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lunes, 28 de enero de 2008

De Segou a Douentza


Tres mujeres elegantes paseando por Bamako
Segú del 24 al 25 de enero

Mali me enamora cada día. El paisaje llano y forestado, especialmente con sus Baobabs despeinados, retorcidos, robustos, y con troncos que parecen pies y majestuosos cuanto más desarbolado es el terreno. Sus gentes prudentes y no demasiado insistentes con sus productos de venta o sus exigencias de “cadeau”. Los niños de sonrisa permanente y mirada inteligente, siempre prudentes en su acercamiento, muy amantes de la caricia y del abrazo a la vez que solidarios con sus amiguitos. Las infraestructuras cada vez me sorprenden más: baños con tazas aseadas a pesar de ser demasiado bajitas (fenómeno que no llego a comprender en un país donde la mayoría es bastante alta); carreteras con vías para peatones o para carros con burros, o para bicicletas; reforestación permanente allá donde vayas; escuelas en casi todas las aldeas; reductores de velocidad arrugando el asfalto hasta en el núcleo urbano más minúsculo (hecho que me produce una insana envidia, pues en mi vecindario llevamos varios años pidiendo al ayuntamiento estos disuasores de velocidad sin ningún resultado positivo).

La Polio
Mali es el país con más afectados de la polio que he visto, la mayoría no pasan de los treinta años (niños y jóvenes), suelen desplazarse en una silla con tres ruedas y una especie de volante que acciona una palanca movida de detrás hacia delante. Nadie se ocupa de ellos excepto la familia que tiene posibilidades económicas, tampoco tienen posibilidad de encontrar trabajo, así que ves a decenas pidiendo por la calle en sus sillitas o arrastrándose como pueden. En general son muy espabilados y sobreviven como pueden porque la gente les ayuda dándoles limosna. Cuando vamos por las calles paseando a pie y yo encima de la silla, nadie parece que les sorprenda demasiado y ni siquiera se paran a mirar, da la impresión de que están acostumbrados a ver cosas así. Por supuesto, ni las aceras, ni los edificios tienen el menor indicio de facilitar el acceso a gente con dificultades de movilidad, suerte que una es una persona adaptada a las circunstancias y no espera a que las circunstancias se adapten a una. Por ejemplo: para poder usar cualquier ducha (es decir: cualquier instancia que tenga un agujero más un artilugio por donde caiga agua y otra parte seca para vestirse) sólo necesito llevar mi taburete plegable, la butaca de aluminio plegable para después vestirme en seco y una bolsita con lo necesario,... mucho tiempo libre y mucha paciencia de espera por parte de Jesús; respecto a los demás lugares, bien con suelos resbaladizos, bien con desniveles, piedras o arena, con los tacos especialmente anchos de los bastones todo es más fácil.

Segú
Es una de las ciudades más bonitas que he visto de Mali. Tiene todas las cualidades que podrían favorecer vivir una temporadita: es muy plana, con calles muy bien asfaltadas, muy tranquila, muy frondosa, con el preciosísimo río Níger que la atraviesa y bastante vida cultural en lo referente a la artesanía y la música del país. Tiene muchas edificaciones coloniales y, una vez conoces a alguna gente, los demás te sitúan y te dejan en paz. Pienso que es una ciudad emergente con bastante respeto a la calidad e idiosincrasia de Mali.

Sevaré
Es una ciudad camino de Mopti. Nos hemos instalado directamente en el camping propiedad de un maliense y regido por un encantador cocinero holandés llamado Pablo. El recinto es precioso y súper tranquilo. Nos hemos duchado y comido exquisitamente por 2000 CFA cada uno, más bebidas. Después, nos hemos enchufado al ordenador y escribimos compulsivamente. En la entrada del recinto compré unas bolsas de tela reversibles, preciosas por 15 € después de regatear los 35 que me pedía.
Duenza
Hoy, lunes 28 estamos a unos 150Kms a punto de llegar a Hombori, lugar donde esta el hospital donde esperan el material quirúrgico que transportamos. Estamos en Duenza, una pequeña aldea con un centro de formación para jóvenes bastante bien equipado y donde podemos usar internet a 500CFA la hora, funciona muy rápido y es fresquito.

miércoles, 23 de enero de 2008

La Capital de Mali



Martín, Francoise y nosotros en una noche interesante
Bamako, Mali- 22 y 23 de enero de 2008
La carretera hasta Bamako es prácticamente nueva en casi todo su recorrido, la prueba es que, en 20Km, todavía el firme es de pista de tierra y las máquinas con sus operarios continúan su labor de construcción. El paisaje sigue siendo frondoso y, casi en cada aldeita, hay los consabidos espacios de sombra bajo fornidos árboles y mesas-camas hechas de trozos de troncos donde los hombres echan sus siestas o charlas mientras las mujeres y los niños acarrean leña, cubos o sacos de hierbas. El caos de coches, microbuses, puestos de todo tipo, guardias y semáforo,s nos indica que hemos llegado a la gran urbe. Buscamos el albergue de juventud recomendado por la L.Planet y, sorpresa, volvemos a encontrarnos con los franceses amigos. El espacio es amplio y bonito. Después de cambiar 50€ por la calle (650 CFC=1€. ) volvemos al albergue y comemos un plato de arroz con pescado en salsa bastante malo (Jes devoró las dos raciones del bichito marino y yo el arroz salsero) mojado con una cerveza del país muy buena; el espacio que haces las veces de restaurante es una terraza con vistas a unas esbeltas palmeras, pero con un personal bastante ocioso y muy dado a la tertulia. Los turistas que purulamos por ahí sufrimos estoicamente las cosquillas de las moscas y las maneras poco reglamentarias de presentar los platos. Un argelino con muchas ganas de hablar con aconseja los caminos más seguros de África porque es viajante y se lo conoce todo. Se empeña en hablarnos en italiano y nosotros en francés, así practicamos todos lenguas ajenas. Dice, entre cerveza y cerveza, que Argelia es muy liberal a pesar de ser musulmán. La procesión de “pedidores de cadeau” y de guías se sucede como en cada sitio que paramos. Nosotros les seguimos la corriente para conocer mejor su idiosincrasia y terminamos la conversación explicando que somos bastante austeros y pobres y no turistas idóneos para sus intereses; finalmente y con cara de incredulidad, se van a intentarlo con otros que piquen su anzuelo.

CÓMO ENTIENDEN EL TIEMPO
Parece que les vamos ganando en paciencia, su manera de usar el tiempo es muy parecida al de las personas occidentales cuando están de vacaciones o jubiladas, son capaces de estar y acompañarte a mil sitios durante un día con el sólo objetivo de conseguir alguna cosa; nosotros no tenemos prisa y, por lo tanto, no nos ponemos nerviosos, simplemente participamos con ellos en el juego de la paciencia: piden y nosotros esperamos a que se cansen de nosotros porque no nos gusta que nos obliguen a regalar. De esto sabe bastante el autor del libro ÉBANO, el polaco Ryszard Kapuscinski (Ed-Anagrama) gran conocedor de este lado del mundo que llamamos África subsahariana. Calló en mis manos un ejemplar y sólo me dio tiempo a ojearlo, lo suficiente para darme cuenta de que este autor conocía muy bien a estas gentes.

El albergue de juventud nos decepcionó por su ducha, sucia, resbalosa y llena de mosquitos (la paranoia del turista) y partimos casi al anochecer en búsqueda de otro establecimiento recomendado por nuestra guía: el Albergue de la Misión, llevado por monjas católicas y en pleno centro. Más pequeño, pero no tan sucio. La furgo 1000CFC y dormir los dos dentro de la furgo, pero con derecho a cocina y ducha: 5000CFC cada día. Después de una reconfortante ducha de agua fría quisimos salir a comer, pero entablamos amistad con un madrileño y una argentina y decidimos compartir los víveres de ambos. Julio resultó ser un excelente cocinero y nuestro vinito del país les supo a gloria. Lo más emocionante vino después, yo quería comprar unas telas típicas de aquí muy bonitas que ella ya había adquirido. Cogimos la silla de ruedas y nos dirigimos los cuatro hacia el mercadillo de telas. Imagino que los dos alucinarían de la habilidad de Jes en sortear los casi imposibles baches, escalones y los enjambres de humanos y de coches que se entrecruzaban sin el menor problema. Todo era caos, olores, colores y mil penitentes de cadeaus. En cada puesto, asesores de calidades y pujadores de precios que decían ser familiares del comerciante de turno. Con cierta tensión en el ambiente, conseguimos una preciosa tela brillante de color burdeos típica de Mali y usada por las señoras pudientes (7.000 CFC por unos cinco m.). Finalmente llegamos a nuestra calle, una vía de tierra llena de baches con pequeñas tiendas y restaurantes muy populares, aunque con precios de ricos. Cenamos enfrente del albergue un cuscus vegetariano y después continuamos nuestra charla con Julio y Lucía hasta que nos llamaron la atención las monjitas, era media noche.

Hoy 23 hemos desayunado fuerte de lo nuestro para tener el día libre. Mientras Jes subía al primer piso del consulado de Níger para solicitar el visado, yo me quedé esperándole sentada en la silla de ruedas. Desde esa atalaya mi tiempo de espera pareció desaparecer al sentirme totalmente parte de la dinámica que me rodeaba. En mi acera, unos niños mocosos de unos dos años se encariñaron con mi cacharro y se me subieron encima; al lado, una preciosa joven vendía limones que pelaba hábilmente para después cortarle una coronita por donde el cliente absorbía su jugo estrujando la fruta; un ciego con lazarillo de ojos habladores me pidieron limosna, una procesión de niños y quinceañeros de toda condición (desde los de aspecto de pijos hasta los de pobres vestimentas) volvían a sus casas cargados con pesadas mochilas escolares. En la acera de enfrente unas cuantas mujeres con niño a la espalda conversan mientras cocinan cuscus en plena calle. En el asfalto, el tráfico es un río de microbuses desvencijados mezclados con vehículos nuevos y viejos que sortean al moderno camión de la basura que pareceíaseguir su propio ritmo, contrario a la impaciencia reinante.

Con nuestro visado en la mano nos dirigimos rodando hasta la casa de la Cultura Francesa, un oasis de paz y de infraestructura donde podemos tranquilamente escribir sin que nadie nos interrumpa pidiendo cadeaus.

Alarma: Mosquitos


. Bamako 23 enero 2008
Colombiana cooperante seglar de la misión de Bamako en Kalana


Antes de dejar Fanocume Kakore me pasé por la escuela justo en el momento en que los niños y niñas estaban en posición de formación y firmes y luego cantando el himno de Mali ante su bandera tricolor (todos los colores del parchís menos el azul en posición vertical). Algunos de los críos que nos levantan cuatro palmos del suelo saludan al estilo militar durante el cántico. Doy un puñado de gomas de borrar a Mamadu Kulibali, el profesor. Vous etes tres gentil, me repite varias veces haciéndome sentir fatal. Seguimos hacia el sur. Efectivamente los 20 kms anunciados de pista nos los encontramos, un primer tramo de 3 y un segundo tramo de unos 15 muy polvoriento cuyo recorrido a pesar de los cuidados nos llena de polvoreda y puede producir otros daños.
Para llegar a la capital varias personas nos habían advertido que había entre 15 y 20 kms de pista sin asfalto. Cuando nos toca pasar el tramo largo tememos por alguna de las piedras levantadas por camiones que pasan a toda la pastilla que se estrelle contra nuestro cristal. No es hasta Bamako cuando estacionamos que advertimos que hay un goteo constante de líquido aceitoso sobre la rueda derecha. Tal vez se trate del liquido de frenos o del de dirección asistida, sea lo que sea ha sonado la alarma personal. De la grieta del parabrisas de unos 10 días atrás evaluada en Dahkla, de momento no ha corrido por debajo de la cinta que pegamos a ambos lados del cristal. Este nuevo susto nos tiene de momento a la expectativa.
Hemos cambiado euros a 655 inicialmente pactados por uno de los cambistas que nos ha abordado en la calle. Luego al ir a buscarlo para hacer la operación hemos advertido que él no es mas que uno entre un montón que comparten la esquina pero que trabajan para el mismo tipo y que se pelean entre ellos para conseguir hacer el cambio. En realidad piden comisión y estoy seguro que el cambio ha sido menor que el que ofrece una agencia de cambio que es cuestión de buscar. En Ecobank el cambio es a casi 660 que es oficial pero con una dedicación considerable lo deja a 590.
Las primeras hordas de mosquitos nos los encontramos en Bamako. Nos instalamos inicialmente en el patio del auberge de la jeunesse. Por aparcar, pasar la noche y usar una ducha cutre sin agua cobran 3000cfa. Cuando cae la noche y nos atacan los mosquitos decidimos cambiar de lugar. En la Misión Católica, cuyo edificio reconocemos por los signos evidentes del sistema carcelario que tienen todos ellos, nos piden 6000 por pasar la noche. De momento desistimos y aparcamos en la calle ante el restaurante Damu de enfrente, cuyo propietario nos indica esta `posibilidad que nosotros ya habíamos prácticamente decidido. Durante la noche todo el mundo sigue el partido de futbol televisado Mali-Benin, los goles de Mali saca a la calle gente de todo tipo gritando ¡Mali!¡Mali!. La misma tontería en todas partes. Durante la velada en todas partes gente agolpada en torno a pequeños televisores mirándolos desde la calle. Sin duda el futbol es uno de los instrumentos más eficaces para el sistema que consigue que la gente se dope con el circuito de una pelota olvidando sus tragedias existenciales. En el pequeño establecimiento donde tomamos una cerveza para los dos (de medio litro) por casi 2e compartimos el espacio con un grupo de hombres y mujeres que tienen el perfil de curas-monjas. Una de ellas lleva una vestimenta que indica el numero de un congreso de toda la francofonía sobre algún pío propósito. Hay otra pareja de extranjeros que están ligando en esa posición tan prototípica de ella tal vez anglosajona, súper atenta a él, un muchacho de menor edad y corpulencia, tal vez coreano o japonés, a ratos ella poniéndole la mano sobre su antebrazo y atendiendo in extremis las declaraciones biográficas de el que apenas que esta en esa indeterminada edad de los asiáticos neo adolescentes. Es una pareja que también se aloja enfrente que no nos hacen el menor caso. Hay un par de niñas que juegan con los bastones de Vic y le dedican sus proezas artísticas con canticos mostrando sus barrigas y contorneos.
Tras el partido de futbol la calle se llena de comentarios. En todas partes del mundo sucede lo mismo. Las grandes pasiones siguen girando en torno a un balón golpeado por un par de equipos contrincantes. No comprender esta pasión humana hace que lleve considerando desde hace años que no comprendo en absoluto a la raza humana. Definitivamente no pertenezco a ella. Por lo que hace a lo concreto la gente de un país ganador aunque sea en el asunto de los goles necesita confirmar su éxito aunque en otros asuntos no encare sus miserias. En todo caso el fútbol es un pretexto para mostrar el orgullo nacional (el famoso Barça sigue siéndolo para Catalunya, no hay pues tanta diferencia). Muchos vehículos y motos llevan la bandera tricolor del casi parchís.
Al día siguiente de descubrir el derrame del aceite consulté a un mecánico próximo o alguien que dijo serlo. Le expliqué mi conjetura de la pérdida del líquido de frenos o el de dirección asistida aunque el reservorio no experimentaba ningún descenso. Dijo que para arriesgar un presupuesto tenía que desmontarse la rueda y la placa cartón, bajo la chapa. Lo hice para conformar que por este lado no se podía hacer ningún diagnostico y que en todo caso habría que hacerlo sacando la batería y mirando los tubos supuestamente debajo de esta. En ese momento advertí que también había un derrame de aceite en el mismo lateral en la parte posterior de la furgo. Una chispa de luz vino a mi cabeza. ¡pero seré burro! El aceite procedía del cofre. Una de las garrafas de 4 litros multigrado se había perforada con el traqueteo del viaje. Lo que quise evitar para uno de los bidones de reserva de lata con uno de los tornillos de la baca y que me apresuré en sacar no lo supuse para el bidón de plástico. Recuperé menos de 3 litros de los 4 de la garrafa. Segundo susto técnico del viaje afortunadamente sin mayores consecuencias que la anécdota. No hay anécdota sin coste de tiempo y económico.

Ha sonado la alarma de los mosquitos. Cuando otros viajeros nos cuentan su experiencia con ellos y su paso por el paludismo no resulta agradable. Los mosquitos nos alarman; sobre todo me alarman porque soy un bocadillo preparado a su gusto. Los repelentes, el incienso revulsivo, el compacto de las B, la citrorella, las bolitas homeopáticas, la mosquitera y toda la parafernalia no me han evitado estrenarme como su víctima. Paradójicamente fue en el vestíbulo del Centre Francais donde fui atacado por ellos. Esta en una de las arterias principales de la ciudad y el edificio es muy moderno. Nos paramos un rato tras una larga caminata por el mercado central que compartimos con Lucia Soloviz y Julio Rojo, de Vallecas, que conocimos en la misión catholique donde finalmente nos alojamos para dos noches tras la primera que pasamos junto a sus paredes exteriores. Como nos alcanzó la noche nos costó algo salir y reorientarnos. Si ir con silla de ruedas tiene ya por si complicaciones en cualquier ciudad del mundo en no pocas ciudades africanas es una forma potencial de suicidio. Me ha tocado aprender de los innumerables empujadores de carros de todos tipos y de los bicicleteros. El problema mayor es cuando tienes que tomar calles que son de sentido único y tu vas en sentido contrario. Los últimos minutos de luz se nos fueron con la compra de una de las telas típicas del país, con una brillantez y estampado especiales, elegida por Vic. Lucia trabaja para Save the Children y Julio, biólogo, está preparando su tesis doctoral sobre el gato montés argentino. Ambos viven en Buenos Aires y están pasando su mes de vacaciones por esta parte de África.
Nosotros somos la envidia de todos cuando decimos que tenemos un año de tiempo para África. A estas alturas sabemos que tanto tiempo es posible de aguantarlo con reposos intermedios y con la recuperación de las condiciones básicas de confortabilidad y en particular las que nos permitan reorganizar nuestra tranquilidad y sosiego. Compartimos con ellos unos espaguetis preparados por Julio y por la noche compartimos la mesa en la que nosotros dos comimos cus cus con legumbres en uno de los bares de enfrente. Luego tertuliamos en el patio de la misión hasta que la sor, la monja, la hermana al cargo de las puertas y de los cobros de alojamiento vino a decirnos que ya era tarde para hablar en voz alta. Siempre que tenemos conversaciones con personas de la generación inmediata que nos sigue, la que ahora está en su treintena de edad, nos resultan muy interesantes. Son copas directas donde beber de los cambios de mentalidad por lo que hace a perspectivas de la esperanza social, si así se puede llamar, siempre que se trate de temas posibles con gente, como ha sido el caso, implicada de alguna manera en causas para cambiar poco o mucho las situaciones. Nos llamó la atención uno de sus puntos de vista: el del sandinismo como polarizador y más aportativo a la Europa de su generación buscando expectativas revolucionarias y no al revés. Hablamos de Argentina y de nuestra idea, antes de decidir el viaje africano, en comprar una chacra allí, tal vez en Misiones, donde ubicarnos para nuestra vejez. Confirmó que los precios habían aumentado mucho desde los últimos 4 años aunque seguían siendo baratos y de la cantidad de europeos que van a comprar por razones especulativas. No era ni será nuestro caso. De haber comprado algo estaríamos ahora con otras dinámicas burocráticas para conseguir la nacionalidad allá y con otro planteamiento de vida que nos ligaría a la zona. Eso de tener una o más de una casa en distintas partes del mundo mientras se vive en otra o se viaja resulta muy exótico pero bastante poco práctico. Una casa es interesante cuando vives en ella o cuando las da a alguien para que la use. De momento este tema está fuera de nuestras consideraciones diarias. Más bien pensamos que viajar durante un tiempo es incompatible con el otro proyecto de una ubicación alternativa a la que tenemos en Catalunya. Llegado el momento ya sucederá algo.

En el Sahel

Fancoume 20 enero 2008
Hemos dejado Mauritania y entramos en Mali por la ruta que es la mejor aunque otros recomiendan ir por Nemá. En el antiguo mapa de la Michelin figura que ésta que va hasta la frontera en Adel Bagrou es más importante pero no es así. Quizás lo fuera en algún tiempo. En el puesto de Mali nos han timado con 4000 cfa sin darnos ningún recibo por el trabajo de poner dos tampones. No estoy preparado para tanta insolencia. El puesto tiene algo de modernidad en comparación a todos los anteriores mauritanos. Hay media docena de petroleros e incluso me han invitado a sentarme en una silla descuajeringada antes unas mesas de despacho de metal torcidas. A los pocos kilómetros nos hemos encontrado con un Toyota averiado que pedía auxilio. Lo hemos remolcado unos 30 kms hasta la entrada de Nioro donde el siguiente puesto de control les ha pedido papeles que no tenían y ellos han desenganchado su cordón umbilical de nuestro carro. Al menos esta vez no nos han acusado de llevar chatarra robada a nuestras espaldas. En Nioro hemos estacionado el coche en la única calle comercial para comprar, sin bajarnos de la cabina, una tela que no ha resultado ser ni tan bonita ni tan barata, 3000cfa. La evidente distracción de nuestra parte al bloquear el paso nos ha supuesto la bronca de un motorista que al parecer tenia mucha prisa para llegar 30 metros más allá y de otro, tal vez el mismo, volviendo en sentido contrario golpeándonos con la mano la carrocería. En el Wester Union hemos tramitado l a Assurance por 4 meses para unos 15 países del oeste africano siguiendo con el cálculo promedio de estar una semana por país. Nos ha costado unos 60e. En esta ocasión el cálculo anti aritmético de los meses también ha llevado al tipo, que al menos ha usado una mecanográfica eléctrica que estaba en el suelo, a restar un total de día y medio. Se lo he hecho cambiar Tras resistirse aludiendo que la costumbre en Mali es esa, al final ha aceptado a regañadientes aunque no le ha convencido mi lógica que si un día es 20 es también 20 el día del mes anterior para cumplir eso, un mes, y ha puesto también la hora rigurosa. El acabose ha sido la vuelta al puesto de aduana donde ya habíamos estado para hablar con el responsable del laisez passer, un documento que cuesta 9400 cfa y que viene a ser el carnet de passage pero en cuya lista de los 13 países que lo exigen no figura el país. El tipo al cargo no ha parado de decir que era domingo y los domingos no se trabajaba. He apelado a la solidaridad y al estado de Vic que necesitaba llegar a un hotel en Bamako el mismo día. El tipo se ha puesto a trabajar. Ese es un verbo gratuito para la ocasión. A cada tantos minutos yo miraba de reojo el progreso de las líneas de su impreso. El acto final ha sido cuando el hombre con el tampón suspendido se ha pasado, no un, dos, cinco segundos, diez ni veinte sino hasta 30 antes de decirse a estamparlo. No he querido intervenir ayudándole a su puño bamboleante con el cacharro en el aire porque mi anterior ofrecimiento de rellenarle yo el impreso lo ha desestimado. Borracho o no el hombre ha cumplido. Uff! El país ha dado un paso de gigante con este acto sorpresa. Ante la factura he protestado. He reunido 8000 cfa, los últimos que nos quedaban y le he propuesto que ponga él el resto a cambio de un par de pastillas por el dolor en la espalda que no paraba de comentarme. Lamentablemente nuestra farmaciola no dispone de arsénico. A fuerza de cuantificar el contacto con la chusma solo me auxilia el sueño ideal de buscar un asteroide lo suficientemente grande para que quepan todos los indeseables y se antropofagociten entre ellos. Entraríamos en una conversación de orden mayor. Hemos gastado en un par de horas en Mali los 80euros que habíamos cambiado en St. Sadurní aquella tarde de sábado que fuimos reunir información a la ONG Ajuda al Desenvolupament.
La carretera hacia Bamako es impecable. Incluso hay algunos puntos de ampliación con la P y algunos señalizadores, también los nombres y distancias de las ciudades perfectamente indicados. Al poco rato de estar en Mali ya se tiene la sensación de que es un país mucho más rico que Mauritania. La geografía es Sahel, hay mas vegetación, Hemos visto los primeros baobab y a la primera oportunidad de arboles con sombra accesible, en Fancoume Kagore, nos hemos instalado y nos hemos dejado llevar por la curiosidad de la gente. Los niños también vienen con la palabra clave cadeau-cadeau. Cada veza que la escuchamos sabemos que estamos pagando por practicas reprobables de turistas santones que van de samuráis con palillos de dientes en el lugar del guarda espadas tradicional. Los niños son tranquilos y les ha complacido hacernos fotos con ellos. Yo he sido acompañado por una parte de ellos a hacer un paseo, a visitar la escuela y a contactar con el profesor a quien le he ofrecido gomas de borrar para el día siguiente. A la hora de acostarnos he dado la mano a cada uno de los niños y se han ido tranquilos aunque alguno esperaba algún regalo. Los niños de estas semanas me hacen recordar travesuras de mi propia época de crío, ante lo que llamábamos los veraneantes y que tenían suntuosas casas, nos parecía entonces, en mi ciudad natal lugar en algún tiempo más fresco y tranquilo que la metrópoli barcelonesa. Recuerdo una ocasión que ante mi casa natal paró un coche ultimo modelo Ford negro ovalado, con un hombre y una mujer, él no paró de fumar en todo el rato, y ella, elegante, haciendo no sé que, estuvimos todos los niños moscosos sin perdernos detalle del acontecimiento. Europa ha tenido no hace tantas décadas otras realidades típicas del subdesarrollo tanto económico como mental.
He hecho algunas fotos también de mujeres bajo sus fardos de leña para la cocina. Al principio no querían luego han aceptado. Como siempre hemos recogido algunas palabras para decir lo básico; hola: Annulah o adiós Kambé. Siempre sorprende que uses voces que puedan reconocer.
Mirando el mapa es casi totalmente seguro que no de haber llevado la mercancía solidaria habríamos pasado antes por Senegal Gambia y las Guineas antes de entrar en Mali. Por otra parte haber seguido hacia el Este también entra dentro de nuestros planes el hecho de zigzaguear para recorrer la mayor cantidad posible de países.
En Mali se ven camiones-autobuses con supercargas arriba enrolladas con redes y alguna gente sobre los bultos. Es una figura típica que haya un hombre sentado sin ninguna clase de arnés que lo asegure con sus pies sobre la cabina del camión y su culo sobre la mercancía o sus pies colgando cuando la mercancía es voluminosa que es lo habitual. De hecho la envergadura de esta supera en volumen a la del propio vehículo. Se ve gente con motos y camiones que transportan mercancía de todo tipo. También hemos visto un tractor moderno y todo apunta que Bamako es una ciudad más moderna que Nuackchott.
En el puesto del borracho del tampón suspendido de medio minuto hemos coincidido con un par de franceses de edad medianera más duchos en las Áfricas y más dispuestos a aguantarlo todo. Con uno de ellos con apellido español, Guy García, hemos platicado sobre paciencia y que todo este asunto de cruzar por las burocratadas del continente es un juego pero que incluso un juego tiene sus límites. También hemos hablado sobre su nombre personal, el prenom, para terminar de pasar el rato. La primera vez que me carteé con un francés llamado Guy al que no conocía en persona, algo que duró unas cuantas cartas, lo confundí con el de una chica dando lugar a una curiosa confusión literaria. A su compañero de vehículo, el borracho quería que le diera un masaje en la espalda y por su parte se ha entretenido en enrollarle un extremo de su mostacho, si no fuera porque lo he visto y porque ahora lo estoy escribiendo no me lo creería si alguien me lo contara. El francés lo ha aceptado como parte de la comedia que le toca pasar al viajero. Ambos van a seguir la ruta que nosotros pensamos hacer por Níger, al menos hasta Niamey.
Inevitablemente una parte considerable de nuestro tiempo, o tal vez ha sido desde toda la historia, el de todo viajero, se lo lleva la estupidez ritualística de los controles. Ser inteligente no te libra de hacer el estúpido si estás entre estúpidos. Contar el número de veces de estos eventos aunque se ajuste a la realidad puede ser cansado para su lectura.
Aunque estamos todavía en los prolegómenos de este viaje ya nos ha dado tiempo de reconsiderarlo. A parte de pasarnos un año por el continente, ¿las experiencias que sumemos lo van a justificar? Antes de ir a Chiapas y a Centroamérica (viaje que compartí con Misse y al que no vino Vic por las evidentes dificultades que suponía estar en la selva y utilizar los transportes públicos para los desplazamientos) recuerdo que las valoraciones críticas que hicimos de ir como cooperantes se nos confirmaron sobradamente una vez en la selva. Por mucho que el europeo quiera respetar la idiosincrasia de cada lugar lo que no puede hacerse es un nudo a su garganta y dejar de practicar la critica honesta pero no menos rigurosa. En innumerables sitios del subdesarrollo hay algo de lo subjetivo que lo explica. Echarle todas las culpas al colonialismo y a la expoliación extranjera es demasiado exagerado. Intuyo que tras este viaje nuestra condición crítica a la solidaridad incondicional se verá considerablemente aumentada. La gran paradoja de lo que empezamos a ver es lo siguiente: los paraísos en bruto. El filón de ellos no ha hecho más que empezar, la pregunta es porque no son reconstruidos como tales ni así reconocidos por sus nativos pensando que lo mejor está en aquello que para la estructura del sistema mundial les va a continuar siendo inalcanzable a su mayoría.
Ya sé que si tienes ideas adoptadas a priori antes de ir a un sitio pueden actuar como preconceptos que te hagan ignorar los datos que te las cuestionen. Dejémoslo en un fifty-fifty: ni puedes ir en blanco a los lugares donde vas porque cuentas con unas referencias y documentación previas ni puedes suponer que lo sabes todo de ellos lo cual estaría en contradicción con el hecho de ir a visitarlos y conocerlos. El viaje mismo te va colocando en tu lugar y a parte de todo lo que tengas leído y oído sobre los sitios nada de esto te quita la libertad ni el trabajo de llegar a tus propias conclusiones. No hay dos viajes ni dos viajeros iguales ni siquiera en el caso de que se haga el mismo itinerario e incluso se comparta el mismo medio de viaje.

Las manos tendidas

Gogui 19 enero 2008 en suelo mauritano junto a la frontera
Casi invariablemente quien se acerca a nuestro vehículo tiende la tendencia a mirar el interior preguntándote al mismo tiempo. Los ojos golosos delatan más que otros gestos. Los de los niños también. Los niños son los que son empujados por los adultos aunque estos aparenten que no son tan peticionarios. Raramente hay adultos que vienen con la palabra clave (cadeau) pero no se pueden descartar. ¿Cadeaux pour les vieux? nos dijo un anciano que se nos acercó con bicicleta.
Una continua actitud que hemos ido viendo es la de poner la mano. La imagen de niños que al vernos pasar con la furgo en marcha tienden la mano ha sido repetida. El país está en la ruina pero no hemos visto ninguna iniciativa estatal para resolverlo. Eso sí en Nuackchott vimos unos tipos elegantes y altos que asistían a un encuentro sobre la construcción de la democracia en Mauritania. El país tiene declara tener un régimen republicano. En las matrículas de los coches la grafía es azul sobre fondo blanco, también la de los números y letras. Las matriculas mauritanas se identifican con un RIM (la R es de república, lo otro: Islámica de Mauritania).
La red de distribución de aguas esta bastante montada. Hay pozos repartidos además de las sacas de agua. No hemos visto campos de agricultura por ninguna parte en todo nuestro recorrido. Lo poco de lo que comen es un misterio de donde viene. Nuestra carretera está solitaria. Aun con una cadencia menor nos cruzamos coches en sentido contrario o nos superan en velocidad, raramente, a nosotros. Hemos visto pocos camiones lo cual indica que el comercio internacional por vía terrestre con sus vecinos al norte y al este al menos es prácticamente nulo, aunque esa no es la percepción de los mauritanos preguntados que dicen que hay mucho comercio. Mucho o poco son palabras relativas que en realidad dicen bien poco. La inmensidad de su geografía dividida por sus no más de cuatro millones de habitantes a lo más haría de cada uno un terrateniente. Las razones de la miseria no son fáciles de explicar en ningún sitio pero inevitablemente se cae en los reduccionismos de que los más ricos son los que han sabido sacar mas tajada de la historia. Algunas casas bien construidas que usan cemento y paredes rebozadas que nos hemos encontrado por el camino son de políticos. La generalización de las manos tendidas indica una cultura de la indigencia más que una determinante insoslayable de la necesidad. Debería estudiarse con los socorridos post o re-test tras acciones de intervención los nuevos valores de supervivencia y desarrollo que quedan en los lugares en los que ha intervenido la acción humanitaria, tanto la puntual por catástrofes como la regular de inversión solidaria estable. Los miles de policías ociosos puestos a trabajar cambiarían las condiciones de la realidad física o al menos la fisonomía paisajística. Inevitablemente la figura del policía es una invitada impuesta del relato dado su cantidad.
La poca equivalencia entre el cartel anunciando camping y su concepto se puede encontrar en otras muchas cosas. Tienes la sensación que aprenden lenguajes incorporados pero no las obligaciones implicadas por el mismo. Nosotros seguimos en nuestros trece por lo que hace a la intervención del blanco caritativo: ante el cadeau solicitado proponemos el intercambio. Todo el mundo tiene algo que ofrecer. Por poco que tenga una persona tiene un lenguaje que enseñar o unas costumbres que mostrar, una hospitalidad mínima que ofrecer.
Tratamos de gastar lo que nos sobra de uguiyas comprando un par de metros de tela aprestada no demasiado bonita de los que usan para forrar la parte inferior de sus techos sobre el entramado de palos. Luego ya fuera del país advierto que se han traspapelado más de 4mil uguiyas. Cambiarlos en Mali va a ser imposible a no ser que encontremos a un europeo que vaya hacia Mauritania.
Ubicamos al furgo junto al puesto aduanero esperando a la posible comitiva. Ante el enjambre de gente con el que estamos platicando quedamos en que no tenemos regalos para todos salvo para uno que va en muletas y al que llaman le Petit y que nos sorprende lo bien considerado que está. Los demás pueden trabajar o así se lo aclaramos. Al día siguiente me desprendo del jersey que llevo puesto. Este hombre nos había enseñado su silla de ruedas estropeada. Ese hubiera sido el destino de aquella otra que regalamos a Converters en Sabadell en nuestros preparativos antes de emprender este viaje. Tampoco descartamos la posibilidad que la única silla rodante con la que hemos venido, una con ruedas de caucho sólido sin neumático, se pueda romper por lo atrotinados que están los caminos.

A cada extranjero de un país rico, viaje en la condición que sea, turista, viajero, oenegero, comerciante le toca bregar con su propia conciencia al respecto de las manos tendidas. Es razonable que la gente pida lo que no tiene a quien se supone que lo tiene o tenemos. Cualquier empeño en explicar que Europa tiene su propia pobreza y que hay bolsas de miseria que integran el cuarto mundo resulta un tanto vana. Para muchos sigue siendo el paraíso social que alcanzar. Advertirles que cambiar su ocio, su tiempo libre, sus parajes bucólicos por el estrés urbano, el trabajo de 12 horas diarias, los salarios misérrimos, las viviendas carísimas de las ciudades europeas no consigue fieles a la escucha. Seguramente nosotros estamos viajando con nuestra propia carga de convicciones previas con respecto al fenómeno de la emigración y a las razones del atraso africano. Las verdades anecdóticas diarias con las que nos vamos encontrando pueden darnos puntos de vista de lo particular, el contacto humano de primera magnitud, las miserias a distintos grados pero es difícil que nos arrojen otra visión de un África pujante desde el punto de vista del desarrollo racional. Como todos los continentes éste tiene distintas velocidades en paralelo que corresponden a distintas visiones y mentalidades. Mauritania con toda su árida extensión, sus problemas de agua, también puede plantearse que el futuro no está tanto en el afuera como en la explotación organizada de sus recursos.
Estuvimos durante todo el último día en Mauritania en Gogui, su última aldea, 20 kms más al sur de Kobenni. La visa gestionada para Mali por un mes era desde el 20 por un mes. Nos la pasamos junto a la carretera con absoluta tranquilidad y con rachas de visitas de lugareños, también de las chicas. Cuando me incorporé de la cama y salí ellas emprendieron la huida ¡viene el diablo blanco! Luego entre risas rehicieron la formación en torno a la furgo. Por lo general son los hombres y los niños los que se acercan y se interesan. Contra lo esperado nos dejaron en paz. Dedé , un vecino, me enseñó uno de los pozos de 8 metros con un culo de agua. Explicó la urgente necesidad que tienen de ella y si podíamos ayudarle. Se me ocurrió decirle que lo que podían hacer era explicar su caso por escrito y dirigirlo a una ONG, en todo caso a la que le estamos haciendo el envió de cosas a Hombori y Ouagadougou. Al día siguiente fui a su casa a recoger el texto que ya tenía listo. En el fondo sé que la petición no se concretará, no se puede concretar. En Mauritania hay diez mil lugares que pueden expresar la misma necesidad. El sistema de cisternas realimentadas de agua regularmente no es ninguna solución. Por otro lado las plantas salvajes de los campos indican que hay una cierta cantidad de humedad. Estoy convencido, quiero creer, que un enfoque distinto de las economías domésticas convertiría sus espacios en paraísos. Bastan unos cuantos árboles para convertir el lugar más inhóspito en hermoso. Si eso lo juzgaba para el pedregoso suelo del Sahara occidental marroquí, mucho más para esta zona subsahariana y preSahel. Gogui es un pequeño poblado sin luz eléctrica y con bastones torcidos utilizados para las demarcaciones de las propiedades privadas. Mientras cruzo parte del poblado tropiezo con una alambrada que habría sido una de las lindes y caigo al suelo, librarme del espino metálico en una de mis zapatillas me lleva un rato. Tras la operación caminaré con un agujero de ventilación los siguientes días.
Las casas son de adobe, alguna tiene las paredes de piedra y otras tienen dos paredes de barro, una caña entrelazada en forma de tejado de uve con una tela encima, paja que la recubre y otra tela. En conjunto se consigue el frescor suficiente en su interior. Hay un par de suelos levantados a modo de tarima para dormir y en el caso de la de Dedé dos maletas modernas a modo de armario. La pobreza es extrema pero la organización básica de las cosas tampoco se nota demasiado. Para deshacernos de nuestras bolsas de basura es un problema, cuando preguntamos se nos dice que las tiremos en el campo, algo que para nosotros raya en el delito ecológico. Justo antes del puesto de control las he echado en el único agujero que he visto en el suelo dedicado a eso.

Pagar Peajes

Kiffa 18 enero 2008-Kubenni
El Aayoún significa ojos en árabe, es un nombre topográfico repetido en el mundo islámico.La seguridad de la carretera cambia completamente hasta Kiffa. Sigue asfaltada pero con muchos mas baches y en algunos tramos con radiers para las venidas de agua. A la altura de Tintane está cortada y hay que seguir durante unos 6 kms por una pista a ratos con arena bajo la cual hubo en algún tiempo asfalto. La inundación de agosto pasado mantiene cortada la carretera principal. Hay un enorme campamento de jaimas consistentes, con las letras ONG Espoir. Estamos recorriendo la carretera de la Esperanza. Con el italiano y la barcelonesa, también con uno de los franceses que no está en el proyecto de venta del coche usado, quedamos en encontrarnos en Kiffa para comer. No coincidimos. Ya que estuvimos toda la tarde y noche en el aeropuertos. A la mañana siguiente cargamos gasoil en una Total, otros 14mil uguiyas y seguimos hacia el Este. Desde Kiffa el paisaje cambia completamente. Las dunas tienden a quedar atrás. Hay más vegetación. En el Aaioun Artrous es el momento de bajar hacia el Sur y el asfalto vuelve a ser aceptable. La frontera con Mali esta a unos 150 kms.
Con los días vividos en Mauritania podemos emitir un primer veredicto: debe ser uno de los países más pobres de la tierra, y por paradojas estructurales del planeta, económicamente mucho más caro que Marruecos o a nosotros nos ha resultado más caro. Pagamos los precios de los tontos, los extranjeros pagan siempre más. Por un simple fusible nos han pedido 1000 uguiyas y por una tela de las que usan las mujeres para vestir con apresto, 3mil. Pagamos lo que nos parece razonable y no tenemos ningún inconveniente en decir a los nativos que sus precios pueden ser, y de hecho son, más altos que en Europa. Al menos en las zonas geográficas del superdesarrollo, los stocks y excesos industriales y sobre consumos vienen produciendo mercados de segunda mano y segundos y terceros precios. La cantinela de lo caro nos tememos que nos acompañe por bastantes lugares de África. Sabíamos que era cara pero no sospechábamos hasta que punto. El pago de los peajes tácitos o explícitos va a ser algo continuo. Hay dos clases de peajes: los oficiales y evidentes y aquellos a los que las picarescas lugareñas te emplazan. Las gestiones burocráticas forman parte de los primeros, los regalos condicionados sobre demanda o no tan espontáneas para ganarse la confianza de los lugares forman parte de los segundos. Un modo de entrar bien en un lugar es llevando cosas de regalos. Hay viajeros solidarios que van con este registro: el de pagar de algún modo por su presencia para que sea consentida repartiendo regalitos en la zona donde se instalan. No es o no queremos que sea nuestro estilo.
En Mauritania innumerables muchachos manejan carros con burros, otros llevan fardos de paja, 3 o cuatro sacos sobre sus cabezas recorriendo distancias considerables. Los típicos bidones de plástico amarillos para acarrear agua es una nota coloreada constante.
Vic ha empezado con sus ejercicios de meter un contrapeso a su cabeza con la ayuda de una bolsa de agua llena hasta una libra de peso. Es un artilugio que usa Nani Bermudez de El Puerto y que se lo recomendó. A la familia de guardeses del aeropuerto al vernos en posición OM sobre taburete, se descojonaron, (yo también lo probé una primera y me temo que única vez), les dijimos que era nuestra religión. Vic es el banco de pruebas ideal para toda clase de artilugios terapéuticos, su principal cliente, estoy por decir, que su fuente de inspiración. Yo la ayudo con los preparativos del aparato. Nada complicado: un triangulo recto de metal a modo de palo horizontal del ahorcado con dos poleas y una cuerda, en uno de los extremos una especie de cinta que pasa por debajo de la barbilla y por la nuca, al otro lado el contrapeso. El aparato de quita y pon se sostiene de la baca. Entre esto y un cajón repleto de medicinas más otra bolsa de ídem podemos pasar cuando menos por astronautas, otra lectura podría ser la de alquimistas fugitivos.
Lo uno por lo otro es una experta en alternativas domésticas. Ha preparado una tela de tul para que nos proteja de los mosquitos en nuestros descansos y para que nuestros sueños no estén poblados por monstruos. Las moscas por la noche duermen o al menos se están quietas y no son una verdadera molestia, lo son de día. La verdadera guerra contra los insectos está por empezar. La época de lluvias es la que puede traer comentarios de adversidades. De momento estamos en zona seca aunque ya nos han anunciado que los mosquitos que no encontramos en Mauritania los encontraremos en Mali.
Hasta ahora hemos hecho distintas pruebas para dar cosas de las que llevamos. En un collége de secundaria me acompañó una troupe de chicos e interrumpí la clase de uno de los profesores con todos los estudiantes asomados a la ventana para darle una bolsita de gomas y estilos. Por ese impresionante acto vinieron en mi búsqueda, el que se declaró como presidente de la asociación de padres de alumnos y otros dos hombres lanzados con un coche por la arena, para darnos las gracias encarecidas. Hacer de papá-noeles no es lo nuestro. Somos conscientes que con este tipo de gestos el blanco o el europeo pasan a ser significados como portadores de cadeaus. Por su parte el blanco que lo hace, nosotros sin ir más lejos, no hacen sino pagar sus peajes de una manera sutil, también podemos hablar de pago demorada de karmas por las barbaridades que hicieron nuestros antepasados europeos. De acuerdo con nuestra tesis crítica de la solidaridad, en el fondo es una forma de inversión y no solo a gran escala, el de las Ongs poderosas, sino también a pequeña escala es una manera de granjearse la confianza y el buen recibo en los lugares.
No tenemos ni podemos tener un criterio único según los lugares que vayamos nos vamos adaptando a cada sitio. En algunos sitios somos literalmente rodeados por docenas de críos, en otros siguen con sus juegos o sus trabajos sin molestarnos tras el primer rato de expectación. Tras pasar la noche en El Aayoun en otro puesto del Atlas nos hemos ubicado a la entrada de la ciudad, en realidad una pequeña población, para ser vistos por los de la comitiva si es que todavía están detrás de nosotros.
Una vez los lugareños nos integran como imagen de paso dejan de molestarnos. Eso no quita que ocasionalmente los niños pueden llegar a ser mas pesados que las moscas mas insistentes. Se te pegan como si fueras un papel de droguerías para engancharlas, das un paso y te siguen. Son una monada pero de lejos, aunque siempre hay que evaluar cada caso a la velocidad del rayo. Para ridiculizar una de las situaciones en Kubanni, e donde hemos pasado una noche he dados dos vueltas enteras y luego otra mas a la furgo llevando un par de baldes de agua que acaba de conseguir de un pozo para poder medio asearme. Todos detrás. Imposible buscar un lugar retirado. Al final solo he podido echarme uno de los potes por la cabeza.
Los mauritanos y malineses parecen tener buenas relaciones y pueden pasar de un país a otro sin visa. En el último puesto de douane, en Kubanni, ( todo el país es una aduana continua con innumerables puestos de control), desde el interior un vago echado en una estera en el suelo ha hecho señas de acercarnos con los pasaportes. Le he mostrado la señal de minus que no ha decodificado y finalmente he salido con las muletas para dárselos. En el puesto el chupatintas ha pedido excusas pero yo he insistido en mi papel de cojo. Un par de horas despuée que yo ya había olvidado esa comedia he paseado tranquilamente por delante del puesto y el poli me ha pillado in fraganti, (por un rato había olvidado aquello que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo). He disertado sobre una cojera espamódica que me viene cuando lleva horas con la pierna quieta conduciendo. El hombre se lo ha tragado. Luego hemos platicado un rato hasta justo ante de su oración, eso si, que por orar no quede, y he debido reconocer que la etiología de su vagancia puede ser una forma de protesta tanto contra su rol de vigilante como contra el visitante extranjero. La carretera hacia Mali por este lado, que es el recomendado y asfaltado, apenas es transitada. Hablando con la gente la visión dominante del europeo es que es rico. Jamás consideran la posibilidad que además de lso medios económicos o materiales también depende de cosas como la voluntad, la iniciativa y la organización personal lo que permita hacerlas. La posición de echado del vago es una imagen recurrente. Propongo una coartada para ella: la gente realmente no tiene un horario de reposo y entonces descansa en cuanto puede. Eso hace que puedas entrar a un negocio y te toque despertar al tendero que esta de bello durmiente en su... lo que sea.
Cadeau es una de las primeras palabras que aprenden los nativos ante el extranjero. Mucho nos tememos que una buena parte de África tendrá ese signo. Dar un cadeau no significa que te quites de encima a quien se lo has dado. A veces los niños se despiden tirándote una pedrada o lo que tienen a mano si se lo has negado. En Mauritania solo nos ha pasado una vez y no significa que ese episodio tenga que sucederles a otros viajeros. Puntualmente algún adulto nos escampa las moscas, que diga los niños. En el único auberge que hemos preguntado de Kubanni, la arena y la falta de equipamiento nos ha disuadido de usarlo. El problema de los que aspiran a nuevos ricos en Mauritania a costa de los extranjeros de paso es que piden precios sin contenidos que ofrecer. Ponen el nombre de un servicio pero no el servicio.
Casi todas las conversaciones empiezan igual: de donde vienes, ¡ah! ¿de Barcelona?, Ronaldinyo, Ethol, Barça. No pongo en dudo que quien fabricó la humanidad no fue dios sino una churrería ordinaria de barrio con aceite recalentado. Todo ese tipo de preguntas pueden apuntar a lo mismo y aburrido. La queja a la indiferencia recíproca de la gente entre sí de las culturas europeas nos convierte en candidatos dóciles a aguantar lo que sea de la gente movida por la curiosidad y a colgarse del recién llegado como tema de espectáculo. Ese interés hace regurgitar de algún lugar oculto de nuestra psique o de nuestro inconsciente colectivo, si realmente lo tenemos entrecomillando a Jung, el tiempo primigenio en que la gente se identificaba como parte de la misma familia y se interesaba por su bienestar. Es una hipótesis muy dulce que solo puedo apoyar con una conjetura no con una demostración. En tu condición de recién llegado a un sitio te toca discriminar entre quien te aborda por su interés en conocer, hablar, comunicar, compartir un rato a quien te ve como la clásica S cruzada verticalmente por la doble barra o ahora más modernamente, por la E con la doble barra del igual en horizontal. Portadores de dólares o de euros, tanto da, para el nativo puedes ser poco menos que alguien a quien sacarle algo de tajada. Conviene pues explicar siempre a priori lo que puede esperar de ti quien te aborda para no hacerle perder el tiempo y para que no te lo haga perder a ti.
Venimos haciendo más pernocta libre que no usando campings, tanto por lo que hace a sus no condiciones de uso, como al hecho de que hay muy pocos, pero también conviene considerar que los campings son endogámicos.Te ponen a distancia de los supuestos innumerables peligros y molestias de la calle. Exagero. No son tantos. Es distinta la primera impresión que te llevas de un lugar nada más llegar a la que destilas unas horas despues y sobre todo al día siguiente de estar en él. Tu percepción no está tan instruida para la negritud reinante como puedes suponer y de entrada es fácil que confundas unas caras con otras. Despues de persistir un rato en un lugar ves que hay una auto organización establecida: los comerciantes en sus tiendas, los controladores, las bandas de críos. En los campings-auberge no hay nativos como clientes salvo los empleados que tienen el comportamiento controlado por las condiciones por las que han sido contratados. Lo que mas se encuentra son extranjeros pagando su estancia a precios europeos. Los mauritanos en desplazamiento se alojan en otros sitios. En consecuencia en un camping o en un lugar de parada de viajeros se extranjeros se habla mas los idiomas de sus procedencias que los del lugar. Son lugares interesantes porque hacen de oficinas prácticas de intercambio de información pero son sesgados. Cada información aunque venga de la persona más razonable hay que tomarla con pinzas. Una de alguien de una expedición de free lances, haciendo un reportaje de la carretera de la Espoir, profesor de una universidad barcelonesa, no indicó que había sitios mucho mas interesantes en África que la visita de Senegal y Gambia. Sí, noi si. La escala de valores es distinta en cada persona y lo que busca un europeo no tiene porque buscarlo otro aunque cabe reconocer el común denominador de la búsqueda por una condición humana primitiva completamente olvidada en Europa.
A África hemos llegado tarde, antes de nosotros demasiados europeos han dando muestras de una Europa reluciente y una ideología deformada o que al menos no es la nuestra. Para el nativo un europeo es igual a otro. Nuestros esfuerzos para aclararle esa mentira son vanos pero no desistimos en nuestro empeño. Aunque queramos desmarcarnos de la inercia papanoelista nuestro viaje ha empezado con el signo del que trae cosas. La única diferencia con los reyes magos en los que como unos papanatas creíamos de niños, es que aquellos eran de oriente y traían cosas espectaculares no tanto por el incienso y la mirra sino por el otro, nosotros, insisto, no salimos de los bolígrafos que no escriben bien, las gomas de borrar y las gafas de sol que se rompen antes de sacarlas del envoltorio de plástico, además de cosas mas serias de material quirúrgico que esperemos que funcionen mejor para bien de los operados. No hemos llegado a una conclusión o criterio válido para dar cosas en ruta. Pensamos que nos toca intervenir poniendo los nombres en el lugar de lo que son y que un regalo es algo que se espontáneamente y no algo que se pide y que el intercambio es la mejor filosofía que se puede enseñar. De otro modo los europeos de ahora por hipiosos que sean y solidarios que se/nos crean/mos no han/hemos avanzado demasiado con respecto a cualquier embajador de la antigüedad que para contactar con otros países se hacían anteceder por el despliegue de presentes para allanar su negociación.
Despues de pasar una noche en Kubanni, al día siguiente con el jefe de la aduana, un hombre considerado que no estaba el día anterior, accedió a que consultara las hojas blancas que dan a la entrada del país y que aquí, por este lado cerca de la frontera se entregan. Así me enteré que el vehículo de Alex y Giusepe ya había pasado pero no qué día. La tarde anterior ya pregunté por esa consulta, pero ¡uf! la petición genero chispas en las neuronas del hombre al cargo del despacho junto al vago tumbado justo al lado.

Calor soportable

Kiffa 16enero2008
Ala entrada de Kiffa nos detenemos en el Auberge Phare de Desert. Ahí han pasado la noche los de la comitiva de la que nos separamos ayer en el poste Chgueig, a unos 100 kms antes de la ciudad. Tras haber pasado los otros tres vehículos, el nuestro fue demorado por coincidir la hora de la plegaria a la cual se sumaron los polis. Viéndolos en su ritual uno los propondría para santos de escayola venerable. Era el crepúsculo y a partir de ese momento era difícil encontrar un sitio donde pernoctar. Lo hicimos en Guerou en el puesto de gasoil Star. El encargado ha estado ahí toda la noche y se han detenido algunos coches. Solo me he despertado una vez. No ha pedido nada por quedarnos. Antes de confiar plenamente en nuestra ubicación he dado un paseo por los alrededores y he entrado en un par de tiendas a preguntar. En Mauritania es mucho más difícil que en Marruecos encontrar gente que te entienda en francés.
En el Phare del Desert hemos tratado de negociar un precio bueno. Lo menos que aceptan es 1500um. A este ritmo de gasto por alojamiento el viaje africano nos puede resultar más caro que cualquier viaje por Europa o por América. 10euros diarios por los dos para dormir no es que sea mucho lo que pasa es que el único consumo que hacemos por esta cantidad es la del agua de la ducha. Hay otra razón para desestimar este camping: el puesto de control numero ene policial esta al lado. Hemos hecho diligencias al atravesarlo acostumbrándonos nosotros y acostumbrando a los controladores que no tenemos la famosa fiche y que la hemos gastado en controles anteriores, tampoco que tenemos cadeaus por la misma razón. Una doble mentira es mejor que una simple. Mientras esperábamos la devolución de los pasaportes, con el aduanero haciendo practicas de simpatía verbal que cobra unos 640mil uguiyas. Cifra a tomar en pinzas de momento. La idea dominante de los nativos es que todos los europeos somos ricos y ellos son pobres. Desde luego lo son más pero su economía básica de mercado no está muy bien organizada ya que los productos básicos son caros. No estamos de acuerdo en facilitarles las diligencias dando fiches preparados por nosotros. Alex y Giuseppe llegan a hacerlas a mano. Si no las tienes en muchos de ellos te devuelven los pasaportes por la fatiga que les da rellenar los datos a ellos.
En Kiffa una mujer me presta un cubo con agua y me indica el wc donde puedo ducharme. Vic hace de anfitriona del enjambre de críos que se nos ha reunido a un lado de la furgo. Reparto de gomas de borrar y pseudofrases francófonas. Alguno de los niños se encarama hasta el portaequipajes mientras estamos dentro con los ordenadores. Momento para cambiar de lugar. Vamos hasta el aeropuerto internacional (una explanada abandonada con un par de ancianos custodiándola) en el que nos aseguran que hay vuelos a Bamako y a Nuakchott. Es el momento del relax que nos permite trabajar en los ordenadores una vez nos refugiamos a la sombra del edificio. Nos ofrecen te según la forma acostumbrada de medio vasito que uno de los hombres prepara en un infiernillo con carbón. En realidad es azúcar con te en lugar de serlo al revés. Alex nos ha dado la noticia de un secuestro de italianos en la zona de Tumbuctú que tuvieron retenidos varios días y que les quitaron todo su material solidario de una ONG. Resulta curioso que de países, aparentemente tranquilos, como Mauritania y Mali, en los primeros de nuestro trayecto nos lleguen noticias de alarma. Estamos considerando la posibilidad de esconder uno de los ordenadores en el zulo y trabajar solo con el otro cuando atravesemos zonas difíciles. En el paso por Aleg nos detuvimos para comer pero el resto de la comitiva tenía más prisa y nos fuimos. Aleg lleva la marca del crimen de los franceses de cuya noticia nos habló por primera vez el hotelero de Martil. De haber ido solos posiblemente nos hubiéramos parado más rato. Giuseppe no estaba muy seguro con el lugar y los otros iban con prisa para llevar su Ford semiescacharrado a Mali para venderlo. Unos quilómetros después Alex tampoco tenía muy claro dormir fuera de un recinto. Nos ha sorprendido un poco que gente de ventipocos años sea más prudente, la palabra es intercambiable por la de miedosa, que nosotros. Justamente una de las ventajas que tiene ir en comitiva es que te permite elegir un lugar donde compartir la noche con mayor seguridad.
Ha empezado la calor. Desde Nuackchott hemos tomado dirección este. Todavía nos resistimos a dormir con las ventanas abiertas por temor a los mosquitos. La furgo sigue sin estar preparada en la cuestión fundamental de la mosquitera. Como profilaxis venimos tomando equinaccia, un compuesto de cobre-oro-plata, un compuesto vitamínico de Bs, Hidroxil, B1-B6-B12. Edum Palustre para repeler los mosquitos. Lo que no hemos empezado a tomar es antipalúdicos. Ni tenemos suficiente cantidad de Lariam o Melarone, ni estamos seguros que la mejor estrategia antipalúdica sea su ingesta atendiendo a todos sus efectos secundarios. Los meses que estuve en la zona de Centroamérica, de eso hace mas de 5 años, no tomé, tampoco tomaron otros cooperantes nada para la malaria. En aquella ocasión fui acribillado por mosquitos y chinches. La marca de alguno de estos últimos me la llevé de regreso a Barcelona por unas cuantas semanas más. Habría que averiguar el interés de algunas industrias que propician una mentalidad de inseguridad frente a esa enfermedad. Su prevención y su tratamiento es el mismo solo que a dosis distintas y la prevención (sea tomando una pastilla diaria o semanal según el producto) tampoco está garantizada al cien por ciento. En todo caso ha empezado nuestra auto vigilancia de los mosquitos intrusos. Nos falta ingeniar algún sistema para poner tela mosquitera a ambos lados de la cama.

Au revoir Europa

Nuakchott 15 enero 2008
Parece que nos tomamos este viaje con más precauciones que otros. Tampoco es eso. Pero sí es la primera vez que hemos hablado tanto de uno antes de hacerlo. A diferencia de Europa, la sola mención de África exige más solvencia. Es una falla perceptiva. Queremos creer que los países desarrollados del hemisferio norte son el paraíso de los recursos y es donde los problemas se minimizan mientras que vemos en otros continentes más problemas de los que hay. La percepción occidental está contaminada por la industria de los medios del primer mundo. Lo cierto es que en Canadá te matan en la máxima indefensión con un arma de des carga eléctrica, como le sucedió hace unas semanas a un polaco que se puso algo nervioso a su recién aterrizaje en el aeropuerto, y que nuestra querida España está llena de noticias de espanto. Cuantos más días has puesto pies en polvorosa de tu país más te desconectas de su realidad y de las noticias como cantera en explotación. La alternativa no es mucho mejor. En todas partes hay quien se lamenta de su realidad pero también quien ha aceptado vivir en ella sin pretender escapadas suicidas en cayucos desesperados.
La mujer del recinto donde nos alojamos en Nuakchot nos dice que cobra 28mil uguiyas por mes y paga 10mil de alquiler. Otro de los muchachos ni siquiera sabe lo que cobra aunque nos ha dicho que uno de esos baldes de goma usados para las vendimias y recogidas de naranjas es barato pudiendo costar unos 2000 o 2500 uguiyas, el doble de lo que lo había comprado en España. No es necesario que pasen muchos quilómetros ni días para estar ubicados en unas coordenadas completamente diferentes. Las nuevas sensaciones que nos envuelven, nuevos personas y geografías hacen que olvidemos momentáneamente de donde procedemos. Aunque en todas partes encontraremos gente del mismo color de nuestra piel y de nuestros campos culturales e idiomáticos. África pertenece mayoritariamente al grupo de los 150 países del mundo en los que todavía se busca –o están pendientes de- un modelo democrático. Parte de los africanos pertenecen a la Liga de Estados Árabes, que cuenta supuestamente con 22 y a la Organización de la Conferencia Islámica que son 57. 10 jefes de estado, sobre 53, en África, ejercen el poder desde hace más de 13 años[1]. La longevidad de un magnatario en el cargo presidencial de un país es un visible indicador de demora histórica en su proceso de reconciliación plural de sus distintas partes en convivencia.
Podemos pensar que la historia moderna acaba de nacer y no se pueden pedir prisas a los cambios de las cosas. Los tímidos cambios advertidos en Marruecos, más en el plano económico que en el de la mentalidad, son tan lentos que resultan desesperantes. La carretera del sur sin embargo es perfectamente transitable. En la parte mauritana antiguamente había una zona que debía ser transitada durante la baja marea. La nueva carretera no tiene ninguna dificultad. Su trazado discurre al lado de la antigua cuyas marcas aún son visibles. A mitad de camino entre Nuadibú y Nuakchot hay un servicio de combustible de la Total perfectamente moderno. A ambos lados de la nueva carretera se han creado algunos asentamientos puntuales y los supuestos camping fantasma. En el servicio de la Total no hemos tenido necesidad de abastecernos de gasoil pero sí lo hemos hecho de agua cuya procedencia es de una fuente cercana.
La única observación relevante para la mecánica del automóvil son las continuas ráfagas de viento trasladando arena de este a oeste cruzando la carretera perpendicularmente. Las rachas son bajas pero conviene proteger el filtro de aire. Lo hemos tapado con ayuda de una funda de nylon fina de saco de dormir. Leí esa idea en alguna parte pero no recordaba si este sistema funcionaria. Lo consulté a un mecánico en Dakhla antes de hacerlo. Me ayudó a poner esta camisa a la pieza y me dijo que bien. Dentro de unos miles de quilómetros deberemos revisarlo a ver que ha pasado con la funda. Posteriormente otro viajero me ha dicho que eso no sirve absolutamente para nada y que lo que hay que hacer es limpiar con el compresor de aire de vez en cuando el filtro. Antes de salir de Barcelona tratamos sin existo de comprar uno lavable, el triple de caro de los ordinarios pero no nos lo pidieron servir en el plazo del que disponíamos.
Hace apenas dos siglos había solo 40 países en el mundo con estados soberanos. Los dos cientos actuales tampoco representan la multitud de realidades étnicas.
En el patio del camping Menata los chicos prepararon un tagín de verduras excelente. Son ovolactovegetarianos y llevan un coche usado para vender. Su idea que a pesar de lo contaminante que pueda ser lo es menos que fabricar uno nuevo que ocupara el lugar de este. Bob comparte nuestra mesa de invitado. Por tres noches seguidas le hemos prestado uno de nuestros sacos de dormir. Por la mañana se despide y viene a decirnos que se va en taxi hasta Roso. No sabe muy bien si su destino será Gambia. Parece que no le importa demasiado nada y por n par de veces le he oído decir i’ m 57, i’m a old man. Vale tío.
A la segunda mañana el camping prácticamente se ha vaciado, bastantes caras reconocibles se han ido. El suelo de arena del patio y los juegos de los dos perros que hay, levantaran polvo, uno de los chicos barre tratando de sacar colillas y cosas semejantes. Le contamos que existe un instrumento llamado rastrillo para esto. No es la primera vez que vemos a alguien barrer la arena del desierto. El otro día en el punto 25 la mujer de la caravana de al lado, nada más levantarse estuvo un buen rato barriendo la estera o rectángulo de moqueta que habían puesto ante la puerta de su caravana. Nos hicimos la película de que toda la vida había hecho esto y nada más que esto al levantarse y que se lleva consigo la pieza de alfombra para poder continuar practicándolo allí donde fuera.
La percepción desde fuera del lugar que vas a visitar es distinta a cuando ya has llegado, El exotismo de los nombres de lugares que vamos recorriendo evoca experiencias exóticas antiguas que no tenemos porque gozar o sufrir. Cualquier envidia que pueda suscitar un viajero es tan solo una entelequia mental, una construcción privada del deseo. El nuestro ha sido/es llevar nuestros bodies a los lugares de nuestros planes. La ruta a seguir tampoco es completamente libre. Estamos condicionados tanto por las características propias de nuestro vehículo como por el terreno físico y por los limitantes y conflictos entre países.
El tiempo corre aprisa y antes de que nos hayamos dado cuenta ya hemos consumido la vigésima cuarta parte de tiempo previsto para estar en África. De otro lado la sensación es que llevamos ya en ruta mucho más que dos semanas.

Contar las cosas tal como nos vienen genera sensaciones equivocadas, inevitablemente se cuenta con sesgos, pues lo que nos sucede a nosotros no tiene porque sucederles a otras y la verdad e s que no hay una sola experiencia personal exactamente igual a otro, tampoco la de cada viajero aunque se viaje compartiendo vehículo y quilómetros. El caso es que contar una serie de infortunios seguidos puede dar la sensación de un alarmismo que no es tal. Nosotros también cruzamos la última frontera condicionados por lo que habíamos oído. En Mauritania no os podéis detener en cualquier parte, hacedlo siempre delante de una gendarmerie o en la frontera es fácil perderse. Por hora la sensación global es que la gente es mucho más respetuosa que la marroquí y bastante menos pesada. La sociedad es menos machista, se ven más mujeres por la calle.
Hacemos nuestro primer paseo en silla de ruedas completo. En lugar de tomar un taxi vamos a pie hasta la embajada de Mali. Ponemos a prueba los conductores de la ciudad al obligarles a desviar su línea de marcha al vernos decididos. Invariablemente todos nos esquivan sin protestas. En algunos momentos por ambos lados, es decir metiéndose también sobre la arena. En realidad son pocas las aceras en su lugar hay arena por donde la silla es intransitable. En la embajada, Vic quiere levantarse y entrar con las muletas. Eso ocasiona más lentitud y gasto de tiempo que si entramos tal como hemos venido con la silla. Finalmente lo hacemos así pero el resto del día pagaré por ese detalle. El encargado se maravilla de su capacidad de viajar así y nos atienden admirablemente. Nada a ver con la truculenta embajada mauritana en Rabat. Pagamos en uguiyas 6500 cada uno por un mes de visado. Como no llevo dinero salgo a la calle a cambiarlo a 340, el euro, a 10 menos que el precio de las agencias, un total de 40 euros. Entro de nuevo para pagarlo y esperamos en la sala mientras tamponan en serie las solicitudes del día. Coincidimos con unos británicos y un francés y hablamos de rutas y detalles conocidos. El francés se llama Max Clément y tiene una casa en Burkina. Nos da su dirección o mejor dicho la de un hotel para que preguntemos su localización ya que está cambiándose de casa.
De regreso al camping Menata pasamos por una calle todavía más arenosa. Vic hace un travelling con la video cámara a bordo de la silla. Llegamos. Inexplicablemente, vivos. A pesar de los pitos corto-histéricos de los conductores mauritanos y de manejar coches destartaladísimos, que contrastan con los impecables Toyotas blancos 4x4, alguno de Oxfam, Land Cruisier, los conductores son mas atentos de lo que parece. La cuestión es que conducir por esta ciudad requiere destreza. Entre carros tirados por asnos, furgonetas que hacen de líneas de microbuses sin la puerta de atrás y la gente rebosando de ella, camiones, gente que va contra dirección y la interminable arena por todas partes quien se atreve a bregar por todo eso merece menciones de varios records en el Guiness.

Comida en el patio preparada por la cocinera senegalesa; un plato de arroz con pescado muy sabroso. 1000um cada uno. Tras ella voy a recorrer la zona de los cambistas cerca del mercado. Finalmente cambio a 350um un euro en una de las muchas oficinas que hay. Al chico que ha insistido en acompañarme termino por comprarle dos cestos trenzados muy bonitos pero que van a ocuparnos un espacio considerable. Cuando trato de regalarle una de esas gafas de sol de marras simplemente se rompe el punto de soldadura del empeine previsto para aguantarlas sobre el puente de una nariz. Nos preguntamos si hay que aceptar cosas tan malas aunque sean regaladas. El nuestro está siendo un viaje de repartidores de gomas de borrar que esas sí borran, horribles gafas de sol y bolígrafos que se desmontan. Las gomas de borrar son de la casa Mila, la misma que usábamos cuando éramos niños en la escuela. Recuerdo la imagen de que los alumnos más aplicados eran aquellos que conseguían convertir en una pequeña bolita su goma despues de haberlas hecho funcionar innumerables veces para corregir los errores gráficos. Simbólicamente al regalar gomas estamos significando lo mucho que hay que borrar de los errores de los países por los que pasamos, claro que esta significación es clandestina y difícilmente alguien acertará a traducirla.
Vic se enfada conmigo con razón por la compra de los cestos. Los precios no son precisamente bajos. Estamos advertidos de que África es cara y ahora que estamos en ella no hacemos más que confirmarlo. Los precios son altos y no es fácil encontrar- tal vez no existen- precios alternativos algo que sí es posible en Europa. Siempre hay que preguntar por todo, por lo que cuesta cada cosa, incluso por las cosas que te ofrecen aparentemente gratis. Por dormir dentro de nuestra furgo en el patio recintado del camping hemos pagado 3000uguiyas noche, lo mismo que si hubiéramos usado la jaima con mosquitera incluida. Los hoteles son carísimos y hay campings de tarifas superiores. Pedir la carta previamente con los precios indicados tampoco te salva de resultados imprevistos. En un restaurant donde comemos cuscus y una omelette y unas cocacolas embotelladas (comparativamente mas baratas que el agua,) 150uguiyas éstas, los precios son algo mayores que los indicados en el listín pero lo curioso es que por tres medio vasitos de tés (no pedidos pero que aceptamos pensando que es una gentileza de la casa), marcan 950uguiyas.Hemos discutido el precio y hemos hecho la cuenta nosotros aceptando nuestra cifra.
Hemos dado una vuelta por el extrarradio de la ciudad desde el Port de l’Amitie. Ya de noche y sin darnos cuenta nos hemos metido por calles de arena. Por una media hora nos hemos refugiado junto a una de las pequeñas gasolineras Star que hay. Hemos preguntado la posibilidad de pasar la noche allí. Enseguida nos han pedido por cuanto. Luego hemos cambiado de lugar. La idea de la solidaridad tampoco es su fuerte. Los extranjeros que vamos conociendo, más africanistas que nosotros, no esconden sus pesares por los asedios y confusiones continuas y las formas sutiles o no tan sutiles de timo.
Aunque estamos al corriente de que en Mauritania no hay banca electrónica internacional pruebo en un guixet automatique con una de mis tarjetas de crédito. No la reconoce. Quedarse aquí sin euros puede resultar bastante desagradable, lo mismo que Siria según nos informamos cuando estábamos en Turquia en una de sus fronteras, razón por la que no entramos. Seguramente estas cosas se irán resolviendo en los próximos años ya que los primeros interesados son los mismos bancos `para hacer sus transacciones y facilitar los negocios internacionales, pero por ahora conviene preguntar antes de entrar en un país las formas de obtención de dinero y por tanto la validez o no de las tarjetas de crédito.
A una vigesimaquinta parte del tiempo destinado para África consumida Europa ya nos queda muy lejos. Además de la gente querida hay cosas de la vida europea que encontramos a faltar: las duchas en condiciones lo que más, pero por otro lado entrar a visitar, mas que vivir integralmente, la vida africana tiene unos encantos difíciles de transmitir que justifican los avatares higiénkicos por los que pasamos.

[1] Tomado de Béchir ben Yahmed en su articulo dix et vingt ans Jeune Afrique 2446, nov 2007

domingo, 13 de enero de 2008

Nouachott


Nouakchott, 13 de enero de 2008
Por fin nos instalamos en un camping. Ayer llegamos al anochecer tras casi un día de camino sin parar desde Nouâdhibou, la primera ciudad después de atravesar la frontera. El camping Menata es de una francesa llamada Olivia. Se nota que es de una occidental pues tiene comodidades básicas, está limpio y todo funciona bien. La mayoría de huéspedes son franceses y llevan vehículos bastante normalillos, no supercamiones o autocaravanas. Es pequeño y te puedes instalar en una haima por 1500 Uguias, lo mismo que dormir en la furgo cada persona. Me di una ducha increíble e hice una abundante colada. Hemos hecho té y una espléndida comida que compartimos con nuestro "niño de 58 años-acompañante" británico, Bob y unos jovencísimos franceses que viajan en un coche atrotinadísimo que piensan vender en Mali.
El clima es fresco con rachas de viento que arrastra una fina película de nubes y te obliga a abrigarte.
El paisaje desde Nouâdhibou a la capital mauritana Nouakchott es increíble. Vas viendo distintas formaciones desérticas a cuál más impresionante: Tierra fina con vegetación de matorrales donde los camellos y las cabras encuentran sus delicias, arena parapetada con vallas plásticas enlazadas en estacas para evitar la invasión al asfalto, dunas en perfecta formación o como altas montañas amarillas y limpias. Y entre tanta soledad y belleza vas viendo los contrastes de la civilización que arrasa: camellos pastoreando y paseando tranquilamente con su familia por el asfalto; haimas de los nómadas compaginadas con casetas de madera medio deshechas y bolsas de agua protegidas con la arena que le llaman albergue o camping y que piden la increíble cantidad de 5000 uguias sin ninguna instalación que funcione a pesar de que digan que hay ducha. Esto indica el salto que estos países (llamados pobres) quieren dar para superar su estatus. Con unas infraestructuras absolutamente inexistentes, presentan los precios de cualquier país europeo y los turistas lo aceptan sin rechistar para "ayudar a estos pobrecitos". Recuerdo en los tiempos en que España no estaba preparada para la avalancha de turistas que muchos de ellos eran exigentes con el tema calidad precio, y esto ayudó bastante a que se tomaran medidas de inspección y control de los servicios prestados en las temporadas altas de turismo. No creo que ayudemos mucho a levantarse a un país si cerramos los ojos ante cualquier intento de engañar al extranjero de turno, porque, en definitiva, se engañan a ellos mismos.
Para mañana hemos encargado a la cocinera senegalesa del camping una comida típica, 1000 uguias por plato. Es muy simpática y atractiva y hoy le hemos dado a probar nuestra sopa "a lo pobre" (con pan, cebolla, tomillo y huevo), le ha gustado. Veremos mañana cómo está su comida.

Nouakchott, Mauritania

Con nuestro incondicional Bob
Coche abandonado en el desierto


Nouakchott, 13 de enero de 2008
Por fin nos instalamos en un camping. Ayer llegamos al anochecer tras casi un día de camino sin parar desde Nouâdhibou, la primera ciudad después de atravesar la frontera. El camping Menata es de una francesa llamada Olivia. Se nota que es de una occidental pues tiene comodidades básicas, está limpio y todo funciona bien. La mayoría de huéspedes son franceses y llevan vehículos bastante normalillos, no supercamiones o autocaravanas. Es pequeño y te puedes instalar en una haima por 1500 Uguias, lo mismo que dormir en la furgo cada persona. Me di una ducha increíble e hice una abundante colada. Hemos hecho té y una espléndida comida que compartimos con nuestro "niño de 58 años-acompañante" británico, Bob y unos jovencísimos franceses que viajan en un coche atrotinadísimo que piensan vender en Mali.
El clima es fresco con rachas de viento que arrastra una fina película de nubes y te obliga a abrigarte.
El paisaje desde Nouâdhibou a la capital mauritana Nouakchott es increíble. Vas viendo distintas formaciones desérticas a cuál más impresionante: Tierra fina con vegetación de matorrales donde los camellos y las cabras encuentran sus delicias, arena parapetada con vallas plásticas enlazadas en estacas para evitar la invasión al asfalto, dunas en perfecta formación o como altas montañas amarillas y limpias. Y entre tanta soledad y belleza vas viendo los contrastes de la civilización que arrasa: camellos pastoreando y paseando tranquilamente con su familia por el asfalto; haimas de los nómadas compaginadas con casetas de madera medio deshechas y bolsas de agua protegidas con la arena que le llaman albergue o camping y que piden la increíble cantidad de 5000 uguias sin ninguna instalación que funcione a pesar de que digan que hay ducha. Esto indica el salto que estos países (llamados pobres) quieren dar para superar su estatus. Con unas infraestructuras absolutamente inexistentes, presentan los precios de cualquier país europeo y los turistas lo aceptan sin rechistar para "ayudar a estos pobrecitos". Recuerdo en los tiempos en que España no estaba preparada para la avalancha de turistas que muchos de ellos eran exigentes con el tema calidad precio, y esto ayudó bastante a que se tomaran medidas de inspección y control de los servicios prestados en las temporadas altas de turismo. No creo que ayudemos mucho a levantarse a un país si cerramos los ojos ante cualquier intento de engañar al extranjero de turno, porque, en definitiva, se engañan a ellos mismos.
Para mañana hemos encargado a la cocinera senegalesa del camping una comida típica, 1000 uguias por plato. Es muy simpática y atractiva y hoy le hemos dado a probar nuestra sopa "a lo pobre" (con pan, cebolla, tomillo y huevo), le ha gustado. Veremos mañana cómo está su comida.

La ley de la calle

Camping mauritano
.2008 enero 13 Nuakchott
En todas partes hay como mínimo dos códigos: el oficial y el de la calle. Una cosa es lo que dicen ordenanzas, las leyes escritas, los carteles, los bandos, los edictos y demás asuntos teledirigidos por administraciones y tecnócratas de la consigna de estado; y otra es el funcionamiento real de las calles basado en sus tradiciones, inercia, picarescas, trampas, timos, mafias o pequeños grupos de poder o territoriales.
Estábamos estacionados en la única zona reservada para minus que hemos visto en todo nuestro recorrido, en Agadir junto a la playa, ante una toilette con ¡milagro! rampa de acceso y después de la siesta nos viene el capo de este segmento de la calle para pedirnos que pongamos el vehículo al otro lado de la calle ya que tapa su establecimiento de meados y los posibles clientes pueden no verlo. Ya estamos por irnos y lo hacemos sin discutirle su burrada. Eso sí, al hacerlo, no depara en gesticulación para ayudarnos a una maniobra para la que no hace falta tanta gimnasia de brazos.
En la mayoría de explanadas y parkings de facto hay alguien con bata azul, a veces con chaleco refractario, ocasionalmente con porra artesana o tubo de papel que decide hacerse guardián del lugar y cobra por hacerlo o mejor dicho pasa de aceptar recibir propinas por esa función a exigirlas. Es un oficio bastante generalizado en todo Marruecos, menos en el territorio del Sáhara, tanto que esta clase de saprófito es un hibrido entre un vago y un oportunista no pudiendo dar de si mas luces que las que da. Es posible que mal sobreviva de esta manera toda la vida sin salir jamás de su agujero. En Sale hablamos con uno que se había fabricada un minúsculo habitáculo con dos catres de 50cms de ancho y un fuego para el te en medio. En Guelmim mientras Barek y yo íbamos a la búsqueda de bidones de plástico, su hermano y Vic se quedaron en el coche en una explanada. El tiempo suficiente para que uno de sus gorreros profesionales fuera al conductor y le sacara un par de dírhams con la excusa de que él llevaba a una turista y ellos tenían que cobrar su diezmo.
Eso de hacer pagar por el uso de lugares viene de antiguo. Lo terrible es que la gente se presta a ello consolidando a los parásitos en sus dominios.
En Cansado, cerca de Nuadibú, vimos a alguien que se ocupaba de unos retretes. Le preguntamos por si podíamos usarlos para ducharnos. Los wáteres árabes tienen el típico grifo cerca del suelo para usar agua en lugar de papel para la limpieza del ano. El hombre dijo que si a cambio de que le diera algo. Mencionó doscientos uguías. Yo le dije que le haría un regalo pensando en las socorridas gafas de sol. Durante todo el rato de nuestra operación con el mayor tiempo necesario para Vic por necesitar de un taburete donde sentarse y de una butaca auxiliar donde poder vestirse, el tipo no paró de sobarnos más a mi que a Bob, que no sabe una palabra de francés. No empezó a gustarme el hombre desde el momento en que para hablar no paraba de darme golpecitos con los dedos rompiendo la barrera del espacio vital tratando de modificar los términos de lo que deberíamos darle. Cuando al fin terminamos el tipo nos exigió 3000 uguías. Casi 10 euros por usar unos baños por los que nadie paga a nada o una propina voluntaria como mucho. Le dijimos que íbamos a hablar de ello a la gendarmerie Royal. Antes de eso hicimos un estudio de mercado del lugar preguntando a algunos lo que pagaban por usar los baños. Todo eso con el capullo de turno a bordo junto a nosotros tres. No dejé que subiera atrás porque no me fiaba de él. Llegamos hasta el cuartel de la Gendarmerie. Como que no quiso entrar solo (él tampoco se fiaba de nosotros ya que sabia que nos libraríamos de él a la primera oportunidad) metí la furgo en el patio dejándolo suficientemente inclinado para encarar la puerta. Conseguí que bajara solo. Observamos a distancia la explicación que le daba al policía. Cuando parecía que iba a volver hacia el coche salimos pitando. Por el espejo retrovisor no vi que saliera detrás de nosotros. Mauritania es un país mucho más caro que Marruecos con menos cosas que ofrecer y con más pobreza a la vista: agujeros en medio del asfaltado sin avisar, arena fina por las calles, basurales sin recoger, grupos de cabras coexistiendo con las personas. Los franceses están pasándolo mal por la noticia del asesinato a los del picnic –cuyas resonancias aun rebotan- y hay quien no quiere pasar por Aleg, el lugar del crimen.
Si los controles policiacos de carretera eran ya de estudio laboratorio los mauritanos son para ilustrar películas de terror. Los buitres te paran y te dan la mano para luego pedirte de algo. Un tontarra de ellos en seguida nos preguntó si teníamos una linterna. Otro en otro punto nos dijo que si traíamos ropa para donar que se la diéramos a ellos. Lo general es que te pidan la fiche. La forma simple de decir que les entregues tu autocontrol con todos tus datos explicados ya que según ellos, no entienden el castellano. Todos los pasaportes son iguales y lo que quieren es que les hagas su trabajo. Los hijos de la burocracias loas han mal acostumbrado a darles los papelitos preparados. No me extrañaría que en internet alguien hubiera colgado un modelo para facilitar las cosas. Despues de más de una docena de veces de escuchar, la preguntita de si tenemos la fiche, he empezado a contestar que los controles policiales son muchos y ya hemos gastado todas nuestras fotocopias. Mentira piadosa. Ante esto, el policiaco del último control antes de llegar a Nuackchott me pidió que se lo escribiéramos. Le dije que no teníamos papel ni bolígrafo que lo hiciera él. Nos devolvió los pasaportes diciendo que comprendía que estuviéramos fatigados.
El modo de tratar con el poder, es decir con el poder del otro, uniformado o no, es un sondeo de sutilidades. Ni puedes decir un no rotundo a cualquier estúpida exigencia ni puedes decir un sí incondicional a todo lo que desee el extorsionador de turno. Despues de dar la mano un montón de veces a este tipo de chusma y tenérmelas que lavar otras tantas aprendo algo más del personal humano. Si el estado tiene pasta para comprarles motos ultimo modelo a estos falsos justicieros también debe de tenerla para ponerles luz eléctrica en sus chozas de puestos de control y una fotocopiadora.
En el habitáculo de la embajada mauritana en Rabat recuerdo como a cada nombre europeo citado el muchacho que recogía su pasaporte se iba con un merci grandilocuente y una boca sonriente como si le hubiera tocado el premio de la lotería o si le hubieran librado del potro inquisitorial.
En el Sahara mauritano de la costa los controles apenas son perceptibles. Aquí el stop está muy lejos de una barrera con unos clavos en el suelo todo mal señalizada. A diferencia del haute en Marruecos que esperan que te quedes en el puesto hasta que no te hagan la señal de avanzar aquí la tradición es la de parar justo delante de la barrera a un lado. La única diferencia entre el delincuente uniformado y el que no lo es el color de su vestido. Ambos comparten una ley no escrita de la calle. Su oficio principal es ver lo que te pueden sacar. En el puesto aduanero mauritano, cuyo único distintivo externo de cambio de país es el trapo de color verde con una luna y una estrella de 5 puntas de color dorado, el primer tipo que te saca los 3mil uguías por las diligencias de rellenarte el papel que los pide tiene su choza llena de botellas de alcohol, supuse que decomisadas o conseguidas con su sutil forma de presionar. En ambos casos el viajero consciente hubiera bebido el licor in situ o lo hubiera derramado en el suelo antes de permitir que esos mafiosos hicieran negocio con ello.
La comparación del criminal ilegal a la del legal no es vana, no es ocasional y es una constante a mencionar en las correrías por este mundo. Sus concomitancias son múltiples. La ley de la calle la escriben quienes la ocupan dominantemente y se aprovechan de transeúntes y viajeros para engañarlos y esquilmarlos en lo que puedan. Siempre, en cualquier parte del mundo, te espera alguien que creerá que tu llegas hasta su lugar para resolverle sus problemas económicos tanto si quieres como si no. En cada momento del camino te tocará decidir si doblegarte a una extorsión o eludirla sin que eso te suponga percances.
En el Sahara costero en la parte mauritana en medio de la nada continuamente hay carteles anunciando campings. Nos detuvimos en uno por la curiosidad de conocer su oferta. Un agujero en el suelo por wc con cuatro tablas como cabina, agua natural de baldes y el espacio para pasar la noche. Eso sí el precio más caro que cualquier camping europeo. Quizás son los malos hábitos dejados por los moteros y los 4x4 que han mal acostumbrado a los nativos. Estos son capaces de copiar la palabra pero sin entender el significado de un lugar donde acampar o donde instalarse. Eso sí, las tiendas levantadas en medio del desierto contrastan con la llanura y las dunas al fondo. El romance está servido pero no precisamente por las habilidades de managers de los que ocupan una parte del terreno.
Preguntar precios en Mauritania hace que pongas en cuestión la celebre ley económica del capitalismo de la oferta y la demanda. Los precios suben a mayor demanda y bajan si esta también es poca. ¿El precio no era aquello que se ajustaba a la realidad del mercado para poder ser aceptado? Pues bien hay precios altísimos en hoteles de fábula completamente vacios que los mismos recepcionistas nos reconocen que son inasumibles para los nativos y caros para los europeos. No acaba todo ahí. Hay comida enlatada y zumos embotellados que son mas caros que en España o Francia. En cuanto a los restaurantitos la primera prueba de chawarme, felafel en la capital fue un desastre. La mayor parte de cosas se quedaron en los platos. Eso sí con una exhuberante bandeja de muchos panes no pedida se la devolvimos sin comerlos. En la despedida la dueña nos dijo que la cocinera aquel día no trabajaba y lo había hecho ella, No preguntó si nos había gustado, era evidente que no. En el lugarcito a cada rato pasan coches o viene gente a pie a comprar comida y llevársela. Esto lo hemos visto en otros pequeños establecimientos. Algunos ni siquiera bajan de sus coches para pedirle. Siempre hay algún hombre servil corriendo para llevársela y cobrar.

Comienzan las Emociones




Nouadhiboú 12ene2008
Observamos una pequeña línea de fractura en la parte superior del parabrisas. Por la noche suena un clec no sabiendo muy bien si nos han tirado una piedra .Cuando íbamos a acostarnos ante la mezquita de la calle de Dakhla donde pasamos varias horas: un grupo de niños que enseguida fue en aumento nos molestó a nosotros y a Roberto. A su coche le alcanzó un impacto de una piedra terrosa sin consecuencias y nosotros escuchamos ese otro ruido alarmante. No estamos muy seguros de que el roto haya sido consecuencia de eso o de la dilatación del cristal. Tampoco las temperaturas son tan extremos para esto (conviene tener la precaución de dejar las ranuras de los cristales laterales abiertas para producir una corriente de aire). No podemos descartar que la fisura la trajéramos desde España.
Consultamos a un mecánico que nos lleva a un especialista en el tema de cristales de coches. Está cerrado. Parece que se esta celebrando el primero de año de su calendario, unos 600 años atrás en relación al cristianismo y que debe coincidir con la iluminación o la inspiración de Mahoma, al parecer un analfabeto al que le soplaron el texto coránico los profetas. En la calle de la mezquita hemos pasado varias horas sin problema: cyber, compra de dátiles en un puesto ambulante, yo he pasado por el barbero y hemos comido en restaurant. En principio un adulto ha tratado de que los niños no molestaran pero luego estos se han hecho bastante pesados hasta decidir cambiar de lugar.
Hemos contactado telefónicamente con Atlantis, nuestra compañía de seguros. Les ha costado bastante rato ubicarnos en el mapa y nos han dicho que no tienen asistencia aquí, que nos ocupemos nosotros de encargar la reparación. Hemos optado por encomendarnos a la cinta americana. He puesto dos tiras en la parte exterior y otro pedazo en la interior.
Giusseppe y Alex por su cuenta tienen problemas de cash y han de esperar al día siguiente para conseguir dinero del banco. Las noticias son que en Mauritania no hay ningún cajero automático. El mecánico nos recomiendo que carguemos gasoil en PMA en lugar de Atlas, donde, al parecer, mezclan agua. Le hacemos caso a pesar de que la gasolinera es más antigua. Cargamos 5 bidones con 105l de reserva y completamos el depósito. Un total de 160. El gasolinero me pregunta si tengo algo a vender o cambiar. Le propongo cambiar gafas de plástico de sol por el combustible, unidad por 10 litros. Acepta. Esas gafas yo no las querría ni regaladas. Es una oportunidad para deshacernos de una buena parte de ellas. Nunca he hecho trueques de este tipo. Es la primera vez que salgo a viajar con una bolsa expresa preparada de chucherías para regalar o intercambiar. Hace unas décadas oí de muchísima gente que salía fuera iba con una botella de whisky y unos jeans como mínimo, para vender o abrir puertas. Nunca he dedicado espacio extra a esos asuntos. Sé que me he perdido muchas oportunidades por no hacerlo. Mi alma de comercial no está a la altura. Un comerciante funcional no puede ponerse en el lugar de la tontería de su comprador que tiene el deseo descentrado valorando cosas que no necesita. Salimos de la ciudad.
Me baño en la misma playa de ayer cuando la marea ya empieza a subir y luego nos instalamos en la explanada cercana donde paran los autocaravanieris con algunos apasionados al surf. Es uno de esos campings espontáneos que los mismos turistas crean. Los habíamos visto al lado de la costa antes de Agadir procediendo de Essaouira en anteriores viajes. En el caso de este se halla a 26 kms de Dakhla y lo llaman 25 o punto 25. Está construida una baranda de piedra ante la arena, algo de asfalto y unos bordillos. Hay además un container moderno con un policía y un par de ayudantes auxiliares dentro vestidos de caqui que ponen la guardia. En conjunto es un gheto auto-elegido. Las historias y bolas que circulan entre los caravanieris consolidan ese tipo de lugares: el goce del sol, del espacio, del librecampismo sin tener que soportar la pesadez de algunos marroquíes. El perfil de edad dominante es el de jubilados acomodados. Hay de todo. La explanada es una exhibición de todos los modelos de autocaravannas, también furgonas preparadas para dormir, camiones superpotentes y hasta hay un par de coches pintarrajeados. El que acaba de llegar y se ubica junto a nuestra furgo trae una caravana con motor de 20 años de antigüedad. Nos dicen que vienen a pasar el invierno europeo aquí y que a los tres meses saldrán para renovar la visa. El instinto territorialista lo confirma esta pareja: lo primero que han hecho al llegar es sondearnos con una excusa preguntándonos si iban a molestarnos para cuando saliéramos. Con eso han averiguado que efectivamente íbamos a salir a la mañana siguiente. Despues han clavado unas estacas de metal de encofrados haciendo un arco en torno a su vivienda. Han unido las estacas con una cinta. En este tipo de asentamientos provisionales se puede ver pronto y rápido quien es quien y de qué va. Algunas de las caravanas tienen la demarcación hecha con macetitas y otra tiene un montón de abalorios hechos de plástico con botellas recicladas que giran como molinillos de viento, además hay una gallina ostentosa sobre una veleta. Se me olvida fotografiarlos. Hay locos de todas las edades.
Vic dice que la manipulo porque ubico la furgo donde decido sin consultarla y yo le digo que estoy agotado de su ordeno-.y-mando permanente. Estuvo casi dos horas de rumiante alejada hasta que decidió volver.
Dakhla es la tercera parada con vueltas por sus alrededores en este viaje. En Dakhla hemos encontrado bastantes coches policiales patrullando con sus cristales protegidos por rejas, sin embargo obedece más a la paranoia de miedo del sistema que a una posible fuerza real de los saharauis que sigue sin manifestarse por ninguna parte. Las pancartas que vemos colgadas de las paredes tan solo son promocionales de ofertas.
La experiencia de la barbería no ha sido de las mejores. La atención de mi cabeza y mi cara tuvo que ser compartida con la que el barbero prestaba al aparato del televisor y a la calle. He sobrevivido a unos cuantos tirones de pelos y a algún corte. El acabado de las tijeras dentro de la nariz para el remate de las hebras de viejo y sobre ella para cortar la mata me liberó de la butaca y pasé a estrenar look. Nada comparable a la última sesión de barbería en Tánger en el viaje anterior cuyo maestro del peine, tijeras y hoja de afeitar ha venido ocupando un puesto de honor en mis recuerdos sensoriales. Antes de instalarnos en la explanada del kilometro 25 hemos entrado a preguntar en el camping a las afueras de la ciudad. Un hombre se ha molestado por decirle que nos parecía cara su tarifa cambiando su sonrisa y su bienvenu au Maroc –yo dale que te pego con mi bienvenu au monde, lo cual nadie enteada y me dicen, ouí, bienvenu toute le monde- por un adiós seco y estirado. Hemos entrado a preguntar porque el agorero del día anterior sobre la inminente rebelión polisaria nos informó con una tarifa que se correspondía con la tercera parte de la que nos han pedido.
La noticia de la muerte de la familia francesa sigue siendo una cuestión central de estos días. Corren datos contradictorios sobre las edades de los supuestos niños que acribillaron y con respecto al supuesto padre de familia pacífico en pleno picnic siendo, parece ser, un traficante de coches. Desde que Senegal controla el tráfico de ellos Mauritania r es ahora el principal receptor de chatarrería usada.
Cada cual viene con su aventura: Una pareja de franceses se perdió en la tierra de nadie cruzando la frontera y embarrancó en la arena. Les pidieron 100e para sacarlos. Cuando doy gente que les ha pasado de todo digo que no acaparen todas las anécdotas, de las terribles, y nos dejen alguna para los demás. No tenemos ninguna gana de llenar la agenda con adversidades pero ¿qué sería de un viaje sin un poco de emociones? Unos centímetros de raja en el cristal ya nos ponen cantando el oremus, preferimos la vida tranquila. Nos reencontramos con la parejita italo-barcelonesa en la explanada de camping libre a 26kms de Dakhla. Ubicamos nuestra furgo junto a la suya. Ellos guisan por su cuenta. Vic enseguida ha desplegado nuestros taburetes en un deje de profesional de la enseñanza tal vez para improvisar una clase de campaña. Ha dicho de guisar para todos. Su edad y registro no es el nuestro y tal vez compartamos algunos de los próximos cientos de kilómetros lo mismo que hemos hecho con Roberto que ya se ha ido, cuyas aventuras por China, América latina y otras latitudes incluyendo marcas en su piel por heridas de pelea lo ponen en el grupo de los incunables.
Los de la mercedes. La parejita con 5 franceses comen en su furgona reciclada. Vic se ha ido a consolarse con la brisa marina, yo le digo cosas al ordenador, preparo té y como solo.
El agua natural de Dakhla tiene mal sabor. En un almacén donde compro 18 litros de envasada en botellas de 1,5 litros por 40dh me han dicho que es a causa del azufre.
Mientras estamos desayunando en el km.25 nos aborda alguien en su coche que trae un pasajero y nos pregunta si podemos llevarlos hasta Mauritania. Me pongo en guardia pensando que se trata de un trafican. Su pasajero es un inglés jubilado que viaja por su cuenta y que no tiene autobús para seguir hasta Nouadhibú. Es Bob y lo aceptamos como pasajero. Colabora económicamente con el combustible. Hacemos de una tirada los más de 300kms hasta Guerguerat el último enclave marroquí. Con Giuseppe-Alex habíamos quedado en la última población para pasar la noche y proseguir camino juntos, pero se nos ha pasado creyendo que habría otra. Sin darnos cuenta hemos llegado a la frontera pensando en que ya nos reencontraríamos en Nuachkott ya que tienen intención de ir al camping de una tal Olivia, de la que ya el tipo del palillo y plumón de Guelmime, me dio noticia. Las diligencias en Guerguerat han sido sabrosas. Vic en el coche y yo de balón de un garito a otro. A uno de los policías le he cambiado su reloj de pulsera, cuya correa se me ha roto una hora después, por unas gafas de sol. Hemos recorrido los 4 kms de frontera a frontera. La turco-georgiana seria un lujo en comparación a esta. Nos hemos valido de algún coche en la distancia y de las informaciones preguntadas a los que venían en sentido opuesto. Durante todo el trayecto así como los anteriores de estos 1400 kms de Sahara ha sido muy tranquilo, con cruzamientos con otros coches, casi la mitad de europeos, viniendo en sentido opuesto, cada bastantes minutos y sin apenas ser adelantados por nadie. Estos días han representado una buena introducción al desierto. El plato fuerte de la frontera ha sido el mauritano. Un agrupamiento de chozas que a distancia no pasa de la categoría inferior del peor de los chabolismos alberga una troupe de parásitos obedeciendo órdenes. Lo mas moderno es una micro roulotte de las primeras haciendo de oficina de change. Aquí el cambio lo hacen a 300 uguía el euro. Es la cifra con la que se redondea en todas partes. Pero tenemos noticia que el oficial está a 330 y el del mercado negro hasta 380, aunque luego nos dirán que eso era hasta el año pasado. Nada más dejar Marruecos y entrar en tierra de nadie nos abordan cambistas. Nos deshacemos de los primeros pero cambiamos 20 euros a 325 cada uno a otro que nos cae más simpático y con quien hablamos de la cantidad de coches accidentados que están abandonados en el lugar. No se trata de ningún lugar de reciclar, simplemente te están abandonados para que no generen deudas de impuestos de seguir dentro de Marruecos.
Nuestra llegada al puesto mauritano saca de su modorra a los que están en el puesto. Control de pasaportes con una lentitud que pone a prueba al más santo y control visual de lo que llevamos de otro que se entretiene preguntándolo todo. No mencionamos que llevamos medicinas. Al primero le pido un mosquetón que tiene tirado por el suelo y que puede sernos de utilidad. Me lo dá. En el grupo de chozas pago con uguías: 3000 por las diligencias y casi 15 euros por 10 días de seguro. Me discuto con el de la insurance por ponernos del 11 al 20 en lugar del 21. Entramos en una discusión sobre aritmética pero me rindo como acostumbro ante la lógica aplastante del funcionario. Antes de eso los penitentes hemos pasado por la inspección del voyeur al cargo de interioridades y de otro tipo que dice ser del ministerio de turismo en cuya choza tiene preparado un librito en que los anglos y alemanes han escrito sus datos de procedencia. Yo dejo a Bob rellenando el impreso y me voy a hacer la gestión del seguro. En cuanto al chico que ha estado un buen rato mirándolo todo no paraba de insistirme que le regalara uno de nuestros sacos de dormir. Le he repetido varias veces que cuesta 100e y que en todo caso se lo vendo. Si el estilo de pedir el cadeau de los controladores marroquíes es ya material de escarnecimiento de todo un país el de los mauritanos puede ser una patente de conducta para una buena parte de África. Ante mi argumento intangible de compartir mi pan el tipo ha dejado de insistir. De haber hecho una revisión a fondo habría encontrado cervezas y un par de botellas de alcohol, una de ellas, de vodka precintada, encontrada por Bob en la tierra de nadie. El chico no paraba de decir que si le hacíamos un regalo la próxima vez que cruzáramos lo tendría en cuenta para que no fuéramos molestados. Esta proposición indecente ya indica un grado de elaboración considerable.
No sé hasta que punto están al corriente las arenas diplomáticas internacionales de los tratos en frontera. Dudo que los gobiernos al mando de tantos canallas tengan el mínimo sentido de la vergüenza. Por su parte estos se prestan a costa de su salud mental a estar empleados como delincuentes oficiales para esquilmar a los viajeros a los cuales no les puede negar el derecho de paso pero a los que les/nos saca toda la pasta que pueden.
Unos kms más allá de la frontera dirección Nuadibú nos hemos empezado a encontrar controles todavía peor señalizados que los marroquíes. No recomendamos viajar de noche nunca en lugares poco seguros que se van a conocer por primera vez. Aun así llegamos a Nuadibú tarde. Al menos tuvimos 4 controles por el camino para pedirnos, claro, si teníamos la insurance. De no tenerla son capaces de confiscarte el vehículo. Si la legalidad den todas partes es una forma de organizar los negocios, la de no pocos países es la forma de organizar la extorsión.
En Nuadhibú hemos hecho un recorrido por hoteles para buscarle alojamiento a Bob. Los precios son muchos más caros que en Europa en la mayoría de sitios. También en un camping, el Aba, un patio destartalado con las instalaciones hechas polvo. Finalmente hemos elegido un restaurantito donde comer pollo y cuscús. 2000uguia por los 3. Tras la cena y tras pagar le he preguntado al chico al cargo si Bob podía dormir en el suelo en la habitación de las catifas. Han aceptado por otros 1000 incluyendo el desayuno. Vic y yo hemos dormido en la furgo en la calle delante del local. Por la noche dimos un paseo por esta calle que llamamos de las farmacias por la cantidad que hay de ellas. Nos enteramos de algunos precios y averiguamos que la cantidad de tiendas dedicadas a la venta de ropa usada procede de Canarias. Convinimos en entregar un par de cajas nuestras a una de ellas para empezar a deshacernos de bultos. La idea primera era repartirla en el mercado de Nuachkott.
La primera impresión mauritana, pasando por alto el atraco aduanero, es muy buena. Los niños tienen un comportamiento más tranquilo. Hemos repartido ya un montón de gomas de borrar para un grupo que se nos ha acercado para llegar a la conclusión que eso no se puede hacer. Pues unos cogen más de una y otros ninguna. Antes de darlas explicamos para lo que sirven.
Durante el paseo por la calle con Bob antes de acostarnos tuvimos ocasión de ver cosas insólitas en Marruecos. Mujeres elegantemente vestidas paseando solas y hombres con sus telas blancas y azules haciendo otro tanto. No hemos tenido ninguna sensación de peligro en la primera noche aunque los hoteles suelen tener guardianes privados, los del camping justificaban sus precios altos porque protegían a los extranjeros de los peligros de la calle, y el comerciante de la dibiterie de al lado del restuarantito al abrir ha venido con una porra en la mano como, parece, instrumento de autodefensa.

Fragmentos y descripciones de viajes geográficos sobre una silla de ruedas movida por energias insospechadas. (Los textos pertenecen o a nuestro libro, en curso, el Viaje de la vida).

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