, D de Bamako, que en ocasiones es variada por números del 1 al 7 indicando distintas regiones del país), también de Mauritania. En general los países de la zona además de la sigla del país llevan el contorno del mapita y los colores nacionales de la bandera.
Nos pasamos dos horas y media en el hotel Daporee indicado por Max como vía para localizarlo. Su amigo Shaha, un argelino de la kabilia, parece que ha contactado con él para decirle que estábamos aquí. No aparece. Hacemos negocios mientras tanto. Compramos pulseras, collares y 3 piezas de batik. Pago un precio sobrado aunque sea la mitad del pedido: 12mil francos.
Comemos y bebemos en un bar cutre pero que como mínimo tiene conectada una emisora regional que pasan clips de música. Como otras veces dejamos la carne de los platos que tienen un sabor de fondo sospechoso aunque dentro de lo sabroso. A la tercera vez de ir al local, es decir a colocarme bajo el tejado de metal una de las chicas que ya me toma confianza me pide la motito de lata reciclada que se ve en la furgo tras el parabrisas que se la regale. Aunque en Burkina la gente pide menos cadeaus que en otros países no deja de ser curioso que te pidan cosas por motivos caprichosos y como es el caso de sus propias cosas que pueden adquirir perfectamente dentro de sus presupuestos. La juguetería con materiales reciclados de latas de conserva es bien conocida. La compramos como otras cosas por la insistencia de vendedores que nos vienen a dar la lata. Es así que sin pretenderlo vamos haciéndonos con un pequeño ajuar de decos que algún día estarán en nuestras estanterías o vitrinas, aunque no sabemos aún cuando ni dónde. Al menos tenemos el espacio libre de los dos bidones para ir metiendo los objetos de colección.

Delicadeza Crítica

Ouagadougou. Cómo se ve el carril moto/bici desde la silla de ruedas


Ouagadougou 10 febrero 2008
Nuestra posición crítica con el movimiento oenegero y su conectividad con su antecesor: el catolicismo misionero, no quita nuestro reconocimiento por sus intervenciones en cosas concretas. Los recintos de los establecimientos religiosos occidentales que vamos viendo, visitamos o usamos son comparativamente buenos a los nativos. Hay jardines, espacios cómodos y más o menos higiénicos. Es cierto que ahí donde hay una campana sonando se concentran unos cuántos idólatras para
Conferenciando
reconfortarse mutuamente pero no lo es menos que tras cada instalación hay trabajo organizado, subvenciones, incondicionales que prestan su energia para cambiar las cosas. Interpretamos de nosotros mismos que somos o hacemos de solidarios condicionales que no condicionados por el prurito materialista del occidental bien cebado que le importa un pito lo que le pueda pasar al resto del mundo o cualquier asunto fuera del perímetro inmediato de sus dominios. Nos damos cuenta que con nuestra crítica a un tipo de solidaridad instrumentalista, que mercadea consigo misma como artículo de inversión, para complacencia de feligreses y socios de cuotas de ayuda, podemos facilitar datos y argumentos para que un tipo de gente se consolide en su inmovilismo y su inactividad a favor de otro mundo mejor. Este punto es otro de nuestros callejones sin salida. De una parte, toda la consideración que nos merece el movimiento solidario y la ancha y diversa gama de colaboradores no nos prohíbe el derecho a la crítica de lo que vemos. De otra, al hacerlo se nos puede tomar por lo que no somos o al menos no queremos ser: críticos de críticas estériles. No hay forma de pensar en voz alta si no es libremente. No hay libertad de pensamiento si no es expresándolo críticamente contra otras formas de pensar y actuar. Elemental querido Watson. Lamentablemente el autor de una idea no puede ir detrás de cada quien que la use para sus propias conveniencias, para seguir calentando el brasero de sus intoxicaciones, o para manipularla según sus parámetros.
Uno de los motivos de nuestro viaje al querer recorrer África es reflexionar sobre la solidaridad y sus límites. Tras cada cartel de ONG hay gentes y trabajos que no conocemos. La entrevista en Niamey con el gerente de una árabe Ai ddia (the light) con aulas para enseñar informática además del Corán me enseñó que toda generalización, como siempre, es injusta. Lo que hace un grupo solidario puede no tener nada a ver con lo que hace otro compartiendo ciudad o incluso calle. Ambos estuvimos de acuerdo que la solidaridad no puede limitarse a la entrega de dinero que resulta desmovilizante sino que pasa por un intercambio de energías.
No estamos a salvo de cualquier libreinterpretación de quien siga nuestra aventura. Nota para lecturas de saltamontes: solo somos visitantes de un continente del que no hemos parado de hablar durante toda nuestra vida como paradigma de las miserias y los expolios. El contacto con la miseria no parece insubsanable. Bastarían unos cuantos edictos sobre higiene cívica y de puntos asistenciales clave. Otro asunto es el interés internacional en continuar teniendo un África bajo el dictum de los poderosos. Posiblemente decir todo eso, que es más de lo sabido, resulta repetitivo y duro a los oídos duros para convencerse, o quizás, justamente, porque están tan convencidos no quieran volver a oír más del tema. No somos nadie para decir quien debe hacer qué. Apelar a la conciencia no deja de ser un subterfugio. ¿Quién sabe realmente lo qué es eso? Hasta ahora las pocas semanas que llevamos en el continente no nos están cambiando las posiciones teóricas que teníamos previamente. Es temprano para decir algo. Solo somos un par de blanco suficientemente forrados como para permitirnos este año sabático haciendo piruetas. Cuando se lo contamos a los nativos sistemáticamente nos dicen que debemos ser muy ricos para permitírnoslo. No contamos la alquimia de nuestros números y los años que hay detrás de trabajo asalariado y profesional. Lo cierto es que este viaje nos cuesta una pasta, incluso a nosotros que vamos siempre tras las opciones más llevaderas.
En las guías técnicas de lo concreto (lonely planet incluida, la cual francamente consultamos poco; parece que las especializadas por áreas o países son mejores, la continental que es la que tenemos es casi un quilo de lastre) y en las bitácoras estructuradas por infos se pueden encontrar el dato concreto en pocos minutos. En una bitácora de la disertación nunca se encuentra nada de lo buscado y sí algo de lo imprevisto. Al principio de un libro además de su subtítulo, el tipo de público aconsejado y las dedicatorias, habría que recuadrar un preaviso sobre su código intelectual o su clave en discurso. Bastaría la leyenda escueta: para lectores. Eso podría evitar desalientos, confusiones, cansancios o aburrimientos. Cuando te pones a escribir sobre algo que te interesa presupones que tu pasión puede ser compartida por todo el mundo. Te equivocas. Nadie comparte en su totalidad las pasiones de nadie. En el mejor de los casos hay ramalazos de emociones puntualmente compartidas. No basta la literatura bien escrita para atrapar la atención de un lector, ni siquiera de los que tienen las paredes de sus pasillos repletas de libros. Hay que conceder que los lectores sucumben a sus sesgos y costumbres de las páginas, miles o cientos de miles, que hayan leído antes. En cierta manera un lector entrenado no deja de ser una rata de laboratorio (¿de aquí lo de rata de biblioteca?) condicionada según el condicionamiento o por los imperativos editoriales. A fuerza de escribir y de leer, en ese doble oficio activo-pasivo, se desarrollan criterios más estrictos. El profesor ante pilas de trabajos de sus estudios terminan por no seguir con la lectura tras encontrarse con una bestialidad, o el lector hiperactivo que tiene la cabeza en otra parte se pasa horas leyendo en vertical multitud de títulos sin poder resumir ninguno cuando se le pregunta o dentro de los amigos que te siguen en la aventura intelectual hay que aceptar la falta de ganas y sobre todo de tiempo para seguir al detalle tu libro. Soy el primero que no lo leo todo. Si hay alguien que lo lee todo que levante la mano. En mi último demenagement tanto Vic como yo tuvimos que aceptar que una considerable parte de cosas que guardábamos en nuestros archivos obedecían a razones nostálgicas y a vínculos biográficos con intereses del pasado ya extinguidos. El problema es que un lector se cree serlo cualquiera que es capaz de descifrar una oración de no más de siete palabras. Lo mismo que hay escritores que creerán serlo por haber compuesta un par de poemas. Como el chico afectado de Polio, Amadou Kone, que trató de vendernos por tres euros unidad mini fascículos que prepara él mismo y que por lo que leímos eran bastante malos. El chico se enfadó porque François comentó que al final todo se resolvía a lo mismo: vender y comprar. También se cree que le basta tener un ordenador desplegado en su mesa para que se le cambie la vida. Una de las chicas que trabaja en el orfelinato tras saludarme me ha pedido que le regale mi ordenador. Tras mi perplejidad la he pasado por la prueba del algodón. Le he creado una página en blanco. Asseyez vous. Ecrivez, n’ importe quoi. Sus dificultades con el teclado se han puesto en evidencia. Tras algunos minutos para teclear la B de Benedictine, su nombre, le he sugerido: d’ abord, tu fas un cours d’ ofimatique, aprés tu escris, aprés tu demandes un ordenateur. A menudo falta el proceso lógico de las cosas. Querer los resultados sin pasar por su esfuerzo.
Mientras estamos en el patio del orfelinato pasando el día y siendo un híbrido entre invitados y okupas viene el sirio del taller mecánico. Nos dice que cada mes viene a traer materiales: juguetes y ropa, que ese orfelinato tiene alta consideración porque prefiere más materiales que dinero (nuestras noticias son otras). Lo cierto es que hay tres turnos de trabajo con varias mujeres que se ocupan de los niños y nos parece gente seria. Una de las monitoras cuando se va se pone sus mejores galas y ostenta más oros en sus brazos de los que hemos tenido nunca nosotros dos. El nombre del orfelinato debe sonar en varias partes. Un cartel del abril último de una obra de teatro de Gilles Ganglof, Regime sensual representada en La Tour en Jarez Fr, para recoger fondos de ayuda indica que es un nombre que se mueve en la lista de los ayudables. Seguramente quienes estén mas puestos en el mundo de la solidaridad práctica tendrán que reconocer que el mismo hecho de las listas de destinatarios de la ayuda ya son en si mismas discriminatorias. Quien no está en ellas no existe. La ayuda internacional se debe vehicular más fácilmente sobre direcciones, intermediarios y prácticas comprobadas que no a lugares donde todavía no ha llegado ninguna entrega de nada. Pienso en Gogui y en Chegoun. Tenemos una primera intuición que los siguientes meses se encargarán de confirmarnos o desmentirnos: la solidaridad se centra más en los lugares más agradables, o de intervención más fácil. En los feos y lejanos se hace más difícil de concretar.
En la pequeña carta informe de nuestros portes y conferencias enviadas a Barcelona aseguramos que el material solidario no sirve para solucionar los problemas endémicos de África y que la hace material dependiente además de consolidarla en su desidia. Esa psico-dependencia impugna aún más su futuro.
Desentrañar todo eso pide algo más que frases simples y afirmaciones contundentes. Nos lleva a mezclar el relato con el ensayo, lo concreto con lo especulativo y a nosotros con los demás; a una literatura que no es ni quiere ser la típica de viajes en la que se suelen repetir las anécdotas una década tras otra con gentes de distintas procedencias del mundo.
Puestos a escribir lo que pensamos más que lo que hacemos se diría que seguimos un itinerario intelectual más que uno geográfico en el que lo que varía es el nombre del lugar desde el que escribimos. Eso no tiene porque ser tolerado por quien quiere datos y no disertaciones. En las ciudades hay un 010 donde preguntarlos. Internet esta lleno de datos específicos, direcciones y teléfonos que aquí cuando aparecen, si aparecen, es por pura casualidad.
A fuerza de escuchar comentarios sobre modos de escribir he llegado a la conclusión que hay dos clases de analfabetismo: el ágrafo que no ha aprendido el significado de los signos escritos y el de un tipo de intelectualismo gráfico que no ha aprendido el valor de los significantes añadidos a las palabras. Cada texto, información, objeto teórico, trama de relato o argumento lleva una sobre significación agregada a la defunción de cada palabra que maneja. En cuanto al primero el hecho de tener el dominio intelectual de la lengua materna con su representación escrita equivocadamente da el salvoconducto para pasar por sujeto alfabetizado. En realidad el analfabetismo nos sigue alcanzando en tanto que la mayoría de lenguas quedan fuera del dominio personal. Por lo que hace al lector con capacidad de leer líneas y palabras pero no de entender su significado críptico lo libra aun menos de su analfabetismo especializado. Es así que en las paradojas modernas de la intelectualidad nos encontramos con académicos y profesores capaces de soltar un curso sí y los veinte siguientes también la misma materia como cotorras y desautorizar alegremente cualquier otro tipo de texto que no entre en sus esquemas o prosas. Hervé Hamon hablaba de los intelectócratas palabra que hago mío y que extiendo a aquellos que si bien tienen lecturas, títulos, academias, cátedras e inercias en lecturas periodísticas no la tienen en reflexiones autónomas y disertaciones por libre. Algún día alguien hará un estudio demostrativo que un tipo de saberes institucionalizados van en contra de la sabiduría global.

Hacia el Oeste




Ouagadougou 2008 febrero 09
En Fada N’Gourma, la mujer del restaurantito junto al servicio de internet de la Poste pone cara de enfado por haber pasado parte de la tarde con nuestros ordenadores enchufados y de tertulia con el francés que le pide que le guarde el equipaje y que solo le consume agua corriente. Nos comenta que debemos gastar mucha corriente eléctrica. Le explicamos que los 65 w de cada ordenador equivalen a media bombilla y esta muy por debajo del consumo de la nevera con la hélice a la vista sin proteger y corriendo que tiene conectada. Nada más levantarnos para irnos desconecta el fluorescente de la carpa comedor.
A lado. La sesión de 30 minutos de internet en la Poste es un desastre. La conexión va muy lenta. Solo me da tiempo de leer 4 cartas-mensajes de correo personal.
Alexandre no ha dado una información valiosa. La de la Misión Catholique local donde ha pedido plantar su tienda semiiglú. Al anochecer vamos allí y hablamos con la soeur responsable. Le comentamos que nos dirigimos a Ouaga a entregar material a Home Kisito y preguntamos si podemos estacionar nuestro vehículo en su recinto. Acepta. Además nos invita a cenar y al desayuno del día siguiente. No hablamos de precio. El recinto está arbolado y pasamos una noche segura y agradable. Coincidimos en el comedor con un grupo de juveniles haciendo un stage de no sabemos qué. Hablamos con un técnico que ha traído grupos electrógenos contándonos sus dificultades para que lso africanos asuman la responsabilidad de los materiales que se les dan. Antes de acostarnos lingoteamos parte de nuestro bayleys o marca imitativa bajo la belle etoile. Noche fantástica. Mosquitos:cero.
La Misión catholique es un nombre de las recurrencias. Nada mas llegar a una ciudad aparecen signos de su labor pastoral o como sea que se llame. En la Paroise unas aulas con muchachadas cantan cánticos religiosos. En algún momento suenan las campanas de alguna iglesia. Continuamente conocemos gente que lleva rosarios a modo de collares y que se nos presenta con nombres cristianizados. La soeur de la misión me aclara que el catolicismo está más extendido en Burkina que en Níger. Mis referencias anteriores de las misiones católicas no eran, siguen sin serlo, muy elogiosas. Recuerdo todavía la anécdota de unos conocidos de Menorca que cruzaron el desierto argelino y nigeriano con su tractor y su carromato. Uno de ellos al final de su ruta se dio una zambullida en un rio y se partió la medula al lanzarse sin ver, el muy estúpido, donde lo hacía. Los otros dos pidieron auxilio a las mujeres católicas vestidas de hermanas que pasaron totalmente de echarles una mano. De todos modos no es por eso que tenga ideas preconcebidas sobre el catolicismo. No he olvidado que una vez fui católico y pagué todo lo que tuve que pagar por serlo. Fui culpable de haber nacido, ser pecado y toda la ristra de ataques psicológicos. No olvidamos que es una organización jerárquica con gente servil que cumple órdenes, a la cual si bien no disculpamos podemos hasta comprenderla. Mejor la pluralidad de religiones que el inch Alláh continuo por único predicado cacofónico.
A la salida de Fada pagamos el peaje de carretera. Otro ticket para la colección. Subimos a una chica hasta Koupela. Sabe hablar francés pero no es habladora. Luego nos detenemos en Zorgo para visitar la asociación de handicapes de Vicente Paul aunque la encontramos cerrada, En Ouaga vamos directamente a Home Kisito donde la sor al mando no está al mediodía. Dejamos estacionada la furgo y vamos al restaurante Senegalais muy cerca, un popular restaurante donde básicamente van hombres. Uno nos explica que son las mujeres las que no les gusta mezclarse en medio de tantos. No es cierto, cuando luego regresaremos por la noche también hay mujeres, aunque menos en cantidad y con bastante desparpajo y autoridad. En un momento dado llega una troupe de blancos blanco-traslúcidos que se instala apelmazada en el patio como gheto. Comemos riz au gras y bebemos cocacolas. Es un local que no dejan fumar ¡bravo! Y no sirven cervezas ¡grrr! Hablamos con los comensales con los que compartimos la punta de la mesa. Todos usan unas jofainas y jarras de plástico que están repartidas por el suelo que contienen agua para lavarse las manos. La mayoría no usan cubiertos.
El resto del día nos movemos con la silla por la ciudad. Vic tan pronto puede se separa de la silla y pasa a utilizar las incómodos asientos de metal. Yo ocupo su silla. Me abutaco y disfruto de las placeres de un culo sobre superficie blanda.
Ouaga es una capital mejor organizada que Bamako y Nuackchott. Hay carriles especiales para las motitos que es el principal medio de transporte individual. La gente es amable. Solo puntualmente algún fanático atrapa-blancos hace aspavientos en medio de la calle para que nos detengamos ahí donde nos indica cosa, que por supuesto, no hacemos. Desde que hemos entrado en Burkina hemos vuelto a poner ruta al Oeste.
En Home Kisito, Lazaro, el chofer, nos acompaña hasta Carmen Kisito, un refugio de mujeres, donde concretamos con soeur Marie, su responsable, dar una conferencia para el día siguiente. En principio no está advertida de nuestra llegada. Nuestro contacto de la ONG catalana no la ha avisado directamente. Lo hizo a los del orfelinato, que tampoco se dan por enterados de nuestra presencia. Las cosas se aclaran al llamar a Barnápolis. A la vuelta al home Kisito, la otra soeur, Cristine, tras poner cara como si se le viniera todo el peso del mundo encima acepta que también pasemos la conferencia el siguiente lunes. Hay un momento en que volvemos a sentirnos como los encargados de preparar el sermón del domingo. Algo nos hace sentir como si estuviéramos pidiendo un millón de dólares a no devolver. Decimos que si hay algún problema por nuestra parte tampoco vamos a insistir. Francamente nos da igual dar las charlas como no darlas. No cobramos por ellas y en general en este tipo de centros ni siquiera tienen la idea incorporada de sistematizar un espacio cultural. En cuanto a nosotros como ambulantes solidarios ya estamos curados de cómo se nos pueda tratar ¿qué menos que agasajar a los transportistas de materiales solidarios con alguna clase de deferencia? Nos decimos. ¿Qué menos que mostrar el centro u ofrecer alguna clase de hospitalidad? Sin duda somos unos pequeño-burgueses incorregibles que nos enseñaron a esperar que nos dieran las gracias.
Kisito (1873-1886) fue un muchacho que sufrió martirio a los 13 años quemado por sus convicciones cristianas. Era paje de la corte del rey Mowanga en Uganda. Se le atribuye que quiso parecerse en todo a Cristo. Tras su asesinato se cuenta que muchas personas pidieron el bautismo. A saber lo que hay de verdad en su padecimiento lo mismo que en las virtudes atribuidas a todas las planas mayor y menor del santoral. No es un tema de nuestro estudio.
La conferencia en Carmen es ante una veintena de personas. Volvemos a tener la sensación que el personal asistente ha acudido a golpe de pito. También hay unos cuantos blancos. Explicamos nuestra teoría de la disfunción generalizada en las sociedades occidentales y longevas sacándola de la categoría estrecha del padecimiento de los cuerpos no estandarizados. Tratamos de provocar el debate pero el personal no está para tantas lisonjas. Una hora despues recogemos nuestra pizarrita, los ordenadores y nos vamos. Crear un espacio de palabra de grupo es lo nuestro. Poco o mucho es lo que hacemos en nuestra ciudad y poco o mucho se basa en el criterio de que a través de la discusión se crean coordenadas para la formación. Humildemente presentamos nuestros temas no como palabra intocable sino como ideas para la discusión. Los tics en el aula de escucha son parecidos como en todas partes. La primera hilera de sillas queda vacía sentándose en la segunda y tras un trato no excesivo de palabras aparecen bostezos o reposturaciones de incomodidad en las sillas. Lo hacemos mal, pero ¿tanto?

No estamos siguiendo un proyecto determinado en este viaje salvo el de hablar, el de recorrer, el de conocer, el de medir nuestra relación convivencial de a dos a veces en momentos casi extremos. África esta intensamente cruzada por intervinientes occidentales con ideas occidentales. No paramos de encontrárnoslos. Lo cierto es que los espacios culturales de registros ligados a nuestros orígenes nos dan de alguna manera un sosiego. Pero no es porque veamos blancos que nos sentimos más seguros. Cada cual va con su historia. Priorizamos, en la medida que nos es posible, la comunicación con la gente nativa. Además siempre nos toca preguntar por el país siguiente que tenemos previsto en lista. Todo lo que tenemos o lo más que tenemos es lo que nos proporciona el habla. En cierta forma nuestra seguridad personal también depende de nuestra extroversión. Todo lo que no hago en casa, en mi ciudad, con mi trabajo lo hago como viajero. Vic es más dicharachera que yo y más relacional cuando estamos en casa, pero viajando los dos somos callejeros y comunicativos por un igual.
A la vuelta a Home Kisito descubro una rueda posterior pinchada. Volvemos a estar de suerte. Nuestro ángel nos custodia. Un tornillito ha sido el responsable. Tras cambiarla nos trasladamos a un local Penumata con la categoría de los que tenemos en Europa. Por 1000Cfas cambian lo que es un doble pinchazo metiendo dos tapones de goma. Me intereso por comprar una segunda batería como auxiliar para conectarla en paralelo y fijarla entre los dos asientos. Hablo con el gerente del local, un sirio, que marca un talante distinto en la forma empresarial de llevar su negocio en relación a los africanos. Por cierto, él nos confirma que el fundido del fusible y el casquete de la opción complementaria de recarga de la batería desde el mechero terminal se debe a que el cable es demasiado fino.
Por la noche nos hemos instalado en un local de bebidas donde podemos tomar Flag. Se llama New Look. Hay varias camareras marcando sus tipitos. Estamos en la calle y nos alumbramos con nuestros frontales. Los mismos que usamos para ir con la silla de ruedas por la calle para evitar que nos arrollen. Cualquiera de nuestras escenas puede llamar la atención inicialmente, el primer minuto, pero luego es integrada en la escena sin que parezca nada extraña. A un par de chicos, que vienen con dos columnas de libros dándolos a la venta, después de un continuo paso de chicos ofreciendo de todo: tarjetas prepago de móvil, cacahuetes, juguetitos, palomitas de maíz, indigentes,…les elegimos tres. Cuando se van un gritito tonto: ¡vivre la culture!
Pasamos la noche en la furgo en el pequeño parking del orfelinato tras ser autorizados a eso por la apesadumbrada Soeur.

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

Flash en el Grafito

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